AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
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Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
Durante el último encuentro dedicaron la mayor parte del tiempo a mirar mujeres. Aún es un poco sorprendente para Skaði saber que él no la juzga, al menos abiertamente, por ir al burdel y entretenerse por igual con caballeros y señoritas. ¿Cuánto habrá visto él que eso ni siquiera le causa asombro? Estuvieron así entonces toda una noche entre platicas y comparaciones hasta que comenzaron las peleas de los borrachos y aquello se convirtió en el signo inequívoco de que la noche ya llegaba a su fin. Sky bebió de esa copa de vino como si pudiera sentir satisfacción alguna y escuchó con atención la otra ocupación que su acompañante poseía, un acompañante improvisado claro, ya que aunque parezca extraño, esa noche la vikinga no se encontraba de mal humor pero tampoco de uno lo suficientemente festivo para llevarse a la cama a cuanta cortesana encontrara. Lo que él describía era justo lo que ella necesitaba, la dosis justa de sangre y adrenalina además por supuesto de la clandestinidad e ilegalidad que no aportan sino más que atracción a la idea. Pero aunque se mantuvo firme en la decisión de ser parte todo lo que pudo conseguir fue pactar una reunión próxima en un lugar diferente.
Skaði no tiene un reloj de bolsillo, sólo se deja guiar por la posición de la luna para adivinar que hora es. Justo antes de la medianoche lo ve caminar hacia ella y con eso una sonrisa se genera en su rostro. —Me imagino que cambiaste de opinión desde la última vez que nos vimos… — no es necesario que eleve la voz para que pueda oírla, nadie más se encuentra en ese callejón a menos que cuente a unas pocas ratas y unas aves que duermen en el entretecho del edificio contiguo. — Mira a tu alrededor, sólo seremos tú y yo… no te estoy pidiendo mucho ¿verdad? — a nadie le ha dicho lo que tiene planeado. Algunos dicen que revelar los proyectos sólo logra que estos nunca se lleven a cabo y en ese momento todo lo que desea es conseguir que él la adentre en ese mundo del que le ha hablado. Golpes y estrategia, las peleas clandestinas suelen ser estipuladas entre dos partes quienes escogen a los contendientes y también las “reglas” que regirán todo el proceso, aquel reglamento por lo general sólo incluye el modo en que terminarán, el combate finaliza cuando uno de ellos queda inconsciente o muere.
Esta noche ella viste como un hombre porque quiere ser tratada como uno, los pantalones raídos se los ha sacado a su protegido y la camisa la compró especialmente para aquella ocasión. Tiene las mangas dobladas hasta el codo y el cabello atado en una coleta bien firme. — ¿Qué te pasa? ¿Acaso tienes miedo de competir contra una mujer? ¿Es eso? ¿Es porque soy una mujer que te niegas? — la idea es provocarlo, tentarlo hasta que finalmente caiga y le otorgue lo que quiere. Se acerca a él y lo mira de pies a cabeza, tal como si estuviera evaluando si es apto o no para eso aunque mas bien es ella la que necesita calificar para el puesto. — No le diré a nadie si pierdes, prometo que esto quedará entre tú y yo… una sola pelea, tú pones las reglas y yo obedezco… — sonríe cuidando de no revelar sus colmillos aunque es probable que el hombre ya conozca su naturaleza. Tiene claro que es algo injusto que ella no de a conocer la superioridad física que posee, pero pretende controlarse y ver hasta donde pueden llegar sus capacidades. Aunque parezca lo contrario, todo esto no es más que una prueba para si misma, el intento de demostrar cuanto pueden resistir sus límites o hasta donde puede llegar si estira sus barreras.
Skaði no tiene un reloj de bolsillo, sólo se deja guiar por la posición de la luna para adivinar que hora es. Justo antes de la medianoche lo ve caminar hacia ella y con eso una sonrisa se genera en su rostro. —Me imagino que cambiaste de opinión desde la última vez que nos vimos… — no es necesario que eleve la voz para que pueda oírla, nadie más se encuentra en ese callejón a menos que cuente a unas pocas ratas y unas aves que duermen en el entretecho del edificio contiguo. — Mira a tu alrededor, sólo seremos tú y yo… no te estoy pidiendo mucho ¿verdad? — a nadie le ha dicho lo que tiene planeado. Algunos dicen que revelar los proyectos sólo logra que estos nunca se lleven a cabo y en ese momento todo lo que desea es conseguir que él la adentre en ese mundo del que le ha hablado. Golpes y estrategia, las peleas clandestinas suelen ser estipuladas entre dos partes quienes escogen a los contendientes y también las “reglas” que regirán todo el proceso, aquel reglamento por lo general sólo incluye el modo en que terminarán, el combate finaliza cuando uno de ellos queda inconsciente o muere.
Esta noche ella viste como un hombre porque quiere ser tratada como uno, los pantalones raídos se los ha sacado a su protegido y la camisa la compró especialmente para aquella ocasión. Tiene las mangas dobladas hasta el codo y el cabello atado en una coleta bien firme. — ¿Qué te pasa? ¿Acaso tienes miedo de competir contra una mujer? ¿Es eso? ¿Es porque soy una mujer que te niegas? — la idea es provocarlo, tentarlo hasta que finalmente caiga y le otorgue lo que quiere. Se acerca a él y lo mira de pies a cabeza, tal como si estuviera evaluando si es apto o no para eso aunque mas bien es ella la que necesita calificar para el puesto. — No le diré a nadie si pierdes, prometo que esto quedará entre tú y yo… una sola pelea, tú pones las reglas y yo obedezco… — sonríe cuidando de no revelar sus colmillos aunque es probable que el hombre ya conozca su naturaleza. Tiene claro que es algo injusto que ella no de a conocer la superioridad física que posee, pero pretende controlarse y ver hasta donde pueden llegar sus capacidades. Aunque parezca lo contrario, todo esto no es más que una prueba para si misma, el intento de demostrar cuanto pueden resistir sus límites o hasta donde puede llegar si estira sus barreras.
