AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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If you won, do not say anything[Libre][Estados Unidos- New York 1970]
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If you won, do not say anything[Libre][Estados Unidos- New York 1970]
New York 1970
Eran las dos de la tarde, la luz entraba por aquella ventana mal limpiada de un hotel de cuarta, había odiado completamente aquella puerta del baño que rechinaba a cada rato gracias a los movimientos que ella misma parecía hacer solamente para molestar a un desgraciado como el que había llegado a Estados Unidos hace tan poco que podría contar los días con los dedos, pero en esos momentos no estaba de humor para recordarlo. Había estado en Francia, en los mejores hoteles, entre mujeres millonarias, siendo lo mejor de lo mejor, pero había tenido que meterse con una chica que prácticamente era de la realeza, ahora debía huir. “¿No puedes ir a tu tierra natal?” le habían preguntado sus amigos que parecían más locos ellos de mandarlo lejos. ¡Están locos! Le gritaba mas asustado de pensar que podría llegar a caer otra vez en ese país; que aunque lo amaba. No estaba en sus mejores momentos.
Había llegado a Paris para poder huir y poder estar en un mundo diferente, pero parecía que también Europa estaba sedienta de poder, lo único que los hacían diferente era sus ojos, porque en realidad eran todos iguales. Uno de sus mejores amigos lo pudo montar hacia EEUU. No sabía si era una buena idea, pero lo único que sabía era que si se quedaba, estaría muerto. Aun no estaba seguro si era mejor estar muerto o estar en aquella habitación realmente sucia y deteriorada, parecía que en cualquier momento el edificio entero se iba a venir abajo, enterrándolo entre montones de basura que era la comida y hogar de los ratones que podía oír tan claramente por las paredes de yeso y madera.
No conocía a nadie, las personas lo miraban como si fuera un forastero de algún lugar desconocido, tal vez lo era, pero él no se consideraba peligroso. Debía soportar ese lugar por al menos unas semanas, hasta que encontrara un trabajo decente, pero que difícil era para un hombre recién llegado, que entendía muy poco el idioma establecerse en ese país. ¿Por qué no vas al barrio chino? Le pregunto una persona que lo había visto en problemas. Podría ir, pero había un pequeño detalle… él no era chino y el idioma no era el mismo, pero la idea no había sido mal, así que aquel día estaba esperando que alguna alimaña se le subiera al cuello para que pudiera despertarse y pronto sucedió así, una gran cucaracha se asomo recorriendo su cuerpo medio desnudo hasta llegar a su boca medio abierta. Con sus antenitas tanteaba el lugar hasta que sintió los labios del hombre y supuso que era un lugar para esconderse.
-Ahgs… Malditos- escupió el insecto al sentirlo prácticamente en la garganta. Había dado un salto que lo había sacado de aquella pequeña cama en donde había estado durmiendo. Rápidamente corrió hacia el lavado, pero se dio cuenta que este estaba peor que el sabor de la cucaracha, luego se compraría algún enguaje bucal en alguna tienda pequeña. Bueno la buena noticia era que se había despertado, alboroto un poco sus cabellos para luego ajustar sus jeans que estaban medios caídos, se rasco la cabeza mientras miraba aquel asqueroso lugar -¿Dónde está mi camisa?- se inclino mirando hacia debajo de la cama, de esta saco sus zapatos y una camisa negra, medio arrugada, se la puso así para luego buscar su chaqueta de cuero que estaba en una silla cerca de la ventana. Ya listo se dispuso salir del lugar, la encargada, era una mujer de color, le miro de mala gana mientras le devolvía las llaves, esta no se preocupaba si volvía o no, ya le había pagado cuatro semanas de renta por adelantado, así que no sería problema.
La luz del sol le pego en toda la cara, se sintió por unos momentos, un poco aturdido, mucho ruido proviniendo por todas partes, los autos, la música de las radios a alto volumen, gente gritando, riendo, peleando, llorando. El ruido estaba infectado, invadido de tragedia y pobreza en esa parte de la ciudad, frunció el ceño levemente mientras metía sus manos en sus los bolsillos de su chaqueta y comenzaba a caminar en dirección a algún lugar mejor, pero lamentándose de que pronto tendría que volver pues era el único lugar que podría dormir y protegerse de la jungla moderna.
