AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
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Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
- Importante!:
- El único requisito es la buena ortografía y la coherencia con lo que vaya sucediendo. Nada más. Bienvenido quien desee participar.
Sus lágrimas impregnaron mis ropas en la zona del pecho, justo en donde ella refugiaba su rostro. Yo, la llevaba en mis brazos mientras la mujer me suplicaba piedad entre susurros. Yo, caminaba hacia el pantano para darle la final despedida a ella, que solo quería regresar a casa.
Justine, una prostituta de unos 24 años, se había entregado a mí por unas cuantas monedas. Era hermosa y sin duda su belleza le otorgaba la facilidad de hacer más dinero por noche. Esta vez no era la primera en que había sido mía, de hecho la venía frecuentando desde hace cierto tiempo y le solía dejar dinero extra por sus servicios.
-¿Porqué trabajas en esto cuando puedes dedicarte a otra cosa?- Se lo pregunté varias veces en todo el tiempo en que la frecuenté. –No ganaré lo mismo, mi Señor.- decía -Mantengo una familia grande: Una madre viuda y cuatro hermanos menores.- esa siempre fue su respuesta. El asunto no sólo era ese, sino que además rechazaba mi ayuda. La mujer había despertado la poca compasión que yo tenía bastante guardada. Le ofrecí trabajar a mi servicio y no precisamente como mi puta personal. Le ofrecí un espacio en la cocina para su madre si es que aún podía hacerlo y también se negó. Las tareas hubieran sido fáciles, puesto que los señores de casa –mi hermano y yo- no comíamos; ella cocinaría para ella y los pocos criados que había en la mansión. Eran pocos porque sólo teníamos a una mujer -Lanna- de tiempo completo; los otros, se iban poco antes de caer la noche porque así lo habíamos decidido por prudencia. Le ofrecí también algo para el hermano que le seguía, que según había dicho, tenía 17 años; de nuevo se negó, siempre lo hacía y yo desconocía el motivo.
Hace un par de noches decidí violar mi propio código de respetar sus pensamientos y tras preguntarle de nuevo lo de siempre indagué en busca de porqués. Por supuesto, mis sospechas no estaban erradas, la mujer mentía porque mientras le preguntaba por los suyos, sólo aparecía la imagen de un hombre con el que parecía vivir. Esta mujer cometió el error al subestimarme. Si bien le mantuve oculto lo que soy, era más que obvio que algo raro había en mí y seguramente en un par más de sus clientes. Sin embargo le di tiempo y volví esta noche a preguntar lo mismo. De nuevo, mintió.
Aún desnudos, mis colmillos se abrieron paso a través de su piel y encontraron un delicioso néctar capaz de extasiar a cualquier vampiro. Sin preguntar, no dejé lugar en su hermoso cuerpo sin explorar. La debilité mientras me encargaba también de complacerla por última vez. Ella no sufría porque yo tenía cuidado y hacía que al final de todo, terminara confundiendo su debilidad con el resultado de una noche de desenfrenado sexo.
Cuando esa misma debilidad la dejó dormida, envolví su cuerpo en la maltrecha manta que antes habíamos lanzado al suelo con delicia y la observé mientras yo me vestía con descarada calma. Fue fácil sacarla del lugar, pues su ventana daba a un callejón poco transitado a esa hora y al salir de un salto nadie notaría nada.
Llegando al pantano, ella despertó y apenas pudo balbucear mi nombre. –Shh, calla, belleza. Utiliza lo que te queda de energía para arrepentirte o lo que te venga en gana.- Fue entonces cuando empezó a sollozar y a preguntar por qué lo hacía. Por supuesto, respondí sin ocultar nada y la puse de pie frente a mí. La manta cayó y observé su cuerpo desnudo por última vez; hermoso, pero demasiado corrupto.
-Morirás aquí, querida. La belleza de tu cuerpo es poca comparada con la corrupción de tu alma. Pero, descuida, no sentirás cuando los caimanes se lleven tu tan desgastado cuerpo.- Le hable con calma a pesar de su terror porque yo no podía hablar de otra manera, incluso en las más tensas situaciones solía hablar sin elevar el tono de voz y esta no era la excepción. Me acerqué a ella y terminé de beber lo que quedaba de su sangre, la abracé lamentando y deleitándome en su mentira para darle algo de valor. Bebí de su vida hasta la última gota y luego con cuidado la puse en el agua, aguardando a que su cuerpo se hundiera por completo. Esa fue mi despedida.
Me quedé allí parado, observando sencillamente. No obstante, tenía compañía, lo pensamientos de alguien cerca llamaron mi atención porque hasta hace muy poco, yo estaba solo.
Última edición por Jarko Nygard el Dom Ene 05, 2014 5:36 pm, editado 1 vez
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Miraba su lecho dubitativa, su cuerpo le pedía el ya ansiado sueño después de un día laboral mas largo de lo común, pero su cabeza le negaba tal privilegio. Las últimas noches la imagen de ese lobo desgarrando su piel la atormentaba despertando entre sudores, lagrimas y ruegos sin sentido. Ella ya no sabía si aquel ensueño era parte de una premonición o una pesadilla que cualquier mortal normal tiene. Suspiro y se dio la vuelta bajando al primer piso.
Ser fuerte no era su estilo, al menos no de la Melinda que tenía que ser. Tal vez si dejase salir a la otra Melinda ahora estaría durmiendo en su cama, pero no podía, las consecuencias de dejar en libertad a esa parte de ella serían demasiado complicadas para su vida actual."Se normal, solo se normal". Su mente le suplicaba que dejase atrás su origen, sus raíces y tenía que hacerlo. Contemplo su reflejo en la ventana, su pelo indomable colgaba bajo sus hombros y sus ojos verdes centelleaban en la oscuridad del habitáculo. Dejo en segundo plano su perfil y centro su mirada en la calle. Estaba vacía, la oscuridad no dejaba ver nada mas allá de dos metros."Sal", se mordió el labio ante tal tentación.
"Nadie te vera, se libre, al menos esta noche", la otra Melinda estaba haciendo bien su trabajo, llevarla por el mal camino, sabía que no debía pero... esa voz se hacia más fuerte."Una noche, déjame salir solo una noche,regalame un poco de libertad". No cuestiono mas sus pensamientos y salió de la casa con avidez.
La brisa nocturna era reconfortante pero quería alejarse de la ciudad, ya la tenía muy vista. Tomó dirección al pantano, nunca lo había visitado y debí ser hermoso ver el reflejo de la luna en el agua. Se descalzó para sentir el rocío de la hierba en su piel. Aquello era libertad, cerro los ojos y respiro hondo regresando a su infancia, a su aldea, a su casa, a su clan. Sonrió al recordar pero algo la devolvió a su cuerpo actual, un ruido. Se sobresalto y hubiera salido corriendo a su casa pero era la otra Melinda la que la controlaba y decidió ir en pos del ruido.
El ruido se transformo en palabras, y estas en una conversación. Dos figuras se percibían en la oscuridad, se acercó un poco mas y se ocultó tras un árbol. La mujer estaba desnuda y débil, miraba con temor al hombre. Él estaba vestido y su aura era extraña, no había visto una como la suya antes. ¿Y si era un asesino? Aquello era un buen motivo para salir de allí pero no lo hizo, la curiosidad venció. El hombre se inclino sobre la mujer y la mordió, ella miro extrañada, ¿qué estaba haciendo?
La mujer se desplomo al poco y el la tendió sobre el agua dejando que esta la envolviese y se la llevase consigo. Se tapó la boca ahogando un grito de el y se giro apoyando su espalda en el árbol."Sal de ahí Melinda, huye". Era lo más racional pero..."Melinda vence tus miedos, eres fuerte, mira de nuevo y comprueba que es real lo que has visto". Dudo unos segundos, quizás demasiados.
Ser fuerte no era su estilo, al menos no de la Melinda que tenía que ser. Tal vez si dejase salir a la otra Melinda ahora estaría durmiendo en su cama, pero no podía, las consecuencias de dejar en libertad a esa parte de ella serían demasiado complicadas para su vida actual."Se normal, solo se normal". Su mente le suplicaba que dejase atrás su origen, sus raíces y tenía que hacerlo. Contemplo su reflejo en la ventana, su pelo indomable colgaba bajo sus hombros y sus ojos verdes centelleaban en la oscuridad del habitáculo. Dejo en segundo plano su perfil y centro su mirada en la calle. Estaba vacía, la oscuridad no dejaba ver nada mas allá de dos metros."Sal", se mordió el labio ante tal tentación.
"Nadie te vera, se libre, al menos esta noche", la otra Melinda estaba haciendo bien su trabajo, llevarla por el mal camino, sabía que no debía pero... esa voz se hacia más fuerte."Una noche, déjame salir solo una noche,regalame un poco de libertad". No cuestiono mas sus pensamientos y salió de la casa con avidez.
La brisa nocturna era reconfortante pero quería alejarse de la ciudad, ya la tenía muy vista. Tomó dirección al pantano, nunca lo había visitado y debí ser hermoso ver el reflejo de la luna en el agua. Se descalzó para sentir el rocío de la hierba en su piel. Aquello era libertad, cerro los ojos y respiro hondo regresando a su infancia, a su aldea, a su casa, a su clan. Sonrió al recordar pero algo la devolvió a su cuerpo actual, un ruido. Se sobresalto y hubiera salido corriendo a su casa pero era la otra Melinda la que la controlaba y decidió ir en pos del ruido.
El ruido se transformo en palabras, y estas en una conversación. Dos figuras se percibían en la oscuridad, se acercó un poco mas y se ocultó tras un árbol. La mujer estaba desnuda y débil, miraba con temor al hombre. Él estaba vestido y su aura era extraña, no había visto una como la suya antes. ¿Y si era un asesino? Aquello era un buen motivo para salir de allí pero no lo hizo, la curiosidad venció. El hombre se inclino sobre la mujer y la mordió, ella miro extrañada, ¿qué estaba haciendo?
La mujer se desplomo al poco y el la tendió sobre el agua dejando que esta la envolviese y se la llevase consigo. Se tapó la boca ahogando un grito de el y se giro apoyando su espalda en el árbol."Sal de ahí Melinda, huye". Era lo más racional pero..."Melinda vence tus miedos, eres fuerte, mira de nuevo y comprueba que es real lo que has visto". Dudo unos segundos, quizás demasiados.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
La sangre escurre a través de sus dientes y fauces. Es como ver a un niño tragar la leche desde el pecho de su madre, pero ella no es una niña y el cadáver del cuál se está alimentando tampoco es su madre. La carne le sabe un poco diferente, no es el hecho de que esté cruda o que la sangre esté marinando su sabor, sólo se trata del hecho que jamás había probado las aves, no como esa que tragaba desmedidamente y sin compasión; el cuervo, tan aberrante para algunos y tan enigmático para otros, para Ignis y su rata, esa bestia emplumada poseía más de dos ánimas en su interior, era como ella pues ambos roían la carne del hueso en un cadáver sólo por tener hambre, él ya no lo haría más. Escupe las plumas que se quedan atoradas en sus comisuras, esas no pueden ser tragadas, por más que lo intentó, están demasiado duras y su sabor es completamente desagradable, por otra parte la rata se encuentra mordisqueando lo que Ignis desecha y la muñeca, ella sólo se dedica a espiar entre los arbustos por si alguien decide unírseles al festín.
Acabada su cena, Ignis siente el imperioso deseo de beber un poco de agua, pero el lago queda al otro lado de la estrecha vereda por la cual llegó hasta ese sitio. Además no cualquiera se atrevería a cruzar hasta ese lugar sólo porque la sed se ha apoderado de su garganta. Queda bastante claro que ella no es cualquiera y que los terrores nocturnos para la mayoría de las personas, no son nada para la pelirroja. El único vértigo que puede sentir, el único miedo que puede hacerla vibrar de pánico, es que silencio la absorba junto con la oscuridad que ya posee. La rata chilla mostrándole en forma de eco, el camino que ha de seguir. Ignis se arrastra y va hasta donde Metus siguiendo sus diminutos pasos. Mania está colgada a su cintura, lleva bastante tiempo que no pronuncia ninguna palabra, tal vez le molestó el hecho de que su dueña la ahogara en el fango tras perseguir a un felino que jamás alcanzaron. No, estar ciega y tener de aliados a una rata y a un fantasma atrapado en el cuerpo de una muñeca de trapo, no hacen de Ignis la mejor cazadora del bosque. –Abajo- Indica la voz en la cabeza de la mujer. El tono es de alerta, algo está sucediendo. Ignis pega el cuerpo al suelo y se mueve como si se tratase de una serpiente, sigilosa e indiferente al resto del mundo excepto a su objetivo. Metus corre. -¿Hueles eso Ignis?- Mania pregunta retórica, pues a estas alturas la humana ya sabía qué era lo que ocurría. -¿Heridos?- Responde ella a la cuestión de la muñeca, la cual sólo atina en negar. A Ignis se le erizan los bellos de su piel. El viento frío acaricia y despeina los cabellos de su nuca.
A los pocos segundos escucha como las olas del agua chocan contra la orilla de la tierra. Algo es sumergido, pesado, muerto. Ignis sacude la cabeza cuestionándose qué es lo que podrían haber lanzado a sus aguas. La cosa se hunde, pero sale a flote nuevamente. Desconoce ese tipo de sonido y después algo gorgorea en las cercanías. La gigantesca rata manchada regresa hasta los brazos de su dueña y se hunde en el pecho, está escondiéndose de un algo allá afuera. Ignis frunce el ceño, ensimismada, tratando de adivinar el peso exacto de la cosa que está en las aguas, es fácilmente distraída por un par de pasos que se aproximaron a ella. Se hunde más en la tierra, baja la cabeza, encoge su cuerpo y se congela. Para su fortuna, no, no la de Ignis, más bien fortuna del otro individuo, este no llegó hasta donde ella. El viento sopla fuertemente. La fragancia dulce llega hasta sus fosas nazales. –Mujer- Susurra. –¿Qué es esa cosa?- Cuestiona, pero incluso el fantasma en la muñeca no alcanza a percibir de lo que se trata. -¿Aún tienes hambre, Ignis?- La mujer niega con la cabeza –Hay caimanes allá abajo, ellos también devoran almas- Se queda pensando durante varios segundos. Sí, tiene hambre. Pero la cosa tal vez ya esté comiendo caimanes y entonces ella también sea devorada por aquello. -¡No! Si me tardo más, Malaquinas notará mi ausencia y nos encerrará en la jaula- Gruñe. De repente, todo a su alrededor se vuelve silencio, la habían escuchado…. ¿Pero quién, la mujer con perfume dulce o la cosa que hundió a la otra cosa en el agua…?
Acabada su cena, Ignis siente el imperioso deseo de beber un poco de agua, pero el lago queda al otro lado de la estrecha vereda por la cual llegó hasta ese sitio. Además no cualquiera se atrevería a cruzar hasta ese lugar sólo porque la sed se ha apoderado de su garganta. Queda bastante claro que ella no es cualquiera y que los terrores nocturnos para la mayoría de las personas, no son nada para la pelirroja. El único vértigo que puede sentir, el único miedo que puede hacerla vibrar de pánico, es que silencio la absorba junto con la oscuridad que ya posee. La rata chilla mostrándole en forma de eco, el camino que ha de seguir. Ignis se arrastra y va hasta donde Metus siguiendo sus diminutos pasos. Mania está colgada a su cintura, lleva bastante tiempo que no pronuncia ninguna palabra, tal vez le molestó el hecho de que su dueña la ahogara en el fango tras perseguir a un felino que jamás alcanzaron. No, estar ciega y tener de aliados a una rata y a un fantasma atrapado en el cuerpo de una muñeca de trapo, no hacen de Ignis la mejor cazadora del bosque. –Abajo- Indica la voz en la cabeza de la mujer. El tono es de alerta, algo está sucediendo. Ignis pega el cuerpo al suelo y se mueve como si se tratase de una serpiente, sigilosa e indiferente al resto del mundo excepto a su objetivo. Metus corre. -¿Hueles eso Ignis?- Mania pregunta retórica, pues a estas alturas la humana ya sabía qué era lo que ocurría. -¿Heridos?- Responde ella a la cuestión de la muñeca, la cual sólo atina en negar. A Ignis se le erizan los bellos de su piel. El viento frío acaricia y despeina los cabellos de su nuca.
