Perdiendo el rumbo (Privado)

por **Adelheid Bartholf** Miér Ene 09, 2013 11:47 am

No podía creer que aún tenía tiempo para pasear por el mercado, aunque ciertamente tenía que encontrar algunas cosas para cocinar y era lo único que había podido darme a mí misma de excusa para tomar un descanso de mi agotadora rutina. Estaba harta de todo lo que tenía que hacer, pero simplemente era mi obligación, hasta que los problemas terminasen, pero ¿cuándo lo harían?¿cómo podría acabar con el incesante dolor de la falta de afecto?¿Cómo no aborrecer cada día de mi vida hasta que la triste pérdida haga efecto en mi vida y no tenga más remedios que soportar sus consecuencias? Todo era una maraña de pensamientos e ideas que no me dejaban tranquila, era tan triste mi destino, pues hasta ahora no había nada que me animase a levantarme por las mañanas que no sea los tristes alaridos de mi madre, podían sacarme lágrimas a veces o traerme pesadillas, no había nada que me hiciera llorar más.

Desperté de aquellas pesadillas que tenía aún despierta, compré un par de cosillas necesarias para la cocina, tenía la bolsa medio llena y me pareció suficiente, ya que no contaba con las monedas necesarias para seguir comprando, era triste la cruel realidad de saber que mientras yo sufría por unos vegetales otros podían venderlo, regalarlos y hasta desperdiciarlos. Agradecí a la señora que me vendió lo necesario, aunque esta seguía igual de amargada, y seguí mi camino, bueno ningún camino en particular pues no pensaba regresar a casa tan pronto y mucho menos al burdel, estaba algo harta de aquel lugar. Solo me atreví a seguir paseando, a pesar de que todo esté abarrotado, la verdad el lugar siempre estaba así y ya me había acostumbrado incluso al mal olor y la dudosa procedencia de los que pasaban un largo rato ahí, desde ladrones hasta sicarios. Poco de temer, siendo yo alguien inútil para la mayoría de deseos locos de aquellos seres malvados.

por **Rachel Matheson** Jue Ene 10, 2013 8:45 am

Hacía días que no salía de casa, viendo la luz del sol únicamente a través de los cristales de la ventana de mi habitación. En eso había consistido mi vida durante la última década: intentar pasar todo el tiempo posible recluida para que mi enfermedad mental desconocida no pudiera afectar a los demás, aún cuando nadie conocía la causa de mis males.
Sin embargo, por mucho que quiera, tampoco podía pasar grandes periodos de tiempo encerrada, ya que lo más importante para mi familia era mantener las apariencias. Ellos no tenían una hija loca, simplemente seguía en duelo por la muerte de su esposo, razón por la que no salía amenudo. ¡Ja!

Sin necesidad de arreglarme demasiado, ya que siempre estaba vestida y peinada desde primera hora de la mañana, salí a la calle negándome a que nadie me acompañase.
Caminé sin destino fijo, completamente absorta en mi propio mundo y en mis pensamientos, para tratar de bloquear de esta manera mis cambios de humor y mis pesadillas.

Sin embargo, al llegar al mercado empecé a sentir una gran tristeza, casi al borde de la desesperación. Por un momento incluso creí que me estaban hiriendo físicamente, ya que sentí como si me hubiesen dado una puñalada directa al corazón.
¿Por qué me seguía pasando esto? Estaba perfectamente y en cuestión de segundos, con el simple hecho de cruzarme con una persona, mi estado anímico cambiaba por completo. No podía evitarlo.

Cerré los ojos con fuerza, agarrándome a una farola que había junto a uno de los puestos del mercado, tratando de mantener la compostura.
Sin embargo, el sentimiento de tristeza era tan fuerte que casi me daban ganas de romper en llanto desconsolada.