Skaði Sjöfn- Vampiro Clase Alta
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Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
¿Qué importa beber a las dos de la tarde? ¿Importa mucho que sean las ocho de la mañana? ¿Es demasiado temprano si apenas se ha ocultado el sol? A nadie le debería importar beber una o dos copas para comer la rutina nocturna o matutina de buena manera. Al menos a mi nunca me ha importado demasiado. Quizás llevo mi tres jarra en el día, pero apenas el alcohol me ha hecho cosquillas por el cuerpo. Tengo ganas de perderme en aquel liquido tan amargo o dulce, dependiendo la presentación que se me de. Estoy demasiado interesado en no recordar lo que pasará está noche en cuanto me despierte. Mi hermano ya se ha resignado a mis desplantes al llegar a casa, pero siempre me aseguro que mi pequeña sobrina, la única mujer que me importa, se encuentre lo suficientemente dormida para no observar a su tío en el estado de embriagues. El burdel apenas abre sus puertas está noche, no tengo muchas ganas de socializar con hombres y mujeres necesitados de placer, las mujeres que trabajan para mi saben que sino quiero follar, no deben acercarse, lo mismo deberían hacer los clientes, pero no puedo hacer más que sonreírles de manera falsa, y hacer que se sientan "como en casa".
Me levanto del pequeño banco frente a la barra del burdel, dejo el vaso vacío, con un movimiento de cabeza me despido de todo aquel que dirige su mirada a mi. Ni siquiera me detengo para despedirme de algún conde, o algún hombre de alto poder adquisitivo, en el burdel las reglas las pongo yo, les guste o no, además que mi silencio es muy valioso para ellos, mucho más que estúpidas despedidas protocolares. Avanzo hasta perderme de olor a sexo, tabaco, y alcohol. Mientras camino, un grupo de compañeros de combate se comienzan a formar detrás de mi, todos ellos ya saben la ruta, la hora habitual, y el lugar a donde nos tenemos que dirigir. Está noche no son los hombres quienes van a montar el espectáculo violento. Se han reunido un grupo de señoritas, mujeres, lo que llegaran a ser del sexo femenino. Todas y cada una de ellas desean demostrar la igualdad de genero, cosa que es demasiado absurda, pero que sin duda me va a llegar a divertir, quizás si la pelea está demasiado bueno, puedo llegar a tener una buena erección. ¿Quién no se pone con mujeres agresivas? Tendría que ser muy estúpido el que no lo logre, o quizás un verdadero homosexual, y sin duda, no son ninguna de esas dos cosas.
Todos debemos de tomar rutas distintas mientras entramos a la ciudad, con esto se busca no levantar sospecha. La mayoría de los peleadores buscan adentrarse en zonas bien alumbradas gracias a las lamparas de parafina, pero a mi no me interesa demasiado el peligro que puede representar París a esa hora, mi entrenamiento me ayuda a no temer de lo que pueda pasar. La muerte siempre estará en cualquier lado. Contra eso no hay nada que hacer, mucho menos temer, es inevitable. Avanzo por algunos callejones, muchos de ellos apenas a orines de vagabundos, entre otras cosas que no planeo ponerme a pensar o a analizar. El clima es perfecto, no puedo quejarme, quizás más tarde comience a refrescar, pero estaré lo suficiente entretenido cómo para ponerme a sufrir por esas tonterías. Mi paso es firme, pero sumamente tranquilo, no tengo prisa de llegar, de todas formas las cosas no empezarían sin mi. Mientras avanzo hay algo en especial que llama mi atención.
- ¿Y si te pongo las reglas, a mi me obedecerías? - Quizás el efecto del alcohol ha hecho que diga semejante estupidez a una desconocida, o quizás simplemente soy así y quiero escudarme en la cantidad de cervezas consumidas, de igual forma, no importa demasiado el que dirán de mi. - ¿Acaso no la complacen, señorita? Podría cambiar de acompañante si desea, apuesto a que conozco muchos que serían capaz de complacer a una mujer como usted - Le guiño el ojo de forma descarada mientras me acerco a la peculiar "pareja".
Me levanto del pequeño banco frente a la barra del burdel, dejo el vaso vacío, con un movimiento de cabeza me despido de todo aquel que dirige su mirada a mi. Ni siquiera me detengo para despedirme de algún conde, o algún hombre de alto poder adquisitivo, en el burdel las reglas las pongo yo, les guste o no, además que mi silencio es muy valioso para ellos, mucho más que estúpidas despedidas protocolares. Avanzo hasta perderme de olor a sexo, tabaco, y alcohol. Mientras camino, un grupo de compañeros de combate se comienzan a formar detrás de mi, todos ellos ya saben la ruta, la hora habitual, y el lugar a donde nos tenemos que dirigir. Está noche no son los hombres quienes van a montar el espectáculo violento. Se han reunido un grupo de señoritas, mujeres, lo que llegaran a ser del sexo femenino. Todas y cada una de ellas desean demostrar la igualdad de genero, cosa que es demasiado absurda, pero que sin duda me va a llegar a divertir, quizás si la pelea está demasiado bueno, puedo llegar a tener una buena erección. ¿Quién no se pone con mujeres agresivas? Tendría que ser muy estúpido el que no lo logre, o quizás un verdadero homosexual, y sin duda, no son ninguna de esas dos cosas.
