Presagio (LE DUE MASCHERE DELLA NOTTE)

Era una tarde agradable para ser un día de aquel verano que no hacia mucho arribabo a París, pero a pesar de que un ambiente tan agraciado había colmado mi día parecía que vendría una tormenta con no se que tipo de consecuencias y todo se debía a una sola cuestión... la misteriosa cita que tenía en los restaurantes y no es porque desconociera al anfitrión en efecto fuen en uno de mis tantos viajes a mi tierra natal cuando le conocí, melancolico, aventurero y siempre con el ideal de poder supera la muerte de toda su famila y demostrar el gran hombre que era en realidad.
Era sin duda más grande que él pero su madurez era mucho más inalcansable y con esa madurez solo podía determinar que algo no marchaba bien, podría ser su famila adoptiva o su comunidad gitana, si era un gitano, los escritores siempre tenemos la excusa de que para obtener inspiración se debe ver el mundo con el ojo ajeno, en lugar de con el nuestro propio o por lo menos esa era mi técnica, el emnciono que esto iba ser de mi copleto interes, que finalmetne iba a conocer la vrdadera cara de París, eso aumento mi curiosidad ¿Al fin sabría algo sobre las especies ocultas en las tierras europeas, finalmente alcanzaría aquel objetivo que me forje al despertar de mi aparente delirio que nadie creyo?, debía sin duda alguna averiguarlo.
Cminaba cn Bastón y con bombín entre las principales calles de ese infinita ciudad, los carruajes iban de alli a acá, las mujeres iban en grupos, las primeras al mercado y las segundas solamente a que el sol intentara quemar sus pieles tan blancas, juveniles y terzas, a lo lejos unas vieejacillas vendían ramos de flores y no pude evitar comprarles uno o dos y no fue tanto por que me gustarán las flores sino por la ternura que provocaba en mi la gente de aquella edad, si yo pudiese alojar a todas y todos los viejecillos sería muy feliz pero desgraciadamente mi espacio es demasiado reducido.
Ahora iba ya sin mas distracciones a los restaurantes en especifico aquel en el que ya estaba la mesa reservada, las mesas casi estaban ocupadas en su totalidad, parejas, prometidos, amantes, bohemios solitarios, divorciados y ancianos con dinero contemplaban la alegre vida del París de día, la resolana golpeaba nuestro lugar recervado, el sol comenzaba a bajar pero para que se fuera aún faltaban horas y minutos y estrellas.
Me gustaba la interperie por lo que mi mesa hallabase afuera del local, el mesero tomo mi orden y se llevo mi sombrero y bastón, negandome a darle mi papel y tinta, yo sabía que en algun momento con mi acompañante la necesitaría -Una nueva historia viene en camino puedo sentirlo- pense con amplia sonrisa en el rostro, cabezeando de un momento a otro producto de mi desesperación al ver que mi querido y vivaz gitano aún no llegaba a la cita... observe mi reloj que se escondía debajo de mi manga -Es tarde- empezaba a preocuparme.

Ir, venir, viajar... eran esas las actividades preferidas de aquel gitano de ojos claros, de tez blanca, de sufrimientos olvidados y de anteojos redondos.
Era en esta época del año, en el verano que solía ir a los valles y los bosques, dormir en la interperie y sentir en su piel, en su cuerpo y en su pelo esa briza calida de día, tibia por las tardes y completamente fria por las noches, era su entretenimiento contar de una en una las estrellas del cielo, imaginar figuras y mundos allí arriba, observar las constelaciones y finalmente arrullarse pacificamente junto a los arroyos que en cada viaje iba a buscar, que vida tenía aquel que alguna vez pensó que esta ya no valía la pena... Jhofiel sabía que la vida solo se poseía una vez y que se ganaba con preocuparse por enfermedades o por venganzas sin sentido, el era un liberal, pero un liberal que no confundía ese termino con la palabra libertinaje, ¿Pero a que viene narración y descripción tan detallada de este hombre?, pues bien aquella vida que antes se menciono por primera vez no sería así.
Ahora sus andares eran a prisa, metiendose por entre las ciudades dejando de lado aquellos sus hermosos paisales, eso no importaba por lo menos no ahora que había recibido de ese don lleno de premunición todo lo que estaba a punto de suceder dentro de la más grande tierra de seres que no eran exactamente de la misma naturaleza del resto de los humanos, dabía apoyarse en alguién, pero ese alguién debía ser un alma que creyese todo cuanto de su boca saliese, un hombre que entendiera que aquello que es sobrenatural frente a todos siempre viene y va, recordo entonces en aquella memoria que todo recordaba tan nitidamente como si hubiese sido ayer a su viejo amigo y escritor español, ese quién le confesó aquella extraña anecdota de un delirio que al parecer causo muertes que solo pudo pensar con la mente, Jhofiel sabía que el Sr. de la Cruz llamado asi de manera respetuosa por él estab interesado en la vida que se ocultaba tras los cielos nocturnos de París, ciudad donde el residía hoy en día.