Eran las dos de la tarde, la luz entraba por aquella ventana mal limpiada de un hotel de cuarta, había odiado completamente aquella puerta del baño que rechinaba a cada rato gracias a los movimientos que ella misma parecía hacer solamente para molestar a un desgraciado como el que había llegado a Estados Unidos hace tan poco que podría contar los días con los dedos, pero en esos momentos no estaba de humor para recordarlo. Había estado en Francia, en los mejores hoteles, entre mujeres millonarias, siendo lo mejor de lo mejor, pero había tenido que meterse con una chica que prácticamente era de la realeza, ahora debía huir. “¿No puedes ir a tu tierra natal?” le habían preguntado sus amigos que parecían más locos ellos de mandarlo lejos. ¡Están locos! Le gritaba mas asustado de pensar que podría llegar a caer otra vez en ese país; que aunque lo amaba. No estaba en sus mejores momentos.
Había llegado a Paris para poder huir y poder estar en un mundo diferente, pero parecía que también Europa estaba sedienta de poder, lo único que los hacían diferente era sus ojos, porque en realidad eran todos iguales. Uno de sus mejores amigos lo pudo montar hacia EEUU. No sabía si era una buena idea, pero lo único que sabía era que si se quedaba, estaría muerto. Aun no estaba seguro si era mejor estar muerto o estar en aquella habitación realmente sucia y deteriorada, parecía que en cualquier momento el edificio entero se iba a venir abajo, enterrándolo entre montones de basura que era la comida y hogar de los ratones que podía oír tan claramente por las paredes de yeso y madera.
No conocía a nadie, las personas lo miraban como si fuera un forastero de algún lugar desconocido, tal vez lo era, pero él no se consideraba peligroso. Debía soportar ese lugar por al menos unas semanas, hasta que encontrara un trabajo decente, pero que difícil era para un hombre recién llegado, que entendía muy poco el idioma establecerse en ese país. ¿Por qué no vas al barrio chino? Le pregunto una persona que lo había visto en problemas. Podría ir, pero había un pequeño detalle… él no era chino y el idioma no era el mismo, pero la idea no había sido mal, así que aquel día estaba esperando que alguna alimaña se le subiera al cuello para que pudiera despertarse y pronto sucedió así, una gran cucaracha se asomo recorriendo su cuerpo medio desnudo hasta llegar a su boca medio abierta. Con sus antenitas tanteaba el lugar hasta que sintió los labios del hombre y supuso que era un lugar para esconderse.
-Ahgs… Malditos- escupió el insecto al sentirlo prácticamente en la garganta. Había dado un salto que lo había sacado de aquella pequeña cama en donde había estado durmiendo. Rápidamente corrió hacia el lavado, pero se dio cuenta que este estaba peor que el sabor de la cucaracha, luego se compraría algún enguaje bucal en alguna tienda pequeña. Bueno la buena noticia era que se había despertado, alboroto un poco sus cabellos para luego ajustar sus jeans que estaban medios caídos, se rasco la cabeza mientras miraba aquel asqueroso lugar -¿Dónde está mi camisa?- se inclino mirando hacia debajo de la cama, de esta saco sus zapatos y una camisa negra, medio arrugada, se la puso así para luego buscar su chaqueta de cuero que estaba en una silla cerca de la ventana. Ya listo se dispuso salir del lugar, la encargada, era una mujer de color, le miro de mala gana mientras le devolvía las llaves, esta no se preocupaba si volvía o no, ya le había pagado cuatro semanas de renta por adelantado, así que no sería problema.
La luz del sol le pego en toda la cara, se sintió por unos momentos, un poco aturdido, mucho ruido proviniendo por todas partes, los autos, la música de las radios a alto volumen, gente gritando, riendo, peleando, llorando. El ruido estaba infectado, invadido de tragedia y pobreza en esa parte de la ciudad, frunció el ceño levemente mientras metía sus manos en sus los bolsillos de su chaqueta y comenzaba a caminar en dirección a algún lugar mejor, pero lamentándose de que pronto tendría que volver pues era el único lugar que podría dormir y protegerse de la jungla moderna.
