AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
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El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Larisa miró de nuevo el edificio, no muy segura de si era el correcto.
Se supone que, luego de semanas yendo siempre al Teatro, sabría cómo llegar, pero al parecer su escaso sentido de la Orientación le volvía a jugar una mala pasada. Éste era, obviamente un teatro. El problema era que no era el mismo teatro que ella frecuentaba. Éste edificio tenía un aire más… siniestro.
Y no sólo el aire. Larisa veía cómo la gente, regocijada, entraba por la puerta principal. Todos tenían algo en su aura que los hacía verse un poco más oscuros. Ellos, a su vez, la miraban con curiosidad. Se sintió… Luminosa. Como si estuviera rodeada de un halo de luz blanca que la bañaba de pies a cabeza. Quizá el vestido blanco que llevaba esa noche tampoco ayudaba mucho.
Calma, Larisa. Debe ser todo tu imaginación. Ahora no seas cobarde y entra.
Algo la impulsó a tomar el pequeño crucifijo de ébano que colgaba de su cuello- regalo de su madre, y sumergido en agua bendita de la Catedral de San Basilio-, besarlo levemente y pedirle a Dios que la protegiera, por lo menos esta noche. Después de aquello, pudo entrar, no sin cierto temblor en las piernas.
Algo en ese lugar le daba una sensación de miedo.
Por dentro, el aura Siniestra se intensificaba. Antes de darse cuenta, Larisa estaba escondida al final del teatro, tratando de evitar sentarse o llamar demasiado la atención. Se sintió aliviada cuando se dio cuenta de que nadie la miraba a ella. Al parecer, la función iba a empezar.
Se supone que, luego de semanas yendo siempre al Teatro, sabría cómo llegar, pero al parecer su escaso sentido de la Orientación le volvía a jugar una mala pasada. Éste era, obviamente un teatro. El problema era que no era el mismo teatro que ella frecuentaba. Éste edificio tenía un aire más… siniestro.
Y no sólo el aire. Larisa veía cómo la gente, regocijada, entraba por la puerta principal. Todos tenían algo en su aura que los hacía verse un poco más oscuros. Ellos, a su vez, la miraban con curiosidad. Se sintió… Luminosa. Como si estuviera rodeada de un halo de luz blanca que la bañaba de pies a cabeza. Quizá el vestido blanco que llevaba esa noche tampoco ayudaba mucho.
Calma, Larisa. Debe ser todo tu imaginación. Ahora no seas cobarde y entra.
Algo la impulsó a tomar el pequeño crucifijo de ébano que colgaba de su cuello- regalo de su madre, y sumergido en agua bendita de la Catedral de San Basilio-, besarlo levemente y pedirle a Dios que la protegiera, por lo menos esta noche. Después de aquello, pudo entrar, no sin cierto temblor en las piernas.
Algo en ese lugar le daba una sensación de miedo.
Por dentro, el aura Siniestra se intensificaba. Antes de darse cuenta, Larisa estaba escondida al final del teatro, tratando de evitar sentarse o llamar demasiado la atención. Se sintió aliviada cuando se dio cuenta de que nadie la miraba a ella. Al parecer, la función iba a empezar.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
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Y nuevamente salía al escenario; como si esa noche fuese la primera vez. Siempre lo hacía de un modo distinto, algunas veces mas triste, otras veces mas sensual. No podía permitirme hacerlo igual los días en los que tenía que actuar. Los sábados eran los días mas concurridos y era cuando mas fuerzas ponía en mi actuación. Por alguna razón esos días siempre llegaba carne nueva al teatro, al parecer el otro teatro estaba demasiado concurrido y la gente optaba por cosas nuevas. Eso era realmente perfecto para nosotros... Nuevos olores y nuevas sensaciones se podían apreciar desde el escenario. Mis labios siempre murmuraban de forma algo bruta, pero sensual. Simplemente no podía hablar formalmente "madame milady monsieur" no eran palabras que ponía en mi boca habitualmente. Sino que los trataba a todos como si de mi propia familia se tratase.
-... No creen que hoy la noche esta mas hermosa de lo usual? Bailemos juntos esta canción... La canción que despertara sus mas ocultos sentimientos... Quiero que después de aquí, se hundan en los placeres mas temidos de ustedes... Los mortales.
Esas eran mis formas de presentarme, empezando la sonata, escuchando el ruido de aquel aclamado violín, mientras dejaba fluir mi voz, haciendo que los sonidos se hagan agudos y graves; contaba aquella historia tenebrosa, sobre un mundo de terribles criaturas que cazaban a los humanos, los devoraban y los hacían hundir en el placer carnal. Dejando fluir aquel tipo de "poder" de atracción que había empezado a nacer desde que me habían convertido. Mi mirada se posaba en todos, desviándose cada tanto a una mujer blanca, ella era demasiado blanca por donde se la miraba y hacía que mis ojos se distraigan solo un poco, para volver cada tanto a mirarlos a todos y a ella.
Pronto los actores en la parte de atrás tomaban el turno; pasaban sus delgados dedos sobre mi, mientras me despojaban de mi saco de seda, dejándome con la camisa de raso mi cuerpo se movía suavemente por el escenario, dejando mi esencia por todos lados, tocando mi pecho y mis piernas. Era dueño de aquel lugar. El amo de ese escenario, nadie me lo quitaba en ese momento. Sentía que estaba en la gloria. Estar sobre un escenario no era una tarea fácil. Hacer fluir la voz tan desgarradoramente tampoco lo era. Como si largara a cantos o gritos apoyados todos mis sentimientos, hasta el final, sin dejar mis ánimos atrás en ningún momento.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Al momento en que Larisa escuchó la voz de aquel hombre, se le puso la carne de gallina.
No hablaba de las bonitas historias que Mozart ponía en el papel. Era un tema mucho más oscuro. Lo más extraño era que todos se veían embelesados ante la canción. Ella estaba asustada. Rezó alrededor de diez oraciones en Ruso mientras la canción seguía.
Aún así, no fue inmune al encanto de la voz de ese hombre. Era cierto, tenía una voz preciosa, y alcanzaba tonos imposibles con la mayor facilidad del mundo. Una voz que a Larisa le hubiera encantado tener.
Poco a poco, más que escuchar la letra o ver la presentación, sólo escuchaba la voz. El sentimiento que ésta tenía iba en aumento, y la joven no podía estar más impresionada. Intuía que, posiblemente, debía causarle algún otro efecto, como a los espectadores, cuya extraña energía se podía sentir desde donde ella estaba. Pero aparte de admiración, nada pasaba.
Posiblemente Dios había cumplido su promesa y la protegía. O su propia inocencia era un escudo. Nunca lo sabría.
Sólo supo que cuando se acabó la canción, se sintió a la vez desencantada y esperanzada. Desencantada porque el show había terminado. Esperanzada porque se le había ocurrido una buena idea.
No hablaba de las bonitas historias que Mozart ponía en el papel. Era un tema mucho más oscuro. Lo más extraño era que todos se veían embelesados ante la canción. Ella estaba asustada. Rezó alrededor de diez oraciones en Ruso mientras la canción seguía.
Aún así, no fue inmune al encanto de la voz de ese hombre. Era cierto, tenía una voz preciosa, y alcanzaba tonos imposibles con la mayor facilidad del mundo. Una voz que a Larisa le hubiera encantado tener.
Poco a poco, más que escuchar la letra o ver la presentación, sólo escuchaba la voz. El sentimiento que ésta tenía iba en aumento, y la joven no podía estar más impresionada. Intuía que, posiblemente, debía causarle algún otro efecto, como a los espectadores, cuya extraña energía se podía sentir desde donde ella estaba. Pero aparte de admiración, nada pasaba.
Posiblemente Dios había cumplido su promesa y la protegía. O su propia inocencia era un escudo. Nunca lo sabría.
Sólo supo que cuando se acabó la canción, se sintió a la vez desencantada y esperanzada. Desencantada porque el show había terminado. Esperanzada porque se le había ocurrido una buena idea.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Al final mi ceremonia había terminado. Bajaba del escenario hacia la parte trasera, donde tomé con delicadeza un vaso de whisky a las robas y bebí un trago bastante largo, terminan dolo al instante, para dejarlo en una mesa, de camino hacia cambiarme. No podía ir por allí con esas ropas que usaba y me puse algo mas informal. Aunque ya de por sí siempre estaba con atuendos informales; cuando terminaba de trabajar me ponía aun mas cómodo. Con unos pantalones de seda gruesos color negro,algo ajustados y una camisa muy larga, pero que no era suelta ni ajustada, sino que moldeaba mi figura a la perfección de un algodón suave y fino. La parte trasera de esa camisa llegaba a la altura de las rodillas y la parte delantera tapaba por debajo de mi entre pierna, siendo esta última mas corta que la parte de atrás.
Llevaba unas botas de cuero pesadas con enganches en plata y en mi cuello colgaba un hermoso collar con una clave de sol. Mis orejas como siempre estaban rodeadas de aretes y se podía notar por debajo de mi camisa que llevaba un aro en el pezón izquierdo y en el ombligo. Como también traía tatuajes en mi pecho y espalda. Era uno de los hombres mas regocijados por otros hombres. Simplemente muchos iban al teatro para verlo actuar y no solo por el canto.