A los pocos segundos escucha como las olas del agua chocan contra la orilla de la tierra. Algo es sumergido, pesado, muerto. Ignis sacude la cabeza cuestionándose qué es lo que podrían haber lanzado a sus aguas. La cosa se hunde, pero sale a flote nuevamente. Desconoce ese tipo de sonido y después algo gorgorea en las cercanías. La gigantesca rata manchada regresa hasta los brazos de su dueña y se hunde en el pecho, está escondiéndose de un algo allá afuera. Ignis frunce el ceño, ensimismada, tratando de adivinar el peso exacto de la cosa que está en las aguas, es fácilmente distraída por un par de pasos que se aproximaron a ella. Se hunde más en la tierra, baja la cabeza, encoge su cuerpo y se congela. Para su fortuna, no, no la de Ignis, más bien fortuna del otro individuo, este no llegó hasta donde ella. El viento sopla fuertemente. La fragancia dulce llega hasta sus fosas nazales. –Mujer- Susurra. –¿Qué es esa cosa?- Cuestiona, pero incluso el fantasma en la muñeca no alcanza a percibir de lo que se trata. -¿Aún tienes hambre, Ignis?- La mujer niega con la cabeza –Hay caimanes allá abajo, ellos también devoran almas- Se queda pensando durante varios segundos. Sí, tiene hambre. Pero la cosa tal vez ya esté comiendo caimanes y entonces ella también sea devorada por aquello. -¡No! Si me tardo más, Malaquinas notará mi ausencia y nos encerrará en la jaula- Gruñe. De repente, todo a su alrededor se vuelve silencio, la habían escuchado…. ¿Pero quién, la mujer con perfume dulce o la cosa que hundió a la otra cosa en el agua…?
FDR: Perdón que irrumpa, pero me gustó el rol y quise participar.
Si existe algún inconveniente, favor de hacermelo saber y elimino el post.
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Ignis Lunacy- Humano Clase Baja
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Justine se sumergía y por un momento medité sobre ese bello cuerpo que se seguía desgastando conforme pasaban los minutos como si aquello fuera su destino, como si este suceso hubiese sido inevitable. Pensé en lo vacío de su vida, de la mía, de la de la mayoría.. cada quien desgastaba su cuerpo y su alma como se les antojaba y sin saber el destino de ninguna. No obstante reí para mis adentros por tener ese pensamiento tan absurdo. No valía de nada pensar en el destino de su alma porque yo no podía herirla, el fuego no podría consumirla, ni el viento secarla, ni las aguas empaparla; no, no valía la pena perder mi tiempo.
-El final del camino de la miseria no es otro que este...- dije audiblemente para aquél que tenía como interlocutor y que muy seguramente se mantenía oculto porque no quería estar allí. Mantuve la mirada baja y la postura tranquila e incluso metí las manos en los bolsillos del pantalón de dril que llevaba puesto como si no temiera nada. Antes de girar, dejé que mi sentidos del olfato y del oído identificaran a mi acompañante casual antes que mi vista; la curiosidad se hizo mi motor y por ello mismo dejé que el descubrir quién andaba ahí fuera lento, en una especie de ascenso que podría incrementar la ansiedad o el temor en alguna de las partes. Una leve e inevitable sonrisa se dibujó en mis labios mientras mantenía los ojos cerrados y sentía el olor a humanidad, la sangre parecía correr aceleradamente al compás de un corazón que latía a mil por hora ¿Acaso tenía miedo? esa sensación siempre era su peor enemiga, no había peor delator para un vampiro que un corazón acelerado que calentaba la sangre y la distribuía a través de su cuerpo como dando la alarma; ese grito mudo era la peor maldición de un humano. Estuve a punto de girarme e ir en busca de quien se escondía y mantenía en silencio pero depronto fue consciente que ese primer corazón no era el único. Retumbaba más fuerte, sí, parecía acallar al otro que parecía más tranquilo pero no fue capaz de ocultarlo por completo. Giré apenas el rostro hacia el otro costado y sin abrir los ojos aspiré la fragancia del lugar. Olía a humedad, a muerte, a abandono y ahora a sangre humana en doble proporción
Me giré lentamente, sin hacer ruido y avancé unos pasos sin dirigirme hacia alguno de los humanos en específico. Caminé con calma, en línea recta y sin sacar las manos que guardaba en el pantalón. Llevaba la cabeza gacha, intentando saber que más eran aquellos humanos ¿Hombre, mujer, brujo, cazador...?. Inhalé de nuevo buscando saber su sexo para empezar a despejar ideas, pero tal vez lo fuerte del aroma del pantano no me permitía tenerlo del todo claro. Un sonido como de burbuja sonó tras de mí y apenas me giré para ver que el cuerpo de Justine emergía, sin embargo no le dediqué demasiado tiempo a eso porque sabría que mi trabajo había terminado y ahora era el turno de los caimanes y otros animales de ese tipo para deshacerse de la evidencia. Volví a mirar al frente y avancé un poco más. -Anda, sal de donde estás. Es lo más conveniente ¿Sabes?- continue mi extraño discurso en tono calmo pero claro y fuerte. -No me gusta sentirme espiado y menos cuando luego se esconden. Si intentas ocultarte, te encontraré y tal vez le hagas compañía a lo que has visto, en menos de lo que imaginas. La pregunta es... ¿Quieres eso? Deja que tus acciones me respondan.- finalicé y me detuve levantando apenas el rostro y sin mirar a un lugar en específico. ¿Quién de los dos saldría primero? No mentía cuando decía que podía encontrar a quien quisiera; finalmente, un rastreador hace eso y tengo sobrevalorado el don que más me permite divertirme al caer en ese juego de gato y ratón. No tengo claro que pasaría si sólo sale un humano o si los dos se ocultan, pero seguramente algo de diversión me darán y por mi bien, más vale que la evidencia y los testigos se silencien tanto como sea posible.
Sentí deseos de leer la mente de quienes estaban cerca, pero soy de los que prefieren adivinar y se la juegan a todo riesgo tan sólo por pensar un poco. Definitivamente ser vampiro deja todo fácil, pero llega un punto donde el exceso es molestia y genera una monotonía de tal grado que se termina perdiendo el interés por todo. Quise reírme, pero me mantuve sereno esperando la aparición de quienes se ocultaban. Me mantuve firme porque además de lo que me implica la situación, no se me olvida lo fácil que es que yo pierda los cabales y reaccione de una forma totalmente radical. -Vamos, que no tengo toda la noche- insté de nuevo.
-El final del camino de la miseria no es otro que este...- dije audiblemente para aquél que tenía como interlocutor y que muy seguramente se mantenía oculto porque no quería estar allí. Mantuve la mirada baja y la postura tranquila e incluso metí las manos en los bolsillos del pantalón de dril que llevaba puesto como si no temiera nada. Antes de girar, dejé que mi sentidos del olfato y del oído identificaran a mi acompañante casual antes que mi vista; la curiosidad se hizo mi motor y por ello mismo dejé que el descubrir quién andaba ahí fuera lento, en una especie de ascenso que podría incrementar la ansiedad o el temor en alguna de las partes. Una leve e inevitable sonrisa se dibujó en mis labios mientras mantenía los ojos cerrados y sentía el olor a humanidad, la sangre parecía correr aceleradamente al compás de un corazón que latía a mil por hora ¿Acaso tenía miedo? esa sensación siempre era su peor enemiga, no había peor delator para un vampiro que un corazón acelerado que calentaba la sangre y la distribuía a través de su cuerpo como dando la alarma; ese grito mudo era la peor maldición de un humano. Estuve a punto de girarme e ir en busca de quien se escondía y mantenía en silencio pero depronto fue consciente que ese primer corazón no era el único. Retumbaba más fuerte, sí, parecía acallar al otro que parecía más tranquilo pero no fue capaz de ocultarlo por completo. Giré apenas el rostro hacia el otro costado y sin abrir los ojos aspiré la fragancia del lugar. Olía a humedad, a muerte, a abandono y ahora a sangre humana en doble proporción
Me giré lentamente, sin hacer ruido y avancé unos pasos sin dirigirme hacia alguno de los humanos en específico. Caminé con calma, en línea recta y sin sacar las manos que guardaba en el pantalón. Llevaba la cabeza gacha, intentando saber que más eran aquellos humanos ¿Hombre, mujer, brujo, cazador...?. Inhalé de nuevo buscando saber su sexo para empezar a despejar ideas, pero tal vez lo fuerte del aroma del pantano no me permitía tenerlo del todo claro. Un sonido como de burbuja sonó tras de mí y apenas me giré para ver que el cuerpo de Justine emergía, sin embargo no le dediqué demasiado tiempo a eso porque sabría que mi trabajo había terminado y ahora era el turno de los caimanes y otros animales de ese tipo para deshacerse de la evidencia. Volví a mirar al frente y avancé un poco más. -Anda, sal de donde estás. Es lo más conveniente ¿Sabes?- continue mi extraño discurso en tono calmo pero claro y fuerte. -No me gusta sentirme espiado y menos cuando luego se esconden. Si intentas ocultarte, te encontraré y tal vez le hagas compañía a lo que has visto, en menos de lo que imaginas. La pregunta es... ¿Quieres eso? Deja que tus acciones me respondan.- finalicé y me detuve levantando apenas el rostro y sin mirar a un lugar en específico. ¿Quién de los dos saldría primero? No mentía cuando decía que podía encontrar a quien quisiera; finalmente, un rastreador hace eso y tengo sobrevalorado el don que más me permite divertirme al caer en ese juego de gato y ratón. No tengo claro que pasaría si sólo sale un humano o si los dos se ocultan, pero seguramente algo de diversión me darán y por mi bien, más vale que la evidencia y los testigos se silencien tanto como sea posible.
Sentí deseos de leer la mente de quienes estaban cerca, pero soy de los que prefieren adivinar y se la juegan a todo riesgo tan sólo por pensar un poco. Definitivamente ser vampiro deja todo fácil, pero llega un punto donde el exceso es molestia y genera una monotonía de tal grado que se termina perdiendo el interés por todo. Quise reírme, pero me mantuve sereno esperando la aparición de quienes se ocultaban. Me mantuve firme porque además de lo que me implica la situación, no se me olvida lo fácil que es que yo pierda los cabales y reaccione de una forma totalmente radical. -Vamos, que no tengo toda la noche- insté de nuevo.
Las dos son bienvenidas, gracias por responder.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Los pasos sonaban a poco metros de ella, el temblor de su cuerpo se hacia cada vez más evidente, su mente intentaba trabajar a máxima velocidad para salir de aquella situación. Sintió su boca seca como si no hubiese probado bebida en días y se humedeció los labios en un acto reflejo por puro nerviosismo. Ese hombre había acabado con la vida de aquella joven, quizás por puro placer o quizás por una venganza pero lo que estaba claro era que ese hombre no era de fiar. De sus cabalas salió rapidamente cuando oyó la voz del varón, fuerte, segura y con un toque divertido. Sabía que estaba ahí, la había visto y ahora no tenía nada que hacer. Su amenaza retumbo en la cabeza de Melinda grabandose a fuego. O salía o iría a por ella.
"Huye, corre, no mires atrás, puedes ser más rápida que él si te lo propones, vas descalza."La Melinda cobarde y humana estaba hablando en su mente ahora mismo, con poca fuerza como era su costumbre. Era una niña, una niña idiota que estaba en su cabeza que le hacía renegar de ella misma y que la ahogaba día a día pero aun así la hacia caso frecuentemente y se estaba ahogando muerta como la chica del pantano."Yo te sacare de aquí, déjame ser solo yo,puedo ser tu salvadora, si huyes morirás. Yo te metí aquí y yo te sacare. Déjame adueñarme de tu cuerpo."La tentativa volvía a estar patente y era más fuerte. Tenía razón, si huía podría morir. No era la mejor opción, pero dejar que esa Melinda tomara el control absoluto de si misma también era peligroso. Mas..¿qué podía hacer?
Percibió como el hombre daba mas pasos lo cual la puso aun mas nerviosa."Vamos elige, no hay mucho tiempo". Su mente la apremiaba así que se decanto por dejar a la bruja suelta y ver lo que pasaba. Quizás su naturaleza era lo mejor ante este caso. Alzó su cabeza y sus ojos se iluminaron en una fracción de segundo para poder repartir toda la magia por su cuerpo. Ahora no había vuelta atrás y cuando el individuo pronunció las últimas palabras salió tras el árbol y se puso cara a él recostando su espalda en el en una actitud calmada y despreocupada. Clavó su mirada en él intentando demostrar que no tenía miedo, que estaba allí y que no iba a dejar que nadie le amedrentase.
-Debería ser amable con la gente que no conoce. Lo mismo puedo ser alguien peligroso que haga que su cuerpo yazca con el de su fugaz amante y no al revés como usted sugiere.- intento sonar arrogante pero solo consiguió sonar lo suficientemente confiada para que su interlocutor se lo creyese. Miro a la joven del agua y tragó saliva volviendo a mirar al caballero. Facciones serias, inexpresivas en cierta medida, con pelo largo y vistiendo con ropa elegante y de buena calidad. Ahora que lo tenía un poco mas cerca pudo darse cuenta de porque aquella joven estaba con él. Se había prendado de su atractivo y de su dinero y quizás el habría aprovechado esa ventaja para prometer el cielo a una menesterosa que anhelaba crecer socialmente. Y cuando se canso de ella.... Le resultaba asqueroso y sostuvo la mirada esperando una respuesta a su salida del escondite.
"Huye, corre, no mires atrás, puedes ser más rápida que él si te lo propones, vas descalza."La Melinda cobarde y humana estaba hablando en su mente ahora mismo, con poca fuerza como era su costumbre. Era una niña, una niña idiota que estaba en su cabeza que le hacía renegar de ella misma y que la ahogaba día a día pero aun así la hacia caso frecuentemente y se estaba ahogando muerta como la chica del pantano."Yo te sacare de aquí, déjame ser solo yo,puedo ser tu salvadora, si huyes morirás. Yo te metí aquí y yo te sacare. Déjame adueñarme de tu cuerpo."La tentativa volvía a estar patente y era más fuerte. Tenía razón, si huía podría morir. No era la mejor opción, pero dejar que esa Melinda tomara el control absoluto de si misma también era peligroso. Mas..¿qué podía hacer?
Percibió como el hombre daba mas pasos lo cual la puso aun mas nerviosa."Vamos elige, no hay mucho tiempo". Su mente la apremiaba así que se decanto por dejar a la bruja suelta y ver lo que pasaba. Quizás su naturaleza era lo mejor ante este caso. Alzó su cabeza y sus ojos se iluminaron en una fracción de segundo para poder repartir toda la magia por su cuerpo. Ahora no había vuelta atrás y cuando el individuo pronunció las últimas palabras salió tras el árbol y se puso cara a él recostando su espalda en el en una actitud calmada y despreocupada. Clavó su mirada en él intentando demostrar que no tenía miedo, que estaba allí y que no iba a dejar que nadie le amedrentase.
