Incesto [Privado]

por **Derek Van Wijs** Sáb Nov 03, 2012 11:36 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Incesto

Y la noche cayó bajo un manto de pasional lujuria, buscó los labios de su hermana, sus dientes, con irritante terquedad, un ligero temblor, un breve escalofrío, entrechocaban y su figura fue borrándose, disuelta en la penumbra familiar de un cuarto, su cuarto.

Los sudorosos cuerpos respiraban como uno sólo, sus sábanas de loco vio alzar la desnudez de ella, su húmedo olor, la longitud del tacto. Buscó sin dedos la boca deseada, la carne herida del amor y el delirio, la claridad oscura del pecado, sus ojos y aquellos ojos y algo más. Besó sus labios en sus propios labios y sintió arder la sal de su saliva.

El movimiento constante de ambos, la mujer como aullando en el último espasmo. Con asombro, bajo la luz mortecina de la habitación, aquella lampara testigo del amor prohibido era una cómplice de algo que jamás pudo imaginarse, un estertor sin ruegos y sin llanto. La agonía de contemplar el bochornoso acto sacrílego de ambas posesiones carnales.

Pensamientos profanos el uno del otro, excitaciones imparables olvidando el sentido común, el estereotipo social. Que nada valen entre las sábanas, entre el sonido de la cama que como la cuerda de un piano emite la vibración del amor, la orquesta salida de los labios de ella, de las palabras de él.

Una cópula que sangra los ojos de Dios, lágrimas que condenan las almas. Un llanto opacado por sus gemidos, la negación de su propia sangre. El descuido de dos enamorados, que se ven, se besan... se aman.

Los hermanos amantes...

por **Crystall Van Wijs** Sáb Dic 01, 2012 11:36 pm

Sábado 25 del siglo XVIII
La boda

El día finalmente había llegado, Derek y Crystall no se habían visto en el día, ni siquiera desayunaron juntos como siempre lo hacían.

La mayor parte del tiempo Crystall estuvo encerrada, tomó un baño de una hora y las asistentas le ayudaron a vestirse. Cammille White también estaba en la habitación, había contratado a una excelente estilista que trabajaría en el cabello de Crystall.

Cammille estaba en un rincón, apoyada en las frías paredes blancas, viendo como Crystall era transformada de una joven ilusionada a toda una mujer, bella y esplendorosa. Le hicieron rizos y un chongo, a propósito mechones rebeldes se caían a los costados y con un líquido proporcionaron volumen y brillo al cabello. El maquillaje era sencillo, la tersa y limpia piel no necesitaba ocultar nada, carecía de imperfecciones, sólo resaltaron sus pestañas un poco, le dieron un ligero toque rojo a los labios. La perfumaron y la llevaron al espejo de cuerpo entero.

Crystall se miró, lucía diferente, era como si viera en el espejo a otra mujer. Un nudo se le formó en la garganta,—no se te ocurra llorar— dijo la estilista. Y Crystall sonrió, contuvo el llanto, su corazón latió a un ritmo distinto y los resentimientos que siempre llevaba bien presentes contra la inquisición, por primera ver se marchaban, ahora no miraba tras el espejo a la víctima, a la sucia y violada Crystall, no, veía a una dama de alta sociedad, a una mujer que añoraba pasar su vida con su ser más querido, una novia... Comenzó a tocar el vestido, era un conjunto de dos piezas, esbelto con la falda cónica, los brazos descubiertos, así como los hombros; la segunda pieza era una especie de chaleco transparentado, con tejidos sobre puestos que resaltaban en la transparencia. Cubría parte de los brazos, los hombros y el escote que llegaba a los pechos medianos de Crystall.

—Tome— dijo Line acercándole su ramo de boda, Crystall lo tomó y lo llevó al pecho, tragó saliva, la simple imagen del espejo la conmocionó. –¿Realmente esto está sucediendo?, soy una novia, un verdadera novia y hoy es el día de mí boda– y suspiró, luego pensó en el novio, su hermano y deseo que fuera otra persona, que fuera su príncipe azul, un hombre con el que pudiera tener sexo la noche de bodas. Pero ella así lo había querido, casarse con su hermano.

La luz se filtró por la ventana pues Line al fin había corrido las cortinas beige con adornes en dorado. Los grandes ventanales dejaban ver los jardines casi en su totalidad. Crystall caminó a la luz, a bañarse por los rayos del poderoso sol. Aún se estaban haciendo los preparativos, pero sólo eran detalles.