-Mmm Fue una buena presentación hoy. Hubo gente de más? Había una chica en los costados, nadie la hizo acomodarse.
Dije mientras me sentaba en uno de los sillones, apoyando mis piernas a lo largo de otro sillón, mientras alguien me traía un nuevo vaso con whisky y me lo bebía ahora mas lentamente. Estiré mi cuello escuchando lo que decían. Como siempre a nadie le importaba que haya una mujer desconocida por allí; total a nadie le importaba la comodidad de la comida; solo estaban esperando para poder atacar. Aquellos vampiros, que ya eran en mayoría muy viejos... Estaban algo enfermos, insostenibles. Algunos ya solo pensaban en sangre y nada mas.
Ya pronto las personas empezarían a ir a la parte del bar del teatro. El único teatro que tenia un "after" y solo era así para que los vampiros de allí nos podamos alimentar sin problemas. A pesar de que tenía algo de hambre no tenía ganas de levantarme, seguro alguien vendría a acudir a mis encantos y a mi rara forma de vestir y hablar. No había dudas de que no era de París. Mi cuerpo y mi rostro era exótico y los humanos curiosos. Así que esperé ansioso sobre el sillón, estando a unos tres metros de la parte del bar; bebiendo en solitario escuchando como los vampiros comenzaban a hacer sus seducciones, para una buena cena.
Llevaba unas botas de cuero pesadas con enganches en plata y en mi cuello colgaba un hermoso collar con una clave de sol. Mis orejas como siempre estaban rodeadas de aretes y se podía notar por debajo de mi camisa que llevaba un aro en el pezón izquierdo y en el ombligo. Como también traía tatuajes en mi pecho y espalda. Era uno de los hombres mas regocijados por otros hombres. Simplemente muchos iban al teatro para verlo actuar y no solo por el canto.
-Mmm Fue una buena presentación hoy. Hubo gente de más? Había una chica en los costados, nadie la hizo acomodarse.
Dije mientras me sentaba en uno de los sillones, apoyando mis piernas a lo largo de otro sillón, mientras alguien me traía un nuevo vaso con whisky y me lo bebía ahora mas lentamente. Estiré mi cuello escuchando lo que decían. Como siempre a nadie le importaba que haya una mujer desconocida por allí; total a nadie le importaba la comodidad de la comida; solo estaban esperando para poder atacar. Aquellos vampiros, que ya eran en mayoría muy viejos... Estaban algo enfermos, insostenibles. Algunos ya solo pensaban en sangre y nada mas.
Ya pronto las personas empezarían a ir a la parte del bar del teatro. El único teatro que tenia un "after" y solo era así para que los vampiros de allí nos podamos alimentar sin problemas. A pesar de que tenía algo de hambre no tenía ganas de levantarme, seguro alguien vendría a acudir a mis encantos y a mi rara forma de vestir y hablar. No había dudas de que no era de París. Mi cuerpo y mi rostro era exótico y los humanos curiosos. Así que esperé ansioso sobre el sillón, estando a unos tres metros de la parte del bar; bebiendo en solitario escuchando como los vampiros comenzaban a hacer sus seducciones, para una buena cena.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Vaya, había un After Show. Nunca había visto algo así en toda su vida.
Era un salón ciertamente impresionante, y bastante elegante. Mucha gente se había quedado después de la actuación, como si la conversación fuera el desenlace natural a aquella presentación. Opulencia y encanto se veían a raudales.
Pero la pregunta era, ¿Por qué se había quedado? Hace un rato había estado aterrada. Aún lo estaba. Debería haber salido corriendo de allí, como era natural.
Sentía las miradas de muchas personas alrededor de ella. Hombres y mujeres que la veían con expresión de... hambre. Sí, era definitivamente hambre. Y un tinte de... ¿Frustración?
A decir verdad, nadie se le había acercado, como si tuviera una especie de polo positivo, y el resto un polo negativo. Como si, aparte de atraerlos, los repeliera. Quizá Dios sí la estaba protegiendo, de alguna manera. Le agradeció en silencio, a la vez que buscaba una salida.
En vez de encontrar la salida, encontró al hombre que había cantado hace un rato. Inmediatamente recordó por qué estaba allí, y su miedo se transformó en tenaz determinación. Con pasos firmes, se dirigió hacia donde él estaba.
Cuando estuvo al frente de él, tomó aire y le habló con voz clara.
-Izvinite (Disculpe), ¿usted es el cantante de hace un rato?
Era un salón ciertamente impresionante, y bastante elegante. Mucha gente se había quedado después de la actuación, como si la conversación fuera el desenlace natural a aquella presentación. Opulencia y encanto se veían a raudales.
Pero la pregunta era, ¿Por qué se había quedado? Hace un rato había estado aterrada. Aún lo estaba. Debería haber salido corriendo de allí, como era natural.
Sentía las miradas de muchas personas alrededor de ella. Hombres y mujeres que la veían con expresión de... hambre. Sí, era definitivamente hambre. Y un tinte de... ¿Frustración?
A decir verdad, nadie se le había acercado, como si tuviera una especie de polo positivo, y el resto un polo negativo. Como si, aparte de atraerlos, los repeliera. Quizá Dios sí la estaba protegiendo, de alguna manera. Le agradeció en silencio, a la vez que buscaba una salida.
En vez de encontrar la salida, encontró al hombre que había cantado hace un rato. Inmediatamente recordó por qué estaba allí, y su miedo se transformó en tenaz determinación. Con pasos firmes, se dirigió hacia donde él estaba.
Cuando estuvo al frente de él, tomó aire y le habló con voz clara.
-Izvinite (Disculpe), ¿usted es el cantante de hace un rato?
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Y seguía con mi copa, recargándome en el sillón, observando a la gente pasar desde lejos hacia el fondo. Algunos venían y saludaban; otros solo levantaban la mano. No había nadie que llame mi atención. Me morí los labios suavemente y me estire con delicadeza, quedando acostado completamente. Con la cabeza apoyada en el brazo del sillón y una mano a un costado, bebiendo cada tanto de mi vaso de whisky que ya pronto estaba terminado. Me enfadé por eso tire el vaso a un costado procurando que no se rompa. Solo quería algo de sangre y diversión; pero sentía que esa no sería una noche muy divertida. Por alguna razón mis instintos me hablaban sobre unas horas de aburrimiento y diversión mezcladas en uno solo.
-Mm...?
Y unos ojos aparecieron de repente, azules profundos, con una inocencia y claridad que dolía. Era como un pedasito de sol frente a mi. Me hacía dolor los ojos y enojarme un poco. Bufé por aquello y me levante observándola de arriba abajo. Era chiquita, como una pequeña ramita dispuesta a ser rota al medio si se aplicaba la suficiente fuerza en los costados. Mordí mis labios y los relamí gustoso. Fui hacía una nueva botella del pequeño bar privado que había en esa zona y tomé suavemente la botella de ron entre mis dedos y dos vasos. Aunque por lo que parecía aquella muchacha apenas y tomaba agua. Me serví hasta el tope y lo bebí rápido hasta la mitad, para luego dejarlo apoyado sobre la mesa que había frente al sillón.
-...Yo soy el cantante. Tu quien eres? Quieres una copa?
Mi vocabulario era torpe, tosco; muy diferente a los parisinos que hablaban con modales mas que hermosos. Trataban a el mundo como si fuese una rosa. Pero sin embargo yo no podía por alguna razón, desde mi conversión no me salía hablar tan hermosamente. Sino que lo hacía torpe y directo. Si deseaba algo lo hacía saber y si ofrecía algo era directo y sin ninguna clase de subjetividad. Yo iba de frente a lo que me apetecía. Y por ahora quería saber el nombre de la chica. Y luego beberle un poco de esa sangre que tenía dentro. Ella provocaba un poco de molestias; pero también algo de morbo. Aquel vestido blanco, con su cabello rizado y los ojos como dos piedras azules. Me intrigaban y me daban ganas de apretarla y comerla, hasta que no quede nada.
-Mm...?
Y unos ojos aparecieron de repente, azules profundos, con una inocencia y claridad que dolía. Era como un pedasito de sol frente a mi. Me hacía dolor los ojos y enojarme un poco. Bufé por aquello y me levante observándola de arriba abajo. Era chiquita, como una pequeña ramita dispuesta a ser rota al medio si se aplicaba la suficiente fuerza en los costados. Mordí mis labios y los relamí gustoso. Fui hacía una nueva botella del pequeño bar privado que había en esa zona y tomé suavemente la botella de ron entre mis dedos y dos vasos. Aunque por lo que parecía aquella muchacha apenas y tomaba agua. Me serví hasta el tope y lo bebí rápido hasta la mitad, para luego dejarlo apoyado sobre la mesa que había frente al sillón.
-...Yo soy el cantante. Tu quien eres? Quieres una copa?
