AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La trampa del lobo |Privado|
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La trampa del lobo |Privado|
Hay que recordar que el diablo tienes sus milagros, también
Juan Calvino
Juan Calvino
Empuño la mano y los huesos de sus dedos tronaron uno a uno; Astor se encontraba ansioso pues no había cosa mejor que cazar a uno de su raza, bueno follarse a alguna mujer lo era pero cuando se enfocaba en nada más que sus misiones no existía nada, solo su presa y él - aunque considerando que su presa de esa noche era una mujer, todo podía pasar -.
Las estrellas brillaban en el cielo carente de la luna, ese maldito astro que le dominaba continuamente volviendo una bestia; pero lo mejor era que no la hubiese, pues ella no debía presenciar lo que estaba a punto de ocurrir entre dos de sus hijos.
3 semanas atras
Estados Pontificios
Caminaba con lentitud, estaba pensando en como eliminar a la licántropo de la que había exuchado esta vez.
La tarea era sumamente complicada según él espía que le brindo la información. La mujer no parecía ser un hueso duro de roer, pero aún no aparecía uno que él fuera incapaz de quebrar; ya habían surgido problemas con ella al parecer pero nadie aún había podido atraparla.
- Perra ingenua - se rió para si mismo, porque la licantropo nunca se había enfrentado a alguien como él.
Para el inquisidor eso de que no hubiera generado muchos problemas la volvía acreedora de una muerte veloz, pensaba justamente en cual sería el método más rápido cuando choco.
- Estúpido, mira por donde vas -
Reprendió con voz fuerte a quien se encontraba frente a él, pues su creencia en su perfección no le hacía merecedor a un reclamo.
- Astor, tan impaciente e inaccesible como siempre -
Le respondió negando aquel espía con quien se estrello.
El hombre era un licántropo de la facción de los condenados justo como él, solo que este era espía; algunas veces lo soportaba y otras no, pues detestaba esa humanidad que poseía aún al igual que la capacidad de interactuar con otros de la que él carecía.
- ¿Vienes a traer nuevo encargo? -
Comenzó a reír mientras el otro solo asentía.
- Yo he venido por mi siguiente presa… y adivina; me ha tocado ir tras una de las nuestras -
- ¿Nombre? -
Solían preguntarse siempre lo mismo, y Astor siempre respondía pues información extra nunca estaba mal.
- Gianella Massone, esa a quien nadie ha podido atrapar aún pero veremos si puedo divertirme con ella lo suficiente -
-… Yo puedo ofrecerte información de ella si es que lo deseas porque he oido que es todo un reto -
Se había hecho un ligero silencio incomodo pero al parecer las cosas continuaban bien así que ignoro el repentino silencio. Cuando escucho su propuesta movió la mano para indicar que prosiguiera. Todos conocían que Astor adoraba los retos.
- Dime...-
Actualidad
París
París
- Ven lobita, ven hasta mi -
Sus gustos en presas era bien conocidos por eso a él siempre le platicaban de aquellos o aquellas que simbolizaran un verdadero problema para los demás. Estaba ansioso porque jamás se podían comparar las presas comunes con sobrenaturales como aquella que logro escapar de la inquisición y que era sumamente temida; pero a fin de cuentas era una mujer y los que habian intentado derrotarla no eran más que estúpidos y fracasados.
Según la información que obtuvo de otros sitios y espías; ella era una luchadora, una mujer fuerte que no cedía fácil, de esas que mordían y con fuerza justo como le gustaban.
Astor tenía ya buen rato en la ubicación en la que estaba, sabía que esa noche ella paraeceria ahi, la salvadora de los pobres y desvalidos. ¿Cómo lo sabía? Solo necesito de un poco de fuerza, algunos dedos rotos y una chica que vivía en la casa de acogida en la que pensaba mantener seguros a los devalidos fue a transmitir su mensaje, una cita cordial a la que no podría rechazar pues aunque una chica había escapado, otra estaba bajo su poder. Era cuestión de tiempo para que su nueva presa apareciera por el camino y dar inicio a la diversión. Lo único que pedía era que al momento de matarla le dieran los honores; haría todo lo posible porque fuera de esa manera aquella captura sería de lo mejor porque simbolizaría un gran avance para la inquisición.
Giro su cuello para que este tronara, ignorando los llantos de la chica que estaba sentada en el suelo; era tan molesta que en más de una ocasión penso en retorcele el cuello, pero si efectuaba sus deseos ya no le serviria para nada.
Suspiró y miró a la chica.
- Callate si no quieres que te mate justo ahora y muerta no me sirves para nada - entonces un sonido proviniente de la oscuridad le anunció que el espectaculo estaba por iniciar
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
- Gianella, es una trampa. Déjame ir contigo. – Le insistía por tercera vez. Jeanne no había querido inmiscuirse en el asunto, lo que era una puerta abierta que la aludida no quiso –y no podía tampoco hacerlo- desaprovechar.
- No, no voy a arriesgar tu seguridad, Léa. Debes quedarte aquí por si algo sucede. – Replicó con controlada ansiedad que se reflejaba en su voz. Tenía que partir, y ya. – Y por supuesto que sé que es una trampa, ¿Por quién me tomas? Sabes que por ustedes iría de cabeza a un precipicio. Y Lucía me necesita en ese precipicio. –Arremetió con seguridad, sabiendo que sus palabras eran suficientes para convencerla, o de al menos tranquilizarla.
- Pero…
- El desgraciado que le rompió la mano a Lucía me quiere sólo a mí. Y voy a darle lo que quiere…con intereses. – Pareció gruñirlo más que decirlo, pero eso fue suficiente para que la última persona que parecía obstruirle el camino finalmente cediera.
- Suspiró resignada, pero luego sonrió. – Patea bien su trasero. Cuídate, y no te sobreesfuerces.
- Claro. Cuida a Lenna por mí.
Tras largos minutos de incesante carrera y ágiles saltos entre los árboles, constató que sus objetivos no estaban lejos, manteniendo siempre la atención y el sigilo máximo para cada movimiento asegurándose a medida que pasaban los metros que nadie más iba a convertirse en su potencial enemigo. Y si llegara a haberlo, pobre de él, porque experimentaría más que un simple infierno con la Loba que actuaba como Leona por sus protegidos. Por eso recordó a Lenna y cómo había llegado en medio de gritos de dolor y un llanto que pudo haberle desgarrado fácilmente el pecho si la intensidad se hubiera medido en fuerza física. Su pánico le hizo poder hablar recién en casi veinte minutos después que llegó, pudiendo hilar a duras penas las palabras que ahora tenían a la Milanesa aterrizando e impulsándose nuevamente hacia adelante, decidida y envalentonada por la promesa que les había hecho a todos, de que iba a hacer Justicia a como diera lugar. SU Justicia.
Despejó sus pensamientos cuando percibió a lo lejos dos figuras. A juzgar por el aura que tenía de ellas, seguramente su presencia había sido notada. No había caso entonces en ser sigiloso, aparentemente. Y mucho menos con las palabras que le hicieron hervir la sangre, haciéndole coger una rama pequeña pero afilada que lanzó directo al punto ciego de su oponente como distractor, para aprovechar de juzgar sus habilidades mientras en una exhalación cogía en brazos a la persona que buscaba en primer lugar, apartándose unos diez metros sólo en esa maniobra, quedando de frente.
- ¡G-Gia!
- ¿Estás bien?
- S-sí…sólo…algo asustada…-dijo mientras su salvadora le ayudaba a ponerse de pie-
- Ve y escóndete, iré por ti cuando termine con este trámite. – Dijo seria, denigrando indirectamente a su oponente a quien pasó a mirar cuando la chica se perdió entre los arbustos cercanos. – Vaya…tienes dos bolas ahí abajo pero no tienes los cojones para desafiarme sin tomar rehenes, ¿eh? – Filosa como siempre, dispuesta como nunca a una batalla contra uno de su propia especie, como había podido reconocer por aroma y aura – Identifícate, para grabártelo en la placa en la que descansará tu cabeza. – Hizo tronar sus dedos sólo con un movimiento, analizándole ropas y posible armamento, el cual no se veía al menos a simple vista. - *No subestimes…eso pasó la cuenta antes. Pero ya no. Ya no más.*
- No, no voy a arriesgar tu seguridad, Léa. Debes quedarte aquí por si algo sucede. – Replicó con controlada ansiedad que se reflejaba en su voz. Tenía que partir, y ya. – Y por supuesto que sé que es una trampa, ¿Por quién me tomas? Sabes que por ustedes iría de cabeza a un precipicio. Y Lucía me necesita en ese precipicio. –Arremetió con seguridad, sabiendo que sus palabras eran suficientes para convencerla, o de al menos tranquilizarla.
- Pero…
- El desgraciado que le rompió la mano a Lucía me quiere sólo a mí. Y voy a darle lo que quiere…con intereses. – Pareció gruñirlo más que decirlo, pero eso fue suficiente para que la última persona que parecía obstruirle el camino finalmente cediera.
- Suspiró resignada, pero luego sonrió. – Patea bien su trasero. Cuídate, y no te sobreesfuerces.
- Claro. Cuida a Lenna por mí.
Tras largos minutos de incesante carrera y ágiles saltos entre los árboles, constató que sus objetivos no estaban lejos, manteniendo siempre la atención y el sigilo máximo para cada movimiento asegurándose a medida que pasaban los metros que nadie más iba a convertirse en su potencial enemigo. Y si llegara a haberlo, pobre de él, porque experimentaría más que un simple infierno con la Loba que actuaba como Leona por sus protegidos. Por eso recordó a Lenna y cómo había llegado en medio de gritos de dolor y un llanto que pudo haberle desgarrado fácilmente el pecho si la intensidad se hubiera medido en fuerza física. Su pánico le hizo poder hablar recién en casi veinte minutos después que llegó, pudiendo hilar a duras penas las palabras que ahora tenían a la Milanesa aterrizando e impulsándose nuevamente hacia adelante, decidida y envalentonada por la promesa que les había hecho a todos, de que iba a hacer Justicia a como diera lugar. SU Justicia.
Despejó sus pensamientos cuando percibió a lo lejos dos figuras. A juzgar por el aura que tenía de ellas, seguramente su presencia había sido notada. No había caso entonces en ser sigiloso, aparentemente. Y mucho menos con las palabras que le hicieron hervir la sangre, haciéndole coger una rama pequeña pero afilada que lanzó directo al punto ciego de su oponente como distractor, para aprovechar de juzgar sus habilidades mientras en una exhalación cogía en brazos a la persona que buscaba en primer lugar, apartándose unos diez metros sólo en esa maniobra, quedando de frente.