Todos debemos de tomar rutas distintas mientras entramos a la ciudad, con esto se busca no levantar sospecha. La mayoría de los peleadores buscan adentrarse en zonas bien alumbradas gracias a las lamparas de parafina, pero a mi no me interesa demasiado el peligro que puede representar París a esa hora, mi entrenamiento me ayuda a no temer de lo que pueda pasar. La muerte siempre estará en cualquier lado. Contra eso no hay nada que hacer, mucho menos temer, es inevitable. Avanzo por algunos callejones, muchos de ellos apenas a orines de vagabundos, entre otras cosas que no planeo ponerme a pensar o a analizar. El clima es perfecto, no puedo quejarme, quizás más tarde comience a refrescar, pero estaré lo suficiente entretenido cómo para ponerme a sufrir por esas tonterías. Mi paso es firme, pero sumamente tranquilo, no tengo prisa de llegar, de todas formas las cosas no empezarían sin mi. Mientras avanzo hay algo en especial que llama mi atención.
- ¿Y si te pongo las reglas, a mi me obedecerías? - Quizás el efecto del alcohol ha hecho que diga semejante estupidez a una desconocida, o quizás simplemente soy así y quiero escudarme en la cantidad de cervezas consumidas, de igual forma, no importa demasiado el que dirán de mi. - ¿Acaso no la complacen, señorita? Podría cambiar de acompañante si desea, apuesto a que conozco muchos que serían capaz de complacer a una mujer como usted - Le guiño el ojo de forma descarada mientras me acerco a la peculiar "pareja".
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Edad : 36
Localización : Paris, Francia
Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
Bastantes cosas la cabrean últimamente, algunas parecen sacadas de un manual para ponerla de mal humor y otras simplemente lucen como improvisaciones muy afortunadas. El chico se sigue negando, alega que no puede pelear con una mujer y mientras lo dice le mira las tetas bien marcadas por la camisa blanca que deja todo a la vista. Quizás si hablara enfocando sus ojos ella podría perdonarlo, tal vez si no fuera un idiota baboso más es que toda esa escena no le molestaría demasiado. Tal vez, todo es tal vez. El suspiro viaja y se aleja, su ánimo de ser generosa también lo hace y si sonríe es para darle una falsa sensación de seguridad y de ese modo observar con mayor detalle el cambio en sus reacciones cuando se de cuenta lo que ella está a punto de hacer. Skaði se acerca y pone sus manos alrededor del cuello del muchacho. Cuenta hasta tres y le pregunta su nombre, nada sale, está mudo porque es ahí cuando recién se ha dado cuenta que ella puede matarlo con un movimiento. — ¿Cuál es tu nombre? — una regla autoimpuesta que sigue sin tener contestación. Avanzan los segundos y es otra voz la que se oye, una voz familiar.
— Predbjørn… — esta sonrisa sí es sincera. Lo reconoce, no es necesario que se acerque para delinear los contornos de su rostro. Luce algo cansado y aquello no tiene que ver con un trabajo físico, puede reconocer en él las pocas ganas que tiene de seguir sonriendo a viejos borrachos y en parte se siente identificada. Aún cuando ella no sea la dueña del burdel sí debe representar un papel todos los días, uno al que felizmente renunciaría de poder hacerlo. — ¿Por qué entonces no me has presentado a uno de esos? — dice con un tono de voz más alto, más agudo, un poco más irrisorio y casi una burla que cae directo en los oídos del muchacho que ahora comienza a balbucear algo que es como “ayuda” — Me dijiste que podía venir y encontrar lo que deseo pero todo lo que hallé fue a este inservible que cree que mis ojos están a la altura de mi pecho… — y aunque en otras circunstancias no le molestaría ser un objeto dispuesto para follar, ahora es molesto ser considerada sólo un trozo de carne, un muy buen contorneado trozo de carne. El crac es audible, el golpe seco del cuerpo del joven lo es aún más, ya no hay vida en sus ojos, tampoco color en sus labios y mientras Skaði pasa deja atrás lo que pudo ser también su cena.
Se limpia las manos en la tela de ese pantalón que pese a ser andrajoso está limpio. Predbjørn le ha parecido siempre alguien con mucho potencial, podría unirse a la inmortalidad y dejar de ser un saco de sangre tan débil. Podría ser incluso ella quien le quitara los latidos, pero la idea de poner sus labios sobre su cuello le hace sentir incómoda… desleal. Hay alguien que la espera en casa y que limpiará y sanará sus heridas si es que llega a tenerlas, alguien que con una sonrisa logra que olvide que su respiración es inexistente y que su temperatura ya no es más cálida. — Sigo queriendo lo que te pedí antes, pero me imagino que la mejor forma de conseguirlo es directo la mejor fuente… — esta sonrisa muestra sus colmillos a la perfección, la hace lucir extrañamente atractiva a la vez que macabra, alguien más huiría, otro ser humano se congelaría y no sería capaz de articular una palabra. Pero al parecer ha subestimado a Predbjørn, o al menos espera que así sea si es que él responde.
— ¿Qué dices entonces? ¿Serás tú? —
— Predbjørn… — esta sonrisa sí es sincera. Lo reconoce, no es necesario que se acerque para delinear los contornos de su rostro. Luce algo cansado y aquello no tiene que ver con un trabajo físico, puede reconocer en él las pocas ganas que tiene de seguir sonriendo a viejos borrachos y en parte se siente identificada. Aún cuando ella no sea la dueña del burdel sí debe representar un papel todos los días, uno al que felizmente renunciaría de poder hacerlo. — ¿Por qué entonces no me has presentado a uno de esos? — dice con un tono de voz más alto, más agudo, un poco más irrisorio y casi una burla que cae directo en los oídos del muchacho que ahora comienza a balbucear algo que es como “ayuda” — Me dijiste que podía venir y encontrar lo que deseo pero todo lo que hallé fue a este inservible que cree que mis ojos están a la altura de mi pecho… — y aunque en otras circunstancias no le molestaría ser un objeto dispuesto para follar, ahora es molesto ser considerada sólo un trozo de carne, un muy buen contorneado trozo de carne. El crac es audible, el golpe seco del cuerpo del joven lo es aún más, ya no hay vida en sus ojos, tampoco color en sus labios y mientras Skaði pasa deja atrás lo que pudo ser también su cena.
