Nueva amistad entre libros - Zahid - Zared Ivazaky

por **Eva** Sáb Ene 05, 2013 6:06 pm

Apenas pasaba de la media mañana y tenía tantos deseos de realizar algunas compras, la más importante la dejaría para el días siguiente ya que, un regalo de casamiento y para Chiara, no podía elegirlo a las apuradas, debía ser algo que cuando lo usarán recordaran a su persona y al futuro retoño de su sobrino, que ya ocupaba casi todo el tiempo de su día, pensando y hablando con él como si lo tuviera ya en brazos. Se sonrió con sus propios pensamientos y locuras, ¿pero que podía hacer si a pesar de todo ese pequeño le estaba devolviendo las ganas de vivir?

Prosiguió caminando, por la zona donde se extendían los libreros, había varios en una misma dirección y en edificios que de por sí su construcción y decoración era una magnifica vista para el que pasara por allí. Deseaba leer algo ameno, novela, historias sobre algunos lugares de Italia, en verdad quería conocer más sobre el lugar de origen del padre de su hijo, o tal vez alguna poesía romántica – aunque mi ánimo no está para textos de amor o tristeza – recapacito mientras se acercaba a la librería “Wijsheid” le habían contado que existían libros únicos y que no podía dejar de pasar por ella – mmm que haré, la biblioteca de la mansión ya está casi completa, pero no tengo que leer, todo ha pasado por mis manos y no puedo volver a buscar más libros por la casa de Girolamo, no quedaría bien – caviló, en el momento que abría la puerta del comercio. El olor a libros nuevos y usados, la cera del piso y un agradable perfume que se expandía por todo el comercio le dieron la bienvenida.

Sonrió complacida – nada como un rato entre lo que más amo, después de ti claro – se apresuró a decir mientras acariciaba su vientre – aunque la patada no se hizo esperar – puede ser que tengas el mismo carácter irascible que tu padre – le dijo en vos baja, mientras se aferraba a la estantería que mostraba diferentes tipos de literatura. Respiró hondo y soltó suavemente el aire por la boca. Unas pequeñas perlas de sudor le ciñeron la frente, pero enseguida puedo volver a sentirse mejor. Cada día se daba cuenta que sus días de callejear por las noches se estaban acabando por lo menos mientras tuviera que llevar a cuesta a ese pequeño revoltoso que no le daba mucha paz.

Se dirigió a la zona donde se acomodaban los libros de novelas – una bien larga y atrapante, que pueda leer en esas tardes que pase descansando -. Recorrió con sus dedos largos, finos y delicados, el lomo de los volúmenes leyendo sus títulos. Uno le llamó la atención, estaba a punto de tomarlo, cuando una mano mucho más veloz se lo quitó de su vista – ¡pero! – dijo sorprendida, dándose la vuelta y fulminando con su mirada felina a quien hubiera osado quedarse con lo que ella
había elegido antes.