AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
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Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
No le agradaba mucho la idea de tener huéspedes en casa, por lo general prefería que su santuario se mantuviera puro de humores ajenos, y de huellas que no fueran suyas. Los empleados no entraban en esta categoría, por supuesto, y consideraba que la única ciudadana completamente libre, que podía recorrer cada recoveco, era ella. Casi toda su existencia había sido así y no pretendía cambiarlo. Sus charlas cotidianas se limitaban a dar indicaciones o agradecer por las tareas hechas. Era sólo cuando los negocios lo requerían, que sorteaba la convivencia con otras personas, por lo general en edificios públicos y otras residencias de abolengo; pero esta vez, las circunstancias le habían requerido ser la anfitriona.
La casona de París no era tan grande como su amado castillo en Devonshire, ni tenía tanta servidumbre como aquel, pero para ser una estación de paso en esta etapa de su existencia, era bastante acogedora. Contaba con un jardín frontal muy bien arreglado, que separaba el portón de reja de la entrada, de la puerta principal de la mansión, y había otra área verde, un poco más práctica, en la parte posterior. Ese segundo patio, más privado, era ocupado en su mayoría por una zona llana, que servía de área de entrenamiento para esgrima y otras formas de combate, al borde del cual también habían unas "modestas" caballerizas. Aunque no era algo que Marion Vaughn soliera divulgar, tal vez no sería tan bien visto para una dama de París, pero, ella era inglesa y se había educado en contextos difíciles, siempre lidiando. No renunciaría a ello y por ende su mayor negocio se centraba alrededor de las batallas.
Recientemente un cargamento de espadas de todo tipo, así como dagas, y alguna que otra arma de fuego, había llegado desde la Isla del norte, y las mantenía sólo en espera de su potencial comprador, un señor Morel, a quien había conocido hacía algún tiempo, aunque no podía decir que hubiese tenido mucho trato con él. Así que cuando surgió la circunstancia de hacer un buen negocio, la oportunidad de un acercamiento se hizo factible.
Por obvias razones la cita se fijó al caer la noche, con la intención de que la inglesa no solamente hablase de costos y garantías, sino que, como era su costumbre y gusto, pudiera también hacer una demostración personal de la excelente calidad de su mercancía. De tal modo, en lugar de ataviarse con el vestido más pomposo, optó por un ligero y cómodo atuendo que constaba de un pantalón marrón de jockey, junto con una blusa blanca de corte femenino, con holanes al borde del escote y algunos otros en el extremo de las mangas, mismas que se ceñían a sus muñecas con practicidad. El largo cabello por su parte, lo recogió en un tocado alto que no dejaba colgar más que un par de rizos a los lados, para verse elegante a pesar de todo.
―Pierre ―bajó apresurada de la alcoba principal, emocionada ante una nueva oportunidad de ejercitar, además de negociar―. El carro debe arribar en cualquier momento.
El mayordomo asintió y caminó detrás de ella por un corredor, en vista de que la mujer no se detuvo para hablar.
―Madame, no se preocupe. Todo se encuentra en orden.
―Bien, estaré esperando en el salón. Por cierto ―se detuvo y giró hacia él―. ¿Las habitaciones?
―Sí madame, acondicionadas para…
―Perfecto ―interrumpió y regresó al camino.
Ciertamente que en muchas ocasiones Marion podía oírse impositiva, dura, incluso cruel; pero la servidumbre entera ya conocía su modo de ser y la mayor parte del tiempo no se sorprendía por lo que dijera, excepto cuando…
―Si es el caso, me harás el honor de ser mi pareja ―su tono fue radiante.
La sorpresa venía cuando mostraba tanto ánimo. Ella no se había puesto a pensar en el por qué, pero algo en su interior le decía, que esta venta, le traería una situación muy grata para recordar.
La casona de París no era tan grande como su amado castillo en Devonshire, ni tenía tanta servidumbre como aquel, pero para ser una estación de paso en esta etapa de su existencia, era bastante acogedora. Contaba con un jardín frontal muy bien arreglado, que separaba el portón de reja de la entrada, de la puerta principal de la mansión, y había otra área verde, un poco más práctica, en la parte posterior. Ese segundo patio, más privado, era ocupado en su mayoría por una zona llana, que servía de área de entrenamiento para esgrima y otras formas de combate, al borde del cual también habían unas "modestas" caballerizas. Aunque no era algo que Marion Vaughn soliera divulgar, tal vez no sería tan bien visto para una dama de París, pero, ella era inglesa y se había educado en contextos difíciles, siempre lidiando. No renunciaría a ello y por ende su mayor negocio se centraba alrededor de las batallas.
Recientemente un cargamento de espadas de todo tipo, así como dagas, y alguna que otra arma de fuego, había llegado desde la Isla del norte, y las mantenía sólo en espera de su potencial comprador, un señor Morel, a quien había conocido hacía algún tiempo, aunque no podía decir que hubiese tenido mucho trato con él. Así que cuando surgió la circunstancia de hacer un buen negocio, la oportunidad de un acercamiento se hizo factible.