OFF: Espero que el post no haya resultado muy confuso^^ Cualquier duda puedes preguntarme por MP o echarle un vistazo a mi ficha de personaje.

por **Adelheid Bartholf** Jue Ene 10, 2013 4:54 pm

Hubiera seguido el rumbo abstraída en mis propias ideas y pensamientos, de hecho pensaba deambular un buen rato hasta llegar a casa y parecía que el plan iba bastante bien, sin embargo algo tomó mi atención por completo, había alguien, estaría a unos escasos metros de mí, era una mujer que parecía estar sufriendo de algo, algún dolor o Dios sabe qué cosa, y parecía nadie prestarle atención, eso lo entendía bastante ya que todos tenían sus propios asuntos en ese preciso momento, algunos vendiendo y otros comprando al mejor que encuentren, todos en sus propias vidas ayudándose solo a sí mismos. Yo sin embargo parecía haber terminado mis deberes en aquel lugar y por suerte me fijé en la mujer.

Apresuré el paso, empujando a un par de señoras. -Discúlpenme, perdón Madam. -dije un par de veces, las mujeres me miraron con mala cara y volvieron su vista a la carne que compraban, faltaba poco para que revisaran sus bolsillos para ver que no les haya quitado nada. Yo seguí caminando hasta que llegué a estar frente a la señora, la miré preocupada. -Disculpe, ¿se encuentra usted bien, Señora?-traté de hablarle solo para asegurarme de que estuviera bien, no pude evitar poner una mano en su hombro, mientras que ella se sostenía en un farol. La miré algo preocupada, mientras me preguntaba si había hecho bien en entrometerme, en realidad no tenía problema en ayudar a aquella mujer, aunque no podía darle más que apoyo moral pues no tenía dinero, aunque tal vez podía darle algo de comer, sin embargo eso no parecía ser lo que le hacía falta. -Señora, ¿qué le sucede?¿está todo bien?¿habrá algo en que pueda ayudarle?-quería que me diga algo, no sabía si había mucho que yo pudiera hacer.

OFF: Me encanta tu personaje, con la ficha entendí bastante bien. Me alegra que hayas respondido el post.

por **Rachel Matheson** Jue Ene 10, 2013 5:29 pm

Sin ser consciente de ello, el ritmo de mi respiración se había agitado considerablemente. Apreté los ojos con un poco más de fuerza, al mismo tiempo que el agarre de mi mano sobre la farola hacía que mis nudillos se volvieran completamente blancos.
Sin embargo, con el paso de los segundos pude comprobar que el sentimiento no solo no disminuia, si no que empezó a transformarse en uno de preocupación y cierto temor. ¿De verdad tenía que pasarme algo así en este preciso momento?

Fue entonces cuando escuché una voz dirigiéndose, supuse, a mi persona. No fue hasta que esa voz me llamó por segunda vez que finalmente abrí los ojos y miré a la persona que tenía frente a mí por primera vez.
Una muchacha me miraba con preocupación dibujada en su rostro. Probablemente la única que se había percatado de mi presencia en todo el mercado. Parecía más joven que yo, aunque no sabría especificar cuanto ya que las apariencias en ocasiones podían engañar mucho.

Haciendo un esfuerzo por dominar la batalla que se estaba librando en mi interior y tratando de que la expresión de mi rostro permaneciese lo más neutral posible, me incorporé levemente para tomar una postura algo más erguida.

—No se preocupe—hablé finalmente con un hilo de voz—Debo de haberme mareado debido al calor y a la multitud—mentí, ya que no era ni el momento ni el lugar como para confesarle a una extraña la verdadera naturaleza de mis problemas. Todos me toman por loca, así que no debe preocuparse por lo que ve, es algo completamente normal—Se me pasará enseguida, lamento haberla asustado por una chiquillada.

