AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los corset no dejan respirar [Libre]
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Los corset no dejan respirar [Libre]
Marie estaba loca… eso era lo que pensaba en esos momento Neru, la joven había sido prácticamente obligada a asistir a una de esas fiestas a las que tan aficionados son los de la clase alta, ese tipo de fiestas en el que todos van a medir las riquezas de otros. Neru había crecido dentro de la clase media-baja de Paris así que todas esas fiestas le parecían ridículas pero Marie las adoraba. Solo por ella haría algo como ponerse encima aquel vestido tan elegante, al menos los colores eran de los que le gustaban: negro y blanco.
Cuando sintió que ya no podría soportar más el permanecer tanto tiempo entre personas que la juzgaban por su forma de caminar, hablar y hasta por sus ropas salió a tomar algo de aire fresco. El lugar de la fiesta era cerca al cementerio así que luego de avisar a Marie, para no la buscara como loca cuando se diese cuenta de su ausencia, se dirigió al lugar de descanso de los muertos.
El borde de su vestido casi rozaba el suelo, había tan pocas flores y estaba tan oscuro pero Neru estaba acostumbrada, en especial porque solía ir a visitar a quien había sido su padre durante las noches.
- Bonjour, padre. – saludo la joven frente a la lápida de Adam Curie. – Espero no interrumpir tu descanso – le gustaba hablar de esa manera con su padre muerto, muchas veces se había preguntado si podría hablar con el usando la magia negra pero sabía que eso a Adam no le habría gustado por lo que se resignaba a hablar con él frente a su lápida.
- Marie me sigue educando, creo que algún día me matara con tantas reglas de etiqueta… - Lo creía en serio ya que el corset que llevaba casi no le dejaba respirar con normalidad y se moria de ganas por sacárselo de una buena vez para que sus pulmones se llenasen con el aire necesario. Hablando de esa manera la joven no se percató de si alguien más se encontraba con ella en aquel lugar de reposo para los muertos.
Cuando sintió que ya no podría soportar más el permanecer tanto tiempo entre personas que la juzgaban por su forma de caminar, hablar y hasta por sus ropas salió a tomar algo de aire fresco. El lugar de la fiesta era cerca al cementerio así que luego de avisar a Marie, para no la buscara como loca cuando se diese cuenta de su ausencia, se dirigió al lugar de descanso de los muertos.
El borde de su vestido casi rozaba el suelo, había tan pocas flores y estaba tan oscuro pero Neru estaba acostumbrada, en especial porque solía ir a visitar a quien había sido su padre durante las noches.
- Bonjour, padre. – saludo la joven frente a la lápida de Adam Curie. – Espero no interrumpir tu descanso – le gustaba hablar de esa manera con su padre muerto, muchas veces se había preguntado si podría hablar con el usando la magia negra pero sabía que eso a Adam no le habría gustado por lo que se resignaba a hablar con él frente a su lápida.
- Marie me sigue educando, creo que algún día me matara con tantas reglas de etiqueta… - Lo creía en serio ya que el corset que llevaba casi no le dejaba respirar con normalidad y se moria de ganas por sacárselo de una buena vez para que sus pulmones se llenasen con el aire necesario. Hablando de esa manera la joven no se percató de si alguien más se encontraba con ella en aquel lugar de reposo para los muertos.
- vestido:
Neru Le Course- Hechicero Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
Las risas de Marion llenaron el pequeño salón en donde había terminado, al asistir a una reunión más de su círculo. El vino rojo de su copa danzaba al compás de sus suaves oscilaciones, mientras escuchaba las bromas de aquellos empresarios con los que acababa de cerrar tratos. El tiempo suficiente había pasado desde su llegada a París y podría decir que la fortuna le estaba sonriendo, pero a pesar de conocer perfectamente el protocolo y la diplomacia, de tener una muy larga tradición de abolengo, y de haberse adaptado a la fastuosidad que dictaba la moda, la ciudad no terminaba de satisfacer sus ansias de eterna aventura. Si no encontraba motivaciones profundas, seguramente seguiría su camino hacia la siguiente meta, en el continente que fuera. Europa aún tenía muchos lugares sin descubrir, sin embargo, quería ver mucho más contraste, ver el otro lado del mundo.
Por otra parte, el tiempo es lo que le sobraba a la vampiresa y la paciencia solía marcar cada uno de sus respiros. Ahora, lo único que seguía en ese preciso instante era terminar con la agenda y volver a su naturalidad. Se despidió cordialmente de su compañía y, bajo pretexto de un malestar, abandonó la mansión para volver a la propia. No obstante, conocía los molestos hábitos de uno que otro devoto, que solía aprovechar la situación para interceptarle en aras de una entrevista privada; una de las cosas que más detestaba en relación a la sociedad, además, estaba ansiosa de despojarse de los holanes y tela demás, para simplemente entregarse a la noche con un simple y delgado camisón inglés, algo que nadie podría negarle.