Se limpia las manos en la tela de ese pantalón que pese a ser andrajoso está limpio. Predbjørn le ha parecido siempre alguien con mucho potencial, podría unirse a la inmortalidad y dejar de ser un saco de sangre tan débil. Podría ser incluso ella quien le quitara los latidos, pero la idea de poner sus labios sobre su cuello le hace sentir incómoda… desleal. Hay alguien que la espera en casa y que limpiará y sanará sus heridas si es que llega a tenerlas, alguien que con una sonrisa logra que olvide que su respiración es inexistente y que su temperatura ya no es más cálida. — Sigo queriendo lo que te pedí antes, pero me imagino que la mejor forma de conseguirlo es directo la mejor fuente… — esta sonrisa muestra sus colmillos a la perfección, la hace lucir extrañamente atractiva a la vez que macabra, alguien más huiría, otro ser humano se congelaría y no sería capaz de articular una palabra. Pero al parecer ha subestimado a Predbjørn, o al menos espera que así sea si es que él responde.
— ¿Qué dices entonces? ¿Serás tú? —
Skaði Sjöfn- Vampiro Clase Alta
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Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
Con descaro, mis ojos viajan por el cuerpo bien formado de la vampiresa. Es hermosa ¿Para que mentir? Sería un idiota sino lo aceptara, pero a diferencia de otras mujeres, ella no me atrae de esa forma, no solamente. Me gusta el misterio que posee, la sensualidad, el carácter, y la inteligencia. Es un componente de cualidades que despiertan mi libido más que un culo hermoso. Aunque claro, ella también lo posee. Sé que con ella también podría morir al parpadear solamente, pero algo en mi me indica que no tiene interés de matarme, quizás sea nuestra conexión, nuestro buen trato, ¡que se yo! A veces pensar más de la cuenta aburre cuando no hay explicaciones para las relaciones o situaciones; dejar de observarla es lo más conveniente, sin embargo no lo dejaré de hacer, al menos me fijaré en sus ojos ensombrecidos a falta de vida, la inmortalidad muchas veces no muestra nada, con ella es la excepción, debió de haber nacido para eso.
- Deberías sentirte halagada por como te mira los pechos, parecía impresionado, no simplemente idiotizado, sabes la diferencia ¿verdad? - Mi sonrisa se muestra cínica, descarada, galante también. Ella sabe que me divierto jugando un poco con esas cosas. - Parece que es muy sencillo para ti dejarme sin un miembro del personal de confianza, encima el desgraciado no cobraba demás. - Niego repetidas veces, camino para observar el cuerpo más de cerca, con un pie le muevo la cabeza de un lado a otro. Me da pena su situación, estaba dispuesto a pagarle demás por hacerme la venta de unos esclavos de origen africano. Tendré que buscar a alguien más para hacerlo, es lo de menos, las personas sobran cuando necesitan dinero, hacen de todo para obtenerlo, siempre me aprovecho de eso - No, no cariño, no tengo intenciones de darte un poco de mi, pero tengo unos esclavos de buena salud que te podrían servir ¿qué dices? - Sonrío y me acerco de nuevo a ella
- Es un gusto tenerte por aquí ¿por qué no has dicho que vendrías? De haberlo hecho te habría tenido lo mejor entre lo mejor - Me encojo de hombros, ella sabe que es la verdad, sólo puedo ofrecer la mejor calidad, ya sea comida, mujeres, u hombres para saciar el apetito de una desconocida - ¿Aun no puedo comer de ti? ¿Sigues amarrada a otra criatura? - Ella no debería ser controlada, ni limitada, ella debería ser libre y disfrutar de las mieles que se le pueden ofrecer sin problemas. La tomo de la cintura, no hago nada más que acomodarla a mi lado - ¿Te gusta el negocio? ¿Crees que sea bueno? Porque podría ponerte a ti a trabajar conmigo, ya sabes, probando la carne antes de ponerlo al ruedo ¿qué dices? - La miro a los ojos, no al pecho para no hacerla disgustar más, a los ojos.
- Deberías sentirte halagada por como te mira los pechos, parecía impresionado, no simplemente idiotizado, sabes la diferencia ¿verdad? - Mi sonrisa se muestra cínica, descarada, galante también. Ella sabe que me divierto jugando un poco con esas cosas. - Parece que es muy sencillo para ti dejarme sin un miembro del personal de confianza, encima el desgraciado no cobraba demás. - Niego repetidas veces, camino para observar el cuerpo más de cerca, con un pie le muevo la cabeza de un lado a otro. Me da pena su situación, estaba dispuesto a pagarle demás por hacerme la venta de unos esclavos de origen africano. Tendré que buscar a alguien más para hacerlo, es lo de menos, las personas sobran cuando necesitan dinero, hacen de todo para obtenerlo, siempre me aprovecho de eso - No, no cariño, no tengo intenciones de darte un poco de mi, pero tengo unos esclavos de buena salud que te podrían servir ¿qué dices? - Sonrío y me acerco de nuevo a ella
- Es un gusto tenerte por aquí ¿por qué no has dicho que vendrías? De haberlo hecho te habría tenido lo mejor entre lo mejor - Me encojo de hombros, ella sabe que es la verdad, sólo puedo ofrecer la mejor calidad, ya sea comida, mujeres, u hombres para saciar el apetito de una desconocida - ¿Aun no puedo comer de ti? ¿Sigues amarrada a otra criatura? - Ella no debería ser controlada, ni limitada, ella debería ser libre y disfrutar de las mieles que se le pueden ofrecer sin problemas. La tomo de la cintura, no hago nada más que acomodarla a mi lado - ¿Te gusta el negocio? ¿Crees que sea bueno? Porque podría ponerte a ti a trabajar conmigo, ya sabes, probando la carne antes de ponerlo al ruedo ¿qué dices? - La miro a los ojos, no al pecho para no hacerla disgustar más, a los ojos.
