AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
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Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
Solo falta una docena más y estará listo, sigue adelante y pronto disfrutarás de tu merecido descanso. Suspiras cansada pero sigues allí, forzándote a terminar tu promesa sin que el cansancio te venza, pero es difícil y lo sabes sobre todo cuando llevas allí sentada casi tres horas completas sin solo una cosa que impida que tu mente vuele lejos de ti. Y claramente eso es imposible ya que una buena prueba de ello es que te pillas dentro de tu mente, paseando entre tus recuerdos como si el dolor fuera bueno para ti y eso claramente no es bueno para tí ¿Acaso olvidas que cuando el dolor te invade terminas con la mirada hundida en un punto vacío sin darte cuenta de lo que pasa a tu alrededor? Creo que no tomas atención a las pequeñas alarmas que da tu cuerpo con respecto a ello y eso es malo. Muy malo. El cuchillo sigue su trabajo, tu mano empapada de jugo de fresas sigue un movimiento mecánico. Cortar, dejar a un lado, cortar, dejar a un lado. Todo el tiempo lo mismo, pero lo bueno de esto es que el aroma de las fresas cortadas te tranquiliza, te deja en una especie de letargo y deja que toda la tensión de la semana se vaya sin hacer esfuerzos de tu cuerpo. Inspiras profundamente dejando que el aroma a fresas llene tus pulmones y miras la pequeña ventana. Afuera la noche ya ha caído y con ella se levantará otro día, eso a pesar de tu cansancio.- No importa..-dices en voz alta a pesar de que sabes que no hay nadie allí, a excepción de tu cachorro quien duerme a tus pies plácidamente. Lo envidias pero..¿Como has de envidiar a un animal? Si, lo envidias porque su vida es pasajera, a nadie le importará si muere o solo desaparece de la vista de todos y es libre de hacer todo lo que su corazón desea sin prejuicios de otros. Aunque si lo piensas bien tu vida es casi igual a la de él. Nadie notará tu desaparición si mueres, no tienes familia ni ningún "conocido" en esta gran ciudad. Solo eres una minúscula parte de esa multitud de personas mucho más importantes que tú.- Me interesa poco..- respondes al viento al darte cuenta que eres para la sociedad.
Tomas en tus manos la última de las fresas y la pones frente a tus ojos. Era la más pequeña entre las que habías cosechado, nadie notará su ausencia. La llevas a tus labios y muerdes la suave carne, cierras casi por impulso los ojos al degustar su dulce sabor en tu boca. Dejas a un lado el tallo y te levantas aún con el cuchillo entre tus manos, la labor estaba terminada mañana harás la mermelada ahora solo piensas en dormir aunque tu cama sea algo incómoda. Sin darte cuenta de que haces te apoyas en la mesa y un ramalazo de dolor llena tu brazo, asustada diriges tu mirada hacia él y ves como tu sangre cae en la mesa.- Oh, dios mío..- dices en un hilo de voz soltando el cuchillo, mejor dicho dejándolo caer, y corres en busca de un pedazo de tela limpio. Luego de secar la sangre de tu mano te das cuenta que la herida es profunda. Tan torpe..con un cuchillo eres sencillamente peligrosa. Aún aturdida por lo sucedido envuelves tu mano en la tela y vas a uno de los muebles en busca de alguna cosa que pare la hemorragia. Aprietas tu mano contra la tela y murmuras asustada al recordar uno de los consejos de tu madre, tomas un cuenco pequeño, lo llenas de agua y metes la mano en él, tomas un puñado de sal y te muerdes la lengua para no gritar, sabes que el dolor sería una etapa para cerrar la herida pero no te importa. Dejas caer la sal en el agua e inspiras. Ahogas un grito al sentir el dolor penetrando en la herida, pero alégrate..el sueño se ha ido de tu mente en estos momentos.
Tomas en tus manos la última de las fresas y la pones frente a tus ojos. Era la más pequeña entre las que habías cosechado, nadie notará su ausencia. La llevas a tus labios y muerdes la suave carne, cierras casi por impulso los ojos al degustar su dulce sabor en tu boca. Dejas a un lado el tallo y te levantas aún con el cuchillo entre tus manos, la labor estaba terminada mañana harás la mermelada ahora solo piensas en dormir aunque tu cama sea algo incómoda. Sin darte cuenta de que haces te apoyas en la mesa y un ramalazo de dolor llena tu brazo, asustada diriges tu mirada hacia él y ves como tu sangre cae en la mesa.- Oh, dios mío..- dices en un hilo de voz soltando el cuchillo, mejor dicho dejándolo caer, y corres en busca de un pedazo de tela limpio. Luego de secar la sangre de tu mano te das cuenta que la herida es profunda. Tan torpe..con un cuchillo eres sencillamente peligrosa. Aún aturdida por lo sucedido envuelves tu mano en la tela y vas a uno de los muebles en busca de alguna cosa que pare la hemorragia. Aprietas tu mano contra la tela y murmuras asustada al recordar uno de los consejos de tu madre, tomas un cuenco pequeño, lo llenas de agua y metes la mano en él, tomas un puñado de sal y te muerdes la lengua para no gritar, sabes que el dolor sería una etapa para cerrar la herida pero no te importa. Dejas caer la sal en el agua e inspiras. Ahogas un grito al sentir el dolor penetrando en la herida, pero alégrate..el sueño se ha ido de tu mente en estos momentos.