Sin embargo, mis actos parecían contradecir en cierta manera a mis palabras calmadas, ya que mi mano seguía afianzada de manera firme sobre la superficie de la farola, como si mi vida dependiese de ello.

por **Adelheid Bartholf** Vie Ene 11, 2013 4:49 pm

La miré aún confusa, la verdad era que por alguna razón no podía creerle que estuviera bien, a veces simplemente podía saber que alguien no era bueno fingiendo y aún peor estando enfermo, esta señora debía tener algo porque podía notarse rápidamente que no estaba del todo bien, solo tenía que ver su rostro para darme cuenta de que había algún problema y no tenía problema en ayudarle. -¿Está segura que es eso, Sra? No sufrirá usted de alguna enfermedad ...de esas que son traicioneras y para toda la vida. -dije, pues había olvidado cual era la palabra que debía usar, -crónica, -dije finalmente recordando -¿No sufre usted de alguna enfermedad? Si es así puedo llevarla a algún doctor. -debido a que conocía el mercado bastante bien, estaba segura de reconocer el camino hacia el doctor más cercano, aunque era uno que cobraba demasiado en mi opinión, sin embargo por las ropas que llevaba la mujer sabía que no habría problema con respecto a eso.

La mujer seguía insistiendo en estar bien, yo no sabía que hacer. No podía tampoco dejarla botada con su obvio dolor, estaba en plena contradicción pues no sabía como ayudar a alguien que se negaba a recibir ayuda. -Al menos podría ...-ni siquiera encontraría un asiento para que pudiera usarlo y no tenía bebida que pudiera tomar para calmarse, yo era la menos indicada para dar ayuda cuando en realidad no tenía nada que dar. -No se preocupe, señora. Aquí pasan estas cosas todo el tiempo, tal vez sea el mal olor del lugar, tal vez si nos vamos a un lugar menos abarrotado le haga bien. Yo ...yo iba de salida, y conozco un buen camino, nos sacará de este lugar más rápido.-dije mirando en diferentes direcciones, me iba ubicando con ayuda de algunas caras que parecía reconocer. -Soy Adelheid ...-le dije, no sabía si quería saber mi nombre pero siempre era necesario presentarse, por si las dudas.

por **Rachel Matheson** Dom Ene 13, 2013 7:57 am

Por cosas del azar, la muchacha no podría haber estado más acertada en su diagnóstico, ya que mis extraños ataques se habían repetido de manera casi ininterrumpida durante la última década. ¿Había algo que pudiese considerarse más crónico que eso?
Sin embargo, y repitiendo las palabras que ya me sabía de memoria, tenía que negar que sufriera de algún mal que fuera más allá de un simple mareo o de una pena muy grande por el fallecimiento de mi esposo, que aún seguía sin superar. Mencionar lo ocurrido con mi hijo estaba completamente fuera de la cuestión.

—No será necesario el doctor, aunque si que agradecería que me mostraseis el camino a un lugar un poco más tranquilo—pedí, esperando que, con un poco más de calma a mi alrededor, podría ser capaz de poner mis sentimientos bajo control. Generalmente me era imposible eliminar esas emociones, pero si me concentraba lo suficiente, estaba empezando a ser capaz de ignorarlas.

Con delicadeza, tendí mi mano en su dirección, esperando que la tomase y pudiera guiarme a lugar más adecuado. Sabía que no era correcto que alguien de mi clase mantuviese un trato tan cercano con alguien como ella. Sin embargo, ser desagradecido era uno de los peores pecados del ser humano y yo no estaba dispuesta a caer en ello.

—Me llamo Gaëlle—me presenté en un susurro, aunque lo suficientemente alto como para que ella pudiese escucharme con claridad. Finalmente me sentí con fuerzas como para poder dejar de aferrarme a la farola, teniendo ahora ambas manos desocupadas.

por **Adelheid Bartholf** Lun Ene 21, 2013 4:15 pm

A penas me dijo que le gustaría estar fuera de aquel lugar tan abarrotado no dudé en poner un brazo a través de sus hombros y dirigirla por donde debíamos caminar. No me tomó mucho tiempo recordar pro donde tenía que ir, -Si así lo prefiere usted, entonces déjeme mostrarle el camino.-dije lentamente mientras caminaba a su lado, debía ir seis puestos de frente y de ahí doblar a la derecha, lo tenía todo bajo control. Me pregunté dónde viviría aquella señora, pues aunque no conocía toda París de clase baja estaba segura de que no la había visto jamás y parecía estar enferma a mi parecer, no creí mucho lo que dije pero ya que el aire fresco le hacía bien a todas las personas accedí a solo hacer eso.

