Ignis Lunacy

Descripción Física

Extravagante. Si hay algo que le defina, esa sería la palabra adecuada. Sus largos y despeinados cabellos poseen el color más intimidante del fuego, un tono rojizo tan seductoramente intrigante que captura la atención de cualquier mirada al instante en que acapara el escenario con su actuación. Su belleza es cuestionable, no todos pueden hacer una crítica amable sobre la estrambótica combinación de lo pálido de su piel con su melena. En sus ojos esmeraldas, puede apreciarse el ignoto destello de inocencia que por su mente, se ha visto influenciada en determinadas ocasiones. Sí, una mirada tan profunda que pareciese un océano infinito de esperanza, pero al igual que la eternidad resulta prometedora, también es un laberinto sin salida y ahí mismo se nota el vacío al no poder reflejar nada de lo que existe en el exterior de su cabeza. Es ciega.

Su aspecto va más allá de la conformación de su estructura física. La vestimenta también forma parte de ella, de lo que es y lo que representa como tal. Viste con ajustados corsé que sólo resaltan la diminuta cintura y acentúan el círculo de sus pechos. Para hacer todo tipo de maniobras dentro del circo, es necesario descubrir sus piernas y, es por ello que, todas sus faldas terminan siendo sólo largas tiras de tela que cuelgan desde su cintura a sus rodillas. Por otra parte, está el hecho de que juega deliberadamente con su mascota, una pequeña rata a la que nombró Mantus. Se arrastra por el suelo –independientemente de dónde se encuentre- y el cúmulo de polvo cubre con una fina capa el tono de su piel. En ocasiones, suele verse sucia, como si se tratase de una muñeca rota y abandonada en la esquina de una vieja habitación. La maraña de su cabello es el detalle principal para su atuendo de vagabundo.

Arriba, cuando la función está por iniciar y se decide que haga la apertura, es Malaquias quien la viste con pomposos vestidos de múltiple color. Cada uno con la misma y tétrica belleza de la chica. No se supone que agrade a la vista, no se supone que sea una muñeca que todos desean obtener. Es la muñeca de trapo dentro de un circo de horror, así que para que esto se cumpla, el maquillaje que luce ante los demás –aunque sencillo de apariencia- debe ser aterrador. Entre decadentes prendas, maquillaje rudimentario, la luz opaca de las velas y la obscuridad de la noche, ella es la única visión confiable que se tiene de una terrorífica hada o mejor aún, de una muñeca muerta.

Descripción psicológica

Ignis, al igual que el fuego, es completamente impredecible y difícil de controlar. Una mujer que actúa bajo sus impulsos poco racionales dada la incapacidad de pensar como lo haría el resto de los humanos. Su ceguera la confunde y le hace crearse todo tipo de mundos alternativos en donde su imaginación es el límite. Desconoce los colores y las formas de los objetos que se pasean a su alrededor, pero en su mente siempre están en constante movimiento esas sombras que le dan vida a lo que siente, toca, huele y saborea. Su forma de reconocer las cosas es un tanto confusa pero efectiva. Al estar encerrada en un mundo lleno de obscuridad, silencio y prejuicios tontos, desarrolló la capacidad de la comprensión y la paciencia. Es una mujer que puede quedarse quieta en un rincón durante incontables horas sin inmutarse un poco; no significa que no tenga carácter pues es caprichosa y enfadosa en determinadas ocasiones, también suele tener comportamientos testarudos e impertinentes en donde a pesar de que conoce las consecuencias es impulsada a jugar con fuego. Un poco masoquista, pues cree que el dolor es la única forma que le han enviado los dioses para darse cuenta que no la han abandonado por completo.

Sus creencias son pueriles, carecen de sentido pero nadie se atreve a refutarlas, quizá sea por compasión, lástima o porque en verdad le temen a sus amenazas. No es una linda muñeca y su inocencia no es apropiada. Tiene una idea perturbadora a la cual le ha depositado toda su fe, con esa teoría sobre el cúmulo de almas en su interior, cree que podrá ver algún día. Dentro de este lugar, ha conocido a toda clase de personajes y, gracias a su habilidad para saber cosas sin necesidad de verlas, es imposible que alguien le mienta; se necesitaría no tener alma o ser tan frío y ausente como la luz del sol dentro de sus ojos para poder engañarla. Desconoce el miedo ¿Cómo temerle a algo que ni siquiera sabes que es? Le gusta experimentar, purgar las cosas y cuestionarse absolutamente todo. Cuando encuentra a alguien desconocido para ella, la primera reacción es retraerse, hace preguntas confusas y, al cabo de un par de respuestas, puede saber si esa persona es buena o mala –aunque esto sea una completa basura interpretativa- .