Con ello en mente, decidió buscar una ruta insospechada, y de hecho las particulares criptas del cementerio aledaño le parecieron un buen paisaje para guardar en la memoria de ese día. Con toda paciencia, salvo por los exasperantes instantes que le dio su vestido al rozar la roca, paseó serpenteante entre los pasillos, leyendo curiosa los nombres y fechas de quienes en la tierra reposaban. “Pensar que, ellos no podrán asombrarse de contemplar su brevedad, como yo la veo. Mientras, no sé si algún día, yo tendré un homenaje con mi nombre”. Sonrió para sí misma y giró para seguir su camino, cuando un tirón en la parte baja de la falda la detuvo. “¿Quién…?”, viró molesta, creyendo que alguien osó jalarla de la ropa, pero no fue más que la tela atorada en una rama que crecía de la tierra.
Su poca tolerancia por cosas como esa, exacerbó molestias más profundas y antiguas, por lo que sin pensarlo liberó la tela con un movimiento brusco y con ambas manos la rasgó, comenzando a circundar las faldas para hacer la prenda más corta y le permitiera caminar con soltura. En el silencio del lugar, sin más que el cantar de los insectos de fondo, el sonido de desgarre debió extenderse algunos metros, ¿pero quién escucharía? La noble se sintió satisfecha y era todo lo que importaba. Y ya que se había tomado la molestia de adecuarse, tal vez fuera bueno pasar más tiempo por ahí, divagando entre los muertos, que ya quisieran su vida.
Muy pronto sin embargo, algo como un murmullo humano y una figura aparecieron en su campo de visión. Marion no se escondería, pero tampoco pretendía levantar recelo al ser encontrada ahí; se colocó detrás de un tronco de árbol, no muy ancho, sólo mientras inspeccionaba qué tipo de persona sería aquella. Cuando distinguió que se trataba de una mujer de cabello obscuro y que, aunque no muy claro en esa poca luz de luna, exhibía rasgos poco habituales en un habitante de Francia, decidió seguir avanzando, muy despacio para no tomarla por sorpresa, hasta que la otra dama quisiera también mirarla.
Por otra parte, el tiempo es lo que le sobraba a la vampiresa y la paciencia solía marcar cada uno de sus respiros. Ahora, lo único que seguía en ese preciso instante era terminar con la agenda y volver a su naturalidad. Se despidió cordialmente de su compañía y, bajo pretexto de un malestar, abandonó la mansión para volver a la propia. No obstante, conocía los molestos hábitos de uno que otro devoto, que solía aprovechar la situación para interceptarle en aras de una entrevista privada; una de las cosas que más detestaba en relación a la sociedad, además, estaba ansiosa de despojarse de los holanes y tela demás, para simplemente entregarse a la noche con un simple y delgado camisón inglés, algo que nadie podría negarle.
Con ello en mente, decidió buscar una ruta insospechada, y de hecho las particulares criptas del cementerio aledaño le parecieron un buen paisaje para guardar en la memoria de ese día. Con toda paciencia, salvo por los exasperantes instantes que le dio su vestido al rozar la roca, paseó serpenteante entre los pasillos, leyendo curiosa los nombres y fechas de quienes en la tierra reposaban. “Pensar que, ellos no podrán asombrarse de contemplar su brevedad, como yo la veo. Mientras, no sé si algún día, yo tendré un homenaje con mi nombre”. Sonrió para sí misma y giró para seguir su camino, cuando un tirón en la parte baja de la falda la detuvo. “¿Quién…?”, viró molesta, creyendo que alguien osó jalarla de la ropa, pero no fue más que la tela atorada en una rama que crecía de la tierra.
Su poca tolerancia por cosas como esa, exacerbó molestias más profundas y antiguas, por lo que sin pensarlo liberó la tela con un movimiento brusco y con ambas manos la rasgó, comenzando a circundar las faldas para hacer la prenda más corta y le permitiera caminar con soltura. En el silencio del lugar, sin más que el cantar de los insectos de fondo, el sonido de desgarre debió extenderse algunos metros, ¿pero quién escucharía? La noble se sintió satisfecha y era todo lo que importaba. Y ya que se había tomado la molestia de adecuarse, tal vez fuera bueno pasar más tiempo por ahí, divagando entre los muertos, que ya quisieran su vida.