Sin embargo llevaba en esos bolsillos rotos algo que comprobaba aquella visión era una nota ya algo rota, mojada y descuidada, el era uno de esos jovenes que poco cuidaban las cosas, el únicamente sabía lo que decía y no se lo contaría a nadie más que a su amigo de Cataluña.
Finalmente después de dos días y tres noches quizás el joven Gitano llegó al destino fijado, suspirando aliviado, comenzo a caminar por las principales aceras de la ciudad, pobladas e iluminadas que le daban la más cordial de las bienvenidas, era un calido verano en París pero nada comparado con lo que el había visto y viajado a lo largo de unos cuatro o cinco años, sonreía al ver tanta vida y tanto movimiento, gente allí, gente allá, niños jugando, damas paseando, caballeros en carruajes y personas comprometidas con sus trabajos, sin embargo por más que el quisiera seguir disfrutando de tan alegre escenario tenía una cita y ya estaba por demás demorado, con paso veloz que pronto se conviertio en una carrera fue directo al lugar de la cita.
El pobre llego jadeante y al borde del desmayo, se sobo sus rodillas y continuo su paso a aquel restaurante tan elegante del que no le extrañaba nada que Archibaldo no hubiera escogido por sus mesas afuera del pequeño local impacable y hermosamente adornado con loza y ladrillos, desde allí pudo distinguir a su amigo quién veía el reloj con impaciencia cabeceando cada vez con menos discreción y mucha más de la preocupación que debía aparentar, camino entre las mesas a él poco le inportaba lo que aquellas personas digeran o divulgaran de él, era un humano y ante sus ojos eran tan igual que tenía un corazón que palpitaba como cualquiera de los que estaban degustando tan exquisitos alimentos.
-Espero no haberlo hecho esperar demasiado Sr. de la Cruz- dijo con voz algo agitada aún -Al venir caminando sin ocupar el tren pues... da como resultado no ser el más puntual de los hombres- sonrio apenado -Puedo tomar asiento, estoy fatigado venir caminando y luego llegar corriendo desde la entrada de la ciudad me ha dejado sin fuerza y aliento- se acomodaba aquel cabello castaño hacia atrás mientras con un viejo pañuelo aperlado y de bordados gitanos limpiaba las gotas de sudor del rostro.

El tiempo se hacía más y más eterno, cada vez que veía ese fino reloj de dorada caratula y de un aperlado fondo que hacia resaltar las manecillas parecía que ese artefacto ya no servía, parecía que caminaba más a prisa de lo normal, sin dar paso a los segundos, poniendo un alto a los minutos.
El nudo en la garganta se hacía más agudo, tan grande era la sensación que tenía la enorme necesidad de desatar el nudo apretado de la corbata, intentaba calmar mis nervio y pensar en todo meno en lo más lógico que un humano puede pensar en los casos cuando algún ser querido viaja de un lado a otro -¿Y si no se fijo que un tren venía cuando cruzaba las vías?, ¿que tal si se cayó al tratar de bajar las llanuras?- mis manos jugueteaban entrelazandose la una con la otra en forma circular -¡Vamos viejo amigo ven, ¡Por favor!- pensaba con angustia desmedida en silencio, un sobresalto me hizo recordar que por el bien de los que me rodeaban no debía pensar nada sobre alguna catastrofico, sabía perfectamente que despúes de lo que sucedio con aquella cajita ya nada malo pasaría pero algo como aquel misterioso trauma no podía superarse tan fácil por mucho que los años pasarán volando.
El bullicio disminuia en aquel restaurante, la hora de las comidas se iba marchando junto con la tarde que pintaba hermosamente ese día, un día tan soleado que parecía ser el más bello de este verano que había arribado a París no hace mucho, esas gentes ya satisfechas se iban pero otras más llegaban y cada una me iba estorbando hacía la entrada de la calle principal, esa calle empedrada, bien construida, limpia y cuidada, el sol caminaba rumbo a mi mesa, el sol más no Jhofiel, que era quién me había escrito un telegrama y yo lo cite aquí.
Apunto estaba de marcharme pero de pronto, aquel muchachillo apareció algo agitado, tal parecía que alguién lo había perseguido y por sus atuendos había logrado quitarle sus pertenencias, aún asi solo para un buen observador podía notarse el desgaste de sus bolsillos en aquella vestimenta toda teñida del cuerpo y graciosamente ceñida a su delgada figura, nadie de los que raro se le quedaron viend si el los veía de la misma manera tras esos lentes oscuros, era todo un personaje con un atuendo, precsencia y personalidad fuera de la epóca, pero para ser exacto que artista no lo és, siempre todos que cosideramos genios estan fuera de toda epoca, y el era uno de esos genios desconocidos de cuyas composiciones las cantamos todos pero nadie sabemos quién fue tan descabellado o tan sensible compositor.
No sabía si era su juventud o aquellos viajes que lo hacían ser tan feliz y tan plenamente feliz, por lo menos es lo que veía cuando finalmente agotado se había postrado al frente de la mesa que había reservado, el coraz´n dejo de palpitar tan rápido al pensar que algo le había pasado, un gran suspiro de alivo sali de mi boca sin que yo lo hubiese pedido y de esos mismos labios salio esa sonrisa que con pocas personas lograba tener -¡Mi viejo amigo Jhofiel!- respondí alegremente separandome de la silla -¡Un gusto volver a verte!, pero hermano, no vuelva retrasarte, uno que viejo ya es no aguanta la tensión que provoca los pensamientos- me le quede viendo algunos momento de pies a cabeza -Pero anda sientate Jhofiel- dije entrando en conciencia corriendo hacia la otra silla ofreciendosela con un gesto amable -Sientate vamos ya ordene un poco de agua para ambos- sonrie plenamente- volvi a mi asiento -Pero vamos chico ¿como has estado?, no he sabido de ti en tanto tiempo- espre a que ese pañuelo artesanalmente bordado limpiara las gotas de fatiga que su dueño tenía en su frente.

Jhofiel estaba más que exhausto, estaba muerto de cansancio extremo, su vida podía ser de aventuras y recorridos extremos pero no estaba acostumbrado a viajar sin tomar pausas en el viaje, ¿De verdad para este humilde chico la nota era de suma importancia o contenía algo donde se peligrará algo de por medio?, esa podía ser la única razón lógica a su presuroso paso…
Podía confesar que estaba muy apenado por el retraso, pero el camino según en sus propias palabras era como la vida nada está claro y todo es incierto, pero de cierta manera parecía expresar esa pena profunda que le hacía hacer ademanes exagerados y nerviosos, desacomodar su melena castaña clara, acomodar sus anteojos sin que estos estuvieran fuera del sitio donde debían de ir y sin olvidar que jalaba su camisa algo gastada tratando de ocultar solo Dios sabe qué cosa, quizás ese rojizo gracioso que intentaba pintar sus mejillas blancas y algo grandes, que ahora enmarcaba una sonrisa traviesa –No tienes porque tomarte tantas atenciones conmigo- respondió al instante en que veía con sorpresa como aquel escritor le ofrecía la silla –Créeme admiro tu gesto y tu educación y aunque tenga un poco de estructura de chica ten por seguro que no lo soy –sonrió –Digo seré un mendigo sin oficio ni educación pero esa clase de detalles solo se hacen con las hermosas damas- finalmente después de guiñarle el ojo aceitunado a ese hombre que ya se había sentado en su lugar tomo asiento –Te agradezco mucho el agua, verás por más que intente encontrar un buen lago de donde beberla no había ni uno que no contuviera desperdicios humanos- soltó una carcajada –No de esa clase de desperdicios, me refiero a basura, ropa vieja, maderas de chimenea, pedazos de armas o de escopetas, imagínate si esto es ahora que no habrá en la tierra el día de mañana- cayó cuando el mesero trajo esos dos vasos de agua que los vio con la mirada de un lobo en frenesí –Gracias- agradeció al hombre que les servía tan preciado liquido, además lo decía con cierta sorpresa, no es que nunca hubiese visto vaso en toda su vida pero nunca como aquel que tenía hermosos decorados tallados a mano –Esto es hermoso Archibaldo- exclamo con sorpresa y una vez que el mesero se había ido tomo tan rápido que se olvido completo y de una sola sentada lo que le sirvieron.
Hizo algunos ruidos con su boca, el agua estaba algo helada para su paladar pero demasiado fresca para quitarle la sed, sacudió la cabeza y movió sus hombros de forma circular -¡Vaya esto está más frío que el lago en invierno!- le miro -¡Genial! Ya lo necesitaba- después tomo un aire de seriedad –Y respondiendo a tu pregunta pues no me quejo, como siempre he tenido días malos, días buenos, tristezas, depresión, sorpresas y alegrías- inclino la cabeza –Mi vida está en un punto medio y siempre claro recordando a los viejos amigos- suspiro anhelando esos dorados tiempos –A veces observo ese reloj que me ha acompañado a todos mis viajes y sin más viene a mi mente tu nombre y comienzo reírme como un loco- sonrió ampliamente – Bueno no di la mejor impresión aquella ocasión- se sonrojo –Ni tampoco era el rey de los ladrones, pero dentro de lo malo hubo algo bueno, nuestra amistad de más de siete años- dijo orgulloso - algunas ocasiones pienso venir a visitarte- negó con la cabeza –Pero es que las grandes poblaciones como estas ya sea París o Cataluña, inclusive Londres me aburren o simplemente siento que no encajo en ellas así que mejor continuo mis senderos- tomo ese artesanal pañuelo que el escritor le ofrecía, lo tomo por un momento sin pasar mucho se lo devolvió –No como crees, tómalo- lo dejo al centro de la mesa –Es un bonito trabajo, cuantas veces te he dicho que pañuelos como este son obras de arte y no simples artículos de limpieza- atribuyo en forma de regaño –Pero volviendo al tema, es por eso que no me has visto durante uno o dos años- observó aquel cielo coloreado y azul -Sin embargo no he dejado de leer tus libros, tus reportajes en los principales periódicos de París- asintió –Cada fin de año regresó con la comunidad de gitanos de aquí y con mi viejo, el se encarga de almacenarme los periódicos de la mañana, tarde y noche, entonces con ello me cercioro de que todo marcha bien y que la cajita ya no te da más problemas- de a poco fue recargándose en el respaldo de la silla hasta quedar semi acostado en ella, con las piernas ligeramente abiertas –Aunque no me lo creas se te extraña y mucho- recalco la última palabra.
-Pero cuéntame que ha sido de tu vida estos últimos años, meses, días y años- sonrió mientras jugueteaba con el vaso – ¿Por fin conseguiste ver al chupacrabras o al lobo feroz?-.

-Lamento si te he ofendido- incline la cabeza mientras sonreía con la mejor mueca que tenía –No es que parezcas una joven dama que sale del capullo de una rosa más bien se debe a que te debo respeto y profundo cariño, eres una artista que ha logrado tocarme con su arte y adivinas los justos sentimientos que la gente tiene sobre sí en algunos momentos- suspire tranquilo esperando a que el mesero llevara a nuestra mesa los dos vasos son agua que había pedido mientras la conversación se tornaba melancólica e interesante con forme Jhofiel se justificaba ante su falta de comunicación hacia conmigo.
Era un gran ser humano algo loco y distraído pero al final de cuentas en medio de la pobreza y el dolor siempre hay esos enormes deseos de intentar volar por en medio de los desiertos, por encima de las llanuras, en medio de los bosques y hacer las más absurdas competencias entre el vuelo de la libertad humana y el galope de los caballos salvajes que estaba seguro siempre los observa o quizás se los topaba, no me sonaría raro si lo que digo de las carreras con ellos no son ciertas y tal como esos animales, aquel gitano tomo el agua de un solo golpe sin esperar a que el siguiente respiro llegara o que sintiera como la temperatura del liquido resbalaba pos su garganta, podía confesar que me dejo sin palabras –Creí sinceramente que vendrías más hambriento que sediento, el agua era para demostrarme mis conjeturas pero no soy Sherlock Holmes o Edgar Allan Poe para hacer conclusiones acertadas- Sonreía gustoso dentro de todo me daba gusto verle de nuevo después de años alejados en alguna parte de Europa y yo intentando demostrar la existencia de lo sobrenatural, que nuestros caminos terminaron distanciándose por largos periodos de tiempo.
La sorpresa ante los desperdicios humanos me inquieto profundamente, con una expresión de sorpresa en el rostro casi podía jurar que eran pruebas de esos seres que tanto había buscado, pero tan pronto como aclaro el comentario simplemente me dispuse olvidarme del tema sin pedir una disculpa por ello –Supongo que debo dejar de lado las novelas policiacas un tiempo razonable- intente bromear un poco –Vivir en un mundo de fantasía todo el tiempo hasta para el escritor es angustiante y muy demandante, siempre tu imaginación juega con los sentimientos de quién la posee, como por ejemplo tu retraso- tome el vaso entre ambas manos –Pensaba en lo peor pero recordé… bueno la cuestión es que decidí dejar de pensar en lo malo más vale prevenir que lamentar, así dicen popularmente, aunque creo eso no lo ignoras, serás lo que tu digas pero tienes educación y mucha cultura o tampoco me habrías dicho del pañuelo- asentí intentado darle confianza y que soltará de tal gorma que reposo su cuerpo en la silla, reí al ver que tan curioso se veía el hecho.
-Podríamos considerar que entonces ninguno de los dos estuvo tan distanciado del otro, mientras yo escribía aquellas notas, libros y entrevistas que tu lees al termino del año yo tarareo alguna de tus grandes composiciones, simplemente escucho la nueva poesía que los gitanos cantan en el circo y entonces me percato que aún no te han asesinado los vampiros- deje el vaso en la mesa entrelazando mis manos -Me alegra que así sea tu vida, dentro de todo te merecías esa paz y a alegría como la amistad que encontraste cuando tomaste ese relojito de mi bolsillo –Reí –Parce que fue ayer y no hace siete años, esa anciana que vio en la movida te empezó a corretear por toda la calle de mercado ambulante con su gran y elegante bolso de gamuza usada, a veces pienso que esa gitana también se quería llevar el reloj y por eso tanta violencia desmedida- reí unas cuantas carcajadas -¡Que tiempos aquellos Jhofiel!- suspiro aliviándose de la risa –Y henos aquí después de que yo también casi decidía meterte a la cárcel, hoy estoy aquí platicando con mi único mejor amigo ¡Que paradoja!- negué con la mano y finalmente tome un sorbo de agua mientras escuchaba sus palabras –No- negué serio –No he encontrado nada, pero tampoco me daré por vencido- asegure –No te burles amigo mío pues si algo extraño me paso con una cajita de música estoy seguro que algo pasa con la sociedad y las personas que se disfrazan como ellas para ocultar su verdadera naturaleza- suspire profundo –Eso es lo que hecho estos últimos años, investigar e investigar, yo estoy seguro que los vampiros, licántropos, brujos y otras razas existen pero la verdad cuando creo estar cerca de una algo hace que pierda la pista… tal parece que esa es mi nueva maldición- torcí la boca, en una mueca curiosa –Y escribir libros, reportajes o novelas ¿Divertido no crees?- sonreí terminando igual que el de un trago el vaso con agua.

Río animado –Como olvidar esa extraña hazaña- siguió riendo a carcajadas hasta que su estomago no resistió –Esa anciana estaba demasiado fuerte para considerarse parte de la senectud- empezó a jugar con el vaso rempujándola de una mano a otra viendo esa mesa con un gran mantel limpio y aperlado, con bordados en forma de un cuadrado y flores en las pequeñas orillas mientras escuchaba en silencio a su amigo que le contaba sus desventuras de un sueño que parece imposible para algunos y posible para los soñadores, como él que escribía novelas al por mayor, pero Jhofiel sabía que sus sospechas estaban cimentadas en la extraña historia que le comento hace algunos años, desde entonces ese hombre se había dedicado a buscar en vano seres de naturaleza muy diferente a la suya, no es que su amigo estuviera obsesionado, simplemente después de su extraña maldición que se fue en silencio le tomo una amor incondicional a lo sobrenatural y al misterio, el joven gitano siempre supo del mundo oculto que vivía en las noches de París y más de una vez intento confesarle su existencia pero jamás se atrevió por miedo a que Archibaldo perdiera la vida desentrañando verdades que eran mejor si se mantenían en secreto.
Pero como dicen popularmente “Tarde o temprano la verdad sale a la luz” y Jhofiel hoy aprendería que esa frase era cierta y que quizás el escritor se molestaría pues el sabiendo que es por lo único que vive y sueña jamás se lo confió, entonces lo tomaría como un acto de enemigos más que de amigos y terminaría por irse, la amistad de años se acabaría en menos de un segundo y entonces probablemente si no es que seguro terminaría tras las rejas.
Al pensar todo esto su sonrisa desapareció por completo y en habito un aire fúnebre y serio y al mismo tiempo se hizo presente el pavor y el miedo –Bueno no eres Holmes lo admito puesto que si no de mi ya hubieras descubierto más de lo que te he confiado- pasaba saliva lo más rápido que podía involuntariamente por supuesto –Pero imaginación de Poe si tienes y mucha- reparo inclinando la cabeza –Tu vida no es tan aburrida en realidad son los escritores los que nos abren puertas a otras dimensiones y otorgan obsequios a los humanos sueños y alas- suspiro profundo mientras esos labios rosados delgados -Yo…- se rasco la cabeza –Yo tengo algo que confesarte y está bien si después de esto no quieres volver a hablarme en tu vida- dejo de la el miedo centrándolo todo en sus puños cerrados y el vaso al frente –Tú… me…. Me contaste durante años tus sueños y me confíate las sospechas que tenías respecto a las criaturas de París- Jhofiel estaba tan apenado que ni siquiera podía verle a los ojos –Créeme millones de veces quise decirte pero… sabía que si te lo decía irías al matadero y yo llevaría tu muerte en mi conciencia y ya sabes lo que pienso al respecto- negó con la cabeza –No hay mejor almohada que la conciencia tranquila- jugueteo con sus manos mientras las contemplaba detenidamente por debajo de la mesa –Aquí en París no solo… no solo los gitanos tenemos habilidades fuera de lo común- parpadeaba rápido –Este País es tan concurrido no solo por extranjeros y turistas sino por…- se detuvo –Por… vampiros, Licántropos, brujos, Fantasmas…. E…. inquisidores- agacho la cabeza –Necesito decirte esto no solo para que lo sepas y te sientas realizado sino porque va haber problemas con todas las razas- asintió viéndole finalmente –Hace unos meses tuve una premonición, al principio pensé que sería por lo que había comido en los bosques rusos, pero luego al pasar por las afueras de España y quedándome allí por dos noches bien alimentado y sin cansancio ese mismo sueño llego para atormentarme...Vi el teatro de París, sangre en sus paredes, ese gran candil entre las butacas que de apoco se consumían por las llamas, después murciélagos contra murciélagos, perros contra perros, rayos de colores contra rayos de colores en medio de ellos dos máscaras estaban en el escenario y una joven hermosa debajo ellos, un castillo tenían de fondo y otra mujer se erigía en un trono por encima de ellos riéndose a carcajadas con la sombra de una mujer mayor muerta y centenares de humanos sin habla y con miedo pues estaban encadenados al piso- confeso angustiado -¿Sabes qué significa eso?- pregunto preso de terror –Fui con mi viejo y le comente todo lo que vi en el sueño, significa que en el teatro de aquí sucederá algo trágico, y los humanos pagarán las consecuencias, vampiros contra vampiros, licántropos contra licántropos, brujos contra brujos y son dos enmascarados los que se pelearan uno por libertad y otro por maldad, esa chica para uno es su presa para el otro es la víctima y aquella que se erige es una reina despojada que desea la esclavitud de los humanos y se valdrá de la disputa para su cometido- suspiro buscando el consuelo-Días viví con la angustia de que algo sucedería después caí en la cuenta de que… mis sueños son a largo plazo, así que estaba convencido de que todo eso pasaría dentro de unos diez años-suspiro de nuevo –Y cuando deje el tema por la paz algo me aviso que esto estaba más cerca de lo pensaba- saco de su chaqueta una nota en papel elegante y amarillo con letra en molde antiguo y entonces prefirió leerle la nota en voz alta a Archibaldo:

Estimado viajero:
Te llamo en pos de tu ayuda para lidiar con una batalla que se desatara en el teatro de París dentro de cuatro días, se mucho de ti más de lo que tú puedes imaginar y es por ello que en ti confió para que fomes parte en mi pequeño ejército de razas las cuales junto conmigo impediremos a toda costa que una famosa leyenda conocida como el Fantasma de la opera de París siga cometiendo injustos asesinatos y deje en la plena libertad alejados del miedo a humanos, vampiros entre otros y también destruiremos su reino que ha pensado expandir en todo esta región.
Allí te espero si es que estás de acuerdo.
“V”

-¿Puedes creerlo?- pregunto a Archibaldo dejándole la nota antes sus ojos cafés claros.

-¿Mataste a alguien?- sonreí burlón ante su comentario, ese gitano era capaz de robar pero no de matar, era tan inocente que apuesto que besar le era un pecado capital -¡Vamos deja de exagerar Jhofiel, si tuviste quereres con una dama o es nada del otro mundo!- sonríe gustoso –después de tantos elogios a mi imaginación te escucho- le di la palabra con mi mano extendida y de pronto comprendí el porqué de su miedo y la repentina huida de su risa traviesa, quede perplejo y sin aliento a lo que me estaba diciendo, de a poco fui frunciendo el ceño y observándole con ojo clínico -¿Pero qué era lo que el chico me estaba diciendo?- pensé en silencio mientras seguía muy atento a cada una de sus actitudes y movimientos, de vez en cuando tomaba sorbos de esa agua que si de por si es insípida parecía que estaba consumiendo solamente aire, no sentía nada, ni mis manos, ni mis parpados ni mis piernas ahora ese reloj que hace unos instantes marchaba muy a prisa se había detenido en aquellos momentos.
Sabía perfectamente que esta vez el carismático gitano no me estaba jugando una broma como era su costumbre cada vez que nos volvíamos a ver, sus miradas, sus manos y su angustia desmedida que cargaba en las espaldas, además en más de una ocasión Jhofiel le predijo su suerte y todo sucedió tal y como se lo dijo, sus premoniciones se cumplían al pie de la letra y me constaba, si bien no ve a la gente involucrada ve animales que asemejen a todos los involucrados, únicamente a las víctimas y los que serán difuntos podía contemplarlos en su forma humana, me sobe la frente buscando que la cabeza dejara de darme vueltas, era la sensación de haberme subido a un barco en altamar y estar mareado por semejante oleaje.
Finalmente una carta paro frente a mis ojos y lo creyera o no el tal Fantasma por el que me había interesado años atrás realmente existía para mal y para bien para mí, tome esa frágil notita entre mis manos y leí de nuevo con atención cada palabra y cada letra, al terminar no quise indagar más o seguramente iba a terminar con más preguntas que respuestas.
Quede un rato en silencio con la mirada firme en mi pequeño y joven amigo gitano, poniendo las manos sobre la barbilla y con los codos en aquellas mesas, negué con la cabeza y le respondí –No te guardo el más mínimo rencor- sonreí de nueva cuenta –Si bien sé que cuando determinas el rumbo de una situación es por el bien de los demás o probablemente aún no era el momento de enterarme de toda la secreta verdad con la que tanto fantaseaba- solté una carcajada irónica –Seguramente de haberlo sabido desde un principio hubiera buscado a un lobo o un brujo y hubiera parado en quién sabe qué paraje-suspire profundamente –Procuraste mi vida y eso… eso mi querido gitano es de amigos- asentí con la cabeza –y por eso te estoy agradecido y tengo ya una deuda contigo-.
De pronto tome un tono más serio –En cuanto a esa leyenda que se menciona en la nota, me temo que es cierta- carraspee la garganta para aclarar mi voz y pudiera entenderse mis susurros –Yo he sido periodista prácticamente desde que te marchaste hace ya tiempo, cosas extrañas han acontecido en el teatro bailarinas, tramoyeros, cantantes han muerto lo peor de todo que todas han sido puestas a los ojos del público, la gente va y aprecia las operas y no falta el infortunado día en que un muerto este colgando arriba del escenario o un colgado en la entrada principal, bailarinas muertas en los camerinos y administradores que sean ido por el temor que imprime en ellos y todo gracias a que no hacen las cosas al pie de la letra cuando las ordena y a la hora que las pide- negué instintivamente –Esas víctimas han sido desangradas en su totalidad o su yugular está completamente cubierta de sangre, en otras ocasiones esa misma sangre la pone en el camino por el cual la gente se retira al terminar la función- mire de nuevo a la nota centrando en ella mi misteriosa mirada –Todo eso lo he sabido de gente que sobrevive de aquellos desastres, los periodistas que estamos en París sabemos muchas cosas de ese lugar pero se nos impide decir la verdad, tenemos que crear una nota falsa diciendo que todos son desafortunados accidentes justificados por las razones más torpes que los administradores y los empresarios periodísticos pueden inventar- suspire agitado –Yo creo que es un vampiro el que ronda allí, entre los trabajadores del lugar ya es una realidad que un ser fantasmal ronda buscando venganza, le llaman el fantasma de Erick Destler , un músico que supuestamente pereció hace dos siglos y que juro venganza al perder su trabajo como compositor y director único de lo que antes se conocía como la casa de la opera de París, lo extraño es que el cuerpo apareció en las catacumbas en el cimiento del teatro y los que lo han visto y vivido para contarlo aseguran que es de carne y hueso portando siempre una máscara que le tapa casi el rostro por completo- tome un poco más de agua y tome aliento para continuar –Lo demás seguro que lo supones, especulaciones sobre porque se cubre el rostro y todos lo que rumoran sobre su aspecto han muerto, un tramoyero aseguro que tenía el cráneo natural sin piel y sin carne, que en lugar de una nariz tenía cuatro… después de andar divulgando aquello murió al día siguiente de una forma tan cruel que es mejor que no sepas o te arruinara el apatito- dije con repugnancia –Sin olvidar que debe tener su propio palco, aquel que lo ocupe sufrirá las consecuencias, todo el mundo hasta los acomodadores aseguran que es el más alto del teatro, ese esta fichado con el número cinco- termine de hablar del misterio.
-Estoy completamente seguro que es capaz de armar una revolución así y aún peor una guerra, si eso hace únicamente con aquellos que no cumplen sus deseos que será de los parisinos si no quieren someterse a sus caprichos- asentí con seguridad –Debes ayudarle- le aconseje –Me imagino que el que escribió la carta es más valiente de lo que parece, intentar detener una fiera como esa va más allá de lo que alguien se atreviera a hacer- termine con mi vaso de agua finalmente -¿Entonces qué harás le ayudarás?- pregunte intrigado en el asunto, más allá de que haya descubierto la verdad de mis sospechas y saber en qué pararía tremendo asunto, estaba más que preocupado por Jhofiel, mi único amigo que tenía y de quién lo más seguro peligrará su existencia.

-Gracias Archibaldo, sabía que eras más sensato que el resto de los que conozco- suspiro aliviado, al ver que en su amigo no hubo reproche alguno sobre aquella verdad que le oculto y por el contrario recibió agradecimiento por parte de ese hombre quién ahora le confesaba a él centenares de cosas que corroboraban con sus sueños y la extraña nota que había llegado a sus manos misteriosamente mientras se hallaba en una de las poblaciones más marginadas de España, nadie sabía que él estaba allí a excepción del tal V al parecer –Créeme mis intenciones siempre fueron buenas al ocultarte la verdad, me alegra que por nuestra amistad continúe aún cuando las adversidades nos planteen unos cuantos retos extra- sonrió casi a regañadientes más forzado que de buena manera y no porque hubiera querido que Archibaldo se marchará de su vida, sino por lo que el escritor le había contado, algo así había escuchado una de las veces que estuvo durante las fiestas paganas de los gitanos, los cuentacuentos de su comunidad hablaban de un demonio que tenía poseído al teatro principal, cosas similares a las que Archibaldo le comentaba salieron a relucir esa noche durante la fogata de fiesta, en ese entonces Jhofiel rio pensando que aquel bufón se le había perdido tornillo –Pensé que todo era un mito- contesto con miedo al caballero que había terminado su confesión con una pregunta en la que ya había pensado durante todo el trayecto hacia París –Algo escuche en una de las fiestas gitanas que se hicieron en nuestras tierras, recuerdo…- tomo una pausa tratando de que las imágenes de aquella alegre convivencia fueran lo más claras que pudieran para que no mezclara recuerdos con ideas como le sucedía la mayoría de las veces –Uno de los que nombrábamos bufón, un gitano anciano pero que siempre contaba chistes o historias para hacernos reír, pero en aquella ocasión decidió contarnos los mitos que se contaban entre los civilizados parisinos, creí que era una broma más de ese hombre que siempre quería llamar la atención de algún modo….- suspiro –Pero mis sueños, lo que otras comentaban en mis viajes sobre el temor intenso de asistir a la opera en Paris sin importar que es lo mejor que este país puedo ofrecer artísticamente hablando, lo tu me cuentas y…. la carta, demasiadas coincidencias no pueden ser inventadas al menos deberían contradecirse- suspiro pensativo mientras veía con detenimiento la carta, igual que su gran amigo recargo los codos en la mesa con sus dedos blancos se posaron en sus labios, haciendo un ademán de silencio absoluto para poder ordenar sus pensamientos -¿Qué voy hacer?- soltó la pregunta al aire esperando contestar la de su acompañante –Archibaldo tu bien sabes que tengo una deuda con mis padres que Dios los tenga en gloria, sabes que esa noche debí haber muerto con ellos o por lo menos haber intentado salvarlos- torció sus labios –Ya lo sé- respondía ante su mirada –Yo no tengo la culpa, fue el destino, los contactos de mis padres y las tragedias que todos los trapecistas corren en los circos pero aún así siento sucia mi conciencia, quizás esta sea la oportunidad para saldar mi deuda personal- asintió –Además tu sabes perfectamente que estoy a favor de la libertad y de la justicia... soy un pacífista, yo pienso que todos estamos a la contraria, manejados por los poderosos haciéndonos creer lo que no es, para ellos es malo practicar sexo públicamente pero es bueno practicar la violencia a plena luz del día- negó marcadamente sacudiendo su melena larga –Ese monstruo es poderoso y manipulara a su voluntad la situación con tal de saciar probablemente su sed de sangre y venganza, quizás además de tomar represalias contra V por intentar detenerle- contesto decidido –Ahora que se todo sobre ese fantasma y lo que me has dicho, ayudaré hasta donde más pueda- vio hacia todos lados –No sé como entraré allí mañana por la noche, pero lo haré- dijo seguro y enfurecido –Quizás robaré, entraré infiltrado o por el techo pero debo estar en esa función, no conozco al tal V pero tampoco conozco a los parisinos que salvaré, hare mi mayor esfuerzo- aseguro viendo directamente a su amigo con mirada decidida.

Nunca me imagine que tendría por amistad a un muchacho tan decidido y con un espiritú tan grande que parecía tener alas y a pesar de volar muy alto tenía los pies puestos en la tierra, sabía de lo que me hablaba perfectamente, pocos meses después de que le conocí me confesó aquel catástrofe que le ocurrió a su familia, un accidente inesperado en los trapecios en aquellos circos gitanos, un negocio peligroso y una muerte repentina, aquel a quién le llamaba “su viejo” era una persona que se hizo cargo de él y le prometió que sus enseñanzas le ayudarían a vengar la muerte de su familia, sin embargo a pesar de todo el sufrimiento y el dolor que sufrió por la pérdida a los ocho años el les perdono la vida dejándolos vivir en paz teniendo la certeza de que dios le juzgara al final.
Reflexione unos minutos sobre sus palabras, provocando en mi tristeza y melancolía –Eres un joven de gran corazón- le dije con profundo respeto–Ojala la juventud y los adultos de hoy fuéramos la mitad de lo que tú eres-suspire profundamente tan reflexivo como el -Te envidio ni siquiera yo he sido tan humano para sacrificar mi vida por personas que ni siquiera he visto o para confiar en una nota de alguien que jamás he visto- dije completamente gustoso –Lo que se aproxima puedo pensar será absolutamente grande y de mucha precaución- empecé a juguetear igual que él con el vaso viendo a través de este el pecho agitado de mi amigo mientras hablaba y recordaba tanto su pasado como aquella fiesta de la cual hasta el mínimo color es de mi agrado y de la festividad he escrito novelas y unos cuantos reportajes que amablemente el más de una vez me había proporcionado –No puedo preguntar si estás seguro , porque lo veo en tus poses, en tus intenciones, en tus miradas, en tus promesas y en tus palabras- negué mientras muy adentro en mi mente aceptaba la realidad de lo que implicaba su decisión, baje la cabeza y después de unos segundos le advertí –No tienes porque hacer tantas tonterías juntas, bastaba más, bastaba menos- sonreí finalmente –Para eso tienes de tu lado a alguien que posee unos cuantos francos extras, comprare las entradas- asentí con sonrisa satisfactoria –Si, serán dos- dije mientras con un sutil gesto llamaba al mesero para pedir la cuenta –Y no creas que esto me lo tienes que reembolsar o seas tan orgulloso para no aceptar lo que estoy diciendo- callé en cuanto el hombre de corbata de moño y traje de más o menos fina calidad me dio en una pequeña hojita el costo de los vasos con agua –Tampoco con esto saldaré la deuda que tengo contigo por haberme cuidado las espaldas guardando el secreto que tanto anhelaba descubrir y menos en estas circunstancias tan rápidas, espontaneas que surgieron de un día para otro, mucho menos que tuviera el peligro que conlleva esta revelación… pero en fin esa es otra historia- guarde silencio –Iré no tanto porque quiera saber con ansias locas en que acabará todo esto o si la existencia de esos dos hombres al final saldrá a la luz, pero ahora me toca cuidarte la retaguardia- le guiñe el ojo mientras ponía en la mesa un total de cuatro monedas más tres de propina –Es más vayamos ahora mismo a comprar las entradas, así nuestro asiento a la función de tragedia está asegurada- el joven sonrió gustoso y en silencio asintió mi propuesta, quizás se abstuvo de hacer comentarios porque saldríamos perjudicados, porque a lo mejor revelaría que estaba en contra de que arriesgara la vida o porque estaba avergonzado que yo fuera el que depositará dinero para las entradas, estaba más que seguro que aún mañana finalmente abriría su boca e inventaría treinta mil y una excusas para que no fuera, pero yo no lo dejaría solo en esto… era por la mitad de tantos años que lo acompañaría sin importar los riesgos –Todo sea por la amistad- pensé mientras no alejábamos del lugar, iríamos a la taquilla y después el dormiría bajo la paz y santidad de su naturaleza y los bosques de París y yo… solo rezar por primera vez para que todo resultará de la manera correcta en que todo debía de ser y que todo este ausnto no sea nada más que un simple presagio mal interpretado.