AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sin rumbo (libre)
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Sin rumbo (libre)
Alcé la mirada al cielo y observé un par de nubes grises de aspecto amenazador pasar por encima de mí. El viento que soplaba era fresco pero no me importó, es más, lo agradecí. Quizás lloviese, pero tampoco me importaba. Me gustaba la lluvia, sentirla deslizarse por mi piel, refrescándome...Podía cerrar los ojos y quedarme quieta mientras las gotas chocaban contra mi cuerpo, empapándome, y sentirme libre, como si conectase con la naturaleza... En ese aspecto echaba de menos el bosque, los árboles, la humedad, la tierra, los animales. Esbocé una leve sonrisa al recordar aquello y continué con mi solitario paseo.
En verdad no sabía a donde iba, no tenía un destino fijo. Tan solo quería salir de mi casa, alejarme de los órdenes y obligaciones que me imponía mi tía. Con toda su buena voluntad, sí, pero yo estaba cansada de los negocios, las reuniones, las cartas... Necesitaba salir, distraerme, divertirme, conocer gente... Acabábamos de llegar a París no hacía muchos días y apenas había salido de la casa. Quería explorar la ciudad, ir a sus rincones más oscuros, tener una noche de placer. Así que hoy había sido el día en el que no aguanté más, haciendo caso omiso de las palabras de mi tía que resonaban por los pasillos al tiempo que me dirigía a la salida, había salido, cerrado la puerta tras de mí y echado a andar con el único pensamiento de alejarme de allí.
Respiré hondo y casi pude saborear la libertad que sentía en aquel momento. Esquivé a un par de hombres que caminaban hablando entre ellos y me giré para ver unos escaparates de una tienda de dulces. Seguí andando y pasé la vista entre la gente, unos iban más elegantemente vestidos, otros menos. Todo el mundo parecía ocupado, todos con un destino fijo, todos menos yo. Tampoco me preocupaba en exceso aquello, me divertía pensar a donde me llevarían mis pasos, en que parte de la ciudad acabaría, o si acabaría encontrándome con alguien interesante, o metida en algún lío. Sonreí ante ese pensamiento, echaba de menos algo de acción, o algo de diversión...
Me paré en un cruce de calles, pensando que dirección tomar. ¿Derecha o izquierda? ¿Qué más daba? A algún sitio llegaría después de todo, o quizás tendría que dar la vuelta y volver a mi casa para mirar las manecillas del reloj preguntándome si algo romperá aquella rutina. Rodé mis ojos y decidí ir hacia la derecha. Ojalá encontrase algo de entretenimiento pronto...
En verdad no sabía a donde iba, no tenía un destino fijo. Tan solo quería salir de mi casa, alejarme de los órdenes y obligaciones que me imponía mi tía. Con toda su buena voluntad, sí, pero yo estaba cansada de los negocios, las reuniones, las cartas... Necesitaba salir, distraerme, divertirme, conocer gente... Acabábamos de llegar a París no hacía muchos días y apenas había salido de la casa. Quería explorar la ciudad, ir a sus rincones más oscuros, tener una noche de placer. Así que hoy había sido el día en el que no aguanté más, haciendo caso omiso de las palabras de mi tía que resonaban por los pasillos al tiempo que me dirigía a la salida, había salido, cerrado la puerta tras de mí y echado a andar con el único pensamiento de alejarme de allí.
Respiré hondo y casi pude saborear la libertad que sentía en aquel momento. Esquivé a un par de hombres que caminaban hablando entre ellos y me giré para ver unos escaparates de una tienda de dulces. Seguí andando y pasé la vista entre la gente, unos iban más elegantemente vestidos, otros menos. Todo el mundo parecía ocupado, todos con un destino fijo, todos menos yo. Tampoco me preocupaba en exceso aquello, me divertía pensar a donde me llevarían mis pasos, en que parte de la ciudad acabaría, o si acabaría encontrándome con alguien interesante, o metida en algún lío. Sonreí ante ese pensamiento, echaba de menos algo de acción, o algo de diversión...
Me paré en un cruce de calles, pensando que dirección tomar. ¿Derecha o izquierda? ¿Qué más daba? A algún sitio llegaría después de todo, o quizás tendría que dar la vuelta y volver a mi casa para mirar las manecillas del reloj preguntándome si algo romperá aquella rutina. Rodé mis ojos y decidí ir hacia la derecha. Ojalá encontrase algo de entretenimiento pronto...
