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¿Casi muero en manos de inquisidores y tú vas a un burdel? (Priv. Salazar Phantonvhile) 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Ruslana Del Mar Vie Oct 26, 2012 6:46 pm

El enojo que sentía cuando partió de su Manción había preocupado a sus sirvientes. Ella jamás perdía la compostura, pero en cuanto sus invitados se marcharon, juró que iba a vengarse de ese desalmado de monsieur Phantonvhile. ¡Por su culpa casi pierde la vida su mejor amiga y ella misma!.

El señor Phantonvhile no había podido contener tu lengue viperina en la fiesta de la Mansión del Mar, dijo que ella era una bruja. Lo cual no tendría importancia si eso no hubiese sido dicho en presencia de un inquisidor. Por si fuera poco, ella al acostarse soñó con él. Con ese ser despreciable, que le había dañado la muñeca. La marca roja que se veía en su muñeca izquierda era un recuerdo latente de su encuentro.

Su sueño había sido más que revelador, ella lo veía elegir entre dos víctimas, y cuando se decidía por la más indefensa, la visión se borraba para dar paso a la misma que había tenido en la mansión, sólo que esta vez, su padre aparecía muerto. Esa visión unida con su enojo fue suficiente para que saliese de su casa a altas horas de la noche sólo para descargar toda u frustración en él. ¡Ese hombre nunca me hará caso, es un peligro para la sociedad!.

Bajándose del carruaje vestida con ropas de hombre para ocultar su identidad, se paseó paseó por la calle confundida. En su visión el estaba en esta esquina, junto a la taberna. Que raro, pensó, ¿tal vez cambió de opinión o se habría adelantado al encuentro?. Escuchando una risa afeminada a su espalda se giró hacia el sonido. Lo que descubrió al girarse hizo que su enojo se elevara como lava caliente por sus entrañas.

¡Ése bastardo estaba saliendo del brazo de una joven de un burdel!. Casi matan a Zafi por ese hombre y ¿qué hace él?. ¡Lo celebra en un burdel!.

Sin contenerse caminó furiosamente hacia él, y tocándole la espalda esperó a que se girara. ¡Iba a darle su merecido!.

Con el corazón latiéndole furiosamente, vio como monsieur Phantonvhile se giraba, con una enorme sonrisa en la cara, y antes de que pudiese bajar su mirada a ella, le golpeó, furiosa, en su mejilla. Haciendo que su rostro girase al otro lado.

-¡ Casi matan a Zafi por tu culpa!, tienes suerte de que no hubiese salido dañada, porque no hubiese sido una bofetada, sino mi látigo en tu espalda- cuando cesó de decir esto, vio como monsieur Phantonvhile giró lentamente su cara, y dirigiéndole una mirada tan oscura que hizo que su cuerpo comenzase a temblar.

- Corre- fue su única palabra. Y yo..... corrí.



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Mensaje por Salazar Phantomhive Sáb Oct 27, 2012 7:17 am

La visita a la casa de aquella bruja novata me había dejado un poco extresado. A si que tras dejar a mi Lady en su humilde morada fui a despejarme un poco. No mentiré fui a un burdel. ¿Dónde mejor para desahogarse? Tras dejar cada uno de mis pensamientos en la cama de una de las cortesanas me acompañó has la puerta. Le di un buen beso antes de atraveras el umbral y salí a la oscurdiad de la noche.

-Espero vovler a verte.- dijo la cortesana con voz sensual

-Cuando lo deseés.- tenía la sonrisa tonta que me salía después de echar una canada al aire. Me sentía relajado y parecía que anda podría salir mal.

Notée que alguien me llamaba a la espalda. A lo mejor era algún hombre que quería entrar. Y como estaba extrobando en la puerta me giré. Pero no fue un hombre lo que vi de hecho antes de que pudiera fijarme bien en quien era una manó se chocó contra mi cara. Fijé mi vista en la mujer. Esa mujer. La miré con odio y algo dentro de mi se encendio. Por suerte había cogido mi preciada daga antes de salir de la casa de Fiolette.

-Corre- le dije seriamente aquella mujer que empezó a correr. Me di la vuelta y le di un beso rápido a la cortesana y salí corriendo detrás de ella.

No tardaría en alcanzar al fin y al cabo yo corría más rápido y podría hacerla tropezar en el momento en que la tuviera a tiro. Saqué mi daga. Me relamí el labio. De aquella noche no escaparía. Eso lo tenía bastante claro. Eso o se iría muy mal para que se pensara muy bien en volver hacer eso. Al doblar una esquina la vi. Estaba a escasos metro de mí. Extendí mi mano e hice aparecer una piedra de tamaño considerable cercas de sus pies. Demasiaod cerca para que pudiera esquivarlo. Vi como caía. Me acerqué hasta eclla y le agarré del pelo.-¡Estúpida bruja! ¿Qué te has creido que eres? ¡Escoria!- escupí cerca de ella. Le di la vuelta violentamente dejándola echada en el suelo y clavé mis ojos en los suyos. Me estaba divirtiendo de lo lindo.- Me da igual lo que os pase a ti y a tu amigita. A si que no vengas con quejas. ¿Tus últimas palabras?
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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Oct 27, 2012 8:25 am

Mi respiración entrecortada salía áspera en cortas bocanadas de aire. Mis pies parecían volar sobre el suelo, pero antes de que pudiera evitarlo, caí al suelo cuando una piedra salió de la nada.

Tirada en el suelo escuche su amenaza. ¿Mis últimas palabras?. Ya vería ese bastardo arrogante. Dándole una mirada cargada del odio que sentía hacia él le respondí:

- ¿Crees que por tener una daga en la mano y crear piedras de la nada, dejaré que me mates?. Pudiste matarme directamente, o golpearme. ¿Por qué no lo has hecho?. ¿No eres un poderoso brujo?- Mis palabras estaban cargadas de ironía.- No cobrarás mi vida, hombre arrogante y estúpido, porque te he salvado tu sucio pellejo, y por poco que valga, le tienes aprecio ¿ verdad?- Levantándome del suelo, sacudí la tierra de mis pantalones. Al hacerlo las mangas de la chaqueta masculina que llevaba puesta subieron, permitiéndole observar la marca roja que había ocasionado su anterior agresión. Sintiendo su mirada en la marca, su rostro se volvió....¿arrepentido?. No, pensé, ese arrogante seguro que estaba pensando lo bien que se veía. Aunque.... sus sentimientos estaban cambiando, había ira, y odio, pero también un poco de arrepentimiento en él. ¡No Ruslana, no puedes ablandarte con él!, maldita sea,¡ casi te mata!.

- Deja de mirarme así brujo- le espeté duramente, antes de que mi corazón me dijese que lo perdonase.- Si vine aquí no sólo fue para golpearte. Hay algo importante que deberías saber- sintiendo como su mirada se volvía intensa, entrecerré los ojos- He soñado con vos, por eso vine a encontraros.

Podía haber esperado que la sacudiese, la golpease, o la llamase mentirosa. Pero ya debería acostumbrarse a que aquel hombre era complejo. El muy bastardo sonrió lobunamente mientras me acorralaba contra la pared. Sus manos se habían movido con suma rapidez sellándolas con las suyas por encima de mi cabeza, aunque su cuerpo aún no tocaba el mío, ¡ gracias a Dios!.

- ¿Se...Se puede saber qué hace?.- le dije sorprendida y asustada. Pero él no dijo nada, sino que manteniendo el agarre en sus muñecas, volvió a sonreír fieramente, permitiendo que el miedo recorriese mi cuerpo. No quería reconocerlo, pero esta situación la había asustado mucho más que si la hubiera herido con la daga. ¿ Sabría él esto?.
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Mensaje por Salazar Phantomhive Sáb Oct 27, 2012 9:02 am

- Si te hubiera matado al primer instante que te vi no hubiera sido divertido. No me gusta darles a mis victimas una muerte rápida e indolora. Para que lo entiendas: mi daga es el pincel, la sangre la pintura y tu cuerpo será el lienzo.- contemplé como se sacudió. Dejando al descubierto el lugar dodne la había agarrado hace algunas horas. La verdad es que no me di cuenta de que la había agarrado tan fuerte. Pero no le pediría perdón.

Mandando como siempre. Pero lo que me llamó la atención fue que soñó conmigo. Sonreí. ¿Qué habría soñado? Se me pasaban mil cosas por mi cabeza. Pero los sueños de esta bruja podrían ver también futuro. A lo mejor me interesaba saberlo. La acerqué a una pared que teníamos a nuestro lado. Le agarré las muécas contra la pared. Parecía asustada podía verlo en sus ojos y aquello me encantaba. Acerqué mis labios hasta su oreja, casi rozando.-¿Y que ha soñado la brujita novata?- Parecía que aquella cercanía le molestaba suficiente.

-¿Qué le parece un pequeño regalo?- Le di la vuelta poniendola cara a la pared. Acerqué la daga a su muslo.- Una preciosa cicatriz para cuando se acueste con su furuto marido, si alguna vez lo encuentras, y le pregunte como se la hizo.- sin que ella me respondiera hice una pequeña raja en su muslo. Olí el olor de la sangre. Y sonreí, sonreí de verdad, como si el mundo me acababa de hacer un regalo.- Por cierto, no es muy adecuado que vayas por ahí vestida de hombre. La pueden detener- acompañé mis palabras con una risa burlona.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Oct 27, 2012 9:44 am

Sentía el dolor punzante de la herida. Estuve agradecida de haberme puesto ropa de un grosor considerable, o el maldito bastardo hubiera conseguido un corte más profundo que finalizaría con una cicatriz roja. Bien, terminemos con esto de una vez, me dije.

Dándole a mi voz un tono suplicante, seguido por un estremecimiento verdadero de miedo le susurré: ¿crees que podríais darme la vuelta?, me duele la muñeca y el muslo.- Sintiendo como su cuerpo se sacudía de una risa silenciosa me giró de cara a él, aún sin soltarme las manos. Miré el único brazo que aferraba mis dos manos, sin querer darle la satisfacción de que me viera sufrir. Al parecer el corte sólo había servido para alegrarle la noche.