Kwan Chung-Ho- Cazador Clase Media
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Re: If you won, do not say anything[Libre][Estados Unidos- New York 1970]
La escuela por fin se había terminado, ella no era de las estudiantes que gustasen de pasar demasiado tiempo en el salón de clase, a pesar de llevar buenas calificaciones prefería permanecer fuera de las aulas el mayor tiempo posible, suspiro con cansancio dándose cuenta de que terminando el fin de semana debería volver al internado pero sonrió pensado que tendría dos días libres para disfrutar, el uniforme oscuro del internado para señoritas al que asistía comenzaba a quedarle pesado los lunes y le asfixiaba los viernes, ninguna de las demás chicas parecía sufrir lo mismo que ella y después de mucho tiempo de meditación llego a la conclusión de que se debía a que la mayoría había asistido a esa clase de instituciones desde pequeña, a diferencia de ella que fue enviada un par de meses antes ya que su madre tenia un par de ideas bastante rígidas sobre lo que debía ser una señorita, sonrió pensando que ella no resultaba ser tan terrible como su progenitora se imaginaba cada vez que la miraba, de hecho no le molestaban en lo mas mínimo los sermones matinales o los rezos antes de comer, el encierro tampoco le quitaba el sueño, sin embargo una cosa tenia la mala fortuna de ponerla verde y era la manera en la que arbitrariamente deseaban imponer las ideas de cualquier que se viese medianamente inteligente dentro de su rubia cabecita.
Suspiro recargando los codos en el sillón giratorio de cuero negro que su padre utilizaba cuando trabajaba, mientras este recargado en el escritorio peleaba por teléfono con alguna persona que al parecer había cometido alguna estupidez al amarrar un trato que iba de la construcción de un centro habitacional en medio de la metrópolis que representaba Nueva York, ella no sabia como trabajaban los arquitectos de su padre pero podía imaginar que de manera exquisita solamente con echar un vistazo en las oficinas de trabajo, el suelo era liso, con leve tono azul claro de vidrio tensionado recubierto con porcelanato, las paredes estaban recubiertas con yeso dándoles un aspecto suave y una textura dura, pintadas de colores sólidos que oscilaban entre el crema, blanco o melón, sus ojos se levantaron hacia el techo ignorando la insistente mirada fulminante de la secretaria de su padre que la veía a través de las paredes de vidrio aislante que separaban la oficina de recepción, este era completamente liso a pesar de la gran extensión que abarcaba la habitación, ningún trabe quedaba a la vista al igual que los pilares dándole una simetría y homogeneidad exquisita, según le había contado el hombre utilizaban un numero elevado de varillas para que la construcción ocultase todo eso sin caerse, sonrió moviendo la silla de un lado a otro al notar como cada elemento se integraba perfectamente al diseño creado por su padre y sus colegas.
- Me marcho-Comento finalmente Juliette después de un rato bajo el escrutinio de la insistente secretaria quien imaginaba estaba enamorada de su padre, se levanto de la silla depositando un beso en la mejilla de su padre notando como el hacia una simple seña con la mano a modo de despedida sin desatender ni un segundo el teléfono-Nos vemos Martha, mi padre dice que le hagas un espacio en su agenda esta noche porque saldrá con mi madre, es su aniversario-comento mientras salia de la oficina viendo con diversión como el rostro de la mujer se ponía rojo de ira, ver aquella expresión era uno de los pocos placeres que se permitía la muchacha de vez en cuando. Sus ojos se afilaron al salir al sol y recibir de lleno los rayos del sol, sin embargo comenzó a caminar por la calle nada mas recuperarse del deslumbramiento inicial, aquel día era uno de esos días en los que prefería caminar por la calle a subirse a algunos de los autos de su padre, ¿Porque? Quien sabe, pero amaneció con ganas de andar desde que las monjas la despidieron con la mano esa mañana al igual que cada fin de semana, esperando que dentro de cuarenta y ocho horas volviera con nuevos aires a su vida de siempre
Suspiro recargando los codos en el sillón giratorio de cuero negro que su padre utilizaba cuando trabajaba, mientras este recargado en el escritorio peleaba por teléfono con alguna persona que al parecer había cometido alguna estupidez al amarrar un trato que iba de la construcción de un centro habitacional en medio de la metrópolis que representaba Nueva York, ella no sabia como trabajaban los arquitectos de su padre pero podía imaginar que de manera exquisita solamente con echar un vistazo en las oficinas de trabajo, el suelo era liso, con leve tono azul claro de vidrio tensionado recubierto con porcelanato, las paredes estaban recubiertas con yeso dándoles un aspecto suave y una textura dura, pintadas de colores sólidos que oscilaban entre el crema, blanco o melón, sus ojos se levantaron hacia el techo ignorando la insistente mirada fulminante de la secretaria de su padre que la veía a través de las paredes de vidrio aislante que separaban la oficina de recepción, este era completamente liso a pesar de la gran extensión que abarcaba la habitación, ningún trabe quedaba a la vista al igual que los pilares dándole una simetría y homogeneidad exquisita, según le había contado el hombre utilizaban un numero elevado de varillas para que la construcción ocultase todo eso sin caerse, sonrió moviendo la silla de un lado a otro al notar como cada elemento se integraba perfectamente al diseño creado por su padre y sus colegas.