-Debería ser amable con la gente que no conoce. Lo mismo puedo ser alguien peligroso que haga que su cuerpo yazca con el de su fugaz amante y no al revés como usted sugiere.- intento sonar arrogante pero solo consiguió sonar lo suficientemente confiada para que su interlocutor se lo creyese. Miro a la joven del agua y tragó saliva volviendo a mirar al caballero. Facciones serias, inexpresivas en cierta medida, con pelo largo y vistiendo con ropa elegante y de buena calidad. Ahora que lo tenía un poco mas cerca pudo darse cuenta de porque aquella joven estaba con él. Se había prendado de su atractivo y de su dinero y quizás el habría aprovechado esa ventaja para prometer el cielo a una menesterosa que anhelaba crecer socialmente. Y cuando se canso de ella.... Le resultaba asqueroso y sostuvo la mirada esperando una respuesta a su salida del escondite.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Esa voz…. El sonido gutural de un hombre retumba en su cabeza por encima de las palabras que una tonta muñeca pudiese decirle. Es como una alarma que intenta advertir el peligro que se avecina; estridente y feroz se retuerce dentro de su mente una y otra vez jugando a esconderse en los huecos que se encuentran vacíos en su cerebro. Los bellos de su piel se erizan y cada parte de su musculatura se tensa al instante. ¡La han descubierto! Se queda en silencio notando como su respiración intenta tranquilizarse por el abrupto de hace un par de segundos, su corazón late más rápido que de costumbre y no había exactamente el miedo lo que condujo a Ignis a reaccionar de esa manera. Demasiado ruido o uno constante pero cercano, hace que todo su sistema colapse y eso precisamente, es lo que ocurre con su cuerpo. Gruñe por debajo queriendo obligar a su cerebro que tome el mando de nuevo para moverse de ahí y saltar al lago a ¿Comer? No. La comida ya no es prioridad, ahora lo que requiere es encontrar la sensación de sus piernas, escuchar, olfatear y tantear el camino de regreso al circo. Tal vez el hombre sepa que hay alguien más ahí, pero no tiene idea de dónde exactamente se encuentra, quizá sólo sepa de la presencia de una persona entonces ella puede escapar sin dificultad alguna o al menos eso es lo que piensa. Sonríe de medio lado al percibir el hormigueo en sus extremidades, poco a poco, comienzan a despertar de su letargo.
La rata chilla detrás de Ignis, al parecer alguien se está alimentando con las alimañas del lugar. No se había percatado de que entre el fango, hierbas y demás, los bichos se apoderan de la noche para hacer de las suyas como en el cementerio. Por supuesto, en el pantano Ignis no piensa en los animalejos de tamaño mínimo, cuando se encuentra en tierras mohosas y pútridas como aquellas, es sólo para alejarse de la estridente feria en la que vive, a la que soporta día con día y de la cual desea escapar. Atrapa a Metus entre sus manos. Busca con la yema de sus dedos las fauces de la bestia, encuentra sus dientes y saca de adentro lo que está comiendo. Semitragado, lo lleva hasta su nariz y lo olfatea. El bicho apesta a demonios, hace una mueca de disgusto. –¡Iagh!- Saca la lengua. –Por eso no me gusta venir al pantano, comes cada porquería- Reprende a la rata que se sacude en sus manos y luchar por ser liberada, pero Ignis la calla cuando aquel ser vuelve a hablar. Deja libre a su mascota y se rasca la cabeza junto a la cien, rápidamente. Un tic que adquirió con el paso de lo años. La temperatura a su alrededor baja instantáneamente. Las alimañas dejan de hacer lo que sea que están haciendo y desaparecen entre las rocas, troncos y demás… El ambiente se torna pesado, asfixiante. Sí. Hay dos presencias más a su lado pero una posee esa aura demoniaca e incómoda de la que la han acusado a ella en ocasiones, la otra…
Ignis levanta el rostro hacia la voz femenina. Sus sentidos se despiertan por completo y se colocan en posición de defensa. La muñeca no habla para nada, se encuentra evaluando la situación en la que su amo se encuentra. La pelirroja sacude la cabeza, algo irritó en su sentido del olfato, no es la peste, no es la sangre, no es él… ¿No se supone que ella olía dulce? Gruñe. Igni había aprendido a distinguir el estado de ánimo de una persona por medio de la empatía y, hasta hace unos segundos, ella parecía inofensiva. Frunce el ceño. Recapacita tarde, pero lo hace. ¿Cuerpo? ¿Yacer? ¿Amante? La voz de su muñeca le susurra al oído. Le advierte, pero Ignis no hace caso, nunca lo hace. –No se puede espiar lo que no se puede ver. Sí, me oculto, pero no de usted, ni de ella, es de ellos- A estas alturas Ignis desconoce si se refiere a los caimanes o a algún animal al que pueda cazar. –No puede usted encontrar lo que no existe y yo, yo no existo, como la cosa que arrojó al lago y ha sido devorada- Habla desde su lugar de camuflaje. No es torpe, sabe que aunque no la puede ver, la escucha y la puede oír y es como ella, sabrá donde está. Salta hacia afuera. Una ráfaga de viento desde la derecha de su posición acaricia su melena. –Uhmmm… huele a cenizas- Ya supo qué camino tomar. Imita el sonido de su mascota y le llama para que la siga. –Tenemos que irnos. Esos gatos no se morirán solos.- Habla consigo misma, tal vez se lo dijo a la rata o quizá le informaba a los presentes. De cualquier forma alguien le juzgara de loca, como siempre lo hacen.
La rata chilla detrás de Ignis, al parecer alguien se está alimentando con las alimañas del lugar. No se había percatado de que entre el fango, hierbas y demás, los bichos se apoderan de la noche para hacer de las suyas como en el cementerio. Por supuesto, en el pantano Ignis no piensa en los animalejos de tamaño mínimo, cuando se encuentra en tierras mohosas y pútridas como aquellas, es sólo para alejarse de la estridente feria en la que vive, a la que soporta día con día y de la cual desea escapar. Atrapa a Metus entre sus manos. Busca con la yema de sus dedos las fauces de la bestia, encuentra sus dientes y saca de adentro lo que está comiendo. Semitragado, lo lleva hasta su nariz y lo olfatea. El bicho apesta a demonios, hace una mueca de disgusto. –¡Iagh!- Saca la lengua. –Por eso no me gusta venir al pantano, comes cada porquería- Reprende a la rata que se sacude en sus manos y luchar por ser liberada, pero Ignis la calla cuando aquel ser vuelve a hablar. Deja libre a su mascota y se rasca la cabeza junto a la cien, rápidamente. Un tic que adquirió con el paso de lo años. La temperatura a su alrededor baja instantáneamente. Las alimañas dejan de hacer lo que sea que están haciendo y desaparecen entre las rocas, troncos y demás… El ambiente se torna pesado, asfixiante. Sí. Hay dos presencias más a su lado pero una posee esa aura demoniaca e incómoda de la que la han acusado a ella en ocasiones, la otra…
Ignis levanta el rostro hacia la voz femenina. Sus sentidos se despiertan por completo y se colocan en posición de defensa. La muñeca no habla para nada, se encuentra evaluando la situación en la que su amo se encuentra. La pelirroja sacude la cabeza, algo irritó en su sentido del olfato, no es la peste, no es la sangre, no es él… ¿No se supone que ella olía dulce? Gruñe. Igni había aprendido a distinguir el estado de ánimo de una persona por medio de la empatía y, hasta hace unos segundos, ella parecía inofensiva. Frunce el ceño. Recapacita tarde, pero lo hace. ¿Cuerpo? ¿Yacer? ¿Amante? La voz de su muñeca le susurra al oído. Le advierte, pero Ignis no hace caso, nunca lo hace. –No se puede espiar lo que no se puede ver. Sí, me oculto, pero no de usted, ni de ella, es de ellos- A estas alturas Ignis desconoce si se refiere a los caimanes o a algún animal al que pueda cazar. –No puede usted encontrar lo que no existe y yo, yo no existo, como la cosa que arrojó al lago y ha sido devorada- Habla desde su lugar de camuflaje. No es torpe, sabe que aunque no la puede ver, la escucha y la puede oír y es como ella, sabrá donde está. Salta hacia afuera. Una ráfaga de viento desde la derecha de su posición acaricia su melena. –Uhmmm… huele a cenizas- Ya supo qué camino tomar. Imita el sonido de su mascota y le llama para que la siga. –Tenemos que irnos. Esos gatos no se morirán solos.- Habla consigo misma, tal vez se lo dijo a la rata o quizá le informaba a los presentes. De cualquier forma alguien le juzgara de loca, como siempre lo hacen.
Ignis Lunacy- Humano Clase Baja
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Las ranas croaron y fue lo único que pude escuchar durante un rato mientras esperaba que quien estaba oculto, saliera. El pantano era extenso; para entrar y salir hacia la ciudad había que seguir un camino tan largo que, yendo de prisa, se empleaba más de una hora para poder llegar a bordearlo siquiera. Esa era la garantía más grande que tenía para afirmar que no podrían irse tan fácilmente a menos que tuvieran ayuda sobrenatural.
Esta situación hacía interesante los motivos que llevaron a ambos humanos a visitar un lugar así y sobre todo teniendo en cuenta la hora; no comprendo como se puede mover alguien en sus cabales por un lugar lleno de cosas que pueden ser letales para ellos; a menos, claro, que quienes se ocultan no estén tan en sus cabales. Si leyera sus mentes me daría una idea, pero seguía insistiendo en esperar un poco más y darme el lujo de deducir conforme actuaran. Por suerte para mí alguien salio del árbol y se recostó en el mismo como si no quisiera apartarse de él bajo ninguna circunstancia. Para mi sorpresa era una mujer, una joven que no era común y corriente porque su aura de bruja refulgía como no lo había hecho antes. Me miró con calma pero con determinación y las palabras que salieron de sus labios fueron provocadoras pero me causaron la suficiente gracia como para no contener una breve carcajada. -Ah, claro, disculpe usted, Señorita.- Dije haciendo una ligera reverencia -No me di cuenta que estamos en un lugar donde suelen venir las damas.- Señalé el pantano con la mano y el sarcasmo fue evidente. "Bastante peculiar" pensé, no comprendo como pedía amabilidad cuando hasta hace poco se ocultaba como una pequeña rata que siente a cierta distancia el calor del fuego. Como yo pensaba, ella había visto todo y yo había ignorado su presencia por estar completamente concentrado en lo que recorría la mente de Justine. A veces tenía por defecto la confianza en mis años de inmortal, en la práctica que tenía a la hora de defenderme y en lo iracundo que me ponía cuando alguien me atacaba directo. Pero lo cierto es que hasta ahora no sentía peligro, en absoluto, incluso pasé por alto su amenaza al encontrar más gracia que cosas por cuidar.
La mirada de aquella joven cambio de dirección por un momento y yo seguí aquél recorrido. A mis oídos llegó una conversación -por no decir que un monólogo- que nada tenía que ver con nosotros, ni con la bruja, ni conmigo y según yo, con nadie. Pero luego se alzó con más fuerza aquella voz, una segunda fémina estaba oculta y ahora supe que me respondía a mí. Cada palabra era como un acertijo, su cuerpo estaba oculto y procedía del suelo y yo fruncí el ceño confundido mientras intentaba verla en medio de las crecidas enramadas del pantano. ¿Realmente no había visto nada? de todas maneras la bruja se encargó de resumirlo con esa amenaza que me hizo, así que ya daba igual a esas alturas. -¿Ellos quienes?- pregunté con tono frío como si sintiera que me tomaba el pelo. No había nadie más allí, ni humano, ni sobrenatural, nadie. La única opción para que yo no supiera de alguien más era porque veía fantasmas y yo tenía mis serias dudas al respecto. -Quien yace en el lago aún existe, sólo que de modo distinto. Usted existe, ella también- le lancé una mirada a la bruja y avancé un poco más en dirección a la segunda voz con el firme propósito de encontrarla. -Tal vez también cambien de forma como aquella que desciende cada vez más al fondo de esas negras aguas. ¿Quién sabe? eso depende de ustedes- Sentí que le explicaba a una niña el maldito orden de las cosas y ella interrumpio mis palabras en cuanto saltó de la nada. Jamás vi que se acomodora para levantarse sino que emergio como un felino que se mueve una vez toma la decisión y sin pensarlo dos veces. Es muy probable que no haya entendido lo que quería decir aquella peliroja a la que observé de arriba a abajo. Tenía los ojos cerrados y las ropas arrastradas como si se hubiera venido moviendo de esa forma quien sabe hace cuanto tiempo. Una muñeca de trapo colgaba de su cintura pese a su edad adulta y cada detalle mínimo me dio entender que esta mujer no estaba en sus cabales.
Retrocedí un paso y las miré a ambas. Eran por completo distintas aunque la primera se veía determinada a atacar si era necesario y la segunda planeaba huir con el mayor disimulo posible. La humana de apariencia extraña emitio un chillido y una rata apareció siguiendola como si estuviera entrenada para ello. Mi mirada se dirigio a la bruja como buscando en sus reacciones algo que me diera entender si se conocían o no, pero no tuve tiempo de esperar y tomé por el brazo a la mujer de ropas raídas acercándola un poco para observar sus ojos con mayor detalle. -¿Te vas? es demasiado pronto. Ninguna se va a ir ahora. Mírame, niña.- ordené sin soltarla para aclarar las dudas sobre su visión. -Y diganme que hacen aquí. No son horas para que una joven decente este fuera y menos en un lugar como este. ¿No se dan cuenta que todo es confuso? La única luz que tienen es la de la luna y con tanto árbol casi que ni es útil- Por supuesto, apenas ahora en la zona de las aguas se podía reflejar algo de luz, pero el resto del camino era un enigma ahora que estaba mucho más oscuro dada la hora. Esperaba que entendieran lo que significaba ello, yo las amenazaba con sutileza pero buscaba respuestas porque no quería terminar todo pronto. -¿Como piensan regresar? Aún falta demasiado para el amanecer y apenas nos estamos conociendo- sonreí y miré de reojo a la primera joven mientras esperaba que la segunda levantara sus párpados y me permitiera ver la realidad. Que hipócrita sonaba, que falsas parecían mis palabras... sin embargo tenía motivos a los que no pensaba darles rienda suelta a menos que supiera con claridad con quienes me encontraba. El predador soy yo, por supuesto, pero hasta la peor de las fieras ha tenido motivos para detener su carrera, siempre y cuando no se trate de hambre.
La locura me persigue, de eso no cabe duda, aunque todavía no entiendo por qué siempre tiene forma de humana.
Esta situación hacía interesante los motivos que llevaron a ambos humanos a visitar un lugar así y sobre todo teniendo en cuenta la hora; no comprendo como se puede mover alguien en sus cabales por un lugar lleno de cosas que pueden ser letales para ellos; a menos, claro, que quienes se ocultan no estén tan en sus cabales. Si leyera sus mentes me daría una idea, pero seguía insistiendo en esperar un poco más y darme el lujo de deducir conforme actuaran. Por suerte para mí alguien salio del árbol y se recostó en el mismo como si no quisiera apartarse de él bajo ninguna circunstancia. Para mi sorpresa era una mujer, una joven que no era común y corriente porque su aura de bruja refulgía como no lo había hecho antes. Me miró con calma pero con determinación y las palabras que salieron de sus labios fueron provocadoras pero me causaron la suficiente gracia como para no contener una breve carcajada. -Ah, claro, disculpe usted, Señorita.- Dije haciendo una ligera reverencia -No me di cuenta que estamos en un lugar donde suelen venir las damas.- Señalé el pantano con la mano y el sarcasmo fue evidente. "Bastante peculiar" pensé, no comprendo como pedía amabilidad cuando hasta hace poco se ocultaba como una pequeña rata que siente a cierta distancia el calor del fuego. Como yo pensaba, ella había visto todo y yo había ignorado su presencia por estar completamente concentrado en lo que recorría la mente de Justine. A veces tenía por defecto la confianza en mis años de inmortal, en la práctica que tenía a la hora de defenderme y en lo iracundo que me ponía cuando alguien me atacaba directo. Pero lo cierto es que hasta ahora no sentía peligro, en absoluto, incluso pasé por alto su amenaza al encontrar más gracia que cosas por cuidar.
