Never give up all for lost.

por **Lauren Von Krautzs** Miér Mar 26, 2014 6:11 pm

Where have you been all this time?...

La caída de la luz era una clara invitación para todos aquellos que gozaban de la "bendición nocturna". Un avance con rumbo fijo hasta el bosque de París, aunque sin estar segura hasta donde llegaría, o mas importante aún; con que o quien se encontraría.

La inquisidora caminaba con quietud marcando el paso, seguro pero increíblemente tranquilo.Como siempre su cuerpo se encontraba oculto bajo una gruesa capa de colores obscuros, y terminaciones muy detallistas. de igual manera su largo cabello estaba cubierto por la capucha que descansaba sobre el borde de su mollera. Sus ojos clavados en el horizonte y sus manos aún húmedas por la sangre del desafortunado vampiro que minutos antes, no contaba con la mala suerte de cruzarse en el camino de la Inquisidora.

Llegó al borde de un cruce de caminos, no tuvo mas remedio que continuar por aquel que le llevaría al lago, donde buscaría lavar de ella toda esa inmunda sangre ajena. Ya estaba comenzando a sentirse realmente asqueada por ella.
El último trozo de sendero casi lo cruzó a zancadas, y solo se detuvo al observar el movimiento de las cristalinas aguas que decoraban el inicio de su fuente de limpieza. Removió la capa hasta la parte posterior de sus hombros, descubriendo sus brazos, dejando que los mismos se encargaran de remover la capucha y liberar su cabellera, la cual fue a dar hasta su hombro izquierdo.

Se arrodilló al margen de la laguna, sumergiendo sus extremidades delanteras hasta el antebrazo, fregándolos dentro del agua, y observando como esta tomaba a ratos, un color carmesí pálido.
Exhaló con mas calma al verse completamente limpia, y sin mas en mente decidió sentarse con algo mas de comodidad, aunque siempre al pendiente de su alrededor. Todo se encontraba tranquilo, ya que no existía nada que trizara el sosiego del lugar, excepto por el imponente animal que se alzaba al otro extremo de su posición; un pantera. Es solo un animal.- se mencionó mentalmente así misma, cuando su mano llegó a posarse sobre una de las dagas que cargaba con el. No podía llegar y asesinar a esa criatura de la nada. Por todo esto hizo un cambio de planes, y únicamente se asignó la tarea de observar todo, claramente manteniendo la distancia con el gran felino.

No fue consiente de como avanzaban los minutos, ella se hallaba concentrada en la que casi fue su presa. Al parecer se había acercado a beber. Aunque aún había algo que no dejaba de molestar a Lauren frente a la situación, y cuando estuvo a punto de convencerse de que solo era producto de la tensión vivida horas antes, los echos le dieron la razón.
De manera un tanto asombrada, como molesta, observó el cambio de la criatura, mientras esta adquiría su "verdadera" forma; Una humana.
- Cambiaformas...-susurraría en voz bajas, acomodando sus ropas, buscando así fundirse nuevamente con el entorno, aguardando no ser descubierta por la, ahora joven que emprendía camino hacía otro lugar.
- Veamos a donde vas.- agregaría con curiosidad, mezclada con una leve chispa de maldad en sus palabras. Se levantó y comenzó sigilosamente a seguirla.

No se detuvo hasta que a pocos metros divisó una cabaña, seguramente el humilde hogar de la felina. Los pasos de ambas se frenaron, pero los de la vampiresa la dejaron instalada con la espalda arrimada al tronco de un árbol cercano, y cruzando los brazos a la altura de su pecho, esperó que la extraña se diera cuenta de su presencia. De no ser así, le estaría dejando la invitación abierta a su sencilla morada.

por **Kaya** Sáb Mar 29, 2014 1:57 pm

La cruel bestia feroz no está detrás de los barrotes de la jaula, sino ante ellos.
Axel Munthe

Si algo adoraba tanto Kaya como sus pieles, era la noche. Aquel momento en que podía realmente pasar desapercibida entre sombras, confundiéndose realmente con el entorno, sin saber donde empezaba, ni terminaba su pantera. Y lo segundo que amaba en la vida; el agua. Más concreto el lago que se encendía en un paraje de difícil acceso al que muy pocos se aventuraban y aún menos los humanos, los que creían fervientemente que aquel bosque estaba embrujado. Y allí pasaba sus noches. En su territorio.

La oscura pantera que nadaba en las tranquilas aguas, permanecía inquieta. Un extraño hecho, ya que era precisamente en el amparo de la noche que más tranquila se encontraba, más segura se sentía. Sin embargo esta noche se encontraba insegura. Olisqueó el aire en lo que sus patas nadaban y la mantenían a flote de la fría agua del lago. Y en efecto, el aroma de un ser muerto se acercaba, bañado en sangre. ¿Qué querría? Se preguntó en lo que gruñó a la noche.

Nadó hacia el otro extremo, el más cercano a la cabaña que ocupaba, en el corazón de su territorio. Y allí seguía aquel olor. El aroma que invadía sus tierras y la amenazaba.

Kaya intentó tranquilizarse, muchas veces sus animales eran puro instinto y para pensar claramente se necesitaba mucho más que un odio ciego o desconfianza hacia todo que llegara a la cruzar los parajes que ella dominaba. Salió finalmente del agua. Bebió agua antes de volverse a su refugio y tras sacudirse el agua del pelaje, se transformó en humana. Rápidamente aquel sentimiento de amenaza, desapareció y solo nació de ella la cautela. Siempre había evitado los vampiros y demás seres de la noche, de los que apenas tenía conocimiento, solo que no salían cuando el sol se ponía, y hoy no sería la excepción. En breves la llamada de la naturaleza, llamaría a sus panteras las que se encontrarían en constante luchas por el territorio, y ahora lo que menos le interesaba era terminar herida en una confrontación que podría evitar.

