El Nombre del Cuervo

(* Enfundado en un traje negro hecho a la medida, elegante aunque de corte algo vanguardista para la época, El reverendo deambula ondeando las exquisitas telas por entre las calles de París)

Las joyas se transformaron en dinero, papel-moneda. Apenas voy aprendiendo los disparados valores que los humanos ponen a las cosas. Me he allegado de una pequeña fortuna que me importa muy poco conservar, por ahora solo me interesa comprar algo. ¡Tiempo!

Si es verdad que el dinero me permitirá comprar el tiempo al lado de mi preciada avecilla, invertiría esta fortuna completa, con tal de trocarla en segundos de paraíso. Traigo conmigo poco mas de cincuenta mil francos, producto del atraco <- (* click en el link para leer) que a juzgar por las expresiones de los humanos debe ser suficiente como para comprar una vida, o al menos unos meses de idilio.

Me dejo guiar por los olores hasta la casa donde nos hemos citado. Es tanta la ansiedad mientras camino pensando en lo que diremos uno al otro al vernos que decido enviar extensiones para ir precediendo mi llegada. (* Pequeños cuervos escapan de la solapa de sus mangas y van a posarse en las ventanas del burdel ) Es por medio de los ojos de las aves que al fin la vuelvo a encontrar. Sonriendo alegre en lo que pareciera ser una fiesta: Música de piano acompaña los aromas a piel, sudor e incienso que brotan del lugar. Dulce música me dice que ya voy llegando.

Finalmente encuentro la calle que recorro a paso largo hasta estar frente a la puerta; le encuentro entre abierta y me decido a entrar. Se el ritual de la entrada, pues ha estado espiando, largamente a quienes entran y salen desde hace días. Conozco los rituales secretos que abren las puertas del secreto; Invoco el nombre de Dios y atraviezo hasta la galería trasera de la Joyería... Busco con los ojos la mirada de ella, otros ojos a su vez me miran a mi penetrar a la penumbra desde la calle. Yo intento parecer natural, como si perteneciera al lugar, dibujando una sonrisa en los labios intento esquivar a los que sobre mullidos cojines yacen en el suelo, y a las parejas que se divierten en los amplios love-suite.

¡Ella se ha percatado de mi llegada! Por un momento no se si hablarle o no. Tan solo me contento con estar lo suficientemente cerca, confiando en que si alguien se cruza en mi camino intentando averiguar quien soy, el papel-moneda sea la mejor de las identificaciones. Me averguenza un poco ignorarlo todo acerca de estos negocios, pero nada puede hacerme retroceder ahora.

Las nubes cubren la luna, se llevan la luz y la visión de las plumas negras danzando en aletazos frente a la ventana. Los dedos sobre las teclas se oscurecen, proyectan la sombra del amante sentado frente al instrumento. Es una sombra larga, tenue. La luz de las velas ilumina bien la estancia. Mis ojos son los únicos que siguen aquél camino oscuro que es reflejo del hombre en el piano. Y he aquí que el sendero trae a mi al amante perdido una vez más. Su mirada sostiene la mía unos momentos. Me inclino para besar el cuello del amante que hace sonar las notas. Las risas de sus amigos, el licor que viene y va, indican que no extrañará mi compañía un rato. Mis pasos se dirigen hacia el hombre que deseaba el pájaro entre sus manos. Ya no parece extraviado. Su aspecto es muy diferente a la vez anterior. Como todos los que juegan entre las joyas, visten las estrellas sobre la piel en la noche, que se desvanecen al tacto tibio del primer rayo de sol al amanecer.

Una sonrisa nace en mis labios. Dos pasos nos separan. Uno. La boa emplumada serpentea entre mis dedos enroscándose luego en su cuello. Mis manos sujetan cada extremo. Tiro de ella atrayéndolo hacia mi, los tacones ayudan a quedar casi a su altura.

-Has vuelto-

Las plumas y la piel de porcelana acarician la tela del traje que lleva el amante. Aún sus ojos parecen extraviados. Ladeo apenas la cabeza.

-Esta vez ¿harás cantar al pájaro?-

La propuesta entre mis labios se sella en un beso sobre la comisura del amante. Deslizo la boa por su cuello hasta liberarle, mis dedos atrapan los suyos. Le guió entre los otros amantes, entre las hebras de cabello que desprenden las cabezas de incienso aquí y allá, entre las sedas, las pieles las joyas y los intercambios de metales. La luna vuelve a asomarse brillante tras la ventana, cortejada por las cortinas que caen en cascada a cada lado. Una sombra emplumada mira todo desde la bruma nocturna. Entre las pestañas le miro.

