AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
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La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Eran simples pasos, simples pasos pesados contra lo que era el suelo arenoso del puerto de París. La luna era apenas la única iluminación del lugar exceptuando unas pequeñas luces que provenían de farolillos que se encontraban en los barcos, supuestamente para encontrarlos en el caso de que alguien quisiera coger el suyo el plena noche. Las pocas nubes que habían aquella noche situadas en el cielo eran suficientes como para esconder por ciertos instantes la luna entre ellas, como impidiéndola el paso por algún capricho suyo, junto con ellas, se encontraba aquel frío helador habitual en las noches de otoño parisinas y el vaho que se desprendía por la boca era más que notable.
Yo, con mis dieciséis años de edad, caminaba a paso lento y tranquilo por aquel lugar de grandes barcos y aguas cristalinas aunque, por desgracia, con algún que otro deshecho en ellas debido a ciertas personas que parecen no conocer lo que es la limpieza. Miraba tan solo al suelo, dejando caer mi pelo rubio por delante de mi rostro sin importarme, iba pensando en mis cosas mientras observaba el vaho que salía de entre mis labios y apretaba los puños dentro de los bolsillos de aquella chaqueta de lana vieja que había encontrado tirada en la calle, pero que en verdad daba bastante calor y era cómoda, aunque estuviera bastante rota, daba una clara imagen de mi circunstancia económica, pero me daba exactamente igual, aquello no era en absoluto algo que me importara lo más mínimo, con tener algo que llevarme a la boca, tenía más que suficiente, y por ello me encontraba en aquel lugar.
Aquel era el barco. Grande, con redes, pesquero. Y lo más importante, tenía comida dentro.
Me adentré en él y comencé a buscar por todos los lados aunque fueran trozos de pan, aquello también me servía, o algo de leche, que hacía bastante tiempo que no probaba ni gota.
Para mi desgracia, el barco no estaba solo y uno de sus tripulantes salió de donde se encontraba porque había escuchado un ruido y me vio.
- ¡MALDITA LADRONA! - El grotesco grito del hombre me hizo sobresaltar y salí corriendo por dónde había venido mientras aquel hombre de unos treinta y cinco años de edad me perseguía con una botella de cristal en la mano. Salí a la cubierta y pasé la borda agarrándome a una de las cuerdas de amarre que tenía el barco y me deslicé por ella hasta el suelo donde comencé a correr a esconderme entre las casetas, ya que dudaba mucho que el hombre se fuera a bajar del barco, sin embargo, lanzó la botella con la suficiente fuerza como para que se rompiera justamente a mi lado y me salpicaran los cristales. Me sacudí rápidamente y seguí corriendo hasta llegar a la parte de atrás de una de las casetas que había. Me dejé caer contra la pared respirando agitadamente.
Yo, con mis dieciséis años de edad, caminaba a paso lento y tranquilo por aquel lugar de grandes barcos y aguas cristalinas aunque, por desgracia, con algún que otro deshecho en ellas debido a ciertas personas que parecen no conocer lo que es la limpieza. Miraba tan solo al suelo, dejando caer mi pelo rubio por delante de mi rostro sin importarme, iba pensando en mis cosas mientras observaba el vaho que salía de entre mis labios y apretaba los puños dentro de los bolsillos de aquella chaqueta de lana vieja que había encontrado tirada en la calle, pero que en verdad daba bastante calor y era cómoda, aunque estuviera bastante rota, daba una clara imagen de mi circunstancia económica, pero me daba exactamente igual, aquello no era en absoluto algo que me importara lo más mínimo, con tener algo que llevarme a la boca, tenía más que suficiente, y por ello me encontraba en aquel lugar.
Aquel era el barco. Grande, con redes, pesquero. Y lo más importante, tenía comida dentro.
Me adentré en él y comencé a buscar por todos los lados aunque fueran trozos de pan, aquello también me servía, o algo de leche, que hacía bastante tiempo que no probaba ni gota.
Para mi desgracia, el barco no estaba solo y uno de sus tripulantes salió de donde se encontraba porque había escuchado un ruido y me vio.
- ¡MALDITA LADRONA! - El grotesco grito del hombre me hizo sobresaltar y salí corriendo por dónde había venido mientras aquel hombre de unos treinta y cinco años de edad me perseguía con una botella de cristal en la mano. Salí a la cubierta y pasé la borda agarrándome a una de las cuerdas de amarre que tenía el barco y me deslicé por ella hasta el suelo donde comencé a correr a esconderme entre las casetas, ya que dudaba mucho que el hombre se fuera a bajar del barco, sin embargo, lanzó la botella con la suficiente fuerza como para que se rompiera justamente a mi lado y me salpicaran los cristales. Me sacudí rápidamente y seguí corriendo hasta llegar a la parte de atrás de una de las casetas que había. Me dejé caer contra la pared respirando agitadamente.
Suzel Savoie- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 30/09/2012
Localización : Paris
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Por que las noches siempre eran tan hermosas? Siempre me preguntaba lo mismo, no era como si no las conociera. Podía decir cuando salía y cuando se escondía el sol y la luna. Podía contar las estrellas que aparecían en una determinada parte de parís y sin embargo nunca me cansaba de ver el cielo despejado en las noches. Lo cual era un problema cuando estaba tormentoso, pues no era muy amigo de los rayos y truenos. Pero esa noche estaba especialmente fría y algo desolada. Decidí caminar por la parte de la costanera, mirando a la gente caminar. Las mujeres de tacones con esos vestidos ridículos y de mal gusto. Nunca me han gustado las cosas cargadas y mucho menos en mujeres. Parecían como frascos adornados. No había nada para imaginar, pues siempre estaban con cosas apretadas y que dejaban ver parte de sus "encantos"... Y mis gustos, quizá algo tontos, eran simples... Un vestido suave y flojo hacía ver a una mujer mucho mas sensual.
-Eh... ? Que pasa allí...?
Me pregunté cuando un ruido me saco de mis profundos pensamientos. Miré a los lados; la escena fue mas que divertida; una mujer saltando por una cuerda con una destreza bastante admirable y un vidrio se rompía ofreciendo un aroma al viendo que no podía negar que me había llamado mucho la atención. El suave olor a sangre se esparció unos momentos y llego a mis fosas nasales como la propia velocidad de la luz... Me dejé guiar por el olor y suavemente comencé a caminar detrás de lo que parecía ser una "doncella" en aprietos.
Le miré y me encontré con una esplendida belleza unos labios asustadizos de color pálido, parecía tener frío... Sus labios y ojos mostraban que estaba agitada y sus piernas denotaban que había corrido aun pequeño tramo. Me acerqué con tranquilidad, dejando que mi suave belleza y atracción hacia los seres mortales me escoltara. Como protegiéndome de algún ataque y algún sobre salto de aquella joven que parecía tener algún que otro aprieto. Era chiquita, podía decir que me llegaba apenas al pecho... Que edad tendría? Comenzaron a acecharme varias incógnitas. Pero me las guarde un momento al escuchar como alguien gritaba por atrás diciendo que quería cazar a la ladrona y algunas estupideces mas. Rodé los ojos y comencé a caminar, enrollando a la muchacha con uno de mis hombros.
-Salgamos de aquí... Que estabas robando? Estas bien? Tienes astillas
Dejé salir en una suave sonrisa, dejando ver mis dientes blancos profundos, moviendo mi melena a los lados para así poder ver mejor el camino hacia la parte centrar del puerto, donde vendían varios tipos de carnes y había puesto de comida y artesanías en los costados. Era un lugar agradable, para gente de los bajos puestos de la sociedad. Yo seguía con mi sonrisa pegada al rostro, dejando ver mis intenciones no tan malas, pues me había alimentado hace poco, aunque ella había osado despertar un poco mi hambre...
-Eh... ? Que pasa allí...?
Me pregunté cuando un ruido me saco de mis profundos pensamientos. Miré a los lados; la escena fue mas que divertida; una mujer saltando por una cuerda con una destreza bastante admirable y un vidrio se rompía ofreciendo un aroma al viendo que no podía negar que me había llamado mucho la atención. El suave olor a sangre se esparció unos momentos y llego a mis fosas nasales como la propia velocidad de la luz... Me dejé guiar por el olor y suavemente comencé a caminar detrás de lo que parecía ser una "doncella" en aprietos.
Le miré y me encontré con una esplendida belleza unos labios asustadizos de color pálido, parecía tener frío... Sus labios y ojos mostraban que estaba agitada y sus piernas denotaban que había corrido aun pequeño tramo. Me acerqué con tranquilidad, dejando que mi suave belleza y atracción hacia los seres mortales me escoltara. Como protegiéndome de algún ataque y algún sobre salto de aquella joven que parecía tener algún que otro aprieto. Era chiquita, podía decir que me llegaba apenas al pecho... Que edad tendría? Comenzaron a acecharme varias incógnitas. Pero me las guarde un momento al escuchar como alguien gritaba por atrás diciendo que quería cazar a la ladrona y algunas estupideces mas. Rodé los ojos y comencé a caminar, enrollando a la muchacha con uno de mis hombros.
-Salgamos de aquí... Que estabas robando? Estas bien? Tienes astillas
Dejé salir en una suave sonrisa, dejando ver mis dientes blancos profundos, moviendo mi melena a los lados para así poder ver mejor el camino hacia la parte centrar del puerto, donde vendían varios tipos de carnes y había puesto de comida y artesanías en los costados. Era un lugar agradable, para gente de los bajos puestos de la sociedad. Yo seguía con mi sonrisa pegada al rostro, dejando ver mis intenciones no tan malas, pues me había alimentado hace poco, aunque ella había osado despertar un poco mi hambre...
Invitado- Invitado
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Cerré los ojos con fuerza mientras continuaba sentada contra la vieja pared de madera de aquella caseta que parecía abandonada.
Estaba bastante harta de aquellas escenas, ciertamente. Siempre arremetía contra casas ajenas o barcos, siempre que fueran propiedad de alguien adinerado, para poder conseguir algo que llevarme a la boca, ya que, siendo tan joven y encima una mujer, en ningún lado me ofrecían trabajo, como mucho se reían de con mirada de superioridad y desprecio. Lo odiaba, me sacaba de quicio... Por lo menos no intentaban pasarse con los desprecios y quien lo hubo intentado ya se dio cuenta de que no debería de haberlo hecho...
Respiraba agitada y no sabía muy bien si era por lo rápido que había corrido o más bien por el susto que llevaba en el cuerpo en aquel momento. Respiré hondo varias veces y jadeé un momento abriendo los ojos de golpe cuando me percaté de que alguien que acababa de aparecer a mi lado de una forma completamente sigilosa me hablaba. Maldita forma de ser mía, tan asustadiza.