- ¡G-Gia!
- ¿Estás bien?
- S-sí…sólo…algo asustada…-dijo mientras su salvadora le ayudaba a ponerse de pie-
- Ve y escóndete, iré por ti cuando termine con este trámite. – Dijo seria, denigrando indirectamente a su oponente a quien pasó a mirar cuando la chica se perdió entre los arbustos cercanos. – Vaya…tienes dos bolas ahí abajo pero no tienes los cojones para desafiarme sin tomar rehenes, ¿eh? – Filosa como siempre, dispuesta como nunca a una batalla contra uno de su propia especie, como había podido reconocer por aroma y aura – Identifícate, para grabártelo en la placa en la que descansará tu cabeza. – Hizo tronar sus dedos sólo con un movimiento, analizándole ropas y posible armamento, el cual no se veía al menos a simple vista. - *No subestimes…eso pasó la cuenta antes. Pero ya no. Ya no más.*
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
…Pero los detalles no cambiarían absolutamente nada…
BioShock Infinite
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- Ya vienen por ti bonita - le sonrío a la chica temblaba de temor en su rincón. La carnada había surtido el efecto deseado y nada podía pintar mejor - así que deja de llorar que si luces fea te dejaran conmigo y si intento arreglarte… las cosas no saldran bien - una sonrisa burlona nació en sus labios antes de poder percibir algo a lo que se movió con velocidad solo para después notar como la loba aquella se alejaba con la chica herida.
Viendo a esa mujer cuidar a una desvalida como aquella le provocaba gracia, ¿era esa la terrible Gianella? una mujer más vulnerable que cualquier otro a quien Astor alguna vez hubiera tenido que enfrentar; le parecía increíble como otros inquisidores habían sido tan estúpidos como para no ver las cosas que podía notar. Para derrotar a una mujer como aquella solo debía darle donde más le dolía y una parte de eso estaba justamente a su lado… asustada.
Soltó una risotada al escuchar aquella peculiar ofensa y decidió que ese no era el momento indicado para usar debilidades.
- De hecho tome rehenes porque la cobarde que no vendría si no tenia el incentivo adecuado serías tu y que mejor que tomar a jóvenes bellas para eso - se miro la mano derecha de manera despreocupada - lo único malo de las bellas es que son tan… frágiles - sonrío mientras observaba a la loba.
Dio unos pasos al frente acercando toda su bestialidad a donde la peligrosa mujer se encontraba; se encontraba seguro de que ganaría fácil pero sobre todo de que se divertida bastante. Incluso estaba comenzando a pensar que después de encargarse de la loba debería ir a hacer una visita de cortesía a las chicas que le habían llevado a tan buena presa.
- No tengo porque darte mi nombre… es más no se da la gana darlo… Gianella Massone - alargo cada letra y las acaricio con burla mientras la mirada ajena viajaba de vez en cuando a otras partes de su cuerpo. Sabía lo que ella estaba haciendo, buscaba armas pero para su fortuna Astor era de los que preferían las cosas cuerpo a cuerpo; claro que existían ocasiones en las que le era necesario llevar alguna clase de arma en especial pero evitaba eso a toda costa.
- Que loba, te esta gustando lo que ves - de sobra sabía que no era eso pero no podía perder oportunidad alguna para hacer las cosas a su modo - porque lamento informarte que no perdono fácil a aquellas que me ofenden aunque contigo estoy dispuesto a hacer una excepción pero para eso necesito algo a cambio - dio otros pasos acortando cada vez más la distancia entre ambos hijos de la luna; se estaba confiando cada vez más ante la presencia ajena, tan normal en él sentirse el depredador mayor, tanto como para que no existiera alguno que se atreviera a enfrentarle - Hazme las cosas más sencillas, que veo que esto - llevó la mano al frente y le hizo viajar de Gianella a él - no tiene sentido y me encargaron que te llevara viva… o lo más viva que se pudiera.
Si las bestias iba a detenerse ese era el momento preciso, que cada una siguiera su curso como si jamás se hubieran encontrado o siquiera oído del otro, lo único malo de ese plan en el que no existía batalla alguna es que ni en mil años habría podido darse, al menos no entre esos licantropos.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Como Gianella esperaba, la rama fue esquivada sin mayores problemas. Un humano común no hubiera sido capaz de evadir semejante lanzamiento tan preciso y silente, pero para los sobrenaturales era como un cuchillo que silbaba ligeramente en el viento, lo suficientemente ligero para incluso noquearles en algunos casos, como había experimentado con una pila de vampiros a su haber.
Aborreció su verborrea prefiriendo prestarle más atención a los pasos de Lucía alejarse, sabiendo de sobra que aquel desalmado sin nombre también lo sabría, y que quizás podía usarlo a su favor. No lo iba a permitir, por supuesto. Alzó las cejas y fingió estar aburrida exagerando un bostezo cuyo aire sirvió para calentar más sus nudillos zurdos, para así limpiárselos con la camisa en un claro gesto despectivo hacia quien parecía demasiado confiado en sus habilidades.
- Se nota que a tu cerebro y al de tus amigos le faltan varias neuronas – Dijo colocando sus manos en su cintura, mirándole a los ojos altiva, con la tranquilidad y la confianza que le daba el haber estado en situaciones similares y peores a esta y haber salido airosa de todas ellas – porque no tienen idea de con quién se han metido. – La mirada se hizo notablemente más seria, y los puños se apretaron tensando la musculatura – Ya tengo el incentivo suficiente para romperte todos los huesos, así que…lo que menos tendrás de mí es una pelea fácil, maldita escoria.
Dicho eso, la pierna izquierda se fue atrás a la par que la derecha hacia adelante, repitiendo una vez más aquella posición temida por tantos. – Y si tanto quieres llevarme contigo…- Un par de pasos bastaron para impulsarse hacia su enemigo de turno, con sus puños ardiendo deseosos de contienda - ¡Tendrás que matarme! – gritó conectando una serie de golpes sin resistencia por parte del hombre, lo que le hizo creer que simplemente le estaba probando…o se burlaba de ella abiertamente - ¡Maldito! – Rugió a la par que asestaba un feroz uppercut en el mentón ajeno, retrocediendo hasta quedar a la misma distancia que en un principio, observando cómo su blanco no parecía muy afectado por sus golpes con permanente desagrado. Y emoción.
Aborreció su verborrea prefiriendo prestarle más atención a los pasos de Lucía alejarse, sabiendo de sobra que aquel desalmado sin nombre también lo sabría, y que quizás podía usarlo a su favor. No lo iba a permitir, por supuesto. Alzó las cejas y fingió estar aburrida exagerando un bostezo cuyo aire sirvió para calentar más sus nudillos zurdos, para así limpiárselos con la camisa en un claro gesto despectivo hacia quien parecía demasiado confiado en sus habilidades.
- Se nota que a tu cerebro y al de tus amigos le faltan varias neuronas – Dijo colocando sus manos en su cintura, mirándole a los ojos altiva, con la tranquilidad y la confianza que le daba el haber estado en situaciones similares y peores a esta y haber salido airosa de todas ellas – porque no tienen idea de con quién se han metido. – La mirada se hizo notablemente más seria, y los puños se apretaron tensando la musculatura – Ya tengo el incentivo suficiente para romperte todos los huesos, así que…lo que menos tendrás de mí es una pelea fácil, maldita escoria.
Dicho eso, la pierna izquierda se fue atrás a la par que la derecha hacia adelante, repitiendo una vez más aquella posición temida por tantos. – Y si tanto quieres llevarme contigo…- Un par de pasos bastaron para impulsarse hacia su enemigo de turno, con sus puños ardiendo deseosos de contienda - ¡Tendrás que matarme! – gritó conectando una serie de golpes sin resistencia por parte del hombre, lo que le hizo creer que simplemente le estaba probando…o se burlaba de ella abiertamente - ¡Maldito! – Rugió a la par que asestaba un feroz uppercut en el mentón ajeno, retrocediendo hasta quedar a la misma distancia que en un principio, observando cómo su blanco no parecía muy afectado por sus golpes con permanente desagrado. Y emoción.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Cuanta confianza en una sola e ilusa mujer, por un mero instante Gianella le hizo pensar en si mismo, con un motivo más puro quizás pero finalmente muy parecida a él por más que dicha verdad les pesara a ambos. Como siempre decidió ignorar las cosas que no le agradaban así que solo pensó en reír de su aparente desinterés por las cosas que él decía, que era mejor que aceptar que en lo profundo de ambos les unía una naturaleza muy similar independientemente de los lobos que llevaban dentro.
No cabía en su mente la menor duda de que por haber derrotado a tantos otros inquisidores y salir librada de la inquisición, la loba se sentía aparentemente superior... O tal vez solo intentaba ver que tanto podía molestarlo como para que el se viera en la necesidad de atacarla con todo lo que tenia, finalmente daba lo mismo que la llevara muerta ¿No?
Su estrepitosa risa hizo acto presencia entre ellos cuando los inquisidores pasado fueron mencionados. ¿Amigos? Que buenos chistes decía la loba.
- No te equivoques esos imbéciles no son mis amigos y tampoco me creas tan inútil e inservible como ellos... Yo soy mucho mejor que todos así que cuida esa boquita - Astor hizo un rápido movimiento con su cabeza al tiempo que soltaba un mordisco al viento; le parecía emocionante tener que lidiar con esa mujer, y quien sabe que clase de cosas podían llegar a su mente durante la batalla que estaba por desencadenarse - Y así como dices que no sé con quien me meto... Tu tampoco lo sabes, por lo que estamos en "igualdad" - hizo un énfasis de duda en su ultima palabra; dudaba mucho de las capacidades ajenas.
Observo con detalle la manera en la que la fémina se colocaba justo antes de lanzarse en su contra. El cuerpo del hombre recibía los golpes y aunque el sonido de los impactos hubiera alertado a cualquiera por la intensidad, para él la cosas no parecía mas que un juego de infantes. Analizaba los movimientos ajenos y solo podía pensar... Impulsiva y estúpida.
Una vez que la mujer volvió a la distancia en la que se encontraba antes del ataque, la miro con una sonrisa en el rostro y lanzando un escupitajo al suelo se llevo la mano al mentón.
