Cambio de rumbo | Privado

No se quiere alimentar, estaba cansada y abatida, le disgusta la eternidad, ya no quiere saber al respecto de ella. Se siente mal, porque ahora comprende que ella sigue teniendo esos sentimientos, lo que le enfurece es que sean más intensos de cuando era una simple humana. No se alimentado en muchos días. no tiene porqué hacerlo, y aunque quiere acabar con su existencia eterna no quiere terminar hecha cenizas bajo los rayos del sol. Se valora demasiado como para tener un final de este tipo. Demasiado ordinario, corriente, muy usual, lo que desea es marcar la diferencia, va a planear cada detalle de ser necesario de su muerte, lo que necesitaba para poder hacer que su nombre también se recuerde entre la comunidad de vampiros. No es una vampiresa común, se sabe por sus rasgos, por su nombre, y también por el tiempo que ha permanecido con vida, o no vida como quieran llamarle. ¿Qué le ocurre? No es tan complicado de saber, por el contrario, lo que pasa con ella puede ser incluso más doloroso de lo pensado. A ella le duele la perdida, la rabia que le da no poder tenerlo para disfrutar de ese maldito estira y a floja. Está obsesionada con él, o más bien lo estaba porque ya no hay rastro alguno de la criatura ¡No existe! ¿Qué demonios le paso? ¿Cómo se le escapó? Necesita saberlo o hará su propia tumba y si, se dejará morir como cualquier otra ordinaria criatura con colmillos.

Su dolor, su palidez, y sus ganas de desaparecer tiene un nombre: Ciro. Es el porqué se ha convertido en una vampiresa, por quien tenía una causa, un porqué, una venganza. ¿Por qué le duele tanto? Quizás era cierto que tenía ese maldito amor bizarro por él dentro, pero si fuera amor ¿entonces por qué lo odiaba y quería ver muerto? Y ahora que no sabe de él cree que se está consumiendo ¿Por qué? Ni ella misma lo sabe. Su garganta le quema desesperada, busca que la sangre pase, pero no la va a llevar. Sin embargo esa noche no puede aguantar más, quizás su maldito destino está en perseguirlo, buscarlo, necesita de él para seguir adelante. ¿Le diría que estaba desesperada? ¿Le dirá que lo ha buscado? Quizás se humille, y eso será doloroso, Erianthe, la venida de Atenas, la que estuvo en esos tiempos de gloria que vienen en los malditos libros de los mortales. No es ni la sombra de lo que en su momento a sido. No se levanta desbordando esa grandeza. Sale de su hogar y se arrastra cual serpiente rastrera. Le importa demasiado poco el hecho de estar así, nadie le dirá nada o su maldita sed le hará destrozarles la garganta, sin importar si es mortal o no.

- ¿Dónde carajo estás? - Gritó al aire, gritó al maldito cielo observando las estrellas brillar y la luna llena mostrarse por completo, resplandeciente. Los lobos estarían al acecho, y está segura que si alguno se le acercara la acabaría en tan solo un movimiento. Sonríe maliciosa, eso sería emocionante, intentar hacer la lucha le parece entretenido. Sus ojos se cierran, pero no camina, sigue avanzando de esa forma, como la maldita arrastrada que es. ¿Y si se la follaran así? Si, de esa forma podría bramar de terror, no aguantaría ni una polla dentro, pero algo le saca de sus malditos pensamientos, un sonido, un dolor, gira su cuerpo, sus piernas están ya lo suficientemente sucia, parece una maldita pordiosera. - ¿Quién anda ahí? - Comenta de mala gana, queriendo aventurarse a desafiar al contrincante. Solo juega, porque si es su última noche como no viva, entonces que la gloria la acompañe.