Por obvias razones la cita se fijó al caer la noche, con la intención de que la inglesa no solamente hablase de costos y garantías, sino que, como era su costumbre y gusto, pudiera también hacer una demostración personal de la excelente calidad de su mercancía. De tal modo, en lugar de ataviarse con el vestido más pomposo, optó por un ligero y cómodo atuendo que constaba de un pantalón marrón de jockey, junto con una blusa blanca de corte femenino, con holanes al borde del escote y algunos otros en el extremo de las mangas, mismas que se ceñían a sus muñecas con practicidad. El largo cabello por su parte, lo recogió en un tocado alto que no dejaba colgar más que un par de rizos a los lados, para verse elegante a pesar de todo.
―Pierre ―bajó apresurada de la alcoba principal, emocionada ante una nueva oportunidad de ejercitar, además de negociar―. El carro debe arribar en cualquier momento.
El mayordomo asintió y caminó detrás de ella por un corredor, en vista de que la mujer no se detuvo para hablar.
―Madame, no se preocupe. Todo se encuentra en orden.
―Bien, estaré esperando en el salón. Por cierto ―se detuvo y giró hacia él―. ¿Las habitaciones?
―Sí madame, acondicionadas para…
―Perfecto ―interrumpió y regresó al camino.
Ciertamente que en muchas ocasiones Marion podía oírse impositiva, dura, incluso cruel; pero la servidumbre entera ya conocía su modo de ser y la mayor parte del tiempo no se sorprendía por lo que dijera, excepto cuando…
―Si es el caso, me harás el honor de ser mi pareja ―su tono fue radiante.
La sorpresa venía cuando mostraba tanto ánimo. Ella no se había puesto a pensar en el por qué, pero algo en su interior le decía, que esta venta, le traería una situación muy grata para recordar.
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 15/07/2012
Edad : 39
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Re: Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
Aun cuando lo que más se detesta es lo que siempre te toca hacer, pues bien este era el caso, sabiendo su hermano mayor Santhiago que a Xaziel no le agradaba involucrarse con Vampiros a menos que sea el caso y cuya reunión este su hermano, pues le era de menos encontrarse con uno, pero esta vez por motivos de fuerza mayor su hermano no pudo acudir debido a ciertos detalles que habían que atar con respecto a su clan. Así que esta noche lo demás le tocaba a ella pues Paris estaba en sus manos ya.
Si el podre es gloria para los Morel la gloria es su poder, pues no hay mayor que este cuando lo tomas tu propio rumbo de vida y lo llevas a la grandeza, así lo demostró siempre la familia, por lo que el propósito de la reunió era cierto trafico de armas que tenía cierta mujer y que en base a ellos, los Morel sabrían si debían comprar o asociarse, o quizás solo dar de pasada y hacer de cuenta que no es nada más que otra nocturna.
Cuando la noche era más que fría y sin rastro de la luna llena o la luna roja tan ansiada, se dejó salír de su habitación con un vestido azul hermoso sencillo pero a la vez ostentoso algo que buscaba ella con la comodidad y elegancia ante todo, por ello debajo de su falda en vez de llevar el liguero correspondiente llevó puesta el pantalón con el que suele practicar con sus hermanos la equitación esgrima-combate por ende los pliegos de la falda cubrían, si tenía que hacer demostración de la “supuesta adquisición” que mejor que ella para hacerlo y que mejor con la comodidad no del vestido sino de una falda que se despliega quedando una blusa ceñida y un pantalón con unos zapatos tipo bailarina, zapatos que le resultaban más que agradables prácticos.
En carruaje llegó sin dejar de mirar cada lugar que recorría este, aun cuando llegó André su fiel sirviente tocó la puerta anunciando la llegada de la Señorita, su mirada se centró de inmediato en la puerta, como estaba diseñada, incluso los ventanales, por fuera miraba como fueron elaborados y como abrirlos en cuestiones de segundos...su habilidad la estrategia y el análisis de batalla…heredado de los Morel además de su poca emoción y casi frialdad pero a la vez con una mirada pura y benevolente. Si se es juez en la casa del diablo se debe ser de corazón puro.
Se adentra en la casa mirando con disimulo y casi con un barrido de su vista, cada rincón de aquella mansión, cada cuadro, candelabro, mueble, etc., todo con la sola posibilidad de conocer el nuevo terreno de batalla y sobre todo para hacerse una idea de la dueña de dicho lugar que por segundos solo hacía que Xaziel deseará estar en otro lugar y con otras compañías.
El mayordomo le indica donde estaba la Señora de la Casa y solo con una venia de su cabeza se dirige hacia ella, sin un gesto en su rostro con gélidas indiferencia…como si una reacción o emoción no fuera existente y lo era pues no era parte de ella y mucho menos era de irse por las ramas siempre directa siempre franca…¿virtud o defecto?
Vislumbra a la mujer y carraspea un poco para presentarse, una presentación fría y quizás un tanto descortés que le pude significar un roce comercial muy grande, o quizás solo el interés ávido de ambas partes, pues al ser de diferentes índoles de raza no podrían esperar menos de cada una.
-Buonanotte Signorina, usted y yo sabemos el motivo de mi arribo, así que evitemos los tratos las pomposidades y los incomodos salutaciones vayamos directo a lo que nos ha llevado a este encuentro, que es lo único que nos podría juntar a usted y a mí-
Sentencia la joven loba realizando una venia con su rostro, sus ojos se toparon con los ojos de la Vampiresa sin despegarse de ellos, como si buscara penetrar en su mente o al menos desquiciarla un poco.
