AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La voluntad divina
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La voluntad divina
Me encamine con cuidado, adentrándome en una de las tantas -majestuosas- capillas privadas que existían dentro del vaticano, apreciando aquellas columnatas y aquellos frescos gloriosos cuyos personajes parecían moverse como si tuvieran vida propia. Siempre maravillado ante aquel arte que rozaba la perfección, sin cansarme nunca de apreciar aquellas pinceladas y aquellas figuras...
Suspire, y sonreí impregnándome del aroma que allí había, antes de bajar la mirada y encaminarme sin mas dilación hacia el confesionario, donde me adentre, sentándome a la vez que la ventanilla se abría, dejandome ver entre sombras al sacerdote que me esperaba.
Me persigné.
En nombre del padre, del hijo y del espíritu santo...
Amén.
Que te atormenta hijo mio?
... Perdóneme padre porque e pecado...hace...Bastante tiempo que no me confieso.
El arrepentimiento es el primer paso, vas bien encaminado hijo. ¿que es lo que atosiga tu alma?
Oh padre..soy un pecador y un hereje, ni siquiera deberia confesarme,seguro que dios se avergüenza de mi.
No digas eso hijo mio,sabes bien que los hijos de dios siempre reciben el perdon. mas aun cuando son los que sirven a su noble causa como haces tu...dime que es lo que has hecho.
Tome aire,me mordí los labios y comencé a sacar unos cuantos bombones de chocolate de una bolsa de papel del interior de mi chaqueta.
Vera padre...
yo...
he...
matado-escupido-asustado-insultado-jurado en vano-robado ropajes de una hermana monja-escandalizado-ofendido y fornicado en lugar sagrado.Respondí de sopetón llevándome uno de los bombones que acababa de desenvolver a la boca. Mientras cerraba los ojos y los apretaba, esperando la reacción del sacerdote que vino a ser algo así como...
¡¡¡¡Pero que demonioooos!!!! ¿Que has hecho que?
Entonces el sacerdote movio la ventanilla de un golpe para asomar su cabeza y mirarme directamente con gesto de escandalo en sus ojos. -algo que obviamente no se podia hacer-
Le señale con el dedo.
¡Aaaah! Has citado al demonio. ¡eres un hereje como yo!
El joven sacerdote enrojeció por completo mientras yo sonreía y le ofrecía uno de mis bombones.
Hola Michael. Te veo bien...¿quieres?
Oh Diétrich. ¿que has hecho ahora? Se suponia que me habias prometido comportarte y tener una vida de rectitud...que tienes una hija por el amor de dios...
Oh no me mires asi michael.si te hubieses visto en mi situacion, habrias hecho lo mismo.
Indique a mi buen amigo y confesor, mientras desenvolvia otro bombon, momento en que él suspiro y metio la mano en la bolsa de papel, cogiendo un puñado de bombones.
Sera mejor que me ponga cómodo, no?
Asenti y me acomode mejor, cruzando las piernas sobre el asiento mientras Michael desenvolvía el primer bombón acomodándose a través de la ventanilla, mientras yo comenzaba a contarle el porque me veia ahora obligado a confesarme...
Pero entonces, alguien corrió hacia mi habitación y se adentro a trote dando un salto para sentarse sobre mi trasero, pues me hallaba durmiendo boca abajo desparramado en mi enorme cama.
¡Papi! ¡Papá! ¡Despierta! ¡¡Vamos despierta!!
cariño...papá....esta...cansado...
Jajajaja. ¡Vamos papá! no seas dormilón. ¡ Tía Iris esta aquí! Dice que tiene que hablar contigo, que es urgente.
¿mmm? Dile que no me queda chocolate...Ella lo entenderá.
¿Chocolate?...Nono, trae una carta del vaticano, dice que tenéis que salir ya...
Dile que como no me arrastre ella misma, no me moveré de aquí... balbuce realmente dormido antes de volver a caer en un profundo sueño, tan profundo que ni siquiera me importo que Nirvana siguiese moviéndose sobre mi, seguramente haciéndome trencitas...
Suspire, y sonreí impregnándome del aroma que allí había, antes de bajar la mirada y encaminarme sin mas dilación hacia el confesionario, donde me adentre, sentándome a la vez que la ventanilla se abría, dejandome ver entre sombras al sacerdote que me esperaba.
Me persigné.
En nombre del padre, del hijo y del espíritu santo...
Amén.
Que te atormenta hijo mio?
... Perdóneme padre porque e pecado...hace...Bastante tiempo que no me confieso.
El arrepentimiento es el primer paso, vas bien encaminado hijo. ¿que es lo que atosiga tu alma?
Oh padre..soy un pecador y un hereje, ni siquiera deberia confesarme,seguro que dios se avergüenza de mi.
No digas eso hijo mio,sabes bien que los hijos de dios siempre reciben el perdon. mas aun cuando son los que sirven a su noble causa como haces tu...dime que es lo que has hecho.
Tome aire,me mordí los labios y comencé a sacar unos cuantos bombones de chocolate de una bolsa de papel del interior de mi chaqueta.
Vera padre...
yo...
he...
matado-escupido-asustado-insultado-jurado en vano-robado ropajes de una hermana monja-escandalizado-ofendido y fornicado en lugar sagrado.Respondí de sopetón llevándome uno de los bombones que acababa de desenvolver a la boca. Mientras cerraba los ojos y los apretaba, esperando la reacción del sacerdote que vino a ser algo así como...
¡¡¡¡Pero que demonioooos!!!! ¿Que has hecho que?
Entonces el sacerdote movio la ventanilla de un golpe para asomar su cabeza y mirarme directamente con gesto de escandalo en sus ojos. -algo que obviamente no se podia hacer-
Le señale con el dedo.
¡Aaaah! Has citado al demonio. ¡eres un hereje como yo!
El joven sacerdote enrojeció por completo mientras yo sonreía y le ofrecía uno de mis bombones.
Hola Michael. Te veo bien...¿quieres?
Oh Diétrich. ¿que has hecho ahora? Se suponia que me habias prometido comportarte y tener una vida de rectitud...que tienes una hija por el amor de dios...
Oh no me mires asi michael.si te hubieses visto en mi situacion, habrias hecho lo mismo.
Indique a mi buen amigo y confesor, mientras desenvolvia otro bombon, momento en que él suspiro y metio la mano en la bolsa de papel, cogiendo un puñado de bombones.
Sera mejor que me ponga cómodo, no?
Asenti y me acomode mejor, cruzando las piernas sobre el asiento mientras Michael desenvolvía el primer bombón acomodándose a través de la ventanilla, mientras yo comenzaba a contarle el porque me veia ahora obligado a confesarme...
...
Todo había comenzado un lunes por la mañana, eran las cinco de la mañana y yo había decido tomarme el día libre de entrenamientos y quehaceres ya que acababa de llegar de una misión que había terminado la noche anterior...y lo cierto es que aun estaba un tanto molido. por lo que me convencí a mi mismo en que no saldría de la cama hasta que hubiesen pasado al menos dos días.Pero entonces, alguien corrió hacia mi habitación y se adentro a trote dando un salto para sentarse sobre mi trasero, pues me hallaba durmiendo boca abajo desparramado en mi enorme cama.