- Buenos golpes aunque... No dejas de tener la fuerza de una mujer - Y en esta ocasión el que se movió fue el soltando un puñetazo al rostro de la loba como mera distracción solo para que al ver que la mirada ajena se enfocaba en su puño; planto un pie y con impulso que llevaba soltó una patada al costado de Gianella.
Aunque el también actuaba mas por instinto e impulso que nada, creía que no era tanto como la mujer pues al menos él había aguardado para ver a su oponente en acción un poco y si bien tampoco admitiría, Gianella era bastante buena aunque impulsiva, se notaba en sus movimientos.
No cabía en su mente la menor duda de que por haber derrotado a tantos otros inquisidores y salir librada de la inquisición, la loba se sentía aparentemente superior... O tal vez solo intentaba ver que tanto podía molestarlo como para que el se viera en la necesidad de atacarla con todo lo que tenia, finalmente daba lo mismo que la llevara muerta ¿No?
Su estrepitosa risa hizo acto presencia entre ellos cuando los inquisidores pasado fueron mencionados. ¿Amigos? Que buenos chistes decía la loba.
- No te equivoques esos imbéciles no son mis amigos y tampoco me creas tan inútil e inservible como ellos... Yo soy mucho mejor que todos así que cuida esa boquita - Astor hizo un rápido movimiento con su cabeza al tiempo que soltaba un mordisco al viento; le parecía emocionante tener que lidiar con esa mujer, y quien sabe que clase de cosas podían llegar a su mente durante la batalla que estaba por desencadenarse - Y así como dices que no sé con quien me meto... Tu tampoco lo sabes, por lo que estamos en "igualdad" - hizo un énfasis de duda en su ultima palabra; dudaba mucho de las capacidades ajenas.
Observo con detalle la manera en la que la fémina se colocaba justo antes de lanzarse en su contra. El cuerpo del hombre recibía los golpes y aunque el sonido de los impactos hubiera alertado a cualquiera por la intensidad, para él la cosas no parecía mas que un juego de infantes. Analizaba los movimientos ajenos y solo podía pensar... Impulsiva y estúpida.
Una vez que la mujer volvió a la distancia en la que se encontraba antes del ataque, la miro con una sonrisa en el rostro y lanzando un escupitajo al suelo se llevo la mano al mentón.
- Buenos golpes aunque... No dejas de tener la fuerza de una mujer - Y en esta ocasión el que se movió fue el soltando un puñetazo al rostro de la loba como mera distracción solo para que al ver que la mirada ajena se enfocaba en su puño; planto un pie y con impulso que llevaba soltó una patada al costado de Gianella.
Aunque el también actuaba mas por instinto e impulso que nada, creía que no era tanto como la mujer pues al menos él había aguardado para ver a su oponente en acción un poco y si bien tampoco admitiría, Gianella era bastante buena aunque impulsiva, se notaba en sus movimientos.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Tal y como su intuición le decía en su cabeza, aquellos golpes no habían servido de nada aparte de que su fuerza promedio fuera medida – y totalmente denigrada- por aquel hombre. ¡Cómo odiaba esa arrogancia! Por ropas y actitud parecía ser de clase alta, y más encima compartía con él aquella maldición, además de ser parte de la Inquisición. ¿Acaso era un regalo de Dominique caído del cielo para que tuviera a alguien con el que entretenerse después de todo lo sucedido con la Hermandad del Dragón Azul? Aunque fuera bizarro el pensarlo, realmente lo parecía, y era un tanto nostálgico. Hace tiempo que no tenía a alguien a quien odiar tanto, o a alguien con tantas ganas de desfigurarle el rostro a puñetazos.
No tuvo tiempo a responderle a ese claro insulto machista; – más común en la época que las enaguas y los sombreros de copa – sólo a mover su cuerpo a un lado para evitar el puñetazo. Y cuando se dio cuenta que eso era una distracción, sólo pudo interponer su brazo para bloquear el golpe, percibiendo con molestia y un poco de dolor cómo llegaba a derrapar en la tierra por el impacto absorbido. – Fuerza bruta, tan propio de los hombres…- Dijo seria, sacando fuerzas para poder apartar la pierna y dejar al licántropo en una posición ligeramente desventajosa para un esquive o un bloqueo - ¡¡Pero no exclusivo!! – Gritó mientras lanzaba una patada en barrida directa al tobillo de él. Si lograba al menos dañarle los tendones, la ventaja poco a poco se iría a su lado…
…o eso era lo que pensaba, ya que aquel hombre hizo gala de una pulida agilidad y evitó el impacto con una pirueta, retrocediendo hasta quedar a un par de metros de distancia. La italiana se incorporó y no pudo evitar posar la otra mano sobre su brazo, frotando ésta contra su piel.- *Se suponía que no ibas a subestimar de nuevo a tus enemigos, Gianella…* Tch….- Volvió a ponerse en posición de combate, sin decir nada esta vez. Estaba seria y concentrada.
No tuvo tiempo a responderle a ese claro insulto machista; – más común en la época que las enaguas y los sombreros de copa – sólo a mover su cuerpo a un lado para evitar el puñetazo. Y cuando se dio cuenta que eso era una distracción, sólo pudo interponer su brazo para bloquear el golpe, percibiendo con molestia y un poco de dolor cómo llegaba a derrapar en la tierra por el impacto absorbido. – Fuerza bruta, tan propio de los hombres…- Dijo seria, sacando fuerzas para poder apartar la pierna y dejar al licántropo en una posición ligeramente desventajosa para un esquive o un bloqueo - ¡¡Pero no exclusivo!! – Gritó mientras lanzaba una patada en barrida directa al tobillo de él. Si lograba al menos dañarle los tendones, la ventaja poco a poco se iría a su lado…
…o eso era lo que pensaba, ya que aquel hombre hizo gala de una pulida agilidad y evitó el impacto con una pirueta, retrocediendo hasta quedar a un par de metros de distancia. La italiana se incorporó y no pudo evitar posar la otra mano sobre su brazo, frotando ésta contra su piel.- *Se suponía que no ibas a subestimar de nuevo a tus enemigos, Gianella…* Tch….- Volvió a ponerse en posición de combate, sin decir nada esta vez. Estaba seria y concentrada.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Le resultaba tan divertido ver las caras de molestia de la loba que pensaba que sería capaz de pasarse toda la noche diciendo cosas solo para hacerla rabiar. Ese acto era completamente infantil pero quien decía que no podía divertirse como un infante de vez en cuando.
- Que lista - sonrió al ver que había cubierto perfectamente su cuerpo y se había percatado a la perfección de la orientación que estaba dandole a sus movimientos, pocos hombres podían hacer eso y aunque se negara a admitirlo ella le había sorprendido al lograr reconocer sus movimientos. Cada palabra que salía de los labios ajenos más que una ofensa le resultaba un cumplido.
Apenas en un segundo que se quedo en desventaja le fue suficiente a la mujer para intentar un movimiento en su contra; debía ser tan ingenua al pensar que las formas normales de pelea servirían contra alguien como él que justo al igual que ella ya había peleado con un sin numero de enemigos ya fuera por trabajo o solo por mera diversión.
Unas vez que de nuevo se noto lo suficientemente lejos para moverse libremente la miro.
- De verdad que pensé que la gran Gianella sería algo mejor pero comparada con el montón de licántropos con quienes he tenido que enfrentarme antes eres solo una más del montón... que decepción contigo pero bueno en cuanto más rápido terminemos menos molestias para mi - y de nuevo atacó ayudado con el impulso de su cuerpo soltó un puñetazo que fue ágilmente esquivado por la loba quien al notar la posición poco favorable del inquisidor le dio un rodillazo en el mentón provocando que Astor caminara hacía atrás. La concentración de ambos ahora parecía estar entrando en una seriedad digna de cualquier celebración religiosa devotamente seguida por los creyentes.
Sin esperar mucho más se dirigió en dirección a ella caminando lentamente sin que esa sonrisa tan peculiar y única desapareciera en algún momento de su rostro, si bien la loba había golpeado más sabía que su fuerza compensaría eso.
- Que lista - sonrió al ver que había cubierto perfectamente su cuerpo y se había percatado a la perfección de la orientación que estaba dandole a sus movimientos, pocos hombres podían hacer eso y aunque se negara a admitirlo ella le había sorprendido al lograr reconocer sus movimientos. Cada palabra que salía de los labios ajenos más que una ofensa le resultaba un cumplido.
Apenas en un segundo que se quedo en desventaja le fue suficiente a la mujer para intentar un movimiento en su contra; debía ser tan ingenua al pensar que las formas normales de pelea servirían contra alguien como él que justo al igual que ella ya había peleado con un sin numero de enemigos ya fuera por trabajo o solo por mera diversión.
Unas vez que de nuevo se noto lo suficientemente lejos para moverse libremente la miro.
- De verdad que pensé que la gran Gianella sería algo mejor pero comparada con el montón de licántropos con quienes he tenido que enfrentarme antes eres solo una más del montón... que decepción contigo pero bueno en cuanto más rápido terminemos menos molestias para mi - y de nuevo atacó ayudado con el impulso de su cuerpo soltó un puñetazo que fue ágilmente esquivado por la loba quien al notar la posición poco favorable del inquisidor le dio un rodillazo en el mentón provocando que Astor caminara hacía atrás. La concentración de ambos ahora parecía estar entrando en una seriedad digna de cualquier celebración religiosa devotamente seguida por los creyentes.
Sin esperar mucho más se dirigió en dirección a ella caminando lentamente sin que esa sonrisa tan peculiar y única desapareciera en algún momento de su rostro, si bien la loba había golpeado más sabía que su fuerza compensaría eso.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Desde su enfrentamiento con Fei que no sentía tal nivel de dificultad, adrenalina y emoción combinadas. Antes había tenido que lidiar con la agilidad y la precisión suiza de la cambiaformas, pero ahora el desafío era otro: una fuerza bruta y resistencia que calculaba como incluso superiores a las suyas, sin contar la velocidad y la agilidad que aquel licántropo poseía. No por nada era parte de la Inquisición: estaba bien entrenado como un perro, tal y como se decía la italiana en su mente.
Esquivó un enésimo golpe dando un salto hacia atrás, quedando con las manos cubiertas de tierra y polvo por el derrape posterior y la posición en cuclillas en la que quedó. La referencia a una bestia pronta a atacar era evidente en su mirada, incluso sin tener aún la vista amarilla brillante que intimidaba a tantos y fascinaba a otros, aunque al hombre que tenía en frente no parecía producirle ningún efecto, lo que era esperable de alguien como él. – Lo mismo digo…- se limitó a responder devolviendo las injurias, y afirmó su posición defensiva cuando lo vio venir, esquivando su serie de golpes hasta que se le presentó una riesgosa apertura.