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
No le gusta su respuesta porque no le gusta la idea de tener que esperar por alguien más. Ya ha probado antes y ahí, en el suelo y sin vida, están las consecuencias. Lo que quiere es quien pueda darle lo que ha venido a buscar pero ya ni siquiera es capaz de recordar qué era realmente eso. ¿Dolor, peleas, sufrimiento… placer? Algo de todo eso o quizás una mezcla que sabe no podrá encontrar ahí, porque tal como él ha dicho, la está esperando en casa. Es realmente molesto que la conozca tan bien, que su propia realidad esté escrita en un libro que se mantiene abierto y que ahora salga a la luz pese a que no es precisamente el modo en que preferiría continuar hablando con él. Y es por lo mismo que se mantiene en silencio, que permite que le rodee la cintura y la acerque a su cuerpo. El choque de calidez contra su piel la abruma, se da cuenta que está demasiado acostumbrada al frío, a la falta de calor que la hace sentir irónicamente como si se estuviera quemando cada vez que la mira, la besa, la piensa. ¿Estará pensando en ella ahora? De seguro que no. Skaði odia a su esclavo en ese momento.
—Te dije que cualquier noche podría aparecer por acá, decidí que esa noche fuera hoy… —no quiere parecer que está a la defensiva pero se escucha de ese modo —y nunca he estado atada, tampoco lo estaré… las bromas de ese tipo no me agradan Predbjørn. —no es necesario que finja molestia porque lo está realmente. Pensaba en venir a buscar distracción de todo lo relacionado con Apolo, no en tener que lidiar con su recuerdo por unas palabras que bajo otras circunstancias sólo le habrían causado risas. La vikinga dobla su rostro y lo acerca al del hombre, desliza su nariz por todo el contorno de su mandíbula y llega hasta el hueco entre su oreja y el comienzo de su nuca. Respira ahí, profundamente y siente ese aroma intenso y totalmente masculino, tan humano que le da hambre aunque la controla, no planea beber de él, no a menos que él se lo pida, por supuesto. En cambio lo que hace es volver a hablar y esta vez susurrar palabras porque no hay necesidad de usar un tono más alto. —No quiero hablar de negocios, aunque debo reconocer que tu idea es tentadora pese a que siento que conmigo los números irían en contra… no te puedo asegurar que tu concepto de probar la mercancía sea igual al mío… tú entiendes… —
Una risa coqueta, una pequeña mordida que apenas marca su piel, los dedos le pican por tocarlo y sólo utiliza una de sus manos para buscar entre su ropa y obtener algo más de calor, de ese calor que la abrasa y también la abraza. Tiene la palma abierta sobre el pecho de Predbjørn, justo ahí donde siente que late su corazón, aquel que mantiene un ritmo constante y seguro, imitando tal vez los pasos de su poseedor, quien pareciera estar siempre confiado en los pasos que da. —¿No te molesta ese ruido? ¿Ese constante bum bum bum que tienes encerrado en el pecho? —Skaði cierra los ojos y escucha con más claridad los latidos. Las respuestas parecen fuera de contexto, quizás descabelladas para quien no es capaz de seguir el hilo de pensamientos que ella suele llevar, pero su amigo o como sea que lo llame, tiene claridad que lo mejor con esa mujer es seguirle la corriente o callarla con besos y como Sky no quiere seguir hablando prefiere tomar la iniciativa y ser ella quien lo haga primero esta vez. Es por esto que lo toma del rostro, sin suavidad o delicadeza, y asalta su boca sabiendo que encontrará respuesta y también que en ese beso comenzará el olvido momentáneo que necesita.
—Te dije que cualquier noche podría aparecer por acá, decidí que esa noche fuera hoy… —no quiere parecer que está a la defensiva pero se escucha de ese modo —y nunca he estado atada, tampoco lo estaré… las bromas de ese tipo no me agradan Predbjørn. —no es necesario que finja molestia porque lo está realmente. Pensaba en venir a buscar distracción de todo lo relacionado con Apolo, no en tener que lidiar con su recuerdo por unas palabras que bajo otras circunstancias sólo le habrían causado risas. La vikinga dobla su rostro y lo acerca al del hombre, desliza su nariz por todo el contorno de su mandíbula y llega hasta el hueco entre su oreja y el comienzo de su nuca. Respira ahí, profundamente y siente ese aroma intenso y totalmente masculino, tan humano que le da hambre aunque la controla, no planea beber de él, no a menos que él se lo pida, por supuesto. En cambio lo que hace es volver a hablar y esta vez susurrar palabras porque no hay necesidad de usar un tono más alto. —No quiero hablar de negocios, aunque debo reconocer que tu idea es tentadora pese a que siento que conmigo los números irían en contra… no te puedo asegurar que tu concepto de probar la mercancía sea igual al mío… tú entiendes… —
Una risa coqueta, una pequeña mordida que apenas marca su piel, los dedos le pican por tocarlo y sólo utiliza una de sus manos para buscar entre su ropa y obtener algo más de calor, de ese calor que la abrasa y también la abraza. Tiene la palma abierta sobre el pecho de Predbjørn, justo ahí donde siente que late su corazón, aquel que mantiene un ritmo constante y seguro, imitando tal vez los pasos de su poseedor, quien pareciera estar siempre confiado en los pasos que da. —¿No te molesta ese ruido? ¿Ese constante bum bum bum que tienes encerrado en el pecho? —Skaði cierra los ojos y escucha con más claridad los latidos. Las respuestas parecen fuera de contexto, quizás descabelladas para quien no es capaz de seguir el hilo de pensamientos que ella suele llevar, pero su amigo o como sea que lo llame, tiene claridad que lo mejor con esa mujer es seguirle la corriente o callarla con besos y como Sky no quiere seguir hablando prefiere tomar la iniciativa y ser ella quien lo haga primero esta vez. Es por esto que lo toma del rostro, sin suavidad o delicadeza, y asalta su boca sabiendo que encontrará respuesta y también que en ese beso comenzará el olvido momentáneo que necesita.