¡Papi! ¡Papá! ¡Despierta! ¡¡Vamos despierta!!
cariño...papá....esta...cansado...
Jajajaja. ¡Vamos papá! no seas dormilón. ¡ Tía Iris esta aquí! Dice que tiene que hablar contigo, que es urgente.
¿mmm? Dile que no me queda chocolate...Ella lo entenderá.
¿Chocolate?...Nono, trae una carta del vaticano, dice que tenéis que salir ya...
Dile que como no me arrastre ella misma, no me moveré de aquí... balbuce realmente dormido antes de volver a caer en un profundo sueño, tan profundo que ni siquiera me importo que Nirvana siguiese moviéndose sobre mi, seguramente haciéndome trencitas...
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
Localización : Descúbralo.
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Re: La voluntad divina
Puse los ojos en blanco y chasqueé mi lengua contra el paladar, refunfuñando algo antes de abandonar el salón en el que esperaba impacientemente ver aparecer a Kaél, decidiéndome a ir a buscarlo personalmente dado que mi primo no parecía dispuesto a dejar el lecho a las buenas. Por ello, fui a cocina, tomé un cubo, salí al jardín, me aproximé a la pequeña laguna trasera, llené el cubo con el agua matinal aun con pedacitos de escarcha por la helada de la noche anterior, volví a entrar en la residencia y dirigí mis apresurados pasos hacia el dormitorio de Kaél, indicando a la joven Nirvana que esperara fuera del dormitorio, cerrando la puerta con sigilo antes de voltearme hacia la figura durmiente de Diétrich y, torciendo una maquiavélica sonrisa, lanzarle el agua por encima, rociándole todo el cuerpo hasta empaparlo completamente, contemplando divertida, su sobresalto, algunos gritos y refunfuños y finalmente, cómo su rostro, ahora más despierto que nunca –y colérico-, se volvía hacia mí. Sonreí ampliamente y dejé el cubo a un lado, ofreciéndole una toalla que casualmente, se encontraba en aquella habitación.
- Debemos irnos. Ahora.- advertí con tono severo, sin querer dar demasiadas explicaciones mientras me acercaba al gran ventanal y apartaba las cortinas, mirando a través del cristal, ansiosa y nerviosa, girándome y pataleando infantilmente cuando comprobé que él no había movido aun ni un músculo para salir de la cama y apresurarse.- Un escuadrón de la Inquisición viene a por ti, Kaél.- añadí con el ceño fruncido, resoplando cuando nada parecía alterarle nunca, decidiéndome a extraer de un bolsillo un papel amarillento y arrugado que le lancé a sus manos, esperando que leyera aquello que había escrito para proseguir, ahora cruzada de brazos.
Estimado Der Kláuseen,
La Santa Sede Inquisitorial de París se ve obligada a exigirle que nos entregue al espía 7777-A. De no ser así, le encontraremos utilizando nuestros medios y no habrá clemencia que perdone sus atrocidades cometidas a su ya vuestro saber.
Esperando su colaboración, le saludamos cordialmente.
Étienne-Léon de Lamothe-Langan
- Lo vi.- anuncié ahora un poco más sosegada, dándole la espalda antes de suspirar.- Tuve una premonición y… shhh... ya sé que lo tengo prohibido, que soy una condenada, pero… no pude evitarlo, Kaél. Te vi... y te vi muerto.
Tragué saliva ruidosamente y abrazando mis costillas, me giré hacia él con lentitud, escrutando sus ojos claros y confusos que ahora se clavaban en mi rostro. A lo lejos, el trote de varios caballos acercarse me alertaron.
- ¡Diétrich, tenemos que irnos ahora!- grité, abalanzándome sobre su ropa para correr hacia él y vestirle a toda prisa como si él no pudiera, pues parecía aun confuso e incapaz de hacer nada por si mismo.- ¡Nirvana, no abras!- vociferé entonces, tomando de la mano a mi primo para sacarle de allí justo cuando alguien aporreaba la puerta principal, tropezándome con ella en uno de aquellos pasillos.- Te enviaré a un lugar seguro, ¿de acuerdo? Volveremos a por ti, lo prometo.- le susurré con una sonrisa conciliadora, posicionando ambas manos sobre su cabeza para pronunciar un sencillo sortilegio por el que ella aparecería en el acogedor hogar de mi padre, Magnus, acompañado por Gerry, quienes ya estaban al corriente de la peligrosa situación en la que nos encontrábamos y cómo debían proteger a Nirvana durante nuestra ausencia.
En cuanto el cuerpo de Nirvana desapareció, la puerta cayó abajo y varios hombres uniformados entraron a toda prisa, obligándome a usar mis dones dominativos para obligarles a que se mataran entre ellos, usando esa distracción para llevarme a Diétrich fuera, al jardín, dónde robé un corcel que nos llevó hasta el puerto, logrando burlar la vigilancia establecida para adentrarnos en un lujoso barco con destino a Roma.
Tras conseguir un camarote para dos personas, nos inmiscuimos en él y cerré la puerta tras de mí, plantando cara al fin a Diétrich quién, sentado en la litera, me miraba con los dedos entrelazados y el rostro severo. Suspiré, un tanto cansada tras el viaje a contrarreloj.
- Han encontrado el cuerpo destripado de Ezra Lombardo en su dormitorio. ¿Le recuerdas no? Él fue quién te introdujo en la Inquisición en un pacto que debías cumplir si deseabas la libertad…- murmuré sin darme cuenta que había ido aflojando mi tono bocal, carraspeando finalmente.- En su pecho, su asesino escribió: "No hagas mal y el mal no te alcanzará. Aléjate del pecado, y él se alejará de ti. No siembres en surcos de injusticia, si no quieres cosechar de ella siete veces más". Dime, Kaél, ¿te hace pensar en algo, ésta frase?
Él parecía igual de confuso que yo, sólo que un tanto más alterado. Quizás se debía a que nos encontrábamos a bordo de un barco con un destino para él no planeado y lejos de su hija, sin haber recibido demasiadas explicaciones aun. Por lo que intenté solucionarlo.
- El Vaticano te acusa de haber matado a Lombardo. Aseguran que hay pistas que lo sugieren. Por ello enviaron a los soldados de la Inquisición de París a por ti. ¿Por qué me miras aun así? ¡No soy yo la sospechosa de asesinato!
De pronto, el barco zarpó y un ligero vaivén nos advirtió de que ya abandonábamos las tierras francesas para dirigirnos a la boca del lobo.
- Debemos ir al Vaticano y esclarecer lo ocurrido. Si nos quedábamos en París, tú… serías hombre muerto ahora.- sentencié.- Perdóname.
