La Mansión Del Mar (LIBRE)

Recuerdo del primer mensaje :

Mirando mi rostro en el espejo, mientras mi criada terminaba de hacerme un recogido muy popular por la complejidad que entrañaba realizarlo, decidí dejar de juguetear con una de las cintas de mi vestido. No sabía si le habría gustado el vestido de seda rojo que había mandado a la casa de su amiga Rubí. Ésta había prometido ayudarla en la búsqueda de su padre.

Ya no se atormentaba pensando en que era un monstruo, como había dicho su mejor amiga, Zafi, los brujos eran los seres humanos más fuertes que existían y muchas de sus habilidades derivaban de la propia naturaleza. - No hay nada malo en mí, sólo puedo ver el futuro de las personas, sus sentimientos y, ¿se le había olvidado su particular "carisma"?- Haciendo una mueca con su boca y frunciendo el entrecejo se preguntó si tal vez debería dejar de sonreír o mirar con intensidad a los demás. No quería controlar los sentimientos de los demás. Pero era algo que espontáneamente sucedía, sin que pudiera evitarlo. Suspirando dejó el espejo en el tocador y felicitó a su criada por la labor espléndida que había hecho con su peinado.

-Señorita Del Mar, si me permite decírselo está bellísima esta noche. Creo que tendrá a numerosos pretendientes hoy- La gran sonrisa que poseía la jovencita hizo que ella se sintiera feliz.

- Gracias Katty, pero me temo que no hay nada en mí que pueda llamar la atención de mi persona esta noche. Estoy tan nerviosa que seguro que me pisaré el vestido y rodaré por las escaleras- suspirando amargamente, bajó la vista hasta su vestido de un color plateado, tan brillante como un diamante. Los increíbles encajes que lo adornaban en el cuello la hacían parecer mucho más esbelta y femenina- ¿no crees que es demasiado.... atrevido?.

La muchacha rió ruidosamente y guiñándole un ojo le dijo: Pero madame... como sino iban a saber todos esos jóvenes franceses lo que oculta tras su timidez?- Haciendo una reverencia se marchó de su cuarto, mientras ella sentía que su rostro había quedado terriblemente sonrojado, hasta la punta de sus cabellos. Esa Katty siempre sabía como avergonzarla.

Le recordaba a Zafi, aunque su amiga, era muchísimo más bella. Sonrió pensando la cara de sorpresa que se llevaría cuando viese al lacayo que había enviado esta mañana con su precioso vestido azul celeste. Ella sabía que sus ojos azules, y su brillante melena azabache serían los complementos perfectos para él.

Hablando de sus amigas.... había invitado también a dos grandes músicos. Los había escuchado con anterioridad y su música había hecho que su cuerpo vibrara con los sentimientos. Las notas de cada melodía le habían evocado numerosos recuerdos. Y, como mecida por las olas del mar, por la música, ella se dejó llevar marcando cada nota con un paso de baile. Armonizando cada movimiento con el compás de la canción. Sí, ella sabía que el señor Van Dort era un intérpree celestial, y una bellísima persona.

Pero... el único que le preocupaba era cierto jovencito que acostumbraba a meterse en su alcoba por la noche a susurrarle al oído. Él era Liev, su amigo incondicional, siempre la salvaba de, como le gustaba llamarlos a ambos, " malvados varones, de ojos libidinosos". Él la había rescatado de todos aquellos hombres que habían intentado sobrepasarse con ella, o matarla de aburrimiento. ¿Es que no había en parís ningún hombre que sea un término medio?.

En ese momento, vio como el espejo comenzaba a flotar, haciendo círculos en el aire.

- Así que al final has venido. ¿acaso sabes cuando mi mente piensa en ti, que sales evocado como un demonio ante su bruja?- comencé a reírme quedamente. Él siempre se ofendía cada vez que le decía eso. Como él argumentaba, muerto o no, era un caballero.

El ruido con el que las gavetas comenzaron a abrirse y cerrarse hizo que me riera, el muy travieso lo hacía adrede, como si estuviera enfurecido.-¡ Está bien, esta bien!- dije secándome una de las lágrimas que había derramado al reírme- Eres el caballero más maravilloso, espléndido y educado que he conocido. ¡Un príncipe azul, un caballero con corcel blanco!