Me quedé observándole desde el suelo, sin moverme, simplemente le miraba, no sabía si pensaba hacerme daño o era un milagro que había aparecido alguien que quisiera ayudarme y más aún alguien como él... Debería de tener alrededor de unos veinte años, alto, de pelo liso y oscuro, piel pálida, pero hasta simplemente observándola se hacía notar la probable suavidad de esta al tacto. Tenía los ojos oscuros y rasgados, con lo que pude notar que no era de allí o por lo menos no sus antepasados, y sus labios carnosos y rosados hacían en conjunto una belleza sobrenatural.
- ¿Quién...? ¿Quién eres tú? - Dije al tiempo que me levantó rodeándome con su brazo y comenzando a caminar. Le seguí sin oponer resistencia alguna a sus movimientos y la verdad, es que la curiosidad me asaltaba notablemente.
Asentí con un leve gesto de cabeza a su pregunta y luego observé mi ropa, la cual, como había dicho, estaba llena de astillas. Me sacudí levemente mientras continué caminando hacia donde me llevara aquel joven, al parecer, nos dirigíamos a lo que se conocía como el centro del puerto, lleno de puestos de artesanía y de productos alimenticios.
Alcé la mirada un momento para poder verle el rostro, sonreía como si no ocurriera nada, era una sonrisa que me transmitía cierta alegría y ánimo, era curioso...
Llegamos a lo que era el puerto de París, donde la poca gente que quedaba a esas horas simplemente se dedicaba a mirar los restos de lo que había quedado del día y otros muchos comenzaban a recoger.
Mi respiración volvía a la normalidad y respiré hondo.
- Gracias...
Estaba bastante harta de aquellas escenas, ciertamente. Siempre arremetía contra casas ajenas o barcos, siempre que fueran propiedad de alguien adinerado, para poder conseguir algo que llevarme a la boca, ya que, siendo tan joven y encima una mujer, en ningún lado me ofrecían trabajo, como mucho se reían de con mirada de superioridad y desprecio. Lo odiaba, me sacaba de quicio... Por lo menos no intentaban pasarse con los desprecios y quien lo hubo intentado ya se dio cuenta de que no debería de haberlo hecho...
Respiraba agitada y no sabía muy bien si era por lo rápido que había corrido o más bien por el susto que llevaba en el cuerpo en aquel momento. Respiré hondo varias veces y jadeé un momento abriendo los ojos de golpe cuando me percaté de que alguien que acababa de aparecer a mi lado de una forma completamente sigilosa me hablaba. Maldita forma de ser mía, tan asustadiza.
Me quedé observándole desde el suelo, sin moverme, simplemente le miraba, no sabía si pensaba hacerme daño o era un milagro que había aparecido alguien que quisiera ayudarme y más aún alguien como él... Debería de tener alrededor de unos veinte años, alto, de pelo liso y oscuro, piel pálida, pero hasta simplemente observándola se hacía notar la probable suavidad de esta al tacto. Tenía los ojos oscuros y rasgados, con lo que pude notar que no era de allí o por lo menos no sus antepasados, y sus labios carnosos y rosados hacían en conjunto una belleza sobrenatural.
- ¿Quién...? ¿Quién eres tú? - Dije al tiempo que me levantó rodeándome con su brazo y comenzando a caminar. Le seguí sin oponer resistencia alguna a sus movimientos y la verdad, es que la curiosidad me asaltaba notablemente.
Asentí con un leve gesto de cabeza a su pregunta y luego observé mi ropa, la cual, como había dicho, estaba llena de astillas. Me sacudí levemente mientras continué caminando hacia donde me llevara aquel joven, al parecer, nos dirigíamos a lo que se conocía como el centro del puerto, lleno de puestos de artesanía y de productos alimenticios.
Alcé la mirada un momento para poder verle el rostro, sonreía como si no ocurriera nada, era una sonrisa que me transmitía cierta alegría y ánimo, era curioso...
Llegamos a lo que era el puerto de París, donde la poca gente que quedaba a esas horas simplemente se dedicaba a mirar los restos de lo que había quedado del día y otros muchos comenzaban a recoger.
Mi respiración volvía a la normalidad y respiré hondo.
- Gracias...
Suzel Savoie- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/09/2012
Localización : Paris
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Una sonrisa deslumbrante fue la que apareció en mi boca cuando pregunto aquello. Quien era? Pues no era nadie... No lo recordaba y tampoco me interesaba saberlo. Lo único que sabía era que no tenía nada que hacer en ese momento y ella se veía realmente asustada y sola. Por lo que, que mejor compañía que un lindo y simpático vampiro?
Asentí cuando ella se movió hacia donde le indicaba y comencé a sacar con disgusto un pañuelo de seda de mi pantalón. Me volteé quedando frente a ella y enarcando una ceja limpié pequeñas marquitas de barro que al parecer le habían saltado cuando corría. Se veía hermosa de ese modo y daban ganas de abrazarla dulcemente y no soltarla.
-Soy Hero y no te quiero lastimar~ Que estabas robando allí? Me lo dirás?
Volví a preguntar de forma cariñosa, mientras le acomodaba los cabellos con dos de mis dedos, suspirando por aquella pequeña belleza que dejaba salir con naturalidad la joven. Sus ropas eran sueltas y algo desalineadas, por lo que le daba una sensualidad, que probablemente solo yo la podía ver.
Acomodé mi traje unos segundos al tiempo que miraba a los lados y olisqueé el ambiente, encontrando un lugar de carnes y bebidas calientes. Se notaban que eran cosas caseras, por lo tanto, seguramente eran mas apetitosas que muchos otros restaurantes.
Le tomé despacito la mano y caminé hacia allí sin decir nada, reinaba un silencio mas bien cómodo, mientras elegía algunas cosas que estaban allí dedicándome a sonreír mientras tomaba aquel cono con comida dentro, lo miré algo curioso y se lo entregué a la chica, caminando hacia un lado para agacharme y ver las baratijas que había en el suelo, algunas se veían especialmente hermosas. De todos los colores que podía estar.
-Ohh... Oye mira que lindo estos aretes... No crees que se verían bien con tus ojos? Mmm... tienes agujeritos?
Pregunté con soltura, mientras le dedicaba una sonrisa donde mi boca se abrió un poco y mi cabeza estaba mirando hacia arriba pues estaba aun arrodillado; apoyado sobre mis pies para no ensuciar mi pantalón. De repente mis ojos se abrieron un poco por la sorpresa al ver como el hombre aquel tomaba esos aros y los separaba un poco de mi, negando con un dedo, al parecer tenía un discurso para dar - - Monsieur! Estos aretes no son para cualquiera; la leyenda cuenta que solo los seres de gran poder espiritual pueden llevarlos. Son una leyenda en todo parís... Únicos en todo el continente! Solo los brujos y gitanos pueden poseer algo como esto... - Y allí iban de nuevo... Solo para cobrarme un poco mas caro... No es como si me importase el dinero; nunca me ha importado, menos ahora.
Miré a la chica de reojo y los apunté como preguntándole si los quería; levantándome de allí para ir nuevamente a su lado, observando de reojo como aquel hombre seguía promocionando los aretes. Sonreí de lado y asentí a sus palabras, la verdad si lo que decía el hombre era verdad o mentira yo no lo sabía; pero eran de un hermoso color y no los podía usar para mí. Pasé una mano alrededor del hombro ajeno, robando de aquella comida un diminuto pedazo de carne. Le miré y apenas apoyé la lengua sobre este, masticándolo con algo de dudas, para luego suspirar. No era picante, tampoco muy salado, el gusto era casi nulo a mi paladar.
-Y bien... Señorita sin nombre aun... Te gustarían unos aros para esas hermosas orejitas?
Asentí cuando ella se movió hacia donde le indicaba y comencé a sacar con disgusto un pañuelo de seda de mi pantalón. Me volteé quedando frente a ella y enarcando una ceja limpié pequeñas marquitas de barro que al parecer le habían saltado cuando corría. Se veía hermosa de ese modo y daban ganas de abrazarla dulcemente y no soltarla.
-Soy Hero y no te quiero lastimar~ Que estabas robando allí? Me lo dirás?
Volví a preguntar de forma cariñosa, mientras le acomodaba los cabellos con dos de mis dedos, suspirando por aquella pequeña belleza que dejaba salir con naturalidad la joven. Sus ropas eran sueltas y algo desalineadas, por lo que le daba una sensualidad, que probablemente solo yo la podía ver.
Acomodé mi traje unos segundos al tiempo que miraba a los lados y olisqueé el ambiente, encontrando un lugar de carnes y bebidas calientes. Se notaban que eran cosas caseras, por lo tanto, seguramente eran mas apetitosas que muchos otros restaurantes.
Le tomé despacito la mano y caminé hacia allí sin decir nada, reinaba un silencio mas bien cómodo, mientras elegía algunas cosas que estaban allí dedicándome a sonreír mientras tomaba aquel cono con comida dentro, lo miré algo curioso y se lo entregué a la chica, caminando hacia un lado para agacharme y ver las baratijas que había en el suelo, algunas se veían especialmente hermosas. De todos los colores que podía estar.
-Ohh... Oye mira que lindo estos aretes... No crees que se verían bien con tus ojos? Mmm... tienes agujeritos?
Pregunté con soltura, mientras le dedicaba una sonrisa donde mi boca se abrió un poco y mi cabeza estaba mirando hacia arriba pues estaba aun arrodillado; apoyado sobre mis pies para no ensuciar mi pantalón. De repente mis ojos se abrieron un poco por la sorpresa al ver como el hombre aquel tomaba esos aros y los separaba un poco de mi, negando con un dedo, al parecer tenía un discurso para dar - - Monsieur! Estos aretes no son para cualquiera; la leyenda cuenta que solo los seres de gran poder espiritual pueden llevarlos. Son una leyenda en todo parís... Únicos en todo el continente! Solo los brujos y gitanos pueden poseer algo como esto... - Y allí iban de nuevo... Solo para cobrarme un poco mas caro... No es como si me importase el dinero; nunca me ha importado, menos ahora.
Miré a la chica de reojo y los apunté como preguntándole si los quería; levantándome de allí para ir nuevamente a su lado, observando de reojo como aquel hombre seguía promocionando los aretes. Sonreí de lado y asentí a sus palabras, la verdad si lo que decía el hombre era verdad o mentira yo no lo sabía; pero eran de un hermoso color y no los podía usar para mí. Pasé una mano alrededor del hombro ajeno, robando de aquella comida un diminuto pedazo de carne. Le miré y apenas apoyé la lengua sobre este, masticándolo con algo de dudas, para luego suspirar. No era picante, tampoco muy salado, el gusto era casi nulo a mi paladar.