- Debemos irnos. Ahora.- advertí con tono severo, sin querer dar demasiadas explicaciones mientras me acercaba al gran ventanal y apartaba las cortinas, mirando a través del cristal, ansiosa y nerviosa, girándome y pataleando infantilmente cuando comprobé que él no había movido aun ni un músculo para salir de la cama y apresurarse.- Un escuadrón de la Inquisición viene a por ti, Kaél.- añadí con el ceño fruncido, resoplando cuando nada parecía alterarle nunca, decidiéndome a extraer de un bolsillo un papel amarillento y arrugado que le lancé a sus manos, esperando que leyera aquello que había escrito para proseguir, ahora cruzada de brazos.
Estimado Der Kláuseen,
La Santa Sede Inquisitorial de París se ve obligada a exigirle que nos entregue al espía 7777-A. De no ser así, le encontraremos utilizando nuestros medios y no habrá clemencia que perdone sus atrocidades cometidas a su ya vuestro saber.
Esperando su colaboración, le saludamos cordialmente.
Étienne-Léon de Lamothe-Langan
- Lo vi.- anuncié ahora un poco más sosegada, dándole la espalda antes de suspirar.- Tuve una premonición y… shhh... ya sé que lo tengo prohibido, que soy una condenada, pero… no pude evitarlo, Kaél. Te vi... y te vi muerto.
Tragué saliva ruidosamente y abrazando mis costillas, me giré hacia él con lentitud, escrutando sus ojos claros y confusos que ahora se clavaban en mi rostro. A lo lejos, el trote de varios caballos acercarse me alertaron.
- ¡Diétrich, tenemos que irnos ahora!- grité, abalanzándome sobre su ropa para correr hacia él y vestirle a toda prisa como si él no pudiera, pues parecía aun confuso e incapaz de hacer nada por si mismo.- ¡Nirvana, no abras!- vociferé entonces, tomando de la mano a mi primo para sacarle de allí justo cuando alguien aporreaba la puerta principal, tropezándome con ella en uno de aquellos pasillos.- Te enviaré a un lugar seguro, ¿de acuerdo? Volveremos a por ti, lo prometo.- le susurré con una sonrisa conciliadora, posicionando ambas manos sobre su cabeza para pronunciar un sencillo sortilegio por el que ella aparecería en el acogedor hogar de mi padre, Magnus, acompañado por Gerry, quienes ya estaban al corriente de la peligrosa situación en la que nos encontrábamos y cómo debían proteger a Nirvana durante nuestra ausencia.
En cuanto el cuerpo de Nirvana desapareció, la puerta cayó abajo y varios hombres uniformados entraron a toda prisa, obligándome a usar mis dones dominativos para obligarles a que se mataran entre ellos, usando esa distracción para llevarme a Diétrich fuera, al jardín, dónde robé un corcel que nos llevó hasta el puerto, logrando burlar la vigilancia establecida para adentrarnos en un lujoso barco con destino a Roma.
Tras conseguir un camarote para dos personas, nos inmiscuimos en él y cerré la puerta tras de mí, plantando cara al fin a Diétrich quién, sentado en la litera, me miraba con los dedos entrelazados y el rostro severo. Suspiré, un tanto cansada tras el viaje a contrarreloj.
- Han encontrado el cuerpo destripado de Ezra Lombardo en su dormitorio. ¿Le recuerdas no? Él fue quién te introdujo en la Inquisición en un pacto que debías cumplir si deseabas la libertad…- murmuré sin darme cuenta que había ido aflojando mi tono bocal, carraspeando finalmente.- En su pecho, su asesino escribió: "No hagas mal y el mal no te alcanzará. Aléjate del pecado, y él se alejará de ti. No siembres en surcos de injusticia, si no quieres cosechar de ella siete veces más". Dime, Kaél, ¿te hace pensar en algo, ésta frase?
Él parecía igual de confuso que yo, sólo que un tanto más alterado. Quizás se debía a que nos encontrábamos a bordo de un barco con un destino para él no planeado y lejos de su hija, sin haber recibido demasiadas explicaciones aun. Por lo que intenté solucionarlo.
- El Vaticano te acusa de haber matado a Lombardo. Aseguran que hay pistas que lo sugieren. Por ello enviaron a los soldados de la Inquisición de París a por ti. ¿Por qué me miras aun así? ¡No soy yo la sospechosa de asesinato!
De pronto, el barco zarpó y un ligero vaivén nos advirtió de que ya abandonábamos las tierras francesas para dirigirnos a la boca del lobo.
- Debemos ir al Vaticano y esclarecer lo ocurrido. Si nos quedábamos en París, tú… serías hombre muerto ahora.- sentencié.- Perdóname.
Iris M. Der Kláuseen- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 05/03/2012
Localización : París
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Re: La voluntad divina
Escuche a iris atentamente, frunciendo el ceño y poniéndome finalmente de pie, aun perplejo.
-Lombardo... Dios mio como para no recordarle...
Indique estirando mis cabellos hacia atrás, soltando un resoplido.
Si...aquel me había reclutado, y si, me había salvado el pellejo cuando era joven y mi congregación fue brutalmente atacada y aniquilada, y si... habia convertido mi vida en un infierno durante mi entrenamiento...pero no por ello iba a matarle. –Ganas nunca me faltaron, pero yo no era asi…por lo que simplemente era feliz al saber que ya no tenia que verle cada dia.-
-Lombardo tenia tantos amigos como enemigos, asi que podría ser cualquiera, sin embargo, me han señalado directamente a mi. Indique a Iris quien me miraba atenta. Por lo que alguien quiere ocultarse y ya de paso... incriminarme. Comente cruzándome de brazos.
-Sea quien sea, de seguro que era de un circulo cercano a él, o sea que por ende, de uno cercano al papa…Era uno de sus consejeros privados. Comente con desden, pues esto no era precisamente algo publico en la inquisición, ya que Lombardo tenía bastante mala fama.
Hice una mueca de disgusto, pues hacia bastante que no iba a Roma, de hecho sentia aquella ciudad de una forma extraña; por un lado la consideraba mi casa y el lugar donde había crecido, cosa que me hacia sentir cierta nostalgia...y por otro lado, lo sentia como un lugar al que no quería volver.
-Mmm…Seguro que tienes razon, ir al vaticano no solo podría salvarme, ya que nunca me buscaran allí...sino que de paso,podriamos averiguar quien quiere ver mi cabeza colgada en la pared. Comente intentando quitarle importancia al asunto.
Iris asintio un tanto pensativa por lo que me acerque a ella posando mis manos sobre sus hombros, masajeandolos ligeramente al ver que se hallaba tensa y con el gesto ceñudo.
Oye,gracias por venir a buscarme y a alertarme con tanta prisa...indique sonriendole. Aunque...me incline acercandone a su semblante
Lo de echarme agua escarchada por encima no hacia falta, ésta me la guardo. Bromee con gesto afectado haciéndole sonreír débilmente, sintiéndome mejor al ver que ya no parecía tan tensa.
Entonces bese su frente, y me gire apartándome.
Y ahora como nos queda bastante para llegar...voy a dormir...