Miró por última vez el lago y los alrededores, buscando algo fuera de lo normal. Sus sentidos la alertaban, que se encontraba muy cerca de ella, por lo que sin más dilación se perdió entre la maleza a paso ligero y completamente silenciosa, moviéndose como un felino lo haría entre la hierba que pisaban sus desnudos pies. Recorrió el ultimo trozo de sendero que la separaba de su humilde cabaña, en lo que el ruido de una rama romperse la alarmó e hizo detener su marcha.

Atenta, escuchó inmóvil a su alrededor. Sintiendo una ausente respiración tras de ella, un poco más alejada de su espalda. Maldijo en silencio. Sentía sus manos ardiendo de ganar de volverse bestia y arremeter contra el ratón muerto que jugaba con ella. No obstante a veces era mejor actuar con cabeza y en este caso una creciente curiosidad por aquel ser creció en ella. Alguien como ella no podía desconocer sus enemigos, los peligros que la acechaban y tarde o temprano, debía de enfrentarse a ellos.

Tras un suspiro, que rompió el silencio, emprendió la marcha de nuevo, hasta entrar en su cabaña, donde tomó rápidamente un ligero vestido para cubrir su cuerpo y encendiendo una vela, sorprendió a la vampiresa que se acercaba hacia su hogar. Saliendo de nuevo por la puerta inesperadamente, encontrándose a unos metros de distancia. Frente a frente.

— ¿Qué queréis? —Preguntó con voz seca y tajante, descubriendo con la vela en alto el rostro de la vampira, y sus ropajes, los que con curiosidad observó. ¿Irían así todos los vampiros? Se preguntó ladeando la cabeza, dejando por un momento de lado el peligro que sentía y del que su pantera le avisaba.

Creyó ver como la vampira daba un paso delante, y gruñó en aviso.

—No me gusta tener visitantes en mis tierras, aún menos en mi humilde hogar. —Añadió con desconfianza cayendo en lo que parecía una daga escondida entre sus ropajes. — ¿Quiénes sois?

por **Lauren Von Krautzs** Dom Abr 13, 2014 3:22 pm

Keep your eyes open, more specifically, keep your eyes on me.

La posición que mantuvo frente a la pequeña cabaña le sirvió, de primera opción para analizarla por completo. Tenía que saber que no había alguien mas allí que pudiera llegar a perturbar sus planes, o derechamente arruinarlos. Sus ojos viajaban como siempre, a los pequeños detalles, siendo testigos del momento que la joven se vistió de manera muy sencilla, y luego un tanto apresurada encendió una vela, estaba mas que claro, la presencia de la Inquisidora ya había sido detectada.

Lenta pero de manera segura, la distancia que tenía con la residencia se vió claramente desvanecida, hasta detenerse a unos pasos de la entrada, y solo por que la dueña del lugar se atrevió a encararla.
Lauren realmente admiraba su valentía, ya que independiente de su verdadera postura, sus palabras sonaban firmes, la estaba enfrentando.
- Creo que un "buenas noches" sería mas apropiado para recibir a una desconocida, antes de preguntar que quiere. ¿No crees?.- le interrogaría con cierta ironía, llevando sus azules ojos a darle un rápido vistazo, antes de moverse sutilmente hacía adelante, escuchando el leve gruñido ajeno, y ahí le quedó claro de la "bestia" que tenía enfrente.

A pesar del accionar ajeno, no se intimidó ni un ápice, y mantuvo esa diminuta distancia, permitiendo incluso que la joven también le observara a ella. Era claro que solo tendría esa oportunidad y debía aprovecharla, tal y como lo hacía ella misma.
- No vengo con la intención de invadir tu hogar. Solo me pareció curioso encontrarme una chica como tu, desnuda y sola, eso es preocupante para cualquiera. Hubiera agregado "inocente" a tu descripción, pero está claro que no lo eres.-comenzó a hablarle con clama, ignorando cualquier pregunta que antes le había realizado. La vampiresa fue consiente de cuando la mirada de ella se posó en su daga, y esto solo le provocó una siniestra sonrisa en sus labios.
- Deberías mantener tus ojos mas atentos a mi, que a mis pertenencias.- agregó en voz baja, acomodando su capa para terminar de cubrir el resto de su cuerpo, haciendo de su silueta algo menos detectable.

Un nuevo paso la acercó mas a la cambiaformas, ya siendo apenas unos centímetros los encargados de separarlas. Estaba invadiendo su espacio y lo hacía sin reparo alguno. Aunque se mantenía consiente de la posición defensiva que mantenía la extraña, misma razón por la que alzaría una mano, buscando llamar su atención, sus ojos mas específicamente hasta su diestra. Muy en el fondo era un ser al cual por lógica aquellos movimientos terminarían cumpliendo con su objetivo.
-Grave error, no te distraigas.-murmuró, justo en el momento que sus labios liberaron un soplo hacía la vela para apagarla y la mano alzada regresaba, hasta ubicarse justo sobre el vientre de la joven, empujándola con una fuerza controlada de vuelta a la cabaña, siendo seguida por Lauren, quien cerró la puerta tras de si.
- No debes ser descortés, debiste invitarme a entrar mucho antes, pequeña felina.- anunciaría con un claro tono desafiante, recordándole de algún modo, que estaba al tanto de su condición.
Ahora mantendría su visión solo en ella, sabía que los roles podían cambiar de un momento a otro, y no podía darse el lujo de jugar, al menos no por demasiado tiempo.

por **Kaya** Dom Abr 20, 2014 12:05 pm

Todo peligro pierde mucho de su amenaza cuando se han descubierto sus causas.
Konrad Lorenz

Desde un buen principio le había parecido hasta normal que alguien le contestara de esa forma, cuando sí misma no había empezado con muy buen pie. Aún así viéndola, no parecía una tierna y calmada joven que hubiese sido más cortes en caso de haberlo sido ella primera. Lo que no le pareció normal fue cuando la vampira se cubrió mejor con la capa.