- Me marcho-Comento finalmente Juliette después de un rato bajo el escrutinio de la insistente secretaria quien imaginaba estaba enamorada de su padre, se levanto de la silla depositando un beso en la mejilla de su padre notando como el hacia una simple seña con la mano a modo de despedida sin desatender ni un segundo el teléfono-Nos vemos Martha, mi padre dice que le hagas un espacio en su agenda esta noche porque saldrá con mi madre, es su aniversario-comento mientras salia de la oficina viendo con diversión como el rostro de la mujer se ponía rojo de ira, ver aquella expresión era uno de los pocos placeres que se permitía la muchacha de vez en cuando. Sus ojos se afilaron al salir al sol y recibir de lleno los rayos del sol, sin embargo comenzó a caminar por la calle nada mas recuperarse del deslumbramiento inicial, aquel día era uno de esos días en los que prefería caminar por la calle a subirse a algunos de los autos de su padre, ¿Porque? Quien sabe, pero amaneció con ganas de andar desde que las monjas la despidieron con la mano esa mañana al igual que cada fin de semana, esperando que dentro de cuarenta y ocho horas volviera con nuevos aires a su vida de siempre
Anne-Marie Juliette- Humano Clase Alta
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Re: If you won, do not say anything[Libre][Estados Unidos- New York 1970]
Ya había recorrido varios lugares en busca de un poco de comida, encontró algún pan y un poco de delicioso café, que le ayudaba a recuperar el aliento y su buen humor, aunque este se iba solamente al recordar que debía volver a aquel lugar horrendo en donde las cucarachas tenían el descaro de llegar y posarse en sus labios. Un leve gruñido salió de el apenas recordó aquel incidente tan asqueroso, miro el pan que estaba mordisqueando y por unos segundos se sintió tentado a botarlo por la sensación de ser una crujiente cucaracha, pero el hambre era mayor, así que era mejor despejar su mente y disfrutar del desayuno.
Se podía comunicar muy poco en ingles y escasamente, muy escasamente las personas podían hablar francés y mucho menos coreano, se sentía frustrado por aquella situación, pero no se podía sentar a lamentarse de todo lo que había sucedido. Su mente comenzaba a vagar entre los recuerdos mientras estaba en aquel lugar lleno de cafés deliciosos y pasteles decorados con hermosos y pequeños detalles que lo hacían ver aun más rico, deseaba volver a aquellos lugares, a disfrutar la vida al lado de aquella jovencita hermosa que tuvo que dejar atrás. ¡Hubiera muerto feliz por su amor! Pero ahora estaba atrapado en aquel país con poco dinero, que poco a poco se iba con más rapidez de lo que una bala lo hubiera podido matar. Iría al barrio chino, buscaría algún trabajo y reuniría para volver a Paris, eso haría, ese sería su propósito, pues al no tener ninguno, la gente podría volverse loca y eso era lo que el menos quería ¿Cuánto costaría un pasaje? Debía hacer mucho en tan poco tiempo y el día comenzaba a verse aun más animado cuando salió de aquel barrio y comenzó a caminar entre la gente un poco más decente.
Según algunas señales y asentimientos de cabezas estaban por buen camino para el barrio chino, pero aun no sabía cuánto podría tardar, estaba parado en un puesto de verduras buscando hablar con el encargado, pero para su mala suerte el tipo solamente hablaba italiano y aunque Kwan sabía algunas palabras no podían congeniar, así que desistió comenzando a caminar hacia la dirección en donde el hombre le había dicho, rezándole a dios que estuviera en una dirección correcta y buscando señales y buscando recordar casa cosa para luego volver a casa sin problemas.