Skaði Sjöfn- Vampiro Clase Alta
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Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
No soy un hombre que se detenga a observar demasiado en el tema sentimental. No percibo cuando alguien se encuentra bien o mal, sólo me ocurre con mi sobrina, porque es mi princesa, mi mujer. Sin embargo puedo notar cuando alguien es frágil, cuando algo le molesta, y es que esos datos o detalles me dan en todo momento armas para saber por dónde atacar a quien se me acerca. A ella no le quiero hacer daño ¿Es raro? Claro, es una vampiresa, me dobla la edad, la fuerza, el sadismo, sin embargo a veces todo eso sale sobrando, las palabras terminan por dañar con mayor profundidad. ¿Si le sigo mencionando al hombre aquel se pondría de peor manera? Se encuentra a la defensiva, es evidente porque incluso su cuerpo se ha tensado. Arrugo el rostro unos momentos antes de recibir el beso, uno que deseaba obtener pero que también interrumpo, le doy final a la brevedad. Le acomodo el cabello que cae por su mejilla detrás de la oreja, aseguro que si alguien puede llegar a vernos creería que somos un par de enamorados. Todo pensamiento equivocado, apenas puedo sentir deseo por ella, porque está demasiado hermosa, pero de eso no pasaría.
— La mercancía sexual es la misma, no sé a qué otra manera pude referirme — Niego pero dejo ver una sonrisa juguetona. La ventaja de estar con la vampiresa es que no necesito morderme la lengua para poder expresarme, simplemente soy yo, aunque claro, en ocasiones me sobrepaso de ordinario. Me da igual. — ¿Por qué me tendría que molestar el palpitar de mi corazón? Es saludable, me mantiene con vida, y por supuesto, yo ni siquiera lo escucho, no tengo esa habilidad tuya, ninguna. — Ruedo los ojos — ¿A ti te molesta no tener? Porque en tu cuerpo existe carencia de vida, siempre he intentado descubrir cómo es que viven sino les sirve nada, aunque bueno, ese cuerpo debe servir de algo — Mis manos bajan por sus caderas y se colocan sobre sus glúteos, redondos, carnosos, suaves, quiero meter la mano bajo las telas pero sé que ella debe dar la aprobación. Me gusta el sexo sí, pero lo prefiero a la buena, que la mujer afloje porque obligarlas es de poco hombre.
— Necesito de tu ayuda, claro, siempre y cuando estés dispuesta a ella — Hice una pausa, sin soltarla la hice retroceder para que se sentara, claro que yo me senté enfrente. — Creo que estás más que enterada que incluso entre los tuyos existen niveles — Estiré mi mano para tomar la suya — También estás enterada que no sólo tengo burdeles, sino una gran cantidad de negocios sucios. — Me encojo de hombros, no es algo que me moleste decir, tampoco que me preocupe que se enteren, tengo tanta gente que puede perder si yo caigo que me respaldan. — Quiero empezar la trata de vampiros y licántropos de raza negra, el mercado ya comienza a exigirlos, quieren de ellos, claro que tengo bajo mi poder personas que están creando un remedio para disminuir los riesgos de ser aniquilados por los esclavos, todo se trata de acrecentar el poder, si estás de acuerdo me gustaría que participaras, no sólo eso, también te llevarías buena parte de las ganancias — La miro a los ojos, quizás pueda ser una imprudencia de mi parte, pero no considero a la vampiresa como alguien sentimental que vaya a sufrir por que los de su especie terminen dominados por humanos que tienen grandes cantidades de dinero.
— La mercancía sexual es la misma, no sé a qué otra manera pude referirme — Niego pero dejo ver una sonrisa juguetona. La ventaja de estar con la vampiresa es que no necesito morderme la lengua para poder expresarme, simplemente soy yo, aunque claro, en ocasiones me sobrepaso de ordinario. Me da igual. — ¿Por qué me tendría que molestar el palpitar de mi corazón? Es saludable, me mantiene con vida, y por supuesto, yo ni siquiera lo escucho, no tengo esa habilidad tuya, ninguna. — Ruedo los ojos — ¿A ti te molesta no tener? Porque en tu cuerpo existe carencia de vida, siempre he intentado descubrir cómo es que viven sino les sirve nada, aunque bueno, ese cuerpo debe servir de algo — Mis manos bajan por sus caderas y se colocan sobre sus glúteos, redondos, carnosos, suaves, quiero meter la mano bajo las telas pero sé que ella debe dar la aprobación. Me gusta el sexo sí, pero lo prefiero a la buena, que la mujer afloje porque obligarlas es de poco hombre.