Indique sin apelar a nada mas, pues simplemente era un zombie viviente. Por lo que me tome de un lateral para subir de un salto a la litera de arriba. Tumbandome tal cual,boca abajo,vestido, incluso con algunas de las armas guardadas en los bolsillos y estuches del cinturón.
No se cuantas horas pasarian,lo cierto es que escuche a Iris pasear por la habitacion, seguramente seguia preocupada, mientras que yo, cual primitivo ser, no podia preocuparme cuando ni siquiera podia tener los parpados abiertos.
Sin embargo en aquel rato no se puede decir que encontrara mucho descanso...
“Tresmil novecientos treinta y una...
...
Tresmil novecientos treinta y dos...
...
Vamos Dietrich, no me seas holgazan!
Farfullaba Lombardo, mientras sentado en una silla, mantenía sus pies en alto,haciendolos descansar sobre mi espalda a la vez que yo hacia flexiones, appyando mis manos y pies en inestables ladrillos,estando abajo de mi innumerables velas, que con su luz tenue,amenazaban con quemarme como cayera o me desestabilizara.
Necesito... descansar...
No de eso nada.
Lombardo,soy un hombre...no una maldita maquina sin alma.
Calla...
Si aun no eres una maquina sin alma, es que no estoy haciendo bien mi trabajo...
Aghs...!!!!
Tresmil novecientos treinta y una.
Tresmil novecientos treinta y una.
Tresmil novecientos treinta y una.
Vaya por dios Kaél...si parece que no avanzas siquiera! Dios que cruz!...
Venga vamos a empezar de cero, cuando llegues a cinco mil te dejare desayunar...oh bueno... cenar,mejor dicho. Indico despues de ver su reloj de bolsillo. Riendo con aquella voz grave.
Cinco mil mas!!??
Vamos vamos! Callate y guarda fuerzas...
Una
Dos
Tres.
¡Los Ladrillos se rompen!
Oh vamos...que excusa tan triste
Cuatro...
Cuatro...
Cuatro!!
¡¡¡Lombardo!!!
Indique al ver como los ladrillos en los que apoyaba mis manos se craquelaban,crujiendo bajo mis
Manos a la vez que yo giraba y..."
El golpe seco se escucho seguramente en toda la planta y es que habia caido de la litera con todo el peso de mi alma atormentada.
Entreabri los ojos y gire el rostro frunciendo el ceño. Mientras Iris con los ojos como platos me miraba desde la litera de abajo, entreabriendo los labios con gesto preocupado, para soltar una mas que enorme carcajada que retumbo en la habitacion mientras ella se revolcaba en la cama, rodando en posición fetal,riendo y llorando a partes iguales,agarrando su estomago ante el dolor que seguramente sentiría al reír tanto, mientras yo le miraba notando una vena palpitante en mi cuello.
Suspire y me senté poco a poco ahogando un quejido doloroso. Menudo golpe me había dado, ahora me dolía la cabeza...
Mire la habitación,mire a iris y me puse en pie, malhumorado, caminando hacia la puerta de nuestra habitacion para salir y caminar decidido hacia una de las recepciones dejando a Mischa atras...-Sus carcajadas se escuchaban aunque me alejara, cosa que me hizo negar con la cabeza- Hasta que llegue a una de aquellas recepciones, donde un chico joven ordenaba sus papeles con cara de sueño.
Buenas noches...
El chico me ignoro completamente.
He dicho, Buenas noches.
El chico me ignoro cual zombie palurdo aburrido de su trabajo.
Arquee una ceja. Definitivamente queria cambiar de habitacion y para ello tenia que ponerme..."serio" y reclamar aunque ni siquuera tuviera realmente un billete de viaje, pero...¿como hacerlo?
Sonrei al recordar a Magnus y su sabiduria popular, sabiendo lo que debia hacer.
Gute Nacht...
El chico,adormilado. Me ignoro.por lo que torci una mueca...y luego una sonrisa, golpeando con en puño sobre el mostrador,haciendo que el chico diera un respingo y soltara todos sus papeles por el sobresalto.
Gute nach!!! Soy el baron von Dell Meck Denansverbon Detrockronn Ack-acken! Dije acalorado, mientras me asomaba por el mostrador acercando mi rostro hacia el chico -ahora palido como el papel.-
¡Mir carmarrotenn no ser como yo pagarren!
¡Mi camarroten ser un trasterro digno de la servidurrem!
Yo necesitarr uno tres veces mayoren furh mir e mir esposa! y yo necesitarrrlo..
¡¡¡YAAA!!!
El pobre chico,tembloroso, asentió como un autómata mientras rebuscaba en algunas hojas,mirandome cada dos segundos a mi, que le miraba a su vez fijamente, entrecerrando los ojos. Hasta que el chico encontro lo que buscaba y con sus manos temblorosas comenzo a rebuscar en un panel, sin poder apenas sujetar bien la llave que acababa de tomar. dejandola en mi mano casi con temor a tocarme.
sie...sie...
Seiscientas....sei. Seiscientas cu..cuarenta y dos... Resoplo con un pequeño atisbo de sonrisa en sus labios, que no era mas uqe un tic nervioso.
Dank... Dije recibiendo las llaves, y haciéndole un gesto en el que acerque mi dedo indice y corazon a mis ojos para despues señalarle a él. Queriendo decirle sin palabras que le estaba vigilando, cosa que entendio al instante, asintiendo.
Entonces, camine a paso rapido hacia la habitacion de la litera. donde camine hacia Iris que seguia con una sonrisa divertida en los labios, le tome y me la puse al hombro cual saco de patatas sin decirle absolutamente nada. mientras salia de ahi y caminaba por el pasillo, buscando el numero de la habitacion que indicaba la llave. hasta que di con ella. Abriendo la puerta de una patada para adentrarme y cerrar rapidamente.
Parpadee al ver la habitación de lujo que al parecer tenia dos plantas y sonreí. ¡Era cierto! ¡los alemanes enfadados conseguían cosas!
Deje a Iris en el suelo y camine en direccion a la enorme cama matrimonial que parecia llamarme con una voz gloriosa y angelical.
Espero que no te importe que cambiara la habitacion. No me gustan las literas...
-Lombardo... Dios mio como para no recordarle...
Indique estirando mis cabellos hacia atrás, soltando un resoplido.
Si...aquel me había reclutado, y si, me había salvado el pellejo cuando era joven y mi congregación fue brutalmente atacada y aniquilada, y si... habia convertido mi vida en un infierno durante mi entrenamiento...pero no por ello iba a matarle. –Ganas nunca me faltaron, pero yo no era asi…por lo que simplemente era feliz al saber que ya no tenia que verle cada dia.-
-Lombardo tenia tantos amigos como enemigos, asi que podría ser cualquiera, sin embargo, me han señalado directamente a mi. Indique a Iris quien me miraba atenta. Por lo que alguien quiere ocultarse y ya de paso... incriminarme. Comente cruzándome de brazos.