Pocos sostienen la mirada a un lobo y menos a una mujer tan indiferente y gélida pero con el toque de cortesía (oculta) y benevolencia además de la serenidad que esboza sus delicados pero seguras expresiones corporales y faciales.
El mayordomo interrumpe la mirada preguntando si deseaba algo de beber…
-De ser posible una copa de vino tinto y para su ama, no creo que esa pregunta la tolere o ¿sí?- pregunta mirando a la mujer con una ligera casi imperceptible rastro de una sonrisa que se vislumbra de lado.
Si el podre es gloria para los Morel la gloria es su poder, pues no hay mayor que este cuando lo tomas tu propio rumbo de vida y lo llevas a la grandeza, así lo demostró siempre la familia, por lo que el propósito de la reunió era cierto trafico de armas que tenía cierta mujer y que en base a ellos, los Morel sabrían si debían comprar o asociarse, o quizás solo dar de pasada y hacer de cuenta que no es nada más que otra nocturna.
Cuando la noche era más que fría y sin rastro de la luna llena o la luna roja tan ansiada, se dejó salír de su habitación con un vestido azul hermoso sencillo pero a la vez ostentoso algo que buscaba ella con la comodidad y elegancia ante todo, por ello debajo de su falda en vez de llevar el liguero correspondiente llevó puesta el pantalón con el que suele practicar con sus hermanos la equitación esgrima-combate por ende los pliegos de la falda cubrían, si tenía que hacer demostración de la “supuesta adquisición” que mejor que ella para hacerlo y que mejor con la comodidad no del vestido sino de una falda que se despliega quedando una blusa ceñida y un pantalón con unos zapatos tipo bailarina, zapatos que le resultaban más que agradables prácticos.
En carruaje llegó sin dejar de mirar cada lugar que recorría este, aun cuando llegó André su fiel sirviente tocó la puerta anunciando la llegada de la Señorita, su mirada se centró de inmediato en la puerta, como estaba diseñada, incluso los ventanales, por fuera miraba como fueron elaborados y como abrirlos en cuestiones de segundos...su habilidad la estrategia y el análisis de batalla…heredado de los Morel además de su poca emoción y casi frialdad pero a la vez con una mirada pura y benevolente. Si se es juez en la casa del diablo se debe ser de corazón puro.
Se adentra en la casa mirando con disimulo y casi con un barrido de su vista, cada rincón de aquella mansión, cada cuadro, candelabro, mueble, etc., todo con la sola posibilidad de conocer el nuevo terreno de batalla y sobre todo para hacerse una idea de la dueña de dicho lugar que por segundos solo hacía que Xaziel deseará estar en otro lugar y con otras compañías.
El mayordomo le indica donde estaba la Señora de la Casa y solo con una venia de su cabeza se dirige hacia ella, sin un gesto en su rostro con gélidas indiferencia…como si una reacción o emoción no fuera existente y lo era pues no era parte de ella y mucho menos era de irse por las ramas siempre directa siempre franca…¿virtud o defecto?
Vislumbra a la mujer y carraspea un poco para presentarse, una presentación fría y quizás un tanto descortés que le pude significar un roce comercial muy grande, o quizás solo el interés ávido de ambas partes, pues al ser de diferentes índoles de raza no podrían esperar menos de cada una.
-Buonanotte Signorina, usted y yo sabemos el motivo de mi arribo, así que evitemos los tratos las pomposidades y los incomodos salutaciones vayamos directo a lo que nos ha llevado a este encuentro, que es lo único que nos podría juntar a usted y a mí-
Sentencia la joven loba realizando una venia con su rostro, sus ojos se toparon con los ojos de la Vampiresa sin despegarse de ellos, como si buscara penetrar en su mente o al menos desquiciarla un poco.
Pocos sostienen la mirada a un lobo y menos a una mujer tan indiferente y gélida pero con el toque de cortesía (oculta) y benevolencia además de la serenidad que esboza sus delicados pero seguras expresiones corporales y faciales.
El mayordomo interrumpe la mirada preguntando si deseaba algo de beber…
-De ser posible una copa de vino tinto y para su ama, no creo que esa pregunta la tolere o ¿sí?- pregunta mirando a la mujer con una ligera casi imperceptible rastro de una sonrisa que se vislumbra de lado.
Xaziel Morel- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/09/2011
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Re: Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
El salón donde la mujer esperaba, no era otro que la biblioteca de la casa, puesto que era uno con la mejor vista hacia el patio trasero. Su enorme ventanal ocupaba toda la pared posterior, mientras que los lados eran abarcados por altos libreros, repletos de libros en cada repisa. Un escritorio y algunos muebles, así como unos cuantos adornos en lugares clave, hacían el resto de la escena.