Marceline A. Morgan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/10/2012
Localización : En mi jardín..
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Re: Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
La noche ha llegado por fin, la noche a llegado de nuevo, esconde demasiadas cosas entre los callejones, esquinas, edificios e incluso el río. Demasiadas cosas que en ocasiones deseo no conocer. El salteador de caminos en las afueras, el teatro de los vampiros, los cementerios donde habitan más que los muertos, las damas inseguras de día que por la noche regentan burdeles, fumadores de opio, bebedores de absenta. París, tiene tantas luces para ocultar todas sus sombras. No todo es malo, al menos te ríes y diviertes con los gitanos. Huyes de los brujos oscuros... quien diga que esta ciudad es aburrida tendría que darse una vuelta conmigo aunque debería estar muerto para que fuera rápido y entretenido.
Una noche como otra cualquiera en la que decido cambiar de barrio, mi obsesión con el burdel y el punto exacto donde dejé de vivir está hasta sacándome a mí mismo de mis propias casillas. Es hora de cambiar, de dar una vuelta, de descubrir que hay más allá de cuatro paredes y cinco callejones. Sé que hay una ciudad, lo sabía cuando estaba vivo y vine de viaje, un viaje que pensaba prolongar, pero no por toda la eternidad. Además mi nueva condición me daba la posibilidad de conocer las pequeñas historias anónimas de la ciudad. Colarme en los palacios, ir hasta Versalles, regresar en medio instante, conocer las criaturas de las que ya he hablado antes pero además de las criaturas de cuentos de terror que acababan siendo predecibles estaban los ciudadanos de a pie. Desconocidos que vivían sus vidas mortales con normalidad sin mezclarse con otros seres, ya por qué no los conocían, ya por qué no creían. Las largas charlas con los ancianos sobre el fin de la vida eran de lo más interesante, sobre todo cuando concluían sabiendo que no era ningún ángel de la muerte que venía a llevárselos al otro mundo.
Hoy sería una de esas noches en las que me colaría en alguna casa anónima, observaría, estudiaría y a ver qué ocurría. Estar muerto tenía ese pequeño inconveniente: el aburrimiento que te invadía en ocasiones, más cuanto más tiempo pasabas por allí pues habías ya hecho de todo menos dar el siguiente paso: abandonar el mundo. Cosa qué aún no estaba dispuesto a hacer. Fui hacia uno de los barrios bajos donde la gente vivía, o sobrevivía, de sol a sol, sin descanso ni para respirar, dejaban sus trabajos al caer el sol y continuaban con otras tareas. Los que tenían suerte lo hacían para tener algo que llevarse a la boca, los menos afortunados tenían una familia que cuidar, proteger, alimentar y sacar adelante.
Aún muerto había olores que reconocía a la perfección y las fresas eran uno de esos manjares que echaba de menos. Así que entré sin invitación a aquella casa sin que fuera visto, de momento. Una joven parisina estaba troceando un buen puñado de esas frutas. No iba a ser buena idea meter una mano entre el meter y la fruta para probar las fresas. Tal vez si estuviera en uno de esos días que me gustaba hacer el gracioso habría sido una broma mortal, pero no era el caso. Podía esperar mirando su trabajo hasta que acabara y así hice, me senté en el suelo aún invisible para los ojos de lo demás observando el trabajo, la mecánica de partir las fresas, como tomaba otra y otro y otra repitiendo el proceso hasta acabarlo.
Al tomar la última me froté las manos ya que pronto se marcharía y podría darme el atracón, pero la chica debía estar demasiado dormida y despistada, no se dio cuenta que mientras tomaba la última y se la llevaba a la boca, el cuchillo se hundió en su carne. Habría gritado pero ella no me habría escuchado y llevado por un impulso del héroe que nunca pude ser en vida empecé a concentrarme. ella se tapaba la herida y la sumergía en agua salada mientras tomaba forma corpórea. Debió escuchar mis pasos a su espalda pues pareció estar tensa, pero antes que pudiera moverse tomé su brazo y lo estudié. -Vais a necesitar unos puntos para cerrar esa herida - y alcé la mirada hacia los ojos de ella esperando encontrar el terror propia de quién es asaltado en su hogar.
Una noche como otra cualquiera en la que decido cambiar de barrio, mi obsesión con el burdel y el punto exacto donde dejé de vivir está hasta sacándome a mí mismo de mis propias casillas. Es hora de cambiar, de dar una vuelta, de descubrir que hay más allá de cuatro paredes y cinco callejones. Sé que hay una ciudad, lo sabía cuando estaba vivo y vine de viaje, un viaje que pensaba prolongar, pero no por toda la eternidad. Además mi nueva condición me daba la posibilidad de conocer las pequeñas historias anónimas de la ciudad. Colarme en los palacios, ir hasta Versalles, regresar en medio instante, conocer las criaturas de las que ya he hablado antes pero además de las criaturas de cuentos de terror que acababan siendo predecibles estaban los ciudadanos de a pie. Desconocidos que vivían sus vidas mortales con normalidad sin mezclarse con otros seres, ya por qué no los conocían, ya por qué no creían. Las largas charlas con los ancianos sobre el fin de la vida eran de lo más interesante, sobre todo cuando concluían sabiendo que no era ningún ángel de la muerte que venía a llevárselos al otro mundo.