- Monsieur Phantonvhile.... en mi sueño, vi a su padre- sabia que no se merecía la advertencia, pero yo quería que cambiase, ahorraría numerosas muertes si él encontraba a su mujer.- su cuerpo.... estaba cubierto de sangre, y ...- Él en un gesto brusco soltó mis manos, levantándome la barbilla con fuerza de un tirón.

- Mientes- su boca se contrajo en un gesto de furia, mientras que sus ojos establecieron contacto con los míos.

- No lo hago, y lo sabéis bien.- desafiándole con los ojos a que dijese lo contrario, no pude contener un último comentario- respecto a mi futuro marido, monsieur Phantonvhile, puedo asegurarle que usted jamás sería mencionado en mi cama marital. Es un descarado y un impresentable, pero soy una bruja monsieur, hay pocas heridas que puedan dejarme cicatriz, y su mano suave no me asusta.- El desafío en mi voz era más que palpable.

Colocando mis ropas me encaminé a la salida del callejón para alejarme de la presencia de ese hombre cuando una mano tiró de mi muñeca, causándome otro pinchazo de dolor- Monsieur- le dije reuniendo toda la alma que pude, y recordando el porqué no debía simplemente hacer que ese despreciable ser cayese al suelo entre enormes olas de culpabilidad- déjeme marchar, está a punto de ganarse mi enemistad, y créame sé cómo despellejar la espalda de un hombre durante horas, antes de que muera. No me provoque.
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Mensaje por Salazar Phantomhive Sáb Oct 27, 2012 11:28 am

No sé porque acepté su petición y la dejé girar. Pero le agarré ambas manos para asegurarme de que no escapaba. Quería saber que había soñado. Podía ser de mi futuro y claro que me interesaba. Lo que me sorprendía es que fuera tan estúpida como para venir a verme.- Phantomhive.- le corté antes de que siguiera hablando. Vi su cara de extrañeza.- Es Phantomhive.- Me callé y dejé que ella sigiera hablando. Aunque no pude evitar sorprenderme y encontrar un atismo de dolor en mi pecho cuando me contño aquello.

-Mentira.- le dije mientras le agarraba la abrbilla y me miraba a los ojos. Pero era verdad, sabía que no mentría. Le solté la barbilla. Y vi como se marchaba pero la agarré fuerte antes de que se fuera.- Quieta. Me da igual tus miresables amenazas.- seguía agarrandola.- ¿Sabes quien mató a mi padre?- No supe por qué pero algo dentro de mí me estaba gritando la respuesta. Pero lo ignoré. Pegé un tirón de la bruja para que se acercara más a mí.- No se mueva.- gruñí. La solté y busqué en mi bolsillo un saquitó. Saqué algunas hiervas de él y las estrujé hasta que la savia salió de las hojas. Y con manos águiles se la eche por donde le había hecho las señales.- Os escocerá un poco pero ésto hará que se quiten antes. No está bien visto que una dama de alta sociedad vaya con señales en las muñecas.- Todo aquello lo dije sin mirarla. Me sentía raro ayudando a alguien que no fuera ni Karl ni Fiolette. Levanté mi rostro y le eché la mirada más terrorífica y fría que tenía- Pero no se confunda ésto no es una tregua de paz. Tómelo como compensación por lo de la fiesta. No me gusta estar en deuda con los demás. Es un problema.

Fui a guardar mi daga pero algo me lo impidió. Miré detrás de Ruslana. Había un hombre que veía con un palo enorme.

-¡Te he visto! ¡Alejate de la dama!- gritaba aquel hombre.

-Estúpido- susurré.- despertará a todo el mundo.- Alcé mi mano hacia él he hice que un jarron de uno de los ventanales que daban al callejón se cayera en su cabeza, y el hombre cayó al suelo inconsciente. Me acerqué hasta el hombre y allí, sin miramientos y sin que aquella bruja lo impidiera le rajé el cuello. Escuché las alarmadas palabras de la bruja.- Me ha visto, no puedo permitir que se vaya. Ahora soy mayordomo de Lady Fiolette y si alguien lo descubre ¿en qué posición quedaría ella?- limpié el arma con la ropa del hombre y me guardé la daga.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Oct 27, 2012 1:42 pm

Cuando sus manos frotaron su muñeca enrojecida, pensó que aquel hombre a pesar de sus palabras rudas, era un hombre amable. Sólo tienes que tocarle el corazón, aunque sea a bofetadas, para que pueda salir ese lado que tan rudamente intentaba aplastar.

Mientras sonreía mirando su mano trabajar con la salvia de las plantas, escuché como un hombre venía hasta nosotros, con un palo en la mano, en pos de mi defensa. Antes de que pudiera detenerle, Salazar corrió hacia él con la daga firmemente agarrada.

- ¡No, monsieur Phantomhive!, es un hombre inocente. ¡Mon Dieu!, sólo intenta ayudarme, déjele.- Corriendo tras él no pude llegar antes de que le cortara el cuello.

Paralizada observé cómo la sangre empezó a manar rápida de su garganta. Llorando corrí hacia el hombre, colocándome de rodillas y haciendo presión en su garganta intenté que parase, que la sangre dejase de fluir. Pero todo fue en vano. Los ojos azules del hombre estaban asustados, llenos de miedo ante la muerte inminente. Sabiendo que moriría en mis brazos, lloré y comencé a acunarlo, acariciándole el pelo. De mis labios sonaba una súplica, que repetía una, y otra, y otra vez: ¡Por favor, por favor, monsieur no se muera!. ¡Por favor, por favor!.

De su garganta salió un sonido agudo y ahogado con la sangre,y después, su mano, que había estado aferrándome el hombro, cayó inerte.

- ¡Oh Dios mío!, ¡No!, ¡No puedes morir!- acudí su cuerpo llorando incontroladamente. Escuchaba en el fondo a Salazar decirme que dejara el cadáver antes de que nos descubriesen, que ya estaba muerto. Pero yo seguía acariciándole la cabeza, suplicando que volviera a despertarse.

Unos brazos me arrastraron lejos del cuerpo del hombre y mi espalda golpeó duramente la pared del callejón, cuando Salazar me apartó del hombre que había matado. Una furia ciega nació en mí, mientras golpeaba una y otra vez su pecho.- ¡Asesino!, ¡Asesino!. ¿Cómo pudiste?. Te odio, ¡Te odio!, ¡TE ODIO!.-

Una mano tapó mi boca con tanta fuerza que apenas pude respirar. Monsieur Phantomhive amenazó con matarme si no me callaba pero, poco me importaban sus palabras. La sangre de aquel hombre manchaba mis manos. Mirándolas sentí como todo a mi alrededor daba vueltas y mi estómago amenazaba con una arcada furiosa. Iba a vomitar.

Antes de que pudiese pensar en algo más, monsieur Phantomhive le soltó una mano. Segundos después sintió un pinchazo doloroso en el cuello. Y entonces, todo su mundo se volvió negro.
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Mensaje por Salazar Phantomhive Sáb Oct 27, 2012 5:06 pm

Contemplé como lloraba por él. ¿De verdad era tan buena? Me dio hasta un poco de pena el hombre. Pero solo había sido un mal juego del destino: estar en el peor sitio a la peor hora. Miré a la bruja tonta.- Déjalo ya, no va a revivir está muerto.- Tuve que repetirle aquello bastantes hasta que me cansé.

La arrastré lejo del cuerpo y la levanté entonces fue cuando ella reacionó. Empezó a chillar y a llamrme asesina. Y me puse aletar se podía despertar alguien en cualquier momento. Le tapé la boca y le puse el cuchillo en el cuello. Aprtando un poco. Corrió un hilito de sangre y por lo visto eso fue suficiente para que se desmayara.- ¡Genial! ¡Un muerto y una bruja loca desmayada!- me llevé. Miré a mi alrededor. Estabamos cerca de mi antigua casa y con fortuna todavía no estaría alquilada. Me cargé a la bruja en mi hombro y fui andando por las calles. Me encontré con un par de conocidos. Y me preguntaron por lo que llevaba conmigo. Simplemente lo califiqué de "amigo borracho" ¿Qué paradógico, no? Consegimos llegar a aquel miresable cuartucho. La eché sobre la dura cama. Yo me senté en el suelo, al lado de ésta. La habitación estaba como la había dejado: la cómoda rota abierta, la mesilla de noche en el msmo sitio y con el cuenco de agua sin agua. Por eso supuse que estaba vacío. No paso mucho rato hasta que esuché un ruido.

-Veo que ya se está despertando. Pero no grite estamos dentro de una casa.- Le adverti.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Oct 27, 2012 7:16 pm

Sintiendo como mi cama estaba extrañamente dura e incómoda, intenté ladear mi cuerpo para poder seguir durmiendo, pero el dolor llegó a mi rápido. Sentía los músculos lánguidos y pesados, aunque cuando la voz del asesino llegó a mí, me incorporé asustada.

En un acto reflejo cogí el cuenco tirándoselo a la cabeza, mientras intentaba huir, pero al dar dos pasos una mano aferró mi tobillo haciendo que callese sin piedad al suelo. Amortigué la caida con las rodillas y los pies, pero aún así, mis piernas iban a protestar mañana, cuando estuviesen llenas de morados.

- Quieta brujita- dijo suavemente, aunque si algo había aprendido ya, es que ese tono sólo quería decir que estaba a punto de cortarme o tirarme al suelo, y estando ya en una posición cómica en un... suelo de madera sucio y lleno de polvo, prefería evitar un nuevo corte.

Relajando mis músculos dejé que me arrastrara por el suelo hasta acercarme a él. Resoplé indecorosamente, ya había perdido todo interés en mantener la cordialidad y los buenos modales con este hombre. En veinticuatro horas, me había dejado una marca en la mano, tirado al suelo dos veces, cortado en el muslo y en el cuello y arrastrado por el suelo. ¡Ah, se le olvidaba añadir un asesinato, entre todas las anteriores!.

- ¿Hace falta que me llenes la ropa de polvo?.- Miré a mi alrededor confundida y temerosa, ¿dónde estaba y porqué no veía una puerta cerca?. Necesitaba salir de allí y alejarse de ese hombre.

- Bruja loca- dijo monsieur Phantomhive mirándome intensamente mientras cogía uno de los largos mechones de mi pelo y tiraba de él.