Con un gruñido de lucha se impulsó en un salto, y el sonido del crujido del mentón barbudo siendo impactado por su rodilla le produjo un cosquilleo interno que casi podía asemejarse a excitación sexual, la que disminuyó ligeramente de su peak cuando se separaron; ella retrocediendo con un esprint, él recuperando el equilibrio que pareció perturbado con aquel golpe. No parecía haber hecho mucho, y por eso reprimió esos deseos inconscientes de “celebrar” lo que había sucedido; además de la sonrisa con la que se dirigía hacia ella. – Tch… - resopló y empuñó más fuerte sus manos, dispuesta a replicar el crujido del mentón en otras partes de su cuerpo.- Te voy a borrar esa sonrisa del rostro… - Y dicho esto, su cuerpo pareció moverse como una pluma junto con su voluntad, aunque sus puñetazos distaban mucho de parecer una.
Tal y como si hubiera estado trabajando un metal, los martillazos se sucedieron uno tras otro en aquel cuerpo que parecía de acero, combinando movimientos de su creación y otros aprendidos de su osezno camarada. Sin embargo, la Loba Milanesa estaba lejos de estar conforme con ese desempeño. De hecho, por dentro estaba inquieta, y mucho. - *No cabe ninguna duda…se está dejando golpear…pero…¿Por qué?...¿Estará midiendo mi fuer—
La brutal sacudida que recibió su cuerpo no le permitió volver a pensar por varios segundos. Se levantó, pero una sensación de aturdimiento generalizado hizo que el proceso fuera mucho más difícil de lo que debía ser. Por acto reflejo movió la mandíbula, y su mano y su mirada se fueron de inmediato a la mejilla izquierda. - *Maldito…* - reclamó mentalmente, y antes de siquiera poder volver a centrarse, sintió su aroma y su presencia a menos de dos metros al frente. Su tiempo de reacción fue mínimo…
Esquivó un enésimo golpe dando un salto hacia atrás, quedando con las manos cubiertas de tierra y polvo por el derrape posterior y la posición en cuclillas en la que quedó. La referencia a una bestia pronta a atacar era evidente en su mirada, incluso sin tener aún la vista amarilla brillante que intimidaba a tantos y fascinaba a otros, aunque al hombre que tenía en frente no parecía producirle ningún efecto, lo que era esperable de alguien como él. – Lo mismo digo…- se limitó a responder devolviendo las injurias, y afirmó su posición defensiva cuando lo vio venir, esquivando su serie de golpes hasta que se le presentó una riesgosa apertura.
Con un gruñido de lucha se impulsó en un salto, y el sonido del crujido del mentón barbudo siendo impactado por su rodilla le produjo un cosquilleo interno que casi podía asemejarse a excitación sexual, la que disminuyó ligeramente de su peak cuando se separaron; ella retrocediendo con un esprint, él recuperando el equilibrio que pareció perturbado con aquel golpe. No parecía haber hecho mucho, y por eso reprimió esos deseos inconscientes de “celebrar” lo que había sucedido; además de la sonrisa con la que se dirigía hacia ella. – Tch… - resopló y empuñó más fuerte sus manos, dispuesta a replicar el crujido del mentón en otras partes de su cuerpo.- Te voy a borrar esa sonrisa del rostro… - Y dicho esto, su cuerpo pareció moverse como una pluma junto con su voluntad, aunque sus puñetazos distaban mucho de parecer una.
Tal y como si hubiera estado trabajando un metal, los martillazos se sucedieron uno tras otro en aquel cuerpo que parecía de acero, combinando movimientos de su creación y otros aprendidos de su osezno camarada. Sin embargo, la Loba Milanesa estaba lejos de estar conforme con ese desempeño. De hecho, por dentro estaba inquieta, y mucho. - *No cabe ninguna duda…se está dejando golpear…pero…¿Por qué?...¿Estará midiendo mi fuer—
La brutal sacudida que recibió su cuerpo no le permitió volver a pensar por varios segundos. Se levantó, pero una sensación de aturdimiento generalizado hizo que el proceso fuera mucho más difícil de lo que debía ser. Por acto reflejo movió la mandíbula, y su mano y su mirada se fueron de inmediato a la mejilla izquierda. - *Maldito…* - reclamó mentalmente, y antes de siquiera poder volver a centrarse, sintió su aroma y su presencia a menos de dos metros al frente. Su tiempo de reacción fue mínimo…
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Todo esfuerzo realizado por Gianella parecía no surtir gran efecto, de la misma manera en la que los golpes que hasta ese momento había dado el inquisidor no surtían el efecto esperado, dando muestras de que ambos estaban más que bien entrenados para desarrollar una batalla como aquella que fuera digna para ambos.
Le sonrió a la loba y abrió los brazos, invitando a internar borrar su sonrisa de su rostro, no había planeado moverse en lo absoluto, si no que esperaría los impactos que vinieran por parte de la loba, todos ellos serían recibidos sin resistencia alguna de su parte, de hecho más bien pensaba medir todos y cada uno de esos golpes para poder regresarlos debidamente.
Una sucesión de golpes provino de la presa hasta su cuerpo, su mente comenzó desde el primer golpe a maquillar una estrategia de respuesta ante eso, quizás no fuera la mejor estrategia que pudiera llevar a cabo pero su mente y sus movimientos resultaban mejor cuando simplemente se dejaba guiar por lo que sus instintos le decían que era lo mejor hacer en determinadas situaciones. Con cada nuevo golpe el cuerpo de la mujer se acercaba más y más a él hasta que quedo en la pose justa y entonces dio un puñetazo con fuerza en la mejilla izquierda de la loba; había dado ese golpe con una gran parte de su fuerza para que ella tardara un poco en recuperarse, aunque fueran unos leves segundos esos le serían de suma utilidad para Astor.
En el tiempo que a ella le tomaba recuperarse aprovecho para patear con fuerza su mejilla derecha lo cual hizo que retrocediera un poco pero no lo suficiente como para alejarse de lo que la mente de Astor tenía ya planeado contra ella.
Gianella se movió de nuevo quedando en donde él había esperado, cerca de nuevo como para que su puño izquierdo impactar a en su mentón, su rodilla en el costado derecho y un nuevo puñetazo directo a la mejilla. Confiaba en que estaba efectuando mucho más daño del que ella le había provocado a él pero aún no estaba completamente satisfecho con lo que hacía.
Finalizo al patear directo a su estomago, patada seguida por directa a los pies, haciendo que el cuerpo femenino terminara por caer al suelo. Una vez que la tuvo en el suelo, coloco su rodilla sobre el pecho de ella y dio otro puñetazo, esta vez con la mano derecha, aquella con la que poseía más fuerza.
Sujeto entonces las manos de la loba y mostró su sonrisa burlona.
- Tal parece que atraparte fue más sencillo de lo que esperaba, te has vuelto débil o definitivamente todos a quienes enviaron a atraparte eran unos estúpidos - su mirada estaba fija en el rostro ajeno, aguardando que hiciera algo, que le divirtiera por lo menos más tiempo que otras personas.
Le sonrió a la loba y abrió los brazos, invitando a internar borrar su sonrisa de su rostro, no había planeado moverse en lo absoluto, si no que esperaría los impactos que vinieran por parte de la loba, todos ellos serían recibidos sin resistencia alguna de su parte, de hecho más bien pensaba medir todos y cada uno de esos golpes para poder regresarlos debidamente.
Una sucesión de golpes provino de la presa hasta su cuerpo, su mente comenzó desde el primer golpe a maquillar una estrategia de respuesta ante eso, quizás no fuera la mejor estrategia que pudiera llevar a cabo pero su mente y sus movimientos resultaban mejor cuando simplemente se dejaba guiar por lo que sus instintos le decían que era lo mejor hacer en determinadas situaciones. Con cada nuevo golpe el cuerpo de la mujer se acercaba más y más a él hasta que quedo en la pose justa y entonces dio un puñetazo con fuerza en la mejilla izquierda de la loba; había dado ese golpe con una gran parte de su fuerza para que ella tardara un poco en recuperarse, aunque fueran unos leves segundos esos le serían de suma utilidad para Astor.
En el tiempo que a ella le tomaba recuperarse aprovecho para patear con fuerza su mejilla derecha lo cual hizo que retrocediera un poco pero no lo suficiente como para alejarse de lo que la mente de Astor tenía ya planeado contra ella.
Gianella se movió de nuevo quedando en donde él había esperado, cerca de nuevo como para que su puño izquierdo impactar a en su mentón, su rodilla en el costado derecho y un nuevo puñetazo directo a la mejilla. Confiaba en que estaba efectuando mucho más daño del que ella le había provocado a él pero aún no estaba completamente satisfecho con lo que hacía.
Finalizo al patear directo a su estomago, patada seguida por directa a los pies, haciendo que el cuerpo femenino terminara por caer al suelo. Una vez que la tuvo en el suelo, coloco su rodilla sobre el pecho de ella y dio otro puñetazo, esta vez con la mano derecha, aquella con la que poseía más fuerza.
Sujeto entonces las manos de la loba y mostró su sonrisa burlona.
- Tal parece que atraparte fue más sencillo de lo que esperaba, te has vuelto débil o definitivamente todos a quienes enviaron a atraparte eran unos estúpidos - su mirada estaba fija en el rostro ajeno, aguardando que hiciera algo, que le divirtiera por lo menos más tiempo que otras personas.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Aquel uppercut fue devastador tanto por su fuerza bruta como por sus efectos en el equilibro de la licántropa, así como también en su capacidad de reacción. El dolor en su rostro era tal que el intentar mantener los ojos abiertos era una tarea titánica, y por eso apenas podía ver venir los golpes, sin siquiera poder orientar su cuerpo para intentar bloquearlos. Astor le impactó de lleno una y otra vez, quitándole el aire y la sangre con aquella patada al estómago, y el piso le dio la bienvenida de manera seca y polvorienta. Y si en su mente planeaba ponerse de pie, el inquisidor le quitó toda posibilidad, aprisionando pecho y muñecas con efectividad. El sólo escucharle le provocaba ganas de escupirle, y allí fue cuando su capacidad de improvisación revivió. Pero necesitaba el momento justo.
Entre jadeos, se tomó unos segundos para canalizar su dolor y tranquilizarse.
- *Esto no es nada. He aguantado golpizas y torturas más fuertes que esto. No les voy a defraudar. ¡¡Voy a hacer que este malnacido pague con intereses lo que le hizo a Lucía!!*
Aún en esa situación, esbozó una sonrisa de esas que aseguraba su victoria: arrogante para provocar, y confiada para inspirar. Y ante la mirada ligeramente desconcertada del licántropo, habló.- En un combate…nunca debes subestimar a tu oponente…- Las palabras tardaron en salir producto de la dificultad de articulación que poco a poco disminuía gracias a la prodigiosa regeneración.- ¿Crees que ya me…atrapaste?....-La mueca se ensanchó.- Esto…recién comienza -Murmuró lentamente a propósito para crear el efecto inesperado con el escupitajo que voló directo al aparentemente inmaculado rostro del inquisidor, haciendo uso de sus primerísimas tácticas de despiste y escape. Aprovechó la distracción para darle una doble patada en el estómago y así apartarse de él lo suficiente para que no volviera a atraparle.- ¡Te voy a recordar una cosa! – Le dijo devolviéndole la patada al estómago con violencia, usando aquel instante para empuñar su mano derecha y ponerse en posición.- La única forma en que me atraparás será…¡¡CARGANDO MI CADÁVER!!
El puñetazo fue tal que estrelló aquella antes inamovible figura contra unos árboles, levantando polvo en su caída. Pero no sólo él sintió dolor por ese movimiento: el brazo completo de Gianella temblaba de manera incontrolable. Y con el pensamiento de que esa muestra de coraje no sería suficiente para vencerlo o al menos alejarlo, apoyó una rodilla en el piso para recuperarse lo más pronto posible y así poder hacerle frente sin volver a convertirse en su saco de boxeo.
Entre jadeos, se tomó unos segundos para canalizar su dolor y tranquilizarse.
- *Esto no es nada. He aguantado golpizas y torturas más fuertes que esto. No les voy a defraudar. ¡¡Voy a hacer que este malnacido pague con intereses lo que le hizo a Lucía!!*
Aún en esa situación, esbozó una sonrisa de esas que aseguraba su victoria: arrogante para provocar, y confiada para inspirar. Y ante la mirada ligeramente desconcertada del licántropo, habló.- En un combate…nunca debes subestimar a tu oponente…- Las palabras tardaron en salir producto de la dificultad de articulación que poco a poco disminuía gracias a la prodigiosa regeneración.- ¿Crees que ya me…atrapaste?....-La mueca se ensanchó.- Esto…recién comienza -Murmuró lentamente a propósito para crear el efecto inesperado con el escupitajo que voló directo al aparentemente inmaculado rostro del inquisidor, haciendo uso de sus primerísimas tácticas de despiste y escape. Aprovechó la distracción para darle una doble patada en el estómago y así apartarse de él lo suficiente para que no volviera a atraparle.- ¡Te voy a recordar una cosa! – Le dijo devolviéndole la patada al estómago con violencia, usando aquel instante para empuñar su mano derecha y ponerse en posición.- La única forma en que me atraparás será…¡¡CARGANDO MI CADÁVER!!
El puñetazo fue tal que estrelló aquella antes inamovible figura contra unos árboles, levantando polvo en su caída. Pero no sólo él sintió dolor por ese movimiento: el brazo completo de Gianella temblaba de manera incontrolable. Y con el pensamiento de que esa muestra de coraje no sería suficiente para vencerlo o al menos alejarlo, apoyó una rodilla en el piso para recuperarse lo más pronto posible y así poder hacerle frente sin volver a convertirse en su saco de boxeo.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Había pensado que estaba bajo su control, que no tendría la mínima oportunidad de hacer algo en contra de él para librarse de la posición en la que se encontraba, pero el inquisidor había estado muy equivocado en creer que ese había sido el final de Gianella. Quizás otros le habían menospreciado y él estaba cometiendo el mismo error que a muchos les costo la victoria.
– Tranquila perrita que ya no hay nada que puedas hacer – se burló de ella solo para escucharle como respuesta que estaba subestimandole. El inquisidor tenia serias dudas al respecto pero cuando la loba le aseguro que las cosas se pondrían más interesantes deseo ver de que era ella capaz, considerando la posición de desventaja evidente que tenía – Eso quisiera verlo.
Más había tardado en hablar él, que aquel escupitajo en impactar en su cara. Ante ese inesperado acto, el licántropo alejo una de sus manos y relajo su cuerpo en búsqueda de eliminar aquello de su rostro. Ese fue el tiempo suficiente que para cuando cayera en cuenta de lo que acababa de pasar, la loba ya hubiera dado los primeros pasos para desarrollar su plan en contra suya.
Fue apartado por dos patadas consecutivas que le hicieron doblarse un poco sobre si mismo. El cuerpo y los movimientos ajenas apenas fueron visibles unos segundos antes de que dañaran su anatomía y su cuerpo entero termino estrellado en unos árboles.
Lanzó una mirada de absoluta molestia a la mujer frente a él y se limpio un poco de sangre que salía de su labio; sus pies se alejaron del sitio donde estaba dejando ver algunas zonas de los árboles rotas por la fuerza con la que el cuerpo del inquisidor se había estrellado sobre ellas.
– Eres completamente impredecible, no eres como otras aburridas mujeres que solo lloran y piden clemencia – se relamió los restos de sangre – justo como lloriqueaban las chicas que viniste a salvar y a las cuales no encuentro la razón de que lo hayas hecho.
Aquellos golpes que recibió le habían dañado más de lo que espero desde un principio pero solo significaban un reto mayor para él. Una mayor demostración de fuerza durante esa caza, pero antes de querer continuar buscando la manera de ejercer daño en la fémina deseaba saber algo, cosas que aún le eran complicadas comprender de la manera en la actuaba.
– Dime… – se cruzó de brazos guardando una distancia prudente de ella, la suficiente como para que ambos se sintieran cómodos y no amenazados por el otro, la única manera quizás de que pudieran hablar – ¿Por qué salvarlas? ¿ Por qué arriesgar tu vida por alguien que es débil y vulnerable? No es como si ellas esperaran que realmente vendrías y de hecho, de haber estado tu en su lugar ellas no habrían venido, se les notaba en la mirada – suspiro – así que dime ¿Qué clase de tonterías rondan tu cabeza para venir a enfrentarme?
En su mente no había forma posible de que alguien más buscara sacrificarse por otro, él por ejemplo no lo haría, al menos no en esos momentos de su vida.
– Tranquila perrita que ya no hay nada que puedas hacer – se burló de ella solo para escucharle como respuesta que estaba subestimandole. El inquisidor tenia serias dudas al respecto pero cuando la loba le aseguro que las cosas se pondrían más interesantes deseo ver de que era ella capaz, considerando la posición de desventaja evidente que tenía – Eso quisiera verlo.
Más había tardado en hablar él, que aquel escupitajo en impactar en su cara. Ante ese inesperado acto, el licántropo alejo una de sus manos y relajo su cuerpo en búsqueda de eliminar aquello de su rostro. Ese fue el tiempo suficiente que para cuando cayera en cuenta de lo que acababa de pasar, la loba ya hubiera dado los primeros pasos para desarrollar su plan en contra suya.
Fue apartado por dos patadas consecutivas que le hicieron doblarse un poco sobre si mismo. El cuerpo y los movimientos ajenas apenas fueron visibles unos segundos antes de que dañaran su anatomía y su cuerpo entero termino estrellado en unos árboles.
Lanzó una mirada de absoluta molestia a la mujer frente a él y se limpio un poco de sangre que salía de su labio; sus pies se alejaron del sitio donde estaba dejando ver algunas zonas de los árboles rotas por la fuerza con la que el cuerpo del inquisidor se había estrellado sobre ellas.
– Eres completamente impredecible, no eres como otras aburridas mujeres que solo lloran y piden clemencia – se relamió los restos de sangre – justo como lloriqueaban las chicas que viniste a salvar y a las cuales no encuentro la razón de que lo hayas hecho.
Aquellos golpes que recibió le habían dañado más de lo que espero desde un principio pero solo significaban un reto mayor para él. Una mayor demostración de fuerza durante esa caza, pero antes de querer continuar buscando la manera de ejercer daño en la fémina deseaba saber algo, cosas que aún le eran complicadas comprender de la manera en la actuaba.
– Dime… – se cruzó de brazos guardando una distancia prudente de ella, la suficiente como para que ambos se sintieran cómodos y no amenazados por el otro, la única manera quizás de que pudieran hablar – ¿Por qué salvarlas? ¿ Por qué arriesgar tu vida por alguien que es débil y vulnerable? No es como si ellas esperaran que realmente vendrías y de hecho, de haber estado tu en su lugar ellas no habrían venido, se les notaba en la mirada – suspiro – así que dime ¿Qué clase de tonterías rondan tu cabeza para venir a enfrentarme?
En su mente no había forma posible de que alguien más buscara sacrificarse por otro, él por ejemplo no lo haría, al menos no en esos momentos de su vida.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Los jadeos dejaron de ser tan dolorosos tras un par de minutos, gracias a su regeneración. Ya podía mover su mandíbula sin hacer una mueca, y podía respirar sin sentir puntadas en el pecho y en el abdomen. Su cuerpo dejó de temblar, siendo reemplazada la incomodidad por una incierta calma. Había quedado más que claro que ambos eran durísimos oponentes, e incluso reflexionó mientras lo veía levantarse que necesitarían más que unos cuantos golpes bien dados para ponerle fin a aquel enfrentamiento. Ninguno de los dos traía armas, y la luna no estaba para favorecerla. ¿Qué podía hacer?
De momento, sólo mirarle con atención a sus próximos movimientos, los cuales no le hicieron expresar externamente la sorpresa que le provocó por dentro. Astor había tomado distancia de ella, lo que significaba que no quería pelear, de momento. Parecía ser que el puñetazo había causado más efectos que simplemente aturdirlo y estrellarlo contra unos árboles, a juzgar por lo que vino después.
Ya estaba bien como para permanecer de pie, pero no quiso despegar la rodilla del piso hasta responderle, como si esa fuera la condición primordial para hacerle ver el por qué de sus acciones, y, si todo iba bien, convencerlo de detenerse. La mera idea de que Gianella convenciera a alguien con palabras en vez de golpes le pareció una locura hasta a ella misma, pero no perdía nada intentándolo. Sus puños estaban listos para arrasar con medio o con todo el bosque haciendo chocar al inquisidor contra éste, cual pelota de ping pong.