Al estar rodeada de gente como los fenómenos del circo, las influencias se ven en el desprecio que les tiene a algunos detalles. Es desconfiada de absolutamente todo y todos. Si bien antes se habló sobre su comportamiento infantil, faltó mencionar su histeria cuando algo logra sacarla de su paz, de su ensimismamiento. Decir que es bipolar resultaría una mentira, pues ella es un manojo de nervios a punto de estallar. Ve fantasmas en donde no los hay y siempre tiene que haber una conspiración detrás del mal que acecha a la gente que conoce. Confiar en que este tipo de influencias han marcado su personalidad es quedarse corto. Tiene una mente retorcida que muestra formas de filosofía bastante interesantes. No es sorpresa encontrar un humor negro y demencial, en sus palabras o en la forma en la que camina, se mueve o juega con sus muñecas. Le ha sacado los ojos a todos sus juguetes porque así ninguna de ellos verá lo que ella tampoco puede ver. Le gusta comerse a las mariposas; ellas son mensajeras del viento y algún día le develarán un secreto. Es un poco celosa, posesiva y deshonesta.

Es una mente brillante atrapada en la ignorancia de un niño. Con una lógica oblicua y su inocencia poco ortodoxa, no es una sorpresa encontrarla saltando la fina línea entre el bien y el mal; sabe que las personas juzgarán su vida sin importar el fin que le llevó a hacer determinado acto. El pensamiento de los humanos se mueve a sus conveniencias e Ignis siempre lo conduce a su ritmo, algunas veces es lento, otras no tanto, pero al final del día resulta ganadora. Con su terrible paciencia y juegos mentales, ha logrado poner a las personas en juicios morales y éticos que jamás hubiesen imaginado por si solos; llegados a este punto nos damos cuenta que, aunque parezca que las cosas las realiza de una forma inconsciente, todos los caminos siempre conducen a un sólo objetivo, ella tiene la razón.

Antecedentes Históricos

El circo ha llegado a Paris. No es un circo cualquiera, se trata de nada más y nada menos que el circo de los horrores. En él encontrarás todos tus miedos, explorarás el terror y sentirás en carne viva la pena de las torturas en los hombres. Todos los cuentos que alguna vez escuchaste de niño, aquí cobran vida para convertirse en tus más aterradoras pesadillas. ¡Ven! ¡Ven y diviértete! Descubre que aunque seas valiente, el miedo no ha dejado de estar dentro de ti… ¿Alguna vez escuchaste que no deberías jugar a las muñecas por la noche? Miles de horrores te esperan bajo su carpa, fantasías y trucos de magia. Pero quizá el mayor misterio que guarda esa fachada, sea sólo esa niña con la cara de muñeca pintada.

Su historia no la cuentan los diarios, tampoco el presentador. Se dice que está poseída o que por ser una poderosa bruja antigua, la encerraron en el cuerpo decrépito de una ciega. Algunos aseguran que ella misma se sacó los ojos para no ver a los fantasmas de sus hijos que, en un arranque de cólera, se los comió vivos. También se corre el rumor de ser la hija del demonio, pues ese color de cabello y la adoración por las ratas no es normal en una mujer de su edad. La imaginación de la gente vuela muy alto cuando se trata de escrudiñar la verdadera historia sobre su procedencia. “Ignis Lunacy” la aclaman desde las gradillas, esperando el asombroso espectáculo. Y ahí, desde las alturas, aparece ella acompañada por sus inseparables amigos Manía (Muñeca de trapo) y Mantus (Roedor). Se balancea de un lado a otro en el columpio, pone su vida en riesgo al caminar por la cuerda floja e incluso es amenazada por la furia de aquel león mismo que desaparece el mago al segundo en que se abalanza sobre ella. Se apagan las luces y, al volverlas a encender, no queda nadie más que el mago y es él a quien Ignis le debe la vida. Adoptada por Malaquias, la jovencita de cabellos rojizos se une al circo al cumplir los cinco años. No recuerda quién es, ni de dónde proviene pero él si lo sabe y existe una muy poderosa razón para que sea Malaquias, el líder de la caravana, quien la eduque especialmente.