-Sea quien sea, de seguro que era de un circulo cercano a él, o sea que por ende, de uno cercano al papa…Era uno de sus consejeros privados. Comente con desden, pues esto no era precisamente algo publico en la inquisición, ya que Lombardo tenía bastante mala fama.
Hice una mueca de disgusto, pues hacia bastante que no iba a Roma, de hecho sentia aquella ciudad de una forma extraña; por un lado la consideraba mi casa y el lugar donde había crecido, cosa que me hacia sentir cierta nostalgia...y por otro lado, lo sentia como un lugar al que no quería volver.
-Mmm…Seguro que tienes razon, ir al vaticano no solo podría salvarme, ya que nunca me buscaran allí...sino que de paso,podriamos averiguar quien quiere ver mi cabeza colgada en la pared. Comente intentando quitarle importancia al asunto.
Iris asintio un tanto pensativa por lo que me acerque a ella posando mis manos sobre sus hombros, masajeandolos ligeramente al ver que se hallaba tensa y con el gesto ceñudo.
Oye,gracias por venir a buscarme y a alertarme con tanta prisa...indique sonriendole. Aunque...me incline acercandone a su semblante
Lo de echarme agua escarchada por encima no hacia falta, ésta me la guardo. Bromee con gesto afectado haciéndole sonreír débilmente, sintiéndome mejor al ver que ya no parecía tan tensa.
Entonces bese su frente, y me gire apartándome.
Y ahora como nos queda bastante para llegar...voy a dormir...
Indique sin apelar a nada mas, pues simplemente era un zombie viviente. Por lo que me tome de un lateral para subir de un salto a la litera de arriba. Tumbandome tal cual,boca abajo,vestido, incluso con algunas de las armas guardadas en los bolsillos y estuches del cinturón.
No se cuantas horas pasarian,lo cierto es que escuche a Iris pasear por la habitacion, seguramente seguia preocupada, mientras que yo, cual primitivo ser, no podia preocuparme cuando ni siquiera podia tener los parpados abiertos.
Sin embargo en aquel rato no se puede decir que encontrara mucho descanso...
“Tresmil novecientos treinta y una...
...
Tresmil novecientos treinta y dos...
...
Vamos Dietrich, no me seas holgazan!
Farfullaba Lombardo, mientras sentado en una silla, mantenía sus pies en alto,haciendolos descansar sobre mi espalda a la vez que yo hacia flexiones, appyando mis manos y pies en inestables ladrillos,estando abajo de mi innumerables velas, que con su luz tenue,amenazaban con quemarme como cayera o me desestabilizara.
Necesito... descansar...
No de eso nada.
Lombardo,soy un hombre...no una maldita maquina sin alma.
Calla...
Si aun no eres una maquina sin alma, es que no estoy haciendo bien mi trabajo...
Aghs...!!!!
Tresmil novecientos treinta y una.
Tresmil novecientos treinta y una.
Tresmil novecientos treinta y una.
Vaya por dios Kaél...si parece que no avanzas siquiera! Dios que cruz!...
Venga vamos a empezar de cero, cuando llegues a cinco mil te dejare desayunar...oh bueno... cenar,mejor dicho. Indico despues de ver su reloj de bolsillo. Riendo con aquella voz grave.
Cinco mil mas!!??
Vamos vamos! Callate y guarda fuerzas...
Una
Dos
Tres.
¡Los Ladrillos se rompen!
Oh vamos...que excusa tan triste
Cuatro...
Cuatro...
Cuatro!!
¡¡¡Lombardo!!!
Indique al ver como los ladrillos en los que apoyaba mis manos se craquelaban,crujiendo bajo mis
Manos a la vez que yo giraba y..."
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
El golpe seco se escucho seguramente en toda la planta y es que habia caido de la litera con todo el peso de mi alma atormentada.
Entreabri los ojos y gire el rostro frunciendo el ceño. Mientras Iris con los ojos como platos me miraba desde la litera de abajo, entreabriendo los labios con gesto preocupado, para soltar una mas que enorme carcajada que retumbo en la habitacion mientras ella se revolcaba en la cama, rodando en posición fetal,riendo y llorando a partes iguales,agarrando su estomago ante el dolor que seguramente sentiría al reír tanto, mientras yo le miraba notando una vena palpitante en mi cuello.
Suspire y me senté poco a poco ahogando un quejido doloroso. Menudo golpe me había dado, ahora me dolía la cabeza...
Mire la habitación,mire a iris y me puse en pie, malhumorado, caminando hacia la puerta de nuestra habitacion para salir y caminar decidido hacia una de las recepciones dejando a Mischa atras...-Sus carcajadas se escuchaban aunque me alejara, cosa que me hizo negar con la cabeza- Hasta que llegue a una de aquellas recepciones, donde un chico joven ordenaba sus papeles con cara de sueño.
Buenas noches...
El chico me ignoro completamente.
He dicho, Buenas noches.
El chico me ignoro cual zombie palurdo aburrido de su trabajo.
Arquee una ceja. Definitivamente queria cambiar de habitacion y para ello tenia que ponerme..."serio" y reclamar aunque ni siquuera tuviera realmente un billete de viaje, pero...¿como hacerlo?
"Oh Kaél. Confusio decia que un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso.
Pero a la hora de la verdad a veces las palabras, sean virtuosas o no, no sirven de nada. por lo que se pasa al siguiente escalon.
Jugar con el miedo...
y es que ante la duda...Ni lo pienses; no hay nada que de mas miedo que un aleman enfadado..."
Pero a la hora de la verdad a veces las palabras, sean virtuosas o no, no sirven de nada. por lo que se pasa al siguiente escalon.
Jugar con el miedo...
y es que ante la duda...Ni lo pienses; no hay nada que de mas miedo que un aleman enfadado..."
Sonrei al recordar a Magnus y su sabiduria popular, sabiendo lo que debia hacer.
Gute Nacht...
El chico,adormilado. Me ignoro.por lo que torci una mueca...y luego una sonrisa, golpeando con en puño sobre el mostrador,haciendo que el chico diera un respingo y soltara todos sus papeles por el sobresalto.
Gute nach!!! Soy el baron von Dell Meck Denansverbon Detrockronn Ack-acken! Dije acalorado, mientras me asomaba por el mostrador acercando mi rostro hacia el chico -ahora palido como el papel.-
¡Mir carmarrotenn no ser como yo pagarren!
¡Mi camarroten ser un trasterro digno de la servidurrem!
Yo necesitarr uno tres veces mayoren furh mir e mir esposa! y yo necesitarrrlo..
¡¡¡YAAA!!!
El pobre chico,tembloroso, asentió como un autómata mientras rebuscaba en algunas hojas,mirandome cada dos segundos a mi, que le miraba a su vez fijamente, entrecerrando los ojos. Hasta que el chico encontro lo que buscaba y con sus manos temblorosas comenzo a rebuscar en un panel, sin poder apenas sujetar bien la llave que acababa de tomar. dejandola en mi mano casi con temor a tocarme.
sie...sie...