Recobró esa sonrisa confiada que le enseñó antes de su contraataque, y miró al cielo unos momentos buscando inspiración, la cual encontró más temprano que tarde mientras una brisa jugaba con sus cabellos.- ¿Por qué? Precisamente por eso. Porque necesitan a alguien que les devuelva la esperanza de salir adelante, a alguien que pueda devolverles la sonrisa ante la vida. – Un ligero impulso bastó para ponerse de pie, mirándole con una convicción tan profunda como la que expresaba en sus palabras.- Desde que cargo con esta maldición, he luchado por quien ha nacido en desventaja. Y no voy a dejar de hacerlo por un perro que sirve a los hipócritas que predican la igualdad cuando cargan prendas que pueden alimentar a una ciudad entera. –Apretó los puños, decidida.- Mientras tenga a alguien esperando mi regreso, no voy a rendirme. Jamás. – Recalcó con fiereza, colocándose nuevamente en posición de combate, dispuesta a todo.- Es lo menos que puedo hacer para redimirme de los crímenes que la Luna me ha hecho cometer…- Concluyó, esperando su próximo movimiento.
De momento, sólo mirarle con atención a sus próximos movimientos, los cuales no le hicieron expresar externamente la sorpresa que le provocó por dentro. Astor había tomado distancia de ella, lo que significaba que no quería pelear, de momento. Parecía ser que el puñetazo había causado más efectos que simplemente aturdirlo y estrellarlo contra unos árboles, a juzgar por lo que vino después.
Ya estaba bien como para permanecer de pie, pero no quiso despegar la rodilla del piso hasta responderle, como si esa fuera la condición primordial para hacerle ver el por qué de sus acciones, y, si todo iba bien, convencerlo de detenerse. La mera idea de que Gianella convenciera a alguien con palabras en vez de golpes le pareció una locura hasta a ella misma, pero no perdía nada intentándolo. Sus puños estaban listos para arrasar con medio o con todo el bosque haciendo chocar al inquisidor contra éste, cual pelota de ping pong.
Recobró esa sonrisa confiada que le enseñó antes de su contraataque, y miró al cielo unos momentos buscando inspiración, la cual encontró más temprano que tarde mientras una brisa jugaba con sus cabellos.- ¿Por qué? Precisamente por eso. Porque necesitan a alguien que les devuelva la esperanza de salir adelante, a alguien que pueda devolverles la sonrisa ante la vida. – Un ligero impulso bastó para ponerse de pie, mirándole con una convicción tan profunda como la que expresaba en sus palabras.- Desde que cargo con esta maldición, he luchado por quien ha nacido en desventaja. Y no voy a dejar de hacerlo por un perro que sirve a los hipócritas que predican la igualdad cuando cargan prendas que pueden alimentar a una ciudad entera. –Apretó los puños, decidida.- Mientras tenga a alguien esperando mi regreso, no voy a rendirme. Jamás. – Recalcó con fiereza, colocándose nuevamente en posición de combate, dispuesta a todo.- Es lo menos que puedo hacer para redimirme de los crímenes que la Luna me ha hecho cometer…- Concluyó, esperando su próximo movimiento.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Las primeras palabras que salieron de la boca de ella le sonaron tan a su él humano en algunos sentidos que no pudo más que reír de ella. Tenía mucho tiempo sin recordar al hombre que alguna vez fue, o ese que había sido al menos por un tiempo y que pensó que debía cambiar su estilo de vida y ser alguien mejor, hacer las cosas como se mandaban y vivir bien. En algunos momentos de esa vía incluso había pensado en casarse y formar una familia pero eso había terminado al adquirir aquella maldición y ser obligado a trabajar para la inquisición, de la que lo único bueno que había sacado era la diversión de hacer sufrir un poco a otros.
– Crees entonces que podrás devolverles la esperanza, terminaras como los mártires, como los estúpidos que intentan oponerse a todo y todos y al final se quedan solos y miserables. Despierta de ese sueño Massone no vas a poder devolverles esa sonrisa y la única lastimada serás tú – Su mirada trasmitía algo de burla, pero en el fondo existía seriedad. Las cosas no eran tan sencillas y sospechaba que ella ya lo sabía después de todo ¿No había sido capturada por la inquisición una vez? y a pesar de eso seguía luchando, eso le parecía a él un acto suicida.
Resoplo y el desprecio aunado a la molestia aparecieron en su rostro. Podría permitir muchas cosas, incluso era capaz de ignorar el escupitajo pero si algo le enojaba de manera realmente sería era que alguien que no supiera las circunstancias en las que se veía obligado a vivir a las ordenes de la inquisición le dijera lo que ella. Ignorando aquella posición de ataque y guiado únicamente por esa rabia creciente en su interior se acerco a ella sin mostrar señales de que se defendería.
– Tú no sabes nada… quieres la ropa adelante no me sirve para nada, más que para recordarme que debo regresar a ese maldito lugar – termino por llegar muy cerca de ella, respirando de manera profunda y sonora – te dije que despertaras loba idiota, las cosas no son tan fáciles para nadie aunque pienses lo contrario.
Por algún motivo ella le hacía pensar en que la vida de todos los demás era sencilla, que no tenían por qué preocuparse como ella y eso simplemente le molestaba. Luego el escucharla hablar de los crímenes que cometía cuando la luna brillaba en lo alto, bueno todos los cometían y le parecía sencillamente ridículo que intentara expiarse con eso.
– ¿La luna? ¿culparas a ella de todos tus crímenes? porque puedo notar que ella no siempre te ha llevado a hacer cosas que no debes, pero si quieres expiar tus culpas tengo una mejor opción… – sonrío – acompañame a la inquisición, seguro que ahí se te extraña y aún poseen una jaula para ti – finalizo, aún cerca de ella esperando que le atacara o hiciera cualquier cosa, estaba listo para soportar lo que viniera.
– Crees entonces que podrás devolverles la esperanza, terminaras como los mártires, como los estúpidos que intentan oponerse a todo y todos y al final se quedan solos y miserables. Despierta de ese sueño Massone no vas a poder devolverles esa sonrisa y la única lastimada serás tú – Su mirada trasmitía algo de burla, pero en el fondo existía seriedad. Las cosas no eran tan sencillas y sospechaba que ella ya lo sabía después de todo ¿No había sido capturada por la inquisición una vez? y a pesar de eso seguía luchando, eso le parecía a él un acto suicida.
Resoplo y el desprecio aunado a la molestia aparecieron en su rostro. Podría permitir muchas cosas, incluso era capaz de ignorar el escupitajo pero si algo le enojaba de manera realmente sería era que alguien que no supiera las circunstancias en las que se veía obligado a vivir a las ordenes de la inquisición le dijera lo que ella. Ignorando aquella posición de ataque y guiado únicamente por esa rabia creciente en su interior se acerco a ella sin mostrar señales de que se defendería.
– Tú no sabes nada… quieres la ropa adelante no me sirve para nada, más que para recordarme que debo regresar a ese maldito lugar – termino por llegar muy cerca de ella, respirando de manera profunda y sonora – te dije que despertaras loba idiota, las cosas no son tan fáciles para nadie aunque pienses lo contrario.
Por algún motivo ella le hacía pensar en que la vida de todos los demás era sencilla, que no tenían por qué preocuparse como ella y eso simplemente le molestaba. Luego el escucharla hablar de los crímenes que cometía cuando la luna brillaba en lo alto, bueno todos los cometían y le parecía sencillamente ridículo que intentara expiarse con eso.
– ¿La luna? ¿culparas a ella de todos tus crímenes? porque puedo notar que ella no siempre te ha llevado a hacer cosas que no debes, pero si quieres expiar tus culpas tengo una mejor opción… – sonrío – acompañame a la inquisición, seguro que ahí se te extraña y aún poseen una jaula para ti – finalizo, aún cerca de ella esperando que le atacara o hiciera cualquier cosa, estaba listo para soportar lo que viniera.
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Re: La trampa del lobo |Privado|
La sonrisa se volvió una mueca de disgusto leve, pero notoria al punto de asomar un colmillo entre sus labios. Odiaba que se burlaran de sus ideales –cualquiera lo odiaría, evidentemente-, pero tenía la impresión de que el aparente desprecio de sus ideas y su forma de pensar por parte del licántropo tenía un motivo más serio que el simple hecho de querer hacerle sentir molesta. Él también lo estaba, y se lo hizo ver con creces, llegando incluso a acercarse a ella de manera que cualquiera hubiera considerado imprudente sabiendo quién tenía al frente y resoplar a muy poca distancia de ella. Sin embargo, y a pesar de la aparente postura del varón sin una posición de combate definida, no bajó su guardia en ningún momento: ni cuando le insultó ni cuando le “invitó cordialmente” a acompañarle a los Estados Pontificios y cumplir su objetivo. Ni cuando sonrió nuevamente, rompiendo con los esquemas para variar.
- Los que se quedan solos y miserables son los que se rinden sin siquiera luchar por lo que creen. – Respondió con dureza, mirándole de la misma forma gracias a que la sonrisa se había esfumado.- No sabré si lo lograré si no lo intento, y un perro de la Inquisición como tú no va a impedir que siga intentándolo sin importar las veces que falle, o que salga lastimada. ¡¡Yo no soy una cobarde que se queda de brazos cruzados esperando que las cosas cambien por cosa de la suerte o por obra y gracia de un estúpido Dios que no existe!! – Gritó empuñando ambas manos, concentrando la fuerza de sus palabras en éstas. – No sólo creo en que podré devolverle la esperanza a la gente pobre de París…- Murmuró bajando ligeramente la cabeza, escondiéndose sus ojos azules por un momento para luego sentir cómo sus nudillos chocaban bruscamente contra el mentón ajeno. Y ante la fuerte resistencia, aplicó más fuerza aún mientras hablaba algo entrecortada producto del esfuerzo. - …lo voy a hacer; y si para eso tengo que aplastarte bajo mis puños - Las venas resaltaron en todo su brazo para poder enviar a volar a su obstáculo y estrellarlo contra el piso, quedando la Loba Milanesa con el brazo en alto, involuntariamente como una promesa de Victoria y Justicia. - lo haré aunque me quede sin manos intentándolo. No será sencillo…pero te puedo asegurar que no me daré por vencida. Ni ante ti, ni ante nadie. – Concluyó tajante, irradiando una seguridad que intimidaba más que nunca. Porque cuando se trataba de proteger a los indefensos, ella era la más fuerte.