-Y bien... Señorita sin nombre aun... Te gustarían unos aros para esas hermosas orejitas?
Invitado- Invitado
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Me quedé mirando simplemente al camino arenoso por el que íbamos caminando, los puestos se encontraban a ambos lados de dónde nos encontrábamos, nosotros simplemente nos dedicamos a caminar por el lugar mientras la gente hablaba despreocupadamente y caminaba cotilleando el lugar y las cosas que este ofrecía. Una señora un tanto mayor llevaba en brazos una caja que parecía que le pesara demasiado, la cual, instantes después estuvo a punto de caer contra el suelo de no ser porque un hombre le había ayudado a sujetarla, cuando la mujer le dio las gracias se pudo apreciar que eran familiares, madre he hijo pasar ser exactos. Me entró por un momento sentimiento de añoranza que poco tiempo me dio a mantener ya que el joven de pronto paró su marcha y se giró quedándose en frente mío. Sacó un pequeño pañuelo y comenzó a limpiarme las abundantes manchas de barro que tenía por mi piel debido a la carrera de minutos atrás. Me sonrojé. No estaba acostumbrada a que nadie hiciera eso por mi y tampoco me gustaba que me vieran en aquellas circunstancias, ya me avergonzaba tener que robar como para que encima me vieran en aquella situación tan embarazosa.
Se llama "Hero". Era una cosa bastante tonta por mi parte el clasificar la personalidad de la gente por su nombre, pero sin evitarlo solía hacerlo aunque la mayoría de las veces no diera en absoluto con la certeza del carácter de la persona, sin embargo aquel joven parecía encajar con la impresión tranquila, sosegada y amable que me transmitía aquel conjunto de letras con el que se denominaba a su persona.
Escondí un poco el rostro con vergüenza cuando volvió a preguntar sobre lo que me encontraba haciendo en aquel barco a esas horas de la noche, mientras notaba la suavidad con la que sus dedos se deslizaban por mi cabello.
- Buscaba... Algo para comer - Dije casi en un susurro con la cabeza gacha, dudando verdaderamente que me hubiera escuchado y seguido comencé a camiar a su lado de nuevo, observando como nos dirigíamos a un puesto de lo que parecía ser comida casera. El aroma de la comida me hizo estremecer por un segundo y mi estómago hizo un reclamo de lo que habían sido dos días en los que tan solo había comido media barra de pan.
Estaba distraída mirando cualquier otra cosa que no fuera la comida y me sorprendí cuando me entregó un especie de cartón con lo que era comida recién hecha dentro. Lo mantuve en las manos, notando como se me calentaban al contacto con este mientras que se me hacía la boca agua sin poder evitarlo ante el olor de la carne que tenía entre mis manos. Sin poder evitarlo cogí lo que era un trozo y me lo llevé a la boca, justo después Hero miró y noté como volvía el color a mis mejillas mirándole con cara de disculpa, ya que, me había entregado aquella comida, pero tampoco me había dado permiso para que comiera de ella.
Abrí los ojos sorprendida ante tu pregunta, no me había dicho nada sobre el percance de la comida y lo que quería dar a entender con aquella pregunta me pilló completamente desprevenida. Sí, tenía agujeros, aunque ni si quiera sabía si los tenía aún abiertos ya que hacía bastante tiempo que había dejado de llevar cualquier joya u objeto que no fueran el collar y la pulsera que me habían regalado mis hermanos.
- No sé... - Comencé a comentarle cuando de pronto el dependiente apartó aquellos aretes del alcance de Hero diciendo que solo alguien con gran poder espiritual podía llevarlos, que solo los brujos y los gitanos podían llevarlos... Reí en mi interior, con cierta amargura... Brujos... En fin, nadie sabía que yo era una bruja ni nada más que una simple huérfana y más bien una vagabunda de París.
De pronto Hero se volvió a acercar a mi pasándome el brazo por los hombros a coger un trozo de la comida que tenía entre las manos y volvió a preguntarme sobre aquellos aros, dándome a ver que no le había dicho mi nombre en ningún momento.
- No hace falta, enserio, muchas gracias - Y por primera vez le miré directamente con una sonrisa, sí que era verdad que no hacía falta ni mucho menos que nadie me hiciera un presente y menos como aquel, ni si quiera me conocía... Ya me había costado siempre aceptar presentes de gente conocida y la verdad es que el de él me iba a costar aún más, a parte, aquellos aretes eran hermosos y yo, no no me acercaba ni de lejos al perfil necesario para poderlos llevar.
- Suzel, Suzel Savoie, ese es mi nombre
Se llama "Hero". Era una cosa bastante tonta por mi parte el clasificar la personalidad de la gente por su nombre, pero sin evitarlo solía hacerlo aunque la mayoría de las veces no diera en absoluto con la certeza del carácter de la persona, sin embargo aquel joven parecía encajar con la impresión tranquila, sosegada y amable que me transmitía aquel conjunto de letras con el que se denominaba a su persona.
Escondí un poco el rostro con vergüenza cuando volvió a preguntar sobre lo que me encontraba haciendo en aquel barco a esas horas de la noche, mientras notaba la suavidad con la que sus dedos se deslizaban por mi cabello.
- Buscaba... Algo para comer - Dije casi en un susurro con la cabeza gacha, dudando verdaderamente que me hubiera escuchado y seguido comencé a camiar a su lado de nuevo, observando como nos dirigíamos a un puesto de lo que parecía ser comida casera. El aroma de la comida me hizo estremecer por un segundo y mi estómago hizo un reclamo de lo que habían sido dos días en los que tan solo había comido media barra de pan.
Estaba distraída mirando cualquier otra cosa que no fuera la comida y me sorprendí cuando me entregó un especie de cartón con lo que era comida recién hecha dentro. Lo mantuve en las manos, notando como se me calentaban al contacto con este mientras que se me hacía la boca agua sin poder evitarlo ante el olor de la carne que tenía entre mis manos. Sin poder evitarlo cogí lo que era un trozo y me lo llevé a la boca, justo después Hero miró y noté como volvía el color a mis mejillas mirándole con cara de disculpa, ya que, me había entregado aquella comida, pero tampoco me había dado permiso para que comiera de ella.
Abrí los ojos sorprendida ante tu pregunta, no me había dicho nada sobre el percance de la comida y lo que quería dar a entender con aquella pregunta me pilló completamente desprevenida. Sí, tenía agujeros, aunque ni si quiera sabía si los tenía aún abiertos ya que hacía bastante tiempo que había dejado de llevar cualquier joya u objeto que no fueran el collar y la pulsera que me habían regalado mis hermanos.
- No sé... - Comencé a comentarle cuando de pronto el dependiente apartó aquellos aretes del alcance de Hero diciendo que solo alguien con gran poder espiritual podía llevarlos, que solo los brujos y los gitanos podían llevarlos... Reí en mi interior, con cierta amargura... Brujos... En fin, nadie sabía que yo era una bruja ni nada más que una simple huérfana y más bien una vagabunda de París.
De pronto Hero se volvió a acercar a mi pasándome el brazo por los hombros a coger un trozo de la comida que tenía entre las manos y volvió a preguntarme sobre aquellos aros, dándome a ver que no le había dicho mi nombre en ningún momento.
- No hace falta, enserio, muchas gracias - Y por primera vez le miré directamente con una sonrisa, sí que era verdad que no hacía falta ni mucho menos que nadie me hiciera un presente y menos como aquel, ni si quiera me conocía... Ya me había costado siempre aceptar presentes de gente conocida y la verdad es que el de él me iba a costar aún más, a parte, aquellos aretes eran hermosos y yo, no no me acercaba ni de lejos al perfil necesario para poderlos llevar.
- Suzel, Suzel Savoie, ese es mi nombre
Suzel Savoie- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/09/2012
Localización : Paris
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Una sonrisa delicada y con un deje de interés se formó en mis labios Suzel... lo recordaría al menos eso intentaría ya que mi memoria era realmente mala. Quizá en un momento lo escriba en algún lado, pero seguro luego no iba a recordar su rostro... Que molestia, lo único que odiaba de tener mala memoria era no poder recordar el rostro y los nombres de la gente.
Me estiré suavemente mientras le veía con ganas comer, asintiendo como pidiéndole que siga comiendo. Me acerqué en un momento, distrayéndome de todo alrededor y agarré un pedazo de carne con el tenedor de plástico que estaba a un costado y lo llevé a los labios ajenos, buscando que comiera con mas ganas. Algo que siempre había adorado de las personas; era verlas comer. Siempre resultaba un momento especial; las personas dejan salir sus sentimientos y pensamientos con facilidad cuando comen. Sus caras dejan saber si algo esta rico o no. Las comidas muy picantes principalmente siempre dejan ver el humor de la persona en ese mismo momento.
-Ah?
Las palabras de la chica me volvieron a la tierra de sueños en los que me había metido, siempre me distraía con facilidad y ese día no era una excepción, aun no conocía a nadie que tenga la capacidad para enrollarme completamente. Para hacer que mi mundo gire alrededor de alguien. Suspiré y asentí entendiendo a que se refería. En esa época no era muy habitual llevar agujeros, la mayoría de las mujeres usaban los aros a presión. Y solo los vagos se hacían perforaciones o tatuajes. Cosa que era de mi agrado completamente pues mi cuerpo tenía alrededor de doce agujeros y varios tatuajes en la espalda y pecho. A mi parecer los aros se veían muy sensuales y en las mujeres daba un toque de armonía con los ojos. Siempre que combinaran, claro estaba.
-... No suelo tener oportunidad de comprar estas cosas, puedes aceptarlo por mi ~? Te lo cobro por eso -apuntando a la comida- tu te los pones y estamos a mano!
Lo que decía no tenía exactamente el mejor sentido. Pero simplemente quería verla con los aros puesto y no me importaba que es lo que decía aquel tipo. Me vendería los aretes y sino se los sacaría de un tirón. Me habían gustado y me los iba a llevar aún si ella no los deseaba. Saque varios francos entregándoselos al tipo y fruncí el entrecejo, como un niño al que no le daban lo que deseaba. Me acerqué mas y el hombre negaba; volviendo a decir lo mismo. Esta vez parecía que iba enserio, pero cuando saque mas francos al fin cedió, por lo que se los arrebaté con molestia y casi se me salen los colmillos para gruñirle.
-Tss! Gitanos! .. Ains! A ver tú , ven aquí anda!
