AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
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El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
La brisa golpeaba su rostro, meciendo sus cabellos castaños desde la cima de la Mansión Del Mar. Asomada desde el balcón que poseía sus habitaciones, Ruslana observaba el mar con mayor anhelo que nunca. A partir de ese día, la más breve nota del violín, evocaría la sonrisa traviesa y el cuerpo musculoso de Brett. Y la playa.... era el recuerdo de su promesa. Amaría a Brett por siempre, sin importar cuantas complicaciones tuviese que pasar.
Ya había escuchado que aquellos que se amaban, sufrían el dolor de la espera. Y en su caso, el período sería mucho mayor que en cualquier otra pareja. Ella no presentaría a Brett a su tía, ésta deseaba demasiado casarla. Tal vez para librarse del peso que había recaído sobre ella desde hacía tanto tiempo, al fin y al cabo, era a penas un bebé cuando su tía la observó y se la entregó a una criada. Las damas de alta clase jamás perdían su tiempo cuidando a los bebés, podrían dañarle la ropa, o despeinarlas. Una sonrisa triste se extendió por el rostro de la joven al pensar en los vestidos almidonados y sin mácula de su tía. Su supiese que ella se vestía de varón para huir al bosque, o a las tabernas para buscar información sobre su padre, la azotaría y la encerraría en sus habitaciones.
A pesar de todo lo que tuvo que insistirle a su tía, para que desistiese de su intento de casarla, ésta se había negado. Quizás debería escaparme y zarpar con el barco a otro país, pensó Ruslana divertida, aunque conociendo a Elena, contrataría a alguien para que la trajese de vuelta. Comenzó a reírse mientras se separaba de la barandilla. A pesar de todos los intentos que había realizado su tía para evitar que conociese a algún hombre que la tentara a perder su honra, había bastado una mirada a los sentimientos que tenía su último pretendiente, para que huyese al bosque y encontrase al hombre que su tía había intentado que no se cruzase en su camino. ¿ Debería decirle que ya no era virgen para que la dejara ser una solterona tranquila?, sacudió su cabeza negativamente. Eso provocaría que encontrase a alguien lo suficientemente desesperado como para casarse con alguien en su condición.
Paseando por su habitación, se preguntó cuantas horas más faltarían para que aquel desagradable hombre se marchara. Había ordenado a su criada personal, que la buscase cuando su "pretendiente" se hubiese marchado. No deseaba estar en la misma habitación que él, podría perder las formas, pro primera vez en su vida, en público, y lanzarle un libro a la cabeza. Sus sentimientos lujuriosos no eran de su gusto. Hizo un puchero mientras se acercaba al tocador y se revisaba por cuarta vez el pelo y el vestido. Brett había dicho que se encontrarían esa noche, y los nervios le retorcían el estómago. Sentía... miles de mariposas revolotear, su garganta se secaba, y su corazón latía rápidamente. Quizás estuviese enferma, aunque esperaba, por el bien de Brett, que no fuera así. No quería enfermarlo.
Unos golpes secos y presurosos, hicieron que se sobresaltase. ¡Maldita sea, relájate o todos sabrán que ocultas algo!, se dijo a sí misma. Alzando la voz, ordeno que entrasen, y para su sorpresa, no era ninguno de sus criados. Ni siquiera Zafiro o su propia tía, era su pretendiente, seguido de su criada. Ruslana comenzó a palidecer cuando vio la familiaridad con la que observaba su cuarto, deteniendo su mirada en la amplia cama blanca que dominaba la habitación. Una sonrisa lobuna apareció en su rostro cuando deslizó su mirada hacia ella, deslizándola por su cuerpo.
- Hermosa, chèrie. Su ausencia me ha obligado a buscarla en sus habitaciones, ya sabrá que es de mala educación dejar a un hombre, de mi posición, sólo y abandonado.- Su tono de voz frío, hacía que su cuerpo se estremeciese de temor. Había algo en él, tan oscuro, que la hacía querer huir en dirección contraria. Pero, como ocurría siempre que la desafiaban, levantó su barbilla con orgullo, y le lanzó una mirada furiosa. No dejaría que su discurso de hombre abandonado la ablandase, ya le había dicho que no sería su prometida. No había vuelta de hoja en el asunto.- Su querida tía me ha hecho saber que está enferma. Espero que no sea nada grave, odio la debilidad, y más si pertenece a mi prometida.- El énfasis con el que dijo "mi prometida", hizo que quisiera levantarse y golpearle. ¿Es que nadie le había enseñado educación?.
Con un movimiento elegante, Ruslana se separó del tocador, y se acercó al arrogante hombre que tenía delante. Alto, delgado y demasiado perfumado para su gusto, se erguía orgulloso. Dejando que su mirada posesiva, dijese todo lo que su boca callaba. Ojos azules y fríos, boca delgada y con una mueca de disgusto permanente en la cara, eran los atributos más destacable de su persona. Porque su egocentrismo y arrogancia, ocupaban demasiado espacio en su cerebro para adquirir cualquier otro conocimiento más. Todo se centraba en las normas de sociedad, lo que se exigía de él de cara al público, y las numerosas amantes y fiestas, a las que se dedicaba en privado. Como todos, aquel hombre sólo deseaba una unión floreciente, un vástago que llevase su apellido, y una mujer que despertase la envidia de sus amigos. Nada más.
Realizando una reverencia lenta y elegante, Ruslana le dedicó una mirada refulgente, si se creía que la había ganado, estaba muy equivocado. - Le agradezco el tacto y la educación que ha mostrado al venirme a buscar a mis habitaciones, monsieur.- Levantándose, observó la sonrisa que su criada intentaba ocultar a espaldas de su visitante no grato.- Saberle tan ... efusivo en sus actos, sólo hace que reafirme mi decisión. No seré su prometida. Soy demasiado tranquila para alguien como usted. Y ahora, le agradecería que me dejase descansar.
La sonrisa cínica que le dedicó aquel hombre, hizo que retrocediera un paso. La satisfacción que sentía al verla retroceder, la golpeó por la inesperada reacción. Satisfacción y lujuria, se levantaban como hilos brillantes sobre su pretendiente, haciendo que su estómago, ya atenazado con sus nervios, se revolviesen. Al parecer, había despertado el lado oscuro que poseía, y eso no le gustaba.
- Saberla tranquila, elegante y bella, sólo provoca en mí el deseo de poseerla.- Le cogió su mano en un apretón brusco y desconsiderando, obligándola a acercarse cuando tiró de ella, hacia él. Girando su mano, besó la cara interna de su muñeca, haciendo que Ruslana se estremeciera en una ola de hastío.- Volveré cuando se mejore. Recuerde que la siguiente fiesta a la que asista, tendrá el honor de acompañarme.- Riendo alocadamente, salió de sus habitaciones con paso rápido.
Con la rapidez y efectividad que la caracterizaban, su criada se acercó a ella, abrazándola como muestra de apoyo. Con una mirada confundida, la miró y luego desvió su mirada a la puerta por la que había desaparecido su pretendiente. Mordió su labio con fuerza para no salir gritando como una loca detrás de aquél desgraciado, y decirle el honor que le podría hacer a ella, si desapareciese su persona para siempre, de su vista. Apretó la mano de su criada y pensó en ZAfiro. Ella le hubiese golpeado y gritado, jamás se dejaría intimidar por alguien como él.
El gruñido furioso y el portazo que se escuchó a sus espaldas, hizo que criada y ama, se girasen asustadas hacia el sonido. Una Zafiro embravecida con el pelo revuelto y ojos brillantes de furia, comenzó a gritar acerca del ardid que había realizado su tía. La rapidez de sus palabras, y la mezcla furiosa del español con el francés, hizo que entendiera tres cosas : Su tía, la había prometido, sin su consentimiento. Aquel mensaje captado en frases dispersas hizo que sus rodillas se doblasen con debilidad. Eso era el colmo.
- ¿Has escuchado todo lo que han dicho mientras yo no estaba?.- Le dijo Ruslana con una mueca de dolor. Su tía acababa de propasarse, si la había prometido, aún en contra de su voluntad, sacaría la horrible vena sanguinaria que ocultaban los Del Mar. Una traición jamás se perdonaba, ni siquiera a la familia.- ¿Cómo ha podido hacerme esto?- Gimió desesperada.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/10/2012
Localización : Mansión del Mar
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Intentar aplacar mis risos negros es lo que intentaba hacer cuando escuché una voz que me era de lo más desagradable. Era aquel no prometido de Ruslana, que seguía rondando la casa. Dejé el cepillo enfadada sobre el tocador y me levanté. No solía salir mucho tiempo de mis habitaciones ya que no aguantaba la presencia de la tía de Ruslana, aquella mujer tenía un aura sucia, no era malvada sino solo una mujer desesperada por ser algo más. La avaricia la tenía carcomida y sería capaz de casar a Ruslana con un orangután si hiciera falta. Me alisé la falda verde pistacho. A pesar de vivir allí seguía vistiendo como una gitana. Era una forma de mantener un desafío constante a la tía de Ruslana.
Salí de mi amplia habitación para llegar a un lujoso pasillo con una larga alfombra. Caminé en silencio. Seguía escuchando esa voz desagradable. Cuando llegué al salón donde se encontraban ambos, se giraron y me miraron. La tía de Rus me miraba con asco, como si fuera una mancha molesta y el otro hombre...sus ojos de lujuria me hicieron ponerme aletada pero lo que más me alarmó fue su aura, negra. Aquel hombre no era bueno. Entonces él empezó a caminar, yo me tensé más, pero pasó de largo. Me giré y vi como salía por la puerta, en dirección arriba. Me giré para seguirlo pero la Tía me agarró del brazo, casi con asco. Aparté el brazo bruscamente.
-¿Qué hace este aquí?- le dije con frialdad aquella mujer. No sabía como alguien podía odiar tanto a Ruslana.
-No tengo que responderte. Ésta es mi casa e invito a quien sea.- la sonrísa de aquella mujer no me daba buenas sensaciones.
-Ahora vivo aquí.- me di la vuelta tranquila y me dispuse a irme cuando me volvió agarrar.
-Por poco tiempo querida, ese hombre se va a casar con mi sobrina, tanto si ella quiere como si no, ya estan comprometidos.
Un ardor empezó en mi barriga y recorrió todo mi cuerpo rápidamente. Aquella mujer... aquella mujer había traicionado a Rus. Me solté pero una de mis manos voló hasta el rostro de aquella espantosa mujer.- ¡Es su sobrina maldita bruja loca!- le estaba chillando, no controlaba mi idioma y algunas palabras salían en español.- ¡No tiene ningún derecho de casarla, ninguno!
Aquella mujer se abalanzó contra mí, ambas caímos al suelo y empezamos a pegarnos, los sirvientes corrieron y nos separaron, yo sabía que ellos estaban conmigo, que apoyaban mi enfado y, ahora mismo, odiaban a esa mujer con todas sus fuerzas. Me levanté orgullosa y enfada caminé hacia el cuarto de Ruslana.
Al llegar la pasillo que me llevaba hasta la habitación de Rus me encontré con aquel hombre. Le escupí a los pies y lo miré con un profundo odio. Abrí las puerta de Rus de un portazo y ella y su criada me miraron sorprendia- ¡Tú adorable tía te ha prometido con ese maldito bastardo!
Di grandes zancadas hasta llegar a la cómoda de Ruslana, abrí el último cajón y saqué una manta y varias cosas más.- ¡Nos vamos!- le anuncié a mi amiga.- ¡Vamos al bosque!- Seguía furiosa y estaba actuando impulsivamente. Respiré hondo y miré a al criada.- Traiga algo para guardar las cosas, por favor y también algo de pan, queso y cualquier cosa que tarde en estropearse. Rus- dejé las cosas y caminé hasta mi amiga.- Nos iremos al bosque hasta que encontremos una manera de solucionarlo todo. Y no te preocupes, sé sobrevivir perfectamente allí.- la abracé.- No dejaré que te casen, si quieres aviso a mi hermano y que le pegue un susto a ese monstruo.
La sirvienta no tardó en llegar, Rus y yo nos pusimos ropas más cómodas, ella se vistió de hombre y yo también. Nos colgamos las cosas y nos escondimos en la mansión hasta que llegó el anochecer. Agarré la mano de mi amiga y la miré de manera segura. Conseguimos salir de allí y, ambas, corrimos hasta que nuestros pulmones iban a explotar por el esfuerzo. Una vez que entré en el bosque me sentí segura. Agradecí que fuera verano.
Salí de mi amplia habitación para llegar a un lujoso pasillo con una larga alfombra. Caminé en silencio. Seguía escuchando esa voz desagradable. Cuando llegué al salón donde se encontraban ambos, se giraron y me miraron. La tía de Rus me miraba con asco, como si fuera una mancha molesta y el otro hombre...sus ojos de lujuria me hicieron ponerme aletada pero lo que más me alarmó fue su aura, negra. Aquel hombre no era bueno. Entonces él empezó a caminar, yo me tensé más, pero pasó de largo. Me giré y vi como salía por la puerta, en dirección arriba. Me giré para seguirlo pero la Tía me agarró del brazo, casi con asco. Aparté el brazo bruscamente.
-¿Qué hace este aquí?- le dije con frialdad aquella mujer. No sabía como alguien podía odiar tanto a Ruslana.
-No tengo que responderte. Ésta es mi casa e invito a quien sea.- la sonrísa de aquella mujer no me daba buenas sensaciones.
-Ahora vivo aquí.- me di la vuelta tranquila y me dispuse a irme cuando me volvió agarrar.
-Por poco tiempo querida, ese hombre se va a casar con mi sobrina, tanto si ella quiere como si no, ya estan comprometidos.
Un ardor empezó en mi barriga y recorrió todo mi cuerpo rápidamente. Aquella mujer... aquella mujer había traicionado a Rus. Me solté pero una de mis manos voló hasta el rostro de aquella espantosa mujer.- ¡Es su sobrina maldita bruja loca!- le estaba chillando, no controlaba mi idioma y algunas palabras salían en español.- ¡No tiene ningún derecho de casarla, ninguno!