- Los que se quedan solos y miserables son los que se rinden sin siquiera luchar por lo que creen. – Respondió con dureza, mirándole de la misma forma gracias a que la sonrisa se había esfumado.- No sabré si lo lograré si no lo intento, y un perro de la Inquisición como tú no va a impedir que siga intentándolo sin importar las veces que falle, o que salga lastimada. ¡¡Yo no soy una cobarde que se queda de brazos cruzados esperando que las cosas cambien por cosa de la suerte o por obra y gracia de un estúpido Dios que no existe!! – Gritó empuñando ambas manos, concentrando la fuerza de sus palabras en éstas. – No sólo creo en que podré devolverle la esperanza a la gente pobre de París…- Murmuró bajando ligeramente la cabeza, escondiéndose sus ojos azules por un momento para luego sentir cómo sus nudillos chocaban bruscamente contra el mentón ajeno. Y ante la fuerte resistencia, aplicó más fuerza aún mientras hablaba algo entrecortada producto del esfuerzo. - …lo voy a hacer; y si para eso tengo que aplastarte bajo mis puños - Las venas resaltaron en todo su brazo para poder enviar a volar a su obstáculo y estrellarlo contra el piso, quedando la Loba Milanesa con el brazo en alto, involuntariamente como una promesa de Victoria y Justicia. - lo haré aunque me quede sin manos intentándolo. No será sencillo…pero te puedo asegurar que no me daré por vencida. Ni ante ti, ni ante nadie. – Concluyó tajante, irradiando una seguridad que intimidaba más que nunca. Porque cuando se trataba de proteger a los indefensos, ella era la más fuerte.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
No le parecían estúpidos aquellos ideales, era solo que las cosas no podían ser de esa manera para él. Sin importar que quisiera hacer debía regresar a los cuarteles de la inquisición, ya tenía personas a quienes deseaba proteger solo que él lo hacía a su particular manera, asesinando gente y peleando con lobas como ella.
– Y ese luchar fuera igual a asesinar a todos aquellos que estas intentando salvar ¿Aceptarías ese sacrificio? Asesinarías de manera no directa a todos los que estas intentando proteger y que sonrían – lo dudaba, incluso él prefería sacrificarse antes de algo así; prefería quedarse sin luchar por lo que creía para que otros siguieran sus vidas normales.
Chasqueo la lengua pero aún así sonrió, eran tan idénticos pero a la vez tan diferentes que era simplemente divertido estar ahí, de hecho estaba perdiendo completamente las ganas de llevarle a la inquisición, creía que sería más divertido dejarle con vida y buscarla de vez en cuando simplemente para pelear entre ellos.
– Sigue intentando entonces, divierteme mucho más tiempo y sigue creyendo que Dios es estúpido porque en realidad lo es, solo nosotros tenemos el control de lo que hacemos – ese era su pensamiento desde siempre, él era su Dios y solo gracias a él es que Gia seguía viva, o en su retorcida mente eso era lo que pensaba, aunque quizás estuviera cambiando esa forma tan retorcida de pensar lentamente.
El golpe que impacto en su mentón y ese movimiento termino por lanzarlo y que se estrellara en el suelo. Desde donde estaba estallo en risas y lentamente se levanto del suelo, con la mano en el mentón.
– Esto se vuelve cada vez más divertido, eres bastante entretenida loba y solo por eso creo que te guardare como mi juguete personal… de vez en cuando necesito un saco de boxeo entretenido así que bueno – se sacudió las ropas y le miro fijamente – Además de que quiero ver si tus ideales son tan fuertes como para enfrentarte a mi continuamente – pensaba hacerle la vida un tanto complicada, quizás de vez en cuando mandarle una que otra chica golpeada o un dedo, no lo sabía aún todo dependería de su humor o tan solo visitas sorpresa. Se sentía ahora misteriosamente de buen humor y en gran era por esa loba.
– Y baja esa mano que luces tremendamente ridícula - dijo cruzando los brazos, sus ánimos de pelea se habían desvanecido al menos por ese momento.
– Y ese luchar fuera igual a asesinar a todos aquellos que estas intentando salvar ¿Aceptarías ese sacrificio? Asesinarías de manera no directa a todos los que estas intentando proteger y que sonrían – lo dudaba, incluso él prefería sacrificarse antes de algo así; prefería quedarse sin luchar por lo que creía para que otros siguieran sus vidas normales.
Chasqueo la lengua pero aún así sonrió, eran tan idénticos pero a la vez tan diferentes que era simplemente divertido estar ahí, de hecho estaba perdiendo completamente las ganas de llevarle a la inquisición, creía que sería más divertido dejarle con vida y buscarla de vez en cuando simplemente para pelear entre ellos.
– Sigue intentando entonces, divierteme mucho más tiempo y sigue creyendo que Dios es estúpido porque en realidad lo es, solo nosotros tenemos el control de lo que hacemos – ese era su pensamiento desde siempre, él era su Dios y solo gracias a él es que Gia seguía viva, o en su retorcida mente eso era lo que pensaba, aunque quizás estuviera cambiando esa forma tan retorcida de pensar lentamente.
El golpe que impacto en su mentón y ese movimiento termino por lanzarlo y que se estrellara en el suelo. Desde donde estaba estallo en risas y lentamente se levanto del suelo, con la mano en el mentón.
– Esto se vuelve cada vez más divertido, eres bastante entretenida loba y solo por eso creo que te guardare como mi juguete personal… de vez en cuando necesito un saco de boxeo entretenido así que bueno – se sacudió las ropas y le miro fijamente – Además de que quiero ver si tus ideales son tan fuertes como para enfrentarte a mi continuamente – pensaba hacerle la vida un tanto complicada, quizás de vez en cuando mandarle una que otra chica golpeada o un dedo, no lo sabía aún todo dependería de su humor o tan solo visitas sorpresa. Se sentía ahora misteriosamente de buen humor y en gran era por esa loba.
– Y baja esa mano que luces tremendamente ridícula - dijo cruzando los brazos, sus ánimos de pelea se habían desvanecido al menos por ese momento.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
In the dark
I can feel you in my sleep
In your arms I feel you breathe into me
Forever hold this heart that I will give to you
Forever I will live for you
- Cuidado con esa confianza, el saco de boxeo puede terminar siendo otro. – Dijo negando como quien quiere expresar que algo no tiene remedio, aunque con una sonrisa desafiante en el rostro. Se llevó la otra mano al bolsillo y se quedó quieta, manteniendo las distancias mientras su cuerpo terminaba de regenerarse y el ánimo de pelea parecía amainar aparentemente por ese instante.- Pelearé contigo las veces que quieras, sólo avísame sin dañar a uno de mis protegidos. – Le fulminó con la mirada.- Eso lo hacen los cobardes. Prefiero algo formal, con honor. – Explicó y luego suspiró, sabiendo que no muchas personas y criaturas tenían ese sentido del Honor y de la Justicia que tanto le gustaba. Recordó a Emerick mirando al cielo unos momentos, y devolvió la vista al otro hombre que debía ser el motivo de su atención para no lamentar imprevistos.- He mantenido y predicado mis ideales por años, no es que vayan a caer tan fácilmente. – Complementó volviendo a hacer sonar un grupo de huesos, esta vez los de su espalda.
Tras un silencio que duró un par de minutos, Gianella habló de nuevo, con un tono que se notaba más conciliador, pero conservaba aquella dureza innata de ella.- Oye. ¿Qué quisiste decir con eso de que…asesinar a los que intentas salvar? – Su mirada se suavizó, pero sólo un poco. Aquello le había quedado dando vueltas en la cabeza.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Le causaba gracia verle exhibir ese desinterés y poder, como si él realmente fuera a tragarse la historia de que no le importaba lo que dijera cuando sabía que estaba al pendiente de todo lo que decía para evitar que mencionara algo que a ella no le agradara para nada. Pero si quería seguir haciendo de esa forma él le dejaría, después de todo creía haber obtenido ya algo más que una simple presa aburrida con la que terminar pronto, en cambio había conseguido un juguete más duradero y más resistente que muchos otros.
– Pues eso lo veremos durante nuestro siguiente encuentro, porque te aseguro que no te dejare en el olvido Masonne – le guiño entonces el ojo, mientras una sonrisa burlona aparecía en sus labios. Se llevo las manos a la nuca de manera despreocupada, como si la loba frente a él ya no significara peligro alguno, o al menos de momento no lo era – La honorable loba ha hablado… – rió – bien, si eso es lo que quieres así se hará. Cada vez que busque una pelea te enviare una hermosa carta – rió incluso más fuerte de tan solo imaginar aquello – bueno, creo que me las ingeniare para enviarte las invitaciones a las que espero que de verdad asistas si es que quieres que tus protegidos se mantengan intactos – pero entonces la loba volvió a dejar en claro sus ideales y Astor supo que no le dejaría plantado para una buena pelea, no mientras esa se tratara de mostrar que sus ideales eran más fuertes que él.
Habian permanecido en silencio, mirando en dirección al otro pero sin haber hecho movimiento alguno hasta que la voz de la loba fue la que rompió con el momento y Astor desvió la mirada hacía los bosques.
– Que en algunas ocasiones, luchar significa mandar al matadero a quienes te importan realmente… – pensaba en todo lo que había debido sacrificar en nombre de algo que no quería, solo para que todos estuvieran a salvo. Le miro de reojo – ¿Tú que harías? – suspiro – Si supieras que revelarte es terminar con la vida de otros ¿Lo harías?
Los ánimos de lucha se habían calmado, en cambio había quedado esa aura perfecta para los interrogatorios y los secretos ocultos.
– Pues eso lo veremos durante nuestro siguiente encuentro, porque te aseguro que no te dejare en el olvido Masonne – le guiño entonces el ojo, mientras una sonrisa burlona aparecía en sus labios. Se llevo las manos a la nuca de manera despreocupada, como si la loba frente a él ya no significara peligro alguno, o al menos de momento no lo era – La honorable loba ha hablado… – rió – bien, si eso es lo que quieres así se hará. Cada vez que busque una pelea te enviare una hermosa carta – rió incluso más fuerte de tan solo imaginar aquello – bueno, creo que me las ingeniare para enviarte las invitaciones a las que espero que de verdad asistas si es que quieres que tus protegidos se mantengan intactos – pero entonces la loba volvió a dejar en claro sus ideales y Astor supo que no le dejaría plantado para una buena pelea, no mientras esa se tratara de mostrar que sus ideales eran más fuertes que él.