Escuché su risa y sacudí la cabeza. Iba a ser una noche alocada, con Liev alli, podrían volar pelucas, desaparecer objetos, u observarse fenómenos extraños. Muchos visitantes habían abandonado la mansión jurando que estaba embrujada.

- Será mejor que te portes bien jovencito.- le dije señalándolo en el dedo, imitando a una madre.- Bien, Liev. ¿Mi tía a cumplido su amenaza de realizar la fiesta más grande, maravillosa y glamurosa de toda la temporada?- Cuando una flor de mi cómoda comenzó a asentir, sentí que me entraba el pánico.

- ¿Como podré actuar tan indiferentemente?.¿ Y si algo una locura, o me rio de algo sin gracia?, ¿y si hago algo imperdonable para alguien de mi estatus?.- ¡Mi tía me encerraría de por vida!. Temblando me apoyé en la puerta de mi habitación. Sentí una caricia en la mejilla y un apretón suave, pero firme en el hombro. Sonriendo temblorosamente, con los ojos cerrados, pensé que era injusto que Liev estuviese muerto. Era muy atento y amable conmigo, un gran amigo.

Con sentimiento de culpa levanté la cabeza- Discúlpame Liev, yo quejándome por cómo afrontaré mi vida, y tú, a pesar de todo, sigues luchando. Bien. Será mejor que salga ya, cuanto antes salga, antes acabará mi sufrimiento- Sin mirar atrás le susurre:- Espero que ahuyentes a los pérfidos pretendientes y sobretodo, que te diviertas.

Cerrando mi habitación me adentré en el pasillo. Se escuchaba un gran barullo en la parte de abajo. La mansión parecía etar llena de vida. De unas 100 o 200 vidas aproximadamente- pensó dramáticamente. Bien, ella iba a seguir siendo la señorita Ruslana del Mar, descendiente de bravos piratas, con un padre desconocido y una tía autoritaria. Levantando la cabeza orgullosamente e irguiendose como si fuese una reina. Comenzó a andar lentamente. Dejando que su vestido creara hondas a cada paso suyo. En el momento en que se paró en lo alto de las escaleras cogió aire, mientras un lacayo, vestido impecablemente, la anunciaba a sus invitados. Una marea de ojos se fijaron en ella. El silencio reinó en la sala. Su corazón no dejaba de latir furiosamente. Parecía que iba a salir de su pecho en cualquier momento y huir. - Soy Ruslana del Mar, tengo unos amigos incondicionales, y todo su amor y apoyo-. Sintiendo como se calmaba poco a poco, hizo lo que le ganó un puesto en las candidatas más deseadas de la temporada. Ruslana sonrió, sus labios se movieron como pétalos de rosa movidos por el viento. Sus ojos brillaban con toda la intensidad del amor que había recibido de sus amigos. Y su voz, como la melodía de una sirena entonó un saludo a todos sus asistentes.

- Tengan mi humilde agradecimiento por asistir a mi presentación en sociedad. Sed todos bienvenidos a ésta, la Mansión Del Mar.

Killer Bee contempló con detalle, específicamente cuando Hayden entregó el rollo, ese era el momento ideal para desenmarcararla bruja, si actuaba hechizandolo ella se daría cuenta.

Pero la mujer era lista y antes de que todo mundo atendiera lo suyo y los inquisidores fueran retirados Killer Bee caminó hasta al anfitriona y dijo:

—Cuando se descubre una bruja no es necesario ningún pergamino, Livítico 20:27 Y el hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pitónico o de adivinación, morirán; los apedrerán con piedras; su sangre será sobre ellos. La iglesia tiene autoridad sobre todo y quien se niegue a su voluntad es un pagano, un sirviente del demonio... Se cree muy lista señorita Del Mar, la acusación fue directa y hecha por un brujo al que iremos a buscar cuando terminemos aquí; si lo desea dejaremos que sus invitados no abandonen el lugar, pero no crea que con esas palabras quedó libre de la acusación. Tendrá que venir con nosotros a una habitación en privado... ¡Aceptelo o acusese de bruja! Ya no hay nada más que pueda hacer—

La anfitriona contempló la sería silueta de la inquisidora, la situación nuevamente se tensó y cuando ella pudo darse cuenta Ruggero Rosso ya tenía el revólver sobre la cabeza de la señorita Del Mar. Killer Bee llegó hasta la anfitriona y estando junto a Hayden le dio una bofetada, el joven reaccionó como de un trance y la inquisidora echó una mirada sospechosa a la mujer y a las que le rodeaban.