Katherine Blacknight- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/08/2014
Re: Sin rumbo (libre)
La tarde se moldea bajo el manto oscuro de grisáceas nubes que se aglomeran entre ellas para así evitar el paso a la luz solar. Los horarios pasan a segundo plano en vista de que no se sabe si es medio día o si ya está el ocaso a punto de llegar. Todo se torna frio, desolado, casi como si las calles supieran que ha llegado la noche, la noche de caza.
El sonoro de los truenos hace temblar las calles parisienses donde poco a poco las personas van buscando el refugio ante el final de la tarde, saben bien que hay muchos rumores y muchas leyendas sobre París y sus míticos seres sobrenaturales.
Así entonces, justo en la cúspide de una edificación se coloca una sombra altiva, cubierta por ropajes negros e incógnita para cualquier ojo debido a la altura y el jugueteo de los vientos que parecen mover una capa. Su presencia pronto se adorna con la caída de un rayo que parece anunciar la llegada de una leyenda urbana, de un ladrón no convencional, de aquel que es temido por los ricos, cazado por las autoridades pero amado por el pueblo. La sombra que cobra vida por la noche trayéndole justicia a los menos favorecidos.
Con toda calma observa la caminata de una mujer, sola y casi sin pista alguna; eso es malo pues debido a su posición logra percatarse de que tres individuos cazan a la musa, esperando a que dé un giro por el sendero equivocado para hacerle solo Satanás sabe que… Pero es algo que El Ladrón más famoso de Europa no va a permitir.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Fecha de inscripción : 06/06/2012
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Re: Sin rumbo (libre)
El cielo se oscureció más y los truenos resonaron por encima de mi cabeza. El olor a humedad que precede a la lluvia llenó mi nariz y el viento azotó las calles. La gente comenzó a andar más rápido o a refugiarse ante la perspectiva de quedarse indefensos bajo la tormenta.
Sonreí divertida y continué con mi paseo. La tarde se había oscurecido y parecía que la noche se iba a cernir sobre la ciudad cuando aún faltaban unas cuantas horas para ello. Mucha gente temía las calles de París cuando tan solo las tenues luces de las farolas iluminaban los espacios creando sombras en las paredes, refugio de seres de la noche... Sacudí la cabeza para apartar esos pensamiento y giré en una calle.
Cuando me di cuenta de mi error ya era demasiado tarde. Había caminado demasiado y era imposible volver atrás. Sentí la presencia de tres personas detrás de mí, iba tan absorta en mis pensamiento que no me había dado cuenta hasta ahora. Oí tres tipos de pisadas distintos, sus respiraciones acompasadas, lentas, expectantes. Dudaba que sus intenciones fuesen buenas. ¿Tres hombres siguiendo a una dama a una calle estrecha y sin nadie a la vista? Es no iba a acabar bien.
Tensé mis músculos y pensé en mis posibilidades sin parar de andar. En un combate cuerpo a cuerpo, quizás si fuese uno tendría posibilidades, o incluso con dos, pero tres..No, tres eran muchos para mí sola. También podría transformarme. Adoptar mi forma de gato e huir, llegar hasta mi casa y recuperar mi forma humana. Mi tía estaba al corriente de mi naturaleza aunque prefería mantenerse al margen. Los hombres aceleraron sus pasos. ¿Me daría tiempo a transformarme? Quizás era demasiado arriesgado, no tenía mucho tiempo... Tragué saliva. La calle era demasiado larga y se acercaban. Respiré hondo, tendría que enfrentarme a ellos. Cuando pensé en algo de entretenimiento no me refería a esto... Me mordí el labio, erguí la cabeza y un escalofrío me recorrió. Me giré lentamente mientras me preguntaba si aquello iba a acabar bien.
Sonreí divertida y continué con mi paseo. La tarde se había oscurecido y parecía que la noche se iba a cernir sobre la ciudad cuando aún faltaban unas cuantas horas para ello. Mucha gente temía las calles de París cuando tan solo las tenues luces de las farolas iluminaban los espacios creando sombras en las paredes, refugio de seres de la noche... Sacudí la cabeza para apartar esos pensamiento y giré en una calle.
