Las Calles concurridas son una molestia [Liev]

por **Karólynn Schwarowzki** Lun Oct 15, 2012 10:39 am

La muerte no es más que un sueño y un olvido.

Mahatma Ghandi

A veces se me hacía muy difícil caminar por las calles de parís, más que nada porque había demasiada gente, demasiado ruido. Los colores de las auras se entremezclaban en una especie de enfermizo caleidoscopio que hacía que mi cabeza diera vueltas. Los sonidos eran tales que a veces sentía un molesto pitido en los oídos. Y qué decir del olor.

Definitivamente, esta no era ciudad para ciegos. En este lugar la vista era la reina y señora del día a día, y al resto de gente, a la gente como yo, se le trataba prácticamente como impedidos de la peor calaña.

Era en esos días en los que me preguntaba por qué había tenido que ser precisamente en París donde debía buscar mis respuestas. Podría haber sido un lugar más amigable. Pero el destino es el que manda. Así que si el hado me dice París, París será.

Evité por muy poco chocar con una persona, que prácticamente empujaba a los demás para abrirse paso. Bufé con molestia. Aquí la gente no tenía respeto con absolutamente nadie. Menos mal que no era de esas ciegas autocomplacientes, que se lamentan de su suerte pero no hacen nada para proporcionarse un mejor pasar. Entorné los ojos. Estúpida gente prepotente.

Pero, cuando entorné los ojos, algo llamó mi atención. Un aura diferente a las que estaban en aquel gentío. Una de un estilo que conocía lo suficiente como para sonreír de manera algo lastimera.

por **Liev I. Makovsky** Miér Oct 17, 2012 8:46 am

La primavera estaba en París, llenando sus calles de los colores más diversos y al mismo tiempo de una alegría que hacía de la ciudad del amor un vergel en directa competencia con el propio Paraíso. Los problemas de nadie desaparecían pero parecía que cierta alegría cubría cada rincón de la ciudad. Hasta para un fantasma solitario, extranjero y que poco a poco empieza a ver la eternidad como una rutina, estaría dispuesto a salir caminando cual ser mortal a disfrutar de la primavera en su apogeo.

Salvo que olvidé una cosa: mi falta de originalidad como humano en los paseos. Zonas concurridas, empujones, malas caras de la rutina de los trabajadores, malas caras de los mejor posicionados al encontrarse con la chusma caminando por su camino. En definitiva de la sociedad parisinas en su máxima expresión de cotidianidad y falta de solidaridad con los demás. La parte que no me gustaba desde que la estudiaba tras la muerte. Además fui como ellos.

Aquella idea de un paseo perfecto disfrutando con lo que me podía encontrar y rodear poco a poco iba cediendo a un completo desasosiego por estar entre tanto humano. Podía desaparecer y volar o transportarme a algún otro lugar mucho más agradable, tal vez los jardines de Versalles o a alguna cafetería con una conversación animada, a espiar o/y asustar a alguien. Las ideas que me venían parecían mucho más animadas y agradables que estar en aquél lugar.

Pero pensar demasiado tiene cierto problema, más para una criatura que normalmente pasa desapercibida e invisible a los que le rodean, no sabes por dónde vas y menos que eres corpóreo. sufres los empujones sorprendiéndote que tengas contacto con lo físico, casi pierdes el equilibrio y chocas, por suerte también hay pequeños trucos que no se ven, aunque parezca increíble, con tanta gente alrededor por lo que un cambio aquí y allá y te sostienes medio flotando. Cuando me recuperé y recuperé la forma corpórea una dama había tenido que frenar en seco delante de mí. Oh, oh, o. Si lo ha visto habrá un escándalo y actuar de forma poco apropiada tampoco lo es. La solución: - Buenos día señorita. - acompañado de una reverencia y un guiño de ojo para que conserve el control, pero no dice nada. Te fijas y parece que no te mira. ¿Tendré la suerte de estar ante una ciega. Sería poco educado preguntar, simplemente espero a ver que dice, sonriendo lo máximo por si me equivoco.

por **Karólynn Schwarowzki** Miér Oct 17, 2012 10:05 pm

Aquel fantasma estaba nervioso. Quizá creía que iba a delatar su presencia ante toda la gente. Pero eso no me convenía para nada. Se supone que era ciega y no podía ver las cosas que los demás veían con sus ojos.

Aún así, le hice saber de manera bastante silente que conocía su condición.

-Buenos días, señor Fantasma- murmuré, apenas moviendo los labios. Luego simplemente le sonreí, sin saber su reacción. Nunca la sabría, ya que no podía verle la cara.