La caravana había viajado de ciudad en ciudad, huyendo de los crímenes que los acechan y dejando atrás todo el dolor en el que alguna vez se vieron inmersos por la tiranía de los que se creen al servicio de dios. Oculto entre gigantescos árboles, se escondía un asentamiento de brujas al sur de Rumania. Poderosas hechiceras que manipulaban la energía de la naturaleza para su propio beneficio. La mayoría de sus habitantes eran mujeres; hermosas damas que cantaban y bailaban desnudas bajo la luz dela pálida luna. Sus cuerpos se movían en perfectos vaivenes, cánticos ceremoniales y una fogata justo en medio de aquel ritual semi-profano. Los hombres las admiraban y eran ellos quienes tocaban los instrumentos para generar la mística música que ellas adoraban con fervor. No asesinaban animales y tampoco sacrificaban vírgenes pues la vida para ellos era sagrada. La luna, su diosa, se vestía de gala cada fin de mes para darles la bendición que necesitaban. Se encomendaban a ella cuando deseaban procrear y al igual que un espíritu guía, también les confiaba la sabiduría a sus hijos.

La guerra había consumido por completo el lugar y no quedaron restos de ningún sobreviviente o al menos eso creían. En medio de cenizas y abrazada a un cadáver calcinado por el fuego, se encontraba una niña llamando a su madre. Tocaba su cuerpo con desesperación y miedo, trataba de encontrar el valle entre sus pechos para posar su oído cerca del corazón y escucharlo latir; todo callaba y ni siquiera los cuervos se atrevían a azuzar en ayuda a la pobre niña desamparada «Mamí, no te veo» sollozó en medio de penumbras esperando que alguien le respondiera pero el estruendoso silencio no cesó y ella rompió en llanto. Con sus brazos rodeando el cuerpo de su madre, se quedó dormida. Sentía frío, tenía miedo y estaba más sola que nunca. Jamás le preocupó el estar ciega, nunca se sintió tan desprotegida como hasta en ese momento. Cuando el calor del sol tocó su piel, despertó con la creencia que todo había sido sólo una pesadilla. Volvió a llamar a su madre pero nadie contestó. Sus ojos se humedecieron lentamente y sus mejillas fueron bañadas en lágrimas al comprender la situación en la que se encontraba. Soltó el cuerpo de aquella mujer a la que amaba más que a nada, incluso más que el deseo por ver la luz del día. Corrió, corrió sintiendo la presión en su pecho, ahogándose en una infinita obscuridad aterradora. Los latidos de su corazón se aceleraron, le hacía falta oxígeno pero no paro de seguir el impulso que le llamaba. Quería escapar de ese sueño, deseaba despertar. Era una sensación indescriptible y sólo podía pensar en que todo acabaría cuando se cayese al suelo o escuchara una vez más la voz de su madre susurrándole al oído, pero las voces que en su cabeza se paseaban, eran aquellos desgarradores gritos y desesperadas súplicas. En medio del todo caos, la escuchó.

La voz de su madre la dirigía hasta el camino en donde se encontraría con el hombre que la protegería. A mitad del sendero, se encontró a un viejo ilusionista que, al ver por primera vez a la pequeña no pudo evitar enamorarse de ella. Al principio, la chiquilla se negaba a hablar y jamás develó su nombre. Traumatizada por los sonidos, se sumergió en una timidez avasalladora. Nadie podía acercarse a ella pues le tenía tanto miedo que pataleaba, mordía y golpeaba a cualquiera que se le aproximara. Para poder nombrarla de una forma, el Ilusionista la llamó Ignis Lunacy que en latín significa Locura de fuego. Todos ahí creían que estaba desquiciada, pero él era el único que entendía la situación por completo y, aunque los demás le aconsejaban abandonarla en un asilo o un sanatorio mental, él jamás aceptó las propuestas.