Nos reciben los cojines de terciopelo rojo del primer sillón desocupado que encuentro.

-Antes déjeme refrescar su lengua
con una caricia de aguardiente-

Alcanzo dos copas de una charola que navega sobre el aire en la palma de una cortesana. Le ofrezco una. Elevo la copa en brindis.
-Salud-

Imantado hacia su escencia, del mismo modo que una moneda de hierro hacia un poderoso heraclión, soy arrastrado suavemente, dulcemente hasta su cercanía. Me saluda el avecilla con su voz cantarina y con la misma delicadeza pasea sus dedos sobre mi segunda piel. Me invita con un giño de poesía exquisito a hacerle cantar alabanzas y luego calla mi boca con un beso.

Venía yo con toda palabra por delante y sus labios me robaron cada letra, dejando solo un silencio al cual me abracé. Su mano ajusta tan bien el la mía que se me ocurré que fue hecha para mí. Y mientras camino casi flotando por sobre la multitud anónima y alegre como guíado por los rayos de luna que dejan caer cortinas de luz azul sobre la habitación roja.

Al fin llegamos a un sillon donde puedo acariciarle en mas confianza, con mayor celo. ¿Será esta la Para-Mi? ¿Dónde se ocultó toda mi vida? Tal vez me estoy enamorando antes de tiempo, el hermano Montaña me previno de los peligros del amor.

Tal vez solo deba seguir sonriendo y adormilarme en el momento. Este fugaz instante en que puedo sentir esa piel sobre la mía. En que podemos mirarnos a los ojos. Quizás sea la gratitud que me lleva brindar a la salud del destino que le ha puesto aqui. ¿Que importa de dónde salió esta copa? Su suave deslizar por nuestra garganta será la llama que inicie nuestro incendio.

- Salud - el ligero tintineo del cristal adorna el brindis mientras bebo un gran sorbo de aquel trago. La admiro con una sonrisa irreplrimible en el rostro, luego le rodeo con los brazos. Sus ojos brillan con un fulgor extraño, me recuerdan a las gemas que guardé solo para ella.

- He vuelto por ti.

Los cáliz de cristal repiquetean como campanillas llamando a la misa nocturna. El canto que invita a beber cada sonido, palabra y nota hasta embriagarse de deseo. En un traguito engullimos la primera estrofa. El amante anunciado por el cuervo me estrecha entre sus brazos. Me muerdo el labio disimulando apenas una sonrisa pícara. Dejo la copa a un lado, en la mesita redonda que reposa a nuestro lado, bien dispuesta a servir. La muñequita de porcelana lleva el dedo índice de la zurda a los labios del amante. Limpia en un roce ligero la pequeñísima gota imaginaria del aguardiente. Recargo el codo en el respaldo del sofá de terciopelo, reposo allí la cabeza sin soltar la mirada del hombre de la mía. El índice recorre su mentón despacio. Desciende por su cuello, desabrocha uno, dos, tres botones de su camisa.

-¿Por mí?

Es usted generoso al dedicar su tiempo
para venir a escuchar a esta avecilla cantar-

El sonrojo en mis mejillas. Revolotea mi mano de su pecho a la copa que el amante sostiene. Mis dedos sobre los suyos un momento, me apropio de su copa.

-No hay cosa que desee más
que complacerle-

Levanto la pierna izquierda, la tela azul se desliza hacia abajo dejando ver la piel blanca entre la media de color negro y el borde del vestido. Con la propia mirada acaricio la superficie tersa de la porcelana mientras deslizo el tobillo, la pantorrilla, en la entre pierna del amante. Descanso mi muslo sobre él. Busco su mirada.

-¿Compartirías conmigo alguna de las fantasías
que acompañan tus noches?

Quizá yo conozca la melodía perfecta para ella-

Un traguito a la copa. Muerdo el borde del cristal. Escondo mis labios tras el sabor del licor, tras su cuerpo substancioso. La invitación en una sonrisa.

En tan exquisita compañia uno se pierde. Todo es amor en ella, y yo solo me ocupo de esta ardiente fiebre que nos devora como a dos niños. Sufro el mal que ya debí haber olvidado tras todos estos años. Me he hecho idólatra de la humanidad, por este cuerpo hermoso que tan delicadamente me invita al amor.

(* Con voracidad en el tacto, pero derramando una caricia como miel sobre la carne tremúla de la muñeca, el reverendo saborea a través de los poros por sobre la delgada la piel suculenta)


He de velar tu vida, para que tu a tu vez consueles a los infelices, y a este amante que suspira apenas llega a verte

(* Alarga una mano hasta su cuello, enredando las puntas de los dedos en los cabellos. Quiere embriagarse de tibios besos. Saciar la sed de tantos siglos en los húmedos labios)

- Me dejarás dormir al amanecer, entre tus piernas...

Apenas basta una distancia inmensa, te veo surgir, aunque lejos de ti. En cambio ahora que estas a mi lado, siento como se abren abismos que amenazan con separarnos, pero mi piel busca tu piel y tiende puentes.

- entre tus piernas.

(* El reverendo mira a su amada, palpa con exquisita vehemencia y se acerca mas a ella, desentrañando la envoltura de sus telas.)

- Sabrás ocultarme bien y juntos desaparecer...

(* entre la niebla)

El tacto del amante habla. Dice "hambre". Sus dedos, su mano, reconocen la pálida piel del muslo a medias descubierto. Despierta un escalofrío serpenteante por mi columna. Un cosquilleo extraño. Igual que sucedió cuando en el bosque bajo una mirada invisible. Mis labios se entre abren a la sensación, mis ojos siguen el tacto del amante ocultos bajo las espesas pestañas. Su intrusión entre los rizos rojizos me hace devolver la atención a su mirada. Mis brazos se estiran, rodean el cuello del amante. La distancia, un recuerdo. Se desvanece fugaz, lo reemplaza la lujuria, el deseo de poseer cada grano de arena del tiempo, atrapar su textura, saborear su dulce agonía, embriagarse y perderse en una fantasía.

Los labios del amante piden beber los rayos del amanecer en un beso. Mi pantorrilla sube y baja acariciando su entrepierna. Me incorporo a medias a la demanda del hombre por rodearme entre sus brazos. Acomodo una pierna a cada lado suyo, frente a frente, sobre su regazo. Una de sus manos pronto encuentra el camino entre los nudos del listón del corsé modificado para atarse por delante. Un accidental roce hace que sus dedos acaricien la desnudez de mis pechos bajo la tela conforme se las arregla para aflojar la prenda.

El amante desvela su deseo sin más adorno que sus caricias. Me inclino tentando a sus labios. Desvió el rostro para depositar el beso en su mentón. Trazo un camino húmedo por su cuello. Él expresa cómo hemos de cabalgar al amanecer en un suspiro de pasión.

-Te acogeré bajo mi piel.
Te ocultaré en el calor del más dulce terciopelo y danzaré para ti,

Para mi es una provocación estar tan próximo de ti y te lo dije. Me pareció que te sonrojaste cuando sentiste mis dedos aproximarse aún más. Tus ojos adquirieron bajo aquella luz varias tonalidades, como si fueran cómplices esmeraldas de tus sentimientos mas profundos. ¿O acaso fueron incisivos? Me remontaban a territorios de amor y de odio, de dulzura y devastación.

Todo aquel que se te aceque ha de extremar precauciones con esa mirada. Pues donde dice contradicción, bien podría interpretarse como ternura, y donde dice ternura acaso lleve por los caminos de la templanza.

No me había cansado de mirar tus senos, los adivinaba tras esa prenda que atraía sin piedad los ojos de quien te contemplaba. De mí, el primero entre todos. Advertí su volumen, su caída, su ondulación. Intenté convencer a mi mano de que no se acercara tanto a tu pezón; quize detenerla, desandar el camino que la muy cínica había emprendido por sí misma, pero de pronto ya tenía tu pezón derecho prensado por mi meñique. No tenía mas que estirar y estiré. No tenía mas que tocar y toqué.

- Júbilo y maravilla...

(* Le confiesa al oído, entre carícias y risas que no sabe de donde le vienen y que por entero desconocía.)


Aquel bendito pezón principió a tener cuerpo, volumen - como la sinfonía cuando despliega su sonido - textura. Yo lo recorría como se recorre en la mesa la circunferencia de la copa, que algunos llaman redondel. Y sentía como se inflamaba a mi tacto. Cerré los ojos y fué tu seno, el Verdadero Sacerdote que mi meñique se atrevió a nombrar.

- ...llévame a un lugar dónde podamos estar solos.

-Le gustas... igual que a mí-

Contra la puerta acorralo al amante parándome de puntillas en afán de alcanzar sus labios. Es un beso desesperado aunque inconcluso. Me alejo con el hambre a medias saciada. Frente a frente nos encontramos. Sostengo su mirada confiando en la caricia de mis manos que desnuda mis hombros dejando caer el corsé en el suelo.

-Ven, te mostraré-

un suspiro. La lengua relame mis labios y los ojos de la muñequita de porcelana descienden por la ahora desacomodada camisa del amante, serpenteando entre sus pliegues hasta el bulto que le distingue varón. Tres pasos olvidan la distancia entre ambos. La derecha encuentra fácil despojarlo de su pantalón, la izquierda juega con los relieves de su pecho. La lengua traviesa humedece su pezón izquierdo, los dientes le sujetan en firme abrazo. A besos y mordiscos desciendo hasta el falo erecto que se hunde entre mis labios como si fueran hechos para él.

- Un gato! :3 - Hay emociones eléctricas en el aire. Siento que desde cualquiera de los iris que me miran, los ojos tan humanos del felino y los ojos tan felinos de la humana surgirá un relpámpago. El corazón golpea con fuerza en el pecho, pareciera querer salir a devorar con el fuego que le posee a esa delicada criatura que besa y muerde y amasa mi piel despertando en mi cuerpo sensaciones encontradas, frio quemante y un calor que estremece la médula del hueso. Sensaciones que tuve antes solo en medio de la masacre. La euforía se apoderaba de mí haciendo del mundo apenas un borrón de sensaciones difusas. ¿Como concentrarse en algo que sean esas mános como ciraturas salvajes recorreindome y su boca ¡Por la Gran Diosa! Esa boca, que me devora dulcemente.

No había comprendido a la bruja Hagen cuando la tuvo en su poder. ¿Como conseguía disfrutar el suplicio al que le sometía durante noches enteras? Ahora, asi tomado tan por asalto por esta pequeña y fragil mujer comenzaba a comprender el otro lado del placer. Lo que se siente ser devorado.

Mis mano se hunden en sus fragantes cabellos mientras ella recorre mi torso. Con la diestra perdida en aquella floresta carmesí, la siniestra queda libre para recorrer los albos brazos quiere llevarse la piel de su mujer en la punta de los dedos. Entonces sucede un nuevo milagro... oh! sus deliciosos y suculentos labios encuentran el punto de donde surge todo el caos de sensaciones. Tenso al borde del dolor, el falo recibe las caricias, los besos de su amante y luego desaparece dentro de Esa boca. Existe un lugar en la mente donde no cabe razón alguna, como un silente paisaje de fotografías. Arcanas puertas se abren para mi.

(* la mano que sostenía los cabellos los aferra al no tener nada mas de donde asirse para no caer en el abismo aquel dulce vértigo)

Es energía pura y magia salvaje lo que me arrebata y me llena entonces. No hay nada en las memorias que robe que asemeje a lo que Ella hace conmigo. ¿Que esta haciendo con mi cuerpo? Sabias son las mujeres y es por eso que he venido mansamente a entregarme a aquella designada por la gran Diosa para mi. Mi espíritu intuía estos secretos y ahora mi amada sacerdotiza los devela para mi total perplejidad y deleite...

- Mi señora... ¿q...

(* el reverendo, respondiendo al instinto comienza a contonearse con suavidad, con la cadencia de una barca cuando se mece sobre el tibio mar, asi bogaba en aquel tibio pozo, presa del inesperado beso.)

Lo miro ahí y estoy en ese cuerpo; ese cuerpo que me abraza y que hace sentir vivo. El calor ardiente de su centro, húmedo y fragante se acopla a mi falo, como si siempre hubiese estado esperando. La razón se pierde, se nubla al compás de la suave danza de los cuerpos mientras ella baila y me hace bailar a su ritmo, mis manos le aferran queriendo también penetrar en su carne, mientras los labios se buscan y se encuentran una y otra vez en besos que antes solo existían en mi mente en forma de recuerdos pero que ahora eran mi pertenencia, y preciado tesoro. Ni la esmeralda, ni el rubí, ni el zafiro que traje conmigo valen lo que estos instantes en que me entrego, sin reservas a la dulce tarea de saborear a aquella muñeca con alma.
Entre besos y suspiros, gemidos de dolor y placer, la muñeca me va envolviendo sobre la suave tela de las sábanas arrancándome beso a beso la pasión, derritiéndome en sudores sabor a sal. Loa labios que se buscaban luego se pierden por acres de piel para luego retomar su amoroso dialogo de caricias.

- Don't look, don't look... the shadows breathe.

A mirado de reojo al cuervo que desde la ventana se asoma. Sentí esa mirada como si la hubiera lanzado a mí mismo y percibí que tenía miedo del ave, pero lejos de hacer que se detuviera, ese sentimiento parecía despertarle aún mayores ardores. ¿Que era aquella puerta que veía entreabierta en los ojos de la muñeca? Mientras la nena me besa tiernamente el rostro entre balanceos, una sonrisa socarrona se me dibuja en el rostro, imposible de ocultar.

- Hermosa niña, mujer divina, dime, ya tienes planes para… digamos… el resto de tu vida?

¿Una semana? La muñeca parecía no comprender que ahora que le tenía entre las garras no pretendía dejarle ir; pero no había motivo alguno para revelarle prematuramente el camino que mi mente va tejiendo en silencio.

(* La muñeca le ha preguntado su nombre: El ser quiere ser llamado H por que este no solo es Hijo de Gaia, sino que tambien es Guardián, es decir, vínculo entre lo divino y lo humano. Como Hijo de Gaia es la consistencia, pero como Guardián esta anclado en el mundo. Esta sujeto tensamente a sus propias leyes.  Pero el guardián hoy tiene la certéza de que es algo mas que principio...  es Algo.  ¡Carne!)

- Me llaman Shifter  - respondo con la duda en la punta de la lengua...  - no sé lo que eso significa. Me gusta como me has llamado tu... ¿Amor?

¡Un nombre! Ella me ha dado un nombre.  Nombrar es dar existencia.  Tampoco sé lo que significa "amor"... pero la palabra ahora es mía, ahora sé que habla de mí. Amor... ¿que es el amor?  Las palabras de mi hermano Montaña hacen eco en mi cabeza: Si amar es echar en falta algo, el Ser ama lo inasible y la Luz las tinieblas.  ¿Y yo? ¿Como he de llamar a la ausencia? No quiero descubrirlo todavía y sin embargo parece inevitable, por eso cierro sus dulces labios con mis besos una vez más, atrayéndole hacia mi y hacia mi miembro que de nuevo despierta estirándose para alcanzar su centro.


(* Haces el gesto de resistir pero sin poder oponerte, queda en intento apenas, que entre mis brazos te aprisiono y esta vez me deslizo por la húmeda piel entre tus piernas como pesada roca que se hunde en el abismo del agua)


Sollozas ahogadamente pues mis besos se roban tu aliento, quiero beber de aquella mezcla de placer y dolor que experimentas ¡beber la flor de tu piel tus sentimientos! Mis dedos se aferran a la carne que se estremece y se aferra a mi de vuelta. No he de soltarte mientras el aire llene mis pulmones, ya mi escencia se derrama de nuevo dentro de ti llenándote. Irrefrenable deseo de permanecer ahí; que me lleves bien adentro.

La duda hace aparecer dos lineas finas en mi entrecejo. El amante parece perdido en este mundo de pasiones furicas disfrazadas de sedosos deseos y sonrisas encantadas. Sus ojos asemejan a los del cuervo en la ventana, que mira la habitación de un modo que yo jamás entendería a menos que me transformara en ave. La inocencia de un conocimiento olvidado, quizás.
Agito la cabeza deshaciendome de fantasiosos pensamientos.
-¿No sabes lo que Shifter significa?-