-Madame…! Madame…!- exclamo de repente al notar entre las personas a una dama con cabellos rubios y ondulados, caminar tranquilamente, se le había caído algo hace unos segundos y aunque estaba ocupado en sus asuntos su sentido de la justicia no le permitía quedarse con aquel brazalete que llego a sus pies, varias personas se le quedaron mirando pero seguían su camino, bueno era extraño ver a un asiático llamar a una persona en francés, si debía ser raro y por eso le echaban aquellas miradas de desconcierto –Shg… Lady!! Lady!! Stop!! Hey You!!- exclamo al mismo tiempo que tocaba el hombro de la joven, esas eran las únicas palabras que había podido llegar a entender cuando llego a la ciudad, pues lo habían mandado a parar y cuando no atendió le habían dicho aquello que parecía un “oye tu” o algo así. Rápidamente retiro la mano del hombro con miedo de que posiblemente ella se enojara o se asustara, se apresuro a mostrar el brazalete de la dama buscando la manera de entregárselo sin pronunciar alguna palabra pues sabían que no se entenderían, busco la mano de ella y se lo dio al mismo tiempo que se alejaba un poco de ella, por temer demasiada cercanía.
Se inclino un poco recordando su buena educación –Sorry I’m not… not… ¿English?- dijo tartamudeando sin saber muy bien si lo había dicho bien-Hablo mejor francés… ¿usted habla francés?- pregunto en un idioma más fluido y mostrándose un poco más tranquilo –Si no habla francés no importa mon petit solamente quería devolverle lo que se le cayó- dijo entre señal al mismo tiempo que trataba de ordenar sus palabras con ellas
Se podía comunicar muy poco en ingles y escasamente, muy escasamente las personas podían hablar francés y mucho menos coreano, se sentía frustrado por aquella situación, pero no se podía sentar a lamentarse de todo lo que había sucedido. Su mente comenzaba a vagar entre los recuerdos mientras estaba en aquel lugar lleno de cafés deliciosos y pasteles decorados con hermosos y pequeños detalles que lo hacían ver aun más rico, deseaba volver a aquellos lugares, a disfrutar la vida al lado de aquella jovencita hermosa que tuvo que dejar atrás. ¡Hubiera muerto feliz por su amor! Pero ahora estaba atrapado en aquel país con poco dinero, que poco a poco se iba con más rapidez de lo que una bala lo hubiera podido matar. Iría al barrio chino, buscaría algún trabajo y reuniría para volver a Paris, eso haría, ese sería su propósito, pues al no tener ninguno, la gente podría volverse loca y eso era lo que el menos quería ¿Cuánto costaría un pasaje? Debía hacer mucho en tan poco tiempo y el día comenzaba a verse aun más animado cuando salió de aquel barrio y comenzó a caminar entre la gente un poco más decente.
Según algunas señales y asentimientos de cabezas estaban por buen camino para el barrio chino, pero aun no sabía cuánto podría tardar, estaba parado en un puesto de verduras buscando hablar con el encargado, pero para su mala suerte el tipo solamente hablaba italiano y aunque Kwan sabía algunas palabras no podían congeniar, así que desistió comenzando a caminar hacia la dirección en donde el hombre le había dicho, rezándole a dios que estuviera en una dirección correcta y buscando señales y buscando recordar casa cosa para luego volver a casa sin problemas.
-Madame…! Madame…!- exclamo de repente al notar entre las personas a una dama con cabellos rubios y ondulados, caminar tranquilamente, se le había caído algo hace unos segundos y aunque estaba ocupado en sus asuntos su sentido de la justicia no le permitía quedarse con aquel brazalete que llego a sus pies, varias personas se le quedaron mirando pero seguían su camino, bueno era extraño ver a un asiático llamar a una persona en francés, si debía ser raro y por eso le echaban aquellas miradas de desconcierto –Shg… Lady!! Lady!! Stop!! Hey You!!- exclamo al mismo tiempo que tocaba el hombro de la joven, esas eran las únicas palabras que había podido llegar a entender cuando llego a la ciudad, pues lo habían mandado a parar y cuando no atendió le habían dicho aquello que parecía un “oye tu” o algo así. Rápidamente retiro la mano del hombro con miedo de que posiblemente ella se enojara o se asustara, se apresuro a mostrar el brazalete de la dama buscando la manera de entregárselo sin pronunciar alguna palabra pues sabían que no se entenderían, busco la mano de ella y se lo dio al mismo tiempo que se alejaba un poco de ella, por temer demasiada cercanía.