Hoy sería una de esas noches en las que me colaría en alguna casa anónima, observaría, estudiaría y a ver qué ocurría. Estar muerto tenía ese pequeño inconveniente: el aburrimiento que te invadía en ocasiones, más cuanto más tiempo pasabas por allí pues habías ya hecho de todo menos dar el siguiente paso: abandonar el mundo. Cosa qué aún no estaba dispuesto a hacer. Fui hacia uno de los barrios bajos donde la gente vivía, o sobrevivía, de sol a sol, sin descanso ni para respirar, dejaban sus trabajos al caer el sol y continuaban con otras tareas. Los que tenían suerte lo hacían para tener algo que llevarse a la boca, los menos afortunados tenían una familia que cuidar, proteger, alimentar y sacar adelante.
Aún muerto había olores que reconocía a la perfección y las fresas eran uno de esos manjares que echaba de menos. Así que entré sin invitación a aquella casa sin que fuera visto, de momento. Una joven parisina estaba troceando un buen puñado de esas frutas. No iba a ser buena idea meter una mano entre el meter y la fruta para probar las fresas. Tal vez si estuviera en uno de esos días que me gustaba hacer el gracioso habría sido una broma mortal, pero no era el caso. Podía esperar mirando su trabajo hasta que acabara y así hice, me senté en el suelo aún invisible para los ojos de lo demás observando el trabajo, la mecánica de partir las fresas, como tomaba otra y otro y otra repitiendo el proceso hasta acabarlo.
Al tomar la última me froté las manos ya que pronto se marcharía y podría darme el atracón, pero la chica debía estar demasiado dormida y despistada, no se dio cuenta que mientras tomaba la última y se la llevaba a la boca, el cuchillo se hundió en su carne. Habría gritado pero ella no me habría escuchado y llevado por un impulso del héroe que nunca pude ser en vida empecé a concentrarme. ella se tapaba la herida y la sumergía en agua salada mientras tomaba forma corpórea. Debió escuchar mis pasos a su espalda pues pareció estar tensa, pero antes que pudiera moverse tomé su brazo y lo estudié. -Vais a necesitar unos puntos para cerrar esa herida - y alcé la mirada hacia los ojos de ella esperando encontrar el terror propia de quién es asaltado en su hogar.
Liev I. Makovsky- Fantasma
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 12/10/2012
Re: Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
Marceline, será mejor que saques la mano del cuenco. La sal ya ha hecho su trabajo y ahora está dañando más que ayudando de alguna manera, vamos...el sangrado ya se detuvo pero ahora te toca tratar la herida. Sueltas tu lengua, antes presa entre tus dientes, y suspiras pensando en cuantas veces había sucedido lo mismo. Debes tener cuidado con las cosas que haces y más aún sabiendo cuan torpe eres con objetos cortantes pero allí estas otra vez, lo cual se traduce como: No has aprendido la lección. Sacas la mano del cuenco y miras el agua antes cristalina la cual en esos momentos se había transformado en un agua algo turbia y con un toque rojizo por la sangre que había sido vertida allí. La tranquilidad del agua era molestada por alguna gota que cae de tu mano, la cual mantienes frente a tus ojos verificando la herida. La oscuridad era profunda pero la cálida y escasa luz de una vela te ayuda a ver con claridad, añadiendo lo sensibles que son tus ojos con la luz pero no te preocupes eso es un punto a favor, esa sensibilidad permite que veas con mayor facilidad en la obscuridad. Espera...algo anda mal. Un escalofrío recorre tu espalda de la nada. Tus ojos se mueven hacia el cuenco que contiene las fresas cortadas y fijas la mirada sobre ellas, como si alguien evocara en aquellos frutos un recuerdo, comienzas a ver cada detalle de las fresas sin siquiera tener una idea clara de el porqué. La carne rosada, fresca y dulce, es tentadora y mucho más cuando una gota de su propio jugo cae sobre esta, lentamente como una caricia suave. El aroma a fresas inunda tu hogar, pero aún Nightmare duerme plácidamente sin darte ninguna señal de que algo ande mal. Sin querer tu mente desata una serie de recuerdos donde entre ellos aparece una frase que retumba. "Siempre hay algo que se oculta en la oscuridad". Y era cierto. Lo había descubierto de la peor manera. Sobre todo cuando los seres no naturales vagan por este mundo sin ser siquiera vistos o detectados por los humanos, aunque sabes bien que la iglesia lo sabe. Y solo mantiene ese secreto para no causar un miedo masivo.