Cuando me di cuenta de mi error ya era demasiado tarde. Había caminado demasiado y era imposible volver atrás. Sentí la presencia de tres personas detrás de mí, iba tan absorta en mis pensamiento que no me había dado cuenta hasta ahora. Oí tres tipos de pisadas distintos, sus respiraciones acompasadas, lentas, expectantes. Dudaba que sus intenciones fuesen buenas. ¿Tres hombres siguiendo a una dama a una calle estrecha y sin nadie a la vista? Es no iba a acabar bien.
Tensé mis músculos y pensé en mis posibilidades sin parar de andar. En un combate cuerpo a cuerpo, quizás si fuese uno tendría posibilidades, o incluso con dos, pero tres..No, tres eran muchos para mí sola. También podría transformarme. Adoptar mi forma de gato e huir, llegar hasta mi casa y recuperar mi forma humana. Mi tía estaba al corriente de mi naturaleza aunque prefería mantenerse al margen. Los hombres aceleraron sus pasos. ¿Me daría tiempo a transformarme? Quizás era demasiado arriesgado, no tenía mucho tiempo... Tragué saliva. La calle era demasiado larga y se acercaban. Respiré hondo, tendría que enfrentarme a ellos. Cuando pensé en algo de entretenimiento no me refería a esto... Me mordí el labio, erguí la cabeza y un escalofrío me recorrió. Me giré lentamente mientras me preguntaba si aquello iba a acabar bien.
Katherine Blacknight- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 14/08/2014
Re: Sin rumbo (libre)
El contraste oscuro de las nubes que someten toda clase de halo solar en el ambiente sirve como perfecto aliado para aquel ladrón que observa todo desde las alturas. Su cuerpo se mantiene erguido en espera del momento oportuno hasta que llega el instante cuando la dama se percata –al parecer- de las intenciones de los malévolos, provocando que el de capa sonriese de lado.
-Excelente forma de iniciar la noche- susurra para después flexionar sus piernas y despedir un fuerte salto, arrojándose suicidamente hacia la calle para entonces tomar de su cinturón aquel fiel látigo que con maestría arroja a una edificación que yace a su izquierda, aferrándolo bien para después utilizarlo como columpio y así lograr propiciar una patada en el rostro del primer patán que intenta atacar a la dama, arrojándolo lejos e inconsciente.
Cayendo con perfección logra escuchar la sorpresa de los otros dos individuos, quienes se arrojan contra el nocturno –Pobres idiotas- dictamina mientras se reincorpora, siendo cubierto por su capa negra de hombros a talones, sin embargo, el detalle yace en ese azabache antifaz que cubre su identidad.
Ambos arrojan un puñetazo hacia el de cabellos largos, quien solamente mueve su cuerpo con agilidad para dejar pasar a los dos de largo –Si quieren tocarme, deberán ser más rápidos- chasquea la lengua y musita con todo cinismo, presenciando la ira de los criminales quienes repiten aquel acto más ahora son respondidos por el de ojos marrones, quien da un salto hacia atrás, posicionándose sobre un par de cajas que yacen en los costados, tomando una mayor altura.
-A una mujer no se le toca... A menos, claro... Que sea para besarla- el ojo diestro del caballero de la noche dedica un guiño a la mujer que decide proteger, provocando el enfurecimiento de los dos rufianes, tanto, que se arrojan en contra del Ladrón quien da otro salto, más esta vez utilizando su habilidad física para caminar por los hombros de sus contrincantes cual equilibrista –Esto es demasiado absurdo- se dice una vez en el suelo, dándoles la espalda, provocándolos y dejando paso a que uno de ellos tome la delantera, sin embargo, es recibido con el látigo del Español que lo enrolla de los talones y lo derriba en el acto.
-Cuidado, piso resbaloso- ríe para quedar frente a frente con el último secuaz, quien vuelve a intentar darle un puñetazo, más fácilmente lo esquiva y agachando un poco su cuerpo decide depositar un fuerte y certero puñetazo en la zona abdominal del individuo, provocándole una sofocación que lo derriba en tan solo segundos.