—A caso ocultas algo más? — Le preguntó ella ignorando las palabras de la vampira, viendo como se acercaba más a ella con un paso. Volvió a gruñir apenas perceptiblemente en señal de aviso, cayendo sin remedio a aquel movimiento de la mano ajena en la que como toda curiosa felina debía prestar atención, olvidándose por unos segundos de todo lo demás, siendo este su mayor error en la noche.

Apenas consciente de las palabras de la vampira, la miró sin comprenderla y sin intuir el movimiento y el soplo de la vela, apagando toda luz entre ellas se encontró de un golpe de nuevo en la cabaña, de forma que aterrizo en la cama o por lo menos, lo que ella tenía como cama. Un viejo y duro colchón.

— Maldita. — Maldijo por lo bajo viéndola entrar a la cabaña la que se encontraba a oscuras sin darle tiempo a volverse contra ella. Por suerte Kaya como felina podía ver en la más oscura de las noches, por lo que la falta de luz no le afectaba, solo la había sorprendido ante el cambio brusco de la luz a la oscuridad, y ahora ya no la tomaría más por sorpresa.

Rápidamente y con todo el sigilo, incorporando su movimiento al de sentarse en la cama, con una de las manos tomó de dentro las sabanas el cuchillo que siempre guardaba y que por primera vez serviría realmente para algo, y guardándoselo en una de sus manos, aguardó malhumorada que por una vez aquella visitante le respondiera o debería tomar sus propias medidas de seguridad para echarla.

—Vampira no entiendo con que derecho te encuentras de irrumpir así en la calma de mi hogar… ¿Por qué iba a desear invitarte? — Le preguntó con voz fría y calmada pese a que sus ojos ardían furiosos. Jamás nadie la había insultado de esa forma. En ocasiones su cuerpo había volado sobre todo cuando las demás panteras se disputaban su territorio y terminaban unidas en grandes y fieras peleas. Sin embargo jamás nadie la había atacado tan desprevenidamente aún fuera con la piel de humana. —No veo en que me beneficia tu entrada a mi hogar, donde solo eres una visitante no deseada que cortésmente se ha ofrecido a darme asiento. Y no me vengaís a decirme que os encontrabais preocupada por mi seguridad… que no hay quien crea en tus palabras.

Seguía sentada en aquella cama, tal cual la vampiresa la había dejado tras el gran golpe. El estomago ya no le dolía gracias a su sanación poco corriente. Suspirando molesta le miró, como el felino que observa un molesto mosquito pululando por los alrededores. En esas ocasiones, su pantera mordía al insecto y se terminaba todo, igual iba a hacer con aquella visita. Le mordería, arañaría hasta dejarle aquel rostro con que la miraba a jirones de piel y antes de que se pudiera regenerar iría a por su maldito corazón. Antes por eso indagaría en que hacia un vampiro en sus terrenos, siguiéndola en medio de la oscuridad de la noche y el por qué de aquel olor picante que le molestaba y a la más pequeña de sus pieles, a la felina oscura le incomodaba hasta hacerla desear huir.

— Quien eres? ¿Qué has venido a hacer? —Preguntó con curiosidad mirándole fijamente en los ojos, manteniendo una vigilancia extrema hacia ella. —No sois una muerta viviente más… parecéis una guerrera. —En su mano el mango del cuchillo se clavaba fuertemente, en tensión se encontraba preparada para si se le volviera a ocurrir acercársele hincarle el cuchillo en el corazón antes de convertirse en la fiera que deseaba proteger su vida y tierras, y lanzarse contra ella.

— Decidme ¿Qué buscáis de una felina como yo? — Terminó por preguntarle, sabiéndose descubierta esperando el próximo paso de ella, que por lo pronto, parecía no hacerse mucho de rogar. —Aún no entendí de tu visita. Por lo que realmente ilustradme el porqué o ya os estáis marchando de nuevo de donde no habéis sido llamada.

por **Lauren Von Krautzs** Sáb Mayo 03, 2014 10:47 pm

Give me the best you have, don't think more!

Una sonrisa llena de ironía se dibujó en el rostro de la Inquisidora, mismo que buscaba responder luego del insulto que le fue proferido por la cambiaformas. Notaba que encontraba irritada, y tenía sus razones, un extraño se adentraba en su hogar y encima se atrevía a desafiarle en el. Era claro que en algún momento la verdadera identidad salvaje cobraría fuerzas en la joven, aún encontrándose en su estado de humanidad, dentro de ella rugía una fiera, y eso era totalmente visible en sus claros ojos.

Lauren estaba consiente que la obscuridad no significaría un gran problema para ninguna de las dos, y estaban prácticamente a mano en cuando a habilidades básicas.
Incluso, al estar tan concentrada en ella, fue capaz de ver como su ahora "rival", ocultaba algo entre sus ropas, aunque no supo diferenciar que clase de objeto era, por el tamaño podía hacerse una idea, y ahora tampoco perdería de vista los movimientos que nacieran desde ese sector que se encargaba de esconder.

Por primera vez desde que había llegado hasta ahí estaba escuchándola mientras formulaba demasiadas preguntas que no llegarían a tener respuesta por su parte, sencillamente por que el verdugo jamás se encarga de dar información personal, ni mucho menos explicar la razón de sus macabros actos.
— Solo digamos que esta no es tu noche de suerte. No te sientas especial, lo que ocurrió fue solo casualidad. Así como el echo de que te haya visto, y ahora mi presencia en tu... "hogar", si se le puede llamar así.— mencionó con un tono de voz burlesco, el cual claramente se encargó de menospreciar la cabaña de la joven.
— A pesar de todo, veo que si comprendiste algo y no, mi entrada aquí será de todo, menos beneficiosa para ti.— le aseguró, con una convicción muy propia de ella, y esperaba que pudiera ser correspondida, en su interior ansiaba que ella le diera una pelea digna antes de acabar con su insignificante vida.