Suspiras nuevamente y sacas la tela que protegía tu mano, hasta que quedas congelada al escuchar unos pasos acercándose a ti. Imposible, nadie sabe la dirección de tu hogar. Absolutamente nadie. Contienes el aliento y verificas si el cuchillo que siempre mantienes atado a tu pierna sigue allí. Gracias al cielo es así. Tragas con dificultad y tensas tu cuerpo dispuesta a defenderte si el intruso ataca primero, pero en vez de un ataque un toque ligero como un suspiro toma tu mano herida, diriges la mirada lentamente hacia tu mano y quedas algo desconcertada al ver una forma un tanto vaga de un par de manos tomando tu brazo, inspeccionándolo. Confundida aún más miras con atención aquellas manos hasta que una voz rompe el silencio. El miedo amenaza en tomarte por completa pero en un movimiento guiado por puro auto-control conservas la calma y alzas la mirada hacia el ser parada a un lado tuyo.- Señor..-murmuras pero tu voz te falla y tienes que aclararla para seguir.- mi posición no me permite darme aquellas atenciones que vos decís.- vuelves la mirada hacia la herida y suspiras. ¿Cuantas veces habías tenido que curarte tu sola sin ninguna atención médica? Tantas eran que habías perdido la cuenta, pero allí estabas..sobreviviendo entre la miseria. Tu mirada se demora en la herida hasta que caes en cuenta que debes curarla para hablar con mayor cortesía a aquel espíritu. Si...a través de tus miedos habías podido descifrar que el hombre que estaba parado a un lado tuyo era un fantasma, pero..tenias entendido que ellos no pueden tomar materia solo eran como el viento, pero luego te fijarás en ello..ahora te debes centrar en curar tu mano. Sacas tu mano de la mirada minuciosa de la manera más suave posible para no faltarle el respeto y te diriges rápidamente hacia la mesa donde reposaba el otro trozo de tela. Alzas tu mirada en la habitación hasta que encuentras lo que buscas y lo traes hacia la mesa, cortas una de las gruesas hojas con tu mano buena y la abres, para luego sacar el líquido que había entre las hojas y esparcirlo con sumo cuidado en la herida, procurando no dañarla más de lo que está. Tomas la tela y vendas lo mejor que puedes la herida, para luego cerrarla por completo con un alfiler de gancho. El aloe-vera era tu mejor aliado en las heridas, desde que llegaste a la gran ciudad lo has tenido que utilizar por diversos motivos. Verificas si todo está bien y alzas la mirada hacia el hombre.-¿Que le ha convocado visitar mi humilde morada, señor? Pregunto sin intensiones de insultarle, claro.- Tratas de que tu voz salga calma y a la vez segura, pero quizás el nerviosismo todavía te tiende jugadas tramposas.
Pd: Disculpa la tardanza >.<
Suspiras nuevamente y sacas la tela que protegía tu mano, hasta que quedas congelada al escuchar unos pasos acercándose a ti. Imposible, nadie sabe la dirección de tu hogar. Absolutamente nadie. Contienes el aliento y verificas si el cuchillo que siempre mantienes atado a tu pierna sigue allí. Gracias al cielo es así. Tragas con dificultad y tensas tu cuerpo dispuesta a defenderte si el intruso ataca primero, pero en vez de un ataque un toque ligero como un suspiro toma tu mano herida, diriges la mirada lentamente hacia tu mano y quedas algo desconcertada al ver una forma un tanto vaga de un par de manos tomando tu brazo, inspeccionándolo. Confundida aún más miras con atención aquellas manos hasta que una voz rompe el silencio. El miedo amenaza en tomarte por completa pero en un movimiento guiado por puro auto-control conservas la calma y alzas la mirada hacia el ser parada a un lado tuyo.- Señor..-murmuras pero tu voz te falla y tienes que aclararla para seguir.- mi posición no me permite darme aquellas atenciones que vos decís.- vuelves la mirada hacia la herida y suspiras. ¿Cuantas veces habías tenido que curarte tu sola sin ninguna atención médica? Tantas eran que habías perdido la cuenta, pero allí estabas..sobreviviendo entre la miseria. Tu mirada se demora en la herida hasta que caes en cuenta que debes curarla para hablar con mayor cortesía a aquel espíritu. Si...a través de tus miedos habías podido descifrar que el hombre que estaba parado a un lado tuyo era un fantasma, pero..tenias entendido que ellos no pueden tomar materia solo eran como el viento, pero luego te fijarás en ello..ahora te debes centrar en curar tu mano. Sacas tu mano de la mirada minuciosa de la manera más suave posible para no faltarle el respeto y te diriges rápidamente hacia la mesa donde reposaba el otro trozo de tela. Alzas tu mirada en la habitación hasta que encuentras lo que buscas y lo traes hacia la mesa, cortas una de las gruesas hojas con tu mano buena y la abres, para luego sacar el líquido que había entre las hojas y esparcirlo con sumo cuidado en la herida, procurando no dañarla más de lo que está. Tomas la tela y vendas lo mejor que puedes la herida, para luego cerrarla por completo con un alfiler de gancho. El aloe-vera era tu mejor aliado en las heridas, desde que llegaste a la gran ciudad lo has tenido que utilizar por diversos motivos. Verificas si todo está bien y alzas la mirada hacia el hombre.-¿Que le ha convocado visitar mi humilde morada, señor? Pregunto sin intensiones de insultarle, claro.- Tratas de que tu voz salga calma y a la vez segura, pero quizás el nerviosismo todavía te tiende jugadas tramposas.