-¡Ay, eso duele lunático!- le golpeé la mano alejándola de mi. Sintiendo como miraba como me levantaba, y miraba mis manos manchadas de sangre sentí que me mareaba de nuevo. Recordé el rostro de aquel hombre tendido en el suelo, con toda la sangre a su alrededor, y sus ojos. Esos ojos la perseguirían siempre, llenos de miedo.

Le pareció escuchar que monsieur Phantomhive decía algo de pelo suave y bonito, pero no le prestó atención. Mientras el parecía fascinado en su aspecto desarreglado y lleno de sangre, ella sólo veía el dolor de aquel joven.

Sus piernas le fallaron y calló al suelo de rodillas de nuevo. colocó su cabeza entre las piernas y lloró suavemente, ocultando su rostro con su largo pelo, no deseaba que la viese llorar. Nadie lo había hecho, pero aquel joven merecía sus lágrimas. Por su culpa había muerto y ahora debía encontrar a su familia y dejar que ellos eligiesen su castigo.

Cuando unos brazos la abrazaron fuerte y una mano acariciaba su pelo con gentileza no pudo soportarlo. Le preguntó lo único que podía hacer que ella lo entendiera:

- ¿Por qué insistes en llenar tu vida de muerte y sangre, monsieur Phantomhive?. ¿Por qué te cuesta aceptar la ayuda de los demás, su cariño o su comprensión?. ¿No lo entiendes?. Tú mismo estas cavando tu propia tumba. Nunca tendrás un padre o un hijo, no sabrás del calor de un hogar o familia. Estarás sólo, porque incluso los espíritus se asquearan de ti.- Pensó que sus palabras crearían un nuevo gesto brusco u agresivo, pero él continuó pasando su mano suavemente por mi pelo. Suspiré, susurrando contra su pecho, más para mí que para él.- Nunca lo entenderé.

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Mensaje por Salazar Phantomhive Dom Oct 28, 2012 4:14 am

Vi como se levantaba velozmente y se disponía a marcharse. Pero antes de que pudiera hacer nada le agarré del tobillo, ya que seguía sentado en el suelo. Ella cayó al suelo. Desde luego era una brujita tonta. ¿Por qué lo hacía todo tan complicado? Se dejó arrastrar hasta mí.- Vamos, como si usaras esa ropa a menudo.- me burlé.- De verdad que eres tonta. Retiro lo que dije en tu casa de que te consideraba inteligente.- Suspiré y me quedé mirandola. Estaba bella en tanto desorden tenía que admtirlo.- Bruja loca.- a larqué mi mano para darle un suave tiron de uno de los mechones. Desde luego aquella mujer me había sorprendido. Entonces vi como tras uan breve queja se desplomaba sobre el suelo de mi antigua habitación. Negué con la cabeza. Me había pasado, quizás solo debía ahberlo dejado incosciente pero eso era peligro y ella nunca lo entendería.

Me agaché a su lado y la abrace. A pesar de que no me gustara la idea iba a msotrarle un poco de compación y de aquella parte que solo conocía Fiolette y Karl. Esuché sus palabras y no pude evitar sonreír tristemente. Le levanté el rostro para que me mirara a los ojos.- Soy así porque el amor me hiso así. Sé que no es lo que esperabas oir.- quité la mano de su rostro.- Aunque no te lo creas yo amé una vez.- suspiré y dejé de abrazarla.- Te contaré la historia si así calmo tu alma un poco. Veras yo cuando tenía 15 años iba para cura ¿sabes? Era un monaguillo, ya llevaba bastante tiempo siendolo, creo que 10 años. Bueno el caso es que una vez salid con un cura a hacer algunos recados a la plaza del mercado de Paris y bueno, fue cuando la vi. Era un ángel. Su belleza me dejó cautivado desde el primer momento. Yo solo quería hablarle, decirle hola. Sabía que nunca podría esatr con ella. Dentro de un año me iba a convertir ya en aprendiz definitivamente de cura. Empezaría a dar pequeños sermones y eso. Pero ella, hizo que todo aquello pareciera una tonteria. Con el tiempo conseguí averiguar quien era ella e incluso donde vivía.- Hablaba sin mirar a Ruslana.- Y una noche me armé de valor para ir a visitarla. Ella me recibió con los brazos abiertos. Me dijo que no podía echarme de su corazón. Que me amaba. Yo era feliz. Noté esa felicidad que se habla en los cuentos de hadas pero.- mis labios cambiaron de una sonrisa nostálgica a convertirse en una línea recta.- Ella me entregó su honra, y me prometió que haría su padre nos casara pero aquel infernal hombre entró antes de que terminaramos y nos pilló. Ella empezó a gritar que la había embrujado. ¿Irónico verdad? Por aquel entonces yo no sabía que era un brujo.- Me encogí de hombros.- Su padre me tachó de hereje. ¿A mí qué me había pasado 10 años dandole todo a la Iglesia? Me pareció ridículo. Intenté explicar lo que sentía por su hija pero aquel hombre no me escuchó. Ella me seguía despreciando en público. Y entonces, algo dentro de mi nació.- Decidí ahorrarle esuchar la parte desagradable.- Los maté, pequeña bruja. Maté a los dos y con ellos se fue lo que me quedaba de amor. Y descubrí que adoraba matar.- la miré. ¿Me estaba mirando con compasión?- No le he contado esto para que me mire así. Solo para que me comprendar. Y claro que hay algo más por lo que sigo este camino.- pensé en Karl.- Cada vez que mato alguien lo poco de poder que tiene esa persona pasa a mí. Rus todos los humanos tenemos poder mágico dentro solo que muy poco sabemos utilizarlo.

Estiré las piernas en el sucio suelo de la habitación.- Se encuentra en un barrio pobre de Paris. ÉSto era mi casa antes de irme a vivir con Lady Fiolette. Le pido que espere a que empiece a manecer para salir de aquí. No soy lo único peligroso que anda por estas calles.

Volví a mirarla.- No me encontraré solo en el más alla porque sé que siempre mis antepasados estarán conmigo al igual que Karl. Que seguramente haremos el viaje al mundo de los muertos a la vez. Y no sé horrorice por verme matar. La muerte es una etapa más de la vida. La muerte es la culminación de la obra de Dios.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Dom Oct 28, 2012 4:08 pm

Miré fijamente a monsieur Phantomhive. El dolor de sus recuerdos estaba allí. Saberse traicionado por quien amas es el peor golpe que cualquiera podría tomar.

- ¿Por eso intentas aplastar todo lo bueno que hay en ti?.- Sacudí mi cabeza ligeramente sintiendo una sonrisa floreciente, aquel hombre no se había dado cuenta de que estaba cambiando, y yo no iba a ser lo suficiente estúpida como para advertírselo- Cada vez que matas no recoges fuerza, sino lo necesario para recordarte lo malo que eres, todo el poder que ostentas y que tú y sólo tú decides en tu destino. Esa "fuerza" que sientes no es más que la auto-afirmación de que tú puedes matar, hacer atrocidades y que nada de ello te afecte. Sólo pruebas ante ti mismo que jamás nadie podrá dañarte de nuevo, porque ahora eres tú quién ocasiona el daño.

Suspiré resignada, mientras me acercaba a él. Ignoré cómo su cuerpo se volvía rígido al apoyar mi hombro contra el suyo.- Sabes, no está tan mal. Si lo limpias un poco, y arreglas la cómoda, podría recordarme la habitación de mi internado- Viendo cómo su cabeza giró, hasta detener su mirada en la mía con sorpresa, le dije sonriendo suavemente: puedo tener mucho dinero, casi tanto que no podría llegar a gastarlo en toda mi vida,aunque lo intentase. Pero yo he estado sola siempre, cuando el marido de mi tía vivía yo nunca estuve más de dos meses en la Mansión del Mar.- le explicaba esto, porque quería que entendiera que la soledad siempre nos acompañaba a todos, independientemente de nuestra clase social- mi tío político, era alguien importante en la clase alta, pero tenía problemas con las apuestas, y mi legado fue la solución de sus problemas. Fui educada en diversos países, todas las escuelas eran internados para señoritas de alta clase. Era despertada a las seis de la mañana y tenía media hora para asearme, vestirme y recoger la habitación. Odiaba a mis tios por querer mi dinero pero no la responsabilidad de cuidarme. – empecé a susurrar lo que nunca le dije a nadie: nunca tuve el apoyo de una familia, pero aprendí a tocar el piano y el arpa, sé hablar cinco idiomas, puedo servir el té en medio de un terremoto, sin que se derrame una gota de su contenido, y soy una bailarina consumada, al igual que una conversadora versada en diversas áreas- le sonreí con afecto- todo lo que yo odiaba o me hizo sufrir, me ha hecho ser mejor y más fuerte. No acepto una derrota, y como habéis comprobado puedo llegar a ser un problema cuando tomo una decisión.

Levanté mi mano para acariciarle el pelo: Soy ingenua, una bruja loca y novata. Tal vez demasiado joven e inexperta en muchos temas que para ti son naturales, pero sé diferenciar a quienes no tienen solución y su alma está perdida para siempre, de quienes están heridos, perdidos o asustados de afrontar sus errores- Lo miré seria durante unos minutos y dándole un tirón del pelo, le espeté- [color=#54def0][/Eres un arrogante, malcriado, y cabezón asesino Phantomhive, ¿pero vas a añadirle a la lista, el ser un maldito cobarde?.[color]
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Mensaje por Salazar Phantomhive Lun Oct 29, 2012 10:20 am

Esuché cada una de las palabras sin mostrar un ápice de sentimientos. Me estaba tocando las narics con sus falsas conjeturas. ¿Y esa anecdota a qué venía? Cunado hubo terminado le aparté su mano de mi pelo.- Bruja tonta.- le volví a decir.- Yo no estoy solo.- Tenía a Karl.- Y no se atreva a compararse conmigo.- esta vez mi vos se tornó fría.- No soy ningún cobarde si lo fuera no hubiera tomado el camino que he tomado. Y mi corazón no es tan de piedra como cree. Hay un niño que quiero como si fuera mi propio hijo y es por él por lo que hago todo esto. No espero que lo entienda ahora y que no lo entiendas jamás. Y tampoco me diga que hay otras solucioens sin saber cual es mi plan. Aunque si eres lo suficientemente inteligente se dará cuenta sola.-Al fin y al cabo lo que había visto en el futuro era parte de mi plan.- No puedo dejar que el amor me ablande porque entonces jamás podré realizar uno de mis deseos.- Me levanté y andé has la ventana de la habitación.

