Beau Bouclier id - en construcción

- Arrogante, con casi todas las personas, a excepción de su ama Emelia, ella ha sabido enseñarle cuál es su lugar en esta sociedad, por más hijo bastardo de un baronet, no es otra cosa que su esclavo y como tal, ella tiene el derecho de hacer con él lo que se le plazca.

- Rencoroso, no puede más que sentir rencor con todos los hombres y mujeres blancas,  él ha nacido libre, él debería ser tratado como igual, pero todo es una farsa, nada es verdad de los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad, se siente estafado, como se habrá sentido su padre al ver a quien le debía obediencia, venderlo por cuatro monedas, y un documento.

- Despiadado, siempre tuvo un poco de ese viso de carácter, pero Emelia, le ha enseñado bien como volverse casi un arma asesina en sus manos. No tiene piedad alguna con las victimas que su mentora, ama y domitor, le indica.

- Masoquista y sádico, su ama le ha enseñado a disfrutar de los castigos, haciendo que las enseñanzas y correcciones impuestas por ella, se vuelvan un erótico momento, que solo él disfruta, pues luego de aquellas sesiones, debe encerrarse y desfogarse. No es que la desee, o tal vez si, pues a veces sueña en poseerla, para luego matarla con sus propias manos.

Beau Bouclier, nació libre,  su madre había conseguido la libertad, gracias a que su dueño, un  Noble francés, le diera el ansiado documento con el que podría demostrar que era una mujer libre, a cambio de ayudarlo a escapar a él y a su joven amante. Con la promesa de un refugio seguro en Inglaterra, librándose así del destino que  los  revolucionarios tenían fijado para el baronet, Consolación, consiguió su libertad. Pero la sangre de la africana estaba cargada de odio hacia los hombres blancos, y más aún hacia aquel baronet, que desde los doce años, abusaba cada noche de ella. Fue así, que no le costó mucho traicionarlo, dando los datos exactos, donde estaría esperando el noble, su ansiado transporte marítimo.  
De mas está decir que la joven estuvo presente en la decapitación del baronet. Los ojos aterrados del noble se enfrentaron con los oscuros y misteriosos ojos de su antigua esclava. Como juego del destino, ella, le hizo saber que la maldita simiente de aquel noble, crecía en sus entrañas.  Una gran ironía del destino, ya que de alguna forma, la sangre del noble seguiría sobre la faz de la tierra, pero en las venas de un mulato. Le vio llorar, entregándose mansamente a  Madame guillotine, supuso que para aquel blanco, esa muerte, era una bendición, pues así no tendría que enfrentar la terrible deshonra de ser padre de un bastardo, además de mulato.

Tras aquella tarde en que viera su venganza cumplida, la joven huyó de París y de Francia, se radicó en Italia, y allí enseñó a su hijo a odiar a los blancos, además de inculcarle que él era hijo de un noble, que por herencia le deberían dar el titulo de Baronet, - aunque esto en verdad fuera solo una utopía, ya que además de bastardo, el color de su piel, lo volvía totalmente despreciable para la sociedad europea del momento -. Beau, creció, altivo, con un marcado resentimiento a su condición sencilla, añorando lujos que – según su madre – le correspondían, pero que le eran negados por su condición de negro.

Odiaba que le dijeran Negro, o esclavo, él no lo era, había nacido libre y jamás doblegaría su sentimiento de libertad, por nada, ni nadie. Mas nada se debe afirmar con tanta vehemencia, porque muchas veces, los pecados de los padres, son pagados por sus hijos.  Así fue como, los parientes del Baronet, pidieron la captura de aquella esclava, pues daban por cierto que el difunto noble, jamás le hubiera dado la libertad, de no ser manipulado por engaños, y luego traicionado. Fue allí, donde la inquisición tomó partido, y la orden fue acatada por una de las mas estrictas y despiadadas inquisidoras.

Una noche, en que Beau no se encontraba en la casa donde vivía con su madre, - la esclava fugitiva-,  la puerta de la sencilla vivienda fue destrozada a golpes, pronto un grupo de cinco inquisidores, se adentraron al lugar y sacaron de los pelos y a empujones a una mujer negra, quien no era otra que Consolación.  El jefe de la partida, era una mujer, Emelia Borromeo, quien sin mucha dilación mandó entregar a la esclava a sus legítimos dueños, esperando a que volviera el hijo de la mujer. Sin documento que avale su libertad, y siendo su madre una esclava, Beau se convirtió, en menos de una noche en un esclavo. Solo que no fue entregado a los amos de su madre. La inquisidora tenía otros planes, le enseñaría a ser un buen esclavo, a realizar sin chistar, ni murmurar, las ordenes que ella le indicara.
Meses después de aquella cálida noche veraniega, Beau Bouclier, sigue teniendo el porte altivo de quien se sabe superior, a excepción de cuando está en la presencia de su ama, ella le ha dejado un recuerdo imborrable, mil latigazos en su espalda, finas líneas que recorren su piel, como un mapa orográfico, mil recuerdos de que él está en sus manos y que ni el buen Dios podrá librarlo de su infierno personal, llamado Emelia Borromeo.