Ése era mi mayor problema con aquellos entes. Sólo los veía como auras difusas, de colores claros y luminosas como el sol. Para mí no tenían rostro, eran sólo luces y voces acompañadas de algunas reacciones más, como escalofríos o sobresaltos. Siempre había tenido curiosidad. ¿Cómo eran los rostros de los fantasmas? ¿Serían iguales a las pocas caras humanas que había logrado ver?

Dejé mis cavilaciones cuando sentí que alguien me pisaba el pie sin consideración.

-O šūdas!Būkite atsargūs! (¡Ah, mierda! ¡Tenga más cuidado!)- grité, ante el súbito ataque de dolor. Prefería el Lituano para lanzar insultos, porque nadie entendía de qué estaba hablando.

Cojeando, me dirigí hacia una de las paredes del comercio de aquella calle, esperando que el dolor pasara. Para atenuar aquella sensación de molestia, hablé a la criatura más cercana a mí en aquel lugar de locos: el fantasma.

-Mira que poca consideración le tienen a los ciegos aquí. ¡No se contentan sólo con aplastarte en el camino!- me quejé, visiblemente molesta.

por **Liev I. Makovsky** Jue Oct 18, 2012 4:48 am

entorné un poco los ojos cuando escuché a la dama hablarme aunque no sabía que quería expresar exactamente, si me había descubierto y no había montado un escándalo poco podía hacer salvo darle las gracias. - Buenos días para usted también, señora. - y dibujé la más encantadora de mis sonrisas aunque si me había fijado bien y no me había equivocado poco importaba si sonreía, fruncía el ceño, sacaba la lengua, hacía piruetas o cualquier otra cosa. Por lo que simplemente me quedé allí parado, comprobando enseguida el error que cometía.

La gente seguía andando, si a ir chocando con otros, empujando sin mirar se le podía llamar andar. tal era la forma que finalmente, dos figuras en medio, paradas una frente a la otra dificultó el caminar de los parisinos. Por mi parte fui empujado, pero al parecer alguien pisó a la dama por la forma en la que reaccionó. ¡Y qué forma! Mis ojos brillaron escuchando un idioma extranjero que no conocía lo que decía pero si su origen. aunque tal vez conociendo el mío diera más problemas.

Me aparté del camino siguiendo a la dama cuando se apoyó en el edifico. - ¿Os encontráis bien? - se había movido cojeando pero esperaba que fuera del pisotón momentáneo. Sería más que curioso un fantasma llevando en sus brazos a una mujer, que según ya confesaba era ciega, en mitad de la calla tan concurrida rumbo donde ella dijera. sonreí un poco al imaginarlo pero enseguida recuperé la compostura. - Si vos me lo permitís puedo ser vuestros ojos y guiaros entre todo este tumulto. Al mismo tiempo podrías decirme como sabéis lo que soy sin poder ver. - cierta idea podía hacerme ya que sabía que existía la hechicería, pero no había dado con nadie que tuviera esas cualidades y al mismo tiempo padeciera de ceguera. Seguro que esperaba una chala animada.

Hice el gesto de ofrecer i brazo para darme cuenta de lo atrevido que era y un poco estúpido ya que posiblemente no le viera. - También sería interesante escuchar el motivo que lleva a una joven lituana con vuestra condición hasta París. Os lo pagaré con las peripecias de un aristócrata ruso que acaba muriendo en esta misma ciudad. - vamos, mi historia. si es que ella no tenía problema ante semejante compañía. El Imperio Ruso era muy basto, tanto como el odio entre las naciones que estaban bajo su yugo. Esperaba que todo esto no derivara en un enfrentamiento en mitad de la calle por nuestro origen.

por **Karólynn Schwarowzki** Jue Oct 18, 2012 12:05 pm

-Gracias por su ofrecimiento, pero creo ser capaz de manejarme sola en este... ¡Žiūrėti mano kojų! ¡silpnaprotis! (¡Cuidado con mi pie! ¡Imbécil!)- volví a exclamar, a la vez que otro transeunte me pisaba el pie adolorido. Otra mueca de dolor surcó mi cara. Al parecer si iba a necesitar ayuda- Está bien. Acepto su ofrecimiento- dije, rindiéndome.

Odiaba que me ayudaran. Era capaz de hacer mis cosas sola. Pero en este tumulto y con un pie a medio inutilizar, necesitaba algo de apoyo. Tomé el brazo que me había ofrecido y comenzamos a caminar, tratando de no chocar con la gente.

-En cuanto a mi habilidad, hay cosas que la gente puede ver sin necesidad de los ojos- respondí, con una sonrisa. Luego hablé un poco más bajo-, pero para ver a fantasmas como usted se necesita un poquito de magia en las venas.