Miraba de un lado a otro, a las personas que trabajaban, inclusive al padre que ya estaba en el altar frente al arco de boda. —Pronto estaré yo ahí— susurró con la mirada un tanto perdida.

por **Camile Avery** Dom Dic 02, 2012 1:30 am

Crystall lucía muy hermosa y aunque no existía aún alguna orden en contra de Derek su futuro esposo y brujo, Killer Bee sabía que regresaría a dejar viuda a tan gentil, simpática y bella joven.

Desde la pared blanca de linóleo, Killer Bee la miraba, la inquisidora lucía una sonrisa y sin quererlo se imaginó a ella misma en ese exquisito vestido blanco; al percatarse de la fantasía Killer Bee la borró de su mente con un sacudido de cabeza y después hizo una exclamación irónica.

La novia se miraba en el espejo, maravillada por el trabajo que Killer Bee había conseguido para ella. Pensó en el pergamino que la había llevado a investigar a Derek Van Wijs y de nuevo la intriga de ¿acaso lo que espera la inquisición es relacionar a Derek con Doreckmair? Si era eso Killer Bee ya había cumplido su objetivo y sólo tendría que presentar su reporte. Después de todo los Van Wijs según los registros era una familia de brujos.

Entonces a Killer Bee le llegó el remordimiento de dejar a la joven viuda, y es que no se preocupaba en cumplir lo que Ruggero sin orden previa pretendía (matar al mago), no, era el hecho de no haber hecho el reporte inmediatamente se enteró y así matarlo antes de la boda dejando a la novia sin novio. Sintió lastima por ella, pero antes que la felicidad de esa joven estaba la palabra de Dios y al final, estaría salvando a esa joven del castigo divino.

Crystall feliz sostenía su ramo de flores y de pronto Killer Bee entró en conflicto... -¿Y si ella sabe de la naturaleza del brujo?, ¡también está condenada!- y miró a la novia con sospecha, Crystall le dio la espalda y dirigió la mirada a los jardines, cualquiera que fuera la expresión de Crystall esta fuera de la perspectiva física y mental de Killer Bee.

—¡Ha llegado la hora bella novia, será mejor que no demoré al novio que en minutos estará en el altar... por cierto, ¿quién la va entregar... No me ha presentado a su padre?— dijo Killer Bee con ojos astutos.

por **Crystall Van Wijs** Dom Dic 02, 2012 1:49 pm

—¿Mi padre?— susurró Crystall y la felicidad que se anidaba en su corazón comenzó a arder. –¿Qué le iba a decir, quién la iba a entregar?– El sueño que se estaba convirtiendo la boda se trasformaba cada vez más en una pesadilla.

El mundo empezó a achicarse para Crystall, se sentía una indefensa niña, la pequeña que jugaba en las colinas de Amsterdam con Dalma. La fantasma que la acompañó hasta que Ruggero la exorcizo aquel fatídico jueves. Y luego, la joven de veinte años violada una y otra vez por la inquisición española. Quiso llorar pero no quería que Cammille se diera cuenta del dolor que le había causado esa palabra. De los tormentosos recuerdos que invadían su mente.

—Me entregará un amigo de mi hermano... No tengo padre, toda mi familia murió en un accidente y yo fui la única que sobrevivió— respondió Crystall y se dio media vuelta sonriendo de manera forzada a Cammille que le miraba de una forma que Crystall no supo distinguir entre la sospecha o la compasión.

—Bueno no hay que hacer esperar a mi futuro novio— dijo y esta vez con energía y entusiasmo, Cammille le abrió paso y seguida de Line Crystall recorrió el pasillo hasta el rellano, luego fue bajando poco a poco los escalones. Estaba nerviosa, las piernas le temblaban, así como sus brazos y su corazón latía a un ritmo acelerado. Respiraba con trabajos.

Ya había olvidado a su padre, el hecho de la boda había regresado a su corazón. Pero continuó, bajó todas las escaleras y vio en la puerta a Leonardo, un amigo de Derek que trabajara de actor.

—Lista madeloiselle— dijo y le ofreció el brazo. Crystall asintió y respiró hondo antes de pasar su mano entre el brazo de Leonardo. —¡Lista!— y ambos salieron.