Negó con su cabeza cuando las siguientes preguntas fueron formuladas, realmente no entendía como aún en la cabeza ajena cabía la idea de pensar que se atrevería a revelarle mas de ella.
— Quien soy, que hago y que quiero, es absolutamente privado, por lo que lamentablemente para ti, morirás con esa duda.— sentenció con un tétrico tono de voz. Sus planes para la cambiaformas eran absolutamente claros y no iba a desistir por nada. Enfrentaría a ese pequeño minino que se ocultaba tras esa imagen de inocente humanidad.

Estiró con suavidad su cuello hacía los costados, mientras tomaba una nueva posición; de ataque. Sus orbes fulminaban hasta el lugar que aún refugiaba a la felina, mientras su mano se ubicaba sobre el mango de una de sus dagas, la cual estaba mas cercana en uno de los costados de su vestido.
— ¿Sabes? Mejor déjame ilustrarte como irán las cosas a partir de ahora...— murmuró, y su mano derecha fue la elegida para lanzar la daga con gran precisión hacía el abdomen de la muchacha, el cual penetraría unos veinte centímetros en su cuerpo si acertaba, pero bien sabía que ella podría regenerarse rápido, por lo que debía actuar velozmente.
Luego de su lanzamiento, desaparecería de su lugar, ubicándose al otro extremo de la cabaña, manteniendo en alto su defensa y una nueva daga en su mano izquierda. De alguna forma le estaba dando la oportunidad de hacerle frente, y esperaba que su rival lo aprovechara o no le quedaría mas remedio que acabar con todo sin perder mas de su preciado tiempo.

por **Kaya** Dom Mayo 11, 2014 4:39 am

La gente herida es peligrosa, sabe que puede sobrevivir.
Juliette Binoche

Obviamente que se estaba molestando. Jamás nadie había tenido la osadía de presentarse o más bien irrumpir en su hogar de aquella forma, sin contar con el hecho de haberla hecho volar hacia el interior de la cabaña y no precisamente, con buenas formas. Sus ojos en todo momento seguían en los ajenos, midiendo a su contrincante quien no parecía tampoco perderla de vista. Se mordió el labio con cierta inquietud y contemplo hastiada como sus preguntas, eran ignoradas, sumándole aquel detalle a su malestar y enfado que crecía en su interior alentado por su humanidad más salvaje.

Sus partes felinas que reclamaban y sedientas de sangre esperaban a salir.

— Tendría que haber imaginado que no me ibais a contestar. — Habló en voz alta, interrumpiendo aquel silencio que se había formado, al no entablar comunicación con la desconocida y misteriosa visitante. — Quizás sois de esas jóvenes a las que les gusta rodearse de misterio y disimular así la aburrida vida que lleváis.

Suspiró y empezó a impacientarse, su raciocinio la obligaba a permanecer en calma todo el tiempo que pudiera, e intentará saber que quería y quien era aquella joven que parecía ser una amenaza para ella, mientras su parte menos lógica, simplemente le exigía proteger sus terrenos, defender su territorio de quienes desearan quedarse con ellos y eliminar a aquellos que quisieran no solo hacerle daño a sus tierras, si no a sí misma. El cuchillo en su mano ya dolía, sin embargo algo la obligaba a no soltarle, a permanecer con él por precaución y alerta.

Cuando la joven empezó a hablar no lo hizo de la forma en que lo esperaba, sino que solo se dirigía a ella afirmando que aquella noche terminaría mal para ella y que solo había sido el azar del destino quien la había puesto sobre su pista y su hogar. Siseó entre dientes al sentir la burla en su voz cuando nombró su hogar. Su mirada brevemente repasó las paredes que conformaban su refugio y aunque ciertamente no era un espacio lujoso, para ella era más que suficiente. Con una cama y un techo bajo el que resguardarse de la lluvia ¿Qué más necesitaba? — No encuentro que no tenga mi hogar. El hogar simplemente es el refugio, y este desde bien pequeña lo ha sido, además normalmente vivo como felina. Así que ¿Por qué debería tener de una cabaña lujosa, si solo duermo en ella? —Entrecerró los ojos y mirándole fijamente se le encaró, sintiendo que algo no iba bien. La seguridad con la que decía cada frase le resultaba hasta cierto punto perturbador, y a sus bestias; una provocación.

— Tampoco tu salida de aquí será beneficiosa, como sigas bajo este mismo techo que nos acobija y no te marches a tiempo. —Le gruñó levantándose de la cama, quedando al filo de la misma con el cuchillo en mano detrás de su espalda. Resguardado de la mirada ajena y de su conocimiento.

La vampira siguió hablando, sin decir realmente nada, solo amenazas salían de sus labios, logrando que la sangre felina de Kaya ardiese por saltar sobre ella y acallarla entre sus fauces y ponzoñosas garras. Una sonrisa curvó sus labios y suspiró aburrida, hasta que los nuevos movimientos atrajeron su atención, poniéndola en alerta, sin embargo actuó demasiado lenta y al haberse distraído, infravalorando a la vampira, apenas vio la daga hasta que esa penetró en su abdomen, haciendo que retrocediera unos pasos y absorta, maldiciéndose a sí misma, observando de reojo a Lauren, procedió a quitarse la daga de su carne soltando un quejido al extraer los más de diez centímetros de cuchillo de la daga.

— No quise enfrentarme… pero no me dejaste elección. —Le dijo con voz ronca, tomando aire abruptamente tras extraer la saga y hacerla caer al suelo.

La sangre durante unos segundos emanó de su herida, ensuciando sus ropas y el suelo, hasta que por sí sola empezó a sanarse. Kaya se recostó en la cama, en el filo esperando por los siguientes movimientos que para su sorpresa no llegaron. Con una mirada encendida de rabia y fiereza, alzó la mirada buscando a su contrincante, encontrándosela a un extremo de la cabaña, observándola extrañada y confundida. Inmóvil junto a la pared, con una daga en su mano.