Aquella mujer se abalanzó contra mí, ambas caímos al suelo y empezamos a pegarnos, los sirvientes corrieron y nos separaron, yo sabía que ellos estaban conmigo, que apoyaban mi enfado y, ahora mismo, odiaban a esa mujer con todas sus fuerzas. Me levanté orgullosa y enfada caminé hacia el cuarto de Ruslana.
Al llegar la pasillo que me llevaba hasta la habitación de Rus me encontré con aquel hombre. Le escupí a los pies y lo miré con un profundo odio. Abrí las puerta de Rus de un portazo y ella y su criada me miraron sorprendia- ¡Tú adorable tía te ha prometido con ese maldito bastardo!
Di grandes zancadas hasta llegar a la cómoda de Ruslana, abrí el último cajón y saqué una manta y varias cosas más.- ¡Nos vamos!- le anuncié a mi amiga.- ¡Vamos al bosque!- Seguía furiosa y estaba actuando impulsivamente. Respiré hondo y miré a al criada.- Traiga algo para guardar las cosas, por favor y también algo de pan, queso y cualquier cosa que tarde en estropearse. Rus- dejé las cosas y caminé hasta mi amiga.- Nos iremos al bosque hasta que encontremos una manera de solucionarlo todo. Y no te preocupes, sé sobrevivir perfectamente allí.- la abracé.- No dejaré que te casen, si quieres aviso a mi hermano y que le pegue un susto a ese monstruo.
La sirvienta no tardó en llegar, Rus y yo nos pusimos ropas más cómodas, ella se vistió de hombre y yo también. Nos colgamos las cosas y nos escondimos en la mansión hasta que llegó el anochecer. Agarré la mano de mi amiga y la miré de manera segura. Conseguimos salir de allí y, ambas, corrimos hasta que nuestros pulmones iban a explotar por el esfuerzo. Una vez que entré en el bosque me sentí segura. Agradecí que fuera verano.
Zafiro Gómez- Gitano
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
"Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo."
Shakespeare, William.
Shakespeare, William.
La distancia que nos separaba ya se había hecho grande, me sentía un poco solitario vagando por los pasillos del hospital, estaba trabajando, que le iba a hacer, era algo de lo que no podía librarme aunque quisiese estar siempre con ella. Paciente tras paciente, mi mente se quedaba en blanco de vez en cuando hasta que por fin acabo mi jornada laboral. Estaba decidido, tenía que pasar por casa para poder quitarme esta ropa la cual te identificaba como Médico, la noche había llegado y inundaba toda la ciudad, era una luna preciosa pero no me fije mucho en ella, estaba deseando ponerme en marcha hasta su gran mansión, hasta su ventana…
Cambiarme de ropa fue fácil, ya estaba todo preparado cuando mi corazón latió, con mas fuerza de lo normal, dejándome congelado en el sitio, haciendo que mi mente se llenara de pensamientos y recuerdos. “¿Qué es esta sensación?”, no podía creerlo, “¿Acaso hoy es luna llena?”, mis ojos se dirigieron a la ventana la cual mostraba con toda claridad aquel increíble satélite blanquecino, tenía una forma perfecta, era totalmente redonda… Sí, era luna llena.
Me agarre el pecho con fuerza cuando el segundo gran latido golpeo mi pecho, mis piernas temblaron por un momento haciéndome caer al suelo de rodillas, no podía creer lo que mi cuerpo estaba sintiendo y lo peor de todo es que a este ritmo no podre llegar al bosque… “¿Pero y si me encuentro con Ruslana en el bosque?, no puedo permitir eso… ¿Pero… A donde voy?”, un tercer latido me hizo gritar de dolor, mi pecho estaba ardiendo, mis manos temblaban y mi visión como era habitual se estaba volviendo roja, un rojo sangre, la sangre que dentro de unos instantes voy a desear.
Con paso rápido me dispuse a salir de mi casa, mi espalda crujió y mi cuerpo se empotro con la puerta aun cerrada. La abrí y salí corriendo, si me transformaba en la ciudad podría matar a alguna persona, el bosque era el lugar perfecto, pero hoy no era tan perfecto como yo desearía. Había elegido bien mi hogar, es decir, estaba colocado al lado de una de las entradas al bosque, una entrada que estaba lejos de la casa de Ruslana. Corría y corría, lo único que pensaba era alejarme lo mas posible de su hogar pero con tanto dolor, caída, con mis ojos en este estado, no era capaz de diferenciar el verdadero camino del camino que mi interior deseaba. “Maldita sea”…
- ¡¡Aaaaaaaaaaaaaaahhh!! – Grite desesperado cuando caí al suelo de golpe, mi espalda crujía no podía mover la cabeza del suelo, era demasiado dolor, era extraño, hoy estaba doliendo mas de lo normal. Me di la vuelta en el suelo para poder observar las estrellas, sonreí pero entonces… Lo peor que podría haber pasado paso…
Mis oídos captaron una voz, mejor dicho dos, que se dirigían a mi dirección… Era la voz de Ruslana. “¿Por qué señor… Qué le hice para meeeeree…?” No paraba de retorcerme en el suelo, dolía demasiado, con un rápido movimiento pude arrancarme la camiseta que llevaba puesta, intente quitarme los pantalones pero no pude, el dolor era insufrible, mire a todos los lados cuando el olor de Ruslana llego a mi nariz pero lo pero estaba por llegar, con un leve movimiento de ojos me di cuenta de que Ruslana estaba ahí, mirándome, acaba de descubrir lo que tanto me cuesta esconder de las personas, mi maldición.
El dolor se hizo insufrible, tosí sangre, lo que significaba que la transformación estaba próxima a acabar, mis cuerdas vocales ahora eran distintas pero aun así pude decir una palabra - ¡Coorree! – Aquella palabra que definiría que yo iba a convertirme en el cazador y que ellas serían mis presas, aquella palabra que dio por terminado mi razón y me convirtió en esa despiadada bestia
Última edición por Brett C. Svensson el Miér Ene 16, 2013 3:35 pm, editado 1 vez
Brett C. Svensson- Licántropo Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Tirado en el suelo de aquella pequeña cabaña que había construido en los límites del bosque se encontraba haciendo sus ejercicios diarios. Ismael llevaba algo nervioso aquel día. No sabía si era porque aquella noche era Luna llena o por aquel extraño presentimiento que le estaba acompañando desde que se había despertado. Terminó su última adominal y se quedó tumbado allí, sintiendo como las gotas de sudos le corrían por la cien. Miró hacia la ventana y contempló un cielo rosado. Hoy era Luna llena. La lucha con todas las criaturas eran peligrosas pero contra un hombre lobo... podía acabar siendo uno de ellos. Se levantó y caminó hasta hacercarse a su espada. La deselvainó y contempló con devoción el filo de su espada. Podía notar el cálido calor que había en la empuñadura de la espada, el calor de la mano de su maestro. Había pasado ya cinco largos años pero él seguía escuchando su voz y sus sabios consejos.
Tras comprobar que la espada estaba perfectamente afilada la volvió a fundar. Aquella noche iría de caza y cada vez que salía no sabía si podría volver. Fue hasta la mesa que usa para comer y cogió un pergamino y una pluma y escribió: "Recuerda que siempre te he querido, enana". Y se lo guardó en el bolsillo del pantalón. Todo por si acaso. Salió de su casa dejando atrás la seguridad que le daba aquel pequeño lugar. Se introdujo en el bosque y rápidamente encontró un rastro. Eran pisadas torpes de un humano, claro, la Luna. Ismael miró el cielo y una Luna hermosa y perfecta estaba en lo alto del cielo, apenas quedaba luz solar. Sigió las pisadas que poco, a poco se iban deformando, siempre en contra del viento para que el monstruo no lo oliese. Entonces lo escuchó. Pero no solo esuchó al lobo sino también el grito de sorpresa de dos muejeres, reconoció las dos voces. Ismael desenfundó la espada y corrió el camino que quedaba hasta llegar al lugar. La espada bañada en plata brillaba bajo la luz de la Luna llena.
Se colocó delante de las dos mujeres, una su hermana Zafiro y la otroa Ruslana-¡Correr, yo me encargaré de ese monstruo!- Le ordenó a las dos mujeres. Miró al lobo fijamente, poniendo la espada entre ellos. El semblante de Ismael era serio y de concentración. Debía estarlo porque un simple mordisco de aquel animal lo volvería como él. Además de que si acababa muerto eso significaba la muerte de su hermana y de Ruslana. Entonces para pillar al animal desprevenido saltó sobre él para lanzarle una estocada. Si tenía suerte podía ser una bestia cobarde. Ahora mismo su prioridad era salvar aquellas dos mujeres. Ya habría tiempo de averiguar quien era aquel hombre lobo.
Tras comprobar que la espada estaba perfectamente afilada la volvió a fundar. Aquella noche iría de caza y cada vez que salía no sabía si podría volver. Fue hasta la mesa que usa para comer y cogió un pergamino y una pluma y escribió: "Recuerda que siempre te he querido, enana". Y se lo guardó en el bolsillo del pantalón. Todo por si acaso. Salió de su casa dejando atrás la seguridad que le daba aquel pequeño lugar. Se introdujo en el bosque y rápidamente encontró un rastro. Eran pisadas torpes de un humano, claro, la Luna. Ismael miró el cielo y una Luna hermosa y perfecta estaba en lo alto del cielo, apenas quedaba luz solar. Sigió las pisadas que poco, a poco se iban deformando, siempre en contra del viento para que el monstruo no lo oliese. Entonces lo escuchó. Pero no solo esuchó al lobo sino también el grito de sorpresa de dos muejeres, reconoció las dos voces. Ismael desenfundó la espada y corrió el camino que quedaba hasta llegar al lugar. La espada bañada en plata brillaba bajo la luz de la Luna llena.
Se colocó delante de las dos mujeres, una su hermana Zafiro y la otroa Ruslana-¡Correr, yo me encargaré de ese monstruo!- Le ordenó a las dos mujeres. Miró al lobo fijamente, poniendo la espada entre ellos. El semblante de Ismael era serio y de concentración. Debía estarlo porque un simple mordisco de aquel animal lo volvería como él. Además de que si acababa muerto eso significaba la muerte de su hermana y de Ruslana. Entonces para pillar al animal desprevenido saltó sobre él para lanzarle una estocada. Si tenía suerte podía ser una bestia cobarde. Ahora mismo su prioridad era salvar aquellas dos mujeres. Ya habría tiempo de averiguar quien era aquel hombre lobo.
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
El destino es una máquina azarosa, a veces ganas y otras pierdes. O quizás, como en esta ocasión, te sitúa ante las puertas de la muerte.
Ver la transformación de Brett, había sido lo más doloroso que había sentido en su vida. Y siendo sincera, le hubiese gustado decir que había acudido a él, arrastrando a Zafiro por el bosque, porque ambos estaban tan enamorados, que eran capaces de sentirse, incluso a metros de distancia. Pero la realidad, era que desde donde se había encontrado con Zafiro, percibió el dolor de alguien, y dispuesta a ayudar, pensando que algún cazador había caído en su propia trampa, comenzó a bromear con Zafiro.
- Tal vez sea mi prometido, que se ha caído del caballo y ha quedado atrapado en un cepo.- Comenzó a reír con ganas. Aquel ser arrogante no la conseguiría, aunque eso fuese lo último que hiciese.
Pero cuando llegó al lugar, y vio a Brett en el suelo, contorsionándose de dolor. Calló al suelo de rodillas agarrándose el estómago. Ella sabía lo que eso significaba, su bestia iría a por ellas. Nada se interpondría en el camino del cazador y la presa. Quiso reír de ironía, hacía unas horas antes, el lobo la había poseído en el bosque, y esta noche, el mismo lobo la mataría en el mismo lugar.
Tomando valor, cogió la mano de Zafiro y se la apretó con fuerza, necesitaba saber qué pasaría en el futuro cercano. Una secuela de imágenes pasó rápidamente ante sus ojos, hasta mostrar una imagen nítida:
*****
Zafiro estaba de pie junto a su cama, acariciándole el cabello con sus manos y llorando. Sus lágrimas caían una y otra vez por su rostro, mientras sus asombrosos ojos azules brillaban con dolor.
- Lo siento, lo siento tanto- Los gemidos de arrepentimiento llegaban a ella, como eco del intenso dolor que sufría en el costado izquierdo.- No debimos hacerte caso, Rus.
El gemido de dolor se hizo más intenso cuando traté de moverme. Levantando uno de mis brazos, sentí cómo este brillaba, bajo la luz solar que entraba por la ventana. Perfecto, y normal. Sin ninguna herida visible en él. Levantando el otro brazo observé lo mismo. Una sonrisa se extendió por mis labios, cuando moví mis piernas con fluidez y no sentí dolor alguno en ellas.
Sentándome en la cama, un grito de dolor, salió de mis labios. Y unas manos fuertes y grandes me levantaron de la cama, para aplastarme dolorosamente contra un pecho musculoso.
- Maldita mocosa. ¿Tenías que entrometerte entre el monstruo y yo ?. - La voz irritada y aliviada de Ismael me hizo reír. Aunque paré al instante cuando vi el dolor que me causaba.
- Te has roto dos costillas, tienes algunos arañazos en tus piernas, y una leve conmoción en la cabeza-. La voz oscura de Brett, llenó mi corazón. Unos pasos sonaron tras mi espalda, y las lágrimas de alivio recorrieron mi rostro, aunque no pudiera observarle al estar enterrada en el abrazo de Ismael.- Ya te he dicho que no la toques-. Esta vez su voz mostraba un matiz oscuro y peligroso. Jamás había oído tal muestra de enfado en Brett, y eso me estremecía. Había algo tan decadente en él, que en vez de temblar de miedo, lo hacía de placer. Su lobo protegía a su compañera, ahora y siempre. Pero antes tendrían que hablar, ella había usado su magia con él y debían enfrentarse a las consecuencias.
Irguiendo la espalda, se abrazó un poco más a Ismael, no quería abandonar ese refugio y enfrentarse a la posibilidad de encontrar odio en los ojos de Brett. Ella lo aceptaría todo lo que viniese de él, alegría, dolor, tristeza, angustia, pasión... pero no el odio. Si Brett la odiaba, ella dejaría de ser, y existir, pues su vida era él.
*****
El tirón que sintió su cuerpo, hizo que gritase asustada. Había perdido la noción de la realidad mientras veía la visión. Zafiro gritaba, y tiraba de su mano desesperadamente hacia atrás. Y retrocediendo por inercia, se sorprendió al ver a Ismael de pie frente a ellas. Con una pose alerta y tensa, tenía una Katana en su mano, lista para ser usada con... Brett.
La bestia tenía sus ojos fijos en ella, esperando para observar su siguiente movimiento. Acercándome un paso hacia Zafiro, noté como el licántropo movía sus ojos siguiendo el movimiento que hacía mi pie hacia el cuerpo de Zafiro. Al parecer, la presencia de Ismael allí, no le importaba. Y eso me asustaba, porque significaba que ya lo había descartado como amenaza.
Pensó rápidamente, mientras observaba todo a su alrededor. Debía averiguar dónde estaban para saber dónde refugiarse, y entonces, su mente se iluminó. Ya sabía dónde debían acudir y el lobo también.
- Ismael, me adelantaré con Zafiro a la playa. Acude allí inmediatamente, nada de matarlo, lo quiero vivo.- Se dio media vuelta y observó a Zafiro con atención. - Cuando cuente tres, correremos juntos. Tú, y yo. Debemos llegar allí para tener algo con lo que protegernos todos.- Desviando mi rostro hacia Ismael, me acerqué a él y le susurré en el oído- En cuanto entremos en la playa usaré mi magia como escudo y tu hermana estará a salvo. Sólo mantente vivo hasta llegar a nosotras Ismael, o no sobreviviremos jamás.- Casi a punto de llorar al observar cómo la bestia rugía al analizar a Ismael, endurecí mi voz y continué: Cuando yo te lo diga, saca a Zafiro de la playa y corred a la Mansión. Pase lo que pase, y veas lo que veas, llévatela de allí, porque será su vida o la mía, y ambos sabemos cual elegirás.- Le sonreí con tristeza, cuando sus ojos fueron a los míos con dolor. Él sabía lo que le estaba pidiendo, y yo no lo juzgaría por su elección.
Guiñándole un ojo a Zafiro comencé a correr todo lo rápido que podía en dirección a la playa. El gruñido salvaje que se escuchó retumbar por todo el bosque, me heló la sangre, y por unos segundos, observé cómo el lobo se lanzaba sobre Ismael.
- ¡¡Ahora Ismael, corre a la derecha!!- Grité con pánico, y sin pararme a observar si mi instrucción le había salvado la vida o no a Ismael, tiré con fuerza de Zafiro y corrí. - Tu hermano estará bien, debemos subirnos a un árbol que está cerca de la playa. Desde allí veremos cuando se acerquen los dos y correremos a la playa para encerrar al lobo allí.- Corrí por mi vida, por la de Zafiro y por las de los hombres que quería y se habían quedado atrás. Sintiendo cómo los arbustos golpeaban mis piernas. Esa noche todas nuestras acciones cambiarían el futuro y nuestros corazones serían azotados con fuerza. Pues esta luna llena, nadie sabía quién sería el monstruo y quién la presa.
Ver la transformación de Brett, había sido lo más doloroso que había sentido en su vida. Y siendo sincera, le hubiese gustado decir que había acudido a él, arrastrando a Zafiro por el bosque, porque ambos estaban tan enamorados, que eran capaces de sentirse, incluso a metros de distancia. Pero la realidad, era que desde donde se había encontrado con Zafiro, percibió el dolor de alguien, y dispuesta a ayudar, pensando que algún cazador había caído en su propia trampa, comenzó a bromear con Zafiro.
- Tal vez sea mi prometido, que se ha caído del caballo y ha quedado atrapado en un cepo.- Comenzó a reír con ganas. Aquel ser arrogante no la conseguiría, aunque eso fuese lo último que hiciese.
Pero cuando llegó al lugar, y vio a Brett en el suelo, contorsionándose de dolor. Calló al suelo de rodillas agarrándose el estómago. Ella sabía lo que eso significaba, su bestia iría a por ellas. Nada se interpondría en el camino del cazador y la presa. Quiso reír de ironía, hacía unas horas antes, el lobo la había poseído en el bosque, y esta noche, el mismo lobo la mataría en el mismo lugar.
Tomando valor, cogió la mano de Zafiro y se la apretó con fuerza, necesitaba saber qué pasaría en el futuro cercano. Una secuela de imágenes pasó rápidamente ante sus ojos, hasta mostrar una imagen nítida:
*****
Zafiro estaba de pie junto a su cama, acariciándole el cabello con sus manos y llorando. Sus lágrimas caían una y otra vez por su rostro, mientras sus asombrosos ojos azules brillaban con dolor.
- Lo siento, lo siento tanto- Los gemidos de arrepentimiento llegaban a ella, como eco del intenso dolor que sufría en el costado izquierdo.- No debimos hacerte caso, Rus.
El gemido de dolor se hizo más intenso cuando traté de moverme. Levantando uno de mis brazos, sentí cómo este brillaba, bajo la luz solar que entraba por la ventana. Perfecto, y normal. Sin ninguna herida visible en él. Levantando el otro brazo observé lo mismo. Una sonrisa se extendió por mis labios, cuando moví mis piernas con fluidez y no sentí dolor alguno en ellas.
Sentándome en la cama, un grito de dolor, salió de mis labios. Y unas manos fuertes y grandes me levantaron de la cama, para aplastarme dolorosamente contra un pecho musculoso.
- Maldita mocosa. ¿Tenías que entrometerte entre el monstruo y yo ?. - La voz irritada y aliviada de Ismael me hizo reír. Aunque paré al instante cuando vi el dolor que me causaba.
- Te has roto dos costillas, tienes algunos arañazos en tus piernas, y una leve conmoción en la cabeza-. La voz oscura de Brett, llenó mi corazón. Unos pasos sonaron tras mi espalda, y las lágrimas de alivio recorrieron mi rostro, aunque no pudiera observarle al estar enterrada en el abrazo de Ismael.- Ya te he dicho que no la toques-. Esta vez su voz mostraba un matiz oscuro y peligroso. Jamás había oído tal muestra de enfado en Brett, y eso me estremecía. Había algo tan decadente en él, que en vez de temblar de miedo, lo hacía de placer. Su lobo protegía a su compañera, ahora y siempre. Pero antes tendrían que hablar, ella había usado su magia con él y debían enfrentarse a las consecuencias.
Irguiendo la espalda, se abrazó un poco más a Ismael, no quería abandonar ese refugio y enfrentarse a la posibilidad de encontrar odio en los ojos de Brett. Ella lo aceptaría todo lo que viniese de él, alegría, dolor, tristeza, angustia, pasión... pero no el odio. Si Brett la odiaba, ella dejaría de ser, y existir, pues su vida era él.
*****
El tirón que sintió su cuerpo, hizo que gritase asustada. Había perdido la noción de la realidad mientras veía la visión. Zafiro gritaba, y tiraba de su mano desesperadamente hacia atrás. Y retrocediendo por inercia, se sorprendió al ver a Ismael de pie frente a ellas. Con una pose alerta y tensa, tenía una Katana en su mano, lista para ser usada con... Brett.
La bestia tenía sus ojos fijos en ella, esperando para observar su siguiente movimiento. Acercándome un paso hacia Zafiro, noté como el licántropo movía sus ojos siguiendo el movimiento que hacía mi pie hacia el cuerpo de Zafiro. Al parecer, la presencia de Ismael allí, no le importaba. Y eso me asustaba, porque significaba que ya lo había descartado como amenaza.
Pensó rápidamente, mientras observaba todo a su alrededor. Debía averiguar dónde estaban para saber dónde refugiarse, y entonces, su mente se iluminó. Ya sabía dónde debían acudir y el lobo también.
- Ismael, me adelantaré con Zafiro a la playa. Acude allí inmediatamente, nada de matarlo, lo quiero vivo.- Se dio media vuelta y observó a Zafiro con atención. - Cuando cuente tres, correremos juntos. Tú, y yo. Debemos llegar allí para tener algo con lo que protegernos todos.- Desviando mi rostro hacia Ismael, me acerqué a él y le susurré en el oído- En cuanto entremos en la playa usaré mi magia como escudo y tu hermana estará a salvo. Sólo mantente vivo hasta llegar a nosotras Ismael, o no sobreviviremos jamás.- Casi a punto de llorar al observar cómo la bestia rugía al analizar a Ismael, endurecí mi voz y continué: Cuando yo te lo diga, saca a Zafiro de la playa y corred a la Mansión. Pase lo que pase, y veas lo que veas, llévatela de allí, porque será su vida o la mía, y ambos sabemos cual elegirás.- Le sonreí con tristeza, cuando sus ojos fueron a los míos con dolor. Él sabía lo que le estaba pidiendo, y yo no lo juzgaría por su elección.
Guiñándole un ojo a Zafiro comencé a correr todo lo rápido que podía en dirección a la playa. El gruñido salvaje que se escuchó retumbar por todo el bosque, me heló la sangre, y por unos segundos, observé cómo el lobo se lanzaba sobre Ismael.
- ¡¡Ahora Ismael, corre a la derecha!!- Grité con pánico, y sin pararme a observar si mi instrucción le había salvado la vida o no a Ismael, tiré con fuerza de Zafiro y corrí. - Tu hermano estará bien, debemos subirnos a un árbol que está cerca de la playa. Desde allí veremos cuando se acerquen los dos y correremos a la playa para encerrar al lobo allí.- Corrí por mi vida, por la de Zafiro y por las de los hombres que quería y se habían quedado atrás. Sintiendo cómo los arbustos golpeaban mis piernas. Esa noche todas nuestras acciones cambiarían el futuro y nuestros corazones serían azotados con fuerza. Pues esta luna llena, nadie sabía quién sería el monstruo y quién la presa.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Pasamos de guiarla yo por el bosque a guiarme ella. Desde luego el destino lo guardaba celosamente para que yo no supiera nada. Aunque ahora estaba más concentrada en no caerme que en descubrirlo. Puede que Rus tuviera un lugar secreto. Cierto era que sabía lo justo de ella y para mi sorpresa eso me bastaba para ser su mejor amiga. Ya la interrogaría más adelante.
Corríamos velozmente dejando atrás árboles y arbustos, yo intentaba recordar el camino aunque sería fácil volver, estábamos dejando muchas señales al pisar fuerte el suelo o al romper una rama sin querer. La Luna, redonda en todo su esplendor se alzaba cada vez más alto en el cielo estrellado. Entonces percibí un ruido que hasta entonces no había escuchado jamás. Me concentré en mirar "más allá" pero los arbustos y los árboles me impedían ver la esencia del foco del ruido. Porque estaba segura de que había sido animal. Entonces comprendí que había sido una tonta. Hoy era Luna llena y hoy salían los lobos.- ¡Rus!- llamé a mi amiga para avisarla pero fue demasiado tarde. Atravesamos unos arbustos y enfrente nuestra había un humano que estaba perdiendo su forma humanoide poco a poco. En él iba apareciendo lo humano para dejar paso a una bestia, enorme.
La metamorfosis que estaba viendo me desprendía sentimientos contradictorios. Me era hermoso pero escalofriante, entonces como si lo hubieran invocado los dioses mi hermano apareció en medio de toda aquella locura. A Ismael no le hizo falta repetir la orden. Tiré bruscamente de Ruslana, la cual parecía que acababa de salir de un ensueño. ¿Acaso había tenido una visión en ese momento?- ¡ Vayámonos!- le ordené a mi amiga. Escuchaba las palabras de Ruslana y me cuerpo fue apoderado por el miedo. Mi hermano se iba a enfrentar a esa cosa. ¿Y si lo mataba? ¿Y si Rus acababa dañada? ¿Y si moríamos todos? Me dejé llevar por Ruslana. Pero entonces la adelanté pero sin soltarle la mano.- Déjame que te guíe- Estaba segura de que podría llegar a la playa en cualquier momento. Escondí todo mi miedo, ya tendría tiempo de llorar como una histérica cuando saliéramos de ésta. Como había previsto habíamos dejado muchas señales que me indicaban la vuelta a la mansión. Miré el cielo y comprobé las estrellas que me dejaba ver los árboles. Bien, ya me había orientado, ahora solo debíamos correr en línea recta. No pude evitar preocuparme por mi hermano. Siempre había vuelto después de una cacería pero ¿qué posibilidades había de que esto fuera una excepción?
Corríamos velozmente dejando atrás árboles y arbustos, yo intentaba recordar el camino aunque sería fácil volver, estábamos dejando muchas señales al pisar fuerte el suelo o al romper una rama sin querer. La Luna, redonda en todo su esplendor se alzaba cada vez más alto en el cielo estrellado. Entonces percibí un ruido que hasta entonces no había escuchado jamás. Me concentré en mirar "más allá" pero los arbustos y los árboles me impedían ver la esencia del foco del ruido. Porque estaba segura de que había sido animal. Entonces comprendí que había sido una tonta. Hoy era Luna llena y hoy salían los lobos.- ¡Rus!- llamé a mi amiga para avisarla pero fue demasiado tarde. Atravesamos unos arbustos y enfrente nuestra había un humano que estaba perdiendo su forma humanoide poco a poco. En él iba apareciendo lo humano para dejar paso a una bestia, enorme.
La metamorfosis que estaba viendo me desprendía sentimientos contradictorios. Me era hermoso pero escalofriante, entonces como si lo hubieran invocado los dioses mi hermano apareció en medio de toda aquella locura. A Ismael no le hizo falta repetir la orden. Tiré bruscamente de Ruslana, la cual parecía que acababa de salir de un ensueño. ¿Acaso había tenido una visión en ese momento?- ¡ Vayámonos!- le ordené a mi amiga. Escuchaba las palabras de Ruslana y me cuerpo fue apoderado por el miedo. Mi hermano se iba a enfrentar a esa cosa. ¿Y si lo mataba? ¿Y si Rus acababa dañada? ¿Y si moríamos todos? Me dejé llevar por Ruslana. Pero entonces la adelanté pero sin soltarle la mano.- Déjame que te guíe- Estaba segura de que podría llegar a la playa en cualquier momento. Escondí todo mi miedo, ya tendría tiempo de llorar como una histérica cuando saliéramos de ésta. Como había previsto habíamos dejado muchas señales que me indicaban la vuelta a la mansión. Miré el cielo y comprobé las estrellas que me dejaba ver los árboles. Bien, ya me había orientado, ahora solo debíamos correr en línea recta. No pude evitar preocuparme por mi hermano. Siempre había vuelto después de una cacería pero ¿qué posibilidades había de que esto fuera una excepción?
Zafiro Gómez- Gitano
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Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Mi mente había dejado de funcionar, mejor dicho, yo Brett C.Svensson había desaparecido, como todas las lunas llenas, como todos mis meses, de ahora y por siempre hasta el final de mi vida, mas bien se asemejaba a una boda, una boda con la Luna, la cual mes tras mes castigaría mi existencia hasta el último día de mi existencia, el cual, parecía aproximarse.
Me encontraba en una encrucijada, bueno, yo no, mas bien, mi lobo. Estaba transformado, mis manos se convirtieron en fuertes y grandes armas con las cuales podría desgarrar una roca sin sufrir el menor rasguño, eran temibles, yo las temia, pero lo peor de todo no eran estas armas, lo peor fue ver como mis ojos tornaban el bosque de un color rojizo, rojo sangre y ver su rostro, el rostro de Ruslana del Mar, reflejado en lo que dividía mi existencia de la existencia del mismo lobo.
Mi alma lloraba en mi interior, estaba luchando por salir y despertar, deseaba que la noche pasara, deseaba que nada de lo que estaba pensando ocurriese. Todo a mi alrededor era oscuridad, todo era oscuro, no sabía si mis ojos estaban abiertos o simplemente cerrados por el dolor… Era la misma sensación que sentía todas las lunas llenas pero esta vez debía incluir la desesperación, corría sin parar en este abismo de oscuridad intentando volver a mi, intentando controlar a este Lobo pero era imposible. “¿Por qué estaba sucediendo esto?”, me preguntaba una y otra vez, “¿Por qué tuvo que pasar otra vez?”.
Podía olerla, verla, su cara reflejaba miedo, es mas, podía oler ese miedo y como todo Lobo, quería poseer ese miedo…
Aullé a la misma luna, Brett había desaparecido, miraba a un lado y al otro, buscando aquel miedo, buscando a aquella mujer pero lo único que encontró fue al espadachín. Gruñia, siempre gruñía, con cada respiración, con cada movimiento, mi lobo no era estúpido y eso ya lo sabía bien, pero aquel espadachín tampoco lo parecía, sus manos agarraban con seguridad su Espada, sus ojos mostraban fuerza y lo mas importante, no parecía tener miedo y de eso… Es de lo que nos solemos alimentar.
Baje rápidamente para colocarme a cuatro patas con la intención de poseer mayor movilidad y rapidez a la hora de buscar la forma de “escapar” de Ismael para poder centrarme en aquellas dos señoritas corriendo, el color rojo con el que estaba envuelto todo a mi alrededor se hacía cada vez mas fuerte, con cada respiración mi cabeza se volvía loca, deseaba perseguirlas pero me era imposible. Con un rápido movimiento aquel lobo se dirigió a la derecha, corrió bastante, como unos quince metros, quería que Ismael lo siguiera, exactamente se dirigió a uno de los grandes arboles que rodeaba la zona con la intención de usarla como “trampolín” hacía el espadachín, quería acabar con él lo mas rápido posible por lo que con un gran impulso salto al árbol, apoyo las patas de atrás en el hasta flexionarlas por completo y se lanzo realizando un golpe descendiente con la zarpa derecha.
Me encontraba en una encrucijada, bueno, yo no, mas bien, mi lobo. Estaba transformado, mis manos se convirtieron en fuertes y grandes armas con las cuales podría desgarrar una roca sin sufrir el menor rasguño, eran temibles, yo las temia, pero lo peor de todo no eran estas armas, lo peor fue ver como mis ojos tornaban el bosque de un color rojizo, rojo sangre y ver su rostro, el rostro de Ruslana del Mar, reflejado en lo que dividía mi existencia de la existencia del mismo lobo.
Mi alma lloraba en mi interior, estaba luchando por salir y despertar, deseaba que la noche pasara, deseaba que nada de lo que estaba pensando ocurriese. Todo a mi alrededor era oscuridad, todo era oscuro, no sabía si mis ojos estaban abiertos o simplemente cerrados por el dolor… Era la misma sensación que sentía todas las lunas llenas pero esta vez debía incluir la desesperación, corría sin parar en este abismo de oscuridad intentando volver a mi, intentando controlar a este Lobo pero era imposible. “¿Por qué estaba sucediendo esto?”, me preguntaba una y otra vez, “¿Por qué tuvo que pasar otra vez?”.
Podía olerla, verla, su cara reflejaba miedo, es mas, podía oler ese miedo y como todo Lobo, quería poseer ese miedo…
Aullé a la misma luna, Brett había desaparecido, miraba a un lado y al otro, buscando aquel miedo, buscando a aquella mujer pero lo único que encontró fue al espadachín. Gruñia, siempre gruñía, con cada respiración, con cada movimiento, mi lobo no era estúpido y eso ya lo sabía bien, pero aquel espadachín tampoco lo parecía, sus manos agarraban con seguridad su Espada, sus ojos mostraban fuerza y lo mas importante, no parecía tener miedo y de eso… Es de lo que nos solemos alimentar.
Baje rápidamente para colocarme a cuatro patas con la intención de poseer mayor movilidad y rapidez a la hora de buscar la forma de “escapar” de Ismael para poder centrarme en aquellas dos señoritas corriendo, el color rojo con el que estaba envuelto todo a mi alrededor se hacía cada vez mas fuerte, con cada respiración mi cabeza se volvía loca, deseaba perseguirlas pero me era imposible. Con un rápido movimiento aquel lobo se dirigió a la derecha, corrió bastante, como unos quince metros, quería que Ismael lo siguiera, exactamente se dirigió a uno de los grandes arboles que rodeaba la zona con la intención de usarla como “trampolín” hacía el espadachín, quería acabar con él lo mas rápido posible por lo que con un gran impulso salto al árbol, apoyo las patas de atrás en el hasta flexionarlas por completo y se lanzo realizando un golpe descendiente con la zarpa derecha.
Brett C. Svensson- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2012
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Ismael esperaba que ellas pudieran correr realmente rápido. Le gustaría decir que podía contener a la bestia incluso matarla pero si algo le habían enseñado era: que no subestimar a sus adversarios. Ismael contempló al lobo. Parecía estar teniendo una lucha interna. Pero no se confió. Sabía que los hombres lobos perdían toda conciencia humana al transformarse. Puso su espada entre ambos. Listo para clavársela en cualquier momento. Caminó hasta ponerse donde las chicas se habían ido. Asegurando los pies. No debía tropezar eso sería un fallo fatal.
Vio como el lobo empezó a correr. Ismael corrió rápidamente detrás de él. Con la espada a un lado, esquivando los obstáculos que se podía encontrar en el camino. Vio como el gran animal saltaba a un árbol y usaba el impulso para atacarlo. Había caído en su tonta trampa. Consiguió esquivarlo por los pelos ya que unas de las garras del animal rasgó la camisa de algodón que llevaba. Ismael chasqueó la lengua, molesto y sin darle tiempo al animal se abalanzó hacia él. La idea de que tenía que hacer tiempo lo agobiaba y le hacía cometer errores como el anterior.
La espada de Ismael brilló bajo la Luna. Iba a ir directo hacia el animal pero en el último momento decidió darle una patada aquella criatura. ¿Por qué había hecho eso? ¡Podía haberlo matado! Se maldijo por tener ese momento de debilidad. Pero Ruslana apareció en su mente. Ella, ella parecía que no lo quería matar. Debía hacerle caso. Si dejara al animal inconsciente... Después le pediría explicaciones a esa bruja. Pero ahora no era momento de pensar en eso.
Ismael clavó su vista en el animal y puso la espada entre los dos. No lo mataría hasta que supiera el por qué. Pero si se veía en peligro no dudaría.
Vio como el lobo empezó a correr. Ismael corrió rápidamente detrás de él. Con la espada a un lado, esquivando los obstáculos que se podía encontrar en el camino. Vio como el gran animal saltaba a un árbol y usaba el impulso para atacarlo. Había caído en su tonta trampa. Consiguió esquivarlo por los pelos ya que unas de las garras del animal rasgó la camisa de algodón que llevaba. Ismael chasqueó la lengua, molesto y sin darle tiempo al animal se abalanzó hacia él. La idea de que tenía que hacer tiempo lo agobiaba y le hacía cometer errores como el anterior.
La espada de Ismael brilló bajo la Luna. Iba a ir directo hacia el animal pero en el último momento decidió darle una patada aquella criatura. ¿Por qué había hecho eso? ¡Podía haberlo matado! Se maldijo por tener ese momento de debilidad. Pero Ruslana apareció en su mente. Ella, ella parecía que no lo quería matar. Debía hacerle caso. Si dejara al animal inconsciente... Después le pediría explicaciones a esa bruja. Pero ahora no era momento de pensar en eso.
Ismael clavó su vista en el animal y puso la espada entre los dos. No lo mataría hasta que supiera el por qué. Pero si se veía en peligro no dudaría.
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
" Con el corazón roto huía de la bestia que amaba, sabiendo que si él moría, mi vida no valdría nada".
Dejó que Zafiro la guiase mientras intentaba pensar en algo que no fuera Brett. Cualquier cosa que no le hiciera evocar imágenes de la bestia oscura y peligrosa que había visto surgir esa noche. Ningún pensamiento sobre lo fatídico que sería esta noche para Zafiro y para mí, pues los hombres que amábamos se batían en un duelo a muerte, donde el mínimo error conllevaría la muerte. Todos lo sabíamos, y todos callábamos lo que nuestra conciencia traicionera nos respondía: Vas a morir. Pero si de algo podía pecar era de terca. Se negaba a creer que él moriría, que Brett caería ante la espada que había sacado Ismael. Sabía que odiaría a Ismael por el resto de sus días si lo hería en lo más mínimo, y también era consciente de que no podría evitar que él luchase por la vida de su hermana. Al fin y al cabo, ella haría lo mismo por Zafiro, aunque el hombre lobo fuera el amor de su vida.
- Necesitamos darnos más prisa- Le dije con voz temblorosa, mientras me mordía el labio con dureza. No debía llorar, no era un bebé. Pero aún así, las lágrimas comenzaban a derramarse por mis ojos sin control. Las sentía deslizarse de mis ojos en un camino cálido, casi ardiente en el rostro cada vez más frío por el aire nocturno. Era cuestión de tiempo que el frío nos azotase de una forma más cruel que las ramas de los árboles nuestros brazos y piernas. Numerosos rasguños se extendían por mis manos, y sabía que en algún momento del camino, mientras pasábamos de un caminar rápido a un trote acelerado, se habían roto por las rodillas, dejando que mi piel recibiese todos los golpes con embestidas constantes. - ¿Dónde demonios está esa maldita playa?- Pregunté desesperada. Necesitábamos llegar allí porque sería el último lugar en el que estaría con Zafiro hasta que su hermano llegase y se la pudiera llevar. No iba a exponerlos a un mayo peligro del que ya estaban. Era necesario que, para su salud mental, ambos se alejasen de la trayectoria de Brett, y sabía que la única forma sería ser ella el cebo. Era el último as bajo la manga que tenía. Después de eso, si su plan no funcionaba, moriría, pero al menos no arrastraría a Zafiro.
Casi cuando estaba perdiendo la esperanza, escuchó el rumor de las olas. Era un zumbido casi imperceptible y no sabía si fue la desesperación o las ganas de llegar ya a la playa, pero apretó la mano de Zafiro y comenzó a correr con todas sus fuerzas, ignorando el dolor que se extendía por su pecho. El sabor metálico del aire que apenas entraba por su garganta seca, la hizo tambalearse durante un importante medio segundo. Necesitaba llegar ya, pero le tocaba a Zafiro mirar si iban bien por el camino.- ¿Zafiro, vamos por el camino adecuado verdad?- Le dijo entre numerosas exhalaciones que hacían casi imposible comprender lo que decía, pero sabía que si se detenía a tomar aire, sus piernas fallarían y no llegarían nunca.Y necesitaban llegar, todo dependía de si sus pies pisaban la arena de la playa o no.
Dejó que Zafiro la guiase mientras intentaba pensar en algo que no fuera Brett. Cualquier cosa que no le hiciera evocar imágenes de la bestia oscura y peligrosa que había visto surgir esa noche. Ningún pensamiento sobre lo fatídico que sería esta noche para Zafiro y para mí, pues los hombres que amábamos se batían en un duelo a muerte, donde el mínimo error conllevaría la muerte. Todos lo sabíamos, y todos callábamos lo que nuestra conciencia traicionera nos respondía: Vas a morir. Pero si de algo podía pecar era de terca. Se negaba a creer que él moriría, que Brett caería ante la espada que había sacado Ismael. Sabía que odiaría a Ismael por el resto de sus días si lo hería en lo más mínimo, y también era consciente de que no podría evitar que él luchase por la vida de su hermana. Al fin y al cabo, ella haría lo mismo por Zafiro, aunque el hombre lobo fuera el amor de su vida.
- Necesitamos darnos más prisa- Le dije con voz temblorosa, mientras me mordía el labio con dureza. No debía llorar, no era un bebé. Pero aún así, las lágrimas comenzaban a derramarse por mis ojos sin control. Las sentía deslizarse de mis ojos en un camino cálido, casi ardiente en el rostro cada vez más frío por el aire nocturno. Era cuestión de tiempo que el frío nos azotase de una forma más cruel que las ramas de los árboles nuestros brazos y piernas. Numerosos rasguños se extendían por mis manos, y sabía que en algún momento del camino, mientras pasábamos de un caminar rápido a un trote acelerado, se habían roto por las rodillas, dejando que mi piel recibiese todos los golpes con embestidas constantes. - ¿Dónde demonios está esa maldita playa?- Pregunté desesperada. Necesitábamos llegar allí porque sería el último lugar en el que estaría con Zafiro hasta que su hermano llegase y se la pudiera llevar. No iba a exponerlos a un mayo peligro del que ya estaban. Era necesario que, para su salud mental, ambos se alejasen de la trayectoria de Brett, y sabía que la única forma sería ser ella el cebo. Era el último as bajo la manga que tenía. Después de eso, si su plan no funcionaba, moriría, pero al menos no arrastraría a Zafiro.
Casi cuando estaba perdiendo la esperanza, escuchó el rumor de las olas. Era un zumbido casi imperceptible y no sabía si fue la desesperación o las ganas de llegar ya a la playa, pero apretó la mano de Zafiro y comenzó a correr con todas sus fuerzas, ignorando el dolor que se extendía por su pecho. El sabor metálico del aire que apenas entraba por su garganta seca, la hizo tambalearse durante un importante medio segundo. Necesitaba llegar ya, pero le tocaba a Zafiro mirar si iban bien por el camino.- ¿Zafiro, vamos por el camino adecuado verdad?- Le dijo entre numerosas exhalaciones que hacían casi imposible comprender lo que decía, pero sabía que si se detenía a tomar aire, sus piernas fallarían y no llegarían nunca.Y necesitaban llegar, todo dependía de si sus pies pisaban la arena de la playa o no.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Mis piernas se movían de manera automática, manteniendo me en pie, haciéndome correr. El pecho me abrazaba por falta del aire. Pero no debía parar, no debía parar por nuestro bien. Al ir la primera las ramas se chocaban con fuerza contra mí. Noté un escozor en mi mejilla y después un cálido líquido resbalar por ella. Intenté apretar el paso. Escuché la pregunta de Ruslana. Se la veía desesperada por llegar a la playa.- Tranquila vamos bien ¡Confía en mi!- dije entre jadeos debido a lo rápido que íbamos corriendo.
Yo nunca me perdía por el bosque sabía distinguiros cada señal, sabía guiarme como si los árboles me hablaran y me dijeran el camino. El bosque se iba abriendo cada vez más, indicando su final. No sabía que tenía planeado Ruslana pero no me iba apartar de su lado, no la iba a dejar sola. De porque pasó a una pequeña pradera y de ahí empezó la arena. Al notar el cambio del suelo duro a la blanda arena hizo que perdiera el equilibrio y caí al suelo. Me puse de rodillas y respiré profundamente. El olor del mar entró en mis irritados pulmones. Miré a Ruslana.- Y bien ¿Cuál es tu plan? ¿Vas a ahogarlo o algo por el estilo?- decía mientras me llevaba una mano al costado y me ponía de pie. Las piernas me temblaban pero agarré de la mano a Ruslana y empecé acercarme a la orilla, donde el suelo era un poco más firme. Miré hacia el bosque. ¿Dónde estaría mi hermano? ¿Habría acabado con el lobo? Tenía un nudo en la garganta y empecé a tener miedo. Deseaba verlo aparecer con una sonrisa triunfal, esas que siempre hacía cuando me ganaba algo. Miré a Ruslana esperando su respuesta y órdenes para poder ayudarla.
Yo nunca me perdía por el bosque sabía distinguiros cada señal, sabía guiarme como si los árboles me hablaran y me dijeran el camino. El bosque se iba abriendo cada vez más, indicando su final. No sabía que tenía planeado Ruslana pero no me iba apartar de su lado, no la iba a dejar sola. De porque pasó a una pequeña pradera y de ahí empezó la arena. Al notar el cambio del suelo duro a la blanda arena hizo que perdiera el equilibrio y caí al suelo. Me puse de rodillas y respiré profundamente. El olor del mar entró en mis irritados pulmones. Miré a Ruslana.- Y bien ¿Cuál es tu plan? ¿Vas a ahogarlo o algo por el estilo?- decía mientras me llevaba una mano al costado y me ponía de pie. Las piernas me temblaban pero agarré de la mano a Ruslana y empecé acercarme a la orilla, donde el suelo era un poco más firme. Miré hacia el bosque. ¿Dónde estaría mi hermano? ¿Habría acabado con el lobo? Tenía un nudo en la garganta y empecé a tener miedo. Deseaba verlo aparecer con una sonrisa triunfal, esas que siempre hacía cuando me ganaba algo. Miré a Ruslana esperando su respuesta y órdenes para poder ayudarla.
Zafiro Gómez- Gitano
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Recuerda inocente hasta que se demuestre lo contrario.....
Caí al suelo, Ismael poseía bastante fuerza, por su físico no lo aparentaba pero aquella patada había conseguido tumbarme, había sido rápida, certera tanto era así que por unos instantes mi Lobo era incapaz de fijar la vista, es decir, se había mareado, quién lo diría, un lobo mareado.
Gruñía incesantemente, estaba nervioso y a cada instante que pasaba aun lo estaba más, deseaba salir corriendo en busca de aquella persona, sentía su mirada constantemente en la cabeza, sentía esos ojos llenos de desconocimiento, esos ojos que mostraban su alma y lo mas importante ese olor que recorría el bosque, un olor único que diferenciaba a las personas y las hacía más apetitosas, más… ¿Comestibles?. Gruñí a la luna, con fuerza, mi respiración era fuerte, aquel olor era fuerte y cuanto más tiempo pasaba mas lo deseaba.
Balance mi cuerpo hacía delante, colocándome a cuatro patas, las cuales arañaban el suelo con fuerza. Todo era rojo, un rojo escarlata que indicaba un camino, el camino hacía ellas, el único problema, aquella persona que tenía delante. Había pasado mucho tiempo y el ansia me martirizaba a cada instante. Rugí con fuerza, demasiada, por lo que aquel rugido pudo oírse por todo el bosque, un rugido impecable, poderoso, un rugido creado para asustar a los más temidos. Ahí estaba él, inmóvil ante mi mirada, no tenía ningún interés en acabarlo, mejor dicho, quería reservármelo para después de la comida por lo que con fuerza aparte su cuerpo inmóvil de mi camino lanzándolo a unos dos metros de mi pudiendo así seguir mi camino.
El bosque era inmenso pero mi olfato era implacable, debía seguir su estela, una estela que ya conocía pero esta vez podía dar caza, se habían movido con rapidez pero eso no me importaba ya que sea donde sea que estén acabaría encontrándolas, encontrando a aquellas dos personas, en espacial a aquella que soltaba tan dulce aroma. Estaba ciego, a cada paso que daba mi visión era mucho mas roja, mucho más fuerte y como mi visión mi ferocidad iba aumentando hasta que por fin logre alcanzarlas.
Frene en seco, simplemente respiraba mientras miraba sus rostros, quería que sintieran miedo, me encantaba ese miedo, era exquisito. La arena envolvía mi pezuñas, mis gruñidos chocaban con el sonido del agua rompiendo sobre aquella playa y a cada paso me iba acercando mas a ellas, estaba deseando que empezaran a correr, necesitaba divertirme antes de acabar con sus vidas.
Gruñía incesantemente, estaba nervioso y a cada instante que pasaba aun lo estaba más, deseaba salir corriendo en busca de aquella persona, sentía su mirada constantemente en la cabeza, sentía esos ojos llenos de desconocimiento, esos ojos que mostraban su alma y lo mas importante ese olor que recorría el bosque, un olor único que diferenciaba a las personas y las hacía más apetitosas, más… ¿Comestibles?. Gruñí a la luna, con fuerza, mi respiración era fuerte, aquel olor era fuerte y cuanto más tiempo pasaba mas lo deseaba.
Balance mi cuerpo hacía delante, colocándome a cuatro patas, las cuales arañaban el suelo con fuerza. Todo era rojo, un rojo escarlata que indicaba un camino, el camino hacía ellas, el único problema, aquella persona que tenía delante. Había pasado mucho tiempo y el ansia me martirizaba a cada instante. Rugí con fuerza, demasiada, por lo que aquel rugido pudo oírse por todo el bosque, un rugido impecable, poderoso, un rugido creado para asustar a los más temidos. Ahí estaba él, inmóvil ante mi mirada, no tenía ningún interés en acabarlo, mejor dicho, quería reservármelo para después de la comida por lo que con fuerza aparte su cuerpo inmóvil de mi camino lanzándolo a unos dos metros de mi pudiendo así seguir mi camino.
El bosque era inmenso pero mi olfato era implacable, debía seguir su estela, una estela que ya conocía pero esta vez podía dar caza, se habían movido con rapidez pero eso no me importaba ya que sea donde sea que estén acabaría encontrándolas, encontrando a aquellas dos personas, en espacial a aquella que soltaba tan dulce aroma. Estaba ciego, a cada paso que daba mi visión era mucho mas roja, mucho más fuerte y como mi visión mi ferocidad iba aumentando hasta que por fin logre alcanzarlas.
Frene en seco, simplemente respiraba mientras miraba sus rostros, quería que sintieran miedo, me encantaba ese miedo, era exquisito. La arena envolvía mi pezuñas, mis gruñidos chocaban con el sonido del agua rompiendo sobre aquella playa y a cada paso me iba acercando mas a ellas, estaba deseando que empezaran a correr, necesitaba divertirme antes de acabar con sus vidas.
Brett C. Svensson- Licántropo Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Contempló como el animal se levantaba. No le quitaba los ojos de encima. Escuchó su rugido, un rugido que retumbó dentro de él y en todo el bosque. El rugido de un animal sediento de sangre. Estaba claro que quería ir a por las dos chicas, se le notaba en la mirada. Pero para eso estaba él allí. Para impedir que ambas chicas salieran ilesas.
El animal se lanzó contra Ismael y antes de que pudiera reaccionar el animal se lanzó contra él. Lo lanzó hacia atrás con su increíble fuerza. Ismael chocó con lo que sería un árbol. La vista se le nubló instantáneamente pero la recuperó en el preciso momento en que veía al animal alejarse. ¡Mierda! Había bajado la guardia y el animal se había escapado. Ismael se puso de pie y se frotó la nuca. Le dolía pero eso no le importaba en ese instante. Miró la dirección por donde se había ido la bestia y corrió tras él. Fue fácil encontrar su rastro. El animal iba tan sediento de sangre que no tenía cuidado. Le había dejado un camino de grandes huellas clavadas en la tierra y de ramas rotas. Gracias a la luz de la Luna llena podía seguir el rastro.
Tras un rato corriendo y temiendo que hubiera llegado tarde, llegó a la playa. Por lo visto era el lugar dónde habían decidido refugiarse. Vio al lobo a varios metros de Ruslana y de su hermana. Apretó los dientes.- ¡Bestia!- llamó al lobo. Se maldijo por hacerlo cuando el lobo se lanzó a por las dos chicas. Ismael corrió hacia su hermana. Corrió como nunca lo había hecho. Vio por el rabillo del ojo como el lobo iba a por Ruslana. "Lo siento, pequeño ruiseñor" pensó con tristeza Ismael.- ¡Vámonos!- se cargó al hombro a su hermana. La cual luchaba por quitarse. Estaba claro que no estaba de acuerdo con dejar sola a Ruslana. Pero debería ponerla a salvo. Ya tendría tiempo de regresar y cargarse al lobo. Ahora debía llegar a la mansión y poner a su hermana salvo. Era lo único que le importaba. Miró antes de salir corriendo como el lobo estampaba a Ruslana contra una piedra.- Lo siento.- susurró antes de salir corriendo
El animal se lanzó contra Ismael y antes de que pudiera reaccionar el animal se lanzó contra él. Lo lanzó hacia atrás con su increíble fuerza. Ismael chocó con lo que sería un árbol. La vista se le nubló instantáneamente pero la recuperó en el preciso momento en que veía al animal alejarse. ¡Mierda! Había bajado la guardia y el animal se había escapado. Ismael se puso de pie y se frotó la nuca. Le dolía pero eso no le importaba en ese instante. Miró la dirección por donde se había ido la bestia y corrió tras él. Fue fácil encontrar su rastro. El animal iba tan sediento de sangre que no tenía cuidado. Le había dejado un camino de grandes huellas clavadas en la tierra y de ramas rotas. Gracias a la luz de la Luna llena podía seguir el rastro.
Tras un rato corriendo y temiendo que hubiera llegado tarde, llegó a la playa. Por lo visto era el lugar dónde habían decidido refugiarse. Vio al lobo a varios metros de Ruslana y de su hermana. Apretó los dientes.- ¡Bestia!- llamó al lobo. Se maldijo por hacerlo cuando el lobo se lanzó a por las dos chicas. Ismael corrió hacia su hermana. Corrió como nunca lo había hecho. Vio por el rabillo del ojo como el lobo iba a por Ruslana. "Lo siento, pequeño ruiseñor" pensó con tristeza Ismael.- ¡Vámonos!- se cargó al hombro a su hermana. La cual luchaba por quitarse. Estaba claro que no estaba de acuerdo con dejar sola a Ruslana. Pero debería ponerla a salvo. Ya tendría tiempo de regresar y cargarse al lobo. Ahora debía llegar a la mansión y poner a su hermana salvo. Era lo único que le importaba. Miró antes de salir corriendo como el lobo estampaba a Ruslana contra una piedra.- Lo siento.- susurró antes de salir corriendo
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
"Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya!."
El alivio que había sentido al llegar la playa desapareció cuando la bestia llegó. Su aspecto aterrador era capaz de paralizar a cualquiera. Sus fauces se abrieron, dejando que un fino hilo de salia saliera de ella. Sus ojos llenos de hambre y muerte. No había escapatoria, las había encontrado y las quería para ella. Su nariz olfateó el aire y los ojos se movieron de ella a Zafiro, y de Zafiro de nuevo a ella. Sus patas traseras se tensaron, quizás a la espera de algún movimiento de las inmóviles figuras que éramos Zafiro y yo.
Lágrimas se deslizaron por mis ojos. Mi corazón sangraba por Brett, porque sabía que lo amaba tanto que aceptaría la muerte si viniera de sus manos. Pero no podía morir aún. No cuando Zafiro estaba a dos pasos a mi izquierda y temblaba con su mano unida a la mía. Con lentitud, separé mi mano de la de ella, y sonreí con tristeza a la bestia. Era el momento. Mi vida por la de Zafiro. Era un pago justo.
Giré mi cuerpo a la derecha y comencé a correr, alejándome de Zafiro, y haciendo que la bestia rugiese y corriese tras de mi. Escuché a lo lejos cómo Ismael gritaba algo, aunque con el viento, sus palabras sonaban como una nota musical a la deriva. Confiaba en que él le hubiera hecho caso, y hubiese cogido a Zafiro. Pensó en todo lo que había vivido en los últimos días. El encuentro con Zafiro, con Rubí, la fiesta de presentación a la sociedad. Los inquisidores que la habían enfrentado, el encuentro con Salazar.... Todo parecía tan lejano. Tan, tan, lejano.
Corrió acercándose a una pared de rocas naturales, la orilla estaba tan cerca. Quizás pudiera realizar algún hechizo con rapidez, pensó con desesperación mientras sus pies se hundían en la arena, y a su espalda sonaba el trote de la bestia. Los golpes cuádruples que realizaba el licántropo, llegaba a sus oídos como truenos. Truenos que la perseguían con unos colmillos tan afilados, que sería capaz de partir su carne con rapidez.
Gritó cuando la mandíbula de la bestia se cerró cerca de su cadera, y se obligó a aumentar la velocidad de sus pies. Forzando su cuerpo al máximo, consiguió adelantarse, pero el licántropo parecía estar jugando con ella, pues él incrementó la velocidad, y con un movimiento rápido, cerró sus dientes en el borde de la camiseta. Alzando la cabeza, fue sacudida con la camiseta enganchada en sus fauces. El grito desesperado y aterrador, que salió de su boca, hizo que la bestia ronronease con placer antes de que la camisa se desgarrase, y ella volase por el aire.
A cámara lenta, vio cómo la bestia saltaba enfrente suya, y abrí la boca dispuesta a devorarla. Con un sonido amortiguado, su cabeza se golpeó contra la pared de piedra. La sangre comenzó a manar de la herida, mientras su cuerpo se caía inerte sobre el suelo arenoso. Un sonido aún más fuerte, sonó en la silenciosa playa, cuando la bestia, que había saltado tras ella, se golpeó contra la pared de piedra. Al parecer, estaba tan cegada en la caza, que apenas le había dado tiempo a escapar a tiempo del muro de piedras.
Arrastrándose por el suelo, la sangre caía por sus ojos impidiéndole ver prácticamente nada. Sólo el orgullo, hizo que se levantara. Con pasos tambaleantes, fue caminando lo más rápido que podía hacia la orilla del mar. Su corazón golpeaba con fuerza en su pecho, y el miedo corroía sus entrañas. No podía sentir nada salvo el terror. El miedo a caer en las garras de la bestia. La playa se movía, ante sus ojos, de un lado hacia otro. Parecía estar en un barco a la deriva, siendo azotado por las olas en plena tormenta.
Se dio la vuelta para ver cómo la bestia se levantaba y agitaba su cabeza. La desesperación llenó su cuerpo. No tenía armas, el dolor se habría paso por su cabeza a golpes de martillo. Su cuerpo se tambaleaba mientras la sangre se deslizaba por su rostro. Lloró con rabia, mientras cerraba los puños y miraba a la bestia. No pensaba morir sin luchar. Moriría como un Del Mar, con el orgullo y la conciencia tranquila. Dejó que la magia hormiguease en su piel, sus dedos picaban con el poder de la magia aflorando en ella. Y su mente, sólo podía pensar en algún hechizo, cualquiera, el que fuera. Algo que le ayudase. Pero en el fondo sabía, que sólo estaba buscando una salida. Un hechizo que no hiriera a Brett, pues lo amaba. No quería matarlo, no podría herirlo, ni siquiera ahora, tambaleante y con el rostro pegajoso por su propia sangre, sería capaz de hacerlo. - Que las fuerzas del mar me ayuden, porque moriría antes que provocarle algún daño.- susurré mientras veía cómo el licántropo olfateaba el aire en mi busca.
El alivio que había sentido al llegar la playa desapareció cuando la bestia llegó. Su aspecto aterrador era capaz de paralizar a cualquiera. Sus fauces se abrieron, dejando que un fino hilo de salia saliera de ella. Sus ojos llenos de hambre y muerte. No había escapatoria, las había encontrado y las quería para ella. Su nariz olfateó el aire y los ojos se movieron de ella a Zafiro, y de Zafiro de nuevo a ella. Sus patas traseras se tensaron, quizás a la espera de algún movimiento de las inmóviles figuras que éramos Zafiro y yo.
Lágrimas se deslizaron por mis ojos. Mi corazón sangraba por Brett, porque sabía que lo amaba tanto que aceptaría la muerte si viniera de sus manos. Pero no podía morir aún. No cuando Zafiro estaba a dos pasos a mi izquierda y temblaba con su mano unida a la mía. Con lentitud, separé mi mano de la de ella, y sonreí con tristeza a la bestia. Era el momento. Mi vida por la de Zafiro. Era un pago justo.
Giré mi cuerpo a la derecha y comencé a correr, alejándome de Zafiro, y haciendo que la bestia rugiese y corriese tras de mi. Escuché a lo lejos cómo Ismael gritaba algo, aunque con el viento, sus palabras sonaban como una nota musical a la deriva. Confiaba en que él le hubiera hecho caso, y hubiese cogido a Zafiro. Pensó en todo lo que había vivido en los últimos días. El encuentro con Zafiro, con Rubí, la fiesta de presentación a la sociedad. Los inquisidores que la habían enfrentado, el encuentro con Salazar.... Todo parecía tan lejano. Tan, tan, lejano.
Corrió acercándose a una pared de rocas naturales, la orilla estaba tan cerca. Quizás pudiera realizar algún hechizo con rapidez, pensó con desesperación mientras sus pies se hundían en la arena, y a su espalda sonaba el trote de la bestia. Los golpes cuádruples que realizaba el licántropo, llegaba a sus oídos como truenos. Truenos que la perseguían con unos colmillos tan afilados, que sería capaz de partir su carne con rapidez.
Gritó cuando la mandíbula de la bestia se cerró cerca de su cadera, y se obligó a aumentar la velocidad de sus pies. Forzando su cuerpo al máximo, consiguió adelantarse, pero el licántropo parecía estar jugando con ella, pues él incrementó la velocidad, y con un movimiento rápido, cerró sus dientes en el borde de la camiseta. Alzando la cabeza, fue sacudida con la camiseta enganchada en sus fauces. El grito desesperado y aterrador, que salió de su boca, hizo que la bestia ronronease con placer antes de que la camisa se desgarrase, y ella volase por el aire.
A cámara lenta, vio cómo la bestia saltaba enfrente suya, y abrí la boca dispuesta a devorarla. Con un sonido amortiguado, su cabeza se golpeó contra la pared de piedra. La sangre comenzó a manar de la herida, mientras su cuerpo se caía inerte sobre el suelo arenoso. Un sonido aún más fuerte, sonó en la silenciosa playa, cuando la bestia, que había saltado tras ella, se golpeó contra la pared de piedra. Al parecer, estaba tan cegada en la caza, que apenas le había dado tiempo a escapar a tiempo del muro de piedras.
Arrastrándose por el suelo, la sangre caía por sus ojos impidiéndole ver prácticamente nada. Sólo el orgullo, hizo que se levantara. Con pasos tambaleantes, fue caminando lo más rápido que podía hacia la orilla del mar. Su corazón golpeaba con fuerza en su pecho, y el miedo corroía sus entrañas. No podía sentir nada salvo el terror. El miedo a caer en las garras de la bestia. La playa se movía, ante sus ojos, de un lado hacia otro. Parecía estar en un barco a la deriva, siendo azotado por las olas en plena tormenta.
Se dio la vuelta para ver cómo la bestia se levantaba y agitaba su cabeza. La desesperación llenó su cuerpo. No tenía armas, el dolor se habría paso por su cabeza a golpes de martillo. Su cuerpo se tambaleaba mientras la sangre se deslizaba por su rostro. Lloró con rabia, mientras cerraba los puños y miraba a la bestia. No pensaba morir sin luchar. Moriría como un Del Mar, con el orgullo y la conciencia tranquila. Dejó que la magia hormiguease en su piel, sus dedos picaban con el poder de la magia aflorando en ella. Y su mente, sólo podía pensar en algún hechizo, cualquiera, el que fuera. Algo que le ayudase. Pero en el fondo sabía, que sólo estaba buscando una salida. Un hechizo que no hiriera a Brett, pues lo amaba. No quería matarlo, no podría herirlo, ni siquiera ahora, tambaleante y con el rostro pegajoso por su propia sangre, sería capaz de hacerlo. - Que las fuerzas del mar me ayuden, porque moriría antes que provocarle algún daño.- susurré mientras veía cómo el licántropo olfateaba el aire en mi busca.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Y ahí estaba el lobo, delante nuestra. Observándonos con ansias. Tenía miedo mucho miedo, intentaba controlarme pero mi cuerpo temblaba involuntariamente. Notaba la mano de Ruslana agarrada la mía, sabía que intentaba tranquilizarme pero aquello me superaba. Entonces vi aparecer a mi hermano detrás del lobo. Chillándole. Sus ojos se cruzaron con los míos. Noté como la mano de Ruslana se soltaba. La miré horrorizada como corría. La bestia empezó a correr tras ella. Iba a correr yo también para evitar que el animal dañara a Ruslana.
Unos fuertes brazos me alzaron y me colocaron en su hombro.- ¡ISMAEL SUELTAME!- empecé a darle patadas en el pecho y en los puños. Veía como Rus se alejaba. Extendí mi mano a pesar de saber que nunca la alcanzaría. Las lágrimas corrían por mis mejillas.- ¡RUSLANA!- la llamé. ¿De verdad esto iba acabar así? ¿No la volvería a ver? Escuché el lo siento de mi hermano y como empezó a correr. Cada vez lo veía todo más lejos.- ¡Déjame aquí tienes que ayudarla!- Mi hermano no me habló. Le dolía, lo sé. Le dolía la idea de que Rus muriera.
Lejos estaba ya la playa cuando mi hermano me dejó en el suelo. Las piernas me fallaron y caí al suelo y empecé a llorar.- ¡Idiota!- le dije a mi hermano. El me miró triste se agachó a mi lado y me abrazó. ¿Estaría muerta? Era una bruja, podía salvarse. No sabía a ciencia cierta cuales eran los poderes de Ruslana pero deseé que pudiera defenderse.
Mi hermano me volvió a levantar y empezó a caminar. Llevaba su espada desenfundada. ¿Por qué no lo había matado? No quería mirarle a la cara. Sabía que íbamos hacia la casa de Ruslana. Me paré y miré el camino hacia la playa. Con el corazón encogido.- Por favor...- era un ruego que le pedía al mar. Que la ayudara como aquella vez que tiró a mi hermano. De igual modo.
Unos fuertes brazos me alzaron y me colocaron en su hombro.- ¡ISMAEL SUELTAME!- empecé a darle patadas en el pecho y en los puños. Veía como Rus se alejaba. Extendí mi mano a pesar de saber que nunca la alcanzaría. Las lágrimas corrían por mis mejillas.- ¡RUSLANA!- la llamé. ¿De verdad esto iba acabar así? ¿No la volvería a ver? Escuché el lo siento de mi hermano y como empezó a correr. Cada vez lo veía todo más lejos.- ¡Déjame aquí tienes que ayudarla!- Mi hermano no me habló. Le dolía, lo sé. Le dolía la idea de que Rus muriera.
Lejos estaba ya la playa cuando mi hermano me dejó en el suelo. Las piernas me fallaron y caí al suelo y empecé a llorar.- ¡Idiota!- le dije a mi hermano. El me miró triste se agachó a mi lado y me abrazó. ¿Estaría muerta? Era una bruja, podía salvarse. No sabía a ciencia cierta cuales eran los poderes de Ruslana pero deseé que pudiera defenderse.
Mi hermano me volvió a levantar y empezó a caminar. Llevaba su espada desenfundada. ¿Por qué no lo había matado? No quería mirarle a la cara. Sabía que íbamos hacia la casa de Ruslana. Me paré y miré el camino hacia la playa. Con el corazón encogido.- Por favor...- era un ruego que le pedía al mar. Que la ayudara como aquella vez que tiró a mi hermano. De igual modo.
Zafiro Gómez- Gitano
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Pablo Neruda
Pablo Neruda
Miedo, era el olor que no paraba de satisfacer los oscuros deseos de mis entrañas, al lobo le encantaba y mas cuando provenía de aquellas dos mujeres, aquel miedo era distinto, se podía decir que destilaba una fina capa de desesperación y sobretodo… El miedo a la muerte, podía reflejarse en sus ojos, en su mirada perdida la cual no quería encontrarse con mis ojos, era obvio, yo iba a matarlas. Me sorprendió las acciones de mis maravillosas presas pero lo que no me podía esperar era que se dividiesen, era un bonito gesto pero no les iba a salvar de nada, aquel olor podía rastrearlo cualquiera. Ahora la pregunta era, seguir a aquella dulce mujer o seguir a aquellos dos. La elección era fácil, prefería seguir a aquella que dudaba el hecho de si mañana podrá ver el sol salir, sí, perseguir a Ruslana y jugar con sus pensamientos iba a ser mucho mas divertido.
Mis mirada que manchaba todo de rojo se dirigió a por ella, Ruslana, me encantaba correr detrás de mi victimas, podía sentir su rostro, podía sentir sus pensamientos, su desesperación, correr para sobrevivir, me encanta. Como buen depredador preferí jugar a un pequeño e inquietante juego, ¿Cuánto podrás soportar?, mi fuerza, resistencia y claramente velocidad era mucho mas mayor por lo que alcanzarla sería algo fácil, quería que me oyese, que me viese y que sintiese como mis blancos colmillos se acercaban a su cuerpo sin lograr alcanzarlo, era una experiencia encantadora y mas si consigues alcanzar alguna parte de ella, en este caso, un trozo de la camisa el cual salto por lo aires.
Todo estaba perdido, iba a matar a Ruslana, iba a suceder otra vez todo aquello, “¿Por qué siempre la cagas de esta manera?, ¿No pudo ser mas simple pasar de chicas hasta poder recuperarte?... Mierda.” Dentro de aquel lobo residía mi alma, la cual, había perdido la fe, la fe a volver a ser feliz. Lo peor de todo era este sentimiento, de vez en cuando la bestia me permitía ver lo que estaba a punto de hacer, "¿Por qué?", no tenía ni idea pero siempre al despertar era capaz de recordar cachos de las cosas que había hecho y esto fue el rayo de la esperanza que llamo a mi puerta, lo vi claro, debía superarme, debía superar esta barrera y debía ser ahora, ya.
Estaba ahí, en el aire, sentía como el aire entraba en mi boca, sentía como estaba apunto de acabar con la vida de mi Amor, sus ojos se clavaron en los míos, mis propios ojos verdes salieron a la luz por un instante, debía chocar contra la pared, debía desviar aquel mordisco que pondría fin a la vida de Ruslana, "¿Cómo?", golpeando contra la pared, no podía hacer nada mas, el resto era cosa suya. En el momento en el que mi cabeza choco contra aquella gran roca deje de sentir, deje de ver, ya no estaba ahí, mi conciencia se había ido por completo por lo que ahora solo quedaba esa Bestia sedienta de sangre. Estaba mareada, claramente se acaba de dar un gran golpe pero la rápida curación que poseen los Licantropos era increíble, en un Plis-Plash, con un agitar la cabeza aquel lobo se pudo levantar lanzando un rápido mordisco a su lado izquierdo donde debía de estar Ruslana pero por obvio que suene ella ya no estaba ahí. Levanto la mirada, desafiante, le encantaba esta situación, le encantaba que sus presas lucharan, esa posibilidad era increíble y su olor lo volvía loco.
Su mirada no se echaba hacía atrás, de un salto se coloco de nuevo sobre las cuatro patas, se había roto un dedo por el impacto contra la roca por lo que caminar le costaba pero el olor a sangre le mantenía fuerte y vivo, acechante, camino hacia la derecha sin apartar la mirada de los ojos de Ruslana, un sordo gruñido salió de su boca, esa era la señal de que estaba apunto de atacar y como tal, salto a por Ruslana.
Brett C. Svensson- Licántropo Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
Le hubiera gustado decirle a su hermana que todo iba a salir bien, que Ruslana no corría peligro. Pero no era así y no podía mentirle. Si algo les habían enseñado desde pequeños era a no mentir. Aunque Ismael solía omitir las cosas. Siempre había pensado que si se volvía más fuerte no habría nada que temer pero él solo podía proteger a una persona. Miró su nodachi desenfundada. Bañada en plata. Chasqueó lo lengua furioso ¿Para qué le servía tener un arma tan magnífica como esa ni no podía matar a un simple lobo? Todavía no había entendido por qué no lo había matado cuando puso. Sabía que si Ruslana no salía de allí él nunca podría... podría perdonarse. Pensó en Évelyne ¿Qué diría ella?
Miró los ojos húmedos de su hermana. No le gustaba verla llora pero no se lo iba e impedir. La cogió de la muéca y sigió caminando hacia la casa. Si la encerraba en la mansión podría volver a la playa. Podría detener aquel lobo antes de que se comiera el cadáver de Ruslana y si... ¿y si la había mordido ya? Tragé saliva. Ruslana se convertiría con la próxima Luna llena. Estaba furioso, alguien tan puro como ella no podía convertirse en semejante mostruo. Eso la destrozaría. Conseguimos llegar a la mansión.- Entra.- estaba serio muy serio. Ella pareció recriminarme algo pero lo ignoré.- Entra y no salgas por nada del mundo. Y no habrás la puerta al menos que yo te lo indique ¿de acuerdo?- ella no le miraba pero sabía que lo entendería. La metió en la mansión y se dio la vuelta.
Contempló su nodachi una vez más. "Maestro, ¿qué hubieras hecho tú?" pensó con triztesa. Él siempre tenía respuestas para todo, siempre. Empezó a correr hacia la playa. No sabía que se encontraría cuando llegara pero debía ir, ir y salvarle la vida a Ruslana y matar a la bestia o simplemente matar a la bestia. Había visto muchos asesiantos de aquellas bestias que se hacían llamar los hijos de la Luna pero no estaba preparado para ver el cuerpo inerte y desgarrado de Ruslana. Simplemente creía que no lo podría soportar.
Miró los ojos húmedos de su hermana. No le gustaba verla llora pero no se lo iba e impedir. La cogió de la muéca y sigió caminando hacia la casa. Si la encerraba en la mansión podría volver a la playa. Podría detener aquel lobo antes de que se comiera el cadáver de Ruslana y si... ¿y si la había mordido ya? Tragé saliva. Ruslana se convertiría con la próxima Luna llena. Estaba furioso, alguien tan puro como ella no podía convertirse en semejante mostruo. Eso la destrozaría. Conseguimos llegar a la mansión.- Entra.- estaba serio muy serio. Ella pareció recriminarme algo pero lo ignoré.- Entra y no salgas por nada del mundo. Y no habrás la puerta al menos que yo te lo indique ¿de acuerdo?- ella no le miraba pero sabía que lo entendería. La metió en la mansión y se dio la vuelta.
Contempló su nodachi una vez más. "Maestro, ¿qué hubieras hecho tú?" pensó con triztesa. Él siempre tenía respuestas para todo, siempre. Empezó a correr hacia la playa. No sabía que se encontraría cuando llegara pero debía ir, ir y salvarle la vida a Ruslana y matar a la bestia o simplemente matar a la bestia. Había visto muchos asesiantos de aquellas bestias que se hacían llamar los hijos de la Luna pero no estaba preparado para ver el cuerpo inerte y desgarrado de Ruslana. Simplemente creía que no lo podría soportar.
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
" Lo más doloroso, no es haber amado y haber perdido. Es amar hasta el punto de entregar tu vida en manos del ser amado, y saber, que tu muerte será la condena que le dejarás al hombre de tu vida"
Vi cómo el licántropo se cernía sobre mi. Las garras al descubierto, brillando en la más absoluta oscuridad. El cuerpo me temblaba, presa del terror más puro. Debería huir, intentar apartarme de la trayectoria de esos dientes y uñas afiladas, pero no podía moverme. El miedo me había dejado inmóvil. Era una presa fácil, alguien que moriría mucho más rápido que cualquier otro. Porque era débil. Sólo podía llorar, y esperar a que mi final terminase. O quizás no. Aún podía intentar moverme, durar unos segundos más, pero me costaba tanto reaccionar..... Sólo podía continuar observando cómo los ojos del licántropo se oscurecían, pasando de un verde iridiscente, a un verde bosque. Ojos astutos y crueles, demasiado inteligentes para ser de un mero animal, pero con demasiada oscuridad para ser humano. El silencio era tan esperanzador, una paz que anticipaba mi muerte. Sólo el rumor del agua acariciando la arena, parecía romper el hechizo que me tenía presa, inmóvil ante la bestia más salvaje que había conocido.
El poder vibró dentro de mí, golpeando mi pecho, haciendo que todo se callase y quedase inmóvil para mi. Durante un segundo, todo se paralizó. EL mar quedó tan quieto como las aguas de un estanque, la bestia estaba suspendida en el aire, con una se sus garras rozando la curvatura de mi cuello, su aliento se había detenido, en un vaho blanquecino, entre su rostro y el mío. El viento acariciaba su pelaje, dejando que todo el vello oscuro del licántropo se meciera, en una parálisis permanente, hacia la izquierda.
- Libérate.- Con una sola palabra, el poder que me torturaba en mi interior, salió en una explosión lumínica. ¿Cuánto poder podía albergar un brujo?. ¿Qué se necesitaba para provocar que un susurro, una mera palabra lanzada al viento con desesperación, crease una ola expansiva tan fuerte, que barriese al licántropo a varios metros de distancia?. Como el sonido de una tetera hirbiendo, el poder salió de mi cuerpo, lanzandome, a mi y a la bestia, a diferentes metros de distancia. Ella calló con un golpe seco, rodando varios metros más allá, encima de la arena blanca; y yo, me hundí en las profundas aguas del océano.
Pataleé con fuerza, luché con manos y piernas por alcanzar la superficie. El frío del agua, atenazaba mi cuerpo, haciéndome presa de una desesperación atroz. El agua mordía mi piel, con una insistencia constante, cada movimiento que hacía, parecía estar clavándome numerosas navajas en el cuerpo. Los dedos rozaron la superficie del agua, cuando mis piernas comenzaron a fallar. Una ligera punzada, golpeó mi pecho cuando mi boca se abrió, sesesperada, por encontrar aire. Me dolía la cabeza. Un dolor agudo, que convertía mi visión en un borrón. Sólo veía oscuridad, y algo blanco a lo lejos. Suponía que era la arena de la playa. Me sumergí de nuevo, y froté mis ojos dentro del agua. Volviendo a salir con fuerza, teniéndome que apartar el pelo que se había pegado a mis mejillas. Escuché el ruido lastimero de un lobo. Parecía haberse hecho daño.
Un sonido estridente, hizo que mi cabeza se marease y estuviera a punto de desmayarme. Luché contra el cansancio y proseguí, luchaba con el agua para acercarme a Brett. EL corazón me dolía, necesitaba ver si estaba bien. Caminé por la arena, sintiendo mis piernas tan temblorosas como el papel. Ese maldito ruido continuaba, parecía acelerarse mientras salía caminando de la playa. Me agarré la cabeza con ambas manos y me di cuenta de dónde procedía el ruido. Mis dientes no paraban de golpearse, los unos con los otros, con golpes secos. Castañeaban, y me tambalee, caí de rodillas, a tiempo de ver cómo el licántropo se levantaba y dirigía una mirada furiosa hacia mí.
No pude evitarlo, caí hacia atrás, golpeando mi mano contra una roca de la orilla, en un intento de huir desesperadamente de la bestia. Grité presa del pánico, no podía recordar otra cosa que no fuese huir de esas mandíbulas enormes que se abrían para aullar. Me estremecí. Iba a morir. Era bastante consciente de ello, y lloraba gritaba mirando a mi asesino. Brett, Brett, Brett....., lloraba en mi mente. El corazón se desbocó de nuevo, sufriendo por el momento que se acercaba.
- No... ¡no!- Comencé a arrastrarme sobre la arena. Gritando con desesperación mi negativa a morir. No podía abandonar este mundo. A penas había comenzado a vivir. Estiré mi mano, hundiéndola en la arena mojada, dejando un surco sobre ella para poder arrastrar mi estómago sobre la escasa agua. El dolor de la arena introduciéndose dentro de mis uñas, hizo que mordiera mis labios con fuerza, haciéndolos sangrar, para evitar gritar de dolor. Pero el pánico me superó. Grité de nuevo un no. - Por favor... Brett...- Comencé a suplicar mientras escuchaba el trote acelerado del licántropo hacia mi. Lloré, supliqué y me arrastré. Pareció pasar una eternidad, y después, lo sentí.
Las afiladas uñas del licántropo, se hundieron en mi costado derecho. Clavándose en los huesos de mi costillas. - ¡BRETT!- Aullé de dolor mientras golpeaba con fuerza el hocico de la bestia que se cerraba sobre mi cabeza. Grité con agonía, y mi boca se llenó de sangre. Moví mis manos con desesperación, clavándolas en la dura piel del animal. Lloraba mientras las garra seguía desgarrando mi piel. Sus uñas habían quedado atrapadas en la dureza de mis huesos. - ¡¡Socorro, Brett!!!.- Como si mis gritos lo excitasen, el licántropo lamió la sangre que aún seguía corriendo por mi cabeza. El golpe que me había dado, había sido mucho más preocupante de lo que parecía, pero ahora sólo podía suplicar porque el dolor parase. Estaba a punto de romper mis huesos, y sólo podía gritar.
Como una muñeca, fui alzada en el aire, sacudida de un lado a otro, para que pudiera soltar su agarre. Grité con fuerza, y con desesperación, concentré mi poder y ataqué. De mis manos salió un rayo de luz blanquecina, y sólo pude pensar en un único hechizo. Cuando el lobo gruñó con los ojos cerrados, cegados por la luz, su garra bajó, dejando que su peso se apoyase sobre la garra que tenía atrapada entre mis costillas. - ¡¡AAAhhhh!!!!!- El "crak" que escuché, me mareó, y una arcada ascendió, haciendo que vomitase, sobre mi propio pelo, al intentar doblar hacia un lado la cabeza. Estaba a punto de desfallecer, no sabía si quiera cómo había aguantado tanto, pero un alivio tenue, me embargó cuando su garra se liberó de las costillas que se habían fracturado.
Estaba acostada sobre la arena, con pelo revuelto y manchado con el hedor de mi vómito. La sangre se mezclaba con la arena, abandonando mi cuerpo y dejando que mi piel pareciese mucho más blanquecina de lo que era. Aunque me dolió, giré mi cabeza hacia el rostro del licántropo, que bajaba para lamer la sangre de mi herida.- Perdóname Brett...- le susurré cuando una de mis manos tocó, con un temblor enfermizo, el pelaje de su rostro. Tiré del pelo, obligándolo a mirarme. Cuando sus ojos se cernieron sobre los míos. Envié el poco poder que me quedaba sobre él. Haciendo lo único que mi débil mente recordar como defensa. Murmuré un hechizo, uno muy viejo. Tanto, que tenía casi más de mil años, lo había leído en los libros del fundador de mi familia. Era peligroso, porque afectaba al brujo, hasta el punto de perder su poder. Pero prefería ser una humana, que una bruja muerta.
Dejé que mi poder fluyera hasta el interior de la bestia, dejando que rodease el corazón indomable, y se atase a él. El lazo sería irrompible, crearía la unión más perfecta del reino animal. Un lobo, que elegía a su compañera. Una bruja, que encandilaba a su compañero. A partir de ahora, su mundo sería Brett, y para Brett, no habría más mundo que ella. Porque su bestia la amaría, la desearía y a veces, correría el riesgo de que la poseyera. Podía sentir cómo el licántropo se retorcía, pero sus ojos marrones, lo tenían preso. Embrujado. Inmóvil.
Cuando sintió que el licántropo suavizaba sus músculos, y sus ojos se llenaban de ... pasión. Dejó que todo el poder fluyera hasta él. Desgarrándola, dejándola vacía. Era demasiado dolor para soportarlo. Su corazón se detuvo, y exhaló su último aliento, pensando, que hubiera sido hermoso si hubiera podido resistir lo suficiente para sobrevivir.
Vi cómo el licántropo se cernía sobre mi. Las garras al descubierto, brillando en la más absoluta oscuridad. El cuerpo me temblaba, presa del terror más puro. Debería huir, intentar apartarme de la trayectoria de esos dientes y uñas afiladas, pero no podía moverme. El miedo me había dejado inmóvil. Era una presa fácil, alguien que moriría mucho más rápido que cualquier otro. Porque era débil. Sólo podía llorar, y esperar a que mi final terminase. O quizás no. Aún podía intentar moverme, durar unos segundos más, pero me costaba tanto reaccionar..... Sólo podía continuar observando cómo los ojos del licántropo se oscurecían, pasando de un verde iridiscente, a un verde bosque. Ojos astutos y crueles, demasiado inteligentes para ser de un mero animal, pero con demasiada oscuridad para ser humano. El silencio era tan esperanzador, una paz que anticipaba mi muerte. Sólo el rumor del agua acariciando la arena, parecía romper el hechizo que me tenía presa, inmóvil ante la bestia más salvaje que había conocido.
El poder vibró dentro de mí, golpeando mi pecho, haciendo que todo se callase y quedase inmóvil para mi. Durante un segundo, todo se paralizó. EL mar quedó tan quieto como las aguas de un estanque, la bestia estaba suspendida en el aire, con una se sus garras rozando la curvatura de mi cuello, su aliento se había detenido, en un vaho blanquecino, entre su rostro y el mío. El viento acariciaba su pelaje, dejando que todo el vello oscuro del licántropo se meciera, en una parálisis permanente, hacia la izquierda.
- Libérate.- Con una sola palabra, el poder que me torturaba en mi interior, salió en una explosión lumínica. ¿Cuánto poder podía albergar un brujo?. ¿Qué se necesitaba para provocar que un susurro, una mera palabra lanzada al viento con desesperación, crease una ola expansiva tan fuerte, que barriese al licántropo a varios metros de distancia?. Como el sonido de una tetera hirbiendo, el poder salió de mi cuerpo, lanzandome, a mi y a la bestia, a diferentes metros de distancia. Ella calló con un golpe seco, rodando varios metros más allá, encima de la arena blanca; y yo, me hundí en las profundas aguas del océano.
Pataleé con fuerza, luché con manos y piernas por alcanzar la superficie. El frío del agua, atenazaba mi cuerpo, haciéndome presa de una desesperación atroz. El agua mordía mi piel, con una insistencia constante, cada movimiento que hacía, parecía estar clavándome numerosas navajas en el cuerpo. Los dedos rozaron la superficie del agua, cuando mis piernas comenzaron a fallar. Una ligera punzada, golpeó mi pecho cuando mi boca se abrió, sesesperada, por encontrar aire. Me dolía la cabeza. Un dolor agudo, que convertía mi visión en un borrón. Sólo veía oscuridad, y algo blanco a lo lejos. Suponía que era la arena de la playa. Me sumergí de nuevo, y froté mis ojos dentro del agua. Volviendo a salir con fuerza, teniéndome que apartar el pelo que se había pegado a mis mejillas. Escuché el ruido lastimero de un lobo. Parecía haberse hecho daño.
Un sonido estridente, hizo que mi cabeza se marease y estuviera a punto de desmayarme. Luché contra el cansancio y proseguí, luchaba con el agua para acercarme a Brett. EL corazón me dolía, necesitaba ver si estaba bien. Caminé por la arena, sintiendo mis piernas tan temblorosas como el papel. Ese maldito ruido continuaba, parecía acelerarse mientras salía caminando de la playa. Me agarré la cabeza con ambas manos y me di cuenta de dónde procedía el ruido. Mis dientes no paraban de golpearse, los unos con los otros, con golpes secos. Castañeaban, y me tambalee, caí de rodillas, a tiempo de ver cómo el licántropo se levantaba y dirigía una mirada furiosa hacia mí.
No pude evitarlo, caí hacia atrás, golpeando mi mano contra una roca de la orilla, en un intento de huir desesperadamente de la bestia. Grité presa del pánico, no podía recordar otra cosa que no fuese huir de esas mandíbulas enormes que se abrían para aullar. Me estremecí. Iba a morir. Era bastante consciente de ello, y lloraba gritaba mirando a mi asesino. Brett, Brett, Brett....., lloraba en mi mente. El corazón se desbocó de nuevo, sufriendo por el momento que se acercaba.
- No... ¡no!- Comencé a arrastrarme sobre la arena. Gritando con desesperación mi negativa a morir. No podía abandonar este mundo. A penas había comenzado a vivir. Estiré mi mano, hundiéndola en la arena mojada, dejando un surco sobre ella para poder arrastrar mi estómago sobre la escasa agua. El dolor de la arena introduciéndose dentro de mis uñas, hizo que mordiera mis labios con fuerza, haciéndolos sangrar, para evitar gritar de dolor. Pero el pánico me superó. Grité de nuevo un no. - Por favor... Brett...- Comencé a suplicar mientras escuchaba el trote acelerado del licántropo hacia mi. Lloré, supliqué y me arrastré. Pareció pasar una eternidad, y después, lo sentí.
Las afiladas uñas del licántropo, se hundieron en mi costado derecho. Clavándose en los huesos de mi costillas. - ¡BRETT!- Aullé de dolor mientras golpeaba con fuerza el hocico de la bestia que se cerraba sobre mi cabeza. Grité con agonía, y mi boca se llenó de sangre. Moví mis manos con desesperación, clavándolas en la dura piel del animal. Lloraba mientras las garra seguía desgarrando mi piel. Sus uñas habían quedado atrapadas en la dureza de mis huesos. - ¡¡Socorro, Brett!!!.- Como si mis gritos lo excitasen, el licántropo lamió la sangre que aún seguía corriendo por mi cabeza. El golpe que me había dado, había sido mucho más preocupante de lo que parecía, pero ahora sólo podía suplicar porque el dolor parase. Estaba a punto de romper mis huesos, y sólo podía gritar.
Como una muñeca, fui alzada en el aire, sacudida de un lado a otro, para que pudiera soltar su agarre. Grité con fuerza, y con desesperación, concentré mi poder y ataqué. De mis manos salió un rayo de luz blanquecina, y sólo pude pensar en un único hechizo. Cuando el lobo gruñó con los ojos cerrados, cegados por la luz, su garra bajó, dejando que su peso se apoyase sobre la garra que tenía atrapada entre mis costillas. - ¡¡AAAhhhh!!!!!- El "crak" que escuché, me mareó, y una arcada ascendió, haciendo que vomitase, sobre mi propio pelo, al intentar doblar hacia un lado la cabeza. Estaba a punto de desfallecer, no sabía si quiera cómo había aguantado tanto, pero un alivio tenue, me embargó cuando su garra se liberó de las costillas que se habían fracturado.
Estaba acostada sobre la arena, con pelo revuelto y manchado con el hedor de mi vómito. La sangre se mezclaba con la arena, abandonando mi cuerpo y dejando que mi piel pareciese mucho más blanquecina de lo que era. Aunque me dolió, giré mi cabeza hacia el rostro del licántropo, que bajaba para lamer la sangre de mi herida.- Perdóname Brett...- le susurré cuando una de mis manos tocó, con un temblor enfermizo, el pelaje de su rostro. Tiré del pelo, obligándolo a mirarme. Cuando sus ojos se cernieron sobre los míos. Envié el poco poder que me quedaba sobre él. Haciendo lo único que mi débil mente recordar como defensa. Murmuré un hechizo, uno muy viejo. Tanto, que tenía casi más de mil años, lo había leído en los libros del fundador de mi familia. Era peligroso, porque afectaba al brujo, hasta el punto de perder su poder. Pero prefería ser una humana, que una bruja muerta.
Dejé que mi poder fluyera hasta el interior de la bestia, dejando que rodease el corazón indomable, y se atase a él. El lazo sería irrompible, crearía la unión más perfecta del reino animal. Un lobo, que elegía a su compañera. Una bruja, que encandilaba a su compañero. A partir de ahora, su mundo sería Brett, y para Brett, no habría más mundo que ella. Porque su bestia la amaría, la desearía y a veces, correría el riesgo de que la poseyera. Podía sentir cómo el licántropo se retorcía, pero sus ojos marrones, lo tenían preso. Embrujado. Inmóvil.
Cuando sintió que el licántropo suavizaba sus músculos, y sus ojos se llenaban de ... pasión. Dejó que todo el poder fluyera hasta él. Desgarrándola, dejándola vacía. Era demasiado dolor para soportarlo. Su corazón se detuvo, y exhaló su último aliento, pensando, que hubiera sido hermoso si hubiera podido resistir lo suficiente para sobrevivir.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 415
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Localización : Mansión del Mar
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja (privado)
A pesar de todas las súplicas que le había hecho a mi hermano, él me ignoró. Estaba claro que él no me iba hacer caso y debía buscar otro plan para ir a ayudar a Ruslana. A pesar de eso no podía apartar la mirada del camino que daba hacia la playa. La idea de que en esos momentos Ruslana ya estuviera muerte me helaba la sangre y hacia que mis lágrimas afloraran. Quería ayudarla. Si tan solo pudiera haber distraído al lobo... si no hubiera sido tan cobarde. Las fuertes manos de Ismael me sacaron de mis pensamientos. Me vi arrastrada hasta la puerta de la casa, la cual no sabía como se había abierto. Acabé dentro y con la puerta cerradas en las narices. Grité de frustración. No pensaba quedarme allí esperando a que me llegara una mala noticia, una buena o simplemente viniera el lobo a buscarme.
No podría decir de dónde saqué tantas fuerzas para darme la vuelta y salir corriendo por la casa. Una palabra estaba en mi mente: Plata. Debía buscar cualquier cosa de plata con la que pudiera hacer daño aquella bestia. Llegue a uno de los salones, dónde me encontré con el mayordomo. La cara de asombro que tuvo no me sorprendió. Debía tener unas pintas horribles además de parecer realmente desesperada. Busqué a mi alrededor, cualquier cosa de plata y lo vi: Un candelabro. En ese momento me pareció el candelabro más bello del mundo. Lo cogí. Estaba segura que era de plata pero para asegurarme...- ¿Es de plata?- mi voz sonó rasposa debido a todo lo que había llorado con anterioridad. El mayordomo, aún sorprendido, solo asintió. Lo agarré y me dispuse a salir corriendo pero aquel hombre se puso en la puerta. ¿De verdad pensaría que iba a robarle? No, él ya me conocía de sobra para saber que yo no era una ladrona. Vi la curiosidad en sus ojos.- Rus...peligro...- no era el momento para darle largas explicaciones. El hombre se apartó.
Salí corriendo hacia la puerta de la mansión, la cual crucé velozmente. Tenía que llegar a la playa, solo esperaba que mi hermano ya estuviera allí y que hubiera podido detener al lobo. Corrí y corrí, ignorando el dolor que sentía mis piernas por las otras veces que las había llevado al límite, sólo tenía que llegar hasta ellos. Si al menos veía lo que pasaba sería todo mejor y si al final Rus muriera, o incluso mi hermano muriera, al menos me sentiría en paz por no haberme quedado en la mansión llorando.
No podría decir de dónde saqué tantas fuerzas para darme la vuelta y salir corriendo por la casa. Una palabra estaba en mi mente: Plata. Debía buscar cualquier cosa de plata con la que pudiera hacer daño aquella bestia. Llegue a uno de los salones, dónde me encontré con el mayordomo. La cara de asombro que tuvo no me sorprendió. Debía tener unas pintas horribles además de parecer realmente desesperada. Busqué a mi alrededor, cualquier cosa de plata y lo vi: Un candelabro. En ese momento me pareció el candelabro más bello del mundo. Lo cogí. Estaba segura que era de plata pero para asegurarme...- ¿Es de plata?- mi voz sonó rasposa debido a todo lo que había llorado con anterioridad. El mayordomo, aún sorprendido, solo asintió. Lo agarré y me dispuse a salir corriendo pero aquel hombre se puso en la puerta. ¿De verdad pensaría que iba a robarle? No, él ya me conocía de sobra para saber que yo no era una ladrona. Vi la curiosidad en sus ojos.- Rus...peligro...- no era el momento para darle largas explicaciones. El hombre se apartó.
Salí corriendo hacia la puerta de la mansión, la cual crucé velozmente. Tenía que llegar a la playa, solo esperaba que mi hermano ya estuviera allí y que hubiera podido detener al lobo. Corrí y corrí, ignorando el dolor que sentía mis piernas por las otras veces que las había llevado al límite, sólo tenía que llegar hasta ellos. Si al menos veía lo que pasaba sería todo mejor y si al final Rus muriera, o incluso mi hermano muriera, al menos me sentiría en paz por no haberme quedado en la mansión llorando.
Zafiro Gómez- Gitano
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Fecha de inscripción : 07/10/2012
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