That place can be as real as any pain. [LODEWIJK VAN OTTERLOO]

por Invitado Vie Nov 16, 2012 7:22 pm

La mañana del desayuno cuando se le fue considerada un monstruo entre lo que se supone que era su familia, el padre de Celendrine le dijo que iría a ver a un doctor que le ayudaría a no tener más pesadillas durante las noches, aun en sus recuerdos frescos veía el rostro de su padre sonreírle, recordaba el aroma que su casaca desprendía, pero todo aquello eran recuerdos.

Después de la muerte de su padre, se vio desprendida de todo lo que conocía, había sido trasladada al sanatorio, ese sería su lugar ahora hasta que sanara, sin comprender realmente las palabras solo recordando lo que su padre había dicho, se dejo llevar sin decir nada, solo quería desaparecer esas pesadillas que la atormentaban.

El sanatorio era un lugar oscuro y lúgubre, frio incluso en las noches de verano, pero ahora era su hogar, después de haber vivido en un la cumbre de una familia rica, extrañaba las sabanas limpias y con buen olor, aquel lugar le daba mucho miedo.

Los gritos que no dejan de oírse a todas horas en aquel lugar, pero en aquella ocasión es Celendrine que empieza a gritar a mitad de la noche, se remueve en su cama intentando quitarse todo lo que sus pesadillas y su mente quieren que vea, miles de arañas recorrer su cuerpo, tira de su cabello y araña su rostro, la cobija que cubría su cuerpo yace ahora en el suelo, grita, pero parece que nadie la oye, nadie viene a ayudarla.

Sigue gritando, ahora de su nívea piel gotas de sangre resbalan entintando su piel y la bata que cubre su cuerpo, por fin entran enfermeras que intentan despertarla pero las pesadillas la tienen sumida en su mundo, después de varios jalones Celendrine despierta con la respiración agitada y sus ojos azules llenos de lagrimas, eran casi las 6 de la mañana, asi que era momento de levantarse y darse un baño, esa misma mañana vendría su nuevo psiquiatra el doctor Otterloo.

Eran las nueve aproximadamente de la mañana cuando la enfermera la llevó a la sala de consulta y la dejo sentada, Celendrine se escondía entre su cabello rubio mirando hacia el suelo, las voces comenzaban su día, contándole historias que no eran reales, veía a Cenicitas el lobo artico correr frente a sus ojos, él era libre, él era feliz fuera de ese lugar y ahora ese era su nuevo hogar atrapado entre cuatro paredes, la puerta fue abierta, pero Celendrine no se movió ni siquiera la oyó estaba tan sumida en sus pensamientos que no le importó más nada, sus dedos jugaban entre si haciendo pequeñas cadenitas.