Seiscientas....sei. Seiscientas cu..cuarenta y dos... Resoplo con un pequeño atisbo de sonrisa en sus labios, que no era mas uqe un tic nervioso.
Dank... Dije recibiendo las llaves, y haciéndole un gesto en el que acerque mi dedo indice y corazon a mis ojos para despues señalarle a él. Queriendo decirle sin palabras que le estaba vigilando, cosa que entendio al instante, asintiendo.
Entonces, camine a paso rapido hacia la habitacion de la litera. donde camine hacia Iris que seguia con una sonrisa divertida en los labios, le tome y me la puse al hombro cual saco de patatas sin decirle absolutamente nada. mientras salia de ahi y caminaba por el pasillo, buscando el numero de la habitacion que indicaba la llave. hasta que di con ella. Abriendo la puerta de una patada para adentrarme y cerrar rapidamente.
- La habitación nueva:
Parpadee al ver la habitación de lujo que al parecer tenia dos plantas y sonreí. ¡Era cierto! ¡los alemanes enfadados conseguían cosas!
Deje a Iris en el suelo y camine en direccion a la enorme cama matrimonial que parecia llamarme con una voz gloriosa y angelical.
Espero que no te importe que cambiara la habitacion. No me gustan las literas...
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Re: La voluntad divina
¡Wow!, exclamé gesticulando con los labios al contemplar la elegancia y grandeza de aquella sala de nada más y nada menos que de dos pisos. Pero antes de que pudiera siquiera preguntar a mi primo cómo había conseguido aquella habitación se ensueño, éste escaló las gradas de dos en dos hasta llegar al segundo piso, dónde, con un ligero gemido de cansancio, escuché cómo un confortable colchón lo recibía con los brazos abiertos y las sábanas preparadas, lo que me hizo resoplar y poner los ojos en blanco, cruzándome de brazos a la altura del pecho por un momento, escuchando en silencio -pese a los fuertes ronquidos que pronto resonaron en la estancia-, el tic-tac de un reloj cercano.
La curiosidad y el entusiasmo ante aquella estancia, me dediqué a pasearme entre todos y cada uno de aquellos objetos, deteniéndome ante cada mesa, cada jarrón, cada sillón, cada lámpara, cada lienzo o elemento decorativo -¡había incluso una pequeña campana!- hasta detenerme frente al gran piano de cola negro que en el bello centro, me incitaba a acariciar sus blancas teclas. Por ello me senté frente a éste y deslicé mis dedos para componer una sencilla melodía...
De pronto, los párpados me pesaban y los bostezos se repetían, por lo que dejé de tocar y estiré mis brazos hacia arriba lo más que pude, girando mi tronco de un lado a otro, decidiéndome al fin a alzarme de la silla y, masajeando mis ojos, ascendí por la escalinata en busca de un lecho, localizando, sumido en la penumbra, una cama matrimonial ampliamente ocupada por un profundamente dormido Diétrich que, tumbado boca abajo, abarcaba la largada y anchura del colchón, algo que en realidad, me hizo reír al mismo tiempo que meneaba la cabeza y daba media vuelta, asegurándome antes de bajar de nuevo las gradas, que en aquella habitación no disponían de ninguna cama más.
Así, encontré uno de los sofás de terciopelo rojo situado bajo la escalera y junto a una columna de marfil en el que pude acostarme, adoptando la forma fetal para conciliar el sueño una vez apagué todas las luces y la oscuridad, al fin, reinó en aquella habitación.
Aun ahora, no recuerdo que pasó entonces, si se trató de un sueño o si realmente, sucedió tal y como lo relataré. Y es que de pronto, un chirriante sonido en el cristal de uno de los ventanales provocó que mis ojos se abrieran de par en par, dando un brinco en el sofá dónde me encontraba antes de ponerme en pie y caminar descalza hacia el pulcro cristal que me mostraba el mar envuelto en la oscura noche y en su alféizar, un mirlo golpeaba con su pico el vidrio translúcido sobre el cuál la palma de mi mano se había posado, abriendo entonces la ventana para intentar cazar al ave que sin poderlo evitar, desplegó sus alas y desapareció en la lejanía, dejándome el corazón compungido y la sorpresa al encontrar, allá dónde el ave se había puesto, un pequeño trozo de papel enrrollado por una cinta negra.
Sin vacilar, cerré la ventana con ciertas dificultades y apoyando mi espalda contra ella, desplegué el pequeño pergamino para leer unas breves palabras que aun desconociendo su auténtico significado, me congelaron la sangre en las venas.
Si quieres quererme, voy a dejar de querer. Si quieres odiarme, no me tengas piedad.
Tragué saliva ruidosamente cuando mentalmente, completé los versos de aquella canción cuando, sin esperarlo, alguien rozó mi hombro y me sobresalté de nuevo, despertando otra vez en aquél sofá aterciopelado con la nota arrugada entre mi puño izquierdo y una pluma azabache junto a mis pies desnudos.
La curiosidad y el entusiasmo ante aquella estancia, me dediqué a pasearme entre todos y cada uno de aquellos objetos, deteniéndome ante cada mesa, cada jarrón, cada sillón, cada lámpara, cada lienzo o elemento decorativo -¡había incluso una pequeña campana!- hasta detenerme frente al gran piano de cola negro que en el bello centro, me incitaba a acariciar sus blancas teclas. Por ello me senté frente a éste y deslicé mis dedos para componer una sencilla melodía...
De pronto, los párpados me pesaban y los bostezos se repetían, por lo que dejé de tocar y estiré mis brazos hacia arriba lo más que pude, girando mi tronco de un lado a otro, decidiéndome al fin a alzarme de la silla y, masajeando mis ojos, ascendí por la escalinata en busca de un lecho, localizando, sumido en la penumbra, una cama matrimonial ampliamente ocupada por un profundamente dormido Diétrich que, tumbado boca abajo, abarcaba la largada y anchura del colchón, algo que en realidad, me hizo reír al mismo tiempo que meneaba la cabeza y daba media vuelta, asegurándome antes de bajar de nuevo las gradas, que en aquella habitación no disponían de ninguna cama más.
Así, encontré uno de los sofás de terciopelo rojo situado bajo la escalera y junto a una columna de marfil en el que pude acostarme, adoptando la forma fetal para conciliar el sueño una vez apagué todas las luces y la oscuridad, al fin, reinó en aquella habitación.
Aun ahora, no recuerdo que pasó entonces, si se trató de un sueño o si realmente, sucedió tal y como lo relataré. Y es que de pronto, un chirriante sonido en el cristal de uno de los ventanales provocó que mis ojos se abrieran de par en par, dando un brinco en el sofá dónde me encontraba antes de ponerme en pie y caminar descalza hacia el pulcro cristal que me mostraba el mar envuelto en la oscura noche y en su alféizar, un mirlo golpeaba con su pico el vidrio translúcido sobre el cuál la palma de mi mano se había posado, abriendo entonces la ventana para intentar cazar al ave que sin poderlo evitar, desplegó sus alas y desapareció en la lejanía, dejándome el corazón compungido y la sorpresa al encontrar, allá dónde el ave se había puesto, un pequeño trozo de papel enrrollado por una cinta negra.