Su cuerpo vuelve a girarse para cerciorarse de que la doncella esté a salvo, pero una vez que se queda impactado por tal belleza, este escucha como el tipo caído por su látigo vuelve a atacarlo a traición, sin embargo esta vez el famoso Criminal decide dar un fuerte salto, girando sobre su propio eje para depositar una patada directo en el rostro de su contrincante, mandándolo a sentar totalmente desmayado.
-Estos tipos nunca aprenden- ríe por lo bajo como si nada hubiese pasado, regresando su mirada a la fémina, a quien observa bajo el manto de una lluvia sublime y exquisita.
-Excelente forma de iniciar la noche- susurra para después flexionar sus piernas y despedir un fuerte salto, arrojándose suicidamente hacia la calle para entonces tomar de su cinturón aquel fiel látigo que con maestría arroja a una edificación que yace a su izquierda, aferrándolo bien para después utilizarlo como columpio y así lograr propiciar una patada en el rostro del primer patán que intenta atacar a la dama, arrojándolo lejos e inconsciente.
Cayendo con perfección logra escuchar la sorpresa de los otros dos individuos, quienes se arrojan contra el nocturno –Pobres idiotas- dictamina mientras se reincorpora, siendo cubierto por su capa negra de hombros a talones, sin embargo, el detalle yace en ese azabache antifaz que cubre su identidad.
Ambos arrojan un puñetazo hacia el de cabellos largos, quien solamente mueve su cuerpo con agilidad para dejar pasar a los dos de largo –Si quieren tocarme, deberán ser más rápidos- chasquea la lengua y musita con todo cinismo, presenciando la ira de los criminales quienes repiten aquel acto más ahora son respondidos por el de ojos marrones, quien da un salto hacia atrás, posicionándose sobre un par de cajas que yacen en los costados, tomando una mayor altura.
-A una mujer no se le toca... A menos, claro... Que sea para besarla- el ojo diestro del caballero de la noche dedica un guiño a la mujer que decide proteger, provocando el enfurecimiento de los dos rufianes, tanto, que se arrojan en contra del Ladrón quien da otro salto, más esta vez utilizando su habilidad física para caminar por los hombros de sus contrincantes cual equilibrista –Esto es demasiado absurdo- se dice una vez en el suelo, dándoles la espalda, provocándolos y dejando paso a que uno de ellos tome la delantera, sin embargo, es recibido con el látigo del Español que lo enrolla de los talones y lo derriba en el acto.
-Cuidado, piso resbaloso- ríe para quedar frente a frente con el último secuaz, quien vuelve a intentar darle un puñetazo, más fácilmente lo esquiva y agachando un poco su cuerpo decide depositar un fuerte y certero puñetazo en la zona abdominal del individuo, provocándole una sofocación que lo derriba en tan solo segundos.
Su cuerpo vuelve a girarse para cerciorarse de que la doncella esté a salvo, pero una vez que se queda impactado por tal belleza, este escucha como el tipo caído por su látigo vuelve a atacarlo a traición, sin embargo esta vez el famoso Criminal decide dar un fuerte salto, girando sobre su propio eje para depositar una patada directo en el rostro de su contrincante, mandándolo a sentar totalmente desmayado.
-Estos tipos nunca aprenden- ríe por lo bajo como si nada hubiese pasado, regresando su mirada a la fémina, a quien observa bajo el manto de una lluvia sublime y exquisita.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Fecha de inscripción : 06/06/2012
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Re: Sin rumbo (libre)
Me giré, expectante y dispuesta a entrar en acción, mis ojos se enfrentaron a los de los tres hombres. Eran de clase más baja a juzgar por sus ropajes, y sus ojos brillaron con malicia mirándome de arriba abajo. Contuve el aliento, retrocedí un paso y esperé a que hiciesen algún movimiento pero eso no paso. Antes de que alguno pudiese moverse en mi dirección, un hombre se precipitó desde las alturas, ayudado de un látigo y dejo fuera de combate a uno de ellos. Una capa ondeaba a su espalda, era alto, de cabellos largos pero lo intrigante y misterioso de aquel individuo que parecía ser mi salvador, era el antifaz que cubría su rostro.
