Noche sin luna {Privado-Varek}

por **Summer Van der Faye** Sáb Ene 21, 2017 4:55 am

Los papeles no cuadraban, los numeros no estaban bien y tenía la sospecha de que era a causa de un trabajador que estaba robando parte de los pagos. Debía actuar rápido, pero desde que tenía esa cooperación con los Lanchance, no podía sencillamente tomar una decisión por su cuenta, era algo que debía hablar, y era urgente.

salió del despacho cogiendo su abrigo y bajó las escaleras con el repiquetear de sus botas de tacón bajo la falta. Se abotonó dos botones más de la camisa que llevaba casi sin pasar por los nervios y que dejaba ver una camiseta de color rojozo, similar al de la falda. Avisó que tardaría en volver al servicio y tomó el caballo para dirigirse, apresurada, a la ciudad.

La casa de los Lanchance era inconfudible, una de las más grandes de la zona, con altas vayas de color negro y setos que daban intimidad en medio de esa ciudad de caos. Llamó y dejó el caballo a un mozo de establo de color que se acercó para recibirla. La puerta de entrada se la abrió una baja, regordeta y con cofia que corrió a llamar al señor de la casa.

Sabía de la ausencia de Jean, el pequeño de los Lanchance parecía haber estado algo desaparecido de un tiempo a esa parte, esperaba que no sucediera nada malo entre los hermanos. Al igual que ella y Winter, los hermanos eran como el día y la noche, pero siempre habían parecido llevarse bien. Dio el abrigo y miró la esaclera al escuchar sonido de pasos.

Varek se acercaba, ya le había avisado de la llegada de Summer. Espero a tenerlo cerca para poder comentarle el problema, pero sus ojos se posaron en el cuello del cazador y los ojos se le abrieron de par en par. Summer tomó aire y lo miró a los ojos con gravedad y el ceño fruncido. Se acercó un par de pasos y extendió la mano con lentitud para tocarle la herida, deteniendose a medio camino, aun no tenía claro si le gustaba que le tocasen.

- Varek...- musitó preocupada.- ¿Qué es eso...?

por **Varek J. Lachance** Dom Ene 22, 2017 7:37 am

Apoyó sus codos en la mesa de madera. No soportaba que Jean le hubiese abandonado este tiempo. Se le estaba haciendo eterna su vuelta, y tenía la cabeza tan embotada con todo lo que necesitaba asimilar, que las letras de los manuscritos sobre las nuevas tierras que quieren comprar para ampliar su plantación en cuba.

Se levantó y caminó por la amplia sala. Con los pies descalzos y masajeando su frente con la mano izquierda, metió la derecha en el bolsillo. Necesitaba aclararse las ideas, tratar de volver a ser él. Pero no lo conseguía. Maldito el día en el que decidió llevar acabo ese estúpido plan. Y ahora salir de él le estaba costando más que asimilar la marcha temporal de Jean.

Suspiró con sonoridad viéndose interrumpido tal relajante momento por la voz de una de sus sirvientas. Alguien le buscaba en la puerta principal. Sin calzarse ni anudar los últimos botones de su camisa caminó con la mano derecha aun en el bolsillo hasta la puerta, donde visualizó a Summer.

Parado bajo el umbral Summer da un paso hacía él, alzando un poco la mano. Varek alza la suya, parándole pero ella rectifica antes, y sus manos no llegan a encontrarse - Nada de lo que debas preocuparte - sentencia, metiendo ambas manos en los bolsillos. Le ha sentado tan mal el gesto, que tarda en aceptar que debe invitarla a pasar - ¿Le hago preparar un té? - pregunta al fin, echando a andar hacía la biblioteca. Seguramente vendrá a hablar de negocios, no veía a Summer tan osada como para tratar de seguir cultivando lo que estaba creciendo entre ellos, viniendo a su casa.