Pd: Disculpa la tardanza >.<
Marceline A. Morgan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/10/2012
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Re: Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
Todo es teñido por el color de la sorpresa. Me sorprendo de haberme aparecido de la nada ante la joven sin pensármelo dos veces, como un resorte, como un salvador anónimo al que no le gusta como ha quedado esa herida, es antinatural que me quede tan tranquilo. Es increíblemente sorprendente que ella se quede como si nada ante la aparición de un extraño que tiene la indecencia y el descaro de tocarla sin decir ni una palabra. También es curiosa la sensación de tocar de nuevo la piel de una dama aunque las intenciones sean las más inocentes y la oven viva lejos del concepto de 'dama' que alguna vez he conocido, es más como una sirvienta y aún así no me parece despreciable ni inferior como habría pensado de ella durante mi vida. Prefiero no darle más vueltas al hecho, si no centrarme en el hecho en sí. La sala y el agua parecen haber hecho el trabajo en la cicatrización, de momento, o al menos en la limpieza de la herida, pero si sigue con el trabajo como hasta ahora pronto manará de nuevo la sangre, ¿debo meterme en sus hábitos diarios e indicarla que descanse? Sería un bonito consejo que lo mismo supone que mañana no tenga para tomar ni una miga de pan duro. Prefiero el silencio mientras su voz ahogada va recuperándose. Tampoco contesto nada sobre lo que dice de las atenciones que puede permitirse o no. Salta a la vista y ninguna palabra servirá de consuelo, ¿o sí? Basta con un aguja calentada al fuego, un hilo grueso, un trozo de madera y saber coser. ¿Habéis aprendido el oficio de costurera? - finalmente lo digo intentando no sonar arrogante pues el no poder pagar esas atenciones no supone el no poder recibirlas. aunque ella tiene su propia solución casera para la herida, tal vez no es la primera que tiene, tal vez el agotamiento en otras ocasiones ha hecho mella en su delicada figura.
Ella se cura y yo me pregunto como aquél perro puede dormir tanto ajeno a su alrededor, a la herida, a los nervios de la dueña, a la presencia de un extraño. Tal vez es que no desprendo ningún olor por muy muerto que esté. Es lo bueno de perder el cuerpo, pierdes la carga. ¿Me pregunto si los vampiros dejarán suelto algún tipo de olor al ser cadáveres vivientes? Nunca tendré la respuesta, tampoco huelo o eso creía hasta que noté la presencia de las fresas, ¿serán fresas mágicas para atraer espíritus? A estas alturas me veo capaz de creerme de todo, hasta la existencia de frutas así. Sigo con el perro, una parte retorcida de mí quiere molestar al animal, así que me agacho y pongo mi cara a la altura de la del animal, soplo contra él moviendo un poco el pelaje que cubre su rostro. Se relame como entre sueños pero sigue durmiendo. siento la tentación de molestarlo de otra manera pero parece que el movimiento de la chica vuelve a acercarse. No he prestado atención a los cuidados que se ha aplicado pero la venda parece más sujeta y me tengo que dar por satisfecho. Podría atracar un banco y traerla dinero para la curación pero seguro que le da más problemas explicar cómo ha conseguido el dinero que el hecho de curarse esa herida. empiezo a plantearme volver de visita a ver como evoluciona la cura. Un fantasma solitario, sin casi nadie en la ciudad puede apegarse al primer desconocido que lo conmueve por su situación. Ella pregunta y parpadeo. Debo ser sincero, me deslizo hacia el recipiente en el que están los trozos de fresa. - Las fresas. - confieso tomando un pedazo entre los dedos y alzándolo a la altura de mi nariz. Inspiro profundamente y mi pecho se encoje como el de un ser vivo que hiciera ese gesto. Luego expiro y dejo el trozo de fresa encima de la superficie donde estaba siendo cortada. - Un manjar delicioso y uno de mis favoritos. - siento como si tuviera hambre, algo completamente imposible que a su vez hace que se marque mi acento de extranjero. - Son para vos, para vender, para hacer un plato de frutas variadas o un postre, compota, mermelada... - siento que la estoy sometiendo a algún tipo de interrogatorio y me cruzo de brazos mirando a otro lado como ofendido por mi propia curiosidad. - Espero que me disculpéis por colarme en vuestro hogar sin avisar ni preguntar. - miro hacia ella pero sigo con los brazos en la misma postura esperando que la charla consiga que se relaje y vea que no busco ningún mal.
Ella se cura y yo me pregunto como aquél perro puede dormir tanto ajeno a su alrededor, a la herida, a los nervios de la dueña, a la presencia de un extraño. Tal vez es que no desprendo ningún olor por muy muerto que esté. Es lo bueno de perder el cuerpo, pierdes la carga. ¿Me pregunto si los vampiros dejarán suelto algún tipo de olor al ser cadáveres vivientes? Nunca tendré la respuesta, tampoco huelo o eso creía hasta que noté la presencia de las fresas, ¿serán fresas mágicas para atraer espíritus? A estas alturas me veo capaz de creerme de todo, hasta la existencia de frutas así. Sigo con el perro, una parte retorcida de mí quiere molestar al animal, así que me agacho y pongo mi cara a la altura de la del animal, soplo contra él moviendo un poco el pelaje que cubre su rostro. Se relame como entre sueños pero sigue durmiendo. siento la tentación de molestarlo de otra manera pero parece que el movimiento de la chica vuelve a acercarse. No he prestado atención a los cuidados que se ha aplicado pero la venda parece más sujeta y me tengo que dar por satisfecho. Podría atracar un banco y traerla dinero para la curación pero seguro que le da más problemas explicar cómo ha conseguido el dinero que el hecho de curarse esa herida. empiezo a plantearme volver de visita a ver como evoluciona la cura. Un fantasma solitario, sin casi nadie en la ciudad puede apegarse al primer desconocido que lo conmueve por su situación. Ella pregunta y parpadeo. Debo ser sincero, me deslizo hacia el recipiente en el que están los trozos de fresa. - Las fresas. - confieso tomando un pedazo entre los dedos y alzándolo a la altura de mi nariz. Inspiro profundamente y mi pecho se encoje como el de un ser vivo que hiciera ese gesto. Luego expiro y dejo el trozo de fresa encima de la superficie donde estaba siendo cortada. - Un manjar delicioso y uno de mis favoritos. - siento como si tuviera hambre, algo completamente imposible que a su vez hace que se marque mi acento de extranjero. - Son para vos, para vender, para hacer un plato de frutas variadas o un postre, compota, mermelada... - siento que la estoy sometiendo a algún tipo de interrogatorio y me cruzo de brazos mirando a otro lado como ofendido por mi propia curiosidad. - Espero que me disculpéis por colarme en vuestro hogar sin avisar ni preguntar. - miro hacia ella pero sigo con los brazos en la misma postura esperando que la charla consiga que se relaje y vea que no busco ningún mal.