Las calles estaban oscuras y silenciosas. Soplaba una brisa suave a pesar de estar en verano. Suspiré. Aquella mujer acabaría por sacarme de mis casillas. No tenía porque meterse en mi vida de aquella manera. Era mi vida y había vivido muy bien durante mucho tiempo. Me di la vuelta.- A si que deja de meterme en mi busda, búscate la tuya propia. Lo que me faltaba es tener a una mucosa pisandome los talones cada dos por tres. Se lo dije a Fiolette: no me lleves a esa fiesta. Será mala idea. ¡Y tan mala! ¡Ahora tengo dos sombras!- me crucé de brazos delante de ella.- ¿Segirá compadeciendose de mi? Porque si vuelvo a escuchar una plaabras más sobre lo que hago o dejo de hacer le cortaré la lengua ¿entendido? Y esta vez no seré compasivo con usted.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Lun Oct 29, 2012 2:41 pm

Me mordí el labio intentando recordar que ya había recibido dos cortes, aunque superficiales, del mismo hombre que, apoyado en la ventana, fruncía tanto su entrecejo que sus cejas formaban una línea recta.

Levanté las palmas de mi mano en señal de derrota, mientras giraba mi rostro para tapar la sonrisa que se formaba en mi cara.

- Monsier Phantomhive es libre de hacer lo que desee con su miserable vida, poco me importa si decide arrebatársela ahora tirándose por la ventana o casarse con una tabernera mientras los borrachos le tararean la marcha nupcial- sintiendo como mi cuerpo se sacudía con una risa silenciosa, intenté poner la misma cara que él, mientras me volvía. Aquel hombre realmente era un problema. Fingía ser un hombre sin escrúpulos cuando ya sabía que sentía culpabilidad por las muertes que había realizado. Suspiré fingiendo seriedad, cuando sólo quería reírme.- Mocosa....... ¿Se cree que voy a creerme sus amenazas si el mejor insulto que puede soltar con esa boca de embaucador, es mocosa o bruja loca?.

Viendo cómo sus ojos reflejaron la sorpresa e incredulidad de que la "mocosa" estuviera si quiera hablando, rompí a reír- ¡Mon Dieu!. Si esa es la cara que pone al darse cuenta de que voy a incordiarle el resto de su existencia, mientras se dedique a seguir matando indiscriminadamente, me gustaría estar presente cuando su mujer lo haga caer de rodillas enamorado- seguí riendo ignorando su gesto amenazador. Acostada en el suelo con las manos apretando mi estómago continué riéndome de él, hasta que vi un reflejo metálico cruzar el aire.

Con apenas tiempo de apartarme, giré mi cabeza hacia la derecha esquivando lo que me había lanzado. Cuando escuché que se acercaba, giré mi cabeza a la izquierda, observando la daga cubierta de sangre clavada en aquel suelo sucio. ¡El muy bastardo le había lanzado una daga!.

La cogí al mismo tiempo que él aferraba sus tobillos arrastrándola por el suelo de la habitación. Movió sus piernas fuertemente, sacudiéndose como un gusano por el suelo, hasta que consiguió que él liberase una de sus piernas. Sin perder el tiempo, y sintiendo cómo su corazón latía furioso en su pecho, le lanzó una patada en el estómago, provocando que monsieur Phantonhive, se doblase sobre el lugar que lo había pateado.

Estando libre, se levantó y abrió la ventana lanzando el puñal a la calle. Se giró furiosa.

- ¡Maldito loco, podría haberme matado!.- cuando observó la sonrisa que iluminó su rostro, lo vio todo rojo. Sin pensar lo que hacía fue hacia él y le golpeó dos veces en el rostro- ¡Ahora puede llamarme bruja loca, maldito arrogante!. Porque siquiera sé porqué me molesto en ayudarle. Se merece lo que tiene. ¿Cree que no sé qué planea?. Soy joven no estúpida, pero ya le he advertido esta noche que matando no lo logrará.- Continuando mi camino con rápidas zancadas hacia la puerta, iluminada por los rayos de la luna, me detuve. Aferré el pomo de la puerta decidida a salir, cuando una mano cerró de golpe la puerta.

Sentía las lágrimas a punto de volver a derramarse por la furia y el dolor que me causaba ese hombre. Yo quería salvarlo, sabía que era una loca, pero no podía evitar sentir que aquel hombre podía cambiar de verdad. ¡Ya lo había visto!. Gruñó apoyando su frente en la puerta- Déjame salir, señor Phantomhive, está claro que ni quiere, ni merece mi ayuda. Ahora que tenemos eso claro, ¿puede apartar su mano?- Escuchando cómo apoyaba su otra mano suavemente en la puerta, mi corazón volvió a acelerarse, ¿Qué demonios quería ahora?. Sus brazos creaban una cárcel a su alrededor, y cerrando lo ojos fuertemente suspiró, y separó su cabeza de la puerta, volviendo a abrir los ojos. Cuando mis manos tiraron, infructuosamente, del pomo de la puerta, intentando abrirla, escuché la risa divertida de monsieur Phantomhive. ¡Ese hombre realmente estaba loco!.

Me giré rápidamente, quedando mi rostro a un centímetro del suyo, lo que generó que se sorprendiera, pero no que moviese sus brazos.- No quiere ayuda de una mocosa, bruja novata y loca como yo. ¿Entonces porqué me retiene?. ¿Quiere mi palabra de que no voy a decir nada del asesinato?. La tiene, yo soy la culpable de la muerte de ese joven y buscaré a sus familiares para compensarles. ¿Quiere que le deje de incordiar?, Bien, sólo dejaré que los inquisidores lo atrapen. ¿Que tengo una visión?,¡ Pues no se la diré!.- Le dirigí una mirada cargada de tristeza, sabiendo que iba a condenarse para siempre, y que el alma de aquel niño desaparecería, al mismo tiempo que se extinguiera la suya.- Ahora, libere la puerta.

Ya debería saber que ese hombre nunca haría lo que esperaba de él, pero ciertamente volvió a sorprenderme. Sus ojos me desafiaron, mientras acercaba su pecho al mío, acorralándome contra la pared. Sintiendo como me ruborizaba ante tanta cercanía puse mis manos sobre su pecho, intentando alejarlo. ¿ Y que fue lo que me dijo?. Simple, una sola palabra respondió a todo mi discurso.

- No-





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Mensaje por Salazar Phantomhive Lun Oct 29, 2012 4:31 pm

Cada palabra me irritaba. Creía que me conocía. No, aquella mujer no me conocía para nada. Iba a darle un susto que nunca olvidaría... no... le haría tal daño en su orgullo que jamás sería la misma. Sus últimas palabras me cabrearon más y sin previo aviso lancé mi daga. Si le acertaba mejor para mi pero aquella zorra lo esquivó. Contemplé su rostro de terror y todo empezó. No sabría si moriría aquella noche pero si acabaría muy mal. Le agarré del tobillo con toda mi fuerza pero eso no impendió que me diera una patada en la boca dele estómago. Me encogí sobre mi mismo y escuché como tiraba mi daba a la calle. Y corría hacia la puerta. La tenía.

Me acerqué hasta ella y cerré la puerta justo antes de que la abriera. Puse una mano. Ya está, encerrada como un animal. No pude evitar sentirme satisfecho. Puse la otra mano en la puerta. Rodeándola. Ella empezó hablarme de muchas cosas pero las ignoré todas. Era como un loro que no paraba de hablar y hablar pero sus palabras ya no significaban nada. Había sacado lo peor de mi. Se dio la vuelta y terminó con su discurso. - No- fue lo único que dije y entonces le propiné un buen golpe en la nuca dejándola desmayada. La arrastré hasta la cama. Cogí lo que en su tiempo me había servido de sábana y con mi magia al hice tiras. Las manos y los pies fueron atados a la cama. Y le puse una tira en la boca para que no pudiera hablar. Entonces comenzó el show. La desperté. Ella me miró horrorizado. - Haré que sientas un poco el doler que llevo siempre conmigo.- Entonces con la navaja que había creado empecé hacerle pequeños cortes. Que no dejarían ninguna marca cuando se curaran. Y no fui tonto. Se lo hice en zonas que sabía que no iban a ser vista: la barriga, la parte alta de las piernas. Y cuando le tuve hecho 10 cortes paré. Miré aquella bruja llorosa. Le solté las manos y las piernas con mi magia y retrocedí un poco. Sabía que no se quedaría con las manos quietas. Las primeras heridas al no ser muy profundas ya había dejado de sangrar. Me preparé para cualquier contra ataque.

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Mensaje por Ruslana Del Mar Mar Oct 30, 2012 6:28 pm

Desperté confusa, sin saber porqué estaba acostada, cuando unos segundos antes había estado de pie contra la puerta, encerrada entre los brazos de monsieur Phantomvile. Con furia, me acordé de cómo ese bastardo se había negado a dejarme salir. ¿Quién demonios se creía que era?. ¡Yo soy una Del Mar, no cualquier cortesana a la que podía herir o maltratar sin consecuencias!.

Ignorando el dolor que sentía en la nuca intenté incorporarme, pero mis miembros extendidos y atados me impedían si quiera poder doblar los brazos o las piernas. ¡Por todos los santos, iba a azotar a aquel hombre!. Estaría atada pero el odio que estaba sintiendo la hacía insensible a las bravuconadas que le estaba diciendo monsieur Phantomvhile.

Demasiado tarde descubrió la navaja en su mano. Hasta entonces se había limitado a sacudirse furiosa y dirigirle miradas de odio. Pero debía reconocer que tener a un asesino a los pies de la cama, en la que estaba indefensa y atrapada entre trozos de tela que aseguraban su inmovilidad, no sólo la asustaba, sino que le horrorizaba pensar todas las posibilidades que podría hacer con ella en esta condición.

La sonrisa depredadora de monsieur Phantomvhile mientras se acercaba lentamente a la cama hizo que se asustara aún más al descubrir que sólo estaba cubierta por la ropa interior masculina que se había colocado debajo de su traje. A pesar de saberse en peligro, las costumbres sociales pudieron más que su miedo. Se sonrojó sabiendo que aquel hombre la estaba viendo en ropa interior.

Sus palabras la sacaron de la preocupación sobre su semi-desnudez- Haré que sientas un poco del dolor que llevo siempre conmigo- ¡Qué!, ¿El no podía cortarla?, ¿O sí?.

Un gruñido de advertencia salió de su boca amordazada mientras intentaba sacudirse en la cama. La risa de aquel hombre llegó a ella, provocando que su cuerpo se estremeciera ante el peligro que rezumaba.

Con un movimiento lento y deliberado, la hoja de la navaja creó un camino entre su garganta y su pecho para terminar sobre su estómago. Ella sabía lo que pretendía, aquel sádico estaba provocando su miedo y terror, quería verla gritar, llorar y patalear, pero no lo iba a hacer. Cerró los ojos con fuerza y mordió la tela que cubría su boca, mientras sentía cómo la hoja de la navaja profundizaba en su piel, creando un corte superficial en su piel.

Sus ojos se agrandaron, ¿realmente va a hacer esto?, ¿por qué?. Un segundo corte hizo que se concentrase en sus sentimientos. Cada corte que hacía en su piel provocaba que su sonrisa se ensanchase más, estaba disfrutando con su sufrimiento. Es más, él deseaba que sufriera, un sentimiento de odio dirigido hacia ella hizo que gimiera.

Toda esta locura hubiese sido sobrellevable si ella no pudiese sentir su diversión, la ira que dejaba escapar sólo cuando hería o mataba. Ella era un mero instrumento en sus manos para que él liberase todo el dolor que le estaba consumiendo por dentro.

Las lágrimas comenzaron a resbalarse por sus ojos cuando la rabia, la vergüenza y el orgullo dañado por las acciones injustas que estaba cometiendo contra ella. Cuando su cabeza la observó a los ojos mientras dirigía la navaja a sus muslos, ella se limpió las lágrimas restregando su rostro contra la tela de su hombro, irguió la cabeza hacia él orgullosa y le dirigió una mirada de desafío. Sus ojos le lanzaban una amenaza velada, él recibiría su castigo si continuaba con esto.

Antes de continuar dirigió una mirada hacia su estómago pálido con enrojecidas marcas, y pequeños surcos de sangre. Con un movimiento rápido creó dos cortes en cada muslo, generando como respuesta en ella, un grito de sorpresa y dolor.

Como si de pronto hubiese vuelto a la realidad con su grito amortiguado, se alejó de la cama liberándola. Sin embargo, no se dejó engañar por la expresión angelical de su rostro, su cuerpo estaba tenso, con navaja en mano, preparado para la lucha.

Ignorándolo, encogió sus piernas, creando un ovillo con su cuerpo. El odio que sentía hacia él por lo que le había hecho la decidió. Aquel hombre se había olvidado de que cada toque de su manos con la piel pálida y pura de su estómago le daba una visión de su pasado y futuro. Ella iba a darle donde más le dolía, iba a arrebatarle lo único que le importaba.

Riendo, se limpió las lágrimas y se levantó de la cama tambaleante, con un movimiento elegante. Como si fuese una reina y el un mero vasallo le dirigió una mirada de asco, mientras continuaba su camino hacia la luz de la luna que entraba por la ventana.

Ignorando que la misma luz que iluminaba la habitación en penumbras, causaba que su piel pálida brillase como si fuera una figura de mármol perfecta, o que su figura se revelaba al estar a penas cubierta con la ropa interior masculina, le sorprendió percibir un sentimiento de lujuria en el mismo hombre que la había atado y cortado por mera diversión.

Suspirando aliviada al comprobar que sus cortes podían sanarse, miró su reflejo en el cristal sucio de la ventana. Observó como sus ojos brillaban amenazantes. No iba a olvidar una afrenta. ¿Quién demonios era él?. Nadie podía hacerle lo que le había hecho y quedar impune.

Percibiendo cómo el se movía silenciosamente a su derecha, fingió estar observando sus cortes, permitiendo su cercanía. Ella lo quería indefenso y confiado, al igual que había estado ella cuando el decidió atarla y cortarla.

Mirando sus zapatos desgastados subió sus ojos hacia los de él. Al parecer se había olvidado de que me había cortado porque ahora devoraba ávido mi figura.

Con una voz gélida le dije- ¿Te gusta lo que ves, bastardo?- Sus ojos se cernieron sobre los míos, confiado de su dominio en mí. Bien, me dije, él había empezado.

Con una sonrisa dejé que mi poder le abrazara suavemente, al igual que lo haría una serpiente antes de estrangular a su presa y cuando él me sonrió con lujuria, confiado de que yo iba a darle lo quiera que había pensado, lo golpeé en el pecho, con un movimiento rápido y fluido.

Mientras el caía al suelo con una expresión de sorpresa en el rostro, me abalancé sobre él. Dejando que mis rodillas se clavasen en sus muslos y una de mis manos le tocase el centro de su frente. Éso fue todo lo que necesité para que una fuerte ola de sentimientos lo golpease. Uní todas las imágenes de su pasada, todas aquellas que tenían que ver con los asesinatos, y uno por uno, hice que sintiese el dolor, el sufrimiento y el miedo de las víctimas. Como toque de gracia aumenté su sentimiento de culpa, para que él relacionase el remordimiento con los actos que cometió contra sus victimas.

Una a una sus víctimas indefensas morían entre sus brazos, estando rodeado de muerte, sangre y dolor le susurré:

- Esto es lo que tienes Salazar, eres una basura que no merece ni siquiera la oportunidad que te está dando la vida. Aunque tienes algo bueno en tu interior no te interesa sacarlo. Eres un sucio cobarde, te escondes en ese caparazón, matando a los demás, para impedir que nadie te dañe. - mis palabras lo envolvían haciendo que llorase y gritase al mismo tiempo que sus víctimas. Él era la víctima ahora, y yo, era él. Los papeles se habían invertido, salvo por el hecho de que su vida no terminaría hoy.

- ¿Que se siente Salazar, al ser la victima?, ¿Recuerdas cómo os sentisteis cuando aplastaron tu corazón, cuando te engañaron y mintieron?. Pues eso es lo único que vas a tener siempre. Y no me mientas, yo sé qué sientes ahora,- le sonreí manteniendo mi mirada en su rostro dolorido y lleno de lágrimas- ¿te sientes inseguro, Salazar?. ¿Tienes miedo de mí?. ¿Qué se siente al saber que eres un patético llorón que no aguanta los sentimientos de todas las víctimas que has matado?.

Palpando su chaqueta encontré lo que buscaba, con mi mano libre cogí el muñeco que siempre acompañaba a Salazar, y usando toda la fuerza de mi poder contra Salazar y el "pequeño Karl" le dije: Podría llevármelo o destrozar el muñeco Salazar. Podría quemarlo o empezar a cortarlo una y otra vez. ¿Te parece si lo cortamos en tiritas y lo hervimos?.

- ¡NOO!- el grito lleno de miedo y angustia respondió a lo que buscaba. Ahí estaba el sentimiento de amor que había buscado. Por ahora sólo estaba unido a Karl.

Suspiré aliviada. No era un monstruo, al menos todavía. Dirigiéndome al muñeco le dije:

- Sé que me escuchas y que sientes como una persona normal. Eres similar a un fantasma, salvo que tu presencia aquí está atada al muñeco.- Viendo cómo el muñeco se movía un poco- continué con rapidez, sabía que mi fuerza se estaba agotando y necesitaba toda la que poseía para mantener las visiones de las muertes que había realizado Salazar, y el sentimiento de sus víctimas unido a él. - No le dejes matar Karl, a pesar de todo lo que he dicho, jamás os haría daño. Necesito que le impidas cometer más asesinatos, o tú jamás vivirás, y él terminará muerto de una forma atroz. - Tocando el muñeco con un dedo en su frente le dije: A partir de ahora quedaremos unidos en sentimientos, tú me amaras como a una hermana y yo te cuidaré como tal.

Rendida por el lazo que había creado, comencé a temblar por el esfuerzo que mantenía con Salazar. No era fácil abrir los sentimientos de alguien que llevaba mucho tiempo encerrándolos, pero lo había conseguido. Ahora le sería más fácil sentir que antes. Pero lo más importante es que llevaría el recuerdo de esta noche siempre.

Satisfecha le sonreí, limpiándole las lágrimas.Salazar no volvería a matar sin pensar en los sentimientos que le causaría a la víctima. Él acababa de asimilar todos los sentimientos de numerosas personas a la vez. Eso lo dejaría impedido durante unas horas, hasta que el efecto comenzase a desprenderse de él.

Con cariño deposité al muñeco entre las manos de un desmayado Salazar. Al parecer la ola emocional había podido con él. Susurrándole le dije:

- No deberías fingir que duermes, es de mala educación. A partir de ahora espero que jamás vuelvas a desafiarme, Salazar. Porque la próxima vez no seré benevolente.- Sonreí levantándome con dificultad. Todos mis miembros dolían o estaban entumecidos. Con rapidez me vestí sólo con los pantalones, dejando el resto allí. La ropa cubierta de sangre no me serviría. Recordando mis cortes, volví a donde estaba Salazar, quien observaba todo lo que hacía maravillado.

- Te cojo prestado el sombrero y la bolsa de hierbas. Es lo mínimo que me debes por no cortarte tus... "partes nobles".- Viendo cómo me sonreía le guiñé un ojo.

Caminando fluidamente hacia la puerta le dije: Mon cher Salazar, y espero que no os importune que me tome la confianza de llamaros por vuestro nombre, pero dado que ya me has visto en ropa interior, no lo veo tan inadecuado.- aclarándome la garganta abrí la puerta mientras hacía una reverencia- Me debes un favor, y por dios, cuando vayas a aporrear mi puerta con tu mujer, buscando ayuda por Karl, no digas nada acerca de mi ropa interior, es de mal gusto.- Sonreí, sabiendo que lo había dejado con la intriga del contenido de una nueva visión. Saliendo antes de que pudiese levantarse, corrí veloz por las escaleras, saliendo a la calle, mientras silbaba una canción.