Los hombres, enfurecidos por la intromisión de aquel extraño se abalanzaron sobre él. Retrocedí un par de pasos para evitar ser alcanza o molestar y miré la escena con curiosidad y alivio. No dejé de tensar mis músculos, por si la cosa se torcía y debía intervenir. Sin embargo, el hombre enmascarado parecía tener todo bajo control. Con comentarios audaces y burlones, se desenvolvió en una lucha, no demasiado justa para mis perseguidores, que claramente no parecían tener nada que hacer contra aquel hombre. Sin duda, se notaba que tenía experiencia en aquello, la fluidez de sus movimientos lo denotaban.
Un trueno sonó en el cielo, bramando, y una suave lluvia comenzó a caer sobre las calles de París. Alcé la vista sintiendo como las pequeñas gotas golpeaban mi piel pero en seguida volví mi atención a la pelea que ya llegaba a su fin. Cuando derribó al último de los hombres, fijó su mirada en mí pero antes de que pudiese reaccionar uno de los hombres trató de atacarle a traición. A lo que respondió, con un salto y una patada en su rostro, dejándole inconsciente.
Finalmente se giró, mirándome a través de su antifaz, mientras la lluvia nos cubría a ambos. Traté de captar su aura, pero no era ni licántropo, ni vampiro, ni otro cambiaformas… Se trataba de un humano. Lo cierto es que estaba bastante sorprendida por la escena que acababa de presenciar. Aquel hombre me había salvado de un final horrible a manos de tres delincuentes, protagonizando una pelea sin el mayor esfuerzo.
—Yo…le estoy profundamente agradecida por haberme salvado. Ha sido muy valiente y no sé como agradecerle un acto tan valeroso. Gracias de corazón—dije con una sonrisa de gratitud e inclinando levemente la cabeza. Sin embargo, la curiosidad me picó, que llevase un antifaz me intrigaba ¿Quién era aquel misterioso héroe?—. ¿Puedo saber el nombre del caballero que me ha salvado?—pregunté transformando mi sonrisa en una más atrevida.
Los hombres, enfurecidos por la intromisión de aquel extraño se abalanzaron sobre él. Retrocedí un par de pasos para evitar ser alcanza o molestar y miré la escena con curiosidad y alivio. No dejé de tensar mis músculos, por si la cosa se torcía y debía intervenir. Sin embargo, el hombre enmascarado parecía tener todo bajo control. Con comentarios audaces y burlones, se desenvolvió en una lucha, no demasiado justa para mis perseguidores, que claramente no parecían tener nada que hacer contra aquel hombre. Sin duda, se notaba que tenía experiencia en aquello, la fluidez de sus movimientos lo denotaban.
Un trueno sonó en el cielo, bramando, y una suave lluvia comenzó a caer sobre las calles de París. Alcé la vista sintiendo como las pequeñas gotas golpeaban mi piel pero en seguida volví mi atención a la pelea que ya llegaba a su fin. Cuando derribó al último de los hombres, fijó su mirada en mí pero antes de que pudiese reaccionar uno de los hombres trató de atacarle a traición. A lo que respondió, con un salto y una patada en su rostro, dejándole inconsciente.
Finalmente se giró, mirándome a través de su antifaz, mientras la lluvia nos cubría a ambos. Traté de captar su aura, pero no era ni licántropo, ni vampiro, ni otro cambiaformas… Se trataba de un humano. Lo cierto es que estaba bastante sorprendida por la escena que acababa de presenciar. Aquel hombre me había salvado de un final horrible a manos de tres delincuentes, protagonizando una pelea sin el mayor esfuerzo.
—Yo…le estoy profundamente agradecida por haberme salvado. Ha sido muy valiente y no sé como agradecerle un acto tan valeroso. Gracias de corazón—dije con una sonrisa de gratitud e inclinando levemente la cabeza. Sin embargo, la curiosidad me picó, que llevase un antifaz me intrigaba ¿Quién era aquel misterioso héroe?—. ¿Puedo saber el nombre del caballero que me ha salvado?—pregunté transformando mi sonrisa en una más atrevida.
Katherine Blacknight- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/08/2014
Re: Sin rumbo (libre)
El momento se congela cuando ambos jóvenes quedan frente a frente bajo la lluvia. La dama es quien decide dar las primeras palabras que evidentemente cuestionan la identidad del español quien con una súbita sonrisa hace una reverencia con toda educación –Soy el Ladrón Rosa Negra, todo un placer, belleza- remarca con su acento extranjero, sin embargo, esto pasa a segundo plano cuando decide otorgar una flor de matiz negruzco.