La mirada de aquella joven cambio de dirección por un momento y yo seguí aquél recorrido. A mis oídos llegó una conversación -por no decir que un monólogo- que nada tenía que ver con nosotros, ni con la bruja, ni conmigo y según yo, con nadie. Pero luego se alzó con más fuerza aquella voz, una segunda fémina estaba oculta y ahora supe que me respondía a mí. Cada palabra era como un acertijo, su cuerpo estaba oculto y procedía del suelo y yo fruncí el ceño confundido mientras intentaba verla en medio de las crecidas enramadas del pantano. ¿Realmente no había visto nada? de todas maneras la bruja se encargó de resumirlo con esa amenaza que me hizo, así que ya daba igual a esas alturas. -¿Ellos quienes?- pregunté con tono frío como si sintiera que me tomaba el pelo. No había nadie más allí, ni humano, ni sobrenatural, nadie. La única opción para que yo no supiera de alguien más era porque veía fantasmas y yo tenía mis serias dudas al respecto. -Quien yace en el lago aún existe, sólo que de modo distinto. Usted existe, ella también- le lancé una mirada a la bruja y avancé un poco más en dirección a la segunda voz con el firme propósito de encontrarla. -Tal vez también cambien de forma como aquella que desciende cada vez más al fondo de esas negras aguas. ¿Quién sabe? eso depende de ustedes- Sentí que le explicaba a una niña el maldito orden de las cosas y ella interrumpio mis palabras en cuanto saltó de la nada. Jamás vi que se acomodora para levantarse sino que emergio como un felino que se mueve una vez toma la decisión y sin pensarlo dos veces. Es muy probable que no haya entendido lo que quería decir aquella peliroja a la que observé de arriba a abajo. Tenía los ojos cerrados y las ropas arrastradas como si se hubiera venido moviendo de esa forma quien sabe hace cuanto tiempo. Una muñeca de trapo colgaba de su cintura pese a su edad adulta y cada detalle mínimo me dio entender que esta mujer no estaba en sus cabales.
Retrocedí un paso y las miré a ambas. Eran por completo distintas aunque la primera se veía determinada a atacar si era necesario y la segunda planeaba huir con el mayor disimulo posible. La humana de apariencia extraña emitio un chillido y una rata apareció siguiendola como si estuviera entrenada para ello. Mi mirada se dirigio a la bruja como buscando en sus reacciones algo que me diera entender si se conocían o no, pero no tuve tiempo de esperar y tomé por el brazo a la mujer de ropas raídas acercándola un poco para observar sus ojos con mayor detalle. -¿Te vas? es demasiado pronto. Ninguna se va a ir ahora. Mírame, niña.- ordené sin soltarla para aclarar las dudas sobre su visión. -Y diganme que hacen aquí. No son horas para que una joven decente este fuera y menos en un lugar como este. ¿No se dan cuenta que todo es confuso? La única luz que tienen es la de la luna y con tanto árbol casi que ni es útil- Por supuesto, apenas ahora en la zona de las aguas se podía reflejar algo de luz, pero el resto del camino era un enigma ahora que estaba mucho más oscuro dada la hora. Esperaba que entendieran lo que significaba ello, yo las amenazaba con sutileza pero buscaba respuestas porque no quería terminar todo pronto. -¿Como piensan regresar? Aún falta demasiado para el amanecer y apenas nos estamos conociendo- sonreí y miré de reojo a la primera joven mientras esperaba que la segunda levantara sus párpados y me permitiera ver la realidad. Que hipócrita sonaba, que falsas parecían mis palabras... sin embargo tenía motivos a los que no pensaba darles rienda suelta a menos que supiera con claridad con quienes me encontraba. El predador soy yo, por supuesto, pero hasta la peor de las fieras ha tenido motivos para detener su carrera, siempre y cuando no se trate de hambre.
La locura me persigue, de eso no cabe duda, aunque todavía no entiendo por qué siempre tiene forma de humana.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Desde el instante en el que salió de detrás del árbol supo que no iba a ser fácil alejarse del pantano y de ese hombre que allí se hallaba. No pareció perturbarle lo más mínimo su comentario lo cuál no la sorprendió y su mordaz réplica la dejo más fría si aun cabe. Evito mirar de nuevo el cuerpo del lago aunque él lo señalase para al parecer dar más énfasis a sus palabras. Su naturaleza no era quedarse corta y dejar que le inyectasen miedo. Ella ya había pasado por eso y la otra Melinda,la que ahora estaba encerrada bajo llave en el fondo de su ser, ya se encargaba todos los días de dejarla inútil e insulsa. Ahora no permitiría que nadie elevase su voluntad por encima de la suya por muy peligroso pareciese. Abrió la boca para contestar pero se contuvo cuando otro coloquio rompió la tensión del ambiente.
Al principio intuyo una conversación entre varias personas lo cual la alivio pues supuso que en caso de problemas podría contar con algo de ayuda para escapar o luchar según se viese el caso. Pero cuando todo se volvió mas audible advirtió que solo una voz de mujer era la existente. Entonces el hombre del aura extraña se altero levemente como que aquella situación le importunase de sobremanera y como si de una defensa ya automática que su cerebro proyectaba en cualquier situación otra advertencia salió de sus labios mientras avanzaba en pos a la otra mujer.
Escudriño la penumbra de los matojos intentando descubrir a su segunda acompañante de aquella noche pero no le hizo falta esperar mucho puesto que de un brinco la mujer se hizo visible. La cara de la bruja era un poema puesto que el aspecto de la visitante la conmovió haciendola erguirse sobre si misma y mirar al hombre extrañada. Era una humana, no veía ningún aura peculiar en ella, era simplemente una joven indigente que deambulaba por ahí. Su aspecto era deplorable, con una ridícula muñeca como compañera, pero más le sorprendió aun cuando con un leve chillido un roedor apareció a su vera como si de un guardián se tratase. Y fue entonces cuando mirando el rostro se dio cuenta de que no abría del todo los ojos, era ciega. Aquello se ponía peor todavía, ya no solo tenía que proteger su propia vida si no también la de aquella pobre muchacha.
Sin preverlo el varón asió el brazo de la recién llegada para imponer su palabra en el silencio y volver a lanzar otra retahíla de amenazas y pidiendonos cuentas por estar allí. Debía poner espacio entre ellos dos, la bruja al menos tenía magia para defenderse aunque estuviese obsoleta y oxidada pero ella no tenía nada mas que una rata que poco podía hacer. Caminó lentamente hacia ellos.-¿Por qué iba a darte explicaciones a ti de qué hago aquí?-intentaba distraer su atención de la mendiga y centrarla en si misma-¿Acaso es usted el dueño de esta ciénaga?No vi ningún cartel que así lo expresase.- comunicó en cierto tono burlón ya situandose a la altura de ambos. Pusó su mano sobre la de él ejerciendo cierta fuerza y soltase el brazo de ella.-¿Quiere que nos conozcamos más? No es necesario tocar a nadie para ello, así que sueltela. Clavó sus ojos en los del hombre con cierta ira ante el aire guasón de sus palabras y por si sus palabras no fuesen suficientes su mente puso en funcionamiento su don e intento calmar el ambiente controlando los ánimos de los presentes manteniendo una mínima serenidad, aunque haciendo años que no lo usaba no sabía ni si funcionaría ni si duraría demasiado tiempo.
Al principio intuyo una conversación entre varias personas lo cual la alivio pues supuso que en caso de problemas podría contar con algo de ayuda para escapar o luchar según se viese el caso. Pero cuando todo se volvió mas audible advirtió que solo una voz de mujer era la existente. Entonces el hombre del aura extraña se altero levemente como que aquella situación le importunase de sobremanera y como si de una defensa ya automática que su cerebro proyectaba en cualquier situación otra advertencia salió de sus labios mientras avanzaba en pos a la otra mujer.
Escudriño la penumbra de los matojos intentando descubrir a su segunda acompañante de aquella noche pero no le hizo falta esperar mucho puesto que de un brinco la mujer se hizo visible. La cara de la bruja era un poema puesto que el aspecto de la visitante la conmovió haciendola erguirse sobre si misma y mirar al hombre extrañada. Era una humana, no veía ningún aura peculiar en ella, era simplemente una joven indigente que deambulaba por ahí. Su aspecto era deplorable, con una ridícula muñeca como compañera, pero más le sorprendió aun cuando con un leve chillido un roedor apareció a su vera como si de un guardián se tratase. Y fue entonces cuando mirando el rostro se dio cuenta de que no abría del todo los ojos, era ciega. Aquello se ponía peor todavía, ya no solo tenía que proteger su propia vida si no también la de aquella pobre muchacha.
Sin preverlo el varón asió el brazo de la recién llegada para imponer su palabra en el silencio y volver a lanzar otra retahíla de amenazas y pidiendonos cuentas por estar allí. Debía poner espacio entre ellos dos, la bruja al menos tenía magia para defenderse aunque estuviese obsoleta y oxidada pero ella no tenía nada mas que una rata que poco podía hacer. Caminó lentamente hacia ellos.-¿Por qué iba a darte explicaciones a ti de qué hago aquí?-intentaba distraer su atención de la mendiga y centrarla en si misma-¿Acaso es usted el dueño de esta ciénaga?No vi ningún cartel que así lo expresase.- comunicó en cierto tono burlón ya situandose a la altura de ambos. Pusó su mano sobre la de él ejerciendo cierta fuerza y soltase el brazo de ella.-¿Quiere que nos conozcamos más? No es necesario tocar a nadie para ello, así que sueltela. Clavó sus ojos en los del hombre con cierta ira ante el aire guasón de sus palabras y por si sus palabras no fuesen suficientes su mente puso en funcionamiento su don e intento calmar el ambiente controlando los ánimos de los presentes manteniendo una mínima serenidad, aunque haciendo años que no lo usaba no sabía ni si funcionaría ni si duraría demasiado tiempo.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
La mentes pueriles suelen cerrarse las puertas con un tan sólo un obstáculo al frente, los pensadores hambrientos de poder, ya sea consciente o inconscientemente, suelen encontrar miles de caminos que esquivan ese obstáculo, así es Ignis. Puede parecer una mujer completamente inofensiva, tranquila y con la elocuencia fuera de lugar, incluso pudiese ser la criatura más débil del mundo si se lo propone, más es bueno saber que cuando la visión del ojo se pierde, se abren otro tipo de puerta que nadie más sospecha por el hecho de subestimar sus otros sentidos. La pelirroja se mueve al igual que el murciélago, el retorno en el eco de su voz le ayuda a localizar los objetos que le rodean, si bien no es muy exacto y tampoco le devela lo que son, si le sirve para arrastrarse en el mundo. Por otra parte, están las vibraciones del suelo, cada que alguien se mueve, cuando un algo respira por debajo y por encima de la tierra, hay movimiento…. Estas pulsos se propagan a través del ambiente hasta llegar a sus pies ¡Es por ello que siempre se arrastra y anda descalza! De esta manera suele saber cuándo alguien se acerca y qué tan lejos está de ella….
Ignis gira su cabeza como si de una posesión se tratase. El hombre se aproxima a ella y su cuerpo reacciona de la mejor forma que sabe hacerlo, esquivo. Se aleja dos pasos más pero él se mueve mucho más rápido de lo que pudo predecir. Frunce el ceño y jadea al sentir su mano sobre su piel. Está frío. Los bellos de su piel se erizan por completo, el escalofrío recorre sus entrañas. La muñeca gruñe al vampiro, pero sólo es Ignis quien puede escucharla, la rata se queda expectante hundida en la tierra. Siente la presión ejercida en su brazo, él la acerca a su cuerpo queriendo poder identificarla. Es probable que el varón se haya molestado al no ver una respuesta de su parte, pero Ignis tiene prisa, es tarde, Malaquias la… «¿Qué?». Se sacude. Siente el cálido tacto de la fémina y, en el ajetreo, la muñeca alcanza a rosar el cuerpo de la bruja. Ignis abre sus ojos. El color gris destella con los pálidos rayos de la luna. Sin embargo, por más hermosa que sea la noche y por más intensidad que tengan los rayos de ‘Selene’ nada de aquella belleza penetrará en las profundidades nebulosas en la mirada de la pelirroja. Escucha detenidamente el parlamento de ambos. Está confundida. Percibe la hostilidad de ambos elementos, uno es como el fuego y el otro es el viento, ambos poderosos, ambos infernales y, si se juntan, completamente catastróficos.
La pelirroja se hace al lado del vampiro, se pega a él queriendo descubrir lo que es… Lo olfatea. El hedor que emana de sus fauces es el de la sangre, líquido que hasta hace poco había percibido bastante lejano. Los movimientos de su cuerpo emanan ese irreconocible olor a anís ¿Por qué anís y no a otra cosa? Sencillamente porque Ignis así los identifica. Levanta su mano para buscar el rostro ajeno. Lo palpa, lo escudriña y redescubre la suave tesitura de su piel. –Eres un come almas- Susurra. No, no le tiene miedo ¿Por qué habría de tenerlo si es igual a ella? Se alimentan de la vida de los otros, succionan su poder, devoran sus emociones hasta que no quede nada más que el pútrido recipiente. El embrujo en el que cayó Ignis al identificar la raza del hombre se fractura al racionalizar sus cuestiones. Lo suelta y se mofa en su cara sobre lo que dice. –No. Ninguno de nosotros existe, sólo estamos soñando- Responde a una de las preguntas que quedaron suspendidas en el viento. Sus orbes e mueven rápidamente. Es como si ella pudiese ver a una parvada de cuervos aproximándose hasta ellos con la amenaza sobre sus punzantes picos. -¿Ellos? ¡Ellos! ¡Están en todas partes! Debajo de nosotros, por encima de nosotros. A nuestro alrededor.- Sus palabras no tienen coherencia alguna, pueden ser los bichos del suelo, las aves en los cielos y las ánimas sobre la tierra. Estornuda. –El mundo depende de la luz, pero Ignis no es el mundo y ella no depende de nadie.- «Excepto de mi» Exclama Manía tratando de acaparar su atención. La humana baja agacha la cabeza y atrapa a la muñeca en su mano. –Conozco el camino, no necesito verlo para encontrarlo. Está ahí. En medio de la oscuridad, como todos ellos. Sólo hace falta saber cómo hacerlo. ‘La luz podrá ser muy hermosa, pero también encandila’.-¿Cómo sabe Ignis de luces y sombras si su mundo es completa oscuridad? No. No siempre es así, hay ocasiones en las que puede ver halos de luz en medio de tanta penumbra pero existe la posibilidad de que sólo ea su imaginación Frunce el ceño y sonríe con cinismo. -¿Conocernos? Nadie conoce a nadie, son sólo falacias. Usted es un come almas, ella es atrapa almas y yo… ¡Yo soy contorsionista!- Vaya con la mortal, pasa de la refinada elegancia filosofal, al completo desastre pueril en tan sólo cuestión de segundos. -La rata se llama Metus, la muñeca es Mania. Presentaciones listas. Me asesinarán si no regreso y los gatos..., ¡Los gatos!- Se sacude.