Sin vacilar, cerré la ventana con ciertas dificultades y apoyando mi espalda contra ella, desplegué el pequeño pergamino para leer unas breves palabras que aun desconociendo su auténtico significado, me congelaron la sangre en las venas.
Si quieres quererme, voy a dejar de querer. Si quieres odiarme, no me tengas piedad.
Tragué saliva ruidosamente cuando mentalmente, completé los versos de aquella canción cuando, sin esperarlo, alguien rozó mi hombro y me sobresalté de nuevo, despertando otra vez en aquél sofá aterciopelado con la nota arrugada entre mi puño izquierdo y una pluma azabache junto a mis pies desnudos.
Iris M. Der Kláuseen- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: La voluntad divina
Desperté sobresaltado con aquellas palabras, y me erguí enseguida. respirando un tanto agitado.
Extraños sueños habían venido a mi mente, mostrándome un sinfín de cosas, todas demasiado rápidas como para poderlas entender. Sin embargo, alguien susurraba una especie de poesía, cuya estrofa final no podía recordar, sin embargo recordaba la voz, y era un tanto...acusadora.
Mire a ambos lados, buscando a Iris de forma inconsciente parpadeando consternado al no verla, por lo que me levante enseguida buscandola en la enorme habitación, decantandome a bajar por la enorme escalera, saltando los escalones de tres en tres para llegar mas rápido, trotando hasta que le vi acurrucada en uno de los sofas. Respire un poco mas aliviado, mordiéndome los labios y lamentándome al haberme dormido de ese modo, sin haberme preocupado siquiera por hacerle sitio junto a mi.
camine rápidamente hacia ella y me acuclille a su lado,queria despertarla y decirle que ocupara la cama en mi lugar, pero parecia gesticular, quizas soñaba con algo -esperaba que agradable- por lo que no quise interrumpirla, asi que me quede a su lado contemplándole dormida, sonriendo al verle de pronto mas tranquila y sosegada.
Aparté un mechón de cabello de su frente e intente recordar las palabras de mi sueño, podia recordar el "poema" o lo que fuera aquello, sin embargo la ultima estrofa seguia resistiendose.
Mischa comenzó a removerse inquieta, por lo que lleve una mano a su hombro. Ella se desperto, y en cuanto sus ojos asustados se encontraron con los míos lo recordé al instante:
Nadie te roba nada...
Nadie ocupa el lugar,
de nadie son los besos,
de nadie es el camino...que no mira hacia atrás.
Claro!...¡Esa era la ultima estrofa! Fruncí el ceño desviando la mirada.
Pero ¿que quiere decir eso?...no lo comprendo...
Ouch, lo siento te he despertado. Aunque bueno, quería hacerlo, tuve un sueño rarísimo, alguien me susurraba unas palabras como las que acabo de comentarte...
No tiene importancia, pero me he despertado preocupado...Como si no fuera un sueño mas, como si pudiera tener un significado.
¿Mischa te encuentras bien? Estas muy pálida...
Tome sus manos y me puse en pie, haciendo que se alzara, mientras situaba un brazo alrededor de su cintura.
Vamos arriba, tu dormirás en la cama, lamento no haberte dejado sitio antes, estaba frito y me desparrame como si durmiera en una nube.
comente bromeando, mientras le llevaba hacia las escaleras, comenzando a subir con ella poco a poco, pues parecía pensativa.
Una vez arriba, le conduje a la cama y le hice sentarse al borde, acuclillandome delante suyo, aun sujetando sus manos
Es tarde...¿Quieres que vaya a por algo de cenar, que salgamos, o te dejo descansar ya?...al sujetar su mano, vi que algo se hallaba en ella, por lo que no pude evitar sostenerla mejor y abrir sus dedos, apreciando la nota arrugada que tome, y abrí, leyéndola y quedándome de piedra.
Mire a Iris, quien a su vez me miraba a mi y me puse en pie. Podía jurar que ahora los dos teníamos el mismo color en el rostro, y es que algo estaba sucediendo.
Cuentame que has visto en el sueño.
Indique intrigado, y es que parecía que alguien quería jugar con nosotros.
Extraños sueños habían venido a mi mente, mostrándome un sinfín de cosas, todas demasiado rápidas como para poderlas entender. Sin embargo, alguien susurraba una especie de poesía, cuya estrofa final no podía recordar, sin embargo recordaba la voz, y era un tanto...acusadora.
Mire a ambos lados, buscando a Iris de forma inconsciente parpadeando consternado al no verla, por lo que me levante enseguida buscandola en la enorme habitación, decantandome a bajar por la enorme escalera, saltando los escalones de tres en tres para llegar mas rápido, trotando hasta que le vi acurrucada en uno de los sofas. Respire un poco mas aliviado, mordiéndome los labios y lamentándome al haberme dormido de ese modo, sin haberme preocupado siquiera por hacerle sitio junto a mi.
camine rápidamente hacia ella y me acuclille a su lado,queria despertarla y decirle que ocupara la cama en mi lugar, pero parecia gesticular, quizas soñaba con algo -esperaba que agradable- por lo que no quise interrumpirla, asi que me quede a su lado contemplándole dormida, sonriendo al verle de pronto mas tranquila y sosegada.
Aparté un mechón de cabello de su frente e intente recordar las palabras de mi sueño, podia recordar el "poema" o lo que fuera aquello, sin embargo la ultima estrofa seguia resistiendose.
Mischa comenzó a removerse inquieta, por lo que lleve una mano a su hombro. Ella se desperto, y en cuanto sus ojos asustados se encontraron con los míos lo recordé al instante:
Nadie te roba nada...
Nadie ocupa el lugar,
de nadie son los besos,
de nadie es el camino...que no mira hacia atrás.
Claro!...¡Esa era la ultima estrofa! Fruncí el ceño desviando la mirada.
Pero ¿que quiere decir eso?...no lo comprendo...
Ouch, lo siento te he despertado. Aunque bueno, quería hacerlo, tuve un sueño rarísimo, alguien me susurraba unas palabras como las que acabo de comentarte...
No tiene importancia, pero me he despertado preocupado...Como si no fuera un sueño mas, como si pudiera tener un significado.
¿Mischa te encuentras bien? Estas muy pálida...
Tome sus manos y me puse en pie, haciendo que se alzara, mientras situaba un brazo alrededor de su cintura.
Vamos arriba, tu dormirás en la cama, lamento no haberte dejado sitio antes, estaba frito y me desparrame como si durmiera en una nube.
comente bromeando, mientras le llevaba hacia las escaleras, comenzando a subir con ella poco a poco, pues parecía pensativa.