Me acerqué a la muchacha algo bruto pues me habían sacado un poco de mis casillas y le moví sus cabellos, cerrando un ojo por aquel olor que salia de su piel, haciendo que relama apenas mis labios. Miré a un costado un momento y me separé. Disimulando empecé a buscar un lugar para sentarnos, encontrando en una esquina unos bancos bastante cerca de lo que empezaba a ser la playa del puerto; bastante sucia realmente y para nada vistosa, mas que por aquel cielo que estaba brillando encantador sobre nosotros.
-Vamos ahí... Ya los compré... los usaras, sino me pondré triste...
Me estiré suavemente mientras le veía con ganas comer, asintiendo como pidiéndole que siga comiendo. Me acerqué en un momento, distrayéndome de todo alrededor y agarré un pedazo de carne con el tenedor de plástico que estaba a un costado y lo llevé a los labios ajenos, buscando que comiera con mas ganas. Algo que siempre había adorado de las personas; era verlas comer. Siempre resultaba un momento especial; las personas dejan salir sus sentimientos y pensamientos con facilidad cuando comen. Sus caras dejan saber si algo esta rico o no. Las comidas muy picantes principalmente siempre dejan ver el humor de la persona en ese mismo momento.
-Ah?
Las palabras de la chica me volvieron a la tierra de sueños en los que me había metido, siempre me distraía con facilidad y ese día no era una excepción, aun no conocía a nadie que tenga la capacidad para enrollarme completamente. Para hacer que mi mundo gire alrededor de alguien. Suspiré y asentí entendiendo a que se refería. En esa época no era muy habitual llevar agujeros, la mayoría de las mujeres usaban los aros a presión. Y solo los vagos se hacían perforaciones o tatuajes. Cosa que era de mi agrado completamente pues mi cuerpo tenía alrededor de doce agujeros y varios tatuajes en la espalda y pecho. A mi parecer los aros se veían muy sensuales y en las mujeres daba un toque de armonía con los ojos. Siempre que combinaran, claro estaba.
-... No suelo tener oportunidad de comprar estas cosas, puedes aceptarlo por mi ~? Te lo cobro por eso -apuntando a la comida- tu te los pones y estamos a mano!
Lo que decía no tenía exactamente el mejor sentido. Pero simplemente quería verla con los aros puesto y no me importaba que es lo que decía aquel tipo. Me vendería los aretes y sino se los sacaría de un tirón. Me habían gustado y me los iba a llevar aún si ella no los deseaba. Saque varios francos entregándoselos al tipo y fruncí el entrecejo, como un niño al que no le daban lo que deseaba. Me acerqué mas y el hombre negaba; volviendo a decir lo mismo. Esta vez parecía que iba enserio, pero cuando saque mas francos al fin cedió, por lo que se los arrebaté con molestia y casi se me salen los colmillos para gruñirle.
-Tss! Gitanos! .. Ains! A ver tú , ven aquí anda!
Me acerqué a la muchacha algo bruto pues me habían sacado un poco de mis casillas y le moví sus cabellos, cerrando un ojo por aquel olor que salia de su piel, haciendo que relama apenas mis labios. Miré a un costado un momento y me separé. Disimulando empecé a buscar un lugar para sentarnos, encontrando en una esquina unos bancos bastante cerca de lo que empezaba a ser la playa del puerto; bastante sucia realmente y para nada vistosa, mas que por aquel cielo que estaba brillando encantador sobre nosotros.
-Vamos ahí... Ya los compré... los usaras, sino me pondré triste...
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Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Noté cierta sensación agradable al verle sonreír, era una sonrisa amigable, sincera y serena, de esas que grababas en la mente para sacarlas a relucir en tu memoria cuando te encuentras mal o con ganas de estallar de un momento a otro. Le devolví la sonrisa y observé como cogía otro trozo de carne con un pequeño tenedor y lo dirigía hacia hacia mis labios en señal de que comiera, abrí la boca y con cuidado capturé aquel trozo de carne entre mis dientes y comencé a masticar despacio, llenando mi boca de todo el sabor de aquel pequeño trozo que sabía realmente bien, aunque al principio hice una pequeña leve mueca disimulada, prácticamente se me había olvidado el sabor del picante y en el trozo anterior no había tenido tiempo a saborear de lo rápido que me lo había comido. Sonreí con gusto y cogí otro pequeño trozo, masticando con tranquilidad. Por fin podía comer tranquilamente sin haber tenido que robarle a nadie y para colmo, era carne y estaba caliente, lo agradecí mucho.
Giré levemente la cabeza hacia un lado observando con extrañeza como acababa de "volver a la realidad" por decirlo de alguna forma. Reí mirándole, debía de ser un chico bastante soñador a su modo y posiblemente algo distraído y la verdad es que eso le hacía verse aún más tierno. La verdad era que yo también era de quedarme ensimismada en mis pensamientos completamente, a parte, tampoco tenía ninguna otra cosa que hacer, ciertamente, parecía que vivía más en mis pensamientos que en la vida real.
- Bueno... Si así lo deseas... - Verdaderamente me iba a costar aceptar aquel regalo, no me gustaba que nadie se tuviera que preocupar por mi y menos aún hacerme ningún presente, me resultaba extraño y hasta algo violento, pero ya que le había hecho comprar el cono de comida, si era lo que quería, tampoco se lo podía negar de aquella manera, a demás, era difícil decirle que no cuando parecía un niño pequeño ilusionado con algo, aunque fuera una tontería.
Parecía no faltarle el dinero ya que cuando aquel hombre se negó a venderle los pendientes, este sacó más de su bolsillo haciendo que el dueño del puesto acabara accediendo. Me quitó cierto peso de encima el ver que para él no suponía para nada ningún sacrificio el comprar aquel accesorio que ciertamente era hermoso.
Miré como volvía con los aretes en la mano, algo brusco, parecía haberle molestado bastante la persistencia del hombre por negarle la compra de aquel objeto.
Dejé que moviera mi cabello como si de una niña pequeña se tratara, no me reí, pero tenía ciertas ganas de hacerlo al verle molesto de aquella forma, parecía una rabieta de un crío, se veía un tanto gracioso.
Me le quedé mirando como se apartaba de mi con cierta brusquedad, algo que la verdad me extrañó y me pregunté por unos segundo a que se había debido aquello, pero sus palabras me sacaron de mis pensamientos.
Asentí y comencé a caminar al lado de Hero hacía un banco que quedaba minimamente lejos de la vista de la gente que había por el puerto y desde donde se veía la playa, un tanto sucia y poco agradable de ver como paisaje bonito, sin embargo el cielo estrellado, aunque con algunas nubes, compensaba sin duda alguna lo hermoso del lugar.
- Está bien... Pero por todo lo que has hecho por mi aún sin conocerme. ¡Ah! Y gracias por todo - Agradecí con una sonrisa de oreja a oreja, mientras me sentaba en el banco, jamás me hubiera imaginado que iba a acabar así, era bastante agradable algo de compañía amistosa de vez en cuando.
Giré levemente la cabeza hacia un lado observando con extrañeza como acababa de "volver a la realidad" por decirlo de alguna forma. Reí mirándole, debía de ser un chico bastante soñador a su modo y posiblemente algo distraído y la verdad es que eso le hacía verse aún más tierno. La verdad era que yo también era de quedarme ensimismada en mis pensamientos completamente, a parte, tampoco tenía ninguna otra cosa que hacer, ciertamente, parecía que vivía más en mis pensamientos que en la vida real.
- Bueno... Si así lo deseas... - Verdaderamente me iba a costar aceptar aquel regalo, no me gustaba que nadie se tuviera que preocupar por mi y menos aún hacerme ningún presente, me resultaba extraño y hasta algo violento, pero ya que le había hecho comprar el cono de comida, si era lo que quería, tampoco se lo podía negar de aquella manera, a demás, era difícil decirle que no cuando parecía un niño pequeño ilusionado con algo, aunque fuera una tontería.
Parecía no faltarle el dinero ya que cuando aquel hombre se negó a venderle los pendientes, este sacó más de su bolsillo haciendo que el dueño del puesto acabara accediendo. Me quitó cierto peso de encima el ver que para él no suponía para nada ningún sacrificio el comprar aquel accesorio que ciertamente era hermoso.
Miré como volvía con los aretes en la mano, algo brusco, parecía haberle molestado bastante la persistencia del hombre por negarle la compra de aquel objeto.
Dejé que moviera mi cabello como si de una niña pequeña se tratara, no me reí, pero tenía ciertas ganas de hacerlo al verle molesto de aquella forma, parecía una rabieta de un crío, se veía un tanto gracioso.
Me le quedé mirando como se apartaba de mi con cierta brusquedad, algo que la verdad me extrañó y me pregunté por unos segundo a que se había debido aquello, pero sus palabras me sacaron de mis pensamientos.
Asentí y comencé a caminar al lado de Hero hacía un banco que quedaba minimamente lejos de la vista de la gente que había por el puerto y desde donde se veía la playa, un tanto sucia y poco agradable de ver como paisaje bonito, sin embargo el cielo estrellado, aunque con algunas nubes, compensaba sin duda alguna lo hermoso del lugar.
- Está bien... Pero por todo lo que has hecho por mi aún sin conocerme. ¡Ah! Y gracias por todo - Agradecí con una sonrisa de oreja a oreja, mientras me sentaba en el banco, jamás me hubiera imaginado que iba a acabar así, era bastante agradable algo de compañía amistosa de vez en cuando.
Suzel Savoie- Hechicero Clase Baja
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Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Así era como lo deseaba; me gustaba mantener las cosas ordenadas clasificadas a mi gusto y manera. Que todo se vea como yo quería... Uno de mis mas grandes y horribles defectos eran esos. Querer tener todo bajo control y nunca poder hacerlo. Realmente era desesperante, no poder organizar todo a mi manera... Los pocos momentos en los que aquello me era brindado lo disfrutaba al máximo, profundamente, sin perder un minuto de ese valioso tiempo.
Fue cuando nos sentamos que me incliné y me senté hacía un costado, limpiando con otro pañuelo aquellas orejas, buscando el agujerito que tanto anhelaba hasta hallarlo. No dude en apoyar la punta del arete allí y comencé a pasarlo lentamente, mientras miraba a la mujer a los ojos, dejando fluir una sonrisa animosa. No quería que eso le doliera ni nada por el estilo. Así que buscaba encandilarle con una sonrisa que dejaba ver mis blancos dientes. Los mordí un poco cuando terminé con el primer aro y moví la cabeza a un costado, moviendo el arete de lado a lado. Se veía realmente hermoso y daban ganas de morder aquella pequeña oreja, que se albergaba en la zona de un cuello que escondía venas en su interior... Y esas últimas albergaban un delicioso elixir que se llamaba sangre... Alimento y algo de lujuria para mi. Por alguna razón el acto de beber sangre no era solo un período alimenticio que hacía sin importar lugar y persona. Era como un ritual, donde elegía a la persona indicada.