La orquesta comenzó a tocar y Derek ya estaba en el arco nupcial, luciendo un espléndido traje, pero aún más lucía la sonrisa de su rostro varonil.

por **Derek Van Wijs** Lun Dic 03, 2012 2:24 pm

Y allí esperaba Derek, en el arco de boda puesto en el jardín. En la boda prohibida, secreta. Que ha nadie haría daño, ¿sería verdad? Así pensaban ambos. Él pensaba en Cammille White, así como el pescador piensa como pescar, así Derek planeaba hacer suya a la diseñadora. Pero siempre estaría ahí el remordimiento del matrimonio, del engaño, de la infidelidad cometida a una falsedad que el matrimonio fuera.

Crystall y Leonardo, un hombre que ya había vivido muchas primaveras y que su pelo había absorbido el blanco de muchos inviernos. Él con un elegante traje traía a Crystall hacía el arco. La música estaba sonando y a penas los diez invitados veían el caminar de una de las mujeres más hermosas que ahí estaban presentes. Una diosa que seducía la luz de Febo Apolo, que recelaba a la misma Afrodita y que con su sonrisa, su felicidad y su amor. Envolvió el corazón de Derek, que cayó víctima de un hechizo que Crystall no provocaba y quiso caminar a ella, abrazarla y...

Finalmente Crystall llegó ante Derek, los hermanos se tomaron las manos y juntos atendieron la voz del padre.

La ceremonia inició, no fue muy larga y a Derek no le pareció que lo fuera. Era muy distinto estar en una ceremonia de boda pero siendo uno el novio, pero más extraño era que la pareja fuera la hermana. Derek la miraba en un intento de verla como lo que era, un pequeña y consentida hermana. Luchando con la tempestad que el rostro, los ojos, la simple figura provocativa de su hermana generaba en Derek. Así como los marineros luchan contra el feroz mar, de esa forma lo hacía Derek con sus sentimientos.

—¡Ahora puedes besar a la novia!— anunció el padre y ambos hermanos se miraron. Y allí se quedaron como dos estatuas, inamovibles. Como dos estrellas paralelas. Pero Crystall no era una estatua y se arrojó a los brazos de Derek, que en un abrazo fraternal la acogió, mas Crystall buscó los labios de él y se unieron en uno solo, frío, porque Derek se mantuvo inamovible.

Los aplausos se alzaron por arriba de la tranquila sonata nupcial y Crystall abandonó los labios de su ya esposo, ambos se miraron y ella descansó su cabeza en el pecho de su esposo.

—Te amo— sorprendió Crystall y el banquete de bodas inició.

por **Camile Avery** Lun Dic 03, 2012 2:34 pm

Killer Bee siguió los pasos de Crystall, estaba distanciada de ella, pero veía suficientemente bien para detectar alguna anomalía. Los sentidos cognitivos de Killer Bee estaban alertas, Crystall se había convertido en una sospechosa. Escuchaba con detenimiento lo que los criados decían, por si delataban a sus amo. Pero no lo hicieron.

La bella novia salió, al abrirse la puerta la luz del sol la iluminó como si de un ángel se tratara. Crystall le daba la espalda pero Killer Bee estaba segura de que estaba completamente feliz.

La música había empezado y Crystall en compañía de un hombre de entrada edad caminaba hasta el arco nupcial donde el brujo Derek Van Wijs ya la esperaba. Killer Bee salió, pero no avanzó hasta donde se congregaban todos, se mantuvo distante, observando analizando. Crystall, la dulce joven estaba por condenarse, si era por ignorancia Dios perdonaría con facilidad, pero si era una cómplice...

La ceremonia terminó en un beso de parte de Crystall Van Wijs, un beso que Derek a penas aceptaba. Killer Bee frunció el ceño. Derek no parecía ser la persona más feliz del mundo, al menos no compartía la misma felicidad detrás de esa no muy honesta sonrisa. Este matrimonio comenzaba cada vez más a intrigar a Killer Bee.

El banquete inició, Crystall y Derek caminaban tomados de las manos e intercambiaban palabras con los pocos invitados. Killer Bee ni siquiera se había acercado a felicitarlos, ya sentía repugnancia por el brujo, condenar así a una inocente mujer y pretender lujuriosamente a otra, a ella, a la inquisidora.

Conforme avanzaba el banquete, el atardecer llegaba y unas criadas entraron por más ponche, pasaron por Killer Bee e intercambiaban chismes acerca del brujo. Eso interesó a Killer Bee, tal vez encontraría las respuesta a lo que no sabía que la intrigaba. Las mujeres entraron a la cocina y Killer Bee escondida, detrás de una pared puso mucha atención.