Ignis gira su cabeza como si de una posesión se tratase. El hombre se aproxima a ella y su cuerpo reacciona de la mejor forma que sabe hacerlo, esquivo. Se aleja dos pasos más pero él se mueve mucho más rápido de lo que pudo predecir. Frunce el ceño y jadea al sentir su mano sobre su piel. Está frío. Los bellos de su piel se erizan por completo, el escalofrío recorre sus entrañas. La muñeca gruñe al vampiro, pero sólo es Ignis quien puede escucharla, la rata se queda expectante hundida en la tierra. Siente la presión ejercida en su brazo, él la acerca a su cuerpo queriendo poder identificarla. Es probable que el varón se haya molestado al no ver una respuesta de su parte, pero Ignis tiene prisa, es tarde, Malaquias la… «¿Qué?». Se sacude. Siente el cálido tacto de la fémina y, en el ajetreo, la muñeca alcanza a rosar el cuerpo de la bruja. Ignis abre sus ojos. El color gris destella con los pálidos rayos de la luna. Sin embargo, por más hermosa que sea la noche y por más intensidad que tengan los rayos de ‘Selene’ nada de aquella belleza penetrará en las profundidades nebulosas en la mirada de la pelirroja. Escucha detenidamente el parlamento de ambos. Está confundida. Percibe la hostilidad de ambos elementos, uno es como el fuego y el otro es el viento, ambos poderosos, ambos infernales y, si se juntan, completamente catastróficos.
La pelirroja se hace al lado del vampiro, se pega a él queriendo descubrir lo que es… Lo olfatea. El hedor que emana de sus fauces es el de la sangre, líquido que hasta hace poco había percibido bastante lejano. Los movimientos de su cuerpo emanan ese irreconocible olor a anís ¿Por qué anís y no a otra cosa? Sencillamente porque Ignis así los identifica. Levanta su mano para buscar el rostro ajeno. Lo palpa, lo escudriña y redescubre la suave tesitura de su piel. –Eres un come almas- Susurra. No, no le tiene miedo ¿Por qué habría de tenerlo si es igual a ella? Se alimentan de la vida de los otros, succionan su poder, devoran sus emociones hasta que no quede nada más que el pútrido recipiente. El embrujo en el que cayó Ignis al identificar la raza del hombre se fractura al racionalizar sus cuestiones. Lo suelta y se mofa en su cara sobre lo que dice. –No. Ninguno de nosotros existe, sólo estamos soñando- Responde a una de las preguntas que quedaron suspendidas en el viento. Sus orbes e mueven rápidamente. Es como si ella pudiese ver a una parvada de cuervos aproximándose hasta ellos con la amenaza sobre sus punzantes picos. -¿Ellos? ¡Ellos! ¡Están en todas partes! Debajo de nosotros, por encima de nosotros. A nuestro alrededor.- Sus palabras no tienen coherencia alguna, pueden ser los bichos del suelo, las aves en los cielos y las ánimas sobre la tierra. Estornuda. –El mundo depende de la luz, pero Ignis no es el mundo y ella no depende de nadie.- «Excepto de mi» Exclama Manía tratando de acaparar su atención. La humana baja agacha la cabeza y atrapa a la muñeca en su mano. –Conozco el camino, no necesito verlo para encontrarlo. Está ahí. En medio de la oscuridad, como todos ellos. Sólo hace falta saber cómo hacerlo. ‘La luz podrá ser muy hermosa, pero también encandila’.-¿Cómo sabe Ignis de luces y sombras si su mundo es completa oscuridad? No. No siempre es así, hay ocasiones en las que puede ver halos de luz en medio de tanta penumbra pero existe la posibilidad de que sólo ea su imaginación Frunce el ceño y sonríe con cinismo. -¿Conocernos? Nadie conoce a nadie, son sólo falacias. Usted es un come almas, ella es atrapa almas y yo… ¡Yo soy contorsionista!- Vaya con la mortal, pasa de la refinada elegancia filosofal, al completo desastre pueril en tan sólo cuestión de segundos. -La rata se llama Metus, la muñeca es Mania. Presentaciones listas. Me asesinarán si no regreso y los gatos..., ¡Los gatos!- Se sacude.
Ignis Lunacy- Humano Clase Baja
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Y pensar que esta situación surgio por las mentiras de una mujer que se vendía al mejor postor. Aquella que aún después de muerta seguía dando impresiones equivocadas "Definitivamente, querida, has muerto con demasiada bondad" pensé.
Extrañamente aquella bruja me recordaba a Lanna, la jovensita que trabajaba en casa para mi hermano y para mí. Las dos me resultaban arrebatadas, irreverentes, impulsivas al punto de arriesgar sus propias vidas por no pensar antes de hablar. La diferencia es que Lanna no tenía ninguna habilidad sobrenatural y su posición no le permitía contestarme a su antojo -Aunque siempre era muy propensa a hacerlo-. -Como si no fuera obvio...- bufé a la bruja y ni siquiera le di una mirada. -Supongo además que usted es la única que lleva en la frente el registro de sus propiedades ¿No?- la miré con burla sin responder a su pregunta. Obviamente el pantano no me pertenecía, jamás se me había cruzado por la mente comprar una cosa como esa, no le veía utilidad, por no decir que me parecía estúpido tener un terreno propio para tirar los cuerpos de los que yo mismo asesinaba... por favor.
-Puede colgarse de mi brazo, mecerse, agarrarse de mis piernas mientras camino...- su fuerza no era nada comparada con la mía, si pretendía detenerme con le mera presión de su cuerpo estaba muy equivocada. Sin embargo, era obvio que ella había visto a la segunda mujer como una víctima potencial, como la indefensa que va a ser atacada y necesita una heroína que, según deduzco de sus palabras, la bruja cree que será ella. Es gracioso, porque me parece más víctima quien actúa por impulsos que quien divaga, especula y mezcla lo real con lo que no, dándole un toque extra de imaginación. Aquella de cabellos castaños me miraba con rabia, ella que había visto mi despedida de la cortesana y se hacía sus propias teorías, esa que seguro que sabía bien lo que yo era e intentaba hacer uso de alguno de sus dones. Lo sé porque sentí un ambiente extraño por un momento aunque no me parecio que hubiera ningún cambio en particular en mí, supongo que se debe a que todo el tiempo he actuado con absoluta calma, me siento tranquilo, confiado que tengo todo controlado.
Al retomar la vista a la extraña mujer que tenía sujeta por el brazo, pude ver esa especie de capa gris que cubría sus ojos como si de un manto se tratase y, no sé porque motivo me gustó aquél detalle. Recordé a un hombre al que conocí hace muchos años en su lecho de muerte. Él era ciego y su vida fue uno de los más crueles martirios que hubiera imaginado.
Era un campesino, hijo de un granjero de una posición social respetable aunque no exagerada. Mientras vivía con su padre y madre cuidaron más o menos de él; apenas sufrió por su horrible y vulnerable invalidez; pero en cuanto los viejos desaparecieron, se inició una atroz existencia. Recogido por una hermana, todos en la granja lo trataban como a un mendigo que come el pan de otros. En cada comida, le echaban en cara su alimento; le llamaban holgazán, patán; y aunque su cuñado se había apoderado de parte de la herencia, le daban a regañadientes la sopa, lo justo para que no muriera. Tenía un rostro muy pálido, tal como la mujer que tenía en frente, y dos ojos blancos como obleas; pero lo que me sorprendía era que permanecía impasible ante los insultos, tan encerrado en sí mismo que se ignoraba si los oía. Por lo demás, nunca había conocido la menor ternura, ya que su madre lo había maltratado siempre, pues no lo amaba; al ser inútil había resultado un estorbo y muchos harían lo que las gallinas, que matan a las inválidas.
No me gustaba recordar aquello que apenas era el principio, pero aquella desafortunada me resultaba también impasible por más que sintiera su piel erizada bajo mis dedos. Se movía tan de repente que su cercanía captó toda mi atención. Quería ver con detalle cada cosa que hacía e incluso quería escuchar lo que iba a decir. ¿Que haría la bruja al ver las reacciones de su desafortunada "protegida"? Ella buscaba mi olor, sus delgados dedos llegaron a mi rostro y le permití explorarme por más que sus manos estuvieran prácticamente enlodadas producto de su arrastre. Me susurró su teoría, aunque equivocada. -No, pequeña, lo único que no puedo destruir es el alma, se me escapa...- le respondí sin profundizar demasiado y como si la viera más indefensa de lo que ya era. La peliroja se suelta, se ríe pero su risa me resulta tan extraña que de nuevo le lanzo una mirada a la bruja esperando ver su reacción con respecto a las palabras de aquella otra. -Tal vez es una pesadilla. Seguro que ella...- dije refiriendome a la bruja -...opina algo así ¿No?- lo afirmé aunque al final terminaba en un tono de pregunta para escarbarle las palabras. De nuevo vino la mención de "los otros" ¿Acaso la bruja también los veía? ¿Qué carajos era aquello? -Dime, ¿Qué hacen ellos?¿De dónde vienen?- me sentí dándole cuerda a aquella que divagaba. -¿Quién es Ignis? ¿eres tú?- quise aclarar mi suposición al tiempo que ella sujetaba su muñeca como si fuera su compañera y no pudiera dejarla.
Me alejé apenas de ambas y sacándo un pañuelo limpie los resquicios de barro que sentía que habian quedado sobre mi piel. Desee un buen tabaco, pero en cambio me acaricie el mentón mirándolas a ambas. -Sí, sin duda ella no es la viva estampa de la santidad- respondí y miré a la bruja, ella era la aludida. -No quiero profundizar demasiado, pero no van a poder irse. ¿Quieren correr? adelante. Van a encontrarme en cada tropezón y haré que vuelvan al mismo sitio hasta que se me antoje.- Aclaré hasta que tuve en cuenta la más extraña presentación que jamás imaginé -Metus, Manía..- saludé a sus amigos siguiendole la corriente y en un rápido movimiento me incliné y agarré a la rata entre mis manos sin el más mínimo asco. -Pero Metus no se quiere ir ¿Lo dejarás?- sonreí y avancé hacia la bruja acercándole a la rata al rostro. -Saluda, no seas grosera- bromeé muy desubicadamente.
Extrañamente aquella bruja me recordaba a Lanna, la jovensita que trabajaba en casa para mi hermano y para mí. Las dos me resultaban arrebatadas, irreverentes, impulsivas al punto de arriesgar sus propias vidas por no pensar antes de hablar. La diferencia es que Lanna no tenía ninguna habilidad sobrenatural y su posición no le permitía contestarme a su antojo -Aunque siempre era muy propensa a hacerlo-. -Como si no fuera obvio...- bufé a la bruja y ni siquiera le di una mirada. -Supongo además que usted es la única que lleva en la frente el registro de sus propiedades ¿No?- la miré con burla sin responder a su pregunta. Obviamente el pantano no me pertenecía, jamás se me había cruzado por la mente comprar una cosa como esa, no le veía utilidad, por no decir que me parecía estúpido tener un terreno propio para tirar los cuerpos de los que yo mismo asesinaba... por favor.
-Puede colgarse de mi brazo, mecerse, agarrarse de mis piernas mientras camino...- su fuerza no era nada comparada con la mía, si pretendía detenerme con le mera presión de su cuerpo estaba muy equivocada. Sin embargo, era obvio que ella había visto a la segunda mujer como una víctima potencial, como la indefensa que va a ser atacada y necesita una heroína que, según deduzco de sus palabras, la bruja cree que será ella. Es gracioso, porque me parece más víctima quien actúa por impulsos que quien divaga, especula y mezcla lo real con lo que no, dándole un toque extra de imaginación. Aquella de cabellos castaños me miraba con rabia, ella que había visto mi despedida de la cortesana y se hacía sus propias teorías, esa que seguro que sabía bien lo que yo era e intentaba hacer uso de alguno de sus dones. Lo sé porque sentí un ambiente extraño por un momento aunque no me parecio que hubiera ningún cambio en particular en mí, supongo que se debe a que todo el tiempo he actuado con absoluta calma, me siento tranquilo, confiado que tengo todo controlado.
Al retomar la vista a la extraña mujer que tenía sujeta por el brazo, pude ver esa especie de capa gris que cubría sus ojos como si de un manto se tratase y, no sé porque motivo me gustó aquél detalle. Recordé a un hombre al que conocí hace muchos años en su lecho de muerte. Él era ciego y su vida fue uno de los más crueles martirios que hubiera imaginado.
Era un campesino, hijo de un granjero de una posición social respetable aunque no exagerada. Mientras vivía con su padre y madre cuidaron más o menos de él; apenas sufrió por su horrible y vulnerable invalidez; pero en cuanto los viejos desaparecieron, se inició una atroz existencia. Recogido por una hermana, todos en la granja lo trataban como a un mendigo que come el pan de otros. En cada comida, le echaban en cara su alimento; le llamaban holgazán, patán; y aunque su cuñado se había apoderado de parte de la herencia, le daban a regañadientes la sopa, lo justo para que no muriera. Tenía un rostro muy pálido, tal como la mujer que tenía en frente, y dos ojos blancos como obleas; pero lo que me sorprendía era que permanecía impasible ante los insultos, tan encerrado en sí mismo que se ignoraba si los oía. Por lo demás, nunca había conocido la menor ternura, ya que su madre lo había maltratado siempre, pues no lo amaba; al ser inútil había resultado un estorbo y muchos harían lo que las gallinas, que matan a las inválidas.
No me gustaba recordar aquello que apenas era el principio, pero aquella desafortunada me resultaba también impasible por más que sintiera su piel erizada bajo mis dedos. Se movía tan de repente que su cercanía captó toda mi atención. Quería ver con detalle cada cosa que hacía e incluso quería escuchar lo que iba a decir. ¿Que haría la bruja al ver las reacciones de su desafortunada "protegida"? Ella buscaba mi olor, sus delgados dedos llegaron a mi rostro y le permití explorarme por más que sus manos estuvieran prácticamente enlodadas producto de su arrastre. Me susurró su teoría, aunque equivocada. -No, pequeña, lo único que no puedo destruir es el alma, se me escapa...- le respondí sin profundizar demasiado y como si la viera más indefensa de lo que ya era. La peliroja se suelta, se ríe pero su risa me resulta tan extraña que de nuevo le lanzo una mirada a la bruja esperando ver su reacción con respecto a las palabras de aquella otra. -Tal vez es una pesadilla. Seguro que ella...- dije refiriendome a la bruja -...opina algo así ¿No?- lo afirmé aunque al final terminaba en un tono de pregunta para escarbarle las palabras. De nuevo vino la mención de "los otros" ¿Acaso la bruja también los veía? ¿Qué carajos era aquello? -Dime, ¿Qué hacen ellos?¿De dónde vienen?- me sentí dándole cuerda a aquella que divagaba. -¿Quién es Ignis? ¿eres tú?- quise aclarar mi suposición al tiempo que ella sujetaba su muñeca como si fuera su compañera y no pudiera dejarla.