— Necesito de tu ayuda, claro, siempre y cuando estés dispuesta a ella — Hice una pausa, sin soltarla la hice retroceder para que se sentara, claro que yo me senté enfrente. — Creo que estás más que enterada que incluso entre los tuyos existen niveles — Estiré mi mano para tomar la suya — También estás enterada que no sólo tengo burdeles, sino una gran cantidad de negocios sucios. — Me encojo de hombros, no es algo que me moleste decir, tampoco que me preocupe que se enteren, tengo tanta gente que puede perder si yo caigo que me respaldan. — Quiero empezar la trata de vampiros y licántropos de raza negra, el mercado ya comienza a exigirlos, quieren de ellos, claro que tengo bajo mi poder personas que están creando un remedio para disminuir los riesgos de ser aniquilados por los esclavos, todo se trata de acrecentar el poder, si estás de acuerdo me gustaría que participaras, no sólo eso, también te llevarías buena parte de las ganancias — La miro a los ojos, quizás pueda ser una imprudencia de mi parte, pero no considero a la vampiresa como alguien sentimental que vaya a sufrir por que los de su especie terminen dominados por humanos que tienen grandes cantidades de dinero.
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/08/2012
Edad : 36
Localización : Paris, Francia
Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
Cuando comienza a hablar de negocios siente que el calor de su cuerpo se evapora y vuelve a nadar en aguas heladas y turbulentas. El humano insiste en seguir pronunciando palabras que no le interesan, que la hacen volver a pensar en lo que prefería evitar. Y es que cuando la propuesta de los esclavos aparece no puede evitar pensar en aquel que la está esperando, en ese que está estúpidamente atado a ella de un modo equivocado. Maldito sea el hombre que tiene al frente, podría arrancarle la cabeza de no ser porque le cae bien y prefiere no culparlo por los errores que ella ha cometido durante su vida. Intenta escucharlo con atención, dejar a un lado los pensamientos con respecto a todo lo demás pero sigue siendo totalmente inútil, imposible. Cuando él termina le toma algunos minutos ordenar las ideas antes de siquiera comenzar a hablar, simplemente no puede hacerlo y con eso no se refiere a aceptar la propuesta, sino más bien a tener a Apolo como su esclavo, él no está en esa categoría.
—Me cuenta el lado lindo de todo esto pero no me has dicho cuál es mi verdadero papel, qué es lo que quieres que yo haga por ti además de simplemente participar… estoy segura de que buscas algo o de otro modo te habrías acercado a otra persona… —se aleja un poco de él y lo mira fijamente. Los ojos de Skaði están enfocados en las pupilas oscuras de su acompañante. Aún puede recordar el calor de su torso y ese beso interrumpido que logró hacer salir sus colmillos deseosos. No hay nada peor para ella que sentirse insatisfecha sexualmente y eso es precisamente lo que él acaba de hacer, dejarla a medias, ansiosa, levemente vacía, expectante. —Si esto se trata simplemente de traer gente en condiciones deplorables para hacerlos vivir en condiciones peores entonces no estoy de acuerdo, pero si buscas traer gente de la clase que sea y que acá ambas partes puedan disfrutar, entonces puedo pensar tu propuesta… no creas que estoy sentimental o algo parecido, lo que busco es evitar escuchar tantas quejas y además mantener la calidad en el negocio. —
Fueran blancos, negros, amarillos, rosas, a ella en realidad todo eso le daba igual, ella no buscaría de sus servicios y estaba segura que quienes sí lo hicieran accederían a ellos sólo con saber que eran esclavos traídos desde algún otro lugar. Lo exótico, lo extraño, lo diferente siempre termina llamando la atención sólo por ser distinto a lo habitual. La mirada de Sky se desvió y pudo ver pasar a dos hombres caminando muy juntos, hablando en voz baja y sonriendo con las comisuras de los labios apenas levantadas. Los imaginó cuchicheando sobre ellos mismos, queriendo tomarse las manos pero apenas siendo capaces de rozarse las puntas de los dedos. Se imaginó todo eso calculando que la proximidad que llevaban era íntima y no sólo cercana. La escena le pareció común en un contexto extraño, como si fuera una señal. —¿Pretendes traerlos como humanos y convertirlos acá? Porque si es así vas a necesitar algo más que unos tónicos y cosas raras para calmarlos… lo mejor sería encontrar a aquellos que están débiles y que sientan que vienen por su propia voluntad… —
—Me cuenta el lado lindo de todo esto pero no me has dicho cuál es mi verdadero papel, qué es lo que quieres que yo haga por ti además de simplemente participar… estoy segura de que buscas algo o de otro modo te habrías acercado a otra persona… —se aleja un poco de él y lo mira fijamente. Los ojos de Skaði están enfocados en las pupilas oscuras de su acompañante. Aún puede recordar el calor de su torso y ese beso interrumpido que logró hacer salir sus colmillos deseosos. No hay nada peor para ella que sentirse insatisfecha sexualmente y eso es precisamente lo que él acaba de hacer, dejarla a medias, ansiosa, levemente vacía, expectante. —Si esto se trata simplemente de traer gente en condiciones deplorables para hacerlos vivir en condiciones peores entonces no estoy de acuerdo, pero si buscas traer gente de la clase que sea y que acá ambas partes puedan disfrutar, entonces puedo pensar tu propuesta… no creas que estoy sentimental o algo parecido, lo que busco es evitar escuchar tantas quejas y además mantener la calidad en el negocio. —
Fueran blancos, negros, amarillos, rosas, a ella en realidad todo eso le daba igual, ella no buscaría de sus servicios y estaba segura que quienes sí lo hicieran accederían a ellos sólo con saber que eran esclavos traídos desde algún otro lugar. Lo exótico, lo extraño, lo diferente siempre termina llamando la atención sólo por ser distinto a lo habitual. La mirada de Sky se desvió y pudo ver pasar a dos hombres caminando muy juntos, hablando en voz baja y sonriendo con las comisuras de los labios apenas levantadas. Los imaginó cuchicheando sobre ellos mismos, queriendo tomarse las manos pero apenas siendo capaces de rozarse las puntas de los dedos. Se imaginó todo eso calculando que la proximidad que llevaban era íntima y no sólo cercana. La escena le pareció común en un contexto extraño, como si fuera una señal. —¿Pretendes traerlos como humanos y convertirlos acá? Porque si es así vas a necesitar algo más que unos tónicos y cosas raras para calmarlos… lo mejor sería encontrar a aquellos que están débiles y que sientan que vienen por su propia voluntad… —
Skaði Sjöfn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 20/10/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Entonces no se piensa en nada y van transcurriendo las horas. [Predbjørn Østergård]
No se puede tener la confianza con cualquier para crear este tipo de negocios. Creo que debo de tener muy buen ojo para poder cerrar tratos con personas tan desagradables como yo. No cualquier tiene la fuerza para tratar con esclavos, algunos creen incluso que son como nosotros y a mitad de camino se echan para atrás. No sé porque confío en ella, en esa criatura que tengo en frente, quizás sea el hecho que no se hace problema con nada, y que los temas, por más peligroso que sean, le dan igual. La necesito porque sé de su inteligencia, y porque también tiene la fuerza y destreza necesaria para poner orden. Lo que no sé es que ofrecerle para que acepte sin dudarlo. La conozco sí, pero le conozco solo intereses superficiales, nunca he preguntado con más detalle que le interesa, o incluso que tipo de sangre es de su agrado. Son cosas que no me interesan, pero supongo que por mis intereses puedo hacer ciertos sacrificios.