—Hayden será mejor que ya no te acerques, el rollo fue dado la anfitriona ha confirmado frente a todos ser fiel— dijo y volvió a mirar a Ruslana. —No perdamos más el tiempo, vayamos a la habitación, hagan llamar al padre Christof y nos iremos de aquí...— se dirigió a la anfitriona; —y no se confundan eso de que las brujas se visten de negro, traen verrugas y ríen histéricamente son cuentos que los mismos brujos hacen correr para pasar desapercibidos, ellos pueden ser las personas más hermosas y carismáticas y más de uno puede estar aquí— dijo dirigiéndose a los demás.

Miré molesta a la inquisidora y sus dos amigos. Tuve la osadía de acercarme hasta el hombre y bajar el arma.- El brujo se confundió. Yo soy la bruja. Hasta entre nosotros es difícil saber quien es quien.- miré a la inquisidora atrevidamente. No quise mirar a mi amiga.- Ella solo pretendía protegerme. Pero es a mi a quien buscáis a parte de ese espíritu que ya no esta aquí- mentí ante lo último.- Al veros entrar lo mandé lejos.- sonreí.- Le tengo cariño.

Me giré para Ruslana.- Señora si me permite usar una de sus estancias para mantener una charla con estas tres personas se lo agradecería de todo corazón.- no esperé respuesta de Rus. Sabía que me lo echaría en cara toda la vida... si salía de esta claro. Lo que realmente pretendía era que Ruslana tuviera tiempo de escapar o de idear un plan para librarnos de estos tres.- Y admito que la señorita.- miré a Killer Bee- Está en lo cierto, el otro hombre era un brujo, como ya he dicho antes, y puedo asegurar que no es uno de los bondadosos. Ahora si me seguís hablaremos más en privado.

Caminé con la cabeza alta y orgullosa. Todos los demás de la fiesta chuchilleban e incluso llegué a escuchar como decían: "Si es una gitana normal que la apresen por brujería". Las etiquetas eran tristes ¿pero qué le iba hacer? Cuando me di cuenta estaba en una estancia con los tres inquisidores. Intenté parecer segura de mi misma.-¿Y bien?- les pregunté.

Aquella mujer acababa de condenarse a sí misma. Sus palabras me habían dado la oportunidad de salir de esta situación limpiamente. Atenta a lo que hacían sus invitados, escuchó como muchos miembros de la alta clase murmuraban enojados, mirando a la mujer del traje rasgado. Los sentimientos comunes en la multitud eran; duda, miedo, e indignación. Jamás se había visto una afrenta a un miembro de su clase, y eso les preocupaba.

Pero antes de que pudiese defenderme Zafi, acudió en mi ayuda acusándose de bruja ella misma. Sentí como un dolor agudo oprimía mi corazón. Como si fuese una reina, caminó erguida ante sus captores dirigiéndose a una estancia privada. Pero antes de que se cerrasen las puertas de la habitación grité:

- ¡Esperad!- todos mis invitados me miraban con sorpresa, los inquisidores se sonreían entre sí. El mayor de los varones volvió presuroso a mí, apuntándome de nuevo con el arma, mientras me exigía decirle quién era la bruja. Zafi, me miraba horrorizada, siendo atrapada por la inquisidora.