Me alejé apenas de ambas y sacándo un pañuelo limpie los resquicios de barro que sentía que habian quedado sobre mi piel. Desee un buen tabaco, pero en cambio me acaricie el mentón mirándolas a ambas. -Sí, sin duda ella no es la viva estampa de la santidad- respondí y miré a la bruja, ella era la aludida. -No quiero profundizar demasiado, pero no van a poder irse. ¿Quieren correr? adelante. Van a encontrarme en cada tropezón y haré que vuelvan al mismo sitio hasta que se me antoje.- Aclaré hasta que tuve en cuenta la más extraña presentación que jamás imaginé -Metus, Manía..- saludé a sus amigos siguiendole la corriente y en un rápido movimiento me incliné y agarré a la rata entre mis manos sin el más mínimo asco. -Pero Metus no se quiere ir ¿Lo dejarás?- sonreí y avancé hacia la bruja acercándole a la rata al rostro. -Saluda, no seas grosera- bromeé muy desubicadamente.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
La soledad ayuda a dejar libre el pensamiento, sin rumbo, tendiendo una oportunidad para ordenar la mente, para reflexionar o en su extremo opuesto la soledad puede ser la tentadora salida de la locura, de la insensatez y de lo absurdo. Y no cabe duda de que Melinda siempre había escogido el segundo camino, quizás por su falta de voluntad, por negarse a si misma quien es, por imponerse algo que no era. Y sin embargo esa ilusión se hizo realidad y llegó un día que la quimera tomó consistencia y fue tan real para ella misma como para los demás. Y cuando andas sobre un cuchillo de doble filo siempre pierdes porque hagas lo que hagas terminas cortándote. El aire le trajo varios olores del pantano, desde la putrefacción hasta el aroma de alguna hierba que conseguía sobrevivir en ese lugar. Quizás esa escena cargada de valor sin sentido defendiendo a alguien que la locura le maneja de un ser que no tiene reparos en matar no fuese lo que se dice la acción mas inteligente de su vida, pero no pudo evitarlo.
Obvio las palabras del hombre y cedió su mano apartándolo de ellos sabiendo que no podría hacer nada ante la fuerza de él. Sin embargo se sorprendió del tacto gélido de su piel que erizaba la suya. "Come almas", se repitió las palabras de la mujer como si despertase de un letargo y supo en aquel instante que lo que tenía delante era un vampiro. Un ser que como puntualizo él no se alimentaba de ánimas, pero si que era lo único que quedaba cuando ellos hacían acto de presencia. Esta vez no dudo ante el descubrimiento de una nueva raza que solo creía que existía en las leyendas infantiles que su madre le contaba en su niñez,las anteriores se habían hecho realidad ¿por qué esa no? Definitivamente la joven vivía en un estado de enajenación donde solo pequeños destellos de realidad conseguían llegar, y su conversación así lo demostraba.Sus movimientos eran bruscos y nerviosos a excepción de su examen el hombre,parecía atrapar cada detalle con sus dedos."¿Ignis?¿contorsionista?¿luz?¿Metus?¿Manía?",intentaba buscar cierta relación entre las palabras que salían de su boca,pero era difícil,aunque igual con suerte gracias a su desvarío y ceguera pudiese escapar de la situación.-¿Atrapa almas?- preguntó extrañada ante el calificativo que ella le había designado, no esperaba respuesta, ni si quiera sabía si había logrado captar su atención.
Y el varón volvió a amenazar pero ahora sabiendo su condición sus palabras se tornaron más reales, mas ejecutables y mas sentenciosas. "Te lo advertí, te dije que no salieses de tu casa, pero preferiste obviar la sensatez de tu cabeza y sucumbir a la tentación de tus demonios. Demonios cuyo infierno se ha quedado pequeño y mira lo que has encontrado, un averno demasiado grande." La voz de su mente comenzaba a hacerse mas patente, mas audible, se había abierto la verja del temor y la otra Melinda se movía como pez en el agua cuando este hacia su entrada triunfal. "Bruja insensata, mujer ignorante, seras pasto de su sed de sangre",ya estaba reinando en su cabeza y cierto temblor se apodero de ella dando unos paso hacia atras. "Te dije que no la escuchases, ella te trae siempre problemas.¡Morirás!" -No- susurro levemente para intentar silenciarla. "Ella te condujo a la muerte.¡Ella te matara!¡ELLA TE MATARA!¡ELLA TE"-ya no podía oír nada más."¡CÁLLATE!" bramó la Melinda hechicera con una voz autoritaria, sabiendo que no le hacia falta decir nada más para volver a encerrar a la otra en su jaula. Esto estaba llevándola a su limite, empalideció más al saberse mas vulnerable de lo que creía."Recomponte y se fuerte, te sacare de aquí." Obedeció sin rechistar, no le quedaba otra era esto o caer en el miedo absoluto.
Levanto el rostro justo cuando el "come almas" le ponía la rata en el rostro supuso que para importunarla."Que inútil intento", se rió para sus adentros. Ella no le tenía asco a una rata, ella que había tenido que convivir con ellas cuando escapo de la masacre, que dejo que recorriesen su cuerpo mientras que permanecía estática detrás del retablo intentando salvar su propia vida. Él le había juzgado mal si pensaba que su apariencia decía todo de ella, un error entre la mayoría de la gente superflua y engreída. Cogió a Metus entre sus manos y mirando al hombre beso su frente sin ningún reparo para después dejarla al lado de su singular dueña. -No eres quién para detener mi marcha-comentó encaminado sus pasos hacia el camino que la había llevado hasta allí y se volvió para mirar a la jovén-Ignis-le asignó ese nombre sin saber si era el suyo propio pero de alguna forma tenía que referirse a ella-si quieres puedes venir conmigo o quedarte al disfrutar de la obra de este bufón de turno. Espetó las palabras con cierta ironía, sin embargo por dentro la otra Melinda hacia temblar los barrotes de su celda.
Obvio las palabras del hombre y cedió su mano apartándolo de ellos sabiendo que no podría hacer nada ante la fuerza de él. Sin embargo se sorprendió del tacto gélido de su piel que erizaba la suya. "Come almas", se repitió las palabras de la mujer como si despertase de un letargo y supo en aquel instante que lo que tenía delante era un vampiro. Un ser que como puntualizo él no se alimentaba de ánimas, pero si que era lo único que quedaba cuando ellos hacían acto de presencia. Esta vez no dudo ante el descubrimiento de una nueva raza que solo creía que existía en las leyendas infantiles que su madre le contaba en su niñez,las anteriores se habían hecho realidad ¿por qué esa no? Definitivamente la joven vivía en un estado de enajenación donde solo pequeños destellos de realidad conseguían llegar, y su conversación así lo demostraba.Sus movimientos eran bruscos y nerviosos a excepción de su examen el hombre,parecía atrapar cada detalle con sus dedos."¿Ignis?¿contorsionista?¿luz?¿Metus?¿Manía?",intentaba buscar cierta relación entre las palabras que salían de su boca,pero era difícil,aunque igual con suerte gracias a su desvarío y ceguera pudiese escapar de la situación.-¿Atrapa almas?- preguntó extrañada ante el calificativo que ella le había designado, no esperaba respuesta, ni si quiera sabía si había logrado captar su atención.
Y el varón volvió a amenazar pero ahora sabiendo su condición sus palabras se tornaron más reales, mas ejecutables y mas sentenciosas. "Te lo advertí, te dije que no salieses de tu casa, pero preferiste obviar la sensatez de tu cabeza y sucumbir a la tentación de tus demonios. Demonios cuyo infierno se ha quedado pequeño y mira lo que has encontrado, un averno demasiado grande." La voz de su mente comenzaba a hacerse mas patente, mas audible, se había abierto la verja del temor y la otra Melinda se movía como pez en el agua cuando este hacia su entrada triunfal. "Bruja insensata, mujer ignorante, seras pasto de su sed de sangre",ya estaba reinando en su cabeza y cierto temblor se apodero de ella dando unos paso hacia atras. "Te dije que no la escuchases, ella te trae siempre problemas.¡Morirás!" -No- susurro levemente para intentar silenciarla. "Ella te condujo a la muerte.¡Ella te matara!¡ELLA TE MATARA!¡ELLA TE"-ya no podía oír nada más."¡CÁLLATE!" bramó la Melinda hechicera con una voz autoritaria, sabiendo que no le hacia falta decir nada más para volver a encerrar a la otra en su jaula. Esto estaba llevándola a su limite, empalideció más al saberse mas vulnerable de lo que creía."Recomponte y se fuerte, te sacare de aquí." Obedeció sin rechistar, no le quedaba otra era esto o caer en el miedo absoluto.
Levanto el rostro justo cuando el "come almas" le ponía la rata en el rostro supuso que para importunarla."Que inútil intento", se rió para sus adentros. Ella no le tenía asco a una rata, ella que había tenido que convivir con ellas cuando escapo de la masacre, que dejo que recorriesen su cuerpo mientras que permanecía estática detrás del retablo intentando salvar su propia vida. Él le había juzgado mal si pensaba que su apariencia decía todo de ella, un error entre la mayoría de la gente superflua y engreída. Cogió a Metus entre sus manos y mirando al hombre beso su frente sin ningún reparo para después dejarla al lado de su singular dueña. -No eres quién para detener mi marcha-comentó encaminado sus pasos hacia el camino que la había llevado hasta allí y se volvió para mirar a la jovén-Ignis-le asignó ese nombre sin saber si era el suyo propio pero de alguna forma tenía que referirse a ella-si quieres puedes venir conmigo o quedarte al disfrutar de la obra de este bufón de turno. Espetó las palabras con cierta ironía, sin embargo por dentro la otra Melinda hacia temblar los barrotes de su celda.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
-Las pesadillas también son sueños- Atina a decir al refute del vampiro. No le gusta escuchar opiniones distintas a las suyas, todo lo que conoce es gracias a Malaquias o a Mania; y si las cosas no son como ellos se lo han contado, entonces le han estado mintiendo. No, ellos no harían eso. Sus párpados se caen y sus oídos se mueven ligeramente al captar el sonido de la noche moviéndose detrás de ellos. Los animales del pantano están alimentándose y la ciega capta el inconfundible olor de la sangre. Arruga la nariz. –No sé quienes son, no sé cómo son. Sólo sé que son- Se sacude para deshacerse del agarre de ambos. Sus tactos son completamente diferentes y la vorágine de emociones acumuladas en su interior está mareando sus sentidos. Necesita aferrarse a la estabilidad de la nada. Se queda en silencio, aspira profundamente y entierra los dedos de sus pies en el fango. Está frío. –Brrrr-
Levanta el rostro, mueve la cabeza en varias direcciones localizando el origen del chillido de la rata. Al animalejo no le gusta que lo toquen, menos cuando el miserable roedor no es exactamente lo que aparenta. Ignis extiende sus manos, moviendo los dedos cual tentáculos, exploran el vacío, estudian el viento. Toca con las palmas el pecho del varón que se aleja de ella y se encamina hasta la otra joven. Ignis gruñe, patalea. Quiere a su rata de regreso. El animal parece sentirse incómodo en las manos del vampiro y lo muerde con toda la presión que su mandíbula es capaz de ejercer, pero este parece no inmutarse en lo absoluto y continúa chillando entre sus manos. Poco después se tranquiliza regresando y entremetiéndose en sus pies. Está a salvo. La ciega se arrodilla para tomarla, la rata se mueve a través de su cuerpo hasta posarse en su hombro. Le gruñe al vampiro, pero a la mujer… ella le atrae, le gusta.
Ignis sonríe macabra ante la amenaza del sujeto. ¡¿Quiere jugar a las escondidillas y al corre que te alcanzo?! Ella sabe cómo hacerlo mejor que nadie. –El hombre que camina en círculos es porque se ha perdido. Yo no estoy perdida, y tú no puedes detenerme. Si intentas lastimarme, ella me defenderá- Sentencia con una voz bastante cruda. –Eres un asesino y tu aura es siniestra, pero no te tengo miedo y ella…. – Es interrumpida por la voz de su muñeca. El espíritu atrapado dentro de aquel trapo viejo, vuelve a callar a Ignis. Está hablando demasiado, siempre lo hace. –Me dicen que ya te has alimentado, ¿Asesinarás por diversión? ¿Nos arrinconarás como lo hago con los bichos del cementerio?- Se carcajea socarronamente, se calla abruptamente. –Espero sobrevivir las horas suficientes hasta el amanecer- Sujeta a la rata entre sus manos, sonríe de medio lado y se echa a correr en medio de la penumbra. Las hierbas crujen bajo sus pies, algunas otras perdidas, arañan su rostro. “Arriba-Abajo; Izquierda-Derecha” Su muñeca va direccionándola a través de la espesura del pantano, pero a pesar de han estado juntas toda una vida, su sincronía no es perfecta. Ignis tropieza y rueda por una trampilla. Lo vendajes que traía en sus manos y tobillos, se desvanecen y las prendas van quedando enredadas entre la maleza.
Termina de bajar, se sostiene de los codos con la cabeza pegada al suelo. Muerde su labio inferior y sonríe divertida. –Hace tanto que no jugaba con alguien así- Habla consigo misma o tal vez no.
Levanta el rostro, mueve la cabeza en varias direcciones localizando el origen del chillido de la rata. Al animalejo no le gusta que lo toquen, menos cuando el miserable roedor no es exactamente lo que aparenta. Ignis extiende sus manos, moviendo los dedos cual tentáculos, exploran el vacío, estudian el viento. Toca con las palmas el pecho del varón que se aleja de ella y se encamina hasta la otra joven. Ignis gruñe, patalea. Quiere a su rata de regreso. El animal parece sentirse incómodo en las manos del vampiro y lo muerde con toda la presión que su mandíbula es capaz de ejercer, pero este parece no inmutarse en lo absoluto y continúa chillando entre sus manos. Poco después se tranquiliza regresando y entremetiéndose en sus pies. Está a salvo. La ciega se arrodilla para tomarla, la rata se mueve a través de su cuerpo hasta posarse en su hombro. Le gruñe al vampiro, pero a la mujer… ella le atrae, le gusta.
Ignis sonríe macabra ante la amenaza del sujeto. ¡¿Quiere jugar a las escondidillas y al corre que te alcanzo?! Ella sabe cómo hacerlo mejor que nadie. –El hombre que camina en círculos es porque se ha perdido. Yo no estoy perdida, y tú no puedes detenerme. Si intentas lastimarme, ella me defenderá- Sentencia con una voz bastante cruda. –Eres un asesino y tu aura es siniestra, pero no te tengo miedo y ella…. – Es interrumpida por la voz de su muñeca. El espíritu atrapado dentro de aquel trapo viejo, vuelve a callar a Ignis. Está hablando demasiado, siempre lo hace. –Me dicen que ya te has alimentado, ¿Asesinarás por diversión? ¿Nos arrinconarás como lo hago con los bichos del cementerio?- Se carcajea socarronamente, se calla abruptamente. –Espero sobrevivir las horas suficientes hasta el amanecer- Sujeta a la rata entre sus manos, sonríe de medio lado y se echa a correr en medio de la penumbra. Las hierbas crujen bajo sus pies, algunas otras perdidas, arañan su rostro. “Arriba-Abajo; Izquierda-Derecha” Su muñeca va direccionándola a través de la espesura del pantano, pero a pesar de han estado juntas toda una vida, su sincronía no es perfecta. Ignis tropieza y rueda por una trampilla. Lo vendajes que traía en sus manos y tobillos, se desvanecen y las prendas van quedando enredadas entre la maleza.
Termina de bajar, se sostiene de los codos con la cabeza pegada al suelo. Muerde su labio inferior y sonríe divertida. –Hace tanto que no jugaba con alguien así- Habla consigo misma o tal vez no.
Ignis Lunacy- Humano Clase Baja
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Me aburrí de respetar los pensamientos ajenos, todo me resultaba complejo al punto de la locura y no del misterio y en esa medida decidí ahondar en sus mentes. La primera, la bruja, miraba con los ojos bien abiertos y al leer sus pensamientos comprendí que más que por mí era por "alguien más" en su mente. ¿Acaso estaré maldito?¿Más de lo que creen los otros? el destino parece ensañarse conmigo y querer enloquecerme al encontrar a tales mujeres, he de creer que algo raro pasa porque ¡No he sido capaz de cruzarme a una mujer normal en años! No comenté nada en principio, desvie la mirada y preste atención sin comprender demasiado. Su mente era un caos completo y casi creí que era peor que lo que pasaba por la mente de Ignis.