— No hay un lado lindo, tampoco uno malo, sólo existe el lado que es, y punto, no tengo porque adornar nada, esos detalles me aburren, no soy un hombre que endulce las historias para sacar beneficio, sólo pongo el ojo en donde me interesa y le saco provecho, sin más — Por un momento creo que de verdad me conoce lo suficiente, pero parece que no, quizás ambos necesitamos conocer un poco más al otro y no simplemente dejarnos llevar por los instintos. Igual me resulta algo imposible no dejarme llevar con esa figura, y más sí se le suma la fiereza que lleva con sigo. — Sabes manejarte con naturalidad con los tuyos, tu naturaleza te da la ventaja, los años también, por eso necesito que me enseñes a hacerlo, soy humano, lo sé, pero soy uno muy listo y poderoso, y mis limitaciones como humano no me impiden obtener lo que quiero, in sin importar los riesgos — A fin de cuentas yo no tengo gran cosa que perder, no tengo familia, solo a mi sobrina y la condenada está bien cuidada bajo la tutela de su aburrido padre.
— No, no pretendo traerlos como humanos — Me acerco a ella con pasos lentos, y termino por recargar mi peso sobre su cuerpo, no sólo eso, también le tomó de las caderas con firmeza, no se me escapará, si vamos a cerrar tratos que sean satisfactorios, pero también al grado carnal, le tengo ganas, no lo voy a negar. — Ya tengo mi negocio con el trafico de ellos, no me sirven, y no veo atractivo tener un criadero de ellos para luego convertirlos, eso es invertir más de la cuenta, y lo que quiero son ganancias inmediatas — Me acerco a su cuello y dejo salir mi lengua delineando la curvatura del mismo hasta llegar al lóbulo de su oreja — Necesito tanto débiles como fuertes, hay humanos e incluso criaturas que pagan para domesticarlos sin importar los riesgos — Mi rostro llega hasta la altura del de ella, la veo sin parpadear y me encojo de hombros, antes de que alguno diga algo más, la beso.
— No hay un lado lindo, tampoco uno malo, sólo existe el lado que es, y punto, no tengo porque adornar nada, esos detalles me aburren, no soy un hombre que endulce las historias para sacar beneficio, sólo pongo el ojo en donde me interesa y le saco provecho, sin más — Por un momento creo que de verdad me conoce lo suficiente, pero parece que no, quizás ambos necesitamos conocer un poco más al otro y no simplemente dejarnos llevar por los instintos. Igual me resulta algo imposible no dejarme llevar con esa figura, y más sí se le suma la fiereza que lleva con sigo. — Sabes manejarte con naturalidad con los tuyos, tu naturaleza te da la ventaja, los años también, por eso necesito que me enseñes a hacerlo, soy humano, lo sé, pero soy uno muy listo y poderoso, y mis limitaciones como humano no me impiden obtener lo que quiero, in sin importar los riesgos — A fin de cuentas yo no tengo gran cosa que perder, no tengo familia, solo a mi sobrina y la condenada está bien cuidada bajo la tutela de su aburrido padre.
— No, no pretendo traerlos como humanos — Me acerco a ella con pasos lentos, y termino por recargar mi peso sobre su cuerpo, no sólo eso, también le tomó de las caderas con firmeza, no se me escapará, si vamos a cerrar tratos que sean satisfactorios, pero también al grado carnal, le tengo ganas, no lo voy a negar. — Ya tengo mi negocio con el trafico de ellos, no me sirven, y no veo atractivo tener un criadero de ellos para luego convertirlos, eso es invertir más de la cuenta, y lo que quiero son ganancias inmediatas — Me acerco a su cuello y dejo salir mi lengua delineando la curvatura del mismo hasta llegar al lóbulo de su oreja — Necesito tanto débiles como fuertes, hay humanos e incluso criaturas que pagan para domesticarlos sin importar los riesgos — Mi rostro llega hasta la altura del de ella, la veo sin parpadear y me encojo de hombros, antes de que alguno diga algo más, la beso.
Predbjørn Østergård- Humano Clase Alta
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