Mi vocabulario era torpe, tosco; muy diferente a los parisinos que hablaban con modales mas que hermosos. Trataban a el mundo como si fuese una rosa. Pero sin embargo yo no podía por alguna razón, desde mi conversión no me salía hablar tan hermosamente. Sino que lo hacía torpe y directo. Si deseaba algo lo hacía saber y si ofrecía algo era directo y sin ninguna clase de subjetividad. Yo iba de frente a lo que me apetecía. Y por ahora quería saber el nombre de la chica. Y luego beberle un poco de esa sangre que tenía dentro. Ella provocaba un poco de molestias; pero también algo de morbo. Aquel vestido blanco, con su cabello rizado y los ojos como dos piedras azules. Me intrigaban y me daban ganas de apretarla y comerla, hasta que no quede nada.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Y allí estaba otra vez esa mirada de hambre, mezclada con algo de molestia. Larisa no pudo más que tiritar. Volvía a sentirse intimidada, y la idea de correr hasta su casa se le antojaba bastante buena. Pero no quería parecer más cobarde de lo que en realidad era, así que sólo tragó saliva y se quedó.
-Me llamo Larisa Navratinova, mucho gusto- aquel bendito acento Ruso siempre salía a la luz cuando decía su nombre completo-. No tomo licor, gracias- agregó, rechazando la oferta con toda la cortesía que fue capaz de reunir a pesar del miedo.
Sentía como si su pequeña crucecita bendecida, que llevaba diligentemente colocada en el cuello, le pesara sobre los hombros. No era un peso molesto, más bien le traía calma y una sensación de seguridad bastante apaciguadora. Era como si su Dios Ortodoxo hubiera enviado una legión de ángeles que se situaban alrededor suyo, espantando el peligro con espadas y escudos.
Pero, aún con la calma, no podía evitar el sentirse atemorizada. Era como si la gran mayoría de aquellas personas esperara un descuido de su parte para abalanzarse encima y matarla de la peor forma. Estaba bastante familiarizada con aquella sensación, y no era agradable ni le traía los mejores recuerdos del mundo.
Miró sigilosamente alrededor suyo. Habían muchas personas mirando al cantante, como si ejerciera una extraña atracción en torno a todo ser vivo en aquella sala. No tenía idea de por qué ella no sentía lo mismo. Debía ser porque tenía a otras personas en mente, que se escabullían entre sus recuerdos como una sombra agradable. Que posiblemente actuaran como una especie de escudo.
Viéndolo de ese modo, Larisa estaba siempre protegida. Todo lo bueno y lo luminoso se ponía de su parte, como si fuera algo bendito y frágil que hubiera que proteger a toda costa.
-Vengo aquí con un pedido en particular…-le tembló un poco la voz, y rogó porque no se notara- ¿Puede usted enseñarme a cantar?
-Me llamo Larisa Navratinova, mucho gusto- aquel bendito acento Ruso siempre salía a la luz cuando decía su nombre completo-. No tomo licor, gracias- agregó, rechazando la oferta con toda la cortesía que fue capaz de reunir a pesar del miedo.
Sentía como si su pequeña crucecita bendecida, que llevaba diligentemente colocada en el cuello, le pesara sobre los hombros. No era un peso molesto, más bien le traía calma y una sensación de seguridad bastante apaciguadora. Era como si su Dios Ortodoxo hubiera enviado una legión de ángeles que se situaban alrededor suyo, espantando el peligro con espadas y escudos.
Pero, aún con la calma, no podía evitar el sentirse atemorizada. Era como si la gran mayoría de aquellas personas esperara un descuido de su parte para abalanzarse encima y matarla de la peor forma. Estaba bastante familiarizada con aquella sensación, y no era agradable ni le traía los mejores recuerdos del mundo.
Miró sigilosamente alrededor suyo. Habían muchas personas mirando al cantante, como si ejerciera una extraña atracción en torno a todo ser vivo en aquella sala. No tenía idea de por qué ella no sentía lo mismo. Debía ser porque tenía a otras personas en mente, que se escabullían entre sus recuerdos como una sombra agradable. Que posiblemente actuaran como una especie de escudo.
Viéndolo de ese modo, Larisa estaba siempre protegida. Todo lo bueno y lo luminoso se ponía de su parte, como si fuera algo bendito y frágil que hubiera que proteger a toda costa.
-Vengo aquí con un pedido en particular…-le tembló un poco la voz, y rogó porque no se notara- ¿Puede usted enseñarme a cantar?
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Que era esta molestia con la que cargaba? Aquella muchacha empezaba a molestarme bastante. Suspiré y cerré los ojos por un momento, como si no quisiera precipitarme. Un defecto grande que tenía es que una vez que alguien me caía mal, no había forma alguna de hacer que cambie de opinión. Pero por algún motivo, aquella muchacha no me caía ni bien ni mal. Como si estuviese forjada en algún tipo de protección que no me dejaba odiarla, pero tampoco amarla. Que molesto, me ponía nervioso. Me bajé el vaso que tenía en mi mano nuevamente. Sentía el escozor en mi garganta, lo bueno es que al día siguiente estaba completamente curado. Una de las satisfacciones era que nunca tenía que cuidarme de que beber o fumar por la voz. Simplemente hacía lo que quería cuando quería y donde quería.
- Esta bien, quieres un vaso de agua? Pareces un pollito asustado, siéntate de una vez... Por ahora no te comeré... Mm? Así que rusa?
Sonreí de lado por aquello y fui a buscarle un vaso de agua fría, dejándolo frente a ella. Si lo deseaba podía tomarlo en cualquier momento. Tampoco es que la fuese a obligar a beber algo si no lo deseaba.
De repente mis ojos se abrieron, me quede como en el limbo. Que era eso? Querer que le enseñe a cantar? Era la primera vez que alguien venía de esa forma a pedirlo. La observé con los ojos bien abiertos, y de pronto la recorrí de arriba abajo, frunciendo el entrecejo cuando vi aquella pequeña luz cargada de energía positiva. La verdad era que cualquiera podía usar una cruz en el cuello. Pero solo personas con verdadera fe hacían que eso le haga algo de daño a algún vampiro o ser de oscuridad.
Aquella muchachita era una fiel creyente y eso la hacía algo adorable. Aunque probablemente si algún vampiro quería comerla, lo haría de todas formas. Pero la mayoría preferían presas fáciles.
-... Que hermosa cruz que llevas allí. Para que quieres que te enseñe a cantar? No parece que puedas mantenerte parada frente a un escenario.
Le miré fijo a los ojos mientras mi otra mano volvía a servirme algo de bebida. Aquella chica era interesante... Así que realmente era rusa; los acentos rusos realmente son adorables, me gustaba escucharla hablar. Pero no me imaginaba como cantaría; las voces rusas son algo imponentes y fuertes. Pero ella parecía débil y tímida.
- Esta bien, quieres un vaso de agua? Pareces un pollito asustado, siéntate de una vez... Por ahora no te comeré... Mm? Así que rusa?
Sonreí de lado por aquello y fui a buscarle un vaso de agua fría, dejándolo frente a ella. Si lo deseaba podía tomarlo en cualquier momento. Tampoco es que la fuese a obligar a beber algo si no lo deseaba.
De repente mis ojos se abrieron, me quede como en el limbo. Que era eso? Querer que le enseñe a cantar? Era la primera vez que alguien venía de esa forma a pedirlo. La observé con los ojos bien abiertos, y de pronto la recorrí de arriba abajo, frunciendo el entrecejo cuando vi aquella pequeña luz cargada de energía positiva. La verdad era que cualquiera podía usar una cruz en el cuello. Pero solo personas con verdadera fe hacían que eso le haga algo de daño a algún vampiro o ser de oscuridad.
Aquella muchachita era una fiel creyente y eso la hacía algo adorable. Aunque probablemente si algún vampiro quería comerla, lo haría de todas formas. Pero la mayoría preferían presas fáciles.
-... Que hermosa cruz que llevas allí. Para que quieres que te enseñe a cantar? No parece que puedas mantenerte parada frente a un escenario.
Le miré fijo a los ojos mientras mi otra mano volvía a servirme algo de bebida. Aquella chica era interesante... Así que realmente era rusa; los acentos rusos realmente son adorables, me gustaba escucharla hablar. Pero no me imaginaba como cantaría; las voces rusas son algo imponentes y fuertes. Pero ella parecía débil y tímida.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Era verdad. Nunca había estado en un escenario. Había tocado alguna vez el Órgano en el otro teatro, pero la única espectadora que había tenido era Nói, y aquella vez había sido presa fácil de la vergüenza.
Entonces, ¿para qué quieres aprender a cantar?
Larisa se puso a pensar en alguna razón que no fuera demasiado egoísta. Sabía que algunos artistas eran caprichosos y muy celosos con sus talentos. Su propio maestro de Piano lo había sido, o al menos hasta que la había escuchado tocar. Si le daba alguna razón que sonara a egocentrismo o fraude, no tendría otra oportunidad.
Por otro lado, Larisa no era ni egoísta ni una estafadora. Era más bien todo lo contrario.
-Yo… quiero aprender porque de verdad amo la música. Siempre la he amado, desde que era una niña. Cuando tenía cuatro años, decidí consagrarme a todas esas bonitas sinfonías y sonatas, y me he esforzado mucho para lograrlo. Pero a veces siento que aún me falta mucho para ser una maestra de verdad, y quisiera aprender todo lo que pueda. Es verdad que nunca he estado en un escenario, ni siquiera tocando el piano, y que posiblemente sea demasiado tímida para pararme frente a uno, pero estoy segura de que si me lo propongo podré hacerlo algún día.