-Mmm- fue todo lo que dije cuando la rata hincó sus dientes en mis manos y me distrajo de lo que decía la peliroja y la bruja. Supongo que habrá sido una sensación molesta para el animal porque escapó con prontitud de mis manos a las de la joven para luego llegar al suelo, ser rescatada por su propietaria y de nuevo parecer su mascota de una forma por completo antinatural. Las observé a ambas por un momento en silencio, até cabos y fruncí los labios con ligera confusión. Mis teorías estaban erradas, los papeles habían sido intercambiados y ahora me daba cuenta. -Somos lo que crees; eso exactamente y no otra cosa. Somos un vampiro, una bruja y... una mujer que creen que ha enloquecido cuando no dice más que la verdad que muchos ignoran.- era de esperarse que demasiada realidad aturdiera a cualquiera, más si este no podía ver y tenía tal sensibilidad para las cosas sobrenaturales siendo apenas una humana sin un aura en particular. ¿O acaso era como Hamlet? Tal vez estuviera loca o tal vez sólo lo fingiera. Si lo era, ¿también tenía momentos de lucidez? ¿Cómo diferenciar uno de otro? las preguntas se me amontonaban en la cabeza de forma inevitable y no podía preguntarlas en voz alta porque nadie las respondería.
"...pues ya supiera el género de su locura; pero, como no la sabía, ya le tenía por cuerdo y ya por loco, porque lo que hablaba era concertado, elegante y bien dicho, y lo que hacía, disparatado, temerario y tonto"
Pero un loco en muchos casos se fija en las cosas que los otros no ven o no quieren ver, entonces ¿Quién de ellas estaba más loca? ¿Acaso yo también estaba enloqueciendo? empecé a sentirme molesto. Maldita Justine, mil veces maldita.
-¿Ella quién, tu rata?- reí muy ligeramente. -¿O la bruja con esa doble personalidad que encarcela como si fuera su peor enemiga y como si no pudiera dejarla?- Fruncí el ceño, debía decidir que hacer con ambas, no estaba dispuesto a dejarlas ir tan fácilmente cuando cada vez hablaban más y parecían saber más cosas.-El amanecer no es garantía de nada, querida. Las pesadillas siempre vuelven por las noches, en los sueños, tienen su momento como yo tengo el mío- pero ella arranca a correr como si el hecho de no ver no significara nada. Sin embargo merece ventaja e incluso tal vez, se le perdone como a los locos las reacciones y las palabras duras que no se le perdonarían a una persona cuerda. -¡Tienes 20 minutos, Ignis, sólo 20 e iré por ti!- Le anuncié en voz alta como si fuera un juego inocente. No obstante, tal vez la suerte de la bruja no fuera la misma, tal vez la de ninguna fuera lo que se esperaba. Un movimiento rápido y tenía a la bruja pegada a mí, me ubiqué tras su espalda y una mano rodeo su cintura y la otra acarició su cuello levantando el mentón. -Le daremos ventaja, un poco.- giré su cabeza y la vena sobresalió por la tensión ejercida al voltearse, me incliné y dejé que mi aliento gélido le rozara la piel mientras permanecía alerta a sus movimientos y pensamientos. -Aún tengo varias horas para jugar con ambas, para darles ventaja y seguirles impidiendo que se vayan. Ahora dime ¿Qué dice esa voz en tu cabeza?-
-Mmm- fue todo lo que dije cuando la rata hincó sus dientes en mis manos y me distrajo de lo que decía la peliroja y la bruja. Supongo que habrá sido una sensación molesta para el animal porque escapó con prontitud de mis manos a las de la joven para luego llegar al suelo, ser rescatada por su propietaria y de nuevo parecer su mascota de una forma por completo antinatural. Las observé a ambas por un momento en silencio, até cabos y fruncí los labios con ligera confusión. Mis teorías estaban erradas, los papeles habían sido intercambiados y ahora me daba cuenta. -Somos lo que crees; eso exactamente y no otra cosa. Somos un vampiro, una bruja y... una mujer que creen que ha enloquecido cuando no dice más que la verdad que muchos ignoran.- era de esperarse que demasiada realidad aturdiera a cualquiera, más si este no podía ver y tenía tal sensibilidad para las cosas sobrenaturales siendo apenas una humana sin un aura en particular. ¿O acaso era como Hamlet? Tal vez estuviera loca o tal vez sólo lo fingiera. Si lo era, ¿también tenía momentos de lucidez? ¿Cómo diferenciar uno de otro? las preguntas se me amontonaban en la cabeza de forma inevitable y no podía preguntarlas en voz alta porque nadie las respondería.
"...pues ya supiera el género de su locura; pero, como no la sabía, ya le tenía por cuerdo y ya por loco, porque lo que hablaba era concertado, elegante y bien dicho, y lo que hacía, disparatado, temerario y tonto"
Pero un loco en muchos casos se fija en las cosas que los otros no ven o no quieren ver, entonces ¿Quién de ellas estaba más loca? ¿Acaso yo también estaba enloqueciendo? empecé a sentirme molesto. Maldita Justine, mil veces maldita.
-¿Ella quién, tu rata?- reí muy ligeramente. -¿O la bruja con esa doble personalidad que encarcela como si fuera su peor enemiga y como si no pudiera dejarla?- Fruncí el ceño, debía decidir que hacer con ambas, no estaba dispuesto a dejarlas ir tan fácilmente cuando cada vez hablaban más y parecían saber más cosas.-El amanecer no es garantía de nada, querida. Las pesadillas siempre vuelven por las noches, en los sueños, tienen su momento como yo tengo el mío- pero ella arranca a correr como si el hecho de no ver no significara nada. Sin embargo merece ventaja e incluso tal vez, se le perdone como a los locos las reacciones y las palabras duras que no se le perdonarían a una persona cuerda. -¡Tienes 20 minutos, Ignis, sólo 20 e iré por ti!- Le anuncié en voz alta como si fuera un juego inocente. No obstante, tal vez la suerte de la bruja no fuera la misma, tal vez la de ninguna fuera lo que se esperaba. Un movimiento rápido y tenía a la bruja pegada a mí, me ubiqué tras su espalda y una mano rodeo su cintura y la otra acarició su cuello levantando el mentón. -Le daremos ventaja, un poco.- giré su cabeza y la vena sobresalió por la tensión ejercida al voltearse, me incliné y dejé que mi aliento gélido le rozara la piel mientras permanecía alerta a sus movimientos y pensamientos. -Aún tengo varias horas para jugar con ambas, para darles ventaja y seguirles impidiendo que se vayan. Ahora dime ¿Qué dice esa voz en tu cabeza?-
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Le sorprendió la reacción de ella, sus palabras parecían tener coherencia dentro de su absurdo dialogo a tres bandas entre un trapo y una rata. A pesar de todo ello había reconocido la condición de cada uno de los presentes ¿Cómo? Ella era una humana normal, su aura así lo manifestaba,¿acaso podían los humanos tener dones como ella? La pregunta revoloteo en su mente hasta que el rápido movimiento del cuerpo de Ignis la sobrevino y la hizo perder la concentración. Estaba claro que aquella muchacha no quería ayuda de nadie, quería demostrar que podía valerse por si misma a pesar de su discapacidad y que decir tiene que era demasiada valentía para una situación tan ardua. Sabía que estando juntas tenían mas posibilidades de sobrevivir, sobre todo la humana pero parecía ignorar aquel juicio aunque dudaba que tuviese alguno.
"Prepárate para lo peor, el sabe quienes somos Melinda, sabe de mi existencia,puede que sepa el siguiente paso que has de dar.Precaución querida". Asintió en su interior como si aquella advertencia viniese de una persona allí presente que ella solo podía ver y oír. Y comenzó a caminar de nuevo desatendiendo las palabras de todos ellos. Ansiaba la soledad de su habitación, el repentino silencio que siempre habitaba a su alrededor, el conciso aislamiento al que sometía su mente día tras día. Deseo para sus adentros que la humana fuese capaz de escapara de las garras del vampiro en tan poco tiempo, y supo que si le daba 20 minutos sería porque mientras ella sería su entretenimiento.
Repentinamente detuvo su caminar al notar las manos de él posarse en su cuerpo. Se paralizó,simplemente no pudo hacer nada por impedir caer entre sus brazos. La mano sobre su cintura se asió firme y férrea anulando sus movimientos. Su otra manos se movía lentamente en su rostro dirigiéndolo cual hilo de marioneta y poniendo su cuello a su merced. Su hálito glacial tomó todo su cuerpo y la hizo temblar por unos instantes mientras su mente recordaba. Semanas anteriores en la fiesta palaciega, aquel inmundo hechicero que con su retahíla de conjuros intento poseerla. Comparo su ataque ruin con el del vampiro, comenzó a sentirse asqueada, agobiada por sentirse débil de nuevo entre los brazos de un hombre. Ya fuese para complacer un instinto asesino o sexual como en la otra ocasión no podía permitir que aquello volviese a desgarrarla."¿Por qué preguntas lo que ya conoces? Crees que esto te dará cierta ventaja pero no sabes hasta que punto tener varias personalidades puede beneficiarme. habló con él a través de la bruja interna."Ella no sane lo que hace, se deja llevar por al predominante hoy no tuvo buena suerte y la bruja soberbia la dominó" comentó la parte humana."Deberías callarte, eres demasiado débil para esta vida" "Claro , tu forma de ser nos ha traído a un buen lugar". La disputa se asentó en su cabeza alzando varias voces en ella. Cuando llegó el punto álgido de la desavenencia oyó algo dirigido a ella."Melinda, como la otra vez."
Sabía a lo que se refería, tenía que hacer lo mismo que en la fiesta. Usar su magia, usar su don, pero no con esa intensidad, si no con una mayor y sabía como hacerlo, como ponía en el libro de los cambios. Cerró los ojos y centró su mente en su don acallando la trifulca patente, recordó la sensación de repulsión, de desagrado, de aversión. La hizo extender por todo su cuerpo para luego extrapolarlo al cuerpo del hombre y una vez situado allí pronunciar el conjuro magnificador: -Ecce factum magnficare- lo mantuvo haciéndolo crecer pensando que esta sensación de hastío haría retroceder al ser que la atrapaba como lo hizo con el brujo aquella vez usando menos dimensión de su habilidad.
"Prepárate para lo peor, el sabe quienes somos Melinda, sabe de mi existencia,puede que sepa el siguiente paso que has de dar.Precaución querida". Asintió en su interior como si aquella advertencia viniese de una persona allí presente que ella solo podía ver y oír. Y comenzó a caminar de nuevo desatendiendo las palabras de todos ellos. Ansiaba la soledad de su habitación, el repentino silencio que siempre habitaba a su alrededor, el conciso aislamiento al que sometía su mente día tras día. Deseo para sus adentros que la humana fuese capaz de escapara de las garras del vampiro en tan poco tiempo, y supo que si le daba 20 minutos sería porque mientras ella sería su entretenimiento.
Repentinamente detuvo su caminar al notar las manos de él posarse en su cuerpo. Se paralizó,simplemente no pudo hacer nada por impedir caer entre sus brazos. La mano sobre su cintura se asió firme y férrea anulando sus movimientos. Su otra manos se movía lentamente en su rostro dirigiéndolo cual hilo de marioneta y poniendo su cuello a su merced. Su hálito glacial tomó todo su cuerpo y la hizo temblar por unos instantes mientras su mente recordaba. Semanas anteriores en la fiesta palaciega, aquel inmundo hechicero que con su retahíla de conjuros intento poseerla. Comparo su ataque ruin con el del vampiro, comenzó a sentirse asqueada, agobiada por sentirse débil de nuevo entre los brazos de un hombre. Ya fuese para complacer un instinto asesino o sexual como en la otra ocasión no podía permitir que aquello volviese a desgarrarla."¿Por qué preguntas lo que ya conoces? Crees que esto te dará cierta ventaja pero no sabes hasta que punto tener varias personalidades puede beneficiarme. habló con él a través de la bruja interna."Ella no sane lo que hace, se deja llevar por al predominante hoy no tuvo buena suerte y la bruja soberbia la dominó" comentó la parte humana."Deberías callarte, eres demasiado débil para esta vida" "Claro , tu forma de ser nos ha traído a un buen lugar". La disputa se asentó en su cabeza alzando varias voces en ella. Cuando llegó el punto álgido de la desavenencia oyó algo dirigido a ella."Melinda, como la otra vez."
Sabía a lo que se refería, tenía que hacer lo mismo que en la fiesta. Usar su magia, usar su don, pero no con esa intensidad, si no con una mayor y sabía como hacerlo, como ponía en el libro de los cambios. Cerró los ojos y centró su mente en su don acallando la trifulca patente, recordó la sensación de repulsión, de desagrado, de aversión. La hizo extender por todo su cuerpo para luego extrapolarlo al cuerpo del hombre y una vez situado allí pronunciar el conjuro magnificador: -Ecce factum magnficare- lo mantuvo haciéndolo crecer pensando que esta sensación de hastío haría retroceder al ser que la atrapaba como lo hizo con el brujo aquella vez usando menos dimensión de su habilidad.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
¿Qué sabe el hombre sobre la vida o la existencia misma? Ser presa del tiempo congelado, no garantiza la sabiduría, esa que el ciego experimentó en su segundo año de vida. ‘Nunca estamos solos’ El hedor del pantano le hace inmiscuirse en esa verdad más allá de lo que sus ostros sentidos son capaces de percibir, había animales debajo de ellos y las aves se preparaban para emprender su vuelo desde la copa de los árboles. Incluso, las burbujas conducidas por la peste del lago, parecen tener vida propia al estallar contra la superficie y emitir ese sonido tan peculiar, como un ‘poc, poc, poc’. Las serpientes, las alimañas, todos esos animales zarrapastrosos se escabullen entre ellos, zigzagueando y hundiéndose en la tierra. Era como escucha la pala del profanador de tumbas, encajándose en el suelo una vez, y otra más. También se puede escuchar el inconfundible desgarre de la carne, dientes que se aprietan y se dejan vencer ante la fuerza, alguien se estaba alimentando…. Ignis puede escucharlo absolutamente todo, menos el corazón del hombre, menos la voz interna de la hembra. Oh, pero la mujer no sólo se rige por su sentido del oído, también existen otros más, como la empatía, aquella que le mostro los dos rostros de Melinda. Dos olores tan diferentes que convergían en la misma persona, que radiaban belleza oscura y peligrosa. Por otra parte estaba él, no se le olvida el inconfundible hedor a tiempo, pues en su ropa, en su piel, estaba grabada la esencia de la lluvia de meses pasados, la nieve y el bosque, había desolación, tierra húmeda, cavernas, sangre, muerte y el inconfundible olor a sexo incluso anque Ignis lo desconociera, ella puede percibirlo, no lo puede describir como a los otros; lo único que no encontró en él, fue el característico aroma del día….
Pero la pelirroja ha corrido lo más rápido que pudo, tan lejos como sus pies se lo permitieron, siguiendo las órdenes de una muñeca, un espíritu atrapado en el cuerpo inmóvil de un trapo viejo y sucio. ¡Apesta! Pero no importa, pues así la mujer se asegura que ninguna chiquilla estúpida se la desee arrebatar de las manos. «¡Ignis, has dejado un desastre. Él te encontrará! » La fémina rueda los ojos, hace un mohín. No le gusta en lo absoluto el ser reprimida, sabe lo que hace, no por ser una ciega, se trata de un cordero indefenso. Entierra sus manos sobre el fango y logra distinguir los cambios de temperatura; en la superficie la tierra está un poco seca, casi pastosa y es fría, pero más adentro, encuentra la humedad y el calor que los gusanos buscan cuando se hunden en ella. Atrapa uno. –¡Aquí estás!- El animal se retuerce entre sus dedos, casi como gritara desesperadamente un súplica que la pelirroja no pudo –es decir, no quiso- escuchar. Se lo traga. «No hay tiempo para comer, debemos correr» Termina de tragar. Suspira. –Corre tú, ese hombre quiere jugar, yo quiero jugar. Metus…. Metus quiere ir al baño- Hace un mohín disgusto y suelta a la rata quien se escabulle entre los arbustos y se pierde. «Ese animal no volverá a ti, Ignis» La chica sacude su cabeza como si con ese acto pudiese desaparecer la voz burlona e inquisitiva de su muñeca.
