Walking on the moon [Libre]

Ciertamente habían pasado muchos años desde la última vez que había visitado París, aquella preciosa y apasionada ciudad en donde las luces del cielo tocaban la tierra, el aroma a café y el crujido de los croissants al ser devorados los mortales hambrientos, la dulce esencia del chocolate que recorría cada rincón de las calles parisinas donde había uno que otro café por las esquinas. No había pasado mucho tiempo desde que su barco había arribado a Francia, exactamente a las 20:00 hrs. cuando ya el sol se había despedido de la ciudad para dar paso a la majestuosa luz tenue y blanca de la luna.

-été un moment ... mon cher paris- susurró de forma elegante viendo por la cortina del carruaje cómo las calles empezaban a ser iluminadas por las luces de las velas que en cada calle le quitaban paso a la oscuridad nocturna.

Un largo recorrido hasta la casa se dio el gran carruaje con todo su equipaje, mientras el que la escoltaba tomó rumbo hacia los lugares más naturales de la ciudad, al centro de parís donde le esperaba el lugar que ansiaba recordar, de pequeña solía ir de paseo con sus padres en sus largas visitas diplomáticas a la ciudad del amor, el carruaje se quedó en una esquina, discreta y elegantemente. Bajó delicadamente, en sus tacones finos con un hermoso vestido de color vinotinto y beige, largo y con volantes, decoraciones elegantes pero sencillas, el estilo victoriano se veía a leguas, en su cuello una cinta negra con un camafeo de color rosado intenso, las decoraciones negruzcas que rodeaban aquella joya hacían resalte por la piel blanca y fina de la mujer; sus labios como siempre en un rojo natural y llamativo, llevaba en su cabello corto un lazo negro en la parte derecha.

Sus piernas la encaminaron hasta la plaza techada, donde se podía ver claramente el rocío sobre las rosas de colores infinitos, las magnolias y los jacintos, con su mano tocó delicadamente una de las rosas, apartando el rocío de sus pétalos, pasando delicadamente su dedo por las curvas de la misma, hasta tocar una de sus espinas que bruscamente se clavó en su dedo, no era mucho, la sangre que brotaba de su blanquecino dedo era igual a las gotas de rocío que cubrían a todas las flores de aquel precioso lugar.

-So...- le dijo a la luna viéndola fijamente con sus ágatas azuladas, que brillaron más intensamente con la luz de la luna- Me trajiste aquí con el único propósito de encontrar a alguien? Oh querida luna tú puedes llegar a ser tan caprichosa~- rió con delicadeza pasando su dedo con gracia por sus labios dejándolos de un rojo más precioso. La luna era su confidente más preciada, ahora en París tal vez lograría encontrar a un compañero o a una buena compañera; habían pasado aproximadamente 14 años desde que hubo alguien a su lado, en Inglaterra ya no quedaba gente interesante ni prodigiosa, el tiempo se carcomía la calidad mediante se iba, tal vez en su nuevo hogar la luna le destinaría alguien con quién posiblemente podría disfrutar de su eternidad.

Dejé una de las últimas cajas dentro de la tienda mientras cogia aire y me recuperaba. Era un trabajo pesado, como ellos dirían un trabajo de hombres, pero para mi eso era lo de menos. Yo necesitaba sobrevivir, lograr algo de dinero. Y por suerte este hombre me había dejado. Bueno eso si teniamos en cuenta que ahora parecía un muchacho delgaducho, pero un muchacho e intentaba hacerlo lo mejor posible, pero mi ligera alimentación hacía que no estuviese expecialmente al cien por cien de mi fortaleza aunque tampoco era un fideo...pero al caso...Suspire y me limpie el sudor. Me dolian las manos. Las tenía marcadas de cargar las cajas y algunos arañazos, pero al menos ya habia acabado. Esperé a que em entregasen las monedas prometidas, no eran muchas, pero al menos era algo. Otras veces si quiera podía conseguir algún trabajo que hacer por algunas monedas. Menos si iba como una chica.

Salí de la tienda y caminé por las calles de parís en silencio, con pasos ligeros y delicados, auqnue por supuesto bajo la actuación de un andar masculino entré en el pequeño bloque donde tenía alquilada mi habitación. Subí los escalones de dos en dos y entré. Cerrando la puerta de un talonazo me dejé caer en la...bueno...llamemosla "cama" por que en realidad no era más que algo de paja metida en un trozo de tela...siquiera sabia si era eso con seguridad...pero era algo. Una habitacion para mi que pagaba a duras penas con lo que ahorraba. Con toda la calma del mundo me quité la gorra dejando caer mi lisa y larga melena. Después me quité toda la ropa y busqué en un pequeño baúl que apenas contenia más que mis cuatro más queridas pertenencias. Saqué un vestido gastado y lo dejé sobre la cama. Luego Guardé en el baúl la ropa "de chico" y lo cerré. Esto era todo lo que tenía ahora mismo, apenas cuatro cosas...pero mis cosas...mi enlace con todo mi mundo. Suspiré y me puse el vestido yo sola. No era difícil, no ahora que estaba acosumbrada, además se trataba de un vestido sencillo,para gente sin recursos. Muy distinto habría sido de haber isdo para alguien con dinero.

Guardé gran parte del poco dinero ganado y salí de aquella habitacion, mi casa. Bajé las escaleras y salí de allí. Aún tenía las manos algo dañadas por el trabajo de hoy. Arañazos, cortes, y marca de soportar el peso...pero tenía algo de dinero. Sonreí con esta idea y continué andando hasta una plazeta. Era de noche ya. No había casi nadie por la calle. Pero me apetecía dar una vuelta. Algo me instaba a tomar el aire...a calmar nervios. Sonreí cogiendo aire y continué andando leyendo todos los letreritos, no era mucho pero era lectura. Cuando llegué a la plazoleta estaba desierta, no se veía a nadie...bueno...corrigo a casi nadie...Me pareció ver una figura a lo lejos pero no le di importancia. Lo más lógico es qu eno fuese un peligro...o bueno si...en parís nunca se sabe...PEro yo era bueno...rápida al menos...podría huir?....Ivy no debiste salir de tu habitacion casa hoy...Además yo noe ra de relacionarme...asi que...si necesitaba ayuda...ya preguntaría...supongo...