—Esto es una abominación, primero nuestro señor es un brujo de verdad y luego aparece su hermana y se casa con ella, tendré que ir a confesarme mañana y espero Dios me perdone por que ella también es bruja— dijo y la boca de Killer Bee se fue abriendo, sus ojos como platos reflejaron su asombro, que iba más allá de un simple conocimiento. La criada tenía razón, era una abominación, no una aberración.

– Levítico 20:17 Y cualquiera que tomare a su hermana, hija de su padre o hija de madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya, cosa es execrable; por tanto serán muertos a ojos de los hijos de su pueblo; descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevarán. Por siempre condenados, a los infiernos han de ir– recitó en la mente Killer Bee. Así que esta era la verdad, aquí se resolvía todo... –¿Esto era lo que la iglesia quería saber, encontrar un parentesco entre Derek y Crystall aquella que se obsesionara con el apellido Van Wijs?– Ahora Killer Bee tenía suficiente para condenarlos, tenía testidos y semejante acto, ofensa a Dios no sería debatido.

Killer Bee sacó uno de sus revólveres, y miró hacía la salida, a las puertas abiertas que conducen al jardín, a donde los monstruos brujos pecadores contaminaban a inocentes con abrazos y risas. Pero Killer Bee se detuvo y guardó el arma, tenía que contenerse. Buscaría más pruebas, tenía que escucharlo decir de los propios labios de ellos, aunque ¿realmente necesitaba otras palabras, que las de una criada? Sí, la inquisidora así lo había decidido, pensó en el reporte inconcluso y mejor advirtió no escribir nada entre el matrimonio de los hermanos. Ella se encargaría de hacer justicia.

por **Crystall Van Wijs** Mar Dic 04, 2012 8:36 pm

Sábado 25 del siglo XVIII
Noche de Boda

Todo había transcurrido tan rápido que el corazón de Crystall Van Wijs se había mantenido con vida ante la eufórica felicidad de su boda.

Derek se encontraba encerrado en su habitación y ella en la suya, como siempre lo habían estado desde su llegada. Lo único que los unía era la alianza de oro en sus respectivos dedos.

Crystall sentada en el alféizar, en esa noche sin viento contemplaba la alianza con una sonrisa, la acariciaba y ésta reflejaba los enamorados ojos de Crystall... ¿Enamorados, de quién? Y Crystall suspiró. Se asomó por la ventana, el cielo oscuro estaba estrellado, la luna era llena y resplandecía como lo haría el sol en la mañana. —Derek...— pronunciaron sus labios sin siquiera pensarlo. Volvió a mirar la alianza y se puso en pie.

Ya no tenía puesto el vestido, ahora lucía una ropa cómoda de color blanco, ropa de noche que dejaba ver sus torneadas piernas. Abandonó su habitación y fue a parar a la de Derek. Él estaba en la ventana, contemplando igualmente lo que Crystall hacía minutos, las estrellas. Derek sólo vestía su pijama, al menos los pantalones ya que era de los hombres que dormían con el pecho descubierto.

Derek apenas y volteó a ver a su hermana, regresó la vista al cielo. Crystall caminó hasta él y llevó su cuerpo en la espalda masculina de su hermano, luego cruzó sus brazos y llevó sus manos al torso de Derek, entrelazando sus manos y descansó su cabeza en la espalda. Derek no se movió. Pero Crystall no se mantuvo así y besó la espalda de su hermano.

Derek se dio la vuelta zafándose de las manos delicadas de su hermana y la contempló a los ojos. Crystall acarició el rostro de su hermano con ambas manos, se alzó de puntas y besó los labios de su hermano. Derek la apartó, con una mirada más confundida que horrorizada.

—¿Acaso no me amas Derek?— pronunció Crystall, como si no le hablare a su hermano, como si fuera otro hombre, su esposo, un esposo de verdad. Derek siguió ahí, viéndola. Crystall nuevamente se acercó y repitió lo que hiciera antes, besó los labios de su hermano, aunque esta vez cruzó sus brazos entorno al cuello de Derek y se aferró a los labios. La manos de su hermano la tomaron de la cintura acercando más el cuerpo, apenas con los dedos de puntas Crystall mantenía su boca en la de su hermano.

Pero si de un hechizo se hubiera tratado, Derek alejó el cuerpo de Crystall y le dio la espalda. Crystall buscó los ojos de su hermano, pero él se negó a mostrarlos.