Se está cansando de sus reclamos, de su excesivo cuidado, ¿Acaso no sabe quién es ella? ¡Es la hija de Malaquias! ¡El hechicero! ¡El dueño del circo! ¿Circo? ¡Eso es! Ignis levanta el rostro para poder olfatear a su alrededor, busca la inconfundible esencia de las cenizas elevadas al aire mezclada con el licor y la frenética energía de los gitanos. Pero lo que encuentra es la peste del pantano. Arruga la nariz. –Vamos a morir aquí, ¿Cierto?- Pregunta pero no obtiene una respuesta. Mania ha decidido hacerle la ley del hielo, o al menos eso parece. Gruñe por debajo. –Como quieras, no tengo miedo a morir. Dicen que estando allá, es como no ver nada, una obscuridad absoluta y remota al mismo tiempo. Sientes tus manos pero no puedes verlas, escuchas voces pero no sabes de donde provienen, se sienten solos porque no huele a nada y hay ocasiones en las que el silencio es tan devastador que sientes volverte loco.- Se pone de pie. Sus gestos se endurecen, lleva ambas manos hasta la diminuta cintura que es ajustada por su corsé. –Bajo ese precepto, yo ya estoy muerta. ¡Todos lo estamos! Alguna vez todo el mundo ha sentido eso. Lo sé porque lo he escuchado. Además el dolor no duele.- Comienza a desesperarse y camina en círculos. Sabe lo que está haciendo, no quiere irse, está esperando a ese hombre. –Uhmmm. Tal vez se perdió.- No le gusta su idea descabellada, pero aún así emprende el camino para buscarlo, en el trayecto. Varias espinas cruzan por un costado de su rostro y rasgan sus mejillas. Se queja. Relamiendo su propia sangre. –Ya entiendo porque me quiere comer, soy deliciosa… Tanto como el gusano de hace un minuto- «¡Ignis!» Estaba tan concentrada en el sabor metálico de la sangre que ignoró el falso suelo por el cual caminaba. Al frente suyo, un pequeño –pero asesino- acantilado la deja suspendida, sólo sujetada de una miserable raíz.
Pero la pelirroja ha corrido lo más rápido que pudo, tan lejos como sus pies se lo permitieron, siguiendo las órdenes de una muñeca, un espíritu atrapado en el cuerpo inmóvil de un trapo viejo y sucio. ¡Apesta! Pero no importa, pues así la mujer se asegura que ninguna chiquilla estúpida se la desee arrebatar de las manos. «¡Ignis, has dejado un desastre. Él te encontrará! » La fémina rueda los ojos, hace un mohín. No le gusta en lo absoluto el ser reprimida, sabe lo que hace, no por ser una ciega, se trata de un cordero indefenso. Entierra sus manos sobre el fango y logra distinguir los cambios de temperatura; en la superficie la tierra está un poco seca, casi pastosa y es fría, pero más adentro, encuentra la humedad y el calor que los gusanos buscan cuando se hunden en ella. Atrapa uno. –¡Aquí estás!- El animal se retuerce entre sus dedos, casi como gritara desesperadamente un súplica que la pelirroja no pudo –es decir, no quiso- escuchar. Se lo traga. «No hay tiempo para comer, debemos correr» Termina de tragar. Suspira. –Corre tú, ese hombre quiere jugar, yo quiero jugar. Metus…. Metus quiere ir al baño- Hace un mohín disgusto y suelta a la rata quien se escabulle entre los arbustos y se pierde. «Ese animal no volverá a ti, Ignis» La chica sacude su cabeza como si con ese acto pudiese desaparecer la voz burlona e inquisitiva de su muñeca.
Se está cansando de sus reclamos, de su excesivo cuidado, ¿Acaso no sabe quién es ella? ¡Es la hija de Malaquias! ¡El hechicero! ¡El dueño del circo! ¿Circo? ¡Eso es! Ignis levanta el rostro para poder olfatear a su alrededor, busca la inconfundible esencia de las cenizas elevadas al aire mezclada con el licor y la frenética energía de los gitanos. Pero lo que encuentra es la peste del pantano. Arruga la nariz. –Vamos a morir aquí, ¿Cierto?- Pregunta pero no obtiene una respuesta. Mania ha decidido hacerle la ley del hielo, o al menos eso parece. Gruñe por debajo. –Como quieras, no tengo miedo a morir. Dicen que estando allá, es como no ver nada, una obscuridad absoluta y remota al mismo tiempo. Sientes tus manos pero no puedes verlas, escuchas voces pero no sabes de donde provienen, se sienten solos porque no huele a nada y hay ocasiones en las que el silencio es tan devastador que sientes volverte loco.- Se pone de pie. Sus gestos se endurecen, lleva ambas manos hasta la diminuta cintura que es ajustada por su corsé. –Bajo ese precepto, yo ya estoy muerta. ¡Todos lo estamos! Alguna vez todo el mundo ha sentido eso. Lo sé porque lo he escuchado. Además el dolor no duele.- Comienza a desesperarse y camina en círculos. Sabe lo que está haciendo, no quiere irse, está esperando a ese hombre. –Uhmmm. Tal vez se perdió.- No le gusta su idea descabellada, pero aún así emprende el camino para buscarlo, en el trayecto. Varias espinas cruzan por un costado de su rostro y rasgan sus mejillas. Se queja. Relamiendo su propia sangre. –Ya entiendo porque me quiere comer, soy deliciosa… Tanto como el gusano de hace un minuto- «¡Ignis!» Estaba tan concentrada en el sabor metálico de la sangre que ignoró el falso suelo por el cual caminaba. Al frente suyo, un pequeño –pero asesino- acantilado la deja suspendida, sólo sujetada de una miserable raíz.
FDR: ¡Perdón! No me coman por el retraso, he estado algo liada con mi trabajo.
Ignis Lunacy- Humano Clase Baja
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Re: Good night, my whore (Melinda Stelle e Ignis Lunacy)
Físicamente allí habíamos 3 personas; pero las voces en total eran al menos unas cinco. Mientras la humana corría, una vaga idea de una bruja dormida en ella me sobrevino de la mano de los recuerdos y, es apenas normal cuando se ha visto tanto en cinco mil años y se han recorrido cientos de lugares en ese lapso de tiempo. Aquella no era normal y no me refiero a lo natural en ningún sentido. Sus pensamientos me decían que ella obedecía a alguien más o al menos contemplaba con valor las opiniones de ese otro. En efecto, yo no podía escuchar la otra voz, pero sí podía percibir las respuestas de la joven a ese ser que me resultaba por completo desconocido. En ella, sus ojos eran cerrados abismos que daban cuenta en el interior a lo desconocido y en esa medida los distinguía tal como nosotros, los sobrenaturales, podemos ver las auras para detectar con quién tratamos. Ignis no poseía una en particular, pero no me cabía duda que en algún momento podría desatarse una especie de bruja en su interior que finalmente tomara dominio de su ser de ahí en más. Meras teorías basadas en historias pasadas, lógicamente.
Mientras sostenía a Melinda (Supe el nombre por la forma en que la llamaba ese otro pensamiento en el interior, aunque me causó curiosidad si ambas se llamaban así la una a la otra como si fueran una sola entidad y a las vez dos distintas), sus pensamientos fueron fuertes de nuevo. Ella relacionaba todo, encajaba situaciones con momentos del pasado y parecía no tener control sobre ello. Realmente, yo no iba a sobrepasarme, no tenía intensión e incluso dudaba matarla aunque me fuera necesario. Si debía quitarle la vida, no iba a titubear, pero tampoco iba a torturarla, mucho menos a tocarla de la forma en que se visualizaba en sus pensamientos, mis intensiones estaban bien lejos de lo que la bruja podía imaginar. Lo que hacía, era un mero juego para probar qué tanto debían vivir, que tan conveniente me sería si seguían respirando o dejaban de hacerlo. -Tus palabras pueden seguirte condenando. Piensa en lo que hablarás, porque eso será lo que tome por válido.- afirmé con voz baja mientras ella seguía peleando en sus pensamientos con ese extraño "otro yo" que distaba mucho en opinión de la Melinda que más hablaba. ¿Quién era la fuerte? ¿Quién era la prudente? ¿Quién condenaría a quién? Unas palabras en latín fueron las que salieron de sus labios al tiempo que una sensación de repulsa me recorría el cuerpo. La así entonces con más fuerza. -No creo que quieras que sea mi turno, Melinda- pronuncié su nombre con claridad. -Una sensación como esa solo logrará que me moleste más y no te deje ir y, créeme, mi orgullo pesa más que las ganas de soltarte que quieres generar en mí.- La tomé por el brazo y la arrastré conmigo por el camino seguido hasta hace unos momentos por la humana. -Vamos, Ignis quiere jugar- ella no estaba muy lejos, el tiempo que le permití había sido quizás menos del que había prometido pero a paso lento llegaría a tiempo. Sus pensamientos me eran claros, no le había perdido el hilo en la distancia y pasaba lo mismo con la bruja. -Ella cree que morirá aquí ¿Tú crees lo mismo?- espeté mientras la seguía halando sin la más mínima intensión de soltarla y a menos que pasara algo muy fuerte, no podría liberarse de la presa que ejercía mi mano en su brazo.
Faltaban unos pasos, un par de giros y allí estaría ella, Ignis, la que al hablar de la muerte en voz alta me permitió notar un atisbo de coherencia que me dejó sorprendido. -¿Ya puedes oírla? ella espera, ella sabe de qué se trata esto- sus pasos se alejaron y se acercaron al tiempo. Había elegido la dirección correcta pero se desviaba apenas unos pasos y el aroma de su sangre, aunque leve, fue lo que necesitaba para ubicarla con más prontitud. -Ven por aquí- le dije a la bruja y la halé sin tener en cuenta lo que las espinas también podrían hacerle a ella en ese repentino giro que había tomado. Pero al terminar esa enrramada, la nada misma se asomaba ante mis ojos. La niebla, disimulaba el abismo que se abría a mis pies y al mirar hacia abajo supe el porque no estaba Ignis al momento de irrumpir allí. Me giré y tomé a Melinda de frente sujetándole ambos brazos. -Creo que ya sé cómo aclararme la duda de tus personalidades. ¿Quieres huir o ayudar a la otra mujer como querías hace un rato? Mira hacia abajo- incliné su cuerpo sosteníendola para que no cayera en el intento de notar lo que pasaba. -Hola de nuevo, Ignis- saludé con un tono sereno poco adecuado para tal situación y luego solté a Melinda. -Eres libre de irte o de ayudarla a ella- di dos pasos hacia atrás -¿Cuál de tus personalidades es la que pesa?- le sonreí y me crucé de brazos dándole a entender que yo no haría nada. Si decidía escapar, lo podría hacer. Si se quedaba, eso cambiaría las cosas. Pero había algo más, al mirar hacia arriba un par de gotas cayeron sobre mi rostro y de nuevo volví la vista a la bruja -Lo que has de hacer, hazlo pronto, porque la lluvia caerá pronto y con ella Ignis al abismo-
Mientras sostenía a Melinda (Supe el nombre por la forma en que la llamaba ese otro pensamiento en el interior, aunque me causó curiosidad si ambas se llamaban así la una a la otra como si fueran una sola entidad y a las vez dos distintas), sus pensamientos fueron fuertes de nuevo. Ella relacionaba todo, encajaba situaciones con momentos del pasado y parecía no tener control sobre ello. Realmente, yo no iba a sobrepasarme, no tenía intensión e incluso dudaba matarla aunque me fuera necesario. Si debía quitarle la vida, no iba a titubear, pero tampoco iba a torturarla, mucho menos a tocarla de la forma en que se visualizaba en sus pensamientos, mis intensiones estaban bien lejos de lo que la bruja podía imaginar. Lo que hacía, era un mero juego para probar qué tanto debían vivir, que tan conveniente me sería si seguían respirando o dejaban de hacerlo. -Tus palabras pueden seguirte condenando. Piensa en lo que hablarás, porque eso será lo que tome por válido.- afirmé con voz baja mientras ella seguía peleando en sus pensamientos con ese extraño "otro yo" que distaba mucho en opinión de la Melinda que más hablaba. ¿Quién era la fuerte? ¿Quién era la prudente? ¿Quién condenaría a quién? Unas palabras en latín fueron las que salieron de sus labios al tiempo que una sensación de repulsa me recorría el cuerpo. La así entonces con más fuerza. -No creo que quieras que sea mi turno, Melinda- pronuncié su nombre con claridad. -Una sensación como esa solo logrará que me moleste más y no te deje ir y, créeme, mi orgullo pesa más que las ganas de soltarte que quieres generar en mí.- La tomé por el brazo y la arrastré conmigo por el camino seguido hasta hace unos momentos por la humana. -Vamos, Ignis quiere jugar- ella no estaba muy lejos, el tiempo que le permití había sido quizás menos del que había prometido pero a paso lento llegaría a tiempo. Sus pensamientos me eran claros, no le había perdido el hilo en la distancia y pasaba lo mismo con la bruja. -Ella cree que morirá aquí ¿Tú crees lo mismo?- espeté mientras la seguía halando sin la más mínima intensión de soltarla y a menos que pasara algo muy fuerte, no podría liberarse de la presa que ejercía mi mano en su brazo.
Faltaban unos pasos, un par de giros y allí estaría ella, Ignis, la que al hablar de la muerte en voz alta me permitió notar un atisbo de coherencia que me dejó sorprendido. -¿Ya puedes oírla? ella espera, ella sabe de qué se trata esto- sus pasos se alejaron y se acercaron al tiempo. Había elegido la dirección correcta pero se desviaba apenas unos pasos y el aroma de su sangre, aunque leve, fue lo que necesitaba para ubicarla con más prontitud. -Ven por aquí- le dije a la bruja y la halé sin tener en cuenta lo que las espinas también podrían hacerle a ella en ese repentino giro que había tomado. Pero al terminar esa enrramada, la nada misma se asomaba ante mis ojos. La niebla, disimulaba el abismo que se abría a mis pies y al mirar hacia abajo supe el porque no estaba Ignis al momento de irrumpir allí. Me giré y tomé a Melinda de frente sujetándole ambos brazos. -Creo que ya sé cómo aclararme la duda de tus personalidades. ¿Quieres huir o ayudar a la otra mujer como querías hace un rato? Mira hacia abajo- incliné su cuerpo sosteníendola para que no cayera en el intento de notar lo que pasaba. -Hola de nuevo, Ignis- saludé con un tono sereno poco adecuado para tal situación y luego solté a Melinda. -Eres libre de irte o de ayudarla a ella- di dos pasos hacia atrás -¿Cuál de tus personalidades es la que pesa?- le sonreí y me crucé de brazos dándole a entender que yo no haría nada. Si decidía escapar, lo podría hacer. Si se quedaba, eso cambiaría las cosas. Pero había algo más, al mirar hacia arriba un par de gotas cayeron sobre mi rostro y de nuevo volví la vista a la bruja -Lo que has de hacer, hazlo pronto, porque la lluvia caerá pronto y con ella Ignis al abismo-
- Spoiler:
- No te preocupes, no hay lío
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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