||Atraccion||

- Se trata de una fiesta, algunos chicos la están organizando, y me pidieron llevar refrescos, pocas veces asisto a fiestas - Comentó, terminándose de colocar el cinturón de seguridad. Se acomodó en aquel elegante asiento, su mochila la dejó debajo de sus piernas. Suspiró de forma profunda - Es está tarde, quizás mi padre me deje asistir - Se encogió de hombros restándole un poco de importancia, la chica en realidad nunca iba a esa fiestas con dobles intenciones, sólo buscaba conocer un poco a sus compañeros, compartir números de teléfono para alguna que otra salida, aprender a relacionarse con chicos de su edad. La mayor parte del tiempo se la vivía con sus padres, con tíos y primos, ella necesitaba otro aire, o al menos eso siempre decía su madre, quien deseaba verla ya con alguien, la joven no entendía por qué la quería ver con alguien, pero la mujer se aferraba a que su hija aprendiera a volar.

El silencio se hizo presente en aquel medio de transporte, y aunque Zavannah no entendía algunas cosas, se mantenía tranquila, observando el camino, uno que era diferente al que siempre tomaba. Reconocía algunas calles, pues acompañaba a su madre para comprar vibres. Le gustaba observar todo a su alrededor, notar la tranquilidad o el alboroto de algunas calles, se imaginaba caminando tomada de la mano de forma legal con Jean, aquello le sonrojó, pero intento disimularlo cuando su voz la trajo de vuelta.

- Yo también te extrañé, lamento no tener un celular para estar más comunicados, pronto encontré un nuevo trabajo y trabajaré para eso - Le sonrió de forma amplia, Observó sus ojos, y sintió mariposas en el estomago. ¿Cómo era posible que un hombre como él se fijara en ella? Se dobló un poco para tenerlo de frente, quitó el cinturón y de rodillas se colocó sobre el asiento para acercarse a besar su mejilla de forma profunda y humedecida. Le soltó y se volvió a acomodar, estirando su falta para no dejar ver demasiado, suficiente tenía con el largo de aquella prenda.

- Mi padre se va mañana de viaje, tendrá que estar fuera hasta dentro de dos semanas, mi madre estará encantada de ver a un muchacho en casa, así que las siguientes dos semanas podríamos tener tardes para los dos, claro, cuando te desocupes de tu trabajo - Le dijo de forma tranquila, ella nunca reprochaba los malos tiempos que se podían ver, quizás era mucho lo que sentía por él y por eso la paciencia infinita para verle. - No lo sé, mejor tu pon la hora, y la fecha, así estaré libre para ti - Negó repetidas veces - No quiero que me des nada, Jean, solamente tu compañía, no quiero que mal pienses después de mi, no me des nada, por favor… - Comentó casi en un susurro, sus dedos estaban enredados en los ajenos, ella no quería soltarlo, lo sentía una necesidad.

- Oh no… - Musitó con tristeza al escuchar el celular de Jean comenzar a resonar - por favor, no lo contestes, por favor, no quiero que te vayas, quédate conmigo otro rato más… - Le miró a los ojos con un poco de tristeza, ella sabía lo que quería decir una llamada, podrían solicitarlo en quien sabe donde, pues siempre los interrumpían - Por favor, Jean, quédate a mi lado…

La delicada Zavannah sintió nauseas de los nervios cuando él comenzó a acariciar su vientre, las manos de Jean eran suaves, pero al mismo tiempo tenían un toque rasposo, las caricias no sólo eran delicadas, también eran posesivas, o al menos ella las sentía de esa forma. Se dejó abrazar con fuerza de él, porque le gustaban sus brazos, extrañamente se sentía protegida con los. Tragó saliva porque en ocasiones las manos bajaban más de la cuenta, ella no había sido tocado por nadie, quizás si le despertaba él su libido podía ser una gran ganancia para ambos, pues apartar de la primera vez quizás ya no temería de hacer más con alguien, precisamente con él. Suspiró profundamente para relajarse.

- Puedo soltar mi cabello si deseas - Comentó con tranquilidad, la chica era demasiado complaciente con él, por esa razón sus manos se movieron con rapidez, pronto deshizo su peinado, dejando que cayera por sus hombros en forma de ondas, se veía verdaderamente hermosa, ella lo era, pero no se daba cuenta, quizás eso sería una gran ventaja para Jean, porque la delicada joven no se daba cuenta de todos aquellos que la volteaban a ver - A mi me gustaría no que me escondieras, pero si que te escondieras conmigo - Comentó con tranquilidad, la idea de poder estar simplemente con él, sin que el mundo los molestara era demasiado buena, quizás demasiado para ella, pero se valía soñar.

La chica caminó de forma delicada hasta subirse al auto, él por supuesto le abrió la puerta del mismo, esperó a que entrara, y después se subió, en el trayecto le tiraba algunos besos dulces y coquetos, le gustaba tanto poder sentirse deseaba y especial con él, pero luego su mirada se desvió en las calles, recordó que debía comprar algunas cosas para la fiesta, sacó de su bolso un pequeño papel, y se lo dirigió a Jean, en el venía en claro que le tocaba llevar, porque las fiestas entre ellos eran así, la cooperación e igualdad ante todo. Suspiró profundamente al verlo a los ojos, pero él le dedico una sonrisa amplia, la cual la hizo sentir segura de pedirle las cosas.

- Lo lamento Jean, pero necesito comprar estás cosas antes de llegar. ¿está bien? - Le pidió con una voz dulce, después de eso le indicó donde debía estacionarse para ella poder bajarse a comprar. Cuando el aparcó se apresuró para bajarse del carro, ella robaba demasiadas miradas en su andar, incluso palabras altisonantes que la hacían sentir verdaderamente incomoda. Suspiró tomando las cosas y pagando lo más rápido que pudo. Le molestaba demasiado que los hombres fueran así, porque las trataban como un trozo de carne para meterles su miembro, y eso la hacía sentir demasiado incomoda, daba gracias a que Jean fuera delicado en ese aspecto. Al menos eso creía ella.

- Podemos irnos - Le pidió hundiéndose en el asiento muy incomoda, después estiró su mano para tomar la ajena, cuando sentía la cercanía de Jean para ella todo se borraba, todo lo malo, por eso sintió la necesidad de tocarlo, claramente siguió el camino a la fiesta, llegaron con facilidad y se adentraron a aquella casa, donde varios jóvenes ya estaban, con música y todo, cuando la vieron todos se quedaron boquiabiertos, es que pocas veces se podía ver a una Zavannah como esa mujer que escondía, sensual, hermosa y lista para ser devorada con la mirada, ella como siempre, dedicaba sonrisas dulces.