—Somos hermanos Crystall, y sólo eso— dijo Derek y salió al balcón, puso sus manos en la barandilla. —Ve a tu cuarto Crystall—

Crystall bajó la vista, el beso de Derek le había despertado una pasión que nunca había sentido. El calor del amor se había encendido, la figura de su hermano, que le daba la espalda le excitaba. Crystall ya no veía a su hermano, veía a un hombre ajeno y lo deseaba. Pero comprendía que Derek la seguía mirando como su hermana y por primera vez desde que planteó su idea de matrimonio, encontró el hecho de que fue un error.

—Discúlpame hermano— y Crystall salió del cuarto, regresó al suyo y volvió a sentarse en el alféizar.

por **Derek Van Wijs** Miér Dic 05, 2012 11:28 pm

Contemplando las estrellas, las luces exparcidas por la noche, unas luces que no lastiman, que no ciegan, que deleitan y en compañía de la hermosa luna llena enamoran. Allí se encontraba Derek, perdido entre el mar visual que el manto celestial le ofrecia, le mecían sus ojos de tal forma que no podía dejar de verlas, como un hechizo de un hábil brujo, un hechizo noble que él hiciera a un pequeño para ayudarle a olvidar sus penas, de esa forma las estrellas consolaban a Derek, de esa forma le decían ¡Todo está bien!

Y un sonido a su espalda, el abrir de una puerta, pasos femeninos acercándose que pretendían robarle la atención. Y Derek miró de reojo un instante a la intrusa, a su hermana que en ropa de cama se acercaba, como la mujer que era. No como su pequeña hermana, sino como una mujer adulta, atractiva y sensual.

Pero el espectáculo eran las estrellas, estrellas que se ocultarían del manto matutino que acompaña al sol.

Sintió el cuerpo de su hermana en su espalda, el cabello castaño reposando en la espalda, que como el frote de dos objetos genera electricidad, así el cabello electrificaba la piel de Derek. Las manos que lo abrazaban y se adaptaban al calor de él, que no abandonaba su postura, como el terco general que no retira las tropas cuando tiene la desventaja. De esa forma Derek dejaba que su hermana lo tocara. Y luego vino el beso, el beso que estremeciere el cuerpo de Derek.

Derek retiró las manos de su hermana. Y la vio, el rostro de una mujer hermosa, ojos verduscos dominantes y labios delicados. Las estrellas perdieron hermosura ante su hermana y ella acarició el rostro de Derek, lo petrificó, como la mítica basilisco que petrificaba para comer, o la medusa por placer. Así Crystall lo hacía con sus caricias, con sus ojos y con el repentino beso que le robara a su hermano.

Un beso fugaz, como la estrella de los cielos que todo mundo pide deseos, tan rápido, tan confuso que Derek no pudo decir nada.

—¿Acaso no me amas Derek?— había dicho su hermana, no con la voz de siempre, cariñosa y fraternal, no, era la voz inocente de una dama, la dulzura de una mujer tierna que busca a su amante. Y sus ojos, no eran los ojos de la niña con la que jugaba, sus asistente de los primeros shows en Amsterdam, eran los ojos de una esposa, su esposa.

Y Crystall nuevamente se acercó. Llevó sus brazos al cuello y aprisionó a Derek allí, lo besó con pasión, sin restricción. Sus pies en puntitas se aferraban a que Derek no la apartara, a que Derek reaccionara al beso, lo aceptara y lo regresara. Y Derek actuó, atrajó el cuerpo de Crystall como si de un imán se tratase a su propio cuerpo. Mas regresó a la realidad y la apartó.

—Somos hermanos Crystall y sólo eso— y Derek salió al balcón a continuar viendo las estrellas, a que lo consolacen. —Vete a tu cuarto— reprendió el hermano como cuando la pequeña hace una travesura y se le castiga para que aprenda. Con esa intención lo hubo hecho y la hermana se disculpó y salió.

Y Derek se quedó allí, en la noche, entristecido por lo ocurrido. Y las estrellas no le atraían, y ya no lo consolaban, ya no le decían ¡Todo está bien! Ahora le aconsejaban y le decían, ¡Ve por ella!

Derek dejó de ver las estrellas entonces, enojado por sus consejos y buscó a la luna. Porque quería que reprendiera a las estrellas. Pero la luna pensaba igual y el rostro de Crystall apareció en ella. Y Derek pensó entonces en Crystall y vio la alianza, la acarició y recordó la boda y el primer beso de Crystall le diera en el arco nupcial, y sonrió. Y recordó el seungo y el tercero que en pocos minutos había dado. Y no pensaba en Crystall como su hermana, pensaba como en otra mujer, era su esposa. No era una cortesana, no era Tania, no era Cammille, era su esposa.