Se la seducía y se la conducía hacia un paraíso del cual las personas busquen no regresar. De esa forma se hacían varias cosas bien. La primera era el respeto a la humanidad y mortalidad de las personas. Y en segundo lugar, se podía cubrir el secreto de nuestra especie sin ninguna clase de esfuerzo. Ya que aquellas personas encandiladas casi nunca deseaban revelar de donde provenía aquel éxtasis provocado por nuestros colmillos, por nuestros labios y nuestros toques mas que sensuales, pues eran fríos y amoldables. Dejando una sensación de mas siempre que se hicieran las cosas bien.
-Se te ven realmente hermosos, tu rostro no parece el de una niña que nació en las calles... Como fue que llegaste a estar por aquí? Mmm si no quieres contarme no tienes por que... Es solo que tengo curiosidad por ti, me cuentas un poco?
Pregunté con los ojos clavados sobre aquellos orbes, mientras movía mi otra mano para así acomodarle el otro arete en la oreja faltante. Luego le tome los cabellos y los puse donde antes, se veía bella con las orejas destapadas, pero se veía mas sensual con los cabellos mas sobre el rostro. Aunque aquella muchacha se notaba muy joven, demasiado a decir verdad. Ni siquiera podía decir si realmente estaba desarrollada, se veía frágil, como una rosa... Con espinas en el tallo, que seguro dañarían, pero que aun así eran fáciles de quebrar y una flor roja y palpitante en la punta, deseando por ser acariciada... Peor temiendo a ser despedazada... Me daba algo de miedo; no quería hacerle daño, pero sentía que mis manos realmente podrían partirla si la apretaba demasiado. Y eso me daba aun un morbo mas interesante, como si quisiera probarme a mi mismo... Ver que tanto podía controlarme para no lastimas profundamente a un humano.
-Te ves realmente hermosa de este modo... Esos aretes resaltan contigo, cuídalos, se ven perfectos con tu rostro y mirada... Puedo preguntarte cuantos años tienes?
Fue cuando nos sentamos que me incliné y me senté hacía un costado, limpiando con otro pañuelo aquellas orejas, buscando el agujerito que tanto anhelaba hasta hallarlo. No dude en apoyar la punta del arete allí y comencé a pasarlo lentamente, mientras miraba a la mujer a los ojos, dejando fluir una sonrisa animosa. No quería que eso le doliera ni nada por el estilo. Así que buscaba encandilarle con una sonrisa que dejaba ver mis blancos dientes. Los mordí un poco cuando terminé con el primer aro y moví la cabeza a un costado, moviendo el arete de lado a lado. Se veía realmente hermoso y daban ganas de morder aquella pequeña oreja, que se albergaba en la zona de un cuello que escondía venas en su interior... Y esas últimas albergaban un delicioso elixir que se llamaba sangre... Alimento y algo de lujuria para mi. Por alguna razón el acto de beber sangre no era solo un período alimenticio que hacía sin importar lugar y persona. Era como un ritual, donde elegía a la persona indicada.
Se la seducía y se la conducía hacia un paraíso del cual las personas busquen no regresar. De esa forma se hacían varias cosas bien. La primera era el respeto a la humanidad y mortalidad de las personas. Y en segundo lugar, se podía cubrir el secreto de nuestra especie sin ninguna clase de esfuerzo. Ya que aquellas personas encandiladas casi nunca deseaban revelar de donde provenía aquel éxtasis provocado por nuestros colmillos, por nuestros labios y nuestros toques mas que sensuales, pues eran fríos y amoldables. Dejando una sensación de mas siempre que se hicieran las cosas bien.
-Se te ven realmente hermosos, tu rostro no parece el de una niña que nació en las calles... Como fue que llegaste a estar por aquí? Mmm si no quieres contarme no tienes por que... Es solo que tengo curiosidad por ti, me cuentas un poco?
Pregunté con los ojos clavados sobre aquellos orbes, mientras movía mi otra mano para así acomodarle el otro arete en la oreja faltante. Luego le tome los cabellos y los puse donde antes, se veía bella con las orejas destapadas, pero se veía mas sensual con los cabellos mas sobre el rostro. Aunque aquella muchacha se notaba muy joven, demasiado a decir verdad. Ni siquiera podía decir si realmente estaba desarrollada, se veía frágil, como una rosa... Con espinas en el tallo, que seguro dañarían, pero que aun así eran fáciles de quebrar y una flor roja y palpitante en la punta, deseando por ser acariciada... Peor temiendo a ser despedazada... Me daba algo de miedo; no quería hacerle daño, pero sentía que mis manos realmente podrían partirla si la apretaba demasiado. Y eso me daba aun un morbo mas interesante, como si quisiera probarme a mi mismo... Ver que tanto podía controlarme para no lastimas profundamente a un humano.
-Te ves realmente hermosa de este modo... Esos aretes resaltan contigo, cuídalos, se ven perfectos con tu rostro y mirada... Puedo preguntarte cuantos años tienes?
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Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Me senté en aquel viejo banco de madera que parecía haber sido pintado hace bastante tiempo, aunque, claro, al lado del mar con la humedad probablemente había sido pintado hace menos tiempo del que parecía.
Con mi mano hice un leve gesto y eché los mechones de pelo que tenía un la cara hacia atrás, acomodándome y dejandome tener una vista perfecta del cielo azul, lleno de estrellas que acompañaban a la luna, aquella noche llena, brillante y deslumbrante, dejando entrever toda su belleza, decorando la noche de París.
Me quedé pensativa sin poder evitarlo, mirando a la luna que se reflejaba en mis ojos azules. Aún estaba sorprendida por haberme encontrado con aquel joven de nombre curioso y rasgos que se podían definir como exóticos, perfectos, como si de un muñeco de porcelana se tratara, era increíble, llegaba a ser demasiado extraño hasta para mi, con lo que nadé en mis recuerdos ya que la misma descripción de tenía sobre su aspecto la había escuchado alguna otra vez en algún otro lado que no conseguía recordar muy bien.
Recordé las palabras de mi padre una noche fría de invierno mientras cenábamos aquella sopa que hacía mi madre con pollo, la favorita de mis hermanos y mía. "No somos los únicos seres distintos sobre la tierra. La luna llena hacen que se escuchen aullidos de lo que no se puede considerar lobos normales y la oscuridad de la noche deja entrever humanos perfectos, hermosos... Fríos como el hielo, de dientes blancos como perlas brillantes y colmillos más afilados que los de cualquier animal o humano."
Aquella noche le pregunté a mis hermanos por ello, por aquel discurso que había dado mi padre pero que no llegaba a entender a la perfección, entonces ellos me lo hicieron entender con dos cuentos, "Drácula" y "Caperucita Roja", entonces lo comprendí todo.
Vampiro. Fue lo que me pasó por la mente en aquel momento y giré mi rostro para mirarle con atención. No tenía miedo, ni estaba nerviosa, lo único que cabía en mi ser era una curiosidad implacable, me parecía algo fascinante, más aún al ver como me había tratado cuando supuestamente me debería de haber devorado en su momento.
Me quedé quieta mientras me ponía el primer arete, con toda la delicadeza del mundo. El tacto de su piel era suave y aterciopelada, daba gusto ser simplemente rozada con esas manos.
Observé como se me quedaba mirando directamente a los ojos y sonreí sin apartar la mirada, era agradable, entonces le escuché hablar y me quedé pensativa. Se me ocurrió la idea perfecta.
- Cierra los ojos - Lo que iba a hacer resultaba mucho más fácil cuando la persona mantenía los ojos cerrados, ya que se encontraba completamente afianzada con sus pensamientos, y esa era mi intención.
Levanté la mano despacio y la puse sobre su mejilla. Tan solo quedaba que atendiera a las imágenes de su cabeza.
"El bosque era de lo más frondoso que podía existir por lo menos en aquel paraje montañoso, la nieve apenas dejaba ver el verde de los pinos o cualquiera de las cabañas que allí había situadas. En una de ellas, alejada de lo que era el pueblo, tan solo existía el nerviosismo, la alegría y un leve llanto de fondo. La joven de la familia Savoir había nacido por fin en la cama de su madre, arropada por toda su padre y sus hermanos que la observaban con una mirada de admiración que no se podía medir con palabras.
Los años pasaban y la necesidad de esconder los poderes ocultos de la familia se hacía más importante a la vez que peligroso debido a los rastreadores que comenzaban a situarse por la zona, sin embargo, aquella joven de cabellos rubios y ojos azules profundos aprendía del don que le había concedido la naturaleza con sus hermanos, hasta un tiempo, que acabó hasta siendo peligroso.
Un chillido desgarrador despertó a toda la familia, la joven, con 7 años de edad, lloraba despavorida y temblando en su cama, la misma pesadilla la acechaba de nuevo como todas las noches, le era imposible conciliar el sueño..."
Tuve que saltarme una parte de mis recuerdos, conocía mis problemas, aquellos problemas que estaban en mi mente y que a veces cuando no los podía controlar salían al exterior y... No quería que lo viera, no quería que nadie en el mundo a parte de mi lo supiera.
"Una sala, era un sótano y la niña se encontraba acurrucada entre unas mantas, cuando se despertó de pronto y llamó corriendo a sus hermanos que entraron en cuando la escucharon, les contó el sueño, aquel sueño en el que los cazadores les encontraban y los aniquilaba... Demasiado tarde para la familia, cunado arremetieron contra la puerta de aquella humilde cabaña en el bosque.
Correr. Eso era lo único que se podía ver, aquella rubia se encontraba entre los brazos de uno de sus hermanos, que tropezó e hizo que su hermana rodara unos metros por el suelo, cuando de pronto entre los árboles apareció aquel hombre, aquel hombre que iba a atravesarla con un cuchillo de no ser porque su hermano se interpuso entre ellos, dejando que aquel cuchillo le atravesara por completo.
Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando sintió como su otro hermano la cogía de nuevo y la escondía, saliendo él corriendo...
Ya no volvió a saber nada de él, ni de nadie más."
Aparté la mano despacio y le miré notando como las lágrimas se apoderaban de mis ojos, pero no quería que me viera llorar, no lo permitiría.
Me limpié los ojos con la manga un segundo y luego sonreí.
- Ahora tengo dieciséis años - Contesté con despreocupación mirándole notando como el viento agitaba mi cabello dejándole que ondeara alegremente en el aire.
- ¿Qué puedo saber sobre ti? - Realicé la pregunta con un tono de curiosidad en la voz mientras sonreía, sentía ganas de saber algo sobre él, como había acabado en aquella ciudad ya que se veía que él no era de allí claramente.