La Biblioteca guardaba entre la colección de libros del heredero, los papeles del negocio que podían ser vistos por sus contribuyentes, entre ellos todos los que tenía en común con los Van der Faye. En ella daba acceso a ellos sin ningún tipo de objeción. Por eso siempre solía reunirse allí.

por **Summer Van der Faye** Dom Ene 22, 2017 9:04 am

Bajó la mirada y asintió siguiéndolo hacia dentro. Sentía el ambiente pesado, algo no andaba bien, había una presión rodeando a Varek que agoviaba, cortaba la respiración y llegaba, incluso, a marear. Le miró la espalda mientras avanzaba tras él, la teía tensa, los hombros se notaban pesados, parecía estar esforzándose por mantener una apariencia calmada.

Summer tomó aire y entró a la biblioteca, no creía que fuera buena idea hablar del problema que había surgido, retendría el sueldo y bloquearía los trabajos de ese hombre hasta que fuera mejor momento de hablar con Varek, pero en ese instante, le daba la sensación de que era él, y no ella, quien necesitaba, en realidad hablar. Sin embargo, Summer sabía que Varek era orgulloso, imaginaba que preferiría desaparecer, irse del mapa y mantener la boca cerrada, antes de abrirse, ni que fuera un poco.

Se fue a sentar en uno de los sillones, pero se lo pensó mejor, y se acercó a la puerta, cerrando el pestillo y, entoenes si, tomó asiento con calma y un ligero suspiro, señalando con una mano el sillón frene a ella, esperando que Varek se sentase. No quería que nadie los molestara. Lo miró en silencio y puso las manos sobre su regazo.

- Te prometo que no me levantaré, no me acercaré a ti ni te tocaré, solo... por favor, cierra los ojos, treinta segundos, prometo que me quedaré aquí, a esta distancia.- no iba a ser una solución a largo plazo, pero tal vez, solo tal vez, le sirviera para relajarse, no tenía ni idea de que pasaba, y tal vez no tuviera porque saberlo, ni iba a obligarlo a decir nada, no era de utilidad, lo unico que podía hacer, era intentar relajarlo, tranquilizarlo, ni que fuera desde la inopia, y sin preguntar ni decir nada más.

por **Varek J. Lachance** Dom Ene 22, 2017 4:15 pm

Entraron en la amplia Biblioteca y pidieron intimidad. La sirvienta esbozó una sonrisa al ver como Summer era quien daba el paso de cerrar y echar el pestillo. Conocía a las Van der Faye, y sabía que ambas muchachas estaban solteras. Seguramente habrían estado hurgando en su papeleo y habían visto movimiento. Y ahora con aquella actitud tan valiente y decidida por la pequeña Summer provocaba ideas preconcebidas para la servidumbre, que necesitada por un poco de romance, creían que la pasión acababa de ser encerrada en aquella habitación, para dejarla aflorar en la intimidad.

Varek accede a sentarse frente a ella, en el viejo sillón, y la mira con tranquilidad. Sabe que quiere una explicación, y por primera vez el cazador está dispuesto a darla - He conocido a alguien - le confiesa - Quiero que te mantengas al margen - Las duras palabras del cazador salieron sin ningún tipo de escrúpulo de su boca, seguramente victima del embriagador encanto de la vampiresa que aun permanecía patente en el cazador.

Sus manos se situaron en el apoya brazos. Las cerró, agarrándolo con fuerza. Sus nudillos se tornaron blancos por la fuerza que estaba ejerciendo. Se mantenía firme a sus palabras, ignorando los sentimientos de Summer ¿Quien era él? No se reconocía, pero tampoco hacía intento de ello.

por **Summer Van der Faye** Lun Ene 23, 2017 8:33 am

Lo miró sentarse en el sillón frente a ella, con gesto tenso. No esperaba que le contase nada ni quería entrometerse, pero no esperaba esa forma de hablar tan cortante. Summer sintió un pequeño dolor en el pecho, punzante, y lo miró con gesto sereno a pesar de esto. Notó los ojos brillantes ante su segunda frase, pero se controló, no iba a montar una escena.