Apretando el sombrero sobre mi cabeza, cubriendo mi rostro e miradas curiosas susurré: À bientôt, monsieur Phantomhive.
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Mensaje por Salazar Phantomhive Lun Nov 05, 2012 4:44 pm

Sus actos me sorprendieron tanto que cuando quise darme cuenta estaba tirado en el suelo. Su mano estaba en mí y entonces, una oleada de sentimientos me cruzó por todo el cuerpo. Sentí el peor de los horrores y el mayor dolor. Sentí cada sentimiento que había provocado. ¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué tenía que meterse en mi vida de aquella forma? Los sentimientos de todas aquellas personas que había matado entraron dentro de mí haciéndome ver lo que habían sufridos aquellas personas antes de que descansaran en paz. Chillé como chillaron ella. Lloré como lloraron ellas, sentí tristeza, frustración, incredibilidad, ira, pena, dolor y todos aquellos sentimientos negativos que desgarraban el alma. Cuando ella terminó conmigo fue como una oleada de paz. Cerré los ojos intentado olvidar todo lo que había sentido. Los recuerdos se olvidan pero no se olvida lo que sientes. Esos sentimientos viajarían conmigo hasta el final de mis días. Noté como me quitaba algo de mi chaqueta. Abrí los ojos. Tenía a Karl. Sus palabras de amenaza me pusieron alerta- ¡NOO!- le grité mostrando mi única debilidad. Noté a Karl, temblar. Al dejar a Karl cerré los ojos. La voz de Ruslana me irritaba.

Entonces dejé de escucharla no había prestado atención a sus últimas palabras. Karl se puso delante de mí y me miró. Contemplé los ojos inertes de aquel muñeco.-Karl…- murmuré. Estaba hecho polvo y me dolía la cabeza.

-Para.- oí decirle.

Cerré los puños enfadado.- ¿Acaso no lo hago por ti?- le pregunté dolido.- Acaso no mato para hacer experimentos y hallar la manera de volverte a la vida. Estamos cerca Karl, no puedo rendirme ahora.

-Pero haces daño.

-Karl, tu venías conmigo, sabías lo que hacía y nunca te quejaste. ¿Qué te ha hecho esa bruja?- mi voz sonaba triste. A parte de soportar sentimientos ajenos debía de vivir con los míos, aunque fueran pobres salían de vez en cuando. Me incorporé como pude y sostuve a Karl entre mis manos. El muñeco ante mi cabezonería saltó de mis manos hasta el suelo.

-Te veré en casa.

Lo miré divertido pero mi sonrisa fue triste.- ¿Conoces el camino?

-Sí, si me encuentras por el camino recógeme.

Asentí lentamente y vi partir aquel espíritu. Mi único apoyo había sido arrebatado. Me levanté como pude. La cabeza me daba vueltas. Salí de lo que en un tiempo fue mi hogar. El suave viento de verano me golpeó el rostro. Caminé lentamente, cada paso era pesado. Escuché mi nombre y no pude evitar ir a ver quién me había pronunciado. Allí estaba Ruslana con mi gorro y… un monje. Mi rostro se volvió blanco. Debí haber hecho ruido porque aquel monje se dio la vuelta y me miró. Era él. Nos quedamos mirando y se marchó corriendo. Caminé, sin darme cuenta, hasta colocarme al lado de Ruslana. Mi mirada seguía fija por donde se había ido aquel hombre. -¿Qué te ha dicho?- mi voz era ronca. Al silencio de Ruslana me giré. La miré con odio. Un odio que llevaba dentro mucho tiempo, y que al igual que los otros sentimientos había estado escondido- ¡¿Qué te ha dicho?! – No quería tocar a ese diablo de mujer. Era verdad, todas las mujeres eran diablos aunque algunas fueran disfrazadas de ángeles. - ¿Qué le has hecho a Karl? ¿Por qué le has condenado? ¿No te das cuenta?- dije horrorizado. Karl ya no querría entrar en el cuerpo de un muerto. Ya no querrá entrar en el cuerpo de mi futuro hijo. Aquella mujer lo había estropeado todo.- ¿Por qué?- le pregunté finalmente. Destrozado. Solo quería respuestas.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Miér Nov 07, 2012 9:38 pm

Plaf, Plaf, Plaf... El eco de sus pasos resonaba como si estuviese tocando un pequeño tambor con sus manos. El sonido de los susurros nocturnos la calmaban. Pero, una veintena de pasos atrás había notado que el corazón latía furiosamente contra su pecho. Sus latidos cada vez más rápidos mostraban en su fuero interno lo que su cuerpo no mostraba, deseaba huir. Correr. Alejarse. Volar. Todo lo que le permitiera distanciarse del golpeteo tenue que acompañaba al ruido de sus pasos. Y es que, tan sólo unos cuarenta pasos atrás...

Un escalofrío reptó desde la plata de sus pies, causando estragos por su columna vertebral, hasta llegar a su cabeza. Unos cuarenta pasos atrás el eco de sus pasos se había duplicado.

Plaf, Plaf, ...slf, slf...Plaf, Plaf... slf, slf.

El sonido que acompasaba sus pasos era apenas audible, pero contaba con un completo silencio nocturno, y algo... que parecía rozar a penas con el suelo. Desde entonces caminaba intentando fingir que no sabía que alguien vigilaba sus pasos. Si ella aceleraba, él lo hacía. Si ella desaceleraba, él también. Quien quiera que fuese, la estaba llevando a un camino agudamente angustioso. Se sentía como un ciervo que ansioso, intentando de escapar de las fauces del depredador, huye desorganizadamente sin vigilar su alrededor. Ella sabía a lo que le conduciría. Una trampa. Por eso fingía no saber nada de su vigilante, quería aprovechar una oportunidad de deshacerse de él y volver a preocuparse por los sentimientos que, inocentemente, la embargaban tan sólo, ochenta pasos atrás..

Ochenta pasos atrás sentía cómo su raciocinio luchaba contra el atormentador sentimiento de culpabilidad. Ella lo había dejado sólo. Sólo, tirado en el suelo en una postura incómoda, con los ojos llenos de lágrimas y su rostro marcado por el dolor.

Dios... su imagen la perseguía ochenta malditos pasos atrás. Él en el suelo, su rostro a escasos centímetros del suelo, con el borde de la frente apretado contra el suelo. Sus lágrimas brotaban una, y otra, y otra vez, de sus ojos cerrados. Tan apretados que sólo se veía la linea de sus largas pestañas. Sus labios entre abiertos, casi como si estuviese realizando una súplica muda. Y el cabello.... completamente desordenado, húmedo por el sudor y las lágrimas que acudían a él.

Su cuerpo era algo sorprendente. Aquel ágil y fuerte hombre estaba deshecho en el suelo, tembloroso. Con su cuerpo ladeado hacia la derecha, se había aovillado, intentando calmar el dolor que yo misma le había infringido. Sus manos.... sus manos se apretaban en puños blanquecinos, sobre su estómago. Y sus piernas.... habían quedado extendidas, una hacia delante y la otra hacia atrás, casi como si sus piernas quisieran llevárselo, corriendo, lejos de mi presencia.

Pero la opresión que casi me impedía respirar, no se debía a la imagen final de mis actos. No. Yo era demasiado inteligente como para intentar mentirme a mí misma. Era yo. Yo quien, a pesar de ser una pequeña, frágil e inocente niña, lo había llevado al punto álgido de la sorpresa, el susto, el temor, el miedo, la lucha final por el último aliento. Y el broche de los sentimientos, la muerte.

Una y otra vez, había obligado a que su corazón, mente y alma pasasen por el infierno de sus víctimas. Quizás se lo merecía, quizás no. Pero había sido yo quien había tomado la decisión que nos marcaría a ambos.

Una amarga sonrisa comenzó a forjarse en su rostro. Él la había atado y amordazado en una cama, la había dejado en ropa interior. Saboreó su miedo, y cuando le hizo diez cortes ínfimos, que no le dejarían marca en la piel, se llenó de su dolor e inhaló el olor de su sangre. Él la había marcado. Su subconsciente le había exigido enseñarme su maldad, pero sobre todo, había querido tocar una parte que jamás cualquier otro se hubiese atrevido a palpar. Él había querido llegar a su bondad. Quería su fe y su esperanza, pero su miedo lo había empujado a herirme. Porque él jamas admitiría ante nadie, que por un instante, se había planteado simplemente abrigarme entre sus brazos y consolarme. Él había querido protegerla, y eso, era demasiado para alguien que jamás había necesitado proteger. La protección surgía de un sentimiento, y el sentimiento lo hacía débil. Él jamás sería débil, eso se lo repetía una y otra vez, cada corte que le había hecho, había sido un eco en su mente de su independencia.

Ella lo comprendía..... Salazar Phantomhive jamás admitiría que necesitaba a alguien.

Casi quiso reír ante la complejidad de sus sentimientos. Pues ella, una dama de alta clase, sentía lástima por un asesino. Le dolía el corazón al saber lo sólo que se había sentido, y lo sólo que acabaría si ella no lo hubiese marcado. Lo triste es que cien pasos atrás.... ella tarareaba una nana. La canción más importante de su vida.

Aunque el motivo de su importancia poco tenía que ver con Salazar. Lo único que comunicaba su tarareo con el señor Phantomhive, era la felicidad de haber hecho lo correcto. Si bien es cierto que al principio sólo quería castigarle por atreverse si quiera a tocarla..., poco después, mientras veía su desesperación al sentir cómo se rompía su coraza, sólo quiso protegerlo. Él se había separado hacía mucho de las "debilidades". El duro e irrompible muro que bordeaba su corazón había sido roto por una pequeña bruja loca. Eso la hacía feliz, porque ahora, sería derribado por su mujer. La única que le ofrecerá la redención.

Esta felicidad que comenzó cien pasos atrás.... poco importaban si ella, casi a punto de terminar con otros veinte pasos más, no cambiaba la situación. Si moría, él jamás podría avanzar.