Con prontitud se reincorpora, observando de reojo a los malignos que yacen tirados en el suelo con total desmayo, realmente algo que le provoca gracia para quien ahora escucha como se aceran con prisa algunos otros personajes.
-Parece que hemos hecho un escándalo- adopta la tonalidad cínica, mientras que a lo lejos proclaman el nombre del enmascarado y evidentemente con amenazas de su captura. No hay duda alguna, se trata de la autoridad francesa que vienen para arrestarlo.
Suspira hondamente y lleno de pesadez, su cabeza de un lado a otro hace la mímica de negación mientras no soporta un segundo más y suela una carcajada –Esto sí que arruina el momento, pero mi popularidad es grande aquí… Así que tiene dos opciones, preciosa… Se queda y va con aquellos aguafiestas- gira su rostro, confirmando la cercanía de estos –O rompe las reglas de su madre y se escapa con un desconocido que además es un ladrón- vuelve a observarla, esperando una pronta respuesta.
Con prontitud se reincorpora, observando de reojo a los malignos que yacen tirados en el suelo con total desmayo, realmente algo que le provoca gracia para quien ahora escucha como se aceran con prisa algunos otros personajes.
-Parece que hemos hecho un escándalo- adopta la tonalidad cínica, mientras que a lo lejos proclaman el nombre del enmascarado y evidentemente con amenazas de su captura. No hay duda alguna, se trata de la autoridad francesa que vienen para arrestarlo.
Suspira hondamente y lleno de pesadez, su cabeza de un lado a otro hace la mímica de negación mientras no soporta un segundo más y suela una carcajada –Esto sí que arruina el momento, pero mi popularidad es grande aquí… Así que tiene dos opciones, preciosa… Se queda y va con aquellos aguafiestas- gira su rostro, confirmando la cercanía de estos –O rompe las reglas de su madre y se escapa con un desconocido que además es un ladrón- vuelve a observarla, esperando una pronta respuesta.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Sin rumbo (libre)
Miré la rosa ampliando mi sonrisa y la tome de sus manos mientras me la lleva a la nariz para oler su suave aroma. A pesar de la lluvia que caía capté el olor que desprendía la flor. También me había percatado del acento extranjero del Ladrón, y si no me equivocaba, era español. Todo estaba tornándose sumamente interesante.
Antes de que pudiese responderle, unas voces y pisadas resonaron a lo lejos. Según sus palabras era la guardia francesa, mi salvador era toda una celebridad al parecer. Agucé el oído y comprobé que no pocos hombres venían a nuestro encuentro. Me pregunté que clase de ladrón era aquel, su nombre me sonaba de algo, quizás lo hubiese oído en alguna parte... Sin embargo, me había salvado así que sus intenciones tampoco debían ser muy deshonestas. Honor tenía al menos.
Sacudió la cabeza con decepción para luego soltar una carcajada y hacerme una curiosa proposición. No pude ocultar mi sonrisa ante sus palabras. Estaba claro que mi tía me esperaba para cenar pero no sería la primera vez que no aparecía. La guardia se acercaba y el Ladrón me miraba expectante. Me mordí el labio indecisa, aunque en el fondo ya había tomado mi decisión.
-Desde luego si que es popular-dije con media sonrisa-. Sin embargo, escogeré la segunda opción. La guardia francesa no parece tan interesante como vos... Además, me ha salvado, a pesar de ser un ladrón perseguido por la ley, así que dudo que vaya a hacerme daño alguno ¿verdad?-Está vez esbocé una sonrisa divertida mientras los guardias estaban por llegar.
Antes de que pudiese responderle, unas voces y pisadas resonaron a lo lejos. Según sus palabras era la guardia francesa, mi salvador era toda una celebridad al parecer. Agucé el oído y comprobé que no pocos hombres venían a nuestro encuentro. Me pregunté que clase de ladrón era aquel, su nombre me sonaba de algo, quizás lo hubiese oído en alguna parte... Sin embargo, me había salvado así que sus intenciones tampoco debían ser muy deshonestas. Honor tenía al menos.