Res piró hondo y recogió sus piernas sobre el sillón, con la cabeza gacha, manteniendo el silencio tenso que se había formado en el cálido cuarto. Así que ya estaba, se había acabado todo sin siquiera comenzar. Sus manos temblaron sobre su regazo mientras mantenía la compostura y pensaba que debería haber hecho caso a Winter “un polvo y puerta” eso debería haber hecho.

- No pensaba hacerlo.- murmuró alzando la cabeza para mirarlo, seria y seren, para bajarla nuevamente- Son elecciones tuyas, yo no tengo nada que ver, a no ser que tu quieras que así sea.- Se armo de valor para volver a mirarle a los ojos.- Pero por lo que me has dicho, de algún modo si que tengo algo que ver...- señaló aun a riesgo de que se molestase. - Dime, ¿es así?- Preguntó manteniendo la calma esperando una respuesta sincera. Tal vez se había equivocado, tal vez era la única que había sentido esa especie de conexión.

Si se había enamorado, no se entrometería, no iba a luchar por alguien que no la quería en su vida, pero al menos, dejaría claro que no era ella la que estaba alzando el muro, ni la que iba a poner barreras.

por **Varek J. Lachance** Lun Ene 30, 2017 4:26 pm

El silencio les arropó durante unos minutos, el tic-tac de un reloj en el largo pasillo se manifestaba para impacientar más a los dos cazadores, recordandoles que el tiempo que trascurría era irrecuperable. Los dedos de Varek permanecían hundidos en la tela del sillón para ayudarle a mantenerse firme. Sus ojos posados sobre los dela joven Van der Faye trataban de transmitirle la información suficiente para verificar sus pensamientos. Esa muchacha no se merecía la fría sinceridad que como un filo salía por la boca de él para clavarse en el pecho de ella. No se merecía ser una joven enamorada de alguien tan bestia como él, que a pesar de haber hecho esfuerzos por tratar de que aquello no tomase ese rumbo, se había dejado llevar lo suficiente para que su corazón hubiese ganado la batalla aquella noche en el jardín del palacio royal.

No reconocía su persona, pero no se culpaba de ello. Su vida había dado un giro tan grande, que ahora caminaba al otro lado del espejo y Summer trataba de darle la mano a través de el. ¿Pero cómo iba a agarrarla? Si ya era demasiado tarde para cruzar de nuevo? No podía arrastrarla a su mundo de oscuridad, no podía. Porque si ella se iba del otro lado, si dejaba de haber luz, no habría oscuridad.

Se alzó y caminó por la sala, sus pasos tranquilos hacía crujir la vieja madera. Se tomó unos segundos hasta que paró frente a la ventana, mirando por ella - Queréis mi sinceridad, y creo que sois merecedora de ella - cerró los ojos durante unos segundos que aprovechó para apretar su mandíbula. La miró sin girar su cuerpo hacía ella - Mis sentimientos sólo le harán atrasarse en su vida, como lo han hecho en la mía - le confesó - El amor es un espíritu familiar, el amor es un demonio; no hay más ángel malo que el amor - citó a Shakespeare - Huid ahora que estáis a tiempo, alejaos de mi Van der Faye, y no me obliguéis a verme reflejado en vuestras mejillas. Ninguna persona merece sus lágrimas, y quien se las merezca no le hará llorar - su corazón latía despacio, tranquilo. Mientras sentía a su razón dar un par de palmadas sobre su hombro izquierdo.

por **Summer Van der Faye** Miér Feb 01, 2017 2:15 am

Lo observó erguirse, pensativo, le miró caminar con porte sereno por la sala, como un león enjaulado, esperaba no estar apretando demasiado sus tuercas, no quería explicación alguna, no quería que le diera nada que no quisiera él darle, ni siquiera esperaba que le permitiera quedarse allí más de diez minutos, se había acostumbrado a sus desaires, a su misterio, a sus miradas de soslayo, a sus actos sin explicación, había entendido que no era alguien fácil de entender y al que probablemente no comprendería nunca, pero tampoco quería eso.