Kaya no esperó más y cuando sintió que su herida había dejado de cesar sangre, sin aviso de ningún tipo saltó sobre la vampira, transformándose al llegar a ella en pantera. Su cuerpo se estiró hasta formar su oscura felina y apartando con una pata la daga que sostenía la vampira, chocó contra ella. Con su peso la empujó lejos de su cabaña, saliendo ambas por la puerta hasta dar contra el suelo del bosque. La pantera gruñó y tal cual se enganchó al cuerpo frio de la inmortal, sus garras se prendieron de sus ropas y piel, arañando, surcando aquella frialdad con sus cortantes uñas, mientras las fauces se cerraban sobre uno de los hombros femeninos ajenos, sin importarle lo que ella pudiera hacerle una vez tomara consciencia de lo que en apenas unos segundos se había dado. Los movimientos de su presa no tardaron en aparecer, y asegurándose a la piel fría, profundizó todavía más sus fauces, saboreando en su paladar la sangre no muerta de la desconocida, resistiéndose a abandonar esa lucha.

Por el momento ella había aprovechado la situación para tomarla con ventaja. Y lo había conseguido. Sin embargo en su feroz respuesta, como todo depredador sumido en la caza, se cegaba por completo con el dolor de un animal herido, perdiendo de vista todo lo demás. Resultando ser el sentimiento de la cacería, la sed de sangre por defender su territorio y vida, el punto más vulnerable de la felina.

por **Lauren Von Krautzs** Dom Mayo 25, 2014 8:30 pm

Any rotation can become the nightmare of your receiver.

Pocas cosas podría llegar a sorprender a la Inquisidora, pero el verse siendo amenazada por una cambiaformas, y encima que denotaba alguna clase de seguridad a la hora de pensar que podría contra ella, sí, inevitablemente lograba darle un leve nivel de sorpresa, y entusiasmo, sabiendo que aquella felina le daría una atrayente pelea, o en el mejor de los casos al menos lo intentaría.

Sonrió con la maldad a flor de piel, dichosa de ver lo que había provocado, y la mueca de dolor en el rostro de la joven era su premio. El objeto se había encargado de rasgar su piel, creando una herida pronunciada, pero no lo suficientemente profunda para que llegara a dañarla mucho más. Lauren estaba consiente que eso solo le daría unos minutos de ventaja, puesto que la sanación de la felina era veloz, no tanto como la propia, la cual estaba altamente desarrollada, pero aún así, sanaría antes de que pudiera completar un nuevo ataque.

Sabía que debía aprovechar de atacar mientras la cambiaformas se reincorporaba, y sosteniendo con firmeza su segunda daga dio un amenazante paso al frente, cuando algo que realmente no esperaba sucedió. Hasta su sensible olfato llegó el aroma de la sangre ajena, un cálido y dulce aroma que conforme más derramaba, más insoportablemente familiar se se volvía para ella. Inevitablemente llevó su diestra a cubrir su nariz, sin ser capaz de dar un nuevo paso, su mirada se clavó en el cuerpo de la joven, la miraba con desconcierto, como si supiera que guardaba un secreto que ni ella misma conocía.

No pudo despejar su mente, conocía esa sangre a la perfección. Su cuerpo se tensó contra una de las esquinas de la cabaña, bajando también la guardia que mantenía tan alta, todo se fue a tierra, incluso el agarre de su daga se aflojó, aunque hizo el intento de sostenerla, sabía que si perdía aquello sería un error que le costaría caro.
No alcanzó a recobrar su concentración, por lo que el impacto de la pantera contra ella fue inevitable, siendo el suelo lo próximo que sintió contra su espalda, viéndose aplastada por el animal, que se aseguraba de mantenerla ahí.
Un quejido se liberó de los fríos labios de la inmortal cuando las uñas y más tarde la mandíbulas de la fiera de clavaban en su cuello, por lo que supo debía reaccionar rápido o sería testigo protagónico, de como su piel se veía completamente rasgada.

Exhaló y con el mayor esfuerzo alzó sus piernas, para que estas se encargaran de rodear los costados de quien le apresaba, y contrayendo sus muslos, presionó hasta escuchar como un par de costillas cedían ante aquello, y como era de esperarse esto debía desconcentrar a la felina, dándole una nueva oportunidad de atacar.

Los siguientes movimientos no se hicieron de rogar, y volteando su cuerpo, buscó quedar sobre el animal, sosteniendo su cabeza con ambas manos intentando que sus miradas se encontrarán y cuando lo consiguió inició la otra parte de su ataque. Sus ojos destellaron y fueron los responsables de comenzar a provocar aquel dolor mental a su rival, uno que ni ella misma estaba controlando, solo lo hacía para conseguir las respuesta que necesitaba con suma desesperación.
- ¿¡Quién eres!?... ¿¡Quién demonios eres!?. -comenzó a interrogarle, mientras su voz cobraba un volumen importante, debía saberlo, aquella sangre, su propia sangre corría por las venas de la felina, debía conocer la razón. Y aunque muy dentro de si misma conocía el único motivo por el cual eso sería posible, se negaba a creerlo.

Sus manos se deslizaron al cuello rodeándolo con sus dedos, estaba extrangulandole y la conexión que se encargaba de mantener el dolor localizado en su cuerpo se mantenía con la misma intensidad, e incluso en ocasiones luchaba por volverla mas insoportable para la otra, no iba a tener compasión alguna con ella.
- ¡Maldición!¡Responde o te arrancaré la puta cabeza, lo juro!. - esperaba que la joven volviera a su humanidad, debía disipar las dudas que tenía, antes de que ese arranque de furia descontrolada terminara por costarle la vida a la que aún desconocía, formaba parte de su árbol genealógico.

por **Kaya** Lun Mayo 26, 2014 3:10 pm

La única lucha que se pierde es la que se abandona
Anónimo.