¡Ah!, pero yo no había vislumbrado aún mi muerte. Con una sonrisa amable se giró, enfrentándose al hombre que quedaba a diez pasos de distancia de ella.

¿Un monje?. Su perplejidad a penas podía expresarse con palabras. Habría esperado a cualquiera, incluso al mismísimo Salazar pero ... ¿un monje?.

Alerta, caminé lentamente hacia él acortando sus pasos. Si era un inquisidor, hoy finalizaría mi vida, y si era un mero monje, le exigiría respuestas por sus acciones. Vestida o no con ropa de hombre, ella era una señora, y su palabra siempre, SIEMPRE, se cumplía.

- Padre, ¿no es una hora terriblemente tardía para que se pasee así como así por las calles de París?.- Sintiendo como se ponía rígido, sonreí interiormente, al parecer no era lo suficiente estúpido como para no notar el leve tono amenazador de mi voz. Su rostro me escudriñó atentamente y por la sonrisa confiada que me dirigió, supe que él se había dado cuenta de mi sexo y juventud. Era una mala idea subestimarme por esos meros elementos.

- Hija mía, he venido a darle los últimos sacramentos a un joven. No sé si usted lo conocerá, se llama Salazar Phantomhive.

¿"últimos sacramentos"?, ¿realmente creía que eso iba a ser suficiente explicación para que me siguiera por los callejones de parís?. Suspirando levemente, decidí fingir que no me había percatado de su ... actuación.

- Oh, padre, la verdad es que .... no lo conozco realmente.- Odiaba las mentiras y no iba a comenzar a mentir ahora. Sonriéndole tiernamente continué- Debe estar realmente enfermo para querer darle sus...¿últimos sacramentos?, a altas horas de la madrugada. Perdone mi rudeza anterior, una joven no debe fiarse de desconocidos, ¿no cree?.- Viendo la expresión satisfecha del monje sólo la hizo sacudir su cabeza. ¡Y sus profesores decían que ella no tenía talento interpretativo!.

Ay de mí... el destino es una mujer fatal. Cuando vi a Salazar correr con el rostro enfurecido hacia nosotros, abandoné mi postura protectora hacia él. ¡Ese hombre es un loco insensato!. Fingiendo no haberlo visto continué escuchando la explicación de "la extraña enfermedad que padecía el señor Phantomhive".

La única enfermedad que le aqueja es estupidez congénita, pensé frustrada. El sonido de una roca girar por el asfalto, hizo que el monje descubriera la figura de Monsieur Phantomhive, y a diferencia de lo que pensé, aquél monje corrió. ¡ Y vaya como corrió!, ¡Parecía haber visto al mismísimo demonio y los ángeles caídos venir por él!.

- ¡ Qué os ha dicho!- gritó furioso Phantomhive.

Yo sacudí mi cabeza negativamente, lo único que había sacado de su conversación es que quería localizarlo. Seguramente, al verla salir, vestida de hombre y con su sombrero, de su casa, la habría confundido con él.

Pero unas palabras me golpearon, tanto por su significado como por el dolor que translucían- ¿Por qué?-

Podría haber roto a llorar por la intensidad de los sentimientos que me golpeaban. Monsieur Phantomhive, finalmente había abierto su corazón, pero éste sólo había logrado sentir los sentimientos autodestructivos que él mismo había ocasionado a los demás.

El la odiaba. La odiaba a muerte. Tal vez la matara él mismo antes que los inquisidores que la perseguían. Pero él quería respuestas. Unas que no le gustarían, que sólo lo dañarían, pero después, ella le ofrecería algo más. Algo que no rechazaría.

- Porque quería romperte.- sonriendo tristemente lo miré.- Tú me marcaste a mí y yo te marqué a ti.

Notando cómo se acercaba amenazadoramente, le coloqué un dedo sobre sus labios.

- No he terminado, asesino. Éste es sólo el principio de la explicación.- Adentrándome en su espacio, deje mi cuerpo cerca del suyo, a sólo dos pasos de el. Inconscientemente, su cuerpo siguió al mío. Dejándonos con un paso de separación. Manteniendo el dedo aún en sus labios continué.

- ¿Has visto cómo tu cuerpo sigue al mío?. Eso se debe a que a partir de ahora tu instinto te va a acercar a aquellos que te ayudarán. A los únicos que te darán sin pedir nada a cambio. ¿Sabes por qué, tonto brujo?- Dije sonriendo con un mero atisbo de tristeza.

Sus ojos me lanzaron una advertencia por el insulto, pero aún así movió su cabeza negativamente. Asintiendo continué la explicación.

- Sólo aquel que se ha hundido en lo más profundo, puede levantarse, limpiarse las heridas y continuar, alzándose mucho más arriba de lo que antes había estado. Porque quien conoce el dolor de no tener nada, sabrá apreciar más lo poco que la vida le ofrezca. Y créeme Salazar, tú te alzarás, llegarás tan alto que podrás rozar con tus dedos las nubes.- Notando cómo sus labios temblaban, le advertí- Pero antes, necesitas perder, Salazar. Romperte a ti mismo para poder volver a construirte, mucho más fuerte que antes.

Mis ojos y mi tono de voz adquirieron el tono de una madre. Cariñoso y comprensivo, pero también disuasorio y preventivo:

- Hoy, tú me has marcado Salazar. Como una rata te has aprovechado de la ayuda que te ofrecía libremente. ¿Sabes el porqué?.- Notando cómo su cabeza rápidamente asentía, le dí una patada en la pierna. Una suave, que no le dolería, pero su toque haría que se concentrara de nuevo en mi voz y dejara de volver a construir su defensa.

- No, no lo sabes. Tú me has marcado porque querías que te comprendiera. Y lo hice. Tú me advertiste de tu maldad, sin darte cuenta de que lo único que hiciste fue mostrarme lo desesperado que estas. Lo perdido que te encuentras en la vida. Tanto Salazar, que no sabes cuando distinguir un acto bondadoso, de otro interesado.- Recordaba mi miedo, pero también el suyo.- No soy la mujer que mintió y te engañó, Salazar. Y lo sabes, por eso eres tan cruel, porque entiendes que yo no te mentiré ni te exigiré nada por mi ayuda. Eso, Salazar te asusta. El miedo es tan cegador que... destruyes todo lo bueno que se te acerca. Eso te hace débil.

Sacudí mi cabeza lentamente. Perdiendo mi sonrisa lo miré seria.

- Te he marcado. Te he hecho débil y te he arrebatado lo único que te impedía ser fuerte, matar. Pero no te he arrebatado a Karl. Él siempre te acompañará, tu mismo me lo digiste ¿recuerdas?.- Con voz triste continué- Se que me odias, probablemente yo también diga que te odie, pero, ¿sabes algo?. Indiferentemente a tus actos, sé que yo te protegeré. Sin pedirte nada a cambio, lucharé por que cambies. Porque yo he visto lo que puedes tener, quién llegarás a ser, y no dejaré que te destruyas.

Le quité el dedo de sus labios, y le dirigí una mirada dura, retadora. Irguiéndome le dije:

- Soy una bruja loca, inexperta, inocente, malvada, y, ¿porqué no?, también un demonio que ha surgido de tus peores pesadillas. Pero tú eres peor que yo.- Golpeándole en el pecho con uno de mis pequeños y blancos dedos, acusadoramente le dije: Tú, eres un viejo cobarde, rencoroso, cerrado, cruel, malvado, y arrogante bastardo. No finjas conmigo, sé que esos apelativos te gustan, pero ahora llegan los peores insultos que has recibido nunca: eres protector, cuidadoso, capaz de ayudar a una desconocida, amable, educado y tierno.- Sonriendo orgullosa le dije: podría continuar, pero quizás sueltes espuma por la boca, y querido, es un espectáculo que podría perderme.

Notando la lucha que hacía Salazar por sus sentimientos, agrupó el valor que poseía para enfrentarlo. Aunque estuviera débil por gastar una enorme cantidad de su poder, y sus rodillas temblasen levemente, casi abrumadas por cargar con el peso de su cuerpo, ella lucharía.

Lentamente Salazar la abrazó, apretándola contra él y ella luchando contra él sorprendida escuchó cómo le decía entrecortadamente por el llanto:

- Ca..Cállate. No sigas.

Sonriendo, apoyé mi frente contra su pecho. El había caído finalmente. Sabía que no podría volver a ser el mismo, y a pesar del miedo, tenía una pequeña fe y esperanza en él. Como último regalo, para el inicio de su camino, rocé la parte de su pecho en la que latía su corazón. Aquél pobre y maltratado corazón, se merecía algo puro. Algo que le permitiera reconocer también la pureza y el amor en los demás. En sus aliados, sus amigos, y sobre todo, en su mujer.

Reuniendo todos los sentimientos de amor, cariño y amistad que sentía por Mikele, Zafiro, Liev, Rubí y Anneliese, dejó que su corazón sintiera lo mismo que ella había sentido, pero también lo lleno de la esperanza y fe desinteresada que sentía por él. Por el asesino, el brutal hombre y el poderoso mago.

El ahogado gemido le hizo comprender que él había sabido diferenciar los sentimientos que iban dirigidos hacia él, de los que sentía por sus amigos.

Ignorando el dolor y el frío que entumecían mis brazos y piernas le susurré débilmente:

- Esto es la vida Salazar. Sólo cuando aprendas a perder tu miedo a ser herido, podrás alcanzar la amistad y el amor. No es una mera unión sexual la que tendrás con la madre de Karl. Ella será tu balsa. Y tú, cher Phantomhive, serás su ancla.

Sentí un mareo llegar a mí con fuerza. Mi poder no era ilimitado, así que detuve la emanación de mi encandilmiento. Derrumbandome sobre él, sin a pensa pensar en la comprometida cercanía. Le susurré:

- Creo que necesito azúcar- Y como si eso fuese lo más divertido del mundo me alzó en brazos, cargándome como un saco, y dirigiéndose... a dios sabe dónde.

