Como una caja musical || Reservado ||

por **Atenea Tsartsarnioli** Dom Nov 18, 2012 11:29 pm

Alza la tapa.
Escucha.
La música será como un alivio
como un bálsamo azul
como un portazo y luego este silencio.
Los amigos se fueron
perdieron el camino y los recuerdos.
Sólo queda esa música.
Alza la tapa y oye.
Piensa que ellos han vuelto y empujarán la puerta
que traen los rones viejos y la inconformidad
que bailarán de nuevo aquella melodía
aunque no sea igual
aunque no lleguen nunca
aunque alces la tapa y no suene la música.

Y como una bailarina sacada de una cajita musical comencé a dar vueltas con una melodía imaginaria que gracias a los sonidos del viento pasar entre las ramas de los arboles hacían que el ambiente fuera más agradable, también ayudaba para aquella melodía el sonido de mi cascabel que colgaba en mi pie tintinear y la madera al quemarse , ya que había prendido una fogata para bailar alrededor de ella. Mi vestido era tan colorido como el jardín más hermoso de todo Paris. Mis movimientos siguieron siendo pausados, levantando los brazos con total gracia para formar ondas imaginarias a mí alrededor, está completamente en equilibrio, mente, cuerpo y alma; como diría mi padre estas en el momento donde nada puede salir mal, estaba completamente de acuerdo con aquello.

Me detuve en seco para echar más leña al fuego, luego de lanzar el ultimo tronco salieron chispas brillantes que se elevaron al cielo bailando al ritmo de aquella melodía que tanto estaba disfrutando y como un ritual comencé a danzar alrededor de la fogata. Entre saltos, piruetas y movimientos suaves mi cuerpo se mecía al son de las llamas, que de momento a otro subían acompañándome, mis sonrisas se podían oír por todo el bosque que lúgubre había quedado atrás, con mis risas y energías todo cambiaba a mí alrededor o al menos así lo sentía. Gracias a una vieja gitana tenía unos polvillos que se accionaban con el fuego y sin pensarlo busque en el bolsillo de mi vestido, tire aquellos polvos al fuego que estallaron como fuegos artificiales y seguidamente los colores se hicieron presentes – La naturaleza juega contigo… la naturaleza te quiere a ti… si eres el elegido ven a mí – era un cantico que las viejas gitanas decían cuando la soledad las atormentaba y la naturaleza como única amiga les ofrecía cobijo y un hogar. Seguí entre frases sin sentido y risas moviendo mi cuerpo de un lado a otro, haciendo piruetas, saltando hacia atrás, yendo hacia adelante una vuelta y volvía a mi lugar hasta que los colores se acabaron y quedo tan solo el naranja fuerte del fuego llameante, era hora de detenerse… En completo silencio tome asiento y de mi bolso de cuero saque la pequeña cajita que me habían regalado, sin pensar en nada más la abrí, enseguida la bailarina se puso a bailar con una melodía especial…

por **Jayah Manushki** Dom Nov 25, 2012 10:03 am

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,

para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.

Oda a la tristeza – Pablo Neruda.

El miedo le va quemando la sangre como si fuera el mismo infierno quien se asienta en el líquido que recorre sus venas. Camina con los pies heridos y la cabeza gacha, cayendo con las rodillas en el piso a veces húmedo y muchas veces demasiado pedregoso. La oportunidad de escapar se presentó frente a ella como el fantasma de un recuerdo que la tortura y que ahora le hace dudar de aquel recorrido que ha hecho sin mirar atrás. Tiene miedo pero también tiene una sensación de alivio sólo comparable a aquellos momentos en que su voz sale, cuando es capaz de superar la barrera que otros han creado, tal como esta noche en que los barrotes de su celda desaparecen pese a que aún se siente prisionera. De sus ojos caen lágrimas, de sus labios no salen las plegarias que deberían ser susurradas, súplicas dirigidas a la memoria de aquel en quien le han enseñado creer. Se va adentrando en el bosque y los colores, hasta entonces tan oscuros, han comenzado a cambiar. Como si fuera una señal que le atrae, las llamas arden y detienen sus pasos, aquello es la mezcla perfecta entre peligro y curiosidad, todo dulce y agraz mientras se esconde tras un árbol y observa la imagen que frente a ella se desarrolla.

Una mujer danza, baila como ha visto en muchas fiesta de su pueblo, se mueve en un ritmo que tiene sentido para ella y que al mismo tiempo ha sido siempre prohibido. Jayah no quiere reconocerlo pero en cierto modo la envidia, le gustaría poder también tener esa libertad que parece ser parte de la gitana frente a ella. Mirarla detenerse le hace salir de su escondite improvisado, el fuego comenzará a convertirse pronto en cenizas y la oscuridad es su mejor aliada para evitar que pueda mirar directo a su rostro. Se siente como dando pasos sobre un terreno desconocido, luce como un animalito salvaje que no ha visto antes a los humanos y teme de ellos. Sus ojos se abren de par en par, está frente a la chica y le sorprende la forma de su rostro, parece una muñeca de porcelana como las que sólo ha visto en los escaparates de algunas tiendas, siempre tan lejana para ella. Jayah estira su mano para tocarle la piel pero al notar lo que hace se detiene y la deja caer a su costado, su mirada también baja y ahora no se atreve a enfrentarla, parece clavada al piso o quizás se ha convertido en una estatua. La voz de su padre y su hermano se repite insistentemente. No debes salir Jayah, no puedes dejar nuestro hogar sola, no puedes hablar con extraños, no puedes hablar con hombres, no puedes…

Como una caja musical || Reservado ||

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