Se inclino un poco recordando su buena educación –Sorry I’m not… not… ¿English?- dijo tartamudeando sin saber muy bien si lo había dicho bien-Hablo mejor francés… ¿usted habla francés?- pregunto en un idioma más fluido y mostrándose un poco más tranquilo –Si no habla francés no importa mon petit solamente quería devolverle lo que se le cayó- dijo entre señal al mismo tiempo que trataba de ordenar sus palabras con ellas
Kwan Chung-Ho- Cazador Clase Media
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Re: If you won, do not say anything[Libre][Estados Unidos- New York 1970]
La situación de su familia se había vuelto difícil cuando su padre comenzó a ganar mas dinero del que imagino cuando puso su negocio, ella tenia apenas diez años pero podía recordar las comidas calientes y un cuarto pequeño donde dormían los tres juntos, ella no podía quejarse ahora, tenia una buena vida dentro de lo que cabía, mucho dinero, su madre era una buena madre que se encargaba de recibirla en casa con los brazos abiertos cuando volvía los fines de semana, su papa, tenia que ir a verlo ella a la oficina pero siempre se hacia un espacio para hablar con ella aunque en ocasiones como esa se perdía peleando en el teléfono, ninguno de los dos faltaban a la cena del sábado, la única noche que pasaban como familia en algún caro restaurant, todo era perfecto dentro de lo que cabía, los amigos de su padre también eran amables con ella, pero llevaba una vida aburrida, muy aburrida, hundida en la monotonía, ya hacia mucho tiempo que no cambiaba de expresión involuntariamente, por las mañanas cuando abría los ojos miraba las nubes en el techo de su habitación, esas nubes que su padre mando a poner porque ella dijo que quería mirar el cielo, mientras que por las noches se acostaba mirando el mismo panorama.
La gente se aglomeraba a su alrededor andando y andando como un montón de peces en el mar, perdiéndose la raza y el color todo parecía una masa de huesos y carne desde el punto de vista aéreo, sin embargo en medio del tumulto de personas cada una de ellas era consiente de lo que era, se miraban entre ellos reconociendo a los suyos y dando un paso hacia la lejanía cuando encontraban alguien diferente del resto del grupo, ellos miraban con desde todo a lo que no estaban acostumbrados, Anne-Marie Juliette había sido criada sin prejuicios, pero aun así no podía evitar mirar a las personas extranjeras con una cierta extrañeza, porque e de decirlo, eran gente extraña, con costumbres e idioma diferente, su color de piel o sus rasgos físicos se salían de lo típico de modo que era imposible para ella no fijar la vista en ellos, sin embargo la curiosidad de la chica seria mas o menos equivalente a una niña que descubre por primera vez al chico guapo de la clase, no había malicia en su inspección.
Claro que no se creía para nada una santa, pues aunque las mezclas raciales no le molestaban como a la mayoría durante la época, si un seguía siendo presa de la ignorancia de la que muchos “disfrutaban” durante aquellos tiempos, estando indirectamente a favor de las terapias de conversión en cuanto a la homosexualidad, considerando esto como una enfermedad o siendo de alguna manera participe de muchos tipos de discriminación diferentes. Sus manera de tratar las cosas eran como en la época, si estaba enferma recurría a su padre, el hombre de la casa, y esperaba pacientemente a que este le encontrase un buen marido que pudiese sostener su actual estilo de vida, sin embargo esas simples cosas la convertían en una humana común y corriente, con una vida típica de la época.