Sacudió la cabeza con decepción para luego soltar una carcajada y hacerme una curiosa proposición. No pude ocultar mi sonrisa ante sus palabras. Estaba claro que mi tía me esperaba para cenar pero no sería la primera vez que no aparecía. La guardia se acercaba y el Ladrón me miraba expectante. Me mordí el labio indecisa, aunque en el fondo ya había tomado mi decisión.
-Desde luego si que es popular-dije con media sonrisa-. Sin embargo, escogeré la segunda opción. La guardia francesa no parece tan interesante como vos... Además, me ha salvado, a pesar de ser un ladrón perseguido por la ley, así que dudo que vaya a hacerme daño alguno ¿verdad?-Está vez esbocé una sonrisa divertida mientras los guardias estaban por llegar.
Katherine Blacknight- Cambiante Clase Alta
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Re: Sin rumbo (libre)
La respuesta ha sido otorgada y eso recalca en la sonrisa cínica del ladrón quien con toda felicidad –y prisa- decide emprender su carrera, no sin antes tomar a la hermosa mujer de la muñeca, arrastrándola a toda velocidad junto con él, tomando uno de los caminos que los lleva hacia los callejones de la ciudad, probablemente el mejor escondite para el enmascarado.
-Nunca diga que se aburre conmigo, por favor- menciona haciendo lujo de todo el descaro al escuchar como los guardias siguen tras ellos, algo que pareciese no seguir el plan que tenía hasta ese momento pensado –¿Cuándo se volvieron tan veloces? Parece que nos divertiremos un poco- claudica para así, en un arranque toma a la doncella en brazos con o sin su consentimiento.
El correr pareciese volverse más fácil de esa manera puesto que él sabe bien a qué dirección ir girando así como llevando una velocidad continua –Puede golpearme una vez que los perdamos, querida… Mientras tanto, debo decir que tiene una piel muy suave- se carcajea, algo que es evidente error pues a lo lejos el comandante da la orden de tomar el oeste… ¡¿el oeste?! Esa es la dirección que los dos jóvenes han tomado.
Un trueno de forma aturdidora se expande cual eco imponente por todo el firmamento, la lluvia se intensifica y eso hace todo un poco más complicado, sin embargo, estas líneas se vuelven contradictorias debido a que los dos aventureros han llegado con un tope, literal.
-Oh vamos, deben estar bromeando- recita cuando se ve frente a una pared, camino cerrado.
Evidentemente para él sería muy sencillo escalar a los techos, pero no puede dejar ahí a una mujer en apuros así que lo primero que se le viene a la mente es improvisar –Rápido, escóndase detrás de esas cajas- señala con prisa, desprendiendo su capa para abrigar a la fémina e indicarle el camino correcto. Una vez esto, el de herencia española suspira, tronando su cuello y estirando un poco sus extremidades –Sobre su pregunta de hace un momento… En efecto, no le haré daño, sin embargo, no puedo asegurar que me iré sin algún tesoro- exclama con claridad, tomando el mango de su espada y colocándose en posición.
“.. Solo somos tú, querida espada.. Un montón de guardias, nuevamente… y yo”
Sonriente de medio labio, se prepara para el combate una vez más; esperando que la preciosa femenina haya seguido su consejo de tomar escondite y solo se dedique a disfrutar el show, ¿o acaso el ladrón la esta subestimando?
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Sin rumbo (libre)
Los acontecimientos tomaron un giro inesperado cuando el desconocido me tomó de la muñeca y echó a correr mientras los guardias a lo lejos nos seguían. Confiaba en que supiese a donde se dirigía, seguro que sabía por donde orientarse porque en lo que a mi respecta, aún no conocía lo suficiente la ciudad como para orientarme aunque mi sentido de la orientación, debido a mi naturaleza era bastante bueno.
Sonreí ante las palabras de Ladrón. Desde luego aburrirme no me estaba aburriendo pero entonces mi oído captó las pisadas de los guardias, se acercaban bastante rápido. Oía sus voces dando órdenes y comentarios airados que se perdían entre la lluvia. De pronto y sin previo aviso, el caballero enmascarado me cogió en brazos sin ninguna dificultad y continuó corriendo. Ahogué un gritó por la sorpresa y pasé un brazo por su cuello para sujetarme bien. Aquello si que era descarado, al igual que las palabras que acompañaron aquel acto inesperado, pero no podