Yulia Mendelsohn

por **Yulia Mendelsohn** Miér Nov 14, 2012 11:30 pm

Nombre del Personaje: Yulia Mendelsohn ~~Lubof~~
Edad: 24 Años.
Especie: Humana, Bruja.
Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta, Extranjera.
Orientación Sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: Transilvania, Rumanía.

Habilidad/Poder

- Premonición; Habilidad para percibir el futuro. En ocasiones solamente se expresa en la forma de vagos sueños mientras se duerme, otras veces es clara y ocurre a voluntad, mientras se está despierto, o incluso pintándolo.

- Encandilamiento; Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o de cualquier otra manera a la persona poseedora del poder.

- Apatía; Capacidad para inducir estados negativos a los mortales.

Descripción Física

Si algo ha destacado siempre en Yulia, ha sido su natural color cobrizo. Por todas partes. En cada hebra de su cabello y en cada una de sus múltiples pecas, esparcidas en una cantidad considerable por todo el cuerpo. Eso, al mismo tiempo, le confiere una apariencia mucho más inocente y aniñada de lo que es en realidad.

Sus ojos, grandes y azulados, están acompañados por largas pestañas claras que los protegen. Bajo unas cejas finas y distinguidas. Junto a ellos está su nariz, pequeña, de puente recto y tiernamente cubierta por pecas. Sobre unos labios abultados, muy naturales, se esconden una dentadura blanca y casi perfecta, con unos caninos ligeramente más bajos que los "normales". Cuando los muestra, estos contraatacan su apariencia inocente con una más pasional. Aunque nada tenga que ver, tampoco, con su verdadero ser.

De mentón puntiagudo y rostro ligeramente ovalado, cubierto por un cabello extraordinariamente pelirrojo, lacio, en un corte algo descuidado que cae hasta casi la parte de sus pechos. Unos pechos no exageradamente grandes pero sí de un tamaño mediano, por aquel entonces considerado como una medida perfectamente deseable. Por el resto del cuerpo; unos brazos largos, un vientre exquisitamente plano y unas piernas estilizadas también se encuentran repartidos sus puntos rojos. Está cubierta de todos ellos. Midiendo un metro sesenta y cinco centímetros y pesando, aproximadamente, unos cincuenta kilogramos, se la considera flaca. Tal vez, demasiado. Aunque no es alguien que cuide exageradamente su figura, más bien todo lo contrario cuando está en privado.

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Descripción Psicológica

Comenzaré por decir que está cuerda, oh sí, es una mujer muy cuerda. A pesar de todo. Por desgracia, diversos sucesos durante su infancia la han convertido en una mujer amargada y vengativa. Aunque esta, no sea la autentica Yulia.

La Yulia inocente, que se esconde en alguna parte de su ser, es buena y comprensiva. Se preocupa por los demás. Es confiada y no tiene miedo a acercarse sentimentalmente a los demás. Sabe amar. La Yulia que se muestra el noventa y nueve por ciento de las veces, se podría considerar la antítesis a lo descrito anteriormente. Cruel. Avariciosa. Solo le preocupan sus propios intereses. Ni siquiera es capaz de divertirse si no es a costa de la infelicidad de otros. Nunca se acerca interiormente a los demás. Tiene montones de "amigos", pero ninguno que pueda ayudarla de verdad. Está sola, realmente sola. Y nunca se siente feliz por más que trate de convencerse así misma de lo contrario.

No es bipolar, ni nada parecido. Ella es perfectamente consciente de todo. Sabe lo que está bien y lo que está mal. Tiene consciencia. Ser bruja no significa ser un monstruo y, por tanto, dejando sus poderes a un lado posee la esencia de un humano cualquiera. Lo que la hace automáticamente vulnerable. Precisamente, el sentimiento que más odia en el mundo y del que huye constantemente. El motivo de la creación de esa otra Yulia. Es una forma de sobrevivir, o eso cree ella, que le ha servido durante tanto tiempo que ha terminado por no conocer ni dejarse conocer de otra. Por enterrar a la que una vez fue.

Una "habilidad" a destacar en ella, que nada tiene que ver con brujería, es la capacidad para sacar a la luz su parte más inocente cuando está con los demás. De puertas para fuera, claro está. Solo aquellos que la ven y juzgan por lo que su apariencia exterior aparenta, una simple muchacha, son los que caen en la trampa que ella les ha preparado. Mujeres u hombres. No importa el género. Lo cierto es que Yulia ya ha decidido su final antes de si quiera haber empezado.

Historia

Tengo que hacer esto ¿Verdad? Si es así, empezaré diciendo que soy una Bruja. Por tanto, mi historia no va a ser si quiera un poquito normal. Ni estará llena de flores. Ni tampoco se parecerá a un cuento. Yo no creo en los finales felices, hace mucho tiempo de eso.

Nací en Transilvania, para aquellos que no lo sepan, está en Rumanía. Hace veinticuatro años, es decir... rondaba el mil setecientos setenta y seis después de Cristo. Tenía un padre, una madre y una hermana. ¿Todo muy normal, no? Demasiado. Y eso es precisamente lo que aparentábamos. Ser una familia como otra cualquiera. ¡Já! Por supuesto que No. Os voy a contar lo normales que eran todos ellos. Comenzaremos con mi padre. Se podría decir que él es el culpable de todo, sí, yo lo culpo. Él es quién me ha transmitido todo lo que soy, a pesar de que mis poderes los he heredado de mi madre. Pero eso es irrelevante. Mi fantástico padre fue el que nos puso a mi hermana y a mi al servicio de aquellos que por tantos años nos estuvieron utilizando a su antojo. Simplemente para cumplir sus caprichos de creerse seres superiores. Simplemente por ser de una "esfera" más alta. ¿No suena cursi? Resumiendo, ellos tenían el dinero y, por aquel entonces, eso significaba el poder. Y todavía lo significa. Eso es algo que he aprendido muy bien.

A mi madre la compadezco. Era débil. Sumisa. Y, como siempre hacía, aceptó ciegamente las decisiones de mi padre. Que ella hubiese luchado por nosotros no habría cambiado las cosas, él era más fuerte y cuando lo desobedecía se lo demostraba. Por eso aprendió a no discutir. Aún así, no deja de doler. Y mi hermana.. Oh, ella es lo mejor que yo he tenido y que jamás podré volver a tener. Esveta. Ella siempre estuvo a mi lado. Desde que nuestro infierno empezó, nunca me dejó sola. Y, por sobre todas las cosas, me entendía como nadie más. Comprendía esa magia en mi que ella también poseía. A día de hoy, puedo decir que es gracias a ella que sigo con vida. Ella y todo lo que representa para mi me hacen seguir a diario. Y vengarla es mi único objetivo. Os preguntaréis, por supuesto, por qué. Habréis adivinado que, efectivamente, en algún punto de mi vida ella murió. Correcto.

Sin embargo, antes debo enfatizar en otras cosas. Como, por ejemplo, a quién fue que nos vendió mi padre. Yo tenía nueve años, Esveta veinte. Realmente no sé cómo se nos conocía exactamente. De echo, es posible que ni siquiera se nos conociera. Imagino que desaparecimos para el resto del mundo, dejamos de existir. Solo eramos las putas de unos adinerados. Ese es, por lo menos, el concepto que yo le he dado con el paso del tiempo. Y éramos unas buenas putas, os lo aseguro. Aunque al principio yo era demasiado joven, con el tiempo aprendí a dar un buen servicio. Tengo que decir que por suerte para Esveta, yo era la más deseada. Y os aseguro que por aquel entonces odie a Dios por la belleza que me había sido concebida. Tampoco os confundáis, Esveta era hermosa. Su pelo era coquetamente rizado, largo y oscuro como la noche. Había salido a nuestro padre. Por desgracia, mi pelirrojo parecía atraer muchas más miradas ¡Maldito fuera! Las de nuestro color no abundábamos y, por ese simple echo, a mi ya me miraban y me pedían con más frecuencia. Salí a nuestra madre.

Aquel infierno duró y duró. Mi hermana tenía la edad que tengo yo ahora, veinticuatro, cuando la encontré desangrada en nuestra cama. La de nuestros aposentos. Dormíamos juntas, siempre estábamos juntas para cuidarnos. Por desgracia, los cortes que tenía en las muñecas me hicieron saber que ella había decidido no seguir sufriendo. No os voy a negar que tuve la tentación de hacer lo mismo, porque la tuve. Antes y después. Sin embargo, ese día lo cambió todo. Mientras la observaba allí tendida, muerta por sus propias manos, supe que yo no iba a elegir ese camino. Que ella quería que yo viviese. Y que con su suicidio, me estaba liberando. Abrí los ojos. Me di cuenta del mundo en el que me habían echo vivir durante los años pasados y del que estaba fuera de aquel lugar. Ya nada volvería a ser lo mismo. Tanto para bien, como para mal.

Estoy alargándome demasiado, iré acortando.

Con trece años, edad a la que todo sucedió, bien podréis pensar que sería demasiado "niña" como para cambiar algo. No. Si algo había aprendido durante los últimos cuatro años era a convertirme en la mujer que debería haber sido muchos años después. Una mujer de mente madura en el cuerpo de una niña de trece años, eso era yo. Y para entonces, mis poderes empezaron a surgir. Lo llevaban haciendo un tiempo pero ese día en concreto, despertaron. No me preguntéis cómo (Porque no os lo contaré), conseguí que "mi dueño" se llevara una impresión... diferente de mi. A los dieciocho años, me convertí en su esposa, para ser exactos. Tal vez eso aclare vuestras dudas. Y, mientras tanto, yo había ido aprendiendo. Estudiaba todo tipo de magia a escondidas. Me di cuenta de que controlar a las personas, no era complicado. A excepción de los vampiros, eso estaban en otra esfera en la que yo todavía no había entrado. Ni he entrado, por el momento. Sin embargo, fuera de ellos, infundir sentimientos en otras personas empezó a resultarme fácil. Al principio, divertido. Enfadar o, por el contrario, enamorar. En poco tiempo, se peleaban por mi solo porque era lo que yo les ordenaba hacer en su subconsciente. Al final, todos los que tanto daño nos habían echo a Esveta y a mi, no acabaron siendo más que mis jodidas marionetas. ¿No es irónico? El dueño, se convirtió en siervo sin ni siquiera darse cuenta.

Un año después a mi matrimonio, enviudé. Trágicamente, mi marido murió por causas naturales. ¿No me creéis? Por supuesto que no, ni siquiera yo me creo semejante mentira. Por suerte, solo yo sé que gustosamente acabé con su vida. Después de tanto tiempo ¡Por fin! Finalmente, pude vengar a mi hermana. Y, curiosamente, no me sentí satisfecha. En absoluto. No, porque había por el mundo hombres como él. De echo ¿Habría alguno que no lo fuera?. Todos, al final, sucumbían a su instinto más bajo. El más bajo de todos. La lujuria. Y es por eso que mi misión no se terminó con él.

***

Han pasado ya cinco años. Cinco preciosos años que he pasado en completa libertad. Ahora, soy una joven y noble viuda de muy buena reputación. Me he casado... tres veces, sin contar a "mi dueño". Por Dios, odio llamarle así, pero he borrado por propia voluntad su nombre de mi mente. Él no tenía nombre, no para mi. Y bueno, desgraciadamente, a todos mis apreciados maridos les ha llegado su hora antes de lo que preveían. Os contaré un secreto; matar a alguien que se lo merece es absolutamente placentero. Y todos ellos se lo tenían más que merecido. La única pega de todo esto, es que no puedo residir en un mismo lugar tras enviudar ¿Quién se fiaría de una viuda de tres maridos? Hasta el más tonto vería que hay gato encerrado. Por eso, y gracias a la cantidad inmensa de fortuna que cada uno me deja después de su muerte, he viajado por muchos lugares.

Ahora los pasos me han llevado hasta París. Hace medio año que mi último marido se fue y ya he encontrado a un nuevo caballero digno de mi atención. Es curiosamente famoso, adinerado y, aunque todavía no lo sabe, nada va a impedir que caiga rendido a mis pies.

Datos Extras

- Yulia no ha vuelto a practicar el sexo desde que mató a su primer marido. Con los demás se las ha ingeniado para tenerlos lo suficientemente engatusados, así que aceptaron su imposición para mantener relaciones después del matrimonio y no llegó dicha consumación.

- Se podría decir que Yulia odia a los hombres, sobretodo a los que tienen una buena posición social. Y, aunque no siente ese odio por los demás, nunca está realmente a gusto junto a un hombre. Los repudia igual que repudia el sexo.

- Utiliza sus poderes abiertamente cuando los necesita. Las premoniciones le ayudan a saber quién debe ser el "elegido" y los encandila con facilidad. Si bien algunos más que otros, tarde o temprano al final todos caen de igual forma. Y su otro don, la apatía, solo la utiliza en momentos concretos.

- Nunca se ha enamorado y jamás ha sentido placer durante el sexo, por eso ha evitado ese tipo de contacto desde que ya no se vio obligada a tenerlo. Desde que ella empezó a ejercer el control sobre ellos y no a la inversa.

- No supo nada más nunca de sus padres, ni ha tenido interés nunca.

- Aunque, con la finalidad de socializar, se muestra como una mujer inocente y abierta en realidad es sumamente desconfiada. Para ella, la única persona que de verdad importó, fue su hermana. Los demás no son nada más que medios para conseguir lo que se proponga.

- Cambia de apellido cada vez que contrae matrimonio y lo mantiene aun después de enviudar. Odia que el suyo signifique, precisamente, Amor. ¿Irónico?