Ya no existía apenas consciencia dentro de la oscura y gran pantera que se cernía sobre la inmortal. Solo era una llama ardiente cual fuego lo alimentaban los quejidos de la fémina sobre la que permanecía. La sangre empezó a correr por ambas. La pantera rugió celebrando el festín de la noche, hincando todavía más fuerte sus mandíbulas en su terso cuello. Retorciéndose permanecía decidida a arrancarle a romperle el cuello que tenía en su agarra mientras las patas se hincaron más en la piel fría, arañándole, intentando quitarle la piel a tiras. Destrozarla en cada centímetro de su figura. Por qué en aquellos terrenos, ella era la que mandaba. Su hogar, su familia, su supervivencia y no iba a dejar que nadie la pusiera en peligro. Ni por amenaza mínima que esta conllevara.

Saboreó la sangre llenando a borbotones su garganta. Rugió fuerte contra su piel y cuando más sus uñas se encontraban en la carne ajena. Cuando menos quedaba para poderle hacer el mal irreparable en aquel maltrecho cuello que mordía como fuera un mísero juguete, sintió los primeros movimientos de la vampira bajo ella. La removió del cuello apaliando toda resistencia, presionando más contra aquella herida sangrante, aflojando el agarre de sus patas sobre las extremidades ajenas, siendo aquel punto su perdición. El grave error que la llevaría a invertir los papeles, al encontrarse de un segundo a otro rodeada en los costados por las piernas fuertes de la inmortal.

— ¡Protégete! —Se exigió a sí misma. Sin embargo sus sentidos seguían inmersos en el frenesí de la sangre. El sentir aún todavía su presa bajo ella moverse solo la hacía que enardecerse más, desear más… Afianzó su mandíbula en aquella dura carne buscando hacerle todo el mal posible, hasta que unos chasquidos y un dolor en los costados la hicieron rugir de dolor, separándose de ella. Sus uñas que seguían atravesando su piel, produciendo que los más serios arañazos no se le fueran sanando, siguieron en su sitio hasta aún después de que quedará tras las costillas rotas, bajo la vampiresa.

En aquel momento Kaya tuvo miedo y como un animal desesperado y rabioso usó las dos patas delanteras para desgarrar todo lo que encontrará cerca de ella, en un intento de que la liberara. La vampira sin miedo tomó su cuello y mirándola fijamente, cayendo en aquel poder sádico, que te hacia retorcerte de un intenso dolor mental, gritó asemejándose más el sonido a Kaya gritando, que a la pantera rugir.

Se retorció, gruñó desesperada. Intentó tomar oxígeno, respirar aunque cada vez se le hacía más difícil. Más cuando aquel atroz dolor solo la hacía querer morirse aún más rápido de que si luchaba contra quien iba a terminar siendo su asesina. ¿Sería aquel su fin? En medio de aquel dolor, no atendía a palabras. Finalmente araño profundamente el pecho de la vampira, y aprovechó unos segundos en que el dolor disminuyó para girar su cabeza y morder profundamente el brazo con que la ahogaba. Siguió en su intento por hacerle daño, hasta que el dolor la paralizó, y el cuerpo felino tembló.

Las ultimas descargas eran difíciles de soportar y solo cuando en un segundo de lucidez entre tanto caos, consiguió escucharle, tomó fuerza para golpearle con una de sus patas las mejillas blancas de la vampiresa, dejándole una marca de sus uñas. Le miró a los ojos tras ello, encontrándose con una mirada todavía más oscura, firmemente decidida. Parecía el rostro del verdugo que sabe que va a matar y que lo hará. Cada vez le faltaba más aire e irremediablemente aún con la imagen de aquel rostro, aquella mirada, cambió agónicamente a humana, terminando por aparecerse desnuda en el suelo, retorcida y pálida.

— ¡PARAD! —Gritó con su último aliento. Podía sentir cada curva de su cuerpo contra el frío de ella. No obstante había cosas más importantes, como el aprovechar para tomar todo el aire que pudo antes de que decidiera ahogarla definitivamente; que para ello quedaba poco. Con lágrimas en los ojos le miró sin poder aguantar más aquel incontenible dolor que le agujereaba la cabeza con miles de agujas. Jadeó sintiendo que el dolor y el agarre disminuían en intensidad. ¿Acaso habría visto de su palidez? ¿Oído la rapidez de su corazón? En cualquier momento para el corazón de Kaya podía ser demasiado.

La joven tosió y rápidamente, volvió a interceder una de sus manos entre ambas, en un intento de apartarla. Sentir sus manos todavía en su cuello, la hacía jadear de miedo como odio. Había formas de matar mucho más rápidamente que aquella. Con la mirada desconcertada le miró. Lauren volvió a gritarle, amenazándola con de nuevo el dolor mental.

— ¡Kaya! ¡Soy Kaya! —Dijo con voz ronca, adelantándose al dolor mental. — ¡No sé más! He vivido aquí… en los bosques. Mi familia murió. —Añadió sin entender bien lo que le decía la vampira o lo que esperaba que ella le dijera. — Nací de una felina y un humano… ¡Ya no se más¡ Insistió de nuevo observándole fijamente, encarándola, en lo que su parte felina volvía a darle fuerzas y con el aliento nuevamente restablecido, sin que se lo esperará y la vampira permanecía observándola sin prestar atención a mucho más, la pateó por el estómago sacándosela de encima. Apartándola de sí.

— Seas lo que seas ¡A ellos ya no podrás matarlos! ¡Es a mí a quien queréis! —Le gritó temiendo que aquella desconocida solo hubiera ido en busca de matar a todos y por ello le preguntara por su familia y los suyos. Kaya retrocedió unos pasos, separándose del agarre fácil ajeno y acurrucada contra sí, se llevó las piernas a su pecho en forma de protección. No podía hacer nada contra aquel dolor mental, sin embargo si podría alejarla de ella si era más rápida y ágil de una fuerte patada a su estómago y no se dejaba inmovilizar o agarrar por sus frías manos. ¿Pero sería suficiente aquella protección? En lo más hondo de ella, sabía que no. — No os lo diré una última vez… ¿Qué queréis de mí? — Sus ojos brillaron en la oscuridad con decisión. En nada se parecía a la joven temblorosa y desprovista de fuerza que instantes antes había estado bajo aquel inmortal cuerpo. Podría estar asustada, tenía pavor de sentir aquel dolor, porque el volverlo a sentir la haría desistir y terminaría derrumbándose nuevamente.