"Para mi, significa mi amor". Sus besos acallan mis palabras invitándome a perderme de nuevo entre sus brazos. Esta vez el amante se acomoda sobre mi y casi de inmediato se sumerge dentro de la muñequita de porcelana. Respingo. Mis intentos de hacerlo ir más lento son vanos y cede pronto mi cuerpo a su lujuriosa demanda. Lo envuelvo con niveas piernas que lo estrechan contra mi cuerpo a pesar del dolor. Mis brazos y manos como serpientes sobre el agua se deslizan sobre sus musculos provocando la sensible piel, encontrando nuevos caminos y aferrandome a él con más fuerza con cada embestida. Robo el sabor de su cuello, de sus hombros y el lóbulo de su oído derecho, el roba mis labios y mi lengua con renovada energia. En este momento no parece perdido en absoluto, no como al principio. Su fuego líquido se precipita dentro de la porcelana y se derrama llenandome. Mis gemidos son silenciados por la danza húmeda de nuestras lenguas.
Mis ojos vuelan a los suyos ¿y que veo? No son suyos sino del cuervo en la ventana. Los labios se entre abren en sorpresa. Cierro los ojos un segundo y al siguiente todo a pasado. Una sonrisa dulce se desliza en mi rostro. La respiración entre cortada.
-¿Te quedarás... conmigo esta noche, amor?
Por que Gaspard es fácil de persuadir...

Amor, si. Eso debe ser...

Sobre la cama yazgo, abro los ojos solo para tenerlos cerrados otra vez, el infierno viene por mi, pero estoy demasiado lacio para escapar. Me devora los sentidos esa profunda sensacion, crispandome la piel entre estremecimientos. No quiero controlarme mientras me arrastra hacia abajo. Eres la luna o solo una liminaria que alumbra este callejón sin salida? Eres tu realmente, aqui? O solo otro demonio con el que me he cruzado?

No importa. La razón demasiado lejos para atender a cualquier precaución. Aún siento esos delgados dedos recorriendome las piernas, la espalda, el cuello, apoderandose de mi piel con sus caricias. Aún sentiré esa dulce boca deborando el lóbulo de mi oído por mucho tiempo después de que nos hayamos separado. Mas ¿quien quiere dar un segundo pensamiento a la separación justo ahora que estamos tan unidos?

Un nombre turba la armonía del ambiente y es que si algo he aprendido en este corto tiempo de convivir con los humanos es que no hay ya lugar en la tierra que alguno de ellos no reclame como su propiedad. Esas entidades voraces que llaman Naciones estan Divididas por odios y rencores remotos y no hacen otra cosa que pelearse la potestad de tierras y gentes. Seguro que esta lujosa casita y la muñeca que en ella vive tiene un dueño. Gaspargd... su sola pronunciacion me produce desde ya una molestia.

Tarde o temprano había que pagar un precio y era finalmente el momento para hacer relucir el fruto de mis andanzas por la ciudad.

(* Habíase olvidado ya de su rópa por lo que tuvo que meditar un instante donde era que había dejado sus tesoros. Tampoco querìa todavía separse del tibio cuerpo al que aún abrazaba con fuerza entre sudores deliciosos y fuertes suspiros de parte de ambos cuerpos revolucionados. Espero un poco mas sin poder siquiera decir una palabra todavía, tratando de recobrar aire; luego pesadamente reptò entre las cobijas para rebuscar entre la ropa desperdigada por el piso el hatillo donde se encontraban las tres piedras)

- Para tí, mi Diosa encarnada, mi pedazo de cielo, he traído tres tesoros de la tierra.

(* Le muestra la esmeralda mas verde, el zafiro mas profunda y el rubí mas sangriento que se hayan visto hasta entonces en París)

La piedra roja es la llama de mi corazón y la piedra azul es el caudal de mi mente. Pero esta piedra verde es especial, por que representa mi alma.

Las piedras para mi no valen nada, a comparación de aquello de lo que son símbolo y que aqui te entrego. Son tambien la prenda de que muchos mas tesoros puedo traer a tu regazo, ¡reinos completos! No importa cuan profundo o lejano se encuentre, puedo traerlo para ti a una sola palabra.


Pero una cosa diré y es que no he venido a comprarte, sino por el contrario a ofrecerte libertad. No quiero tener que tratar con ese tal... . Eso si he de decir.

arqueo una ceja y suelto una risita. Tomo las piedras besando una por una con devoción y las atriago contra mi pecho. La zurda se enreda entorno al cuello del amante haciendole inclinarse para poder alcanzar sus labios.
reprocho en tono juguetón. Mordisqueo su labio inferior y su mentón como una pequeña reprimenda.
evito nombrar en voz alta al amo de las joyas.
Deposito las piedras preciosas a un lado de mi, entre las sábanas.
una de mis piernas se estira, entorna la cintura del amante y lo hago caer sobre mí. Mi vientre aprisiona contra su abdomen su miembro. Mi cuerpo se frota lentamente contra el suyo.