- Por supuesto que hablo francés -“…Es uno de los cuatro idiomas básicos enseñados en la escuela” Quiso terminar pero lo creyó innecesario, después de todo no todo el mundo podía costearse cosas como esa y generalmente solía sonar presuntuosa cuando hablaba de aquella forma… Bueno, en realidad, debido a los rasgos de su cara no era difícil que una mueca de superioridad se formara en su rostro al sonreír, adornando sus facciones con una cierta malicia natural en ella, otra cosa heredada de su padre. Anne-Juliette lo miro durante un rato tardando un par de segundo en reconocer el brazalete llevando la vista a su mano con una mueca de sorpresa-¡Oh por dios! Ni siquiera lo había notado ¿Dónde lo deje caer? -Pregunto mas a si misma que al muchacho extendiendo la mano hacia la joya, un segundo de duda se poso en sus ojos al notar el origen asiático del muchacho, tenia un par de rasgos interesantes sin duda.
La gente se aglomeraba a su alrededor andando y andando como un montón de peces en el mar, perdiéndose la raza y el color todo parecía una masa de huesos y carne desde el punto de vista aéreo, sin embargo en medio del tumulto de personas cada una de ellas era consiente de lo que era, se miraban entre ellos reconociendo a los suyos y dando un paso hacia la lejanía cuando encontraban alguien diferente del resto del grupo, ellos miraban con desde todo a lo que no estaban acostumbrados, Anne-Marie Juliette había sido criada sin prejuicios, pero aun así no podía evitar mirar a las personas extranjeras con una cierta extrañeza, porque e de decirlo, eran gente extraña, con costumbres e idioma diferente, su color de piel o sus rasgos físicos se salían de lo típico de modo que era imposible para ella no fijar la vista en ellos, sin embargo la curiosidad de la chica seria mas o menos equivalente a una niña que descubre por primera vez al chico guapo de la clase, no había malicia en su inspección.
Claro que no se creía para nada una santa, pues aunque las mezclas raciales no le molestaban como a la mayoría durante la época, si un seguía siendo presa de la ignorancia de la que muchos “disfrutaban” durante aquellos tiempos, estando indirectamente a favor de las terapias de conversión en cuanto a la homosexualidad, considerando esto como una enfermedad o siendo de alguna manera participe de muchos tipos de discriminación diferentes. Sus manera de tratar las cosas eran como en la época, si estaba enferma recurría a su padre, el hombre de la casa, y esperaba pacientemente a que este le encontrase un buen marido que pudiese sostener su actual estilo de vida, sin embargo esas simples cosas la convertían en una humana común y corriente, con una vida típica de la época.
- Por supuesto que hablo francés -“…Es uno de los cuatro idiomas básicos enseñados en la escuela” Quiso terminar pero lo creyó innecesario, después de todo no todo el mundo podía costearse cosas como esa y generalmente solía sonar presuntuosa cuando hablaba de aquella forma… Bueno, en realidad, debido a los rasgos de su cara no era difícil que una mueca de superioridad se formara en su rostro al sonreír, adornando sus facciones con una cierta malicia natural en ella, otra cosa heredada de su padre. Anne-Juliette lo miro durante un rato tardando un par de segundo en reconocer el brazalete llevando la vista a su mano con una mueca de sorpresa-¡Oh por dios! Ni siquiera lo había notado ¿Dónde lo deje caer? -Pregunto mas a si misma que al muchacho extendiendo la mano hacia la joya, un segundo de duda se poso en sus ojos al notar el origen asiático del muchacho, tenia un par de rasgos interesantes sin duda.
Anne-Marie Juliette- Humano Clase Alta
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Re: If you won, do not say anything[Libre][Estados Unidos- New York 1970]
Cada persona era un mundo, nunca sabían en cual te ibas a encontrar, pues simplemente cada uno era diferente. En ocasiones, tal vez, no congeniarían los humores de cada uno, como tal vez si lo hicieran. El comportamiento humano era complejo y lleno de misterios, nadie sabía bien lo que pudiera suceder. Por su lado no estaba interesado en aquella joya, no importaba que fuera valiosa o que pudiera revenderla por unos cuantos dólares, sabía que su economía estaba mala, pero nunca sería un ladrón. Sus padres lo habían criado con buenos valores y en su mente no pasaba ni por un segundo la probabilidad de quedarse con esa joya. Miro de pies a cabeza a la joven, notando por sus impecables ropas que era de una clase adinerada, se alzo los hombros, en realidad poco le importaba, pero debía admitir que comenzaba a recordar a su amada, que había tenido que dejar en parís, para que el no fuera asesinado por algún hombre contratado por su padre.