Se conformaba con que, en ese momento, aliviara su tensión, con que relajase sus hombros, se desprendiera del aire que, notaba, le presionaba el pecho, cerrase los ojos y pudiera dormir, las ojeras surcaban el rostro del cazador, tan visibles como las dos marcas por las que temía volver a preguntar, y sabía que, si él no quería, no iba a decirle nada. Desvió su mirada al hogar, que llameaba con calma mientras el fuego lamía los troncos que, poco a poco, perdían su color marron para volverse negros.

Escuchó atenta la voz de Varek, cansada, gruesa, como si le doliera hablar, demasiado refinada como para ser el cazador agresivo que había conocido, no parecían palabras propias de él, no era usual que hablase con esa cadencia, no, algo no estaba bien, pero no podía tirar del hilo, porque se imaginaba que, si lo hacía, probablemente lo rompería.

-"Sansón fue tentado y gozaba de prodigiosa fuerza. Salomón también fue seducido, y gozaba de gran sabiduría. La flecha de Cupido es demasiado dura para la flecha de Herakles y, por ello, harto desigual para la espada de un español".- Terminó la cita.- Por suerte, no somos españoles.- le sonrió en broma antes de dar un suspiro, levantándose.- Varek, basta.- dijo con seriedad.- No me cites a Shakespeare, no me digas que no quieres verte reflejado en mi, no me hables sin que lo entienda.- comentó acercándose poco a poco con voz tranquila y dulce, hasta llegar frente a él, mirándolo de frente.- Si no quieres que me acerque, no lo haré, es sencillo, la elección es tuya, pero no me vengas con citas de amor, ni con palabras dulces, no cuando me estás pidiendo que me marche.- alzó los ojos mirándolo con calma, y algo entristecida, acercando la mano para coger la de él.

La cogió con suavidad, estaba tenso, Summer suspiró y comenzó a masajear su palma, con suavidad, con ambas manos, tan pequeñas en comparación a las de él, lo miró en silencio, esperando que, en cualquier momento, se alejase de ella de un tirón, y fuera el momento de salir de allí y, probablemente, no volver, acotando la relación, si es que podía llamarse así a lo que fuera que había entre ellos, a algo, únicamente, de negocios.

por **Varek J. Lachance** Miér Feb 01, 2017 5:28 am

La mirada fue desviada de nuevo al cielo, tratando de perderse entre las blancas nubes que resaltaban en el oscuro cielo. La pequeña decisión de querer abandonar tierras francesas iba tomando fuerza a medida que pasaban los días. Cada suceso le empujaba más a marcharse y despejarse. Quedarse aquí sólo arrastraría a más personas a su desesperación y ahogo. Y no quería tener más invitados en sus pensamientos que él mismo.

Parado frente a él, observa a una de las mujeres más bellas que ha conocido en sus 35 años. Su dulce rostro parece roto por las palabras que Varek ha maquillado para ella. No se veía con el valor suficiente para poder hablar sin metáforas, pero ahora que ella se para frente a él, pidiendo que vuelva a repetir sin florituras lo que piensa, su mandíbula se tensa y la pena le envuelve el corazón. Ha elegido un mal momento para hablar y definir lo que hay entre ellos. Rayda aun quema en su cuello, y su corazón no late con la intensidad necesaria para poder etiquetar el sentimiento.