Con mi mano hice un leve gesto y eché los mechones de pelo que tenía un la cara hacia atrás, acomodándome y dejandome tener una vista perfecta del cielo azul, lleno de estrellas que acompañaban a la luna, aquella noche llena, brillante y deslumbrante, dejando entrever toda su belleza, decorando la noche de París.
Me quedé pensativa sin poder evitarlo, mirando a la luna que se reflejaba en mis ojos azules. Aún estaba sorprendida por haberme encontrado con aquel joven de nombre curioso y rasgos que se podían definir como exóticos, perfectos, como si de un muñeco de porcelana se tratara, era increíble, llegaba a ser demasiado extraño hasta para mi, con lo que nadé en mis recuerdos ya que la misma descripción de tenía sobre su aspecto la había escuchado alguna otra vez en algún otro lado que no conseguía recordar muy bien.
Recordé las palabras de mi padre una noche fría de invierno mientras cenábamos aquella sopa que hacía mi madre con pollo, la favorita de mis hermanos y mía. "No somos los únicos seres distintos sobre la tierra. La luna llena hacen que se escuchen aullidos de lo que no se puede considerar lobos normales y la oscuridad de la noche deja entrever humanos perfectos, hermosos... Fríos como el hielo, de dientes blancos como perlas brillantes y colmillos más afilados que los de cualquier animal o humano."
Aquella noche le pregunté a mis hermanos por ello, por aquel discurso que había dado mi padre pero que no llegaba a entender a la perfección, entonces ellos me lo hicieron entender con dos cuentos, "Drácula" y "Caperucita Roja", entonces lo comprendí todo.
Vampiro. Fue lo que me pasó por la mente en aquel momento y giré mi rostro para mirarle con atención. No tenía miedo, ni estaba nerviosa, lo único que cabía en mi ser era una curiosidad implacable, me parecía algo fascinante, más aún al ver como me había tratado cuando supuestamente me debería de haber devorado en su momento.
Me quedé quieta mientras me ponía el primer arete, con toda la delicadeza del mundo. El tacto de su piel era suave y aterciopelada, daba gusto ser simplemente rozada con esas manos.
Observé como se me quedaba mirando directamente a los ojos y sonreí sin apartar la mirada, era agradable, entonces le escuché hablar y me quedé pensativa. Se me ocurrió la idea perfecta.
- Cierra los ojos - Lo que iba a hacer resultaba mucho más fácil cuando la persona mantenía los ojos cerrados, ya que se encontraba completamente afianzada con sus pensamientos, y esa era mi intención.
Levanté la mano despacio y la puse sobre su mejilla. Tan solo quedaba que atendiera a las imágenes de su cabeza.
"El bosque era de lo más frondoso que podía existir por lo menos en aquel paraje montañoso, la nieve apenas dejaba ver el verde de los pinos o cualquiera de las cabañas que allí había situadas. En una de ellas, alejada de lo que era el pueblo, tan solo existía el nerviosismo, la alegría y un leve llanto de fondo. La joven de la familia Savoir había nacido por fin en la cama de su madre, arropada por toda su padre y sus hermanos que la observaban con una mirada de admiración que no se podía medir con palabras.
Los años pasaban y la necesidad de esconder los poderes ocultos de la familia se hacía más importante a la vez que peligroso debido a los rastreadores que comenzaban a situarse por la zona, sin embargo, aquella joven de cabellos rubios y ojos azules profundos aprendía del don que le había concedido la naturaleza con sus hermanos, hasta un tiempo, que acabó hasta siendo peligroso.
Un chillido desgarrador despertó a toda la familia, la joven, con 7 años de edad, lloraba despavorida y temblando en su cama, la misma pesadilla la acechaba de nuevo como todas las noches, le era imposible conciliar el sueño..."
Tuve que saltarme una parte de mis recuerdos, conocía mis problemas, aquellos problemas que estaban en mi mente y que a veces cuando no los podía controlar salían al exterior y... No quería que lo viera, no quería que nadie en el mundo a parte de mi lo supiera.
"Una sala, era un sótano y la niña se encontraba acurrucada entre unas mantas, cuando se despertó de pronto y llamó corriendo a sus hermanos que entraron en cuando la escucharon, les contó el sueño, aquel sueño en el que los cazadores les encontraban y los aniquilaba... Demasiado tarde para la familia, cunado arremetieron contra la puerta de aquella humilde cabaña en el bosque.
Correr. Eso era lo único que se podía ver, aquella rubia se encontraba entre los brazos de uno de sus hermanos, que tropezó e hizo que su hermana rodara unos metros por el suelo, cuando de pronto entre los árboles apareció aquel hombre, aquel hombre que iba a atravesarla con un cuchillo de no ser porque su hermano se interpuso entre ellos, dejando que aquel cuchillo le atravesara por completo.
Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando sintió como su otro hermano la cogía de nuevo y la escondía, saliendo él corriendo...
Ya no volvió a saber nada de él, ni de nadie más."
Aparté la mano despacio y le miré notando como las lágrimas se apoderaban de mis ojos, pero no quería que me viera llorar, no lo permitiría.
Me limpié los ojos con la manga un segundo y luego sonreí.
- Ahora tengo dieciséis años - Contesté con despreocupación mirándole notando como el viento agitaba mi cabello dejándole que ondeara alegremente en el aire.
- ¿Qué puedo saber sobre ti? - Realicé la pregunta con un tono de curiosidad en la voz mientras sonreía, sentía ganas de saber algo sobre él, como había acabado en aquella ciudad ya que se veía que él no era de allí claramente.
Suzel Savoie- Hechicero Clase Baja
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Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Mi mirada fue intensa cuando aquella ordenó que cerrara mis ojos y como un conejillo cautivo lo único que hice fue obedecer a sus deseos, abriendo suavemente los labios para luego cerrarlos bufando un poco. Realmente no era de mi agrado aceptar ordenes ajenas. Pero ella lo había pedido con ese tono tan dulce, con esa melodía tan sinfónica que me había obligado a mi mismo a aceptar sus condiciones. Sus manos eran como dos pequeñas gotas de agua caliente resbalando por mis mejillas. Como si fuese un caballero negro, me sentí envuelto en una oscuridad galopante y fruncí el entrecejo... Sentía cosas en mi cabeza... Aquello era algo que ya había sentido pero de forma inversa y comenzaba a dolerme. Sintiendo como mi cabeza quería bloquear algunas imágenes. Pero comencé a relajarme, dejando fluir aquello que la muchacha intentaba transmitirme. Mordí mis labios y me acerqué suave a la otra, mirándola de forma algo fría. No era una sensación agradable. No era dolorosa, pero tampoco era algo que haya disfrutado.
-A-ah... Mrg ~
Aún así, luego de unos momentos de abrir los ojos y mantener esa mirada mi sonrisa se abrió para ella y le acaricié con dulzura esos almohadones que tenía como mofletes.
Estaba encantado por la belleza singular y simple de la mujersita, pues era chiquita y siempre me han gustado las cosas pequeñas. Ahora en mi cabeza había mas preguntas que respuestas. La muchacha era una pequeña bruja? No era solo una mortal de baja clase social. Sino que era una flor en descubrimiento. Al parecer ya sabía algo de magia, pero para ser sincero, era la primera vez que me topaba con alguien como ella. Yo nunca antes había conocido a una bruja. Pues con evidencia era un vampiro joven y bastante blando.
-Pequeña brujilla...
Susurre delicadamente y con un dedo acaricie esas mejillas pasando la yema de mis dedos por debajo de sus ojos, para luego pasar mis labios por su frente un modo de expresarle lo que sentía. Ya que no era muy bueno expresando las cosas que quería decir. Siempre me mezclaba y terminaba diciendo cualquier cosa. Era mas fácil hablar con el cuerpo, las personas se entendían mejor de ese modo que con las palabras.
Al parecer estaba mas que huérfana... Seguramente nos llevaríamos bien. Aunque yo si tenía padre, o al menos eso es lo que yo creía no me interesaba saber que es lo que pensaban los otros de mí. Yo simplemente creía en mi padre, a pesar de que no era el verdadero, el era quien había cuidado de mi desde mi conversión. La observé nuevamente, esos cabellos rubios casi blancos. Era realmente una belleza, probablemente podría trabajar de muchas cosas como mujer. (Algo que no quería pensar, pero me era inevitable aceptarlo).
-... Eres muy chiquita, ohh.. Esto que me cuentas no fue hace tanto tiempo entonces... Mmm Que debería hacer, me gustaría acurrucarte entre mis brazos todo el día de ser posible ~
Bromeé y saque mi lengua, entrecerrando los ojos amistosa mente cuando la otra pidió algo de información, algo bastante común cuando se estaba conociendo a alguien. Pero era tan difícil... Que es lo que podía decir? Las cosas básicas... Era un cantante, pianista, compositor... Pero nada mas. Un heredero de una familia que no recordaba. Hijo de un teniente general que ahora veía poco y nada, con un padre que no era realmente mio... Mi vida era tranquila, no tenía preocupaciones, pero era difícil hablar de esos temas sin sentirme presionado. Pues la gente solía querer mas. Yo mismo siempre pedía mas. Pero yo no tenía mas nada para contar que recordaba... Algunas veces era lindo no recordar las cosas, pero otras veces era terriblemente doloroso.
-Bueno, soy cantante en el teatro; toco el piano y compongo algunas canciones. De eso vivo ahora mismo.
Sonreí de lado y pasé mis dedos por aquel cuellito delicado que tenía esta mujer, deleitándome con su suavidad, para luego suspirar. No quería hacerle daño. Es mas, sentía que aquel cuello era demasiado pequeño, tanto que si apretaba o acariciaba un poco mas de lo debido podía quebrarlo de una forma horrible. Me daba miedo, por lo que le solté suavemente y me levanté apenas, estirando mi cuello y mi cuerpo. Para luego enarcar una ceja. Al parecer la chica quería saber un poco mas que mi trabajo. Miré hacia arriba y puse un dedo sobre mis labios, pensativo.
-Soy de origen asiático... Coreano, llegue aquí cuando mi padre decidió abrir la empresa a nuevas industrias... Pero como me aburren esas cosas, decidí que estudiaría un poco y luego ayudaría a mi padre. Así que solo estudio y trabajo. Quieres quedarte sentada aquí? Quieres caminar por la playa? Tu dime yo aceptaré...
Susurre y volví a acariciar esos cabellos, pasando mis dedos por esos aretes tan bonitos y sonreí cual niño que se le había cumplido su deseo. Asintiendo mas para mi mismo que para ella. Como diciendo "realmente se ven hermosos, fue una buena compra, una buena compra" Y repetía en mi cabeza, esperando respuesta de la muchachita, que estaba a mi lado aun.