P.D.: No hay problema ^^
Liev I. Makovsky- Fantasma
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Fecha de inscripción : 12/10/2012
Re: Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
Lentamente sientes que los latidos de tu corazón van volviéndose más tranquilos, hasta que llegan a la normalidad. Te sientes más tranquila pero aún te mantiene intranquila la presencia de aquel ser...no estas acostumbrada a decirle ser a una "persona" que poseía toda característica que delataba un cuerpo humano o..que lo había tenido, mejor deja a un lado ese pensamiento y préstale atención no de manera notoria solo como lo haces cuando uno de los señores del teatro te llama para que vayas a encargarte de cierta sección que necesita de tu trabajo. De manera educada..Sé que tus modales quizás ahora no son tan refinados ni delicados como antes, cuando debías mantenerlos siempre para darle aún más renombre a tu familia, pero has el intento de sacarles el oxido de los años y demuestra lo que con tanto esfuerzo te enseñó tu madre en esos años. Por su memoria. El solo acordarte de ella provoca que el dolor, ya adormecido por los años, ataque tu corazón, aunque los años hayan pasado eso no quiere decir que aún no te duela. Pasas tus dedos suavemente por la tela y escuchas sus palabras. No temías a los seres no naturales, ya los años te han enseñado que no hay que temer a nada porque la vida es suficientemente delicada como para desecharla. Lo sabes de la peor manera. Sabes que en eso momentos tu mirada se vuelve opaca y se fija en un punto vacío, pero para no parecer descortés te obligas a volver a la realidad y escuchas sus palabras.- No podría hacerlo sola..el dolor no me permitiría manejar bien la aguja, pero muchas gracias por vuestra preocupación.- lo miras y te inclinas levemente para darle a entender que realmente lo agradeces, era la primera persona que se preocupaba, aunque de manera mínima, por ti y eso lo agradecías. El aloe-vera cicatrizaría la herida pero de manera lenta y delicada, por ello tendrías que mantenerte atenta a cualquier trabajo que hicieras ya que si se llegaba a infectar tendrías que dedicarle mucha más atención y cuidados. Tendrás que mantenerte atenta. Quizás él se pregunta el porque de tus acciones tan opuestas a las demás damas de alcurnia, pero solo eres...diferente. Recibiste la misma educación que ellas e incluso te inculcaron el comportamiento parecido al de una duquesa, pero tuviste siempre esa manera de comportarte que nadie pudo cambiar, ni los castigos, ni los eternas palabras de tus tutores de como debías hablar y comportarte ante la sociedad. Posees todos los conocimientos que deberías pero los trabajas y expones a tu manera, aunque quisieras cambiar esa tendencia. Te giras y de pronto lo ves, en una figura vaga, inclinado hacia Nightmare quien duerme profundamente sin percatarse de nada, contienes la risa que subía por tu garganta y te mantienes allí observando su comportamiento. Escuchas sus palabras con atención, luego que se ha levantado, y respondes.-Mermelada en estos momentos, la cantidad que ha sido cosechada ha propiciado la producción de mermelada, pero las que quedan las vendo en el mercado, luego.- dices con voz tranquila y es allí donde caes en cuenta que quizás él era comerciante o perteneciente de algún rubro parecido, las preguntas eran exactas para saber la calidad del producto y de donde provinieron. Sonríes tranquila y niegas.- No os preocupéis...- colocas tus manos en tu regazo y prosigues.-..aunque hubiera sido mejor que hubieseis llamado, me habéis dado un susto terrible.- admites el miedo que había corrido en tus venas.