Muy pronto sin embargo, algo como un murmullo humano y una figura aparecieron en su campo de visión. Marion no se escondería, pero tampoco pretendía levantar recelo al ser encontrada ahí; se colocó detrás de un tronco de árbol, no muy ancho, sólo mientras inspeccionaba qué tipo de persona sería aquella. Cuando distinguió que se trataba de una mujer de cabello obscuro y que, aunque no muy claro en esa poca luz de luna, exhibía rasgos poco habituales en un habitante de Francia, decidió seguir avanzando, muy despacio para no tomarla por sorpresa, hasta que la otra dama quisiera también mirarla.
- El vestido:
- ... Antes de ser roto.
Eligió el más cómodo que encontró.
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
Los minutos pasaban pero nada lograba perturbar la conversación entre la joven de rasgos asiáticos y su difunto padre, en un momento escucho el sonido de algo rasgarse pero no le dio importancia. Le sorprendía un poco que no fuese la única en visitar el hogar de los muertos pero ella no era nadie para decir quien podía y quien no pasarse por ahí, quizá solo fuese otra persona que deseaba una mejor compañía que los vivos a los que vemos por todas partes.
Pero pronto oyó los pasos cautelosos de alguien más, dejo de hablar y se giró lentamente. No quería parecer asustada ni nada parecido, en realidad no lo estaba, solo quería saber quién era la persona que había aparecido en aquel lugar a tan altas horas de la noche y que había interrumpido su conversación, cosa que muy a su pesar le molestaba. Eran pocas las veces que podía hablar de aquella manera con su difunto padre ya que a Marie no le gustaban los cementerios.
Cuando finalmente pudo ver a la mujer que se encontraba a unos pasos de ella lo hizo con expresión apacible. Noto algo fuera de lugar así que bajo la vista al borde del vestido de la mujer, estaba rasgado. Eso era lo que no encajaba, aquella mujer era bastante alta y tenía ese aire a riqueza que caracterizaba a la clase alta de Paris pero ¿el vestido roto? Hasta entonces no había conocido a ninguna mujer de la clase alta que se atreviese a rasgar sus vestiduras. Le pareció curioso y sonrió ligeramente ante ello.
- Los vestidos pueden llegar a ser un verdadero fastidio, ¿verdad, madame?
Olvido el saludo pero al menos no olvido el “madame” al final de la oración, Marie había puesto un gran empeño en educarla y se enojaría si recibía alguna queja por parte de otra persona que resultase ofendida por el carácter rebelde de Neru.
- ¿Puedo preguntar que la trae por aquí? No esperaba encontrar a nadie a esta hora… madame…
Casi lo olvida… Aprecio con mayor detenimiento los rasgos de la mujer, era indudablemente una noble pero aparte de ello había algo más que Neru no lograba aun descifrar.
Pero pronto oyó los pasos cautelosos de alguien más, dejo de hablar y se giró lentamente. No quería parecer asustada ni nada parecido, en realidad no lo estaba, solo quería saber quién era la persona que había aparecido en aquel lugar a tan altas horas de la noche y que había interrumpido su conversación, cosa que muy a su pesar le molestaba. Eran pocas las veces que podía hablar de aquella manera con su difunto padre ya que a Marie no le gustaban los cementerios.
Cuando finalmente pudo ver a la mujer que se encontraba a unos pasos de ella lo hizo con expresión apacible. Noto algo fuera de lugar así que bajo la vista al borde del vestido de la mujer, estaba rasgado. Eso era lo que no encajaba, aquella mujer era bastante alta y tenía ese aire a riqueza que caracterizaba a la clase alta de Paris pero ¿el vestido roto? Hasta entonces no había conocido a ninguna mujer de la clase alta que se atreviese a rasgar sus vestiduras. Le pareció curioso y sonrió ligeramente ante ello.
- Los vestidos pueden llegar a ser un verdadero fastidio, ¿verdad, madame?
Olvido el saludo pero al menos no olvido el “madame” al final de la oración, Marie había puesto un gran empeño en educarla y se enojaría si recibía alguna queja por parte de otra persona que resultase ofendida por el carácter rebelde de Neru.
- ¿Puedo preguntar que la trae por aquí? No esperaba encontrar a nadie a esta hora… madame…
Casi lo olvida… Aprecio con mayor detenimiento los rasgos de la mujer, era indudablemente una noble pero aparte de ello había algo más que Neru no lograba aun descifrar.
Neru Le Course- Hechicero Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
Durante el breve instante que duró el silencio, al acercarse, la británica fue examinando más las facciones de la joven, suponiendo que podría ser una extranjera de paso por el país. Tampoco perdió detalle de por dónde los ojos de ésta la estudiaron, así que Marion bajó ligeramente la mirada hacia el borde rasgado y sonrió un poco, sintiéndose divertidamente descubierta.