No podía explicar más allá. Nunca había conocido a otro brujo que padeciera de ceguera. No podía hacer comparaciones porque, hasta ahora, era la única de mi clase. Quizá habían más, con distintas visiones de vida. Quizá eso influía en cómo veía yo.

Sólo colores y fuerza. Sólo masas de luz, nunca rostros.

-Así que Ruso, entonces- y de la aristocracia, al parecer, porque su francés era muy fluído-. He oído que mi gente y la suya tienen varios roces, pero no es algo que me importe, así que no tenga miedo de decir cualquier cosa. A propósito, mi nombre es Karólynn Schwarowzki, y lo que busco en París es una respuesta. ¿Y usted?

por **Liev I. Makovsky** Vie Oct 19, 2012 8:10 am

No iba a insistir para no parecer pesado a lo que me respondiera sobre mi ofrecimiento. Estaba para ayudar, no para atosigar. sin embargo me empecé a plantear si ella era medio transparente cuando un nuevo transeúnte pisó su pie. ¿Sería también medio fantasma o algo así y por eso podía verme aún siendo ciega? Suspiré mirando al cielo por tan estúpida conclusión. Tampoco pude evitar una media sonrisa cuando tomó mi brazo y empezamos a caminar. Aunque puse un gesto serio para todos aquello que pretendía seguir lanzándose contra nosotros en su caminar errático o sin mirar por donde iban. Moví el brazo en un par de ocasiones apartado a alguno que no pretendía detenerse cuando iba en línea recta hacia nosotros.

- Tomaré nota para no desaparecer y aparecerme con malas intenciones ante usted. - el tono de mi voz era claramente de broma aunque no sabía muy bien como se tomará esas palabras. Dejar de ser de carne y hueso hacía que viera las cosas de otra manera. Forma que no siempre era considerada como adecuando por los que tenía cuerpo, fuera humanos normales u otro tipo de criaturas. - ¿Puede diferenciar a un fantasma de un humano o cualquier clase de criatura? Es decir, ¿también puede ver si hay un gato entre la multitud? - aunque con la palaba criatura tampoco quería referirme a un animal era mejor mantener las apariencias, lo mismo alguno de aquellos caminantes escuchaba palabras como vampiros y se asustaba o iba a avisarlos. Nunca se sabe quién escucha a una pareja tan peculiar como era la nuestra.

Asentí, aunque me di cuenta que posiblemente no me veía. Era extraño lo poco que considerábamos a personas con problemas como las de aquella dama. -Así es, súbdito del Emperador ruso. aunque sinceramente si alguna vez me preocupó las diferencias de las distintas etnias bajo su poder o de sus vecinos ahora mismo me es completamente indoiferente. Usted puede ser lituana o de cualquier otro lado que preferiré juzgarla por su forma de actuar que por su origen. - punto a favor para la muerte, abrir la mente. Me quedé pensando en su última pregunta. ¿Hablada de mi nombre o de mi estancia en París. - Me llamo Liev Ivanovich Makovsky. El motivo de mi visita a París creo que se puede resumir en que buscaba aventuras. Pero no una que me llevara a morir. - que en el fondo no era ni una aventura si no un descuido. - ¿Puedo atreverme a preguntar sobre sus capacidades? No es que no conozca a más... hechiceros pero su condición, mil perdones si se siente ofendida, me parece peculiar. Y sinceramente cinco años muerto en París hace que pocas cosas sean interesantes. - atrevido y quisquilloso, puede que repetitivo pero la curiosidad era lo único que me hacía parecer "vivo".

por **Karólynn Schwarowzki** Sáb Oct 20, 2012 11:58 am

La pregunta sólo me hizo sonreír. Al parecer, no creía que una mujer ciega como yo pudiera ver tan claramente las cosas.

-Pues sí, puedo diferenciarlos a todos, a su manera. También tengo otros sentidos que me ayudan- señalé mis oídos y mi nariz. A falta de ojos, ellos se habían vuelto mi vista. Lo de las auras particulares era más bien una pequeña ayudita para distinguir entre las diferentes razas que se paseaban por el mundo humano.

-Nunca se sabe cuándo la muerte llegará. Quizá usted se ha quedado todo este tiempo porque ella lo tomó por sorpresa- medité. A veces la gente prefería quedarse, aquella que temía demasiado al final. Otras, como él, apenas sabían que habían muerto, y cuando se daban cuenta no tenían la manera de seguir adelante.

