El último Diario Comienzo de la Trama Final

por **Eva** Dom Dic 30, 2012 8:22 am

Como se había dado cuenta, poco importaba, la verdad era, que estaba sola en el mundo, su padre había muerto en sus tierras a manos de otros cazadores, lo que había venido a cumplir no lo había conseguido, al final su única familia había sido asesinada y ella tan lejos que no pudo siquiera estar en su entierro – si es que le dieron uno –pensó tristemente.

Caminó por el amplio salón de su bello hogar, observó las cortinas y dejó que su vista se fugara tras de un padre con su pequeña y recordó los años en que el suyo había sido amoroso y risueño como aquel – hasta que llegaron y mataron a tu amor, ¿verdad? – Apoyo su frente en el cristal y pensó en ese amor que sus padres se profesaran, sonrió recordando las veses que los había encontrado abrazados y besándose como dos adolescente que han descubierto el amor, pero esa imagen en su mente fue variando hasta verse ella misma con Girolamo, amándose de la misma manera, con pasión, con adoración – pero en nosotros, el mandato de lo prohibido fue más fuerte que todo el amor que nos profesábamos – pensó amargada por ese sabor amargo que le dejaba su frustrado amor.

Giró y en ese instante se miró en el gran espejo que decoraba aquella sala, allí estaba ella, sola, otra vez. Pero sonrió tristemente y acarició su vientre - no, sola no, nunca más estaré sola, tú me harás compañía, mi pequeño, mi dulce tesoro – se puso de perfil y sacó pansa, deseaba que ya se notara, aunque en verdad lo mejor sería que no fuera así. No quería que Girolamo volviera a ella por un hijo – además, cuando le quise decir de ti, él dijo que no quiere sobrenaturales en su familia – dijo mordiendo las palabras – pues no los tendrá, seremos solo tú y yo – abrazo dulcemente su estómago y sonrió.

En ese momento tocaron a la puerta, - Madmoiselle, un señor dejó una carta para usted - la doncella se acercó con la esquela en una charola de plata, era una carta para asistir a un baile en el Palacio Royal. Le hizo una seña para que se retirara – estoy para bailes y encima con esa gente hipócrita, prefiero mil veces pasar mis días con los más necesitados, con los huérfanos – bajó la mirada a su vientre – ¿acaso no lo soy, no soy una más? Se desplazó en total silencio por la habitación, tomó una caja de madera se sándalo y se sentó, la abrió y en ella estaban todas las cartas que Girolamo le había escrito, hasta la pequeña esquela con la rosa ya seca en la que le decía que siempre la amaría aunque su unión fuera imposible. La amargura la cubrió y tomándose el
rostro con las manos lloró amargamente.