Y Derek salió de la habitación y caminó hasta la habitación de ella, abrió la puerta como su hermana lo hubiera hecho y la vio en el alfeizar. Crystall lo miró pero no se levantó. Derek cerró la puerta y se acercó, como el marido no el hermano.

Los ojos de mujer atrajeron la mirada de Derek que como sonambulo caminaba a ella y Crystall se levantó.

—Si hermana, si te amo— respondió Derek a una pregunta que no había contestado, que la confusión del beso no había perdimitido. Y Derek extendió los brazos a su hermana, se enlazaron las manos y la acercó a él.

—¡Crystall!— exclamó alegremente la hermana y se abalanzó a los labios de su hermano. Derek la tomó en un abrazo y acercó el delicado cuerpo femenino besándola como no lo había hecho en el arco nupcial y en los otros dos intentos de su hermana. Sus labios se hicieron uno, la sáliva de ambos se mezclaron y el aliento cruzó de una garganta a otra. Y detuvieron el momento, se miraron como enamorados.

—¡Ahora soy Crystall Van Wijs, tu esposa! Yo te amo así, ¿tu me amas igual?— volvió a confundir a Derek, Crystall llevó sus manos a las mejillas de hermano, queriendo una pronta respuesta.

—¡Y yo soy Derek Van Wijs, tu esposo! Y te amo así— respondió con la honestidad de un niño, cuando un adulto le pregunta si es feo o bonito algo, y sin mentir el niño responde. Así Derek respondió, respondió a su esposa, a su amada. Y volvieron a unir sus labios.

por **Crystall Van Wijs** Jue Dic 06, 2012 3:38 pm

–¿Qué había hecho?–

Crystall repetía la escena una y otra vez, se le había insinuado a su hermano, se sentía pecadora y recordó las palabras que tantos años le había dicho la muerte.

—¡Se presentará ante ti un acto profano, te unirás a tu sangre y engendrarás un hijo de la misma sangre. Condenarás al hijo, al padre y a ti misma. Mas es una elección que más te vale no aceptes... Te ha quedado claro!—
Había dicho y la Crystall de 19 años no comprendía con exactitud, ahora en cambio había descubierto el significado.

Pero en Derek ya no había visto a un hermano, ahora veía a un hombre ajeno a su sangre. Era su esposo y pidió a Dios que revocara esos sentimientos que a su alma atormentaban.

Fue entonces que Derek apareció en su recamara. A Crystall se le aceleró el corazón, era como si su amado regresara después de tanto tiempo y ella en vela añorada su regreso. Era Derek su esposo.

Derek caminó hacía Crystall, —si hermana, si te amo— dijo Derek mientras extendía sus brazos, poniendo de pie a su hermana y acercándola a su cuerpo. Entrelazaron sus manos y Derek las condució a su corazón.

—¡Crystall!— exclamó alegremente Crystall, sintiendo el corazón de su esposo, luego miró los ojos de Derek y lo besó. Derek la abrazó y acercó aún más el delgado cuerpo de Crystall, entregándose sin restricción. Como un verdadero amante. Y cuando terminó el beso se miraron como dos enamorados.

—¡Ahora soy Crystall Van Wijs, tu esposa! Yo te amo así, ¿tu me amas igual?— cuestionó llevando las manos a las mejillas de Derek, y concentrando sus ojos en los de él, esperanzada a una respuesta que le hiciera feliz.

—¡Y yo soy Derek Van Wijs, tu esposo! Y te amo así— respondió y el corazón de Crystall se llenó de felicidad, era su hombre, su amor, su esposo. Lo deseaba y volvieron a besarse, las palabras de la muerte se habían esfumado de su mente de Crystall que estaba rompiendo los lazos de sangre.

Derek le tomó una pierna y la acarició como el amante que era, la cargó y la llevó a al cama. Crystall se desvistió mostrando su desnudez a su hermano y desvistió a su hermano mirando la desnudez de él. Cayeron en la cama y se besaron, se acariciaron y llevaron el amor a otro límite, sus cuerpos se unieron en uno solo. Inició una danza en la cama, con un canto de gemidos de ella, el sudor apareció en ellos y los objetos a su alrededor contemplaban con horror el incesto de los Van Wijs.

Y cuando terminaron se arroparon con las sábanas y mirándose ambos se dijeron —¡Te amo!—, un nuevo beso y aceptaron el sueño abrazándose como marido y mujer.

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