Bienvenida a mi residencia {Melinda Beau}

Aquel día se despertó tan temprano como de costumbre, su desayuno fue sencillo como el de cualquier otro día ya que el cocinero no tenía un amplio repertorio que ofrecer. La vieja mansión que había alquilado para su indefinida estancia en París fue en su tiempo ostentosa, aunque la edad había acariciado sus muros y habitaciones. Esto no suponía un problema para él y el grupo de personas que le habían acompañado como miembros de su "servicio", que no eran sino soldados bajos sus órdenes. El grupo de hombres que allí vivía no superaba la media docena, y cada uno llevaba a cabo una tarea, Erwin sabía que poner a trabajar a un grupo de veteranos del ejército de su majestad como meros criados no les iba a agradar, pero por otra parte la inactividad terminaba por hacer mella en la disciplina y la efectividad. Algunos de ellos se dedicaban a cuidar del jardín o a reparar las ocasionales averías de la mansión, pero por lo general se dedicaban a rondar los alrededores y hacer guardias así como entrenar y realizar prácticas de tiro en el amplio jardín.

La mansión se encontraba en las afueras, en una pequeña finca a la que se acudía por un camino de tierra. Coronaba una pequeña colina rodeada de árboles que habían crecido más de la cuenta sin cuidado alguno, pese a ello le daba cierta sensación de armonía y tranquilidad. Las paredes de ladrillos de piedra se alzaban hasta los 3 pisos, y el tejado negro cubría un desván del que sobresalían dos chimeneas. Las ventanas solían estar cerradas aunque las cortinas estaban apartadas para dejar entrar la luz al interior.

Erwin esperó apoyado en la barandilla del balcón principal situado por encima de la peurta de entrada. Fumaba de su pipa mientras observaba el camino esperándola. La persona que esperaba no era otra sino una señorita que había conocido hacía varios días llamada Melinda, aquella joven le había causado buena impresión y tras contarle su situación este decidió darla la oportunidad de poder trabajar en su mansión. Necesitaban más personal para la casa, pues criados solo habían dos y uno de ellos era el mayordomo por lo que algunas tareas siempre tardaban en realizarse. Le había dicho que tomase un coche de caballos para llegar hasta su dirección, y aquella mañana era la que esperaba que llegase.

Melinda se asomaba nerviosa por la ventana del ostentoso carruaje de caballos con esperanzas de distraer un poco su mente de la vorágine de pensamientos que se agolpaban en su cabeza. La moral y la culpa no la habían dejado en paz desde aquel momento en que había aceptado el puesto de trabajo que aquel amable caballero le había ofrecido en la cantina hacia un par de noches. Había rezado semanas enteras por una oportunidad así y en vez de saltar y chillar de alegría, sentía enormes retorcijones culpables en el estomago. La necesidad y el hambre habían abierto su boca antes de poder tomarse unos minutos para pensarlo. Habia aceptado la oferta de un extraño!!! y si era un matón mafioso que asesinaba mujeres desamparadas y solas?? y si en realidad la dirección y toda la historia de la mansión era falsa?? Por un lado existía esa posibilidad pero por otro lado sabia que bien todo podría ser cierto. Sino, para que tomarse tantas molestias?? ademas... no parecía un asesino a sueldo.. parecía un joven bastante agradable, tranquilo y ameno.. aunque las apariencias podían engañar
Soltó un suspiro mientras dejaba caer su cabeza en el respaldar con pesadez y trato de concentrarse en el sonido de los cascos del caballo, tratando de alejarse de toda esa locura y por un minuto consiguió poner su mente en total estado de relajación hasta que sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente sumiéndola en un ligero y relajante sueño. Desafortunadamente, el carruaje se detiene abruptamente haciéndole dar una brusca cabezada con la madera del carruaje, haciéndola despertar con un ligero aullido de dolor y por un instante deseo tener un paraguas en la mano para golpear al techo e incordiar al "maravilloso y agraciado " chofer . Pero solo tenia un estúpido camafeo que según, sus padres le habían dejado cuando la habían abandonado a las puertas del orfanato cuando apenas era una bebe.
Con el estomago revuelto y la cabeza adolorida se baja del coche con intención de lanzarle una mala mirada al idiota que llevaba el caballo, cuando una enorme mansión la eclipsa por completo dejándola sin respiración. De estilo victoriano francés, aguardaba imponente tras un casi kilométrico camino de tierra. La pequeña colina en la que se encontraba, cobijaba con sus arboles a la casa, dándole un aspecto envejecido que solo hacia resaltar los años del edificio. Era realmente hermosa.
Comenzó a caminar hacia su destino incapaz de quitar la mirada ante la hermosa vista que tenia enfrente. Pero poco a poco la fantasía paso a la realidad. Estaba realmente en mal estado y muy muy mal cuidada. Por el rabillo del ojo vio a hombres que iban de aquí para allá con un porte casi militar. Se habría quedado perpleja de no ser porque su atención pronto se encuentra en una figura familiar que se asomaba al balcón. Tímidamente hace un gesto con la mano a pocos metros de la puerta, saludándole desde lejos mientras sus mejillas se sonrojaban de la pena.
Había hecho esperar al Sr Erwin y había dejado al chofer abandonado y sin pagar! En el primer día!!!
Menudo comienzo..

No llevaba demasiado tiempo esperando cuando vio un coche tirado por caballos descubrirse tras una ondulación del camino, supo quien era y bajó sin prisa hacia la entrada principal con su pipa sujeta en la mano izquierda. Al ver como Melinda, pues ese era su nombre, le saludaba tímidamente le dedicó un gesto alzando la pipa sonriente a modo de respuesta. Al llegar hasta ella la observó de arriba abajo sin parecer descortés y dio una calada a su pipa, dejando escapar el humo a los pocos instantes.

-Bienvenida señorita Beau, ¿le he hecho madrugar más de la cuenta?

Dijo en un tono amistoso e invitándola a pasar con un movimiento de mano hacia la puerta. Junto a esta acababa de aparecer un hombrecillo de edad avanzada con el rostro picado de viruelas y vestido con un traje sencillo de color negro. Se trataba del mayordomo, que ya se encontraba en la casa desde antes de que se instalara en ella hacía apenas un mes. Se volvió hacia el hombre y le pidió cortésmente que llevase el equipaje de la señorita del carruaje.

-Aquel hombre era Bernard, el mayordomo, le encontramos aquí cuando llegamos y según él lleva sirviendo desde que era un muchacho, ahora se encuentra a mi servicio, si le pregunta le dirá que no soy demasiado severo, ni maniático

El interior estaba sobriamente decorado, con algunos cuadros viejos de gente irreconocible, paisajes florales y muebles que en su día debieron de ser brillantes y ostentosos. El recibidor daba a un salón de gran tamaño que se comunicaba con otras habitaciones por medio de un pasillo. En este había una escalera amplia con las barandillas doradas y una larga alfombra de color verdoso. Tomó asiento en un sofá orejero junto a una mesilla sobre la que descansaban varios libros y unos pequeños anteojos y la indicó que tomase asiento en uno de los sofás más modestos que aquel.

-Dígame, ¿que le parece la casa? Es un tanto vieja, pero en peores sitios he dormido

Su vergüenza había aumentado sobremanera cuando sintió la mirada de aquel hombre recorriéndole de arriba a abajo. Por dentro, sabia que debía de haberse presentado con un mejor aspecto pero no tenia ropa limpia de recambio y menos, un baño en el que asearse como una dama debía hacerlo decentemente. En un tic nervioso, desliza sus manos por su falda en un penoso intento de alisarlo y con esperanzas de que el incomodo momento pasara. De repente, un olor peculiar llega a su nariz y alza la cara curiosa para encontrarse con esa pipa tan propia del Sr.
- No Sr, al contrario. Fue mas bien la emoción la que me hizo madrugar -responde con un tono tímido aunque lleno de buen humor y le dirige una diminuta sonrisa mientras le seguía hasta que en su mirada se posa un particular hombrecillo que le dirigía una mirada altiva y superior. Ella no puede evitar mirarle con perplejidad mientras escuchaba la presentación del mayordomo y ante el ultimo comentario del caballero no puede evitar reírse dulce

-No se preocupe, usted no tiene pinta ni de maniático, ni severo. Pero si un poquito exigente. Espero poder cumplir con todas vuestras expectativas.

Luego le dirige una pequena y educada cabezada al hombrecillo que tenia delante a modo de saludo y sigue los pasos de su ahora jefe sin poder evitar maravillarse por la decoracion del lugar y por dentro empezo a tomar notas de sus futuras tareas. Le parecio que todos los objetos y decoraciones estaban en sus lugares correctos, aunque bien le daban ganas de quitar algunos cuadros que francamente le parecian.. espeluznantes y hasta un poco malvados. Ademas, habia que comprar tela para hacer cortinas nuevas y asi poder abrir esos hermosos ventanales y dejar que la luz devuelva la gloria a esa antigua mansion.
Se sienta en uno de los pequenos sofas frente a el joven

- La mansion es realmente espectacular, es hermosa! en sus dias debio de ser muy majestuosa! -dice energica y alegre. Ella siempre estaba alegre radiante y jovial- pero me parece tan triste verla tan abandonada.. vera que con unos cuantos arreglos, esta casa brillara como nueva!!!hara falta un monton de hombres con mucho musculo, un carpintero, un fontanero y bueno hasta yo misma puedo hacer de sastre..

luego se da cuanta de que habia estado hablando por los codos como un loro y se disculpa con una sonrisa

-Digame, hace mucho tiempo que vino usted a la mansion?? no me quiero ni imaginar como estaba antes! aunque si usted afirma que ha estado en sitios peores.. me imagino que la encontro habitable..-se queda callada unos instantes y una duda surge en su cabeza-

-Hay alguna costumbre inglesa que deba saber particularmente?? -pregunta un poco acongojada. Queria saber atenderlo adecuadamente.

La timidez se podía apreciar en ella, pero para no agravarla decidió no hacer ningún comentario al respecto o broma típica de él. Absorbió un par de caladas de su pipa antes de hablar, mientras esperaba a que acabara ella.

-Podemos ponernos a ello esta misma tarde o mañana, por mi no hay problema

Finalizó dibujando una ligera sonrisa ante la energía de Melinda, parecía una chica bastante jovial y animada, perfectamente capacitada para cualquier trabajo que le dijeran. Alargó una mano hacia un mueble que había junto a su derecha, abrió una puertecita y sacó unas copas de cristal junto con una botella de grueso cristal transaparente, abrió el tapón y la miró.

-Puedo ofrecerle un vaso de vino?

Ofreció sirviéndo un vaso hasta la mitad. Era temprano para beber, pero una copa de vino no le haría daño a esas horas. Ante su último comentario rió, francamente le hizo gracia que pensase que tenía costumbres distintas. Era cierto que eran culturas diferentes, pero no distaban demasiado una de la otra.

-Si cabe mencionar una es que tomamos el té a las 5 en punto, sencillamente

Melinda hablaba por los codos. Sencillamente eso era una de las caracteristicas de su persona; su alegria se transmitia a traves de su humor y sus palabras y en ese momento ella estaba terriblemente emocionada por la oportunidad que el le habia brindado. La emocion por comenzar la desbordaba y se le notaba en la cara pero poco a poco la intensidad de sus emociones fueron disminuyendo al ver que aquel extraño caballero actuaba de una forma un tanto distante fria y la forma en que el la miraba mientras le daba caladas a su pipa estaban comenzando a hacerla sentirse insegura hasta que el suelta una leve risa. Sus mejillas se encienden mientras ponia una expresion culposa, disculpandose silenciosamente de las burradas que ella seguramente le soltó cuando estaba en medio de unos de sus ataques hiperactivos.
- Eh.. cierto.. el Té. Como.. como le gusta tomar el te, Sr lambert? Pregunta con incomodidad mientras se maldecia por su ignorancia. Se suponia que una ama de llaves tenia que saber todo eso, pero lo cierto es que ella ni sabia como era una ama de llaves, ni menos un Srito ingles. Apenada, desvia su mirada hacia otro lado hasta que mira con perplejidad c'omo el se le quedaba mirando con la botella de vino en la mano. Por unos instantes se quedo callada, como sospesando si seria buena idea aceptarle una copa de vino a esas horas pero rechazarle el ofrecimiento seria un gesto muy feo por lo que decide aceptarle el ofrecimiento con una timida sonrisa.
De fondo, se podia escuchar el suave ritmo de los hombres que trabajan sin cesar para devolverle a la mansion a su antigua gloria y eso solo le hizo preguntarse aun mas porque el eligio una mansion en ruinas como su morada..pero una pregunta demasiado personal asi que decidio optar por un tema de conversacion mas ameno que sus preguntas absurdad.
- Que le va Pareciendo Paris hasta ahora?? le gusta?
Pregunta con amabilidad y suavidad.

PS: perdone la tardanza.. me estaba volviendo loca con la Uni u.u