Despiadada [Chiara]

Chiara, había pedido a Juan, el cochero de Ruggero, que la llevara a comprar algunas tonterías que necesitaba para comenzar a confeccionar el ajuar de su primer hijo, aunque éste había aceptado, no le parecía nada bueno que su ama fuera sola por el centro de la ciudad, más aun después de que días atrás había tenido ese desvanecimiento tan extraño que la dejó casi en estado catatónico.

Pero a Chiara, algo que le molestaba sobremanera, era que le dijeran no a algo, y entonces haría hasta lo imposible para conseguir su objetivo. Rió cuando lo vio refunfuñar pero subir al carruaje y llevarla a donde ella quisiera. Pasó toda la mañana de una tienda a la otra, que hilos, que tijeras, batista para las camisitas, que encaje, y así un montón de paquetes se fueron acomodando en el asiento de enfrente en el carruaje hasta que ya no entraban más. Entonces le dijo a Juan – por favor, Juan, tú, debes ir a ver que necesita Estella, y tu hijo, además dejar los paquetes y dentro de dos horas me buscas en la esquina del café “Le flour”, ¿te parece? – la relación entre las servidumbre de Ruggero y ella, era muy distinta a todas, ya que para Chiara sus empleados eran parte de su familia, así lo había sido por siglos y generaciones en la familia Di Moncalieri y pensaba que su esposo no se molestaría por tratar así a los suyos.

A los pocos minutos vio a su cochero dirigirse a su mansión mientras ella caminaba por la plaza esperando disfrutar una tarde tranquila, tal vez un té y por qué no, conocer o encontrarse a una persona que valga la pena charlar y divertirse. No muy lejos de donde estaba, había una bella venta de flores y le pareció una muy buena idea comprar unas flores y llevarlas a una capilla distante a pocos pasos donde podría rezar por el viaje que estaba realizando su amado.

La señora de las flores le eligió unas preciosas, atenta cortó una flor delicada y se la acomodo en el peinado de Chiara, aquel gesto le pareció tan hermoso que le dio un beso en la mejilla antes de partir, la anciana se tocó la huella del beso y le dijo – esa flor te traerá suerte, conocerás a un amigo especial, esos que no los separa la muerte – sus palabras le llamaron muchísimo la atención, pero no quiso preguntar, como buena Italiana era muy supersticiosa y prefirió que el destino le dijera cual era el alma que hoy tocaría la suya.

Tomó pues rumbo hacia la capilla, iba caminando distraída, cantando una canción de cuna en italiano, cuando pasó al lado de un hombre, que de pronto le pareció que había aparecido casi de la nada, sintió una brisa entre sus cabellos y la flor salió volando, había caminado unos pasos y se volvió por lo que había dicho la anciana -… conocerás a un amigo especial… no los separa ni la muerte – se acercó tímidamente, lo vio contemplar la flor en sus manos como si fuera una maravillosa obra de arte, no dijo nada, se quedó contemplándolo, un muchacho joven, alto como casi no conocía – más alto que mi hermano – pensó, de rostro tan bello que parecía una dulce joven, pero con una melancolía que lo rodeaba, que casi hizo que Chiara, se pusiera a llorar.

off: perdona la demora, prometo no atrasarme mas.