Habian permanecido en silencio, mirando en dirección al otro pero sin haber hecho movimiento alguno hasta que la voz de la loba fue la que rompió con el momento y Astor desvió la mirada hacía los bosques.
– Que en algunas ocasiones, luchar significa mandar al matadero a quienes te importan realmente… – pensaba en todo lo que había debido sacrificar en nombre de algo que no quería, solo para que todos estuvieran a salvo. Le miro de reojo – ¿Tú que harías? – suspiro – Si supieras que revelarte es terminar con la vida de otros ¿Lo harías?
Los ánimos de lucha se habían calmado, en cambio había quedado esa aura perfecta para los interrogatorios y los secretos ocultos.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: La trampa del lobo |Privado|
El ambiente había cambiado, aunque estéticamente sólo fueran un par de árboles caídos con respecto a cuando se habían visto. Ambos lo tenían presente, principalmente porque las bestias que residían en su interior habían saciado su hambre de batalla. Se habían probado el uno al otro, y conformes con el resultado y el futuro que les aguardaba que se suponía se cumpliría, le dejaron el paso a los nuevos contendientes en esa afrenta: las palabras.
Él le miraba de reojo, pero Gianella tenía sus sentidos enfocados en él. Necesitaba ponerse en su lugar para poder responderle, y no pudiendo saber más de él que lo que él mismo había expresado, no podía ser precisa tal y como quería. Sin embargo, había otras formas de comprenderse. Y estaba completamente segura de que ese inquisidor lo sabía también. Miró su puño derecho, y lo guardó en su bolsillo junto con el izquierdo, mirando el cielo para pedirle ayuda como en tantas otras ocasiones. Era como una cábala.
- ¿Qué haría? Encontrar la forma de rebelarme sin lastimarlos, claro está. – Sonrió algo despreocupada, pero cerró los ojos.- Sé que crees que soy alguien demasiado optimista o quizás poco preocupada, pero no hay otra alternativa. El deprimirte y quedarte en el suelo lamentándote de las cosas que hiciste y que no hiciste no traerá ningún cambio. – Se encogió de hombros, y volvió a mirarle con más atención que antes, intentando hurgar en su semblante.- De hecho, ni siquiera el sacrificar tu vida por quienes amas es una opción. Si estás muerto, no puedes luchar por ellos. No puedes cambiar nada si estás bajo tierra pudriéndote. – Sonrió ligeramente, para recobrar un semblante de seriedad.- ¿Sabes algo? Para ser alguien extremadamente fuerte por fuera, careces de fuerza interna. – Directa y al hueso, clavando la flecha en el centro del blanco.- Tu verdadera fuerza está encadenada dentro de ti. ¿Y sabes qué es lo peor de todo? – Tras haberse llevado la mano a su pecho, la usó para apuntarle, habiendo podido llegar a su corazón si biológicamente se pudiera.- Que tú tienes las llaves escondidas. Luchas contra ti mismo para mantener el cerrojo intacto. Y eso es lo que te hace débil. – Concluyó, tajante.
Se cruzó de brazos, y esperó a tomar un poco de aire de la nueva brisa que soplaba para seguir hablando.- Si realmente amas a quienes dices amar, lo darías todo por ellos. Y si realmente te aprecias, no permitirías seguir esclavizado. Eso es lo que creo. – Comentó finalmente, mirando hacia donde Lucía permanecía escondida. No sólo se quedó en una mirada, ya que en unos segundos ya caminaba en esa dirección, pasando del inquisidor con un salto. – Esta pelea terminó. – Anunció.-
Él le miraba de reojo, pero Gianella tenía sus sentidos enfocados en él. Necesitaba ponerse en su lugar para poder responderle, y no pudiendo saber más de él que lo que él mismo había expresado, no podía ser precisa tal y como quería. Sin embargo, había otras formas de comprenderse. Y estaba completamente segura de que ese inquisidor lo sabía también. Miró su puño derecho, y lo guardó en su bolsillo junto con el izquierdo, mirando el cielo para pedirle ayuda como en tantas otras ocasiones. Era como una cábala.
- ¿Qué haría? Encontrar la forma de rebelarme sin lastimarlos, claro está. – Sonrió algo despreocupada, pero cerró los ojos.- Sé que crees que soy alguien demasiado optimista o quizás poco preocupada, pero no hay otra alternativa. El deprimirte y quedarte en el suelo lamentándote de las cosas que hiciste y que no hiciste no traerá ningún cambio. – Se encogió de hombros, y volvió a mirarle con más atención que antes, intentando hurgar en su semblante.- De hecho, ni siquiera el sacrificar tu vida por quienes amas es una opción. Si estás muerto, no puedes luchar por ellos. No puedes cambiar nada si estás bajo tierra pudriéndote. – Sonrió ligeramente, para recobrar un semblante de seriedad.- ¿Sabes algo? Para ser alguien extremadamente fuerte por fuera, careces de fuerza interna. – Directa y al hueso, clavando la flecha en el centro del blanco.- Tu verdadera fuerza está encadenada dentro de ti. ¿Y sabes qué es lo peor de todo? – Tras haberse llevado la mano a su pecho, la usó para apuntarle, habiendo podido llegar a su corazón si biológicamente se pudiera.- Que tú tienes las llaves escondidas. Luchas contra ti mismo para mantener el cerrojo intacto. Y eso es lo que te hace débil. – Concluyó, tajante.
Se cruzó de brazos, y esperó a tomar un poco de aire de la nueva brisa que soplaba para seguir hablando.- Si realmente amas a quienes dices amar, lo darías todo por ellos. Y si realmente te aprecias, no permitirías seguir esclavizado. Eso es lo que creo. – Comentó finalmente, mirando hacia donde Lucía permanecía escondida. No sólo se quedó en una mirada, ya que en unos segundos ya caminaba en esa dirección, pasando del inquisidor con un salto. – Esta pelea terminó. – Anunció.-
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Re: La trampa del lobo |Privado|
Debía ser que no podían comprenderse del todo, parte de ellos debía ser similar pero las cosas que habían vivido simplemente eran diferentes. Ella se reconciliaba con buscar justicia mientras que él… bueno la destrucción era gran parte de su catarsis personal y junto con esa destrucción también se destruía lentamente, casi de manera imperceptible.
¿Las cosas eran tan sencillas realmente como ella lo decía? Necesitaba pelear en contra de aquello que le mantenía preso, aunque eso significara tener que dejarse vulnerable. No, nada era tan sencillo y ser vulnerable solo terminaría generando más daños; estaba todo bien hasta ese momento así que por qué cambiar.
– Sacrificar o ser sacrificado… algunas veces no tenemos opción y la única opción restante es ser un monstruo – se rió para ocultar la amargura que eso le provocaba; pero entonces las palabras de la loba si bien iban directas a causarle daño, no lo hicieron porque parte de lo que le decía era lo que ya conocía desde hacía mucho tiempo.
No era que fuera fuerte por fuera y débil por dentro, era simplemente que justo como ella decía había debido luchar contra él, contra lo que en tiempos pasados había planeado hacer todo para resistir su manera de vivir actual. Internamente era fuerte, era solo que las razones que tenia para serlo se encontraban más protegidas si se mantenía de esa manera. Todo estaba mejor justo de la manera en la que estaba actualmente o al menos por esos momentos era de esa forma, quizás en un futuro encontraría la razón justa para unirse a otra causa, a una que realmente le volviera lo fuerte que podía ser pero mientras tanto se conformaría con eso.
Su coraza aún no estaba lista para ser totalmente traspasada, ya bastante había hecho Danna con él.
– Bravo loba, excelente discurso pero no es nada más que eso, un discurso que te ha salido muy bien – dio unos cuantos aplausos – ahora veo porque tantos seguidores tuyos – Pensó en las chiquillas que un inició secuestro para aquel encuentro, ellas tenían las esperanzas completas en ella y ahora veía el por qué.
No hizo nada cuando ella le paso, todo aquello había terminado en eso tenía razón la loba.
– Nos volveremos a ver lobita… – dijo el inquisidor sin mirarle en ningún momento, simplemente permaneció estático en el lugar hasta que no le sintió o le escucho más cerca, solo en ese momento se alejó, deseando ya que su siguiente encuentro se llevara a cabo, esperando ganar para poder acallar las preguntas que habían generado dudas tanto en su mente como en su corazón.
¿Las cosas eran tan sencillas realmente como ella lo decía? Necesitaba pelear en contra de aquello que le mantenía preso, aunque eso significara tener que dejarse vulnerable. No, nada era tan sencillo y ser vulnerable solo terminaría generando más daños; estaba todo bien hasta ese momento así que por qué cambiar.
– Sacrificar o ser sacrificado… algunas veces no tenemos opción y la única opción restante es ser un monstruo – se rió para ocultar la amargura que eso le provocaba; pero entonces las palabras de la loba si bien iban directas a causarle daño, no lo hicieron porque parte de lo que le decía era lo que ya conocía desde hacía mucho tiempo.
No era que fuera fuerte por fuera y débil por dentro, era simplemente que justo como ella decía había debido luchar contra él, contra lo que en tiempos pasados había planeado hacer todo para resistir su manera de vivir actual. Internamente era fuerte, era solo que las razones que tenia para serlo se encontraban más protegidas si se mantenía de esa manera. Todo estaba mejor justo de la manera en la que estaba actualmente o al menos por esos momentos era de esa forma, quizás en un futuro encontraría la razón justa para unirse a otra causa, a una que realmente le volviera lo fuerte que podía ser pero mientras tanto se conformaría con eso.
Su coraza aún no estaba lista para ser totalmente traspasada, ya bastante había hecho Danna con él.
– Bravo loba, excelente discurso pero no es nada más que eso, un discurso que te ha salido muy bien – dio unos cuantos aplausos – ahora veo porque tantos seguidores tuyos – Pensó en las chiquillas que un inició secuestro para aquel encuentro, ellas tenían las esperanzas completas en ella y ahora veía el por qué.
No hizo nada cuando ella le paso, todo aquello había terminado en eso tenía razón la loba.
– Nos volveremos a ver lobita… – dijo el inquisidor sin mirarle en ningún momento, simplemente permaneció estático en el lugar hasta que no le sintió o le escucho más cerca, solo en ese momento se alejó, deseando ya que su siguiente encuentro se llevara a cabo, esperando ganar para poder acallar las preguntas que habían generado dudas tanto en su mente como en su corazón.
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