Lost... [Anker De Lautréamont]

Caminé despacio por el puerto. El sol se encontraba oculto entre las espesas nubes grises que encapotaban el cielo creando una atmósfera lúgubre. Una suave brisa soplaba haciendo que mis rubios cabellos bailasen sobre mis hombros y mi ya desgastado vestido se moviese a mi alrededor. Jugueteaba con el delicado y hermoso parasol que llevaba en la mano, no había sido necesario abrirlo por el momento. El sonido de mis zapatos chocando con la madera se perdía entre el barullo de las voces de la gente que por allí andaba.

Observé con atención a todo aquel que pasaba a mi alrededor. Ancianos, hombres, mujeres, niños, niñas, gente de todas las edades. Algunos lucían realmente apetecibles pero me encontraba completamente saciada pues la noche anterior, en una pequeña aventura nocturna, había conseguido beber la deliciosa sangre de una pequeña niña pelirroja que se encontraba perdida en el bosque. Tras estar completamente saciada dejé el pequeño cuerpecito de la niña, ya sin vida, a las orillas de un pequeño lago, le besé la frente, retiré los restos de sangre que quedaban en su cuello y me alejé de allí sin rumbo fijo.

Había algunos seres de mi raza por la zona de el puerto. Era un buen día para salir en busca de víctimas con las que saciar nuestra sed. Cada vez que reconocía a uno de ellos sonreía. Francia estaba bastante llena de vampiros.

Este país empezaba a gustarme realmente. Tenía cosas maravillosas y el francés no se me daba nada mal. "Quizás sea aquí dónde deba quedarme." Pensé. Después de dar tantas vueltas por el mundo me apetecía enormemente asentar la cabeza, buscar una buena forma de conseguir dinero, un hogar, y si fuese posible, una pareja con la que pasar mi larga vida.

Me senté en un poste de madera, cansada de caminar durante horas sin saber a ciencia cierta a dónde encaminaba mis pasos. Abrí mi parasol pues me daba un toque de elegancia. Sacudí mi vestido para que quedase como debía y me peiné un poco. Suspiré y dirigí mi mirada a las aguas que presentaban un intenso azul oscuro, miré con atención pero fui incapaz de hallar el fondo. Éstas aguas se mecían suavemente al compás del viento y hacían que unos cuantos barcos que allí se encontraban creasen un bonito espectáculo que combinaba a la perfección con el resto del paisaje.

Sí, definitivamente ese sería mi nuevo hogar.

Con el tiempo Francia fue uno de los lugares más concurridos no sólo por motivos vacacionales sino de residencia permanente. Si bien era cierto que era una ciudad hermosa, también era cierto que esa atracción que poseía en sí misma era motivo de visita de seres lejos de la humanidad. Aquella noche al despertar, me pregunté el motivo de tanta visita sobrenatural a la zona y me encaminé hacia el puerto luego de arreglar mis vestidos e intentar usar un atuendo poco llamativo como ya me era costumbre. Me encaminé hacia un lugar que no sabría decir si era muy concurrido o no, era ambiguo, a veces sí, otras no, a veces las flotas mercantes llegaban a descargar a media noche y se volvían el suculento plato de vampiros neófitos que no siempre hacían las cosas bien y tiraban los cuerpos al agua poco profunda que era donde encallaban. Espero encontrarme alguno para darle muerte, por diversión porque no iba de cacería aquella noche, mis intensiones eran otras y era buena idea estar atento a los otros como yo en la zona.

Una vez llegué al puerto no tardé en notar a otro como yo, una mujer, una dama que ondeaba su cabello al viento y se protegía el el mismo de las posibles gotas de lluvia que caían cada tanto. Lo lucía como una dama de la realeza que caminaba sola como si quisiera llamar la atención. O tal vez sólo estuviera orgullosa de su belleza como ocurre muchas veces y caminara como si nada. Me pregunté cuantos años tendría y cuanto tiempo por la zona, pues no le había visto antes, aunque yo llevaba poco tiempo aquí.

Lentamente, fingiendo un tranquilo paso humano al que ya le había tomado práctica, caminé como dirigiéndome a ella pero para desviar y pasar por su lado para que me notara al momento. Sus ropas no parecían dispuestas para darse a la caza sino que parecía disfrutar de la noche, al igual que yo. Podía tener varios motivos, pero no creo que sea el mismo que el mío específicamente. Así que avancé sin dudar de mí y pasé por su costado de camino al borde del mar que daba a aquél puerto. Apoyé los brazos sobre la baranda como sosteniendo mi cuerpo y atento a cualquier movimiento que aquella mujer pudiese realizar, sobre todo porque no estaba seguro si había notado o no mi presencia en aquél lugar y mucho menos que yo la había reconocido como vampiro. Lo cierto, era que ninguno de los dos debía llamar demasiado la atención aquella noche, no más allá de la belleza que poseemos los vampiros. La gente de la zona anda prevenida y es una noche concurrida dada la estación actual, un movimiento en falso podría delatarnos, nadie podría atacar ni demostrar nada, por el momento todos estábamos con sólo palabras a nuestra disposición.