Ilusión o certeza - Libre

por **Corradine Grimaldi** Lun Oct 08, 2012 5:45 pm

El carruaje fue cruzando, calles arboladas, plazas bellamente decoradas con parterres de flores multicolores y en medio de tanta belleza hombres elegantes y mujeres bellamente ataviadas. El aire de la primavera estaba cargado de perfume a azahares y un sentimiento de placidez se apodero de Chiara. Suspiro, un dolor en su pecho hizo que instintivamente llevara una mano a su corazón y apoyo su frente en el cristal. Entonces lo vio! Fue apenas un momento fugaz, unos ojos que la miraron desde afuera del carruaje, en el instante que éste se detenía para dejar pasar otro vehículo. – Por Dios – Pensó - no puede ser, ¿es acaso ese hombre? ¿Aquel que salvo mi vida? No, no puede ser, pero… esos ojos… esa mirada – apretó su sienes con la mano enguantada mientras se reclinaba en el asiento.
Que estaba esperando, cada segundo era valiosísimo, golpeo el techo del carruaje – Pare por favor, cochero, debo bajar - en cuanto el vehículo freno su marcha, abrió la portezuela y salió despedida como alma que la lleva el diablo.

Camino unos pasos volviendo por el mismo lugar que había cruzado, trato de distinguir al dueño de esos ojos pero… - Donde estas – pensó – no se puede haber evaporado.
Giró sobre si misma con un revuelo de faldas, sin mirar si alguien podría en ese momento cruzar por su camino, se abalanzó por la vereda buscando esos ojos celestes como el cielo de la mañana. Al llegar a la equina donde se elevaba la construcción elegante y aristocrática del comercio de joyas Taylor, vio que su “luz” – como ella le había denominado al cazador que la rescató esa noche aciaga – se disponía a subir a un coche de alquiler.
- No!!! – Exclamó casi sin voz y como un lamento – no se puede ir, espere!!! - mientras extendía su mano como queriendo con ese simple gesto detener el tiempo. Su respiración entrecortada y la angustia que se agolpaba en su pecho la hicieron trastabillar. Se apoyó en el tronco grueso de un árbol - agitada, apunto del desvanecimiento se acordó que llevaba un pequeño perfumero eso la ayudaría a recuperar las fuerzas - abriendo parsimoniosamente su bolsito de piel, a continuación extrajo un delicado pañuelo bordado que usó para secarse el sudor de su frente, y las lagrimas que pugnaban por salir a causa de la frustración. Las manos le temblaban y empapando en una punta el pañuelo en el perfume se lo acercó a su nariz, respiró profundamente, buscando tranquilizarse.
Cuando se hubo serenado, tomó la dirección opuesta y caminó rumbo a la perfumería seguramente no estaría muy lejos. En ese momento sitió a su espalda la voz de un hombre que le hablaba. La piel se le erizó mientras el pulso se aceleraba. Giró y se encontró con aquellos ojos.

por **Crystall Van Wijs** Miér Oct 17, 2012 5:19 pm

Los Van Wijs se encontraban en la zona comercial... ¿La razón? Derek enviaría cartas a América, específicamente a las plantaciones que habían adquirido recientemente.

Pero también era una perfecta excusa para que Crystall Van Wijs comprara ropa y perfumes.

Se concentraron primero en el servicio postal y cuando terminaron, emocionada como una niña en un circo, Crystall tomó la mano de Derek y casi corrieron a la perfumería.

Conforme se acercaban Crystall regularizó su paso y comenzaron andar, coqueteando, casi bailando, perdidos en el amor.

En su distracción Crystall que iba de espaldas no reparó en el hombre y la mujer que estaba allí y chocó contra el hombre y contestas palabras se dirigió -Disculpe fui muy torpe-, el hombre se repuso pero no vio mal a la bruja. Luego Crystall miró a aquella mujer... -¿Quién era, la he visto antes?- pensó, -si, es de la alianza, Chiara Di Moncalieri-

Crystall hizo una reverencia formal y así dijo, -Mademoiselle Di Moncalieri es un placer verla por aquí una disculpa por la torpe intromisión- habló apenada y miró a Derek para que éste hiciera algo.

por **Derek Van Wijs** Jue Oct 18, 2012 1:04 pm

Pretendía mandar la paqueteria el día de mañana, sin embargo, la esposa de Derek ansiaba viajar a la zona comercial y Derek tuvo que adelantar sus planes, después de todo, se lo debía a su esposa.

Habían tomado un coche en la mañana y Derek escuchaba a Crystall con gran atención, parecía una niña emocionada, cada vez su semblante oscuro desaparecía y un aura de felicidad la cubría llenando a Derek de satisfacción.

Cuando llegaron los Van Wijs se dirigieron a las oficinas postales y hicieron la programación previa de su paqueteria, con destino a América.

Cuando salieron, el matrimonio caminó por la acera, su destino... La perfumeria.

Crystall había hablado en el camino de ello, quería un perfume, no, varios y Derek los compraría para ella y luego, irían a comprar ropa, a un buen restaurante y paseo por el centro.

Mientra los Van Wijs coqueteaban, exhibiendo su amor al mundo, un amor prohibido, su descuido hizo que Crystall tropezara con una pareja.

Derek se sintió a penado mientras Crystall se disculpaba, -¿Mademoiselle Di Moncalieri?- pensó Derek y afirmó luego de que su esposa y hermana así la llamó.

Distraído, el ex mago miró al acompañante de Di Moncareli, luego reparó en el hecho de que Crystall le exigía con gestos intervención, después de todo no la dejaría sola en esa peqqueña vergüenza.