Colocando mi mano sobre el pecho del inquisidor que mantenía su pistola en mi cabeza, me sorprendí no sólo de la dureza de su pecho sino de lo pequeña y frágil que se veía mi mano en comparación. Ese gesto hizo que me ganara un gruñido de advertencia de su parte, pero también un sentimiento turbulento, que no sabía cómo interpretar. Levantando mi mirada hacia él le dije: - Monsieur, ¿podría bajar su pistola de mi cabeza?. No llevo ningún arma encima, y no sólo está asustando al resto de los invitados, sino que me está insultando y maltratando. Si mi abuelo estuviese vivo, ya no tendría mano, ni piel en su espalda. Así que....¿me hace el favor de dejar de ofenderme?. ¿Realmente necesita una pistola con alguien que no le ha levantado afrenta?.- Sin que pudiera evitarlo, sus ojos volvieron a centrarse en mí, mis palabras suaves y ofendidas habían actuado como catalizador, y ahora volví a conseguir que bajara la pistola creando un sentimiento de culpabilidad y protección hacia mí. Desviando la mirada rápidamente hacia la mujer con el traje rojo, para no levantar sospechas y evitar que los sentimientos de los invitados pudiesen modificarse, procedí a defenderme no sólo a mí sino a mi mejor amiga. Mi pequeña e indomable Zafiro.

- Señorita, suelte ahora mismo a mi amiga, ella a actuado impulsivamente creyéndome en peligro. Cualquiera podría ver que una adorable joven como ella no es una bruja, si lo fuera, ¿no habría intentado mejorar su situación, o atrapado a un joven y rico lord?- sacudí mi cabeza aprovechándome de los gestos sorprendidos de la multitud. Muchos murmuraban que los Del Mar nunca protegían a alguien si no era verdad. Los más viejos de ellos conocían a mi tía y mi ascendencia. El apoyo de un Del Mar era importante, la riqueza y la empatía de nuestra familia era legendaria, así como el carácter incendiario que poseíamos cuando un ser querido era dañado. Aprovechándome de la situación miré a la inquisidora fieramente a los ojos, creando a duda en su interior. - Si yo fuera vos, soltaría a esa joven, antes de cometer el delito de dañar a una inocente. - Asintiendo la inquisidora soltó a Zafi, mientras le pedía disculpas por su mal comportamiento. Le tendí una mano a Zafi, liberando de mi mirada a la inquisidora, quien sacudió su mirada, volviendo a la realidad.

Con Zafiro entre mis brazos continué antes de que aquella mujer pudiese hacer algún otro movimiento.

- Señorita, todos sabemos que el Papa ha dado permiso ha ciertas figuras para realizar la erradicación de criaturas maléficas. Sin embargo, para poder erradicarlas se requiere pruebas, un juicio y la posterior sentencia. Jamás la Iglesia, defensora de la verdad y la justicia, haría juicio en vano contra cualquier persona.- mirando a mis invitados haciendo un esfuerzo enorme por hacer que mis palabras influyeran en su ánimo colectivo, continué mi defensa con la expresión facial que tantas veces había usado para pedir un poco más de pastel a mi tía- ¿No ha realizado la Inquisición numerosos juicios, con pruebas y testimonios sobre las mujeres malvadas que son consideradas brujas?. ¡Por supuesto que sí!, ¡ Aún así, esta mujer, con un vestido rasgado, vestida impúdicamente, atenta contra mi honra, y la de mi mejor amiga, manchando el nombre de nuestras honorables familias!. Rompiendo la armonía de mi hogar, provocando dudas sobre mi persona y maltratando sin misericordia e indiscriminadamente a cualquiera que desee, haciendo alarde de un poder que no posee. No hay orden de detención contra una bruja, ni pruebas, ni hechos. Sólo la expresión que utilizó un borracho al que expulsé de mi hogar, evitando que se creara una disputa con dicha acción, y la acción impulsiva de otra joven inocente que tan sólo quería salvar mi buen nombre.- Mientras que continuaba mi exposición mirando con cariño a Zafiro, se comenzaron a alzar numerosas voces de protesta, las mujeres miraban indignadas la presencia de la inquisidora, cada vez más incómoda por la situación, y el joven miraba nerviosamente a su maestro, quien a su vez no dejaba de asentir mirándome.- No me he defendido sino con palabras, he actuado con dignidad, respetando a estos señores hasta el último momento, pero, ¿debo permitir que se me falte el respeto de esta manera y dañen a una de mis mas preciadas amigas?. ¿Debo ordenar que despierten a un honorable cura, pastor de un numeroso rebaño, de una edad considerablemente alta, para que una mujer que ni siquiera se ha presentado a sí misma, ni tiene potestad para hacer de mí lo que ordena, nos deshonre así?. No. ¡No lo voy a tolerar!.- Mirando con ojos incendiados de furia a la multitud que comenzaba a elevar protestas y algunos incluso se acercaban a prestarme apoyo, fijé mi mirada en la inquisidora- Señorita, es hora de que se marche de mi casa. Mañana podrá hablar con el padre en su Iglesia. Estaré, como siempre- dije poniendo especial énfasis en las dos últimas palabras- en la misa de las 11. Tenga una buena noche.- Haciendo una breve reverencia concluí mi alegato. En cuanto me erguí, vi sorprendida como el inquisidor arrastraba al otro joven hacia la salida, a pesar de sus protestas, mientras me dirigía una mirada difícil de interpretar desde la distancia que nos separaba. En cuanto a la inquisidora, tres hombres la acompañaban a la salida, no sin antes dirigirme una mirada envenenada. Sonriéndole pensé, Sí chèrie, eso ha sido la furia de un Del Mar.