Era un panorama más bien triste. El quedarse en este mundo de locos por una eternidad, o algo que se le pareciera. El no saber llegar hasta el final natural de la vida, o el rehuirlo.

-Bueno, señor Liev, mis capacidades son heredadas de vía materna. Uso sólo... habilidades beingnas- el decir "Magia Blanca" en frente de toda esta gente sólo causaría pánico o risotadas-. Nunca me ha gustado lo oscuro. Si uno ha heredado algo más, debería usarlo para hacer el bien, y no para dañar.

por **Liev I. Makovsky** Sáb Oct 20, 2012 2:08 pm

Suspiré ante su sonrisa, sinceramente había ocasiones en las que no entendía a los humanos normales y menos a los que tenía algún tipo de poder especial que les hacía especiales ante mi mirada ya que podía actuar como era sin necesidad de fingir o hacerme pasar por lo que ya no era, ni si quiera podía ser yo mismo ya que había preguntas que necesitaban respuestas y a ellos... simplemente les hacía gracia. No deseaba a nadie mi condición pero los demás tampoco hacían nada por ponerse en mi situación.

El comentario del olfato me dejó algo aturdido y pensando que no lo notaría giré mi cabeza mientras alzaba el brazo libre para olfatearme. ¿Es que poseo un aroma espacial? Pensé que carecía de todas las cosas que caracterizan al cuerpo humano. - aunque lo cierto era que si podía tomar forma corpórea tal vez recuperara esas cualidades propias del organismo humano. No me lo había planteado ni tampoco lo había comprobado, tal vez era mejor seguir como hasta ahora ignorando ese punto ya que la pregunta me hizo sentir de nuevo como el niño de tres años que quiere saberlo todo y pregunta sin cesar.

- Si me paro a pensar seriamente supongo que continúo aquí por qué no llegué a alcanzar el objetivo con mi visita y a que quiero mirar a los ojos al responsable de mi muerte y preguntar si no habría otra solución que lo aquello que hizo. - supongo que era más fácil hablar del asesino ante una dama que a mi búsqueda del amor verdadero, algo que seguro iba a sonar más propio de las doncellas que están en sus grandes palacios mirando al infinito desde su ventana, suspirando por su príncipe que de un caballero extranjero que en lugar de realizar la búsqueda de su princesa o aparecer como príncipe de alguna doncella soñadora se dedicaba a derrochar el dinero de su padre en el juego, el alcohol y las compañías de cama, por decirlo suavemente.

Asentí a lo que dijo de sus poderes. - Luego no hay peligro de acabar como un espíritu esclavizado siempre y cuando me comporte de forma adecuada. - sonreí un poco ante esas palabras pero lo cierto es que ya había oído hablar de los tipos de magia y seguía dando gracias al destino por no hacerme chocar con algún que otro hechicero con planes funestos para mi existencia. - Sinceramente espero no encontrarme con alguien cuyas intenciones pudieran causarme ningún daño. - inspiré profundamente y negué con la cabeza alejando los malos pensamientos pues era mejor no tentar a la suerte y cambiar de tema. - Supongo que nacisteis con los poderes ya que son heredados, pero, ¿la ceguera también es de nacimiento o fue adquirida? - me mordí la lengua tras la pregunta, ¿podía ser más descarado? En el fondo sabía que si, tampoco era una pregunta para incomodar pero acertada tampoco. ¡Maldita curiosidad de fantasma!

por **Karólynn Schwarowzki** Sáb Oct 20, 2012 10:59 pm

Con aquel comentario no pude evitar reír a carcajadas.

-No, definitivamente no- solté entre risas-. Los fantasmas como usted no poseen nada aparte de su alma. Eso es lo único que puedo ver. Ni siquiera sé cómo es su rostro. Sólo veo una lucecilla difusa.

Nunca me había tocado toparme con un fantasma tan curioso, y la verdad era que me sentía revitalizada. Todas esas preguntas acerca de mi condición de Bruja me levantaban el ánimo. Usualmente las conversaciones con sobrenaturales o fantasmas eran más divertidas, posiblemente porque aquellos tenían más cosas que contar que un humano de mi edad, que no ha visto la vida en su totalidad.

-Ya veo. Entonces, tiene un objetivo que cumplir. Posiblemente aquello sea lo que lo tiene atado a este plano- Conocía a pocos fantasmas como él, esperando cumplir un objetivo que quedó a medias. A ellos era más fácil ayudarles que a los otros, los que temían pasar a una existencia mejor-. Entonces, si alguna vez necesita mi ayuda, puede llamarme y allí estaré.