-Por favor, acepten nuestra invitación para almorzar como una disculpa- dijo.

por **Archangelo Coleman** Jue Oct 18, 2012 8:56 pm

Desde lejos, la reconoció. Aquel revuelo de gazas y sedas no podía ser otra que la "condecita", como no hacerlo si era una de las mujeres mas bellas que había conocido desde su llegada a París. - Ademas nos unen secretos y misiones - sonrió para si, pensando que tenía la ocasión en bandeja para tratar de seducirla.
La estudió de lejos, como corría presurosa tras un hombre - [color=#fca4c1]un cazador[/color] - pensó despectivamente - ¿acaso esta bella dona es un espía? traicionera y mortífera como su homonimia Belladona - movió la cabeza en señal de negación - ay Artemio, muchas novelas, muchas obras de teatro, deja de imaginar cosas - se reprochó mientras, tomaba la dirección que Chiara había optado.
Se la veía en verdad descompuesta y que mejor forma de comenzar su caza que apareciendo como un caballero en su brillante armadura, para rescatar a tan dulce damisela de tremenda situación. La vio llegar cerca de la Perfumería mas importante de París y antes de que se le escapara la palomita, se adelantó y la llamó por su nombre mientras estiraba el brazo para tocar con la punta de sus dedos ese delicado hombro.
- Señorita Di Moncalieri - dijo mientras la joven se daba vuelta y lo miraba de una manera que le encendió la sangre. - Esos ojos pensó mientras se un día en el color de aquellos orbes - de su boca no salió ninguna palabra por el embeleso en el que había caído - el cazador ha sucumbido presa de su trofeo de caza - pensó mientras se recuperaba y sus labios se curvaban en una sensual y provocativa sonrisa.
- Mi querida paisana... - dijo, cuando un cuerpo lo chocó de atrás haciendo que se pegara contra la dama y su olfato apreciara el delicioso aroma del perfume en la piel de la jovencita - mierd... - pensó mientras trataba de salir del mal momento y fulminar con su mirada a la persona que había arruinado ese delicioso momento.
En seguida los reconoció - son el matrimonio que estaban en la velada de La Alianza, ahora los recuerdo bien - se rió mentalmente pensando que parecía que aquella reunión de integrantes de la resistencia había sido planeada con sumo cuidado - si lo hubiéramos organizado no habría salido tan bien.
Se arregló un mechón rebelde que por el movimiento brusco se había desacomodado y tras ver que el matrimonio casi lo ignoraba, decidió hacerse notar de alguna forma.- ejemmm... - se aclaró la voz mientras miraba al matrimonio O`Raven - no se preocupen, no fue un lamentable incidente mas bien diría una adorable coincidencia - dijo de forma galante mientras se acercaba mas a la joven Di Moncalieri. - no me sacarán tan fácilmente a mi cervatillo, justo cuando la tenía en la mira.

por **Corradine Grimaldi** Dom Oct 21, 2012 5:50 pm

Al darse vuelta y encontrar aquellos ojos, que aunque bellos, no se parecían a los que le habían cautivado aquella madrugada de unos meses tras, una desilusión se posó en su corazón y un poco de ese sentimiento afloró a sus ojos. - Señor Dux – dijo educadamente, haciendo una leve reverencia. Intentaba encontrar una escusa para no tener que dialogar con aquel hombre que con sus seductores ojos parecía un lobo que estaba seleccionando un cordero para su almuerzo – que coincidencia encontrarnos por la ciudad, podríamos decir que la misma, no es mas grande que un pañuelo – le sonrió tímidamente, sintiendo que un rubor asomaba en sus mejillas – ese hombre le provocaba algo extraño - pensó, mientras se hacía a un lado para que una mujer pudiera seguir su camino. Se acercó más a la pared de la construcción donde se hallaba la Perfumería, a la que deseaba entrar a comprar una de las esencias para usar en una de las tantas reuniones sociales. - Estaba justo por hacer unas compras y no quisiera importunarlo, haciendo perder su preciado tiempo - le dijo mientras intentaba aproximarse a la entrada del negocio. Pero en ese momento una mujer chocó con el hombre haciendo que éste acortara la distancia que los separaban y sus cuerpos se rozaran. El susto, hizo que se pegara aun mas a la pared y que pusiera los brazos cubriendo su cuerpo. Su rostro estaba totalmente colorado, pues no era común para ella la cercanía de un hombre.

Aquel incidente había sido provocado por una pareja que pasaba y que sin querer, los había llevado por delante. Cuando se dio cuenta que se trataba del matrimonio O´Raven, se sintió tranquila pues no deseaba estar sola con ese joven veneciano – los rumores decían que aquel muchacho era un artista, seductor y traicionero – se recordó – pero bien sabes que los rumores muchas veces son infundados – recapacitó. Luego de Charlar un momento y de aceptar las disculpas de la pareja y soportar los avances solapados del Sr. Dux, por cortesía y por no quedarse nuevamente sola, además del hecho de que sería una buena forma de ir conociendo a los integrantes de la organización, pensó que no sería mala idea aceptar la cortes invitación de los O´Raven. - Verdaderamente, sería un placer pasar el resto de la mañana con ustedes – sonrió francamente a la pareja y regaló a su acompañante una suave mirada pero cargada de una solapada advertencia en el momento que posaba su delicada mano en el férreo brazo del Sr. Dux - no se equivoque señor lobo, no soy un indefenso corderito – pensó, irónicamente, mientras se disponía a seguir a la pareja.

por Contenido patrocinado

Ilusión o certeza - Libre

Ilusión o certeza - Libre

Re: Ilusión o certeza - Libre

Re: Ilusión o certeza - Libre

Re: Ilusión o certeza - Libre

Re: Ilusión o certeza - Libre

Re: Ilusión o certeza - Libre