Un golpe a la puerta le hizo dejar la lectura que sostenía, sentada plácidamente y con la pierna cruzada, en uno de los sillones destinados a la visitas; así que dio la señal para pasar. La puerta se abrió y no escuchó lo que Pierre argumentó, mientras se ponía de pie ante la sorpresa de ver a la mujer que lo acompañaba. El color del vestido remarcaba el estatus, y el encendido cabello… el carácter… corroborado en aquella fluida y atrevida presentación. Marion sonrió con una sola de sus comisuras ante ello y, lejos de dar una respuesta como la merecería algún otro sujeto, le sostuvo la mirada a la visitante y endulzó el gesto de un modo entre genuino y sarcástico.
El mayordomo, quien había quedado unos pasos atrás, incluso pareció tensarse y prepararse a una pronta despedida, hasta que encontró la vista de su Señora, quien lo buscó por fin para indicarle seguir adelante con las formalidades, así que éste ofreció la bebida.
―Marion ―pronunció suave, para reemplazar el título de “ama”―. Y su petición me parece una excelente opción ―miró a Pierre sólo un momento, delegándole sus conocidas tareas―. Cabernet Sauvignon ―luego puso su total atención en la otra mujer―. Ahora, me fascinaría “ir directo al trato” ―usó el tono que empleara la pelirroja al llegar―, pero temo que no tengo en claro cuál de ellos ha de ser ―estaba jugando con la situación―. Si es el que marca mi agenda con el Señor Morel, lamento decir que no recuerdo que el Señor Morel fuese una dama. ¿Será este un error?
Suponía que debía tratarse de una representante, pero tampoco quería arriesgar un buen negocio, en caso de tratarse de una infiltración con fines villanos.
En ese momento pareció recordar lo que su mayordomo dijo al llegar y, sin fingir, trató de retomar el dato sin equivocarse.
―¿Xaziel? ―dio espacio para un comentario y prosiguió―. No fui informada de que recibiría la visita de la hermana de Santhiago. ¿Él se encuentra bien? ―fuera del interés por la salud del vampiro, quería estar al tanto de lo que estaba ocurriendo de manera global.
No es que hubiese ignorado las primeras palabras de la mujer, sabía que alargar la charla tal vez alimentaría su intolerancia, pero Marion no temía un ápice su molestia, y no por subestimarla, al contrario, adoraba las confrontaciones sagaces. Éstas solían ser excelentes alicientes para las batallas reales.
―Madame ―Pierre se acercó a Xaziel, ofreciéndole la solicitada copa, para luego ir hacia donde estaba su empleadora y hacer lo mismo.
Marion levantó el caliz y sonrió complacida al tiempo que hacia un ademán de brindis hacia la otra. Dio un sorbo y lo degustó paciente, con los ojos cerrados, como si se hubiese olvidado de que estaba acompañada. Pero en todo ese tiempo, y aunque lo pareciera, no se olvidó de ofrecer un asiento, lo resolvió así dada la poco usual presentación; por eso mismo, ella tampoco se vio incomoda de permanecer en pie.
Con el vino consumido a la mitad, caminó lentamente hacia la dama, mirándole con interés, y al estar cerca de ella dejó su copa sobre una mesita redonda de una sola pata, que casualmente había quedado al lado.
―Supondré que todo está en orden ―hizo una seña con la mano hacia el mozo y éste asintió, para luego apresurarse a salir de la sala, dejando a las mujeres a solas―. La mercancía estará aquí de un momento a otro. ¿Desearás acreditarla? ―la pregunta llevó un dejo de duda, e incredulidad incluso, de que esta compradora supiera avalorarla y aún más, probarla.
Un golpe a la puerta le hizo dejar la lectura que sostenía, sentada plácidamente y con la pierna cruzada, en uno de los sillones destinados a la visitas; así que dio la señal para pasar. La puerta se abrió y no escuchó lo que Pierre argumentó, mientras se ponía de pie ante la sorpresa de ver a la mujer que lo acompañaba. El color del vestido remarcaba el estatus, y el encendido cabello… el carácter… corroborado en aquella fluida y atrevida presentación. Marion sonrió con una sola de sus comisuras ante ello y, lejos de dar una respuesta como la merecería algún otro sujeto, le sostuvo la mirada a la visitante y endulzó el gesto de un modo entre genuino y sarcástico.
El mayordomo, quien había quedado unos pasos atrás, incluso pareció tensarse y prepararse a una pronta despedida, hasta que encontró la vista de su Señora, quien lo buscó por fin para indicarle seguir adelante con las formalidades, así que éste ofreció la bebida.
―Marion ―pronunció suave, para reemplazar el título de “ama”―. Y su petición me parece una excelente opción ―miró a Pierre sólo un momento, delegándole sus conocidas tareas―. Cabernet Sauvignon ―luego puso su total atención en la otra mujer―. Ahora, me fascinaría “ir directo al trato” ―usó el tono que empleara la pelirroja al llegar―, pero temo que no tengo en claro cuál de ellos ha de ser ―estaba jugando con la situación―. Si es el que marca mi agenda con el Señor Morel, lamento decir que no recuerdo que el Señor Morel fuese una dama. ¿Será este un error?
Suponía que debía tratarse de una representante, pero tampoco quería arriesgar un buen negocio, en caso de tratarse de una infiltración con fines villanos.
En ese momento pareció recordar lo que su mayordomo dijo al llegar y, sin fingir, trató de retomar el dato sin equivocarse.