Tenía que ayudarlo de algún modo. No me gustaba que los fantasmas como él deambularan por allí, esperando cumplir un objetivo que a veces podía ser imposible. Las ataduras de la vida y la muerte siempre se entremezclaban cuando alguien debía cumplir algo, lo que sea. Las promesas los mantenían en la tierra de los mortales, y así pasaban los años, mirando nacer y morir a aquella raza a la que pertenecieron en un pasado lejano.

La pregunta sobre mi vista me tomó por sorpresa. Pocos eran los que preguntaban eso.

-La ceguera no es de nacimiento, pero la enfermedad que me la trajo sí lo es. Fui perdiendo la vista gradualmente. De hecho, no tengo recuerdos de haber visto bien alguna vez en mi vida- Desde que era pequeña, tenía esa extraña visión de túnel, como si las imágenes estuvieran tras un recorrido largo en la oscuridad. El problema era que mientras más crecía, más se agrandaba el túnel-. Se supone que debía quedar ciega a los veinte, pero al parecer Dios y el tiempo decidieron dejarme disfrutar un poco más de mi vista, o de la poca que me queda.

por **Liev I. Makovsky** Dom Oct 21, 2012 10:40 am

Aquella risa me sentó realmente mal. No estaba diciendo nada gracioso y si la sinceridad se había vuelto motivo de mofa mejor sería permanecer callado el resto del tiempo que quedaba en ese paseo. Paseo que por cierto en cualquier momento podía hacer que terminara simplemente desapareciendo del lugar como si nada. Cierto que otros me verían pero tal vez era hora de dar ese paso y dejar de pensar que podía ser humano pues ya hacía cinco años que no lo era. - Creo que un alma s mucho más valiosa que las cosas materiales que de nada te sirven cuando estás muerto. Según habéis dicho tenéis otros sentidos. Y no me refiero a olerme la cara. - dije intentando mantener la cordialidad pues las ideas de huir eran mucho más estúpidas que lo que había dicho hasta el momento.

No pude negar que siempre había tenido claro que lo que me quedaba por cumplir en este mundo era precisamente lo que me hacía permanecer aquí y como era algo imposible de lograr también me había hecho a la idea que estar entre los vivos era mi destino. - Os agradezco vuestro ofrecimiento pero sinceramente veo que mi estancia será eterna. La parte fácil es cruzarme con el responsable del estado en el que me encuentro. El otro asunto no pasará ni en un millón de años. - quien se iba a enamorar de un fantasma. Era cosa de locos. Ya que si eso pasaba y cumplía mis asuntos pendientes posiblemente desaparecería para siempre. Una sonrisa amarga ocupó mi rostro, no podía permitir que eso llegara a pasar.

Asentí, aunque de nuevo fuera inútil ya que no iba a ver mis gestos. - Lo lamento. - comenté profundamente arrepentido de conocer el origen de su ceguera. Era una historia realmente triste ir viendo como poco a poco se apagaban las luces de la vista hasta quedarse sin ver más que oscuridad. - Resulta que la magia no lo puede todo. - aunque sinceramente no sabía si lo que gente como ella poseía era magia o simplemente cualidades más desarrolladas que el resto de los humanos. - Al menos aún pertenecéis a este mundo. Hay enfermedades mucho peores. - No sabía si mi intención de quitar importancia al asunto funcionaba o daba la sensación de estar de nuevo hablando de mí pues no era esa la intención.

por **Karólynn Schwarowzki** Mar Oct 23, 2012 12:23 pm

Asentí con la cabeza, de manera más bien ausente. Siempre me repetía lo mismo que aquel hombre. "Al menos estoy viva". Usualmente se me venía a la mente aquellos días donde la inquisición persiguió a mi madre hasta finalmente quemarla por bruja, y cómo estuve a punto de sufrir el mismo destino por ver cosas que los demás no. Y no me refería a las auras, sino a las premoniciones.

Siempre las había tenido, desde pequeña. El don que mi abuela, también bruja, me legó. Aquella habilidad de ver pequeñas escenas del futuro. A falta de vista, se me habían dado muchas facilidades.

Caímos en un silencio tranquilo. En un momento llegué a temer que me hubiera dejado sola, pero el aura seguía allí, acompañándome. Me pregunté qué clase de final había tenido aquella persona, que no parecía tener más pecado que haber muerto en una ciudad llena de vida.

-Disculpe que me entrometa, Señor Liev, pero ¿Cómo es que llegó a esta ciudad para morir, desde las lejanas tierras frías? ¿Por qué precisamente aquí? Siento curiosidad sobre cómo la muerte pudo haberse abalanzado sobre usted de manera tan repentina.

OFF: Mil perdones por la demora y la falta de inspiración! ._.

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