El hubiera querido quedarse y luchar con todas sus fuerzas, sin importar que su vida corriera peligro, pues el amor es ciego y no mide peligros, por suerte o por desgracia de el, su mejor amigo rápidamente lo ayudo a salir de parís antes de que lo encontraran muerto en algún lugar lejano de Francia o simplemente no lo encontraran jamás. Giro un poco su cuerpo señalando el lugar exacto en el que se le había caído el brazalete, la duda de la chica hizo que el dudara que fuera de ella, pero no, no había equivocación esa melena rubia era inconfundible, así que se arriesgaba a decir que no se había equivocado. Otra cosa que debía estar agradecido era que la señorita hablara francés, eso hacia las cosas mucho más fáciles y hasta se sintió aliviado en sentir como su lengua hablaba fluidamente el idioma, ahora Kwan podría tranquilamente comunicarse con al menos una persona de ese lugar y pedir, por supuesto, un poco de ayuda para saber donde estaba aquel barrio chino de New York. Había oído que había varios, aunque él no fuera chino, estar en ese lugar seria al menos un poco reconfortadle.
Podría buscar trabajo, tal vez como camarero en algún restaurante o ayudante en algún otro comercio, no sabía bien, pero lo que tenía en claro es que cualquier trabajo que le pudiera aportar dinero sería bueno –No quiero ser inapropiado, Madame- dije después de entregarle el brazalete –pero como ve, soy nuevo en este lugar y lo único que puedo entender es mi lengua natal y francés- entrecerró un poco sus ojos para luego suspirar lentamente y volver a abrirlos con una sonrisa tranquila, como normalmente ellos se mostraban -¿Sabe usted dónde está el barrio chino?- pregunto –No sé si voy la dirección correcta, si estoy cerca o lejos- además de eso debía recordar por donde sus pasos habían llegado a pisar para poder volver a su apartamento, no deseaba perderse, por eso sus pasos eran cautelosos y siempre prestaba atención a los lugares donde había estado. Ya había caminado varias cuadras y gracias a los puntos de referencia; como edificios o carteles. Sería fácil llegar otra vez a su habitación mugrienta.
El hubiera querido quedarse y luchar con todas sus fuerzas, sin importar que su vida corriera peligro, pues el amor es ciego y no mide peligros, por suerte o por desgracia de el, su mejor amigo rápidamente lo ayudo a salir de parís antes de que lo encontraran muerto en algún lugar lejano de Francia o simplemente no lo encontraran jamás. Giro un poco su cuerpo señalando el lugar exacto en el que se le había caído el brazalete, la duda de la chica hizo que el dudara que fuera de ella, pero no, no había equivocación esa melena rubia era inconfundible, así que se arriesgaba a decir que no se había equivocado. Otra cosa que debía estar agradecido era que la señorita hablara francés, eso hacia las cosas mucho más fáciles y hasta se sintió aliviado en sentir como su lengua hablaba fluidamente el idioma, ahora Kwan podría tranquilamente comunicarse con al menos una persona de ese lugar y pedir, por supuesto, un poco de ayuda para saber donde estaba aquel barrio chino de New York. Había oído que había varios, aunque él no fuera chino, estar en ese lugar seria al menos un poco reconfortadle.
Podría buscar trabajo, tal vez como camarero en algún restaurante o ayudante en algún otro comercio, no sabía bien, pero lo que tenía en claro es que cualquier trabajo que le pudiera aportar dinero sería bueno –No quiero ser inapropiado, Madame- dije después de entregarle el brazalete –pero como ve, soy nuevo en este lugar y lo único que puedo entender es mi lengua natal y francés- entrecerró un poco sus ojos para luego suspirar lentamente y volver a abrirlos con una sonrisa tranquila, como normalmente ellos se mostraban -¿Sabe usted dónde está el barrio chino?- pregunto –No sé si voy la dirección correcta, si estoy cerca o lejos- además de eso debía recordar por donde sus pasos habían llegado a pisar para poder volver a su apartamento, no deseaba perderse, por eso sus pasos eran cautelosos y siempre prestaba atención a los lugares donde había estado. Ya había caminado varias cuadras y gracias a los puntos de referencia; como edificios o carteles. Sería fácil llegar otra vez a su habitación mugrienta.
Kwan Chung-Ho- Cazador Clase Media
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 02/02/2012
Localización : En tu zona
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