―Como toda la moda de París ―su risa sonó tan suave, que tal vez ni siquiera fue perceptible―. Buena noche, señorita ―aún no dejaba el estilo inglés para los formalismos.
No tuvo tiempo de hablar más cuando escuchó la duda de la otra mujer y una idea personal la hizo reír con ese aire sardónico tan característico suyo.
―Bien, no he salido a buscar jóvenes victimas desprevenidas, ni a conseguir los elementos para algún conjuro maléfico ―en otra noche, la mitad de esas palabras hubiesen sido ciertas, pero no en ésta. Estaba satisfecha, sólo se divertía jugando con las ideas populares, que sin saber, a veces no se equivocaban.
Se acercó un poco más por curiosidad. Aquella joven poseía una belleza exótica y un dejo de algo atrayente, algo en su sangre, que la llamaba. Sin embargo, Marion estaba consciente de que sus propios ojos, de por sí claros, en la obscuridad solían emitir un destello un poco más intenso que el promedio en la gente, por lo que no le miró directamente al rostro.
Pronto dejó de lado su interna diversión y usó un tono más formal.
―Me dispenso si interrumpí tus oraciones ―miró hacia la tumba donde la chica se había posado―. Únicamente estaba tomando un atajo ―guardó silencio y contempló con cuidado el nombre en la sepultura, así como el detalle de los grabados―. Fuera del tiempo transcurrido ―que para Marion era un respiro―, lamento tu pena.
Giró hacia ella y por fin le dedicó una breve mirada.
―Marion Vaughn ―le ofreció un saludo, que sin dejar de mostrar una mano en elegante pose, no se halló en un ángulo pasivo, sino lo contrario; no como lo sería la presentación de una doncella que creció inmersa en la comodidad de los cojines, dentro de una preciosa casa francesa―. ¿Deseas que te deje a solas?
―Como toda la moda de París ―su risa sonó tan suave, que tal vez ni siquiera fue perceptible―. Buena noche, señorita ―aún no dejaba el estilo inglés para los formalismos.
No tuvo tiempo de hablar más cuando escuchó la duda de la otra mujer y una idea personal la hizo reír con ese aire sardónico tan característico suyo.
―Bien, no he salido a buscar jóvenes victimas desprevenidas, ni a conseguir los elementos para algún conjuro maléfico ―en otra noche, la mitad de esas palabras hubiesen sido ciertas, pero no en ésta. Estaba satisfecha, sólo se divertía jugando con las ideas populares, que sin saber, a veces no se equivocaban.
Se acercó un poco más por curiosidad. Aquella joven poseía una belleza exótica y un dejo de algo atrayente, algo en su sangre, que la llamaba. Sin embargo, Marion estaba consciente de que sus propios ojos, de por sí claros, en la obscuridad solían emitir un destello un poco más intenso que el promedio en la gente, por lo que no le miró directamente al rostro.
Pronto dejó de lado su interna diversión y usó un tono más formal.
―Me dispenso si interrumpí tus oraciones ―miró hacia la tumba donde la chica se había posado―. Únicamente estaba tomando un atajo ―guardó silencio y contempló con cuidado el nombre en la sepultura, así como el detalle de los grabados―. Fuera del tiempo transcurrido ―que para Marion era un respiro―, lamento tu pena.
Giró hacia ella y por fin le dedicó una breve mirada.
―Marion Vaughn ―le ofreció un saludo, que sin dejar de mostrar una mano en elegante pose, no se halló en un ángulo pasivo, sino lo contrario; no como lo sería la presentación de una doncella que creció inmersa en la comodidad de los cojines, dentro de una preciosa casa francesa―. ¿Deseas que te deje a solas?
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
La joven Neru no apartaba la vista de la dama que había aparecido en el cementerio, no es que desconfiara pero tampoco podía decir que fuese enteramente normal encontrara a una persona en un cementerio por la noche. Claro que bien podría estar pensando lo mismo aquella mujer.
Sonrió al oír lo de la moda en Paris, no podía estar más de acuerdo con aquella afirmación.
- Tiene usted razón, madame.
Dijo aunque olvido el “buenas noches” que se supone debía decir como parte del saludo. Neru rio suavemente al oír aquella respuesta, ni jóvenes víctimas ni hechizos maléficos. Aunque los últimos tenían más que ver con la joven de ojos rasgados a pesar de que no era aficionada a ellos.
- Es bueno saber que no seré parte de alguna receta.