Tenía muchas preguntas en mente sin embargo no me parecía lo mejor decírselo en aquel momento, mucho menos cuando ni siquiera sabía el nombre de aquella mujer. Empecé a crear un par de teoría que explicarían quién dejaría sola a esta persona que parecía haber tenido un dolor repentino, según lo que decía no era "nada" entonces no era algo frecuente, lo más probable era que aquella mujer solo haya tenido la mala suerte de tener un dolor en el lugar menos indicado, eso le pasaba a cualquiera. Dejé de insistir en mi mente con la idea de llevarla a un doctor y solo me aseguré de llevarla por el camino correcto. Ya había doblado y ahora debía ir de frente otra vez, casi hasta el final.

-Ya estamos cerca, no se preocupe.- dije, mientras miraba como otras personas ni se preocupaban de lo que pasaba, pude ver que estaba rodeada de personas y muy pocas si quiera volteaban y aún peor ni siquiera se dignaban a ayudarme, pero no era tan importante al fin y al cabo no necesitaba su ayuda, ya estaba por llegar a los exteriores del mercado, en realidad era también parte de este pero estaba más desolado y de ahí se podía salir fácilmente, según lo que me contaron es que a todos les gustaba estar por el centro del mercado y se apretujan por allá cuando ahí también había buen espacio. -Es un gusto, Gäelle. Dime, ¿vives por aquí?-pregunté, mientras buscaba donde se podría sentar.

por **Rachel Matheson** Jue Ene 24, 2013 12:32 pm

Me dejé guiar por ella, sin prestar atención a las posibles miradas de desconcierto que pudiesen caer sobre nosotras y sin fijarme tampoco hacia dónde nos estábamos dirigiendo.
La muchacha parecía completamente inofensiva, y en caso de que quisiera hacerme algo ya era demasiado tarde para poder huir, así que manteniendo la calma me dejé llevar por su compañía. Lo único que quería era alejarme del mercado, del sentimiento que había entrado en mi cuerpo al caminar por él, pero aunque me alejase esa emoción parecía estarme persiguiendo. Al menos, su intensidad era cada vez menor y no me provocaba tanto pesar.
Todo el alboroto fue disipándose poco a poco, quedandose finalmente como un murmullo a lo lejor, dejando que tanto mi voz como la de Adelheid se escuchasen con claridad sin necesidad de forzarla en exceso.

No supe contestar a su pregunta de manera inmediata, ya que no sabía exactamente dónde estaba. Dejé que mi mirada vagase a mi alrededor, buscando algún edificio que me resultase familiar para poder orientarme. Por suerte para mí, la tarea no me llevó más que unos segundos.

—A unos veinte minutos de camino—contesté. La ostentosa mansión familiar se encontraba edificada en una de las zonas más ricas de París, rodeada de las viviendas de gente igualmente poderosa. Al parecer, me había abstraído lo suficiente durante mi paseo como para haberme alejado considerablemente de mi zona de confort—Creo que me he alejado más de la cuenta y además he elegido el momento más inoportuno para sufrir un mareo—añadí, alejando de nuevo las sospechas de mi verdadero diagnóstico. Por suerte para mí, la palidez casi enfermiza de mi piel hacía que mis mejillas se volviesen sonrosadas a la mínima que la temperatura se elevara unos cuantos grados, lo que hacía más creible mi pequeña coartada.

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