―¿Xaziel? ―dio espacio para un comentario y prosiguió―. No fui informada de que recibiría la visita de la hermana de Santhiago. ¿Él se encuentra bien? ―fuera del interés por la salud del vampiro, quería estar al tanto de lo que estaba ocurriendo de manera global.
No es que hubiese ignorado las primeras palabras de la mujer, sabía que alargar la charla tal vez alimentaría su intolerancia, pero Marion no temía un ápice su molestia, y no por subestimarla, al contrario, adoraba las confrontaciones sagaces. Éstas solían ser excelentes alicientes para las batallas reales.
―Madame ―Pierre se acercó a Xaziel, ofreciéndole la solicitada copa, para luego ir hacia donde estaba su empleadora y hacer lo mismo.
Marion levantó el caliz y sonrió complacida al tiempo que hacia un ademán de brindis hacia la otra. Dio un sorbo y lo degustó paciente, con los ojos cerrados, como si se hubiese olvidado de que estaba acompañada. Pero en todo ese tiempo, y aunque lo pareciera, no se olvidó de ofrecer un asiento, lo resolvió así dada la poco usual presentación; por eso mismo, ella tampoco se vio incomoda de permanecer en pie.
Con el vino consumido a la mitad, caminó lentamente hacia la dama, mirándole con interés, y al estar cerca de ella dejó su copa sobre una mesita redonda de una sola pata, que casualmente había quedado al lado.
―Supondré que todo está en orden ―hizo una seña con la mano hacia el mozo y éste asintió, para luego apresurarse a salir de la sala, dejando a las mujeres a solas―. La mercancía estará aquí de un momento a otro. ¿Desearás acreditarla? ―la pregunta llevó un dejo de duda, e incredulidad incluso, de que esta compradora supiera avalorarla y aún más, probarla.
- Off rol:
- Buen día.
Me tomé la libertad de asumir algunas cosas, espero no te sea inoportuno. Pero si deseas que edite alguna parte, sólo dímelo y así lo haré.
Hasta pronto.
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 15/07/2012
Edad : 39
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Re: Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
Aun entre la cálida sonrisa de la joven vampiresa, la loba medio sonrió como un gesto de indiferencia tomando entre sus cálidos dedos la copa con el vino percibiendo su aroma de añejamiento cerrando los ojos par que las palabras que deseaba decir fueran bien elaboradas y escuchadas con exactitud de emisión.
Con una ligera reverencia tomó un poco el contenido de la copa –Error?, no no, el signore Morel no admite errores, como otros, y por lo que a él le compete en estos tratos soy mejor negociante con vampiros que lo es él, aunque sea un semejante, suele caer en las confusiones de sus acciones por medio de acciones placenteras- sonríe pues a su hermano siempre se lo encaraba por tener siempre alguna forma de galantería y juegos pecaminosos con las presas y con los futuros socios, poniendo en riesgo ya sean sus negocios como su clan.
-Pero en fin, no creo que antes haya sido yo un hombre y ahora me haya tenido un cambio a mujer- ríe con sarcasmos pues aun dentro de la indiferencia y practica apatía que a cualquiera sacaría de quicio…se quedó firme junto a aquella mesa observando de refilón todo a su alrededor, no le gustaba a aquella loba las sorpresas y menos si venían de vampiros que no conocía con anterioridad, aunque conocía de ella, pues su hermano tenía la manía de investigar a todos sus futuros socios, vida pasión y muerte por lo que quien terminaba con aquellos folders era ella, dándose buena cuenta de quienes rodeaba a su familia, así que con una ligera sonrisa dibujada en sus labios rojos prosiguió –Le signore Morel se encuentra bien, lamentablemente estas ultimas noches ha tenido muchos negocios y contratiempos en mano, por lo que me ha pedido que me encargue de los negocios mientras él se encarga de otra cosa a la que también debo responder, pero más adelante, si todo sale como se espera y planea-
Dejó la copa junto a al copa de la joven sin bajar la mirada ni cambiar, sus ojos quedaron con los de ella en una toque un tanto frígido de la loba que aun siendo frígida para todos mostraba un calor pasional con quienes la conocían de verdad. –Perfecto, y por supuesto que me gustaría acreditarla, para eso estoy aquí y por ello me ha enviado mi hermano, para dar cuenta de lo que se adquiere y exporta, saber su estado, peso, y condición, no nos gusta jugar con los negocios Signorina Marion- entre una sonrisa sarcástica y gélida volvió a tomar su copa bebiendo el contenido de esta en un solo trago.
-Espero no tenga inconveniente en que desee probar los que me ofrece Signorina, claro si puede contra mi- sonríe dejando la copa con una media sonrisa.
Con una ligera reverencia tomó un poco el contenido de la copa –Error?, no no, el signore Morel no admite errores, como otros, y por lo que a él le compete en estos tratos soy mejor negociante con vampiros que lo es él, aunque sea un semejante, suele caer en las confusiones de sus acciones por medio de acciones placenteras- sonríe pues a su hermano siempre se lo encaraba por tener siempre alguna forma de galantería y juegos pecaminosos con las presas y con los futuros socios, poniendo en riesgo ya sean sus negocios como su clan.