Suspiré resignada. ¡Este hombre siempre hará lo que le da la gana!
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Mensaje por Salazar Phantomhive Vie Nov 09, 2012 8:52 am

¿Por venganza? No podía ser solo por venganza ni yo era así. Me iba acercar para decirle algunas cosas peor ella me lo impidió poniéndome un dedo en los labios. Tenía la sensación de que iba a recibir un discurso y no me equivoqué. Escuché cada palabra. ¿Cómo podía tener tanta fe en mi? Si apenas me conocía. ¿De verdad era un ángel? Bueno, supongo que no todas las mujeres eran un demonio. Aunque no quisiera admitirlo aquella mujer tenía la razón. Estuve a punto de irme pero no lo hice. Entonces ella dejó ya su discurso. Suspiré. Tenía ganas de llorar. ¿Por qué? Porque la verdad duele como un cuchillo afilado. Aquella mujer me conocía mejor de lo que creía. Entonces la abracé. Era cálida y olía bastante bien.- Ca...Cállate. No sigas- entonces noté una oleada de sentimientos y pude comprobar que unos pocos iban para mi. Me sentí alagado. Y sonreí pero entonces a ella se le fueron las fuerzas. Pedía azúcar.

La cogí en mis brazos y empecé a caminar por las calles. Si hubiera sido ayer la hubiera dejado tirada en el suelo pero hoy no. Sabía donde podía comer a estas horas. Caminé con ella por los callejones. No pesaba mucho pero cuando ya llevaba un rato se me estaba empezando a entumecer los brazos. Entonces como si una plegaria se trataba encontré la posada. Llamé a la puerta y un hombre regordete y con cara de ser un santo me abrió la puerta.

-¡Monsieur! ¿Qué le pasó al jov...?- se quedó atónito cuando vio mejor el rostro de Ruslana. No esperaba que llevara a una mujer en brazos.

-¡Azúcar es lo que necesita! Señor Piere déjeme pasar. ¡Sino mis brazos se me caerán al suelo!-El hombre regordete nos dejó pasar. Yo senté a Ruslana en una silla. El camarero vino con un gran pastel y con un batido.

-¡Le he echado más azúcar de lo que ya tenía el batido!

-Gracias.- Le cogí el vaso y se lo acerqué a los labios a Ruslana y le ayudé a beber.

El hombre se fue para dentro para buscarme algo de comer. Aquel hombre era de esos que ayudaban sin esperar nada a cambio. Él me había salvado de morir de hambres muchas veces y yo siempre le había ayudado secretamente. Cuando él no estaba era yo quien vigilaba que no le robaran la taberna o me encargaba de las escorias. -Ruslana, sé que no estas en muchas condiciones para escucharme pero si vueles a ver a ese hombre no le hables de mi.- Ruslana parecía que estaba mejor y pude ver curiosidad en sus ojos. Le sonreí tristemente.- ¿Crees que la inquisición no sabe lo que hago?- le susurré para que Piere no se enterara.- Han mandado a muchos contra mí y pocos han salido vivos pero ese... monje que viste no es un inquisidor. Simplemente es un hombre al que no puedo matar. Si apenas sabes de mi menos sospechosa seras ¿de acuerdo?
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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Nov 10, 2012 6:48 pm

Apenas era consciente de cuanto tiempo había pasado, mientras los brazos de Salazar me apretaban protectoramente contra su pecho. Era increíble cómo había cambiado en tan poco tiempo. Su corazón estaba lleno de esperanza, y fe. Una sonrisa divertida se extendió por mis labios cuando sentí que ya no me odiaba tanto. Ahora debo ser una adorable cucaracha, me dije divertida. Él jamás reconocería que en realidad no quería hacerme daño, y yo tampoco iba a decirle que a pesar de su hostilidad me caía bien.

Al entrar en una especie de Taberna meneé la cabeza divertida, mientras el señor Phantomhive me dejaba suavemente sobre una silla. Él arrastró la otra hasta colocarla a mi lado. Demasiado cansada para discutir con él acerca de sus formas rudas, apoyé mi cabeza en su hombro mientras me ayudaba a beber.

Cual fue mi sorpresa al escuchar sus palabras de agradecimiento. Creo que casi me hubiese atragantado con el dulcísimo batido de fresa, si él no hubiese retirado el baso a tiempo.

--Ruslana, sé que no estas en muchas condiciones para escucharme pero si vueles a ver a ese hombre no le hables de mi.- dijo Salazar, mientras yo le dirigía una mirada interrogante. ¿De verdad creía que habría hablado él, después de todo lo que me había costado hacer que bajara sus defensas?- ¿Crees que la inquisición no sabe lo que hago?- me susurró con tristeza- Han mandado a muchos contra mí y pocos han salido vivos pero ese... monje que viste no es un inquisidor. Simplemente es un hombre al que no puedo matar. Si apenas sabes de mi menos sospechosa seras ¿de acuerdo?.

Fruncí el ceño ante sus palabras, pero asentí débilmente y seguí bebiendo el batido. Quería recuperar fuerzas y después continuar con mi faceta de madre con él.

Mientras Salazar dejaba el baso vacío sobre la mesa, acercó el plato del pastel hacia mí. ¡Dios mío, tiene una pinta deliciosa!. Notando cómo él comenzaba a reírse de mí, sin tener el tacto de ocultar el hecho de que era por mi causa, le fruncí el ceño, separándome de él. Quitándole el tenedor de su mano, pinché la tarta con furia y metí un pequeño trozo en mi boca, al mismo tiempo que le dirigía una mirada asesina. ¡Cretino!.

Mientras él sonreía orgulloso al saber que me había enfurecido, estiró sus piernas hacia las mías, golpeando con sus botas insistentemente el lateral de mis pies. Ignorándolo, sonreí hacia el amable hombre que nos atendía, mientras le colocaba ante Salazar un plato enorme de comida, alcé mis cejas con sorpresa.

- ¿Realmente comes tanto?- Como si mis palabras fuesen una broma el hombre de la taberna rió ruidosamente.

- ¡Ah, muchacho, ella todavía no te conoce suficiente! ,¿eh?- le dijo a Salazar mientras le golpeaba sonoramente en la espalda. Mis ojos se abrieron perplejos, al notar cómo el señor Phantomhive se sonrojaba y le sonreía ...¿avergonzado? hacia el tabernero. Con una sonrisa divertida miré como Phantomhive no sabía qué decir. - Cuídala, es una bonita mujer, ¡sí señor!.

¡Oh Dios Mío!, completamente abochornada, escuché la risa de Phantomhive, mientras le respondía al tabernero, que me diera otra porción de tarta, porque estaba demasiado delgada para su gusto. Entrecerré los ojos hacia ambos, mientras el tabernero volvía a la cocina a buscar más pastel.

- No sabía, querido, que necesitara engordar, para... gustarte- Casi escupí la última palabra. [color=#54def0]¡Menudo patán![/color]. No sólo fingía que estábamos juntos, sino que le decía que era "demasiado delgada".

Sacudiendo su cabeza para despejarse decidió aprovechar la ausencia del tabernero para susurrarle:

- Poco importa cuanto sepa de ti. Os recuerdo que ya estoy en la lista de sospechosos de tres inquisidores, mi relación o no contigo no empeorará las cosas.- Lanzándole una mirada divertida le dije: Además, ¿qué más podría hacerme sospechosa, si aparte de saber que comes por tres personas, conozco tu futuro y pasado?.

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¿Casi muero en manos de inquisidores y tú vas a un burdel? (Priv. Salazar Phantonvhile) Empty Re: ¿Casi muero en manos de inquisidores y tú vas a un burdel? (Priv. Salazar Phantonvhile)

Mensaje por Salazar Phantomhive Miér Nov 14, 2012 3:26 pm

Acerqué el delicioso dulce a ella. Tenía buena pinta. Contemplé el rostrod e Ruslana y no pude evitar reír. Parecía una niña chica ante algo grandioso. Pero el recuerdo de los largos días y días de ayuno aún estaba cerca. Seguramente yo también había mirado la comida así. Pero aparté mis ojos de ella cuando esuché llegar a Piere. Alcé mi vista ante el gran plato de comida y entonces me di cuenta de que tenía hambre. Entre el acto sexual y después los momentos tan intenso que había vivido hace menos de media hora me había dejado con mucha hambre. Esuché las palabras de sorpresa de Ruslana y después al cocinero.

Solté una carcajada.- ¡Anda!- le devolví el golpe en el hombro que él me había dado- ¡Trae otro trozo de tarta que aún está demasiado delgada para mi gusto!- Miré como aquel hombre se iba. Hoy sí le pagaría. Me había sobrado algo de dinero. Me hubiera gustado pagarle todo lo que debía pero sabía que no me lo aceptaría. Escuché las palabras de Ruslana. Cogí la cuchara em había puesto lo que parecía ser las sobras del estofado de ese día. Pero seguro que estaba iguald e bueno. Moví mi comida distraidamente.- Sí, eres demasiado essbelta. Prefiero las mujeres con más curvas.- me encogí de hombros y tomé la primera cucharada.

-Cierto, te dejé a varios en tu casa ¿no?- dije burlón.- Y también es verdad que sabes demasiado sobre mí.- Me giré para mirarla.- Te recomendaría que no fueras diciendo las cosas por ahí. Me imagino que con todas las cosas que ves habrás aprendido a ser discreta. Pero yo me he pasado trece años a la sombra de esta ciudad y preferiría seguir siendo una sombra más hasta que llegue el momento ¿de acuerdo?- mi voz era cordiañ aunque tenía un eje amenazador.- Dime una cosa, ¿qué es exactamente lo que viste de mi pasado? Porque si es así me extraña que no vieran a ese monje. ¿O solo viste los asesinatos?- mi voz era baja para que el cocinero no esuchara nada. No quería alarmarlo con asesinatos y viones.

Seguí comiendo tranquilamente.- Por cierto, ¿qué paso con esos inquisidores? Los que dejé en tu casa. ¿Se fueron? Sabes que puedo hacer ese trabajo que no me dejaste terminar cuando quieras. Por cierto, - le tendí mi mano- El futuro cambia según mis decisiones. Y uno de mis planes depende bastante de si tengo que matar o no y como te has empeñado en que no lo haga...¿acaso el hijo que tendré con esa supuesta dama nacerá muerto?- ahora hablaba como si estuvieramos en medio de un importante negocio.
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