La chica se calló abruptamente. Quizá no había sido una buena idea decir aquel tropel de palabras. Era una razón demasiado abstracta como para ser tomada en serio. Quizá hasta terminara riéndose de ella. “Amor a la música”. Lo único que la movía, pero quizá no era suficiente.
Entonces, ¿para qué quieres aprender a cantar?
Larisa se puso a pensar en alguna razón que no fuera demasiado egoísta. Sabía que algunos artistas eran caprichosos y muy celosos con sus talentos. Su propio maestro de Piano lo había sido, o al menos hasta que la había escuchado tocar. Si le daba alguna razón que sonara a egocentrismo o fraude, no tendría otra oportunidad.
Por otro lado, Larisa no era ni egoísta ni una estafadora. Era más bien todo lo contrario.
-Yo… quiero aprender porque de verdad amo la música. Siempre la he amado, desde que era una niña. Cuando tenía cuatro años, decidí consagrarme a todas esas bonitas sinfonías y sonatas, y me he esforzado mucho para lograrlo. Pero a veces siento que aún me falta mucho para ser una maestra de verdad, y quisiera aprender todo lo que pueda. Es verdad que nunca he estado en un escenario, ni siquiera tocando el piano, y que posiblemente sea demasiado tímida para pararme frente a uno, pero estoy segura de que si me lo propongo podré hacerlo algún día.
La chica se calló abruptamente. Quizá no había sido una buena idea decir aquel tropel de palabras. Era una razón demasiado abstracta como para ser tomada en serio. Quizá hasta terminara riéndose de ella. “Amor a la música”. Lo único que la movía, pero quizá no era suficiente.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Le escuché; de cabo a rabo, desviando mi mirada solo para beber un poco mas de mi copa, terminandola con aquel último trago. Aquellas palabras eran dulces, pero no tenían mucho sentido. El simple hecho de cantar... De tocar algo. Ciertamente uno hace aquellas cosas por que le gustan, sino sería realmente una estupidez y ya me hubiese largado a comerme a alguien mas interesante. El amor a la música... Si uno tiene amor por ella, pero por que? Cuál es la razón principal de querer hacer música. Si te gusta ella, solo escuchala y deja de molestar. Pero para querer hacer y dedicarla tiene que haber un tercero...
-Y? Si tanto la amas ponte a escucharla. Pero si quieres aprender música - se levanta del sillón - Tiene que ser por otra razón. Piensas que yo canto solo por que amo la música? Eso es muy pobre, muy triste. El mundo entero ama la música. Que tu la ames mas, no te da derecho a poder aprender.
Me acerqué sin importarme aquella cruz o aquella aura blanquecina que tenía. La música, es lo mas preciado en mi vida, nada se compara a ello... El transmitir las sensaciones; dejar que los otros se pongan tristes, felices o nostálgicos. Eso es lo que te da derecho a hacer música.
Mis manos suavemente tomaron la barbilla de la jovensita, mirándole a los ojos; sentía como mi sentido vampírico se aumentaba a causa de la irritación y solo me la quedé mirando, acariciando con un dedo aquella mejilla que tenía, mientras volvía a negar una y otra vez.
-Lo que tu tienes ahí dentro, en ese órgano que aun te late y aquí en tu cerebro. La música se aprende combinando ambos sentimientos y se hace y presenta; para los demás... Si quieres aprender por que "amo la muusiicaa" pues ve con alguien que te enseñe como leer un pentagrama de canto. Si quieres que alguien como yo te enseñe... Debe ser por que quieres sacar y dejar hasta los ojos arriba del escenario. Sudar y llorar hasta que te sientas que estas por morir. Y no le puedas ni rogar a tu dios.
Mis palabras eran crudas, desagradables y algo perturbadoras. Pero aquella niña... Era como un bebe que quería aprender algo que estaba muy lejos de su alcance. Como osaba decir eso frente a mi. Sacar la propia piel. dejar sangre y sudor; eso es lo que hacía que la gente realmente ame la música. La única forma real de aprender cualquier cosa musical... Es peleando, luchando y llorando para hacerte uno con la melodía. Para poder dejar en la gente aquellos sentimientos que son forjados por el escritor. No importa lo que uno piense de sus habilidades. Los demás son los que juzgan... A los demás es a los que hay que darle todo. Por que son ellos los que deben amar tu música. No el que realmente la esta haciendo sonar.
-Y? Si tanto la amas ponte a escucharla. Pero si quieres aprender música - se levanta del sillón - Tiene que ser por otra razón. Piensas que yo canto solo por que amo la música? Eso es muy pobre, muy triste. El mundo entero ama la música. Que tu la ames mas, no te da derecho a poder aprender.
Me acerqué sin importarme aquella cruz o aquella aura blanquecina que tenía. La música, es lo mas preciado en mi vida, nada se compara a ello... El transmitir las sensaciones; dejar que los otros se pongan tristes, felices o nostálgicos. Eso es lo que te da derecho a hacer música.
Mis manos suavemente tomaron la barbilla de la jovensita, mirándole a los ojos; sentía como mi sentido vampírico se aumentaba a causa de la irritación y solo me la quedé mirando, acariciando con un dedo aquella mejilla que tenía, mientras volvía a negar una y otra vez.
-Lo que tu tienes ahí dentro, en ese órgano que aun te late y aquí en tu cerebro. La música se aprende combinando ambos sentimientos y se hace y presenta; para los demás... Si quieres aprender por que "amo la muusiicaa" pues ve con alguien que te enseñe como leer un pentagrama de canto. Si quieres que alguien como yo te enseñe... Debe ser por que quieres sacar y dejar hasta los ojos arriba del escenario. Sudar y llorar hasta que te sientas que estas por morir. Y no le puedas ni rogar a tu dios.
Mis palabras eran crudas, desagradables y algo perturbadoras. Pero aquella niña... Era como un bebe que quería aprender algo que estaba muy lejos de su alcance. Como osaba decir eso frente a mi. Sacar la propia piel. dejar sangre y sudor; eso es lo que hacía que la gente realmente ame la música. La única forma real de aprender cualquier cosa musical... Es peleando, luchando y llorando para hacerte uno con la melodía. Para poder dejar en la gente aquellos sentimientos que son forjados por el escritor. No importa lo que uno piense de sus habilidades. Los demás son los que juzgan... A los demás es a los que hay que darle todo. Por que son ellos los que deben amar tu música. No el que realmente la esta haciendo sonar.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
A medida que Larisa escuchaba sus palabras, se iba enfadando más y más.
Sabía que le había dado una excusa muy pobre. Sabía que posiblemente el simple amor a la música no era totalmente suficiente para querer aprender a cantar como él. Pero que la tratara como una primeriza… Para la joven era algo intolerable.
-No quiero parecer grosera, pero ¿Qué sabe usted de mis motivos? Sí, amo la música. Sí, es una excusa terriblemente pobre. Pero no puede decir, al menos sin conocerme, que no me he esforzado por ella. Yo toco el piano, aprendí sola a tocarlo. Nadie quiso enseñarme. Nadie me tomó en cuenta. Crecí con tres hermanos más, que posiblemente tenían otras habilidades, mejores que las mías. ¿Quién se iba a preocupar de que yo aprendiera piano? Me puse manos a la obra. Me costó, sudor y lágrimas, pero aprendí. Puse toda mi alma en ese instrumento, esperando que los demás sintieran la misma dicha al escucharme que la que yo sentía al tocar para ellos. Cuando se dieron cuenta de lo que podía lograr, me contrataron a un maestro. Ya era tarde. Yo sola había aprendido todo lo que necesitaba saber.
Después de ese acalorado discurso, sintió que posiblemente había sido demasiado maleducada. Tampoco le importó. Posiblemente había estado perdiendo el tiempo. Posiblemente no necesitaba nada más que su piano. Posiblemente esa idea de cantar había nacido más como un tonto capricho que cualquier otra cosa. Era verdad, cuando Larisa escuchaba algo nuevo, diferente, se volvía completamente testaruda. Pero esta vez había aceptado su derrota.
-Tiene usted razón, quizá no tengo madera para cantante. Soy demasiado tímida como para subir a interpretar algo a todos. Pero eso no significa que me dejaré humillar como una aprendiz. Tengo mi dignidad, y la conservaré hasta el último día de mi vida. Seguiré tocando el Piano, y entregándole a los demás aquella alegría que quieren oír. Lamento si fui demasiado grosera, no fue mi intención ofenderle de ningún modo. Ahora, con su permiso.
Con una pequeña sonrisa de disculpa, Larisa se levantó con cuidado y se dispuso a salir, tranquilamente y con la cabeza en alto.
Sabía que le había dado una excusa muy pobre. Sabía que posiblemente el simple amor a la música no era totalmente suficiente para querer aprender a cantar como él. Pero que la tratara como una primeriza… Para la joven era algo intolerable.
-No quiero parecer grosera, pero ¿Qué sabe usted de mis motivos? Sí, amo la música. Sí, es una excusa terriblemente pobre. Pero no puede decir, al menos sin conocerme, que no me he esforzado por ella. Yo toco el piano, aprendí sola a tocarlo. Nadie quiso enseñarme. Nadie me tomó en cuenta. Crecí con tres hermanos más, que posiblemente tenían otras habilidades, mejores que las mías. ¿Quién se iba a preocupar de que yo aprendiera piano? Me puse manos a la obra. Me costó, sudor y lágrimas, pero aprendí. Puse toda mi alma en ese instrumento, esperando que los demás sintieran la misma dicha al escucharme que la que yo sentía al tocar para ellos. Cuando se dieron cuenta de lo que podía lograr, me contrataron a un maestro. Ya era tarde. Yo sola había aprendido todo lo que necesitaba saber.