-Pero en fin, no creo que antes haya sido yo un hombre y ahora me haya tenido un cambio a mujer- ríe con sarcasmos pues aun dentro de la indiferencia y practica apatía que a cualquiera sacaría de quicio…se quedó firme junto a aquella mesa observando de refilón todo a su alrededor, no le gustaba a aquella loba las sorpresas y menos si venían de vampiros que no conocía con anterioridad, aunque conocía de ella, pues su hermano tenía la manía de investigar a todos sus futuros socios, vida pasión y muerte por lo que quien terminaba con aquellos folders era ella, dándose buena cuenta de quienes rodeaba a su familia, así que con una ligera sonrisa dibujada en sus labios rojos prosiguió –Le signore Morel se encuentra bien, lamentablemente estas ultimas noches ha tenido muchos negocios y contratiempos en mano, por lo que me ha pedido que me encargue de los negocios mientras él se encarga de otra cosa a la que también debo responder, pero más adelante, si todo sale como se espera y planea-
Dejó la copa junto a al copa de la joven sin bajar la mirada ni cambiar, sus ojos quedaron con los de ella en una toque un tanto frígido de la loba que aun siendo frígida para todos mostraba un calor pasional con quienes la conocían de verdad. –Perfecto, y por supuesto que me gustaría acreditarla, para eso estoy aquí y por ello me ha enviado mi hermano, para dar cuenta de lo que se adquiere y exporta, saber su estado, peso, y condición, no nos gusta jugar con los negocios Signorina Marion- entre una sonrisa sarcástica y gélida volvió a tomar su copa bebiendo el contenido de esta en un solo trago.
-Espero no tenga inconveniente en que desee probar los que me ofrece Signorina, claro si puede contra mi- sonríe dejando la copa con una media sonrisa.
Xaziel Morel- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 166
Fecha de inscripción : 03/09/2011
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Re: Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
La noble se mantuvo erguida delante de la otra mujer, escuchando muy atentamente cuáles eran las especificaciones que evaluaría en la mercancía. Eso era normal, pero lo que Marion no acababa de ver normal era que un hombre como el hermano de la presente, dedicado a un comercio mucho más elegante y “delicado” que las armas, hubiera recurrido a ella para esta compra. No imaginaba entonces que una dama como quien estaba ante ella, estuviera tan dispuesta de empuñar un florete, o menos aún, un mandoble.
Estaba por sonreír a tan curiosas ideas, cuando el reto que escuchó hizo de esa sonrisa un gesto mordaz en su rostro. Asintió tras hacer la mueca y retrocedió un poco para dar espacio, mientras extendía un brazo, señalando el camino hacia el ventanal, donde se erigía una disimulada puerta al patio trasero.
―Será un honor comprobarlo ―dio unos pasos en esa dirección y luego giró, mirando a la otra con cierta curiosidad―. Pero… las prendas… tal vez no sean las más adecuadas para ello ―se refería al vestido de su visita―. ¿Desea que le facilite una muda? No sería loable que el atuendo fuese la causa de una mala partida ―era un sarcasmo directo a la habilidad de la mujer pelirroja, en vista de que la inglesa dudaba de ella.
Caminó luego hacia la puerta por donde se fuera su servidumbre y asomó por ella sólo un poco, para hablar a quien encontró del otro lado.
―Lleva el cargamento a La Arena ―como ella le llamaba al área de entrenamientos. Hizo una pausa y miró a Xaziel un instante antes de agregar―: Y darle privacidad a la señorita Morel.
Al terminar las indicaciones se volvió a acercar a su invitada y asintió cortésmente.
―La veré con gusto del otro lado del muro ―fijó el frío color de sus ojos en los adversos y dedicó su más cortés y confiada sonrisa, antes de virarse y dirigirse a la salida por aquella puerta de cristal.
Dejó atrás a la otra dama y en su camino por el exterior fue mentalizándose para un encuentro, ciñendo bien su cinturón y demás ropa, pues aunque dudase de su rival de pruebas, sabía que nunca debía confiarse ante nadie.
―Sebastian ―habló al paje que se encontró con ella en el centro de la gran zona arenosa, pero llana, donde éste comenzó a desplegar una mesa, sobre la cual otro sirviente comenzaría a acomodar los artículos discutidos―. Mis guantes.
El joven dejó lo que traía en las manos, asegurándose de que no cayera a tierra, y entonces metió la mano en el bolsillo de su saco, de donde extrajo un par de finos guantes negros de piel, que ofreció a su Señora.
Marion los tomó sin reparar mucho en el gesto atento de él y se colocó las prendas, mirando a un punto incierto en la lejanía, mientras todo era acomodado y llegaba a reunirse con la… “Signorina Xaziel”, repitió mentalmente el término y el acento que escuchó poco antes. Después de todo, a pesar del reto, o tal vez debido al mismo, el cual se hizo notar desde el arribo de la mencionada Señora, a Marion le agradaba la estampa de aquella mujer.
Estaba por sonreír a tan curiosas ideas, cuando el reto que escuchó hizo de esa sonrisa un gesto mordaz en su rostro. Asintió tras hacer la mueca y retrocedió un poco para dar espacio, mientras extendía un brazo, señalando el camino hacia el ventanal, donde se erigía una disimulada puerta al patio trasero.