Ahora era momento de permanecer alerta y fuerte, como su pantera en su interior se lo rugía.

por **Lauren Von Krautzs** Jue Mayo 29, 2014 9:57 pm

Face your past and discover the new future.

El cuerpo de mármol recibía cada uno de los manotazos lanzados por la felina, sus garras le desgarraban la piel, le estaba provocando un daño considerable. Liberaba aquellos quejidos que obviamente no se permitía callar, y por más que pudiera no lo haría, estaba sufriendo, pero el dolor que sentía dentro de si misma era mucho mas fuerte, e intenso que los rasguños que sus extremidades pudieran recibir.

Aún cuando la mordida ajena se localizó en su brazo, no aflojó su agarre, y fulminandole con toda la rabia que sentía en ese momento, aumentó el dolor que provocaba sobre ella, buscaba paralizarla, que no fuera capaz de continuar con ese inútil intento por liberarse de ella, puesto que tampoco lo conseguiría. Estaba dispuesta a lo que sea para conocer la verdad de ella, sin siquiera mostrar un chispa de compasión ante la mirada agónica de su mártir.

Realmente no esperaba que el corazón ajeno se detuviera, puesto que si eso ocurría sus terribles sospechas jamás se verían disipadas, y tendría que cargar encima con la vida de quien estaba casi completamente segura, era una de las últimas "personas" con sus mismas lineas de sangre. Sus manos se mantuvieron tensas y firmes en su cuello, clavando parte importante de sus filosas uñas en la piel de la cambiaformas. Cada movimiento que realizaba era un daño en aumento.

Su rostro fue volteado, producto del último zarpazo que la pantera fue capaz de darle, provocando una herida en su mejilla, desde la cual brotó la sangre que manchó la nívea piel de la inmortal, quien en medio de la confusión fue testigo de como la joven volvía exhausta a su forma original, exigiéndole que se detuviera.
— ¡Esto no terminará hasta que hables!.— le aseguró, realizando una nueva descarga sobre su cuerpo ya notoriamente debilitado. Le sentía estremecer bajo su cuerpo, aquellos espasmos de dolor que ya estaba claro no podría soportar por mucho tiempo más, por lo que la inquisidora esperaba que por su bien, comenzara a hablar de una vez por todas.

Solo en aquellos segundos que escuchaba su voz, intentando explicarle, disminuía el dolor que provocaba, solo para conseguir captar cada palabra, cada frase que pudiera serle útil; Nada. Todo lo que sus labios liberaban eran pequeños fragmentos de una vida que hasta para su propia mente era desconocida, ¿valía la pena seguir lastimándola?... Lauren conocía la respuesta a eso, pero no podía detenerse, se encontraba en un frenesí imposible de ignorar.
Su explicación era tan simple, como vacía, no estaba dándole nada de información y en el momento que resopló con frustración la felina se adelantó, pateandole con la fuerza necesaria para apartarse de sus manos, y la presión que realizaba con su cuerpo.

Velozmente se incorporó frente a ella, observándola con desprecio hacía abajo. Estaba totalmente desprotegida, expuesta, desnuda y temblorosa, agotada de todo lo que había recibido en tan poco tiempo, y para su mala suerte, había tenido que toparse con un ser que verdaderamente disfruta de la tortura, de jugar con las mentes de sus victimas, llevándoles al borde de la demencia.
— No vine aquí para acabar con tu familia. Tienes algo... Que seguro ni siquiera tú misma eres consiente... ¡Es una estupidez!.— exclamó, conforme sus pasos volvían a ella, acercándose con una amenaza que desprendía por sus poros, dejando en claro que para ella, la situación se había vuelto mucho más tensa, y no iba a dejarle escapatoria; tendría que aceptar el destino que Lauren escogiera para ella, era eso o abrazar una trágica muerte.

Sus ojos destellaron con furia al ver la forma en la cual la joven la observaba, aún sin comprender que su vida pendía, literalmente de un hilo.
— ¡Deja de mirarme así, bastarda!.— le rugió, otorgando nuevamente aquel dolor. Su rival daba el pase para que continuara, el desafiar su mirada era una clara invitación a lastimarla, y la hija de la noche no la desperdiciaría.
Continuó con un nivel más reducido, pero constante, y todo era un método de defensa mientras acortaba la distancia, llegando a sostenerle por su cabellera, para levantarla del suelo, exponiendo así su cuello antes los sobresalientes colmillos que esperaban ansiosos por desgarrar su piel.
— Basta de dudas...— susurró contra su cuello, y antes de que la otra pudiera protestar, sus caninos se incrustaron en su piel, y en cuanto la sangre comenzó a brotar, su lengua se encargó de degustarla. De pronto todo su cuerpo se tensó, haciéndola temblar a causa de la enorme rabia que la recorría.
— No... ¡NO! ¡MALDICIÓN!.— le gritó liberándola de su mordida, permitiendo que su sangre tiñiera por completo sus labios. Y sin pensarlo dar un golpe certero en la cabeza de la felina, para segundos después lanzarla con fuerza contra uno de los árboles, el cual crujió al recibirla.

La inquisidora no reaccionaba, y cayendo sobre sus rodillas, se llevó las manos al rostro, restregándolo con frustración. Su mirada se desviaba al cuerpo inconsciente de su enemiga, estaba agonizando y de no hacer algo pronto, moriría ahí mismo.
— ¡AHHH!.— gritó a ojos cerrados, buscando liberar su ira de alguna manera.
Tenía que decidir, y no contaba con demasiado tiempo; Abandonar a su propia sangre a una muerte segura o salvarla, tan simple como eso, y al parecer el universo conspiró en su contra.