-A-ah... Mrg ~
Aún así, luego de unos momentos de abrir los ojos y mantener esa mirada mi sonrisa se abrió para ella y le acaricié con dulzura esos almohadones que tenía como mofletes.
Estaba encantado por la belleza singular y simple de la mujersita, pues era chiquita y siempre me han gustado las cosas pequeñas. Ahora en mi cabeza había mas preguntas que respuestas. La muchacha era una pequeña bruja? No era solo una mortal de baja clase social. Sino que era una flor en descubrimiento. Al parecer ya sabía algo de magia, pero para ser sincero, era la primera vez que me topaba con alguien como ella. Yo nunca antes había conocido a una bruja. Pues con evidencia era un vampiro joven y bastante blando.
-Pequeña brujilla...
Susurre delicadamente y con un dedo acaricie esas mejillas pasando la yema de mis dedos por debajo de sus ojos, para luego pasar mis labios por su frente un modo de expresarle lo que sentía. Ya que no era muy bueno expresando las cosas que quería decir. Siempre me mezclaba y terminaba diciendo cualquier cosa. Era mas fácil hablar con el cuerpo, las personas se entendían mejor de ese modo que con las palabras.
Al parecer estaba mas que huérfana... Seguramente nos llevaríamos bien. Aunque yo si tenía padre, o al menos eso es lo que yo creía no me interesaba saber que es lo que pensaban los otros de mí. Yo simplemente creía en mi padre, a pesar de que no era el verdadero, el era quien había cuidado de mi desde mi conversión. La observé nuevamente, esos cabellos rubios casi blancos. Era realmente una belleza, probablemente podría trabajar de muchas cosas como mujer. (Algo que no quería pensar, pero me era inevitable aceptarlo).
-... Eres muy chiquita, ohh.. Esto que me cuentas no fue hace tanto tiempo entonces... Mmm Que debería hacer, me gustaría acurrucarte entre mis brazos todo el día de ser posible ~
Bromeé y saque mi lengua, entrecerrando los ojos amistosa mente cuando la otra pidió algo de información, algo bastante común cuando se estaba conociendo a alguien. Pero era tan difícil... Que es lo que podía decir? Las cosas básicas... Era un cantante, pianista, compositor... Pero nada mas. Un heredero de una familia que no recordaba. Hijo de un teniente general que ahora veía poco y nada, con un padre que no era realmente mio... Mi vida era tranquila, no tenía preocupaciones, pero era difícil hablar de esos temas sin sentirme presionado. Pues la gente solía querer mas. Yo mismo siempre pedía mas. Pero yo no tenía mas nada para contar que recordaba... Algunas veces era lindo no recordar las cosas, pero otras veces era terriblemente doloroso.
-Bueno, soy cantante en el teatro; toco el piano y compongo algunas canciones. De eso vivo ahora mismo.
Sonreí de lado y pasé mis dedos por aquel cuellito delicado que tenía esta mujer, deleitándome con su suavidad, para luego suspirar. No quería hacerle daño. Es mas, sentía que aquel cuello era demasiado pequeño, tanto que si apretaba o acariciaba un poco mas de lo debido podía quebrarlo de una forma horrible. Me daba miedo, por lo que le solté suavemente y me levanté apenas, estirando mi cuello y mi cuerpo. Para luego enarcar una ceja. Al parecer la chica quería saber un poco mas que mi trabajo. Miré hacia arriba y puse un dedo sobre mis labios, pensativo.
-Soy de origen asiático... Coreano, llegue aquí cuando mi padre decidió abrir la empresa a nuevas industrias... Pero como me aburren esas cosas, decidí que estudiaría un poco y luego ayudaría a mi padre. Así que solo estudio y trabajo. Quieres quedarte sentada aquí? Quieres caminar por la playa? Tu dime yo aceptaré...
Susurre y volví a acariciar esos cabellos, pasando mis dedos por esos aretes tan bonitos y sonreí cual niño que se le había cumplido su deseo. Asintiendo mas para mi mismo que para ella. Como diciendo "realmente se ven hermosos, fue una buena compra, una buena compra" Y repetía en mi cabeza, esperando respuesta de la muchachita, que estaba a mi lado aun.
Invitado- Invitado
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
Observé su reacción, al principio pareció algo reacio a acceder al cerrar los ojos y me detuve a pensar si era porque no se fiaba de lo que pudiera hacer, pero al pensarlo mejor y recordar su reacción cuando aquel hombre del puerto le había negado la venta de los pendientes que me quería regalar, desde luego parecía que no le gustaba que le llevaran la contraria o le dieran órdenes. Agradecí que accediera a ello, aunque me sorprendió que lo hiciera sin preguntarme nada o quejarse, tan solo había sido una simple mueca molesta, cosa que comprendía a la perfección y por supuesto ni iba a quejarme ni a molestarme, hasta yo me encontraría reacia a acceder a algo como aquello ya que quedas expuesto completamente a la otra persona, que encima es un desconocido dentro de lo que cabe.
- No te preocupes - Susurré justo antes de colocar la mano sobre su mejilla y mostrarle todas aquellas imágenes, que podría parecer que no, pero aún me dolían como mil puñaladas directas al corazón, sin piedad, directas, hasta con sarcasmo si se le pudiera atribuir esa cualidad, ciertamente para mi era así, o por lo menos parecido, porque el dolor que me producían aquellos recuerdos era demasiado difícil, por no decir imposible.
Llevaba bastante tiempo sin practicar como tal la magia y mucho más aún sin realizar aquel tipo de acciones, ya que no era para nada propias de mi, más que nada porque no tenía ningún amigo para hacerlo, ni nadie que me inspirara un mínimo de confianza y a veces, necesitaba transmitir toda esa angustia, soledad y tristeza que invadían mi cuerpo todos los días a todas horas, necesitaba liberarme de ellas aunque fuera durante unas milésimas de segundo, segundos de disfrutaría al máximo y sonreiría aunque fuera a las estrellas, por ellos, por mis hermanos y por mis padres... Por todo lo que les quería y todo lo que los añoraba.
Un sentimiento de cierta preocupación afloró en mi mientras observaba el rostro del joven chico llamado Hero, el cual hacía notar que aquello no era de su agrado, sin embargo justo cuando iba a parar y ha disculparme por haber sido tan insensata, su rostro dejó de mostrar aquel aspecto tan molesto y lo relajó como dejando que lo que le quería transmitir fluyera con calma por su mente, sin embargo justamente cuando todo paró y el abrió sus ojos completamente oscuros, no fue ni mucho menos la mirada que esperaba. Era fría completamente, sus ojos rasgados de aspecto exótico se habían quedado fijos en mi con el ceño más que fruncido. Por un segundo sentí miedo, pero por alguna razón, no me moví, no porque no pudiera, simplemente no iba a moverme.
- Discul... - Comencé a decir en un tono tan bajo que la verdad era un poco difícil de escuchar, cuando de pronto una gran sonrisa afloró en su rostro dejando entrever sus dientes blancos y brillantes, con la que sus ojos quedaban entrecerrados y sus mejillas se alzaban mínimamente, algo que le daba un aspecto bellísimamente hermoso, su cabello, completamente liso y también de un tono oscuro le caía sobre la frente con cierto movimiento, como si estuviera jugando con el viento, algo desenfrenado, pero a la vez le daba un aspecto elegante, junto a todo esto se le sumaba la luz de la luna reflejada en su piel color marfil... Era increíble.
Reí un momento al escuchar que me llamaba brujilla y justo después me erguí sorprendida notando como la sangre se acumulaba en mis mejillas dejándolas de un color rojo carmesí y abriendo bastante mis ojos azules cuando noté sus labios sobre mi frente.
Me resultó un gesto un tanto íntimo y hacía demasiado tiempo que no recibía cualquier gesto cariñoso por parte de nadie, más que desprecios o insultos, sin embargo él parecía expresarme mejor haciendo aquello que con cualquier otra palabra.
- Sí, un poco - Admití asintiendo con la cabeza levemente antes de contestarle con una sonrisa cuando hizo su comentario. - Cual muñeco de peluche - Reí al mencionar aquello, ya que yo siempre solía acurrucarme en la cama con un peluche que me había regalado mi hermano Donatien cuando realizó uno de sus viajes en los que tardaba semanas en volver y yo le echaba muchísimo de menos.
Cuando le pregunté acerca de él me le quedé mirando, al principio parecía no gustarle demasiado la idea de tener que contar nada acerca de su pasado, posiblemente había tenido etapas de su vida que ni a él y probablemente a cualquier otra persona en su mismo lugar no le hubiera gustado contar o ni si quiera pensar en ellas.
Cuando comenzó a hablar le escuché atentamente acomodándome en el lugar, abrazándome las piernas mientras apoyaba el mentón sobre las rodillas. No le hice hablar más de lo que él mismo estaba diciéndome, aunque se explayó un poco más en la explicación de como había llegado allí y su trabajo, ciertamente sorprendente y algo que admiraba. Amaba la música, desde pequeña había sido básicamente mi mayor gusto.
Noté sus caricias justo antes de levantarse, era un tacto que me encantaba, dulce y suave a la vez, hacía que me relajara, era algo que agradecía y que echaba de menos, aunque hubiera sido el abrazo de alguien. Hacía mucho tiempo que aquellos gestos de cariño se habían acabado para mi.
- Me parece bien dar en ese caso un paseo - Dije levantándome y sacudiendo mi jersey y la falda larga vieja y un poco desgastada de color rosa pálido que llevaba, bastante grande para mi, con lo que llevaba varias vueltas a la cintura y aún así me quedaba por los tobillos.
Off: Siento el retraso, pero el fin de semana lo tuve bastante ocupado y la inspiración parece que se la llevó el coco T-T
- No te preocupes - Susurré justo antes de colocar la mano sobre su mejilla y mostrarle todas aquellas imágenes, que podría parecer que no, pero aún me dolían como mil puñaladas directas al corazón, sin piedad, directas, hasta con sarcasmo si se le pudiera atribuir esa cualidad, ciertamente para mi era así, o por lo menos parecido, porque el dolor que me producían aquellos recuerdos era demasiado difícil, por no decir imposible.
Llevaba bastante tiempo sin practicar como tal la magia y mucho más aún sin realizar aquel tipo de acciones, ya que no era para nada propias de mi, más que nada porque no tenía ningún amigo para hacerlo, ni nadie que me inspirara un mínimo de confianza y a veces, necesitaba transmitir toda esa angustia, soledad y tristeza que invadían mi cuerpo todos los días a todas horas, necesitaba liberarme de ellas aunque fuera durante unas milésimas de segundo, segundos de disfrutaría al máximo y sonreiría aunque fuera a las estrellas, por ellos, por mis hermanos y por mis padres... Por todo lo que les quería y todo lo que los añoraba.