―Será un honor comprobarlo ―dio unos pasos en esa dirección y luego giró, mirando a la otra con cierta curiosidad―. Pero… las prendas… tal vez no sean las más adecuadas para ello ―se refería al vestido de su visita―. ¿Desea que le facilite una muda? No sería loable que el atuendo fuese la causa de una mala partida ―era un sarcasmo directo a la habilidad de la mujer pelirroja, en vista de que la inglesa dudaba de ella.
Caminó luego hacia la puerta por donde se fuera su servidumbre y asomó por ella sólo un poco, para hablar a quien encontró del otro lado.
―Lleva el cargamento a La Arena ―como ella le llamaba al área de entrenamientos. Hizo una pausa y miró a Xaziel un instante antes de agregar―: Y darle privacidad a la señorita Morel.
Al terminar las indicaciones se volvió a acercar a su invitada y asintió cortésmente.
―La veré con gusto del otro lado del muro ―fijó el frío color de sus ojos en los adversos y dedicó su más cortés y confiada sonrisa, antes de virarse y dirigirse a la salida por aquella puerta de cristal.
Dejó atrás a la otra dama y en su camino por el exterior fue mentalizándose para un encuentro, ciñendo bien su cinturón y demás ropa, pues aunque dudase de su rival de pruebas, sabía que nunca debía confiarse ante nadie.
―Sebastian ―habló al paje que se encontró con ella en el centro de la gran zona arenosa, pero llana, donde éste comenzó a desplegar una mesa, sobre la cual otro sirviente comenzaría a acomodar los artículos discutidos―. Mis guantes.
El joven dejó lo que traía en las manos, asegurándose de que no cayera a tierra, y entonces metió la mano en el bolsillo de su saco, de donde extrajo un par de finos guantes negros de piel, que ofreció a su Señora.
Marion los tomó sin reparar mucho en el gesto atento de él y se colocó las prendas, mirando a un punto incierto en la lejanía, mientras todo era acomodado y llegaba a reunirse con la… “Signorina Xaziel”, repitió mentalmente el término y el acento que escuchó poco antes. Después de todo, a pesar del reto, o tal vez debido al mismo, el cual se hizo notar desde el arribo de la mencionada Señora, a Marion le agradaba la estampa de aquella mujer.
Marion Vaughn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 15/07/2012
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Re: Bordes teñidos de carmín {Xaziel}
Con semblante de incrédulo asombro miró a la joven obligándola a trazar en su s labios una fina línea que se asemeja a una sonrisa, pero más bien esa solo unos labios curvados llenos de… ¿De qué?...no hay nada, solo sombras, sombras de algo cálido que en muchos suele estar pero en la pelirroja no es común al menos no cuando se trata de negocios, por no decir que solo en el ambiente familiar suele dejar su taciturnidad.
Aun así miró a la joven y recordó las palabras de su hermano Santhiago “No olvides a lo que vas, negocios” eso le hacía un eco en su memoria haciendo crear una mueca cuando la joven hablaba porque le sonaba a su hermano cuando practicaban en los jardines de su mansión…e incluso dentro de la misma, aquello le produjo que en sus labios se dibujara una curvada sonrisa ante el recuerdo de un entrenamiento con su hermano en donde varios jarrones salieron siendo pedazos, claro con la ventaja de las no usar habilidades, lo que le hizo decirlas no solo en su mente sino en voz alta –Una prueba sin habilidades de por medio, más que solo la habilidad de la mano-
Quizás eso podría molestar a la vampira pero la mirada azul de la loba no mostraba remordimiento alguno, al contrario mostraron un brillo ante esas palabras sarcásticas y un tanto groseras…lo que le hizo ladear la cabeza mientras su mirada se concentraba en el cielo sin estrellas y sin luna que auguraba una noche con precipitaciones lluviosas algo que no le agradaba pues lo que menos le gustaba era estar empapada…dejó de escuchar a la mujer mientras le daba la espalda, sonriendo mientras solo mantenía para si misma sus pensamientos
-Grazie Signorina- solo eso pudo decir cuando aquella mujer salió y le dejó a solas para “cambiarse” lo que no sabía es no era vestido sino una falda unida a una blusa elegante la cual se podía prescindir y debajo de esa falda lleva un pantalón ajustado que se media a las zapatillas descalzas que usaba de tono negro igual que el pantalón…de la blusa el arrancó los arandeles de los brazos y comenzó a tronarse los huesos del cuello, hombros, brazos, columna, pies y sus dedos…todo eso con una sonrisa de satisfacción pues era la segunda vez que se enfrentaba a alguien a parte de su familia y eso le provocaba un éxtasis único pues era una fuera nueva y no medida lo que le haría tener sus sentidos más agudos que de costumbre llevando al límite su mente, su cuerpo y su “alma” si es que tenía una aquel tempano de hielo.