El cuerpo de Lauren se alzó desde la tierra del bosque, y avanzó hasta dar con el cuerpo que aún emanaba un ligero calor, seguido por debilitados latidos, que esperaba no desaparecieran. Removió la capa de sus hombros, y cubrió el cuerpo desnudo de la joven, para posteriormente cargarla en brazos. La llevaría hasta su hogar, y terminaría de armar aquel rompecabezas que amenazaba con hacerla enloquecer.

por **Kaya** Miér Jun 04, 2014 3:08 pm

Y sentí el miedo...el miedo del frío.
Anónimo.

Aún sentía su piel estremecerse, su respiración entrecortada apenas era un signo visible de lo que hacía unos instantes su cuerpo había soportado. Las descargas inhumanas de aquella vampira, de la que aún no entendía su presencia. La deseaba matar, o aquello daba a parecer. Pero… por qué? Aún era todo un misterio y de aquellos labios ajenos no habían salido más que afirmaciones de muerte, oscuridades, dolor y más preguntas de ella y su familia.

Desde el abrazo a su propio cuerpo, Kaya alzó la mirada hacia la ajena, sintiéndose por unos segundos a resguardo de aquella ciega furia que lucía en la mirada oscura de la vampiresa. Aún sentía la piel de su cuello regenerarse, tras que las uñas inmortales le rasgaran, clavándose en su tersa piel. Su cuerpo tembloroso, ahora se encontraba con manchas de sangre. Líneas carmesí que del cuello hacia los pechos bajaban, como si el cuerpo cálido de la cambia formas fuera un lienzo sobre el que dibujar un cuadro macabro; arte de aquella inquisidora. Por el momento se había librado de ella, apartándose unos metros lo que le daba cierta ventaja por si debía contraatacar con sus últimas fuerzas o huir. Sin embargo poco tardó la vampiresa en volverse hacia su mirada y encararla con un gran desprecio en su mirada.

Frunció el ceño ante aquello mirada y la ignoró por completo cuando la observó de arriba hasta abajo. No debía de dar una buena imagen, aquella era la verdad, pero en su interior aún sus panteras deseaban pelea, y pelearían contra todo aquel que pusiera en peligro su vida. Así que sin amedrentarse la miró de igual forma, con un mohín molesto en lo que esperaba que ella le dijera algo. Tuviera el valor para contestar alguna de sus preguntas. Sintiéndose estúpidamente desconcertada al oírle y ver como en sus palabras, no existía ni la mínima esperanza de que le dijera más de lo poco que ya sabía y conocía.

— ¿Tengo algo?— Le miró sin entender, negando la cabeza — ¿Qué queréis decir con eso? ¿Qué sabéis de mi familia? ¿De que no soy consciente? — Sus preguntas parecían no terminar y aquella vampiresa tenía las respuestas y allí seguía, sin querer decirle nada. — ¡No te entiendo¡ ¿QUIEN SOIS?

Resopló molesta y encarándola con fiereza, clavando sus orbes en los ajenos al verla hacer unos pasos hacia ella, tuvo el valor de plantarle cara, encontrándose a los pocos segundos, retorcida en el suelo de dolor. Cerró los labios, mordiéndoselos, acallando sus gritos de dolor, que aunque el dolor parecía ser de un nivel más bajo, tal como se encontraba ya su cuerpo y mente, para ella realmente parecía ser un suplicio. Una lenta tortura que parecía no tener fin. Apenas se dio cuenta que en mitad de su agonía, la joven llegó hasta ella y la tomó con fuerza de la cabellera. Sintió unos cabellos romperse y quejándose, coincidiendo con su mirada al ser conscientes de los colmillos que rebosaban fuera de los labios ajenos preparados para arrebatarle la vida.

Cerró los ojos e intentó convertirse, soltando un jadeo al verse su transformación impedida por los colmillos que se habían incrustado en su piel. Intentó separarla y descubriendo sus garras, desgarró la piel más cercana que tuvo al alcance, tiñendo el cuello pálido y frío de la vampiresa del color carmín de su propia sangre. Incrustó sus dedos ahondando en su carne, buscando desgarrar su cuello aprovechando que se encontraba sumida en su cuello aquellos microsegundos en que tan cerca estuvo de hacerle realmente un daño permanente al ser inmortal.

Al separar los colmillos abruptamente de su cuello, jadeó de dolor, sintiendo su sangre derramarse entre ambas. — ¡Maldita!— Masculló entre dientes, abriendo la boca para protestar mientras que ejerciendo presión con sus manos intentaba separarse del agarre con el que la dominaba, encontrándose inesperadamente golpeada en la cabeza y lanzada contra un árbol. Ante el primer golpe se sintió desfallecer, liberando un suave quejido, sin embargo fue cuando su cuerpo chocó fuertemente contra el árbol, que su cuerpo tembló una vez y justo al tocar su cuerpo el suelo, sus ojos se cerraron, cayendo inconsciente y malherida.

En su interior, intentó vencer y volver a despertarse. Sintió el ardor del cuello. Aún consciente sentía la sangre manar de sus heridas, las que más lentas de lo normal sanaban a una velocidad poco apropiada para salvaguardar su vida. Gimió temblorosa al ser agarrada por los fríos brazos de la vampira e intentó removerse en sus brazos, sin conseguirlo sintiéndose cada vez más pesada y exhausta.

—Déjame aquí… no…quiero irme.—su voz apenas era perceptible, solo un suspiro con el que finalmente y solo tras sus palabras se dejó caer definitivamente en la inconsciencia, esperando que la dejaran allí en aquel bosque; en su hogar, junto a sus padres.

¿Qué seria ahora de ella? ¿Qué sucederia a partir de aquel momento con su vida? Eran preguntas sin respuestas que solo descubriría en caso de volver a despertar sana y salva. Si sus ojos volvían a abrirse de nuevo.

FINALIZADO

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