Para Neru resultaban divertidas aquellas creencias, las personas creían en ellas firmemente aunque muchas veces no hubiesen visto a ninguno de aquellos seres o quizá los habrían visto pero no se daban cuenta, como era el caso de la joven. Marie la había obligado a presentarse ante muchas personas y ninguna de ellas tenía idea de que hablaba con una bruja.
Noto como la mujer se le acercaba pero no se movió de su sitio, al parecer algo había atraído a aquella mujer lo cual hizo sentir a Neru intrigada.
- No se preocupe, mi padre no se hubiese sentido ofendido. Además, solo estaba informando.
Respondió la joven al ver que la mujer dirigía la mirada a la tumba de Adam. Ciertamente aquel hombre incluso habría agradecido la compañía.
Al ver directamente a los ojos de aquella mujer a Neru le sorprendió el color de sus ojos, eran tan claros que resaltaban en la oscuridad de la noche. Escucho el nombre que le proporciono y no paso por alto el gesto de princesa.
Aquello molesto un poco a Neru pero se aseguró de que aquella molestia no fuese visible.
- Neru Curie.
Se presentó la joven recostándose sobre la lápida de su padre como si fuese algo natural e ignorando adrede el gesto de la mano de Marion.
- No soy quien para decir si debería dejarme sola o no. Ni a mí ni a mi padre nos desagrada la compañía.
Sonrio con naturalidad y abandonando un poco lo modales.
Sonrió al oír lo de la moda en Paris, no podía estar más de acuerdo con aquella afirmación.
- Tiene usted razón, madame.
Dijo aunque olvido el “buenas noches” que se supone debía decir como parte del saludo. Neru rio suavemente al oír aquella respuesta, ni jóvenes víctimas ni hechizos maléficos. Aunque los últimos tenían más que ver con la joven de ojos rasgados a pesar de que no era aficionada a ellos.
- Es bueno saber que no seré parte de alguna receta.
Para Neru resultaban divertidas aquellas creencias, las personas creían en ellas firmemente aunque muchas veces no hubiesen visto a ninguno de aquellos seres o quizá los habrían visto pero no se daban cuenta, como era el caso de la joven. Marie la había obligado a presentarse ante muchas personas y ninguna de ellas tenía idea de que hablaba con una bruja.
Noto como la mujer se le acercaba pero no se movió de su sitio, al parecer algo había atraído a aquella mujer lo cual hizo sentir a Neru intrigada.
- No se preocupe, mi padre no se hubiese sentido ofendido. Además, solo estaba informando.
Respondió la joven al ver que la mujer dirigía la mirada a la tumba de Adam. Ciertamente aquel hombre incluso habría agradecido la compañía.
Al ver directamente a los ojos de aquella mujer a Neru le sorprendió el color de sus ojos, eran tan claros que resaltaban en la oscuridad de la noche. Escucho el nombre que le proporciono y no paso por alto el gesto de princesa.
Aquello molesto un poco a Neru pero se aseguró de que aquella molestia no fuese visible.
- Neru Curie.
Se presentó la joven recostándose sobre la lápida de su padre como si fuese algo natural e ignorando adrede el gesto de la mano de Marion.
- No soy quien para decir si debería dejarme sola o no. Ni a mí ni a mi padre nos desagrada la compañía.
Sonrio con naturalidad y abandonando un poco lo modales.
Neru Le Course- Hechicero Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
La británica no tuvo ninguna prisa en bajar la mano que le había quedado extendida, por lo que conservando la postura, viró el cuello sólo lo necesario para no perder a la joven de su rango de visión. Escuchó el nombre de la otra y sonrió tenuemente mientras la veía posarse cómodamente sobre la losa, entonces ella terminó por girar un poco el cuerpo, para darle el perfil y dejar caer el brazo de manera natural.
―Suponía que una dama como tú ―remarcó la palabra “dama”―, debía provenir de algún lugar en oriente; y probablemente no me presenté de la manera correcta. Pero, ¿tu padre? ―le miró con la cabeza un poco ladeada, mostrando curiosidad―… disculpa que me entrometa en un tema personal, pero en vista de tan extraña entrevista, espero me permitas la osadía… ¿Él era parisino?
La duda era obvia, considerando el apellido de la joven, y en verdad que le había empezado a entretener la promesa de un peculiar recuerdo, por encima del atrayente aroma sanguíneo de la mujer ante ella.
Se levantó un poco el vestido para poder flexionarse cómodamente y se sentó sobre la piedra de la lápida de al lado. Miró el nombre en ésta y rió un poco mientras le hablaba marginalmente a la roca que le sirvió de silla:
―¿Puedo tomar asiento aquí? Gracias, Gastón La Blanc ―regresó su atención a Neru y antes de decirle algo más, cruzó la pierna y reposó ambas manos sobre la rodilla―. Supongo que es loable decirte ahora, qué es lo que hago yo aquí. ¿Creerías que es un experimento usual, transitar por lugares poco habituales, con la intención de conocer gente interesante?