La puerta se abrió y entró el empleado de la joven que miró a la loba atónito sin saber de donde se ha pillado la ropa, pues el tenía una muda en sus manos la loba le dedico una mirada que lo habría congelado por completo lo que le hizo al hombre estar contra la pared del estudio… -No se preocupe, no me gusta dar problemas y como mujer de negocio siempre estoy preparada, solo le pediré que me lleve al lugar de entrenamiento para probar las armas eso es todo…- espetó mientras tomaba la falda en sus manos y la doblaba lentamente
-Y bien- miró al hombre que no sabía que hacer hasta que después de unos segundos reacciona y le indica el camino temblando…la pelirroja le sigue con pasos contados y con sus ojos cerrados repiqueteando los dedos en su muslo
Al llegar mira a la vampira alistándose con una espada…Xaziel le dedica una media sonrisa con una venia y luego se dirige al empleado al que entrega su falda, toma entre sus dedos de uñas largas aquel fuego de su cabello tomando en una coleta para evitar que sea un factor de distracción, una vez recogido el cabello se acerca a donde están las espaldas mirándolas y sobre todo analizando a cada una
-Será a tipo esgrima o libre…como prefiere que sea esta prueba Signorina Vaughn, a mi me da igual sea cual sea, me da lo mismo- sentencia fríamente mientras pasa sus dedos por una de las espadas mirando el jardín de práctica, los rosales, los árboles y sobre todo el pasto algo que siempre le llamaba a relajarse más, mira a lo joven luego y le sonríe –Lo digo para saber que tipo de arma usar para defensa y ataque- ahora si esboza una sonrisa aunque quien no la conoce podría decir que era una sonrisa tétrica pero lo cierto era que su sonrisa de emoción…
Nadie creería que aquella mujer estaría tan contenta de tener una arma en mano
Aun así miró a la joven y recordó las palabras de su hermano Santhiago “No olvides a lo que vas, negocios” eso le hacía un eco en su memoria haciendo crear una mueca cuando la joven hablaba porque le sonaba a su hermano cuando practicaban en los jardines de su mansión…e incluso dentro de la misma, aquello le produjo que en sus labios se dibujara una curvada sonrisa ante el recuerdo de un entrenamiento con su hermano en donde varios jarrones salieron siendo pedazos, claro con la ventaja de las no usar habilidades, lo que le hizo decirlas no solo en su mente sino en voz alta –Una prueba sin habilidades de por medio, más que solo la habilidad de la mano-
Quizás eso podría molestar a la vampira pero la mirada azul de la loba no mostraba remordimiento alguno, al contrario mostraron un brillo ante esas palabras sarcásticas y un tanto groseras…lo que le hizo ladear la cabeza mientras su mirada se concentraba en el cielo sin estrellas y sin luna que auguraba una noche con precipitaciones lluviosas algo que no le agradaba pues lo que menos le gustaba era estar empapada…dejó de escuchar a la mujer mientras le daba la espalda, sonriendo mientras solo mantenía para si misma sus pensamientos
-Grazie Signorina- solo eso pudo decir cuando aquella mujer salió y le dejó a solas para “cambiarse” lo que no sabía es no era vestido sino una falda unida a una blusa elegante la cual se podía prescindir y debajo de esa falda lleva un pantalón ajustado que se media a las zapatillas descalzas que usaba de tono negro igual que el pantalón…de la blusa el arrancó los arandeles de los brazos y comenzó a tronarse los huesos del cuello, hombros, brazos, columna, pies y sus dedos…todo eso con una sonrisa de satisfacción pues era la segunda vez que se enfrentaba a alguien a parte de su familia y eso le provocaba un éxtasis único pues era una fuera nueva y no medida lo que le haría tener sus sentidos más agudos que de costumbre llevando al límite su mente, su cuerpo y su “alma” si es que tenía una aquel tempano de hielo.
La puerta se abrió y entró el empleado de la joven que miró a la loba atónito sin saber de donde se ha pillado la ropa, pues el tenía una muda en sus manos la loba le dedico una mirada que lo habría congelado por completo lo que le hizo al hombre estar contra la pared del estudio… -No se preocupe, no me gusta dar problemas y como mujer de negocio siempre estoy preparada, solo le pediré que me lleve al lugar de entrenamiento para probar las armas eso es todo…- espetó mientras tomaba la falda en sus manos y la doblaba lentamente
-Y bien- miró al hombre que no sabía que hacer hasta que después de unos segundos reacciona y le indica el camino temblando…la pelirroja le sigue con pasos contados y con sus ojos cerrados repiqueteando los dedos en su muslo
Al llegar mira a la vampira alistándose con una espada…Xaziel le dedica una media sonrisa con una venia y luego se dirige al empleado al que entrega su falda, toma entre sus dedos de uñas largas aquel fuego de su cabello tomando en una coleta para evitar que sea un factor de distracción, una vez recogido el cabello se acerca a donde están las espaldas mirándolas y sobre todo analizando a cada una
-Será a tipo esgrima o libre…como prefiere que sea esta prueba Signorina Vaughn, a mi me da igual sea cual sea, me da lo mismo- sentencia fríamente mientras pasa sus dedos por una de las espadas mirando el jardín de práctica, los rosales, los árboles y sobre todo el pasto algo que siempre le llamaba a relajarse más, mira a lo joven luego y le sonríe –Lo digo para saber que tipo de arma usar para defensa y ataque- ahora si esboza una sonrisa aunque quien no la conoce podría decir que era una sonrisa tétrica pero lo cierto era que su sonrisa de emoción…
Nadie creería que aquella mujer estaría tan contenta de tener una arma en mano
Xaziel Morel- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/09/2011
Localización : En las sombra
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