Caminas, luego, unos pasos hacia la mesa para limpiar el desastre e invitarlo a tomar asiento, pones tu mano en tu vientre para evitar ensuciarla y limpias lo más rápido posible el caos, para luego escuchar con atención sus palabras. Las fresas. No sabías que los espíritus eran capaces aún de sentir ese tipo de cosas como aromas, quizás era lo único que podían sentir, pero no harás conclusiones aún ya que no sabes todo sobre ellos, solo hace unos minutos sabías que existían. Piensas unos minutos que podrías hacer por él y sonríes para tus adentros.- Tomad asiento..- señalas la silla con tu mano buena mientras lo miras a los ojos y prosigues.-..volveré en unos momentos.-caminas, de que él toma asiento, hacia la habitación contigua donde daba la puerta hacia el jardín trasero. El aroma a menta y flores nocturnas te da un saludo con sus suaves aromas mezclados. Miras el canasto que se encuentra oculta entre los arbustos y sacas las mejores fresas que encuentras y las apoyas contra el delantal que cubre tu vestido, para luego entrar y darles un pequeño lavado para quitarles lo que restan de barro o restos de tierra, ya lavadas las pones en un plato, el mejor que posees, y te sacas el delantal manchado del jugo de las fresas. Tus pasos suenan débilmente en las tablas que conforman tu suelo y depositas el plato ante él.- Si vuestro deseo eran Fresas..aquí las tenéis. Que las disfrutéis.- Rodeas la mesa y te sientas en el lado opuesto, en una distancia apropiada. Para luego inspeccionar tu mano, por si algún rastro no deseado se haya quedado en la tela. Alzas la mirada, luego de verificar no había nada y esperas que él hable, ya tu voz había sido ocupada muchas veces y no acostumbras a hablar mucho.
Caminas, luego, unos pasos hacia la mesa para limpiar el desastre e invitarlo a tomar asiento, pones tu mano en tu vientre para evitar ensuciarla y limpias lo más rápido posible el caos, para luego escuchar con atención sus palabras. Las fresas. No sabías que los espíritus eran capaces aún de sentir ese tipo de cosas como aromas, quizás era lo único que podían sentir, pero no harás conclusiones aún ya que no sabes todo sobre ellos, solo hace unos minutos sabías que existían. Piensas unos minutos que podrías hacer por él y sonríes para tus adentros.- Tomad asiento..- señalas la silla con tu mano buena mientras lo miras a los ojos y prosigues.-..volveré en unos momentos.-caminas, de que él toma asiento, hacia la habitación contigua donde daba la puerta hacia el jardín trasero. El aroma a menta y flores nocturnas te da un saludo con sus suaves aromas mezclados. Miras el canasto que se encuentra oculta entre los arbustos y sacas las mejores fresas que encuentras y las apoyas contra el delantal que cubre tu vestido, para luego entrar y darles un pequeño lavado para quitarles lo que restan de barro o restos de tierra, ya lavadas las pones en un plato, el mejor que posees, y te sacas el delantal manchado del jugo de las fresas. Tus pasos suenan débilmente en las tablas que conforman tu suelo y depositas el plato ante él.- Si vuestro deseo eran Fresas..aquí las tenéis. Que las disfrutéis.- Rodeas la mesa y te sientas en el lado opuesto, en una distancia apropiada. Para luego inspeccionar tu mano, por si algún rastro no deseado se haya quedado en la tela. Alzas la mirada, luego de verificar no había nada y esperas que él hable, ya tu voz había sido ocupada muchas veces y no acostumbras a hablar mucho.
Marceline A. Morgan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/10/2012
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Re: Entre las sombras siempre se oculta algo || {Liev I. Makovsky}
La forma de actuar y responder de la muchacha me recuerdan directamente a la forma en la qua actuaba el servicio que teníamos en el hogar de mis padres en Rusia. allí las jóvenes sirvientas tenían una educación sublime, correctísima, impecable. Si actuaban de cara a nosotros. Por la espalda dejaban salir su rebeldía de forma casi imperceptible, pero estaba siempre en sus ojos el disgusto y rencor por el lugar que ocupábamos. No era culpa mía que ellas nacieran en una familia que no era como la mía. pero con la muerte se aprende que tal vez un pequeño gesto sincero de reconocimiento pudiera solucionar todo aquello. Su pequeño gesto de cortesía fue contestado por mi sonrisa e inclinación de cabeza. Podría haber usado unas palabras pero todas aquellas que acudían de alguna manera podrían sonar a cliché. Simplemente sonreí más y actuar como un ser humano más, aunque ya no lo sea por completo. -Ahora mismo no estáis por completo sola. - también podría haber añadido algunas palabras que indicaran una oferta de ayuda mucho más clara pero si ya había invadido su hogar, si espacio y me atrevía a invadir su estado físico de aquella forma, indicando el modo en el que se podía enfrentar a aquella herida era más probable que la ofensa fuera sentida de una forma más aguda de lo que ya lo estaba siendo. Por no contar aquella intención de molestar al perro que tal vez no fuera completamente descara como otras que ya habían tenido lugar, si no algo infantil, impropia de un hombre adulto con cierta posición social aunque fuera en la sociedad de otro país alejado del lugar donde acabé por morir. No tengo claro si lo ha visto o no, lo cierto es que está de nuevo inmóvil, ante mí sin saber que hacer o decir. ¿En qué pensará? Resultará que soy tan incomodo como me planteo que lo soy tras esa invasión ya que cualquier cosa que pudiera hacer o ya la he hecho o no la haré nunca, la chica parece recelosa de su estado físico y a pesar de los consejos o sugerencias ha seguido su propio camino. Por otro lado, ¿qué sabe un fantasma de todo lo que tenga que ver con lo físico? La observación me ha dejado conocer la naturaleza humana pero sin enfrentarme a los humanos no puedo saber si mis conclusiones son ciertas o pura deducción que hasta puede ser errónea. Escucho mermelada y siento una punzada donde debería estar el estómago, ¿un fantasmas puede sentir hambre?, es más, ¿puedo sentir algo que no sean emociones? - Pues con el buen aspecto que tienen las fresas no me cabe duda que debe de ser una mermelada excelente. - solo lo digo de forma sincera, tal vez excesivamente sincera. - sonrió de nuevo, un poco divertido ante lo que dice: ¿un fantasma pidiendo permiso para entrar a algún sitio? - Creo que el llamar a la puerta es una de las costumbres humanas que he perdido desde que estoy en este estado. - andas entre la gente sin que se den cuenta de tu presencia, atraviesas paredes como el que cruza una calle desierta, sin mirar, sin darte cuenta. Por no hablar que ahora puedo estar aquí y en medio segundo aparecer en lo más alto de Notre Dame.- Espero podáis disculparme por ello y por el susto que os he dado.