Un sentimiento de cierta preocupación afloró en mi mientras observaba el rostro del joven chico llamado Hero, el cual hacía notar que aquello no era de su agrado, sin embargo justo cuando iba a parar y ha disculparme por haber sido tan insensata, su rostro dejó de mostrar aquel aspecto tan molesto y lo relajó como dejando que lo que le quería transmitir fluyera con calma por su mente, sin embargo justamente cuando todo paró y el abrió sus ojos completamente oscuros, no fue ni mucho menos la mirada que esperaba. Era fría completamente, sus ojos rasgados de aspecto exótico se habían quedado fijos en mi con el ceño más que fruncido. Por un segundo sentí miedo, pero por alguna razón, no me moví, no porque no pudiera, simplemente no iba a moverme.
- Discul... - Comencé a decir en un tono tan bajo que la verdad era un poco difícil de escuchar, cuando de pronto una gran sonrisa afloró en su rostro dejando entrever sus dientes blancos y brillantes, con la que sus ojos quedaban entrecerrados y sus mejillas se alzaban mínimamente, algo que le daba un aspecto bellísimamente hermoso, su cabello, completamente liso y también de un tono oscuro le caía sobre la frente con cierto movimiento, como si estuviera jugando con el viento, algo desenfrenado, pero a la vez le daba un aspecto elegante, junto a todo esto se le sumaba la luz de la luna reflejada en su piel color marfil... Era increíble.
Reí un momento al escuchar que me llamaba brujilla y justo después me erguí sorprendida notando como la sangre se acumulaba en mis mejillas dejándolas de un color rojo carmesí y abriendo bastante mis ojos azules cuando noté sus labios sobre mi frente.
Me resultó un gesto un tanto íntimo y hacía demasiado tiempo que no recibía cualquier gesto cariñoso por parte de nadie, más que desprecios o insultos, sin embargo él parecía expresarme mejor haciendo aquello que con cualquier otra palabra.
- Sí, un poco - Admití asintiendo con la cabeza levemente antes de contestarle con una sonrisa cuando hizo su comentario. - Cual muñeco de peluche - Reí al mencionar aquello, ya que yo siempre solía acurrucarme en la cama con un peluche que me había regalado mi hermano Donatien cuando realizó uno de sus viajes en los que tardaba semanas en volver y yo le echaba muchísimo de menos.
Cuando le pregunté acerca de él me le quedé mirando, al principio parecía no gustarle demasiado la idea de tener que contar nada acerca de su pasado, posiblemente había tenido etapas de su vida que ni a él y probablemente a cualquier otra persona en su mismo lugar no le hubiera gustado contar o ni si quiera pensar en ellas.
Cuando comenzó a hablar le escuché atentamente acomodándome en el lugar, abrazándome las piernas mientras apoyaba el mentón sobre las rodillas. No le hice hablar más de lo que él mismo estaba diciéndome, aunque se explayó un poco más en la explicación de como había llegado allí y su trabajo, ciertamente sorprendente y algo que admiraba. Amaba la música, desde pequeña había sido básicamente mi mayor gusto.
Noté sus caricias justo antes de levantarse, era un tacto que me encantaba, dulce y suave a la vez, hacía que me relajara, era algo que agradecía y que echaba de menos, aunque hubiera sido el abrazo de alguien. Hacía mucho tiempo que aquellos gestos de cariño se habían acabado para mi.
- Me parece bien dar en ese caso un paseo - Dije levantándome y sacudiendo mi jersey y la falda larga vieja y un poco desgastada de color rosa pálido que llevaba, bastante grande para mi, con lo que llevaba varias vueltas a la cintura y aún así me quedaba por los tobillos.
Off: Siento el retraso, pero el fin de semana lo tuve bastante ocupado y la inspiración parece que se la llevó el coco T-T
Suzel Savoie- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 30/09/2012
Localización : Paris
Re: La luna es la que refleja es esplendor de la noche reflejada en el agua... [Hero]
No te preocupes que eran esas palabras que me causaban tanto dolor? Odio esa frase. Por que debería preocuparme? De qué y mas importante sobre qué? Morí mis labios intentando no levantarme e irme, pues simplemente eran palabras que no quería escuchar... Pero nuevamente, como antes, deseé quedarme y así lo hice. Aun sonriendole, dejándole ver mi sonrisa cálida al tiempo que le sacaba la lengua a modo de broma. Y lento y fluido comencé a navegar con mi mano hacia los labios ajenos, apoyando dos dedos sobre aquellas cerezas, obligándole a acallar esas palabras. Disculpa... Por que ella se jactaba en decir palabras que no quería oír, me estaba volviendo loco. Pero de una forma mas bien extraña, no era odio, no era frustración y tampoco era amor. Eran sentimientos encontrados que provocaban en mi un suave escozor en el cuerpo. Como un hormigueo de arriba abajo que comenzaba a hacerme temblar lenta y profundamente.
-Por favor... No digas nunca mas eso. No me digas "no te preocupes", tampoco me pidas disculpas. Esas frases... Las detesto.
Y al final no pude con mi genio, y dejé volar mis pensamientos hacía ella. Esperaba que no se lo tome mal. Pues mi sonrisa seguía presente, dulce y tierna. Le hablaba con una sonrisa de lado a lado en el rostro, mientras alzaba mis manos haciendo un mohín por aquel viento que terminaba por hacer un desastre en mi cabello y aquellas dulces frases volvían a ser personaje principal en la conversación que dirigíamos. Realmente, como si fuese un oso de peluche, quería abrazarla y acurrucarla, vestirla y peinarla. Quizá era demasiado, pero nunca fui alguien que escapara a sus pensamientos. Mas bien los dejaba fluir y movía entre cosa y cosa que es lo que de verdad podía hacer y que es lo que me dejaría con las ganas.
-Exactamente, cual osito de felpa ~ -Asintiendo- Mm~ Bien vamos... La playa se ve linda cuando caminas cerca, por que no llegas a ver los desperdicios la marea sube y lo tapa todo... Como siempre los hombres no pueden parar de guardar "la mugre", "bajo la alfombra".
Susurré tomándole suavemente de la mano, como ayudándola a levantar, mientras caminaba mas hacia la costa, la arena estaba mojada y no nos enterrábamos en ella, por lo que era algo relajante. Las olas daban ese toque especial... Un sonido hermoso cuando se golpeaban contra las rocas y aquella brisa que hacía que ambos cabellos revoloteen de un lado hacía otro. Ella se veía adorable con sus cabellos blanco payo de un lado a otro. Su rostro era como de marfil, de una belleza algo abstracta, pero sus ropas seguían mostrando que vivía en las calles.
-Mmm Entonces tu como llegaste? Luego de... "eso" viniste para París o sucedió aquí?
Pregunté lo mas amable que pude, aunque sabía que aquello era poco, pues nunca resultaba tener palabras muy amables. Solo en el escenario hablaba con un tacto y suavidad impecable, como si pasara una muralla cuando me subía sobre el foco de luz. Mi personalidad cambiaba a una mas destellante, como si me convirtiera en una real estrella; sonreía con majestuosidad, creyéndome el príncipe de todo. Con un dialecto digno de un rey... Pero luego al pisar el piso mortal, donde todo pecado recorría los lugares, me despojaba de toda aquella carga. Me convertía en alguien mas atípico, alguien algo mediocre y que podría parecer por debajo de una clase educativa media. Y que si no fuese por mi forma de vestir mas bien elegante, podrían confundirme con uno mas de la ciudad. Un extranjero que había escapado del norte de mi país quizá...
-Espero no molestarte con mis preguntas... Ya sabes que si no quieres contestar algo, solo tienes que quedarte en silencio... Cambiar de tema o dejarme que yo lo cambiaré enseguida...
-Por favor... No digas nunca mas eso. No me digas "no te preocupes", tampoco me pidas disculpas. Esas frases... Las detesto.
Y al final no pude con mi genio, y dejé volar mis pensamientos hacía ella. Esperaba que no se lo tome mal. Pues mi sonrisa seguía presente, dulce y tierna. Le hablaba con una sonrisa de lado a lado en el rostro, mientras alzaba mis manos haciendo un mohín por aquel viento que terminaba por hacer un desastre en mi cabello y aquellas dulces frases volvían a ser personaje principal en la conversación que dirigíamos. Realmente, como si fuese un oso de peluche, quería abrazarla y acurrucarla, vestirla y peinarla. Quizá era demasiado, pero nunca fui alguien que escapara a sus pensamientos. Mas bien los dejaba fluir y movía entre cosa y cosa que es lo que de verdad podía hacer y que es lo que me dejaría con las ganas.
-Exactamente, cual osito de felpa ~ -Asintiendo- Mm~ Bien vamos... La playa se ve linda cuando caminas cerca, por que no llegas a ver los desperdicios la marea sube y lo tapa todo... Como siempre los hombres no pueden parar de guardar "la mugre", "bajo la alfombra".
Susurré tomándole suavemente de la mano, como ayudándola a levantar, mientras caminaba mas hacia la costa, la arena estaba mojada y no nos enterrábamos en ella, por lo que era algo relajante. Las olas daban ese toque especial... Un sonido hermoso cuando se golpeaban contra las rocas y aquella brisa que hacía que ambos cabellos revoloteen de un lado hacía otro. Ella se veía adorable con sus cabellos blanco payo de un lado a otro. Su rostro era como de marfil, de una belleza algo abstracta, pero sus ropas seguían mostrando que vivía en las calles.
-Mmm Entonces tu como llegaste? Luego de... "eso" viniste para París o sucedió aquí?
Pregunté lo mas amable que pude, aunque sabía que aquello era poco, pues nunca resultaba tener palabras muy amables. Solo en el escenario hablaba con un tacto y suavidad impecable, como si pasara una muralla cuando me subía sobre el foco de luz. Mi personalidad cambiaba a una mas destellante, como si me convirtiera en una real estrella; sonreía con majestuosidad, creyéndome el príncipe de todo. Con un dialecto digno de un rey... Pero luego al pisar el piso mortal, donde todo pecado recorría los lugares, me despojaba de toda aquella carga. Me convertía en alguien mas atípico, alguien algo mediocre y que podría parecer por debajo de una clase educativa media. Y que si no fuese por mi forma de vestir mas bien elegante, podrían confundirme con uno mas de la ciudad. Un extranjero que había escapado del norte de mi país quizá...
-Espero no molestarte con mis preguntas... Ya sabes que si no quieres contestar algo, solo tienes que quedarte en silencio... Cambiar de tema o dejarme que yo lo cambiaré enseguida...
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