Muchas jovencitas corrieron presurosas a prestarnos apoyo y gritaban indignadas haciendo aspavientos con las manos, sobre lo bien que había tratado a esos "indeseables", mientras sus madres asentían con la cabeza y decían que habíamos demostrado ser "todas una damas". Mirando a zafiro con una sonrisa conspiradora, nos reímos de aquellas mujeres que habían lanzado críticas sobre ella hacía muy poco tiempo. Los hombres reían y acudían a apoyar nuestra causa, algunos lanzaban miradas amorosas a Zafiro y le decían: " chèrie, ¿ quién iba a pensar que una joven bella e inocente como usted pudiera tener tanta valentía?".

Sí, me dije a mi misma mientras miraba a mis amigos sonriéndome orgullosos, ¿quién lo habría pensado?

La mujer creía haber ganado contra Killer Bee, mas estaba completamente equivocada. Killer Bee soltó a la bruja y asintió a las palabras de la mujer que altiva y furiosa declaraba un singular discurso.

Pero Killer Bee analizaba, quería ver hasta que punto llegaba la mujer, esperaba que ella misma se delatase y sabía que Ruggero también pensaba lo mismo, la multitud pareció concordar con la mujer olvidando que los inquisidores sirvientes de Dios conocen la palabra de Dios como la palma de su mano.

Y al fin la anfitriona terminó, Killer Bee asintió y “se disculpó”, acompañado de Ruggero y Hayden salieron de la habitación, sin embargo, Killer Bee miró a Ruggero y con un movimiento de cabeza hizo que su maestro le sonriera, éste le brindó un revólver y dandose media vuelta golpearon a sus guías y entraron nuevamente a la habitación.

Killer Bee apuntó y disparó, la mortal bala asesina paso a centímetros de la anfitriona. —Mi nombre es Cammy White de la orden del Vatícano nacida en Inglaterra y criada en mi niñez en España, luego de ser llamada prodigio por el cardenal español fui enviada al Vaticano donde con honores me recibí al servicio de Dios. Mujer, ¿crees que tus argumentos paganos salvaran a la mujer? Ni siquiera el mismo Papa puede evitar el juicio de una mujer u hombre que se haga llamar por voluntad propia bruja, ¿dices también que aquel hombre al que se le vio hacer brujeria es sólo un borracho? No olvidez que él sin predemitación previa me atacó delatándose... Aquel que protega a una bruja o brujo, será considerado malvado y atenta a la palabra de Dios, castigado también será— hizo una pausa con mirada seria, la anfitriona no dejaba de verla furiosa.

—Él es Ruggero Rosso— dijo refiriéndose a su maestro, —y él es Hayden Vaggö— refiriéndose al alumno de Ruggero.