El tiempo transcurrió rápido, al cabo de un año tres meses, Malaquias ya no era un extraño para Ignis. Reconocía su voz y apreciaba su compañía gracias a esa aura apacible que lo rodeaba. Cerca de él, ella volvía a sentirse como en los brazos de su madre. Pero bajo el ambiente del circo, las cosas se dificultaban un poco. Ella no entendía porque la gente se burlaba de las personas a las cuales ella les tenía tanto miedo. Las intenciones de esas personas eran desconocidas para ella, pero la burla le picaba fuertemente y se enfurecía al sentirse ignorante. Hasta que un día fue Ignis quien causó temor en un niño. El pequeño la miró fijamente a los ojos y ella no respondió a ninguno de sus movimientos, el infante se asustó creyéndole muerta hasta que sus gritos aprevinieron a Ignis y ésta se movió frenéticamente –¡Mamá, no vuelvas a traerme a este lugar. Me da miedo. Ella me da miedo!- Gritó entre sollozos. Esto le dio una idea a Ignis. Estaba cansada de que la gente se burlara de esas personas y, si ella había podido causar temor a un niño, aquellas criaturas de rara naturaleza, podían ofrecer un espectáculo terrorífico a su público. –Malaquias… ¿A qué le tienen miedo los humanos?- Esa fue la pregunta que utilizó para dar inicio a una nueva forma de ver el circo. Fascinados por la idea, no sólo el Ilusionista se puso de su parte, todos dentro del circo apoyaron la aterradora visión de Ignis. Había demasiado material que explotar dentro de las filas de ese circo pues mínimo eran acompañados por un hombre de cada raza.

Se trataban de refugiados, hombres, mujeres y niños que, al igual que Ignis, habían tenido un hogar antes de ser destruidos por la avaricia del hombre y el temor de los mismos. Algunos de sus integrantes se encontraban dentro del circo desde que Malaquias tenía uso de razón. Su padre se dedicaba a lo mismo y fue él quien le enseñó que no se encontraban solos. Su mejor amigo era un cambiaformas asediado por la inquisición y, para que no se lo llevasen preso o lo mutilaran como las antiguas historias lo contaban, decidieron huir juntos con ambas familias y hacerse pasar por paganos. A estos no les daban caza como a los sobrenaturales. En el camino se encontraron con el desfortunio de más criaturas y poco a poco la caravana del circo cobró vida.


La gente curiosa que visita el circo, sólo observa la entrada de un mundo lleno de terror. Hay hombres bestias que se transforman en gigantescos animales listos para devorar a cualquiera que se muestre a su paso, pero que rápidamente son domados por la encantadora voz de una soprano de belleza indiscutible. Con el poder, la fuerza y la habilidad para hacerlos caer en una ilusión fatalista, se encuentra Malaquias al final de las filas. La sonrisa del maquillaje engaña al espectador que desconoce la tragedia en la que vive inmerso el bufón del circo, aquel que le roba las carcajadas con sus tonterías y el mismo que disfraza su dolor con juegos e ironía simplona. Las bailarinas aparecen con cuerpos mutilados y pintura escarlata manchando sus vestidos. Al final del espectáculo, el violín, un titiritero y una muñeca macabra, cierran el telón entre pérfidas carcajadas…

Otros Datos

Suele hablar sola;eso es lo que la gente ve pero en realidad ella está comunicándose con su madre quien habita el cuerpo de Manía su muñeca de trapo. Su afinidad por los animales le ha llegado a convertir en un zoófago; se traga la carne y/o la sangre de los animales con la esperanza de que, al obtener su alma, pueda romper con la maldición que ciega sus ojos. Es piromaníaca; aunque no puede ver el fuego, dice sentirlo. No es como el agua, el viento ni la tierra, para ella el fuego es diferente, tiene vida propia y le habla, es como un demonio que le acecha, su demonio personal, aunque todo sea una vil mentira para anteponerse a la verdad. Sabe tocar el piano y el violín, pero prefiere pasar sus ratos libres acompañada por Metus, el único animal al que no lastimaría jamás. La razón por a cual las personas que van al circo, aseguran que es la hija del diablo, es por las retorcidas formas que cobra su cuerpo al conttorsionarse sólo por diversión...

Creado por Frozen •