Respondió a las caricias dejándose tocar, y disfrutando quizás del último encuentro que tendrían - Summer - deslizó su mano por la de ella para librarse de las caricias y alzar su mentón para que le mirara - No puedo corresponderle, no ahora. No se si podré en un futuro - explicó - No creo que hagáis bien confesándome vuestro amor, soy un hombre de 35 años, sois joven e inmadura. Sólo os estáis dejando guiar por algo que es inusual... - suspiró y soltó su rostro - Seré yo quien marche, lo necesito. Si a mi vuelta el destino vuelve a cruzarnos, no lucharé y me dejaré acunar en las aguas del amor - depositó un beso en su frente - Que la llama se vuelva ascua, para ver si el viento vuelva a avivarla - una sonrisa se dibujó en su rostro - Cuidaos, Van der Faye - salió de la biblioteca dejando la puerta entrecerrada. La dejaría su tiempo, no la molestaría. Estaba tranquilo con su confesión y decisión, y era firme en que si alguna vez volvía a verla y surgía el amor. No se lo negaría.

por **Summer Van der Faye** Sáb Feb 04, 2017 3:27 am

musica de despedida :3:

Se sentó en el sofá cuando Varek abandonó la sala, sintiendose confusa. ¿Corresponderle? Suspiró. Por lo que había dicho, Varek parecía creer que estaba enamorada. Se dejó caer hacia atrás, reposando la cabeza en el respaldo. ¿amor, eh? No estaba segura de que fuera amor. Curiosidad, confusión, tal vez cariño, puede que algo más fuerte, atracción, ¿pero amor? La palabra amor era demasiado seria, demasiado formal, comprometía demasiado como para ser algo que ella pudiera o se permitiera sentir en ese momento, y más por alguien que era una confusión continua y que se pasaba la vida acercándola y alejándola de él como si quisieran ponerle la mile en los labios y no dejarle probarla.

No, no podía decir que fuera amor, ni aceptarlo aunque lo fuese. No era amor, pero la había dejado preocupada. Había dicho que si volvían encontrarse y volvía a surgir, entonces estaría bien todo, pero lo había notado tenso, como si, sencillamene, fuera mentira, como si no fuera un hasta pronto si no un hasta nunca. Hasta ahí había llegado el lazo, puede que incluso el corporativo, Lanchance-Van der Faye.

- Perdone, ¿me puede traer papel y tinta?- le preguntó a una sirvienta negra que pasó por delante de la puerta, que rápidamente asintió y fue a por lo que había pedido.

Se movió hasta el piano que había en la biblioteca, y abrió la tapa del teclado, si era una despedida, al menos le daría un regalo que sosegase su mente. Agradeció a la mujer el papel y la pluma entintada y se apresuró a garabatear la partitura que había aprendido ya de memoria tiempo atrás, antes de comenzar a apretar las teclas. Sus manos, machadas de negro, marcaron los pasos de sus dedos por las teclas mientras la melodía avanzaba, hasta finalizar, y en el papel, tras la partitura, unas letras, sencillas pero simples, dejaban claro lo que pensaba.

"Espero que, al menos, el "no enfrentarte a mis mejillas" le de paz, lo espero de veras.

Hasta siempre, o hasta nunca, eso es, ya, decisión suya.

Att: Summer Van der faye

P.d. Le dejo esto como regalo de despedida, para que, al menos, algo sosegue su alma."

Acabada la melodía, salió de la casa tomando su abrigo y montando su caballo, mirando atrás una única vez, a una ventana de la segunda planta con la cortina entreabierta, suponiendo que la criada estaría, en ese instante, dandole la nota al mayor de los Lanchance. Siguió su camino sin perder más tiempo, no podía hacer nada más, si alguien no la quería a su lado, no era quien para obligar a otra persona a tolerarla.

Por desgracia, estaba acostumbrada al rechazo, aunque pensaba que, en París, sería diferente, al menos le quedaba algún amigo que otro, no estaba, como pasaba en Holanda, sola con Winter, tenía más gente para no tener que agobiar a su hermana, ya que, estaba claro, su compañía no era, usualmente, grata. Tan solo esperaba que, al menos, desapareciendo del mapa el corazón del Señor Lanchance encontrase calma.

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