La mitad de eso era cierto, al menos en otros días, pero aunque esta vez no fuese planeado, no veía por qué rehusarlo. Suspiró y fijó la mirada en la luna, que se encontraba cerca del horizonte.
―Hay ocasiones en las que no soporto seguir entre tantos ―negó con la cabeza, mientras parecía decirse las cosas a sí misma, pese a que su nivel de voz era muy claro―… pomposos y delicados Lores, y esas mujeres, más preocupadas por sus peinados que por lo que hay dentro de sus cráneos ─luego miró a la joven y sonrió de lado─. ―Siempre es refrescante hablar con alguien, que me recuerde que hay mucho más y mejor mundo.
―Suponía que una dama como tú ―remarcó la palabra “dama”―, debía provenir de algún lugar en oriente; y probablemente no me presenté de la manera correcta. Pero, ¿tu padre? ―le miró con la cabeza un poco ladeada, mostrando curiosidad―… disculpa que me entrometa en un tema personal, pero en vista de tan extraña entrevista, espero me permitas la osadía… ¿Él era parisino?
La duda era obvia, considerando el apellido de la joven, y en verdad que le había empezado a entretener la promesa de un peculiar recuerdo, por encima del atrayente aroma sanguíneo de la mujer ante ella.
Se levantó un poco el vestido para poder flexionarse cómodamente y se sentó sobre la piedra de la lápida de al lado. Miró el nombre en ésta y rió un poco mientras le hablaba marginalmente a la roca que le sirvió de silla:
―¿Puedo tomar asiento aquí? Gracias, Gastón La Blanc ―regresó su atención a Neru y antes de decirle algo más, cruzó la pierna y reposó ambas manos sobre la rodilla―. Supongo que es loable decirte ahora, qué es lo que hago yo aquí. ¿Creerías que es un experimento usual, transitar por lugares poco habituales, con la intención de conocer gente interesante?
La mitad de eso era cierto, al menos en otros días, pero aunque esta vez no fuese planeado, no veía por qué rehusarlo. Suspiró y fijó la mirada en la luna, que se encontraba cerca del horizonte.
―Hay ocasiones en las que no soporto seguir entre tantos ―negó con la cabeza, mientras parecía decirse las cosas a sí misma, pese a que su nivel de voz era muy claro―… pomposos y delicados Lores, y esas mujeres, más preocupadas por sus peinados que por lo que hay dentro de sus cráneos ─luego miró a la joven y sonrió de lado─. ―Siempre es refrescante hablar con alguien, que me recuerde que hay mucho más y mejor mundo.
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
La joven de rasgos asiáticos permaneció tranquilamente apoyada sobre la lápida de su padre mientras veía caer la mano de Marion, la sensación de haberla ofendido era extrañamente refrescante para Neru, no es que le gustara ir por ahí ofendiendo a cualquiera sino que se trataba justamente de una noble. La joven sonrió con una expresión ligeramente arrogante aunque no exageradamente, aquella sonrisa en su rostro duro apenas unos segundos puesto que tampoco quería empezar una discusión en medio del cementerio, a los muertos no les habría agradado que un par de mujeres se pusieran a gritar en su hogar.
Neru parpadeo al oír la pregunta sobre su padre, sabía perfectamente que su apariencia no era igual a la de los demás parisinos pero no solían hacerle preguntas al respecto.
- Supongo que debo corregir esa parte. – dijo con una media sonrisa – Adam era parisino y mi padre adoptivo, a mis padres biológicos nunca los conocí ni sé de dónde venían. – explico brevemente.
Al ver como la mujer tomaba asiento en otra de las lapidas la joven Neru sonrió de manera más natural.
- Siempre es bueno pedir permiso a los muertos.
Comento con un tono que pretendía ser una broma, aunque algo de verdad había en ello puesto que tampoco era muy conveniente tener aun fantasma enojado siguiéndote día y noche. Escucho la explicación que le dio Marion con respecto a su visita al hogar de los muertos… ¿conocer gente interesante? De seguro iba a conocer a varios con aquellos paseos por lugares y a horas poco frecuentes.
- Entonces, Marion. Una joven de rasgos asiáticos que pasea con esta clase de vestimenta por un cementerio y encima le habla a la tumba de su padre… ¿cuenta como persona interesante para ti?
Dicho de aquella manera uno podría pensar que Neru estaba ligeramente (o mucho dependiendo de quién lo piense) loca, pero, aunque era algo diferente y le gustaba ir en contra de las “buenas costumbres” bastante a menudo, la joven asiática era plenamente consciente de cada una de sus acciones.
Neru rio al oír la descripción que daba la dama sobre los nobles, era bastante cierto.
- Las mujeres en busca de un hombre con dinero y los hombres en busca de jóvenes a las cuales usar.
Si, así era aquel mundo, lleno de personas más preocupadas por su apariencia (y por conservar el oro en sus cofres) que por la lamentable situación que atravesaba el pueblo.
- Veo que no es precisamente igual a las demás damas nobles, Marion.
Neru parpadeo al oír la pregunta sobre su padre, sabía perfectamente que su apariencia no era igual a la de los demás parisinos pero no solían hacerle preguntas al respecto.
- Supongo que debo corregir esa parte. – dijo con una media sonrisa – Adam era parisino y mi padre adoptivo, a mis padres biológicos nunca los conocí ni sé de dónde venían. – explico brevemente.
Al ver como la mujer tomaba asiento en otra de las lapidas la joven Neru sonrió de manera más natural.
- Siempre es bueno pedir permiso a los muertos.
Comento con un tono que pretendía ser una broma, aunque algo de verdad había en ello puesto que tampoco era muy conveniente tener aun fantasma enojado siguiéndote día y noche. Escucho la explicación que le dio Marion con respecto a su visita al hogar de los muertos… ¿conocer gente interesante? De seguro iba a conocer a varios con aquellos paseos por lugares y a horas poco frecuentes.
- Entonces, Marion. Una joven de rasgos asiáticos que pasea con esta clase de vestimenta por un cementerio y encima le habla a la tumba de su padre… ¿cuenta como persona interesante para ti?
Dicho de aquella manera uno podría pensar que Neru estaba ligeramente (o mucho dependiendo de quién lo piense) loca, pero, aunque era algo diferente y le gustaba ir en contra de las “buenas costumbres” bastante a menudo, la joven asiática era plenamente consciente de cada una de sus acciones.
Neru rio al oír la descripción que daba la dama sobre los nobles, era bastante cierto.
- Las mujeres en busca de un hombre con dinero y los hombres en busca de jóvenes a las cuales usar.
Si, así era aquel mundo, lleno de personas más preocupadas por su apariencia (y por conservar el oro en sus cofres) que por la lamentable situación que atravesaba el pueblo.
- Veo que no es precisamente igual a las demás damas nobles, Marion.
Neru Le Course- Hechicero Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
La sonrisa de Marion fue sumamente tenue cuando oyó a la joven describirse a sí misma, no supo si aquella lo habría notada, sólo respetó su momento mientras ésta comentaba en reciprocidad sobre las propias apreciaciones. Asintió concordando con lo que hombres y mujeres de aquella sociedad solían desear, y no era lo mismo que ella, en absoluto.
―No pertenezco precisamente a este tiempo, ni a esta tierra ―respondió finalmente, mirando fijamente a la señorita Curie, a pesar de haber bajado un poco la cabeza―. Y sí, veo en ti algo atrayente, inusual. Tu esencia no es igual al de la gente común ―estaba comenzando a salir de rodeos―. ¿Será, que un interés especial te trajo al camposanto a esta hora?
¿A quiénes había llegado a conocer Marion en tales lugares desolados, que más que atraer, ahuyentaban a los temerosos de la muerte? Hasta entonces sólo a licántropos, gitanos, hechiceros, excéntricos y dementes. A Marion solían interesarle los cuatro primeros y esperaba que Neru encajara con alguno. Suponía que así sería, pues no creía que su instinto estuviera errando.
―A mí, lo que me mantiene aquí más tiempo del que debió tomarme el regreso a mi hogar, ha sido simplemente tu encuentro ―se levantó, irguiendo su figura en toda su magnitud y se acercó a la dama―. Probablemente tengas la cauta costumbre de no confiar en extraños, y es un buen hábito, pero, a pesar de arriesgarme a tu negativa, me gustaría extenderte una invitación a mi morada, la próxima noche que decidas visitar lugares lúgubres ―aún con el discurso educado que llevaba, el tono divertido y sarcástico se hizo presente en la última frase.
¿Cómo recibiría la osada invitación? La respuesta le indicaría qué tan acertada estaba con su corazonada.
―No pertenezco precisamente a este tiempo, ni a esta tierra ―respondió finalmente, mirando fijamente a la señorita Curie, a pesar de haber bajado un poco la cabeza―. Y sí, veo en ti algo atrayente, inusual. Tu esencia no es igual al de la gente común ―estaba comenzando a salir de rodeos―. ¿Será, que un interés especial te trajo al camposanto a esta hora?
¿A quiénes había llegado a conocer Marion en tales lugares desolados, que más que atraer, ahuyentaban a los temerosos de la muerte? Hasta entonces sólo a licántropos, gitanos, hechiceros, excéntricos y dementes. A Marion solían interesarle los cuatro primeros y esperaba que Neru encajara con alguno. Suponía que así sería, pues no creía que su instinto estuviera errando.
―A mí, lo que me mantiene aquí más tiempo del que debió tomarme el regreso a mi hogar, ha sido simplemente tu encuentro ―se levantó, irguiendo su figura en toda su magnitud y se acercó a la dama―. Probablemente tengas la cauta costumbre de no confiar en extraños, y es un buen hábito, pero, a pesar de arriesgarme a tu negativa, me gustaría extenderte una invitación a mi morada, la próxima noche que decidas visitar lugares lúgubres ―aún con el discurso educado que llevaba, el tono divertido y sarcástico se hizo presente en la última frase.
¿Cómo recibiría la osada invitación? La respuesta le indicaría qué tan acertada estaba con su corazonada.
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
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Re: Los corset no dejan respirar [Libre]
¿Qué quería decir con no pertenecer ni hace tiempo ni a esa tierra? Bueno, lo de tierra podía ser que no hubiese nacido en Francia sino en otro país pero ¿qué pasaba con el “tiempo”? En fin, quizá solo quería decir que era mayor que una joven como ella y que veía a la nueva generación de nobles demasiado superficiales… pero algo no terminaba de encajar.
Neru abrió un poco más los ojos al escuchar el comentario sobre su esencia, ¿Quién era aquella mujer que había notado una diferencia entre ella y el resto de personas? Pero no hizo ni dijo nada al respecto, si bien le había sorprendido un poco no era necesario armar un lio por ello cuando podría solo referirse a que era diferente en algunos aspectos. Perder la calma no era algo que la joven asiática hiciese muy a menudo.
- ¿Quién sabe…? Hay veces en que el mismo lugar nos llama a hacerle una visita. – respondió la joven en un tono ligeramente misterioso, cierto era que existían algunos cuantos entes que molestaban a los vivos para que fuesen a hacerles compañía pero esa no era precisamente la razón por la que la joven había ido a parar en el cementerio.
Escucho las siguientes palabras de Marion tranquilamente y con una leve sonrisa. La invitación le sorprendió, que le invitasen a algo era algo nuevo puesto que lo normal era que intentaran alejarla asi que se lo pensó por un momento. No creía que aquella mujer tuviese algo que ver con aquellos que hablaban a sus espaldas… no, ciertamente la sola idea era risible. Finalmente la joven asiática rio, era una risa suave que casi parecía ser parte del mismo cementerio, sin perturbar su tranquilidad.
- De acuerdo, Marion. La próxima vez que decida huir de las personas con grandes peinados y vestimentas ostentosas me pasare por su hogar. Y me disculpo por adelantado si mis modales no son siempre los adecuados. – dijo Neru alegremente.
Neru abrió un poco más los ojos al escuchar el comentario sobre su esencia, ¿Quién era aquella mujer que había notado una diferencia entre ella y el resto de personas? Pero no hizo ni dijo nada al respecto, si bien le había sorprendido un poco no era necesario armar un lio por ello cuando podría solo referirse a que era diferente en algunos aspectos. Perder la calma no era algo que la joven asiática hiciese muy a menudo.
- ¿Quién sabe…? Hay veces en que el mismo lugar nos llama a hacerle una visita. – respondió la joven en un tono ligeramente misterioso, cierto era que existían algunos cuantos entes que molestaban a los vivos para que fuesen a hacerles compañía pero esa no era precisamente la razón por la que la joven había ido a parar en el cementerio.
Escucho las siguientes palabras de Marion tranquilamente y con una leve sonrisa. La invitación le sorprendió, que le invitasen a algo era algo nuevo puesto que lo normal era que intentaran alejarla asi que se lo pensó por un momento. No creía que aquella mujer tuviese algo que ver con aquellos que hablaban a sus espaldas… no, ciertamente la sola idea era risible. Finalmente la joven asiática rio, era una risa suave que casi parecía ser parte del mismo cementerio, sin perturbar su tranquilidad.
- De acuerdo, Marion. La próxima vez que decida huir de las personas con grandes peinados y vestimentas ostentosas me pasare por su hogar. Y me disculpo por adelantado si mis modales no son siempre los adecuados. – dijo Neru alegremente.
Neru Le Course- Hechicero Clase Alta
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