Miro la estancia en la que nos encontramos mientras ella limpia el desastre. el perro sigue durmiendo. La chica parece algo agobiada por el desastre, tal vez sea mejor alejarse y dejar que siga con sus asuntos y su vida. Ya he intervenido en la suya sin mucho resultado tras el proponer una cura imposible e indicar que me ha traído hasta su casa. Voy a empezar a despedirme cuando me indica que tome asiento, ¿qué estará pensado? Puede que me haya equivocado y su educación sea todavía mejor pretendiendo hacer de anfitriona. ¿Quién puede rechazar una petición mirando directamente a los ojos? Voy a la silla y tomo asiento. Vuelvo a mirar la estancia mientras se va y regresa, hago que me arreglo la ropa pues llevo con la misma desde que he muerto y dudo que pueda cambiarla, mejorarla o empeorarla. No tarda mucho en regresar, no la veo pero si oigo el agua, ¿está preparando algo de comer? Me resulta algo irónico pero espero en silencio, paciente, mirando aquí y allá. Aparece con las fresas y no puedo evitar una cara de asombro. ella se sienta y simplemente miro el plato. Escucho su voz pero soy incapaz de articular palabra, ¿qué puedo decir? Me acerco al plato y observo las frutas detenidamente, estiro un mano pasando por encima de las frutas como si fuera un niño que decide que dulce va a tomar. Pero finalmente m reclino hacia atrás mirando hacia ella con una sonrisa algo triste. - No tengo palabras para agradeceros esto. - suspiro pues desde que he llagado no he hecho nada y ahora siento que soy una molestia. -Pero voy a tener que rechazarlas. - tuerzo un poco el rostro. No tengo necesidad de comer, ni tengo dinero para pagaros. No me es necesario ni lo uno ni lo otro. Y a vos si que os hace falta. ambas cosas. - empujo un poco el plato alejándolo de mí. - Además debo confesar que si no hubiera tenido lugar este encuentro posiblemente os habría asustado para robar un pedazo mientras lo cortabais. Habías gritado, huido y buscando refugio mientras me reía de vuestra reacción. ahora la cosa es distinta y no pienso quitaros lo que os da de comer. - había confesado y no era bueno. Me encogí de hombros. - Cosa de fantasmas.
Miro la estancia en la que nos encontramos mientras ella limpia el desastre. el perro sigue durmiendo. La chica parece algo agobiada por el desastre, tal vez sea mejor alejarse y dejar que siga con sus asuntos y su vida. Ya he intervenido en la suya sin mucho resultado tras el proponer una cura imposible e indicar que me ha traído hasta su casa. Voy a empezar a despedirme cuando me indica que tome asiento, ¿qué estará pensado? Puede que me haya equivocado y su educación sea todavía mejor pretendiendo hacer de anfitriona. ¿Quién puede rechazar una petición mirando directamente a los ojos? Voy a la silla y tomo asiento. Vuelvo a mirar la estancia mientras se va y regresa, hago que me arreglo la ropa pues llevo con la misma desde que he muerto y dudo que pueda cambiarla, mejorarla o empeorarla. No tarda mucho en regresar, no la veo pero si oigo el agua, ¿está preparando algo de comer? Me resulta algo irónico pero espero en silencio, paciente, mirando aquí y allá. Aparece con las fresas y no puedo evitar una cara de asombro. ella se sienta y simplemente miro el plato. Escucho su voz pero soy incapaz de articular palabra, ¿qué puedo decir? Me acerco al plato y observo las frutas detenidamente, estiro un mano pasando por encima de las frutas como si fuera un niño que decide que dulce va a tomar. Pero finalmente m reclino hacia atrás mirando hacia ella con una sonrisa algo triste. - No tengo palabras para agradeceros esto. - suspiro pues desde que he llagado no he hecho nada y ahora siento que soy una molestia. -Pero voy a tener que rechazarlas. - tuerzo un poco el rostro. No tengo necesidad de comer, ni tengo dinero para pagaros. No me es necesario ni lo uno ni lo otro. Y a vos si que os hace falta. ambas cosas. - empujo un poco el plato alejándolo de mí. - Además debo confesar que si no hubiera tenido lugar este encuentro posiblemente os habría asustado para robar un pedazo mientras lo cortabais. Habías gritado, huido y buscando refugio mientras me reía de vuestra reacción. ahora la cosa es distinta y no pienso quitaros lo que os da de comer. - había confesado y no era bueno. Me encogí de hombros. - Cosa de fantasmas.
Liev I. Makovsky- Fantasma
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