—Sabes, la Inquisición Española es la más estricta, para ellos él sólo hecho de que ha alguien se le llame bruja es sentencia de muerte, mas nosotros no, nisiquiera cuando se auto llamó bruja pese al Lívitico tu amiga bruja tiene una oportunidad... Nos iremos, hoy has protegido a tu amiga pero iremos por ella, la encontraremos y la enviaremos al juicio de Dios y usted osada en solapar a la bruja segura debe de estar que por la Inquisición vigilada estará que en la lista marcada estará— se detuvo, bajó el arma y le dio la espalda, —no se crea que erré el tiro, si a su espalda mira verá que la bala perforó una marca que hice justo antes de coger a la bruja por el brazo... La distancia no la protegera de nosotros— el grupo de inquisidores comenzó andar a la salida y antes de siquiera atravezar la puerta Killer Bee se detuvo... —¡Oh, y no habrá misa el padre vendrá con nosotros al vaticano si también es un solapador no lo volverán a ver—.

Y abandonaron la mansión, Ruggero y Hayden comenzaron a dibujar los rostros de las personas que se hallaban en los alrededores mientras Killer Bee escribía el nombre Ruslana Del Mar y una carta a la iglesia para la investigación de la familia Del Mar, y cuando terminó escribió el llamado a los espias de los alrededores.

Fin.

¡Ay Ruslana! A pesar de lo horrorizada que me sentía por el hecho de que siguiera poniéndose en apuros no pude evitar sentirme feliz. Ella siempre estaría ahí para cuidarme. No tuve que negar que se estaba portando como una auténtica dama poderosa. E incluso me sentí intimidada por tanto poder y fuerza. Y la gente de su alrededor la apoyaban. Me acerqué a mi amiga y le agarré de la mano. La gente ya no me miraban mal. Sino al contrario. Ya no era una gitana sino la amiga de una mujer poderosa. Vi como medio humillados los inquisidores se iban y no pude evitar enfurecerme y asustarme al ver como la bala pasaba cerca de mi amiga. Tuve que aguantarme para no salir corriendo detrás de aquella lagarta y partir le el culo.

- Gracias- le dije a Ruslana.- Y perdón. Me dejé llevar por el miedo de que te hicieran algo.- le confesé.- Aunque la culpa de todo la ha tenido aquel bastardo. Si se hubiese ido con la boca cerrada no hubiera pasado nada de ésto.- abracé a mi amiga sin importar que dijiera la gente y me separé.- Gracias.- le volví a decir. Relajé mis hombros.- Bueno, ahora se creen que soy bruja ¿Es gracioso verdad? Bueno me imagino que encajo en uno de los tópicos.- reí. Ya había pasado todo. Ya se podía continuar la fiesta sin tensiones.

Y todo el mundo volvió a lo que estaba antes de que pasara todo eso. Vi como la gente volvía hablar entre ellas aunque algunos seguían mirándonos de vez en cuando. E incluso me atrevía sonreír a un hombre. Mira a Rus y a Rubí, que supuse que se acabaría convirtiendo en una amiga.- Hay un baile que en alta sociedad no se baila, pero es muy popular entre gitanos y se baila en corro.- Cogí las manos de ambas.- A si que hagamos nuestro propio baile, las tres.- la sonrisa se había ensanchado en mis labios mientras pasaba el tiempo. Y los malos recuerdos se escondían en una parte de mi mente.

Reía divertida dando vueltas con las manos unidas con Zafi y Rubí. Pero en mi interior mi mente le daba vueltas a todo lo sucedido. Me había ganado la enemistad de aquella inquisidora, no sabía si los demás inquisidores también vendrían por mi. Pero aquella mujer... su última mirada, seguida de sus palabras de advertencia, le habían dejado claro que ella sería su "presa".

Suspiró lentamente. Ya no podía hacer nada, lo mejor era disfrutar este momento, porque no sabría cuando su vida volvería a verse amenazada. Lo único que le quedaba no era el miedo por su vida, o el apoyo de sus invitados, sino un odio creciente hacia el hombre que había hecho que los inquisidores respondiesen amenazando la vida de sus amigos.

Los últimos pensamientos lúgubres que tuvo, antes de despejarlos de su mente para disfrutar de la fiesta fueron:

Salazar Phantonvhile, te has ganado mi odio. Pronto tendrás noticias mías.