Una vez arriba, le conduje a la cama y le hice sentarse al borde, acuclillandome delante suyo, aun sujetando sus manos
Es tarde...¿Quieres que vaya a por algo de cenar, que salgamos, o te dejo descansar ya?...al sujetar su mano, vi que algo se hallaba en ella, por lo que no pude evitar sostenerla mejor y abrir sus dedos, apreciando la nota arrugada que tome, y abrí, leyéndola y quedándome de piedra.
Mire a Iris, quien a su vez me miraba a mi y me puse en pie. Podía jurar que ahora los dos teníamos el mismo color en el rostro, y es que algo estaba sucediendo.
Cuentame que has visto en el sueño.
Indique intrigado, y es que parecía que alguien quería jugar con nosotros.
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Re: La voluntad divina
Le conté mi sueño con todo lujo de detalles mientras me alzaba y caminaba de un lado a otro de la sala, pensativa, murmurando por lo bajo cuando intentaba encajar aquellas piezas del puzzle, sin que nada tomara forma en mi cabeza hasta que, de repente, las luces de aquella habitación se apagaron.
- ¿Qué sucede ahora?- exclamé con ansiedad en mi voz, buscando la mano de Kaél en la oscuridad hasta palpar algo que desde luego, no era su mano.- Ouch, lo siento...- reí un tanto nerviosamente, tragando saliva ruidosamente al apartar la mano de su entrepierna.- Será mejor que prenda la luz.- comenté en un encogimiento de hombros, usando mi don de la hechicería para devolver la luminosidad a la sala gracias a todas las velas -que aunque pocas, algo iluminaron- de aquella enorme habitación.- Debemos salir y averiguar qué ocurre.- propuse, justo antes de que el techo crujiera y la lámpara de araña cayera al suelo en un gran estruendo, haciendo añicos al piano.
Sin dudarlo, corrí escaleras abajo dando tumbos, pues la embarcación empezaba a desestabilizarme debido probablemente a fuertes corrientes marinas o... ¿se estaría hundiendo? Si una cosa estaba clara era que no pensaba quedarme allí para averiguarlo, por lo que llevé mis manos al pomo de la puerta e intenté abrirla usando todos mis esfuerzos, incluso la magia... pero se hallaba atascada. Horrorizada, me giré lentamente y miré a Kaél que permanecía arriba con rostro consternado.
- Alguien ha hechizado la puerta para que no salgamos... está bloqueada.
Y cuando parecía que las cosas no podían ser más caóticas y confusas, una carta se deslizó por debajo de la puerta. Ceñuda me agaché y la tomé entre mis dedos para leerla en voz alta.
- Y ahora... ¿dónde se desangran las estatuas de sal?
Alcé ceñuda el rostro hacia Diétrich sin entender ni un ápice de lo que aquello contenía, comprendiendo así que se trataba de una adivinanza, un juego que quien fuese que quisiera entretenerse con nosotros había urdido maquiavélicamente.
El repiqueteo del cristal de la ventana me hizo girar la cabeza, encontrando allí el mirlo de mi sueño, empezando entonces a indicarle a Diétrich mediante gestos la presencia de aquél ave allí, corriendo luego hacia la ventana para intentar cazarle cuando, por mi torpeza, pisé uno de los cristales de aquella lámpara de araña destrozada que me lastimó el pie hasta abrir una pequeña herida sangrante por la que un alarido de dolor escapó de mi boca, propiciando que el mirlo huyera volando hasta perderse en la nada, dejándome refunfuñando por mi mala suerte y saltando a la pata coja hasta poder sentarme en uno de aquellos sofás, escrutándome la herida superficial que aun me escocía y en la que permanecía el trozo de punzante cristal clavado.
- Lo único que tenemos claro... es que no puedo enamorarme de ti.- susurré en cuanto Kaél se presentó ante mí para ofrecerme su ayuda, frunciendo su ceño ante mis palabras que quise corregir.- Me refiero a los versos, pertenecen a una canción que lleva como título No puedo enamorarme de ti.
Pestañeé varias veces con la mirada fija en Diétrich. ¿Estaría en ella la respuesta a aquella confusa situación?
- ¿Qué sucede ahora?- exclamé con ansiedad en mi voz, buscando la mano de Kaél en la oscuridad hasta palpar algo que desde luego, no era su mano.- Ouch, lo siento...- reí un tanto nerviosamente, tragando saliva ruidosamente al apartar la mano de su entrepierna.- Será mejor que prenda la luz.- comenté en un encogimiento de hombros, usando mi don de la hechicería para devolver la luminosidad a la sala gracias a todas las velas -que aunque pocas, algo iluminaron- de aquella enorme habitación.- Debemos salir y averiguar qué ocurre.- propuse, justo antes de que el techo crujiera y la lámpara de araña cayera al suelo en un gran estruendo, haciendo añicos al piano.
Sin dudarlo, corrí escaleras abajo dando tumbos, pues la embarcación empezaba a desestabilizarme debido probablemente a fuertes corrientes marinas o... ¿se estaría hundiendo? Si una cosa estaba clara era que no pensaba quedarme allí para averiguarlo, por lo que llevé mis manos al pomo de la puerta e intenté abrirla usando todos mis esfuerzos, incluso la magia... pero se hallaba atascada. Horrorizada, me giré lentamente y miré a Kaél que permanecía arriba con rostro consternado.
- Alguien ha hechizado la puerta para que no salgamos... está bloqueada.
Y cuando parecía que las cosas no podían ser más caóticas y confusas, una carta se deslizó por debajo de la puerta. Ceñuda me agaché y la tomé entre mis dedos para leerla en voz alta.
- Y ahora... ¿dónde se desangran las estatuas de sal?
Alcé ceñuda el rostro hacia Diétrich sin entender ni un ápice de lo que aquello contenía, comprendiendo así que se trataba de una adivinanza, un juego que quien fuese que quisiera entretenerse con nosotros había urdido maquiavélicamente.
El repiqueteo del cristal de la ventana me hizo girar la cabeza, encontrando allí el mirlo de mi sueño, empezando entonces a indicarle a Diétrich mediante gestos la presencia de aquél ave allí, corriendo luego hacia la ventana para intentar cazarle cuando, por mi torpeza, pisé uno de los cristales de aquella lámpara de araña destrozada que me lastimó el pie hasta abrir una pequeña herida sangrante por la que un alarido de dolor escapó de mi boca, propiciando que el mirlo huyera volando hasta perderse en la nada, dejándome refunfuñando por mi mala suerte y saltando a la pata coja hasta poder sentarme en uno de aquellos sofás, escrutándome la herida superficial que aun me escocía y en la que permanecía el trozo de punzante cristal clavado.
- Lo único que tenemos claro... es que no puedo enamorarme de ti.- susurré en cuanto Kaél se presentó ante mí para ofrecerme su ayuda, frunciendo su ceño ante mis palabras que quise corregir.- Me refiero a los versos, pertenecen a una canción que lleva como título No puedo enamorarme de ti.
Pestañeé varias veces con la mirada fija en Diétrich. ¿Estaría en ella la respuesta a aquella confusa situación?
Iris M. Der Kláuseen- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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