Después de ese acalorado discurso, sintió que posiblemente había sido demasiado maleducada. Tampoco le importó. Posiblemente había estado perdiendo el tiempo. Posiblemente no necesitaba nada más que su piano. Posiblemente esa idea de cantar había nacido más como un tonto capricho que cualquier otra cosa. Era verdad, cuando Larisa escuchaba algo nuevo, diferente, se volvía completamente testaruda. Pero esta vez había aceptado su derrota.
-Tiene usted razón, quizá no tengo madera para cantante. Soy demasiado tímida como para subir a interpretar algo a todos. Pero eso no significa que me dejaré humillar como una aprendiz. Tengo mi dignidad, y la conservaré hasta el último día de mi vida. Seguiré tocando el Piano, y entregándole a los demás aquella alegría que quieren oír. Lamento si fui demasiado grosera, no fue mi intención ofenderle de ningún modo. Ahora, con su permiso.
Con una pequeña sonrisa de disculpa, Larisa se levantó con cuidado y se dispuso a salir, tranquilamente y con la cabeza en alto.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Y así era como la noche se iba volviendo mas oscura. Estaba poniendo mis cabellos de punta y eso provocaba que la atmósfera sea cada vez mas pesada, como si los propios alientos empezaran a ser difíciles de controlar. Aún apoyaba la mano en el respaldar de donde ella estaba sentada, sin dejarla ir. No permitiría que aquella se fuese sin aprender algo. Pero allí estaba con sus palabras nuevamente. La escuché cerrando sutilmente los ojos, mientras intentaba controlar mi lengua. De alguna forma ella me agradaba, esas palabras me recordaban a mi, solo que yo no las andaba diciendo por cualquier lado. Esas eran cosas que a mi gusto se entierran bien profundo. Pues solo causan que las personas te vean mal. Algo como "bueno, no tienes que esparcir lo mucho que te esforzarte, guardatelo mejor".
-Me parece muy bien que hayas hecho eso. Te sientes mejor diciéndolo? Te gusta que las personas sepan lo mucho que te haz esforzado? A mi gusto, prefiero guardármelo para mí y que nadie lo sepa.
Susurré suave cerca de sus labios y uno de mis dedos fue pasando delicadamente por su mejilla, contorneandola para luego suspirar al ver como quería levantarse. Pero yo no me corrí y le impedí el paso de una forma bien tosca. Quedándome allí mientras la observaba fijo a los ojos. Ella era realmente especial; no caía ante mis encantos y eso me fascinaba. Su ropa también hacía que me quiera fijar en ella, pues como siempre los trajes sueltos son los mejores. Pero de alguna forma, mi mirada no iba mas allá de aquello. Realmente algo la protegía de malas miradas.
- Yo no dije eso. Oye! Nunca dije que no tengas madera para cantante. Tu! Deja de entender lo que quieras. Tss... Cualquiera puede ser cantante si se lo propone. Quiero que entiendas, que odio la gente que dice que quiere aprender canto solo por eso. Lo que quiero escuchar es "quiero transmitirle a la gente mis sentimientos". Eso es lo que un cantante tiene que desear para ser el mejor. Quieres aprender? Yo te enseñare. Pero tu tienes que sacar todo lo que llevas adentro para ser la mejor. Sino, solo serás una cantante mas.
Así fue como termine mi discurso y ahora si me aparté de ella, tomando la botella que había sacado para volver a servir mi vaso, tomando un trago largo y profundo. Estaba metiéndome en una verdadera molestia. Aquella niña, terminaría muerta si realmente me sacaba de mis casillas. Era como una rosa, con muchas muchas espinas. Pues pinchaba pero era tan hermosa. Pero a la vez frágil, pues podía agarrarla de la flor y romperla en solo unos segundos. Aquella era encantadoramente perturbante. Me daban ganas de aplastarle un poco la lengua, pero al mismo tiempo de acariciarla y protegerla como si fuese de mi propiedad.
-No me importa que seas grosera. Y eso que dijiste... "Seguiré tocando el Piano, y entregándole a los demás aquella alegría que quieren oír" Eso es lo que deseo que hagas. Eso es lo que hago en el escenario, entregarles mis sentimientos; que no son siempre alegría. Pero si lo que tu quieres transmitir es eso; pues esfuérzate en dar eso.
-Me parece muy bien que hayas hecho eso. Te sientes mejor diciéndolo? Te gusta que las personas sepan lo mucho que te haz esforzado? A mi gusto, prefiero guardármelo para mí y que nadie lo sepa.
Susurré suave cerca de sus labios y uno de mis dedos fue pasando delicadamente por su mejilla, contorneandola para luego suspirar al ver como quería levantarse. Pero yo no me corrí y le impedí el paso de una forma bien tosca. Quedándome allí mientras la observaba fijo a los ojos. Ella era realmente especial; no caía ante mis encantos y eso me fascinaba. Su ropa también hacía que me quiera fijar en ella, pues como siempre los trajes sueltos son los mejores. Pero de alguna forma, mi mirada no iba mas allá de aquello. Realmente algo la protegía de malas miradas.
- Yo no dije eso. Oye! Nunca dije que no tengas madera para cantante. Tu! Deja de entender lo que quieras. Tss... Cualquiera puede ser cantante si se lo propone. Quiero que entiendas, que odio la gente que dice que quiere aprender canto solo por eso. Lo que quiero escuchar es "quiero transmitirle a la gente mis sentimientos". Eso es lo que un cantante tiene que desear para ser el mejor. Quieres aprender? Yo te enseñare. Pero tu tienes que sacar todo lo que llevas adentro para ser la mejor. Sino, solo serás una cantante mas.
Así fue como termine mi discurso y ahora si me aparté de ella, tomando la botella que había sacado para volver a servir mi vaso, tomando un trago largo y profundo. Estaba metiéndome en una verdadera molestia. Aquella niña, terminaría muerta si realmente me sacaba de mis casillas. Era como una rosa, con muchas muchas espinas. Pues pinchaba pero era tan hermosa. Pero a la vez frágil, pues podía agarrarla de la flor y romperla en solo unos segundos. Aquella era encantadoramente perturbante. Me daban ganas de aplastarle un poco la lengua, pero al mismo tiempo de acariciarla y protegerla como si fuese de mi propiedad.
-No me importa que seas grosera. Y eso que dijiste... "Seguiré tocando el Piano, y entregándole a los demás aquella alegría que quieren oír" Eso es lo que deseo que hagas. Eso es lo que hago en el escenario, entregarles mis sentimientos; que no son siempre alegría. Pero si lo que tu quieres transmitir es eso; pues esfuérzate en dar eso.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Ahora la joven estaba confundida. Entonces, ¿Le enseñaría? ¿O simplemente estaba tergiversando todo?
Era como si aquel ambiente estuviera hecho especialmente para la confusión. Una mezcla de emociones en un extraño limbo entre lo positivo y lo negativo. Aunque la balanza, al parecer, siempre se iba al lado más oscuro.
Larisa entendía las emociones circundantes como sólo un Libra podría describirlas. La mayoría de las balanzas personales de aquella gente estaban desequilibradas, con un peso demasiado grande en uno de los platillos. Otras, estaban en plena batalla campal para no desequilibrarse, trataban de mantenerse iguales, pero lo único que lograban era oscilar de arriba abajo, como si estuvieran rotas. Y, por las miradas que le dirigían, suponía que la única balanza totalmente equilibrada en esa tierra de nadie era la suya.
Pero sus emociones estaban igual de confundidas, no de la misma manera que los demás, si no que a su particular e inocente modo. Simplemente no entendía al hombre que tenía al frente suyo. Su personalidad era demasiado complicada como para tratar de descifrarla en un par de minutos o con una simple mirada: había mucho más oculto bajo el molde físico, bajo la voz. Para una mente tan ingenua como la de la joven, era un enigma interesante.
Decidió volver a sentarse, aún algo dubitativa.
-Creo que no me ha dicho su nombre, señor.
Era como si aquel ambiente estuviera hecho especialmente para la confusión. Una mezcla de emociones en un extraño limbo entre lo positivo y lo negativo. Aunque la balanza, al parecer, siempre se iba al lado más oscuro.
Larisa entendía las emociones circundantes como sólo un Libra podría describirlas. La mayoría de las balanzas personales de aquella gente estaban desequilibradas, con un peso demasiado grande en uno de los platillos. Otras, estaban en plena batalla campal para no desequilibrarse, trataban de mantenerse iguales, pero lo único que lograban era oscilar de arriba abajo, como si estuvieran rotas. Y, por las miradas que le dirigían, suponía que la única balanza totalmente equilibrada en esa tierra de nadie era la suya.
Pero sus emociones estaban igual de confundidas, no de la misma manera que los demás, si no que a su particular e inocente modo. Simplemente no entendía al hombre que tenía al frente suyo. Su personalidad era demasiado complicada como para tratar de descifrarla en un par de minutos o con una simple mirada: había mucho más oculto bajo el molde físico, bajo la voz. Para una mente tan ingenua como la de la joven, era un enigma interesante.
Decidió volver a sentarse, aún algo dubitativa.
-Creo que no me ha dicho su nombre, señor.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Sonreí suavemente y empecé a estirarme, mientras me recargaba un poco mas sobre aquel sillón. Ella se había vuelto a sentar y eso me daba calma. La idea de no poder tener lo que quisiera era realmente molesta y no le permitiría molestar mi tranquilidad y mi forma de ser. Caprichoso, egoísta y quejoso. Me mordí despacio los labios cuando preguntó mi nombre y luego aquella mirada de no saber donde estaba parada.
-... Hero Jaejoong. Como llegaste aquí? Parece que no tienes idea de donde estas...
Susurré enarcado una ceja, no es como si me molestase que ella no sepa mi nombre. No era orgulloso ni arrogante por mi carrera. Solo lo era con todo lo demás, así que no era algo que me sorprendiera que no sepa el nombre del cantante principal de esa noche... Pero es que estaba bastante grande en los carteles. La chica seguramente había entrado de imprevisto y era muy raro que alguien entre a aquel lugar. Y mucho mas raro que este sola, sea mujer y sea tan chiquita y frágil como parecía serlo... Había algo que no encajaba realmente.
-...Tu nombre. -objeté- Y entonces llegaste aquí me viste, pensaste "quiero que me enseñe" y te lanzaste? No eres tan diferente a mi.
Y con una sonrisa divertida enarque la ceja. Ella realmente no era diferente, pues para hacer algo tan dado como aquello. Simplemente queriendo algo o a alguien. Ni siquiera saber el nombre... Esas eran cosas que, siempre pensé, solo a mí se me ocurrirían... Quizá no me caería tan mal luego de conocerla un poco mas a fondo. Pero me preguntaba que clase de voz tendría... Daba la sensación de ser una voz algo delicada, imponente pero baja; aguda pero espesa. Aunque no podía preverlo con solo mirarla, solo era una impresión.
-... Hero Jaejoong. Como llegaste aquí? Parece que no tienes idea de donde estas...
Susurré enarcado una ceja, no es como si me molestase que ella no sepa mi nombre. No era orgulloso ni arrogante por mi carrera. Solo lo era con todo lo demás, así que no era algo que me sorprendiera que no sepa el nombre del cantante principal de esa noche... Pero es que estaba bastante grande en los carteles. La chica seguramente había entrado de imprevisto y era muy raro que alguien entre a aquel lugar. Y mucho mas raro que este sola, sea mujer y sea tan chiquita y frágil como parecía serlo... Había algo que no encajaba realmente.
-...Tu nombre. -objeté- Y entonces llegaste aquí me viste, pensaste "quiero que me enseñe" y te lanzaste? No eres tan diferente a mi.
Y con una sonrisa divertida enarque la ceja. Ella realmente no era diferente, pues para hacer algo tan dado como aquello. Simplemente queriendo algo o a alguien. Ni siquiera saber el nombre... Esas eran cosas que, siempre pensé, solo a mí se me ocurrirían... Quizá no me caería tan mal luego de conocerla un poco mas a fondo. Pero me preguntaba que clase de voz tendría... Daba la sensación de ser una voz algo delicada, imponente pero baja; aguda pero espesa. Aunque no podía preverlo con solo mirarla, solo era una impresión.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Larisa quiso soltar una risa divertida, pero sólo le salió como un murmullo ahogado. La verdad no tenía ni idea de cómo había llegado hasta aquel lugar.
-Sinceramente no sé como terminé aquí… Creo que confundí el camino hacia el otro teatro. Qué curioso, no sabía que hubiera un teatro como éste. Nunca lo había visto.
Muy curioso en verdad. Si la joven hubiera sabido de la existencia de otro teatro, posiblemente repartiría su tiempo entre ambos, como amante del arte en general que era. O quizá hubiera huido el primer día, con la firme decisión de no volver jamás. Nadie nunca lo sabría. El pasado no se puede cambiar, y el futuro no se puede predecir. El presente es lo único que se puede vivir en vivo y en directo.
-Es la primera vez que se me ocurre hacer algo así- objetó Larisa, con una expresión algo enfurruñada-. No estoy acostumbrada a hacer este tipo de cosas. No podría decir si somos iguales o diferentes, porque no lo conozco lo suficiente como para hacer juicios de valor acertados. No me gusta pecar de prejuiciosa.
Estaba pensativa. Hasta ahora jamás se había lanzado a una aventura como lo había hecho recién. Siempre se quedaba rezagada, temerosa del futuro o de su propia incapacidad. Su personalidad era demasiado tímida como para alzar la voz cuando quería algo. Prefería que los demás fueran felices a pensar en ella misma. Por lo mismo, se sentía un poco egoísta al haber pedido, tan inesperadamente, que le enseñaran a cantar.
Pero a veces hay que pensar en la propia felicidad. En sentirse a gusto con uno mismo.
-Sinceramente no sé como terminé aquí… Creo que confundí el camino hacia el otro teatro. Qué curioso, no sabía que hubiera un teatro como éste. Nunca lo había visto.
Muy curioso en verdad. Si la joven hubiera sabido de la existencia de otro teatro, posiblemente repartiría su tiempo entre ambos, como amante del arte en general que era. O quizá hubiera huido el primer día, con la firme decisión de no volver jamás. Nadie nunca lo sabría. El pasado no se puede cambiar, y el futuro no se puede predecir. El presente es lo único que se puede vivir en vivo y en directo.
-Es la primera vez que se me ocurre hacer algo así- objetó Larisa, con una expresión algo enfurruñada-. No estoy acostumbrada a hacer este tipo de cosas. No podría decir si somos iguales o diferentes, porque no lo conozco lo suficiente como para hacer juicios de valor acertados. No me gusta pecar de prejuiciosa.
Estaba pensativa. Hasta ahora jamás se había lanzado a una aventura como lo había hecho recién. Siempre se quedaba rezagada, temerosa del futuro o de su propia incapacidad. Su personalidad era demasiado tímida como para alzar la voz cuando quería algo. Prefería que los demás fueran felices a pensar en ella misma. Por lo mismo, se sentía un poco egoísta al haber pedido, tan inesperadamente, que le enseñaran a cantar.
Pero a veces hay que pensar en la propia felicidad. En sentirse a gusto con uno mismo.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Arqueé mi ceja y me quedé observándola, no se que es lo que le daba tanta gracia, al parecer no tenía ni idea de como había llegado a ese lugar, y eso era algo mmm raro. Y por sobre todo, la idea de que haya llegado aquí y que aun tenga sangre para contarlo, significaba que la chica tenía una fe fuerte. Estaba algo protegida, ya que de no ser ese el caso; no había razón para que ella este tan sana.
-Este teatro tiene a los mejores músicos y actores de todo Francia; pero tiene su precio llegar aquí... Tuviste algo de suerte.
Murmure mientras me servía la bebida nuevamente en el vaso, ya me sentía satisfecho de alcohol, pero empezaba a sentirme hambriento y no parecía que la chica vaya a caer demasiado en mis encantos para alimentarme un poco. Hasta ahora nunca había matado a nadie para poder beber, siempre he cautivado a mis presas de alguna u otra manera, para poder alimentarme sin hacer daño. Pero aquella rubia, me daba un poco de miedo intentar alimentarme de ella. Como si su sangre fuese demasiado pura para mi paladar.
-Y por que se te ocurrió hacerlo? Deberías tener cuidado... mmm? Pecar... ahh La dulce creyente, tu fe es mas fuerte de lo que aparenta, es un poco molesto; intentaré aceptarlo, si tu intentas no hablar tanto de ese Dios, que no es el mismo que el mio... El mío odia las cruces. Y dice que no lo adoren con instrumentos.
Susurré despacito y sonreí de lado; es que simplemente odio las cruces, solo me gustan como adornos, pero cuando las personas las llevan colgadas como símbolo de protección, hacen que me enerven, que se las quiera arrancar y meter al fuego. Pero tampoco me interesaba meterme con sus creencias. Como siempre solo me importo yo o las cosas mías, y esa chica aún no estaba cerca de ser algo mío. O mas bien de que la quiera como algo mío.
-Bien entonces, tu sabes algo de la base del canto? Debería empezar de cero? Hoy no te enseñaré nada, tengo un hambre voraz. Así que dime por donde debería empezar. Será entretenido a ver cuanto puedes soportar. Yo no soy... ningún maestro sirviente, como los que debes conocer. Así que no esperes demasiada amabilidad.
Le saqué la lengua con apenas un deje de simpatía y ya luego me levante, mirando a los lados, mientras buscaba una buena presa, esperando que aquella chica me termine de decir las cosas que quería. Pues si le había dicho que si, sería por que me lo estaba tomando en serio, sino nunca le hubiese dicho nada.
-Este teatro tiene a los mejores músicos y actores de todo Francia; pero tiene su precio llegar aquí... Tuviste algo de suerte.
Murmure mientras me servía la bebida nuevamente en el vaso, ya me sentía satisfecho de alcohol, pero empezaba a sentirme hambriento y no parecía que la chica vaya a caer demasiado en mis encantos para alimentarme un poco. Hasta ahora nunca había matado a nadie para poder beber, siempre he cautivado a mis presas de alguna u otra manera, para poder alimentarme sin hacer daño. Pero aquella rubia, me daba un poco de miedo intentar alimentarme de ella. Como si su sangre fuese demasiado pura para mi paladar.
-Y por que se te ocurrió hacerlo? Deberías tener cuidado... mmm? Pecar... ahh La dulce creyente, tu fe es mas fuerte de lo que aparenta, es un poco molesto; intentaré aceptarlo, si tu intentas no hablar tanto de ese Dios, que no es el mismo que el mio... El mío odia las cruces. Y dice que no lo adoren con instrumentos.
Susurré despacito y sonreí de lado; es que simplemente odio las cruces, solo me gustan como adornos, pero cuando las personas las llevan colgadas como símbolo de protección, hacen que me enerven, que se las quiera arrancar y meter al fuego. Pero tampoco me interesaba meterme con sus creencias. Como siempre solo me importo yo o las cosas mías, y esa chica aún no estaba cerca de ser algo mío. O mas bien de que la quiera como algo mío.
-Bien entonces, tu sabes algo de la base del canto? Debería empezar de cero? Hoy no te enseñaré nada, tengo un hambre voraz. Así que dime por donde debería empezar. Será entretenido a ver cuanto puedes soportar. Yo no soy... ningún maestro sirviente, como los que debes conocer. Así que no esperes demasiada amabilidad.
Le saqué la lengua con apenas un deje de simpatía y ya luego me levante, mirando a los lados, mientras buscaba una buena presa, esperando que aquella chica me termine de decir las cosas que quería. Pues si le había dicho que si, sería por que me lo estaba tomando en serio, sino nunca le hubiese dicho nada.
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Los mejores actores y músicos de toda Francia. Después de esa representación, eso no lo dudaba. Pero si eran tan buenos, ¿Por qué el resto no los conocía? ¿Por qué se ocultaban? ¿Qué ocultaban? ¿Y qué era eso de que “tenía su precio llegar aquí”? No lo entendía del todo. Quizá tenía que ver con la cara de hambre de las personas presentes. Se estremeció un poco.
Desde el principio sabía que había algo raro en ese lugar, algo que parecía intensificarse con cada minuto que pasaba. Quizá a eso se refería con “el precio de llegar aquí”. Quizá las personas que venían sabiendo qué era en realidad este lugar eran las que pagaban el precio. Ella no tenía idea de nada. Apenas era consciente de estar allí.
Y ahora la sumía en más confusión. Hablaba algo de Dios, de que no debía hablar tanto de él en su presencia, o algo así le entendió. Larisa frunció un poco el ceño. Ese Dios era el ente al que más amaba, el que le había dado el talento que ahora cultivaba. Tenía que agradecerle de todas las maneras posibles el hecho de que estaba viva y podía apreciar e interpretar la música, algo que él miraba con buenos ojos. Pero prefirió cerrar la boca a arruinar sus oportunidades. A veces decía más de lo que debía.
En cuanto Hero llegó a “su conocimiento en el canto” no pudo más que sonrojarse ante su ineptitud.
-Yo… bueno, no se absolutamente nada de canto- confesó, bajando la cabeza para ocultar el rubor-. Creo que sería bueno que comenzáramos de las bases y siguiéramos adelante.
Definitivamente aquel hombre no tenía cara de ser el maestro más amable del mundo, pero era algo que a Larisa no le molestaba. Ella misma solía ser bastante dura consigo misma, y un poco más de brusquedad no iba a afectar su autoestima de manera tan fácil. En materia de música solía ser una crítica imparcial.
-No conozco muchos maestros. Yo soy mi propia maestra. Una guía que no sea yo misma me vendrá bastante bien.
Se fijó mejor en aquel cantante. Allí estaba esa cara de hambre otra vez. Si tanta hambre tenía, ¿por qué simplemente no comía de aquellos bocadillos dispersos por la sala?
O quizá era otro tipo de hambre. Como el de la historia que recién acababa de cantar.
Al pensar eso, le dio un escalofrío.
Desde el principio sabía que había algo raro en ese lugar, algo que parecía intensificarse con cada minuto que pasaba. Quizá a eso se refería con “el precio de llegar aquí”. Quizá las personas que venían sabiendo qué era en realidad este lugar eran las que pagaban el precio. Ella no tenía idea de nada. Apenas era consciente de estar allí.
Y ahora la sumía en más confusión. Hablaba algo de Dios, de que no debía hablar tanto de él en su presencia, o algo así le entendió. Larisa frunció un poco el ceño. Ese Dios era el ente al que más amaba, el que le había dado el talento que ahora cultivaba. Tenía que agradecerle de todas las maneras posibles el hecho de que estaba viva y podía apreciar e interpretar la música, algo que él miraba con buenos ojos. Pero prefirió cerrar la boca a arruinar sus oportunidades. A veces decía más de lo que debía.
En cuanto Hero llegó a “su conocimiento en el canto” no pudo más que sonrojarse ante su ineptitud.
-Yo… bueno, no se absolutamente nada de canto- confesó, bajando la cabeza para ocultar el rubor-. Creo que sería bueno que comenzáramos de las bases y siguiéramos adelante.
Definitivamente aquel hombre no tenía cara de ser el maestro más amable del mundo, pero era algo que a Larisa no le molestaba. Ella misma solía ser bastante dura consigo misma, y un poco más de brusquedad no iba a afectar su autoestima de manera tan fácil. En materia de música solía ser una crítica imparcial.
-No conozco muchos maestros. Yo soy mi propia maestra. Una guía que no sea yo misma me vendrá bastante bien.
Se fijó mejor en aquel cantante. Allí estaba esa cara de hambre otra vez. Si tanta hambre tenía, ¿por qué simplemente no comía de aquellos bocadillos dispersos por la sala?
O quizá era otro tipo de hambre. Como el de la historia que recién acababa de cantar.
Al pensar eso, le dio un escalofrío.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Como era evidente, ella realmente no tenía idea donde estaba parada. La mayoría de los humanos iban allí sabiendo al menos el concepto básico. Casi nadie sabía que eramos vampiros de verdad, pero al menos sabían de que trataba la obra. Y ella realmente parecía no tener idea ni de la cosa mas básica del lugar. De todas formas no es algo que me preocupe, en todo caso ahora estaba viva, y no parecía que vaya a morir o a ser comida de vampiros tan fácilmente.
-Mm? Ohh entiendo. Muy bien, no hay problema; no te sonrojes. Lo pregunté para no empezar por cualquier lado.
Le miré a los ojos y luego los desvié hacia aquellas mejillas sonrosadas. Eran bellas y daban a notar el cumulo de sangre allí. Me relamí los labios y dejé salir un suspiro, acercándome, para acariciarle las mejillas, queriendo que aquel sonrojo se disipara. Ya sentía que empezaría a seducirla.
-Empezaremos de cero. Tengo entendido que tienes una mera idea de como leer partituras... De todos modos, empezaremos sin ellas. Ya que primero hay que enfocarse en mantener un equilibrio con un diafragma y tu nariz. Entendido? Ahora, ven aquí, te acompañaré a la puerta y te tomarás un taxi y te irás.
Le hablaba sin mirarle realmente, simplemente tocándome el bajo vientre mostrando donde estaba el diafragma, para luego subir y apuntarme a la nariz. Caminé hacia ella y le tome un poco los hombros, empezando a guiarla hacía la puerta mientras le hablaba. Sentía los colmillos algo salidos, hacía ya dos noches no bebía sangre, por lo que hablar con un niña así de pura, me había mas que abierto el apetito.
-Esta es mi dirección. Aquí estarás el próximo lunes, a las 7 de la tarde puedes ir apareciendo. Serás mi experimento, así que no te preocupes por nada, yo tengo todo lo que se necesita. Y aquí puedes mandarme por alguna duda...
Susurraba mientras el entregaba un papel y me quedaba mirando hacia afuera, esperando que pase un taxi por allí. Ya sentía las miradas ajenas sobre ella. Por lo que la agarré un poco de la cintura, sin decir palabra alguna. Ya que solo quería hacer referencia a que no podían comérsela. Aunque poco me harían caso si alguno de ellos realmente la deseaba.
-Mm? Ohh entiendo. Muy bien, no hay problema; no te sonrojes. Lo pregunté para no empezar por cualquier lado.
Le miré a los ojos y luego los desvié hacia aquellas mejillas sonrosadas. Eran bellas y daban a notar el cumulo de sangre allí. Me relamí los labios y dejé salir un suspiro, acercándome, para acariciarle las mejillas, queriendo que aquel sonrojo se disipara. Ya sentía que empezaría a seducirla.
-Empezaremos de cero. Tengo entendido que tienes una mera idea de como leer partituras... De todos modos, empezaremos sin ellas. Ya que primero hay que enfocarse en mantener un equilibrio con un diafragma y tu nariz. Entendido? Ahora, ven aquí, te acompañaré a la puerta y te tomarás un taxi y te irás.
Le hablaba sin mirarle realmente, simplemente tocándome el bajo vientre mostrando donde estaba el diafragma, para luego subir y apuntarme a la nariz. Caminé hacia ella y le tome un poco los hombros, empezando a guiarla hacía la puerta mientras le hablaba. Sentía los colmillos algo salidos, hacía ya dos noches no bebía sangre, por lo que hablar con un niña así de pura, me había mas que abierto el apetito.
-Esta es mi dirección. Aquí estarás el próximo lunes, a las 7 de la tarde puedes ir apareciendo. Serás mi experimento, así que no te preocupes por nada, yo tengo todo lo que se necesita. Y aquí puedes mandarme por alguna duda...
Susurraba mientras el entregaba un papel y me quedaba mirando hacia afuera, esperando que pase un taxi por allí. Ya sentía las miradas ajenas sobre ella. Por lo que la agarré un poco de la cintura, sin decir palabra alguna. Ya que solo quería hacer referencia a que no podían comérsela. Aunque poco me harían caso si alguno de ellos realmente la deseaba.
Invitado- Invitado
Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Un taxi. Larisa apenas sabía dónde vivía, ¡y quería que tomara un taxi! Se sintió un poco angustiada. Quizá dónde iría a parar.
Mientras caminaba, sentía las miradas de muchas personas que la seguían, hambrientas. Menos mal se estaba yendo de aquel lugar. No le gustaba para nada esa sensación de que iba a ser comida en cualquier momento de la noche. Era… extraña, antinatural. La hacía sentirse mal.
Cuando Hero le dio el papel con la dirección, Larisa lo tomó, vacilante. Extrañamente, no quedaba lejos de su casa. Podría ir caminando tranquilamente y sin ningún problema de Orientación. Con eso, se sintió más tranquila. Al menos, no se perdería estúpidamente, como siempre le pasaba.
Y luego, la tomó por la cintura. Larisa pegó un brinco. La había sorprendido bastante. ¿Por qué había hecho eso? Luego, vino el rubor. Enrojeció de pies a cabeza de la vergüenza. A decir verdad, era una jovencita quizá demasiado conservadora para su edad.
-¿P-Por qué ha hecho eso?- tartamudeó apenas, totalmente cohibida. Trató de desviar la mirada, y cuando lo hizo vio a su salvación- ¡Barnhard!
Larisa no podía estar más contenta. Allí estaba su mayordomo, con su presencia casi úrsida, esperándola con el carruaje. Aquel rostro que seguía completamente igual desde que ella tenía memoria le sonrió desde la lejanía, y ella le devolvió la sonrisa. Barnhard, aquel que la había criado y protegido desde pequeña, siempre sabía dónde encontrarla y cuándo estaba en un apuro. Era como magia.
-Muchas gracias por acceder a mi petición, señor- agradeció Larisa, con una pequeña reverencia-. No necesitaré el taxi. Mi mayordomo ha venido a buscarme. Parece cosa de magia- agregó, recordando que Barnhard ni siquiera sabía que estaba allí- lo veré en su residencia, entonces.
Y dicho esto, corrió a los brazos protectores de aquel mayordomo, que miraba a Hero con una hostilidad abierta. Una que sólo un sobrenatural podía mostrar.
Mientras caminaba, sentía las miradas de muchas personas que la seguían, hambrientas. Menos mal se estaba yendo de aquel lugar. No le gustaba para nada esa sensación de que iba a ser comida en cualquier momento de la noche. Era… extraña, antinatural. La hacía sentirse mal.
Cuando Hero le dio el papel con la dirección, Larisa lo tomó, vacilante. Extrañamente, no quedaba lejos de su casa. Podría ir caminando tranquilamente y sin ningún problema de Orientación. Con eso, se sintió más tranquila. Al menos, no se perdería estúpidamente, como siempre le pasaba.
Y luego, la tomó por la cintura. Larisa pegó un brinco. La había sorprendido bastante. ¿Por qué había hecho eso? Luego, vino el rubor. Enrojeció de pies a cabeza de la vergüenza. A decir verdad, era una jovencita quizá demasiado conservadora para su edad.
-¿P-Por qué ha hecho eso?- tartamudeó apenas, totalmente cohibida. Trató de desviar la mirada, y cuando lo hizo vio a su salvación- ¡Barnhard!
Larisa no podía estar más contenta. Allí estaba su mayordomo, con su presencia casi úrsida, esperándola con el carruaje. Aquel rostro que seguía completamente igual desde que ella tenía memoria le sonrió desde la lejanía, y ella le devolvió la sonrisa. Barnhard, aquel que la había criado y protegido desde pequeña, siempre sabía dónde encontrarla y cuándo estaba en un apuro. Era como magia.
-Muchas gracias por acceder a mi petición, señor- agradeció Larisa, con una pequeña reverencia-. No necesitaré el taxi. Mi mayordomo ha venido a buscarme. Parece cosa de magia- agregó, recordando que Barnhard ni siquiera sabía que estaba allí- lo veré en su residencia, entonces.
Y dicho esto, corrió a los brazos protectores de aquel mayordomo, que miraba a Hero con una hostilidad abierta. Una que sólo un sobrenatural podía mostrar.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 284
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Localización : San Petersburgo, Imperio Ruso
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: El Canto de las Sirenas siempre pide algo a Cambio [Hero Jaejoong]
Observé suavemente aquel hermoso sonrojo y no pude evitar dejar salir una sonrisa, negando divertido, mientras le miraba a ella y a nuestro alrededor. Estábamos en la hora pico y tenía algo de miedo por ella. Quizá la acompañaría y me alimentaba a la vuelta. Es que no quería que le pasara nada, después de todo ella sería mi primer experimento. Y tenía la sensación de que yo también podría aprender cosas de ella.
-Por que si no quieres ser comida de mesa, te conviene te agarres de mi también.
Dije con clara seriedad, mientras le seguía agarrando, ya terminando de llegar a la puerta. Y allí estaba, ella corriendo hacia un hombre... Era aquel ser un vampiro? No parecía mortal; de eso no había dudas. Pero al parecer tenía afinidad con la muchacha y eso me dejaba tranquilo. Los vampiros, no eramos todos unas bestias de sangre solamente. Muchos teníamos sentimientos vívidos aún; amor y lealtad por muchas personas...
-Mmm? Ojo, despacio!
Grité un poco y ya la divisaba un poco lejos, así que solo me quedé mirando que el en trayecto no le ocurra nada. Me quedé mirando y apenas dí unos pocos pasos hacía ellos, observando de reojo a aquel mayordomo. Desviando la mirada a la muchacha solo cuando ella habló. Negué por aquellas gracias y sin responder comencé a ir un poco hacia atrás estirando mi cuello con suavidad, asintiendo a las palabras de la joven, que como parecía hablaba un poco de más. Las personas alrededor no tenían por que enterarse que ella iría a mi casa... Pero bueno, tampoco podía recriminarse lo ahora mismo.
-Tengan un buen viaje. Y Larisa... La próxima vez que vengas aquí, dime a mi o ven con ese hombre. No vuelvas a venir sola... Si lo haces, no te enseñare nada.
Espeté enarcando una ceja a esa mirada hostil que me daban. Fruncí el entrecejo y como un niño pequeño le saqué la lengua sin que Larisa me viera, moviendo la cabeza a los lados, para luego sonreír y empezar a caminar hacia adentro... Al fin podría alimentarme con tranquilidad. Aunque esperaba que haya alguna presa ahora mismo y no estén todas acabadas. O estaría de muy mal humor.
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Usser: lo mando a cerrar o lo mandas a cerrar tu? Si quieres poner un ultimo post no hay problema.
-Por que si no quieres ser comida de mesa, te conviene te agarres de mi también.
Dije con clara seriedad, mientras le seguía agarrando, ya terminando de llegar a la puerta. Y allí estaba, ella corriendo hacia un hombre... Era aquel ser un vampiro? No parecía mortal; de eso no había dudas. Pero al parecer tenía afinidad con la muchacha y eso me dejaba tranquilo. Los vampiros, no eramos todos unas bestias de sangre solamente. Muchos teníamos sentimientos vívidos aún; amor y lealtad por muchas personas...
-Mmm? Ojo, despacio!
Grité un poco y ya la divisaba un poco lejos, así que solo me quedé mirando que el en trayecto no le ocurra nada. Me quedé mirando y apenas dí unos pocos pasos hacía ellos, observando de reojo a aquel mayordomo. Desviando la mirada a la muchacha solo cuando ella habló. Negué por aquellas gracias y sin responder comencé a ir un poco hacia atrás estirando mi cuello con suavidad, asintiendo a las palabras de la joven, que como parecía hablaba un poco de más. Las personas alrededor no tenían por que enterarse que ella iría a mi casa... Pero bueno, tampoco podía recriminarse lo ahora mismo.
-Tengan un buen viaje. Y Larisa... La próxima vez que vengas aquí, dime a mi o ven con ese hombre. No vuelvas a venir sola... Si lo haces, no te enseñare nada.
Espeté enarcando una ceja a esa mirada hostil que me daban. Fruncí el entrecejo y como un niño pequeño le saqué la lengua sin que Larisa me viera, moviendo la cabeza a los lados, para luego sonreír y empezar a caminar hacia adentro... Al fin podría alimentarme con tranquilidad. Aunque esperaba que haya alguna presa ahora mismo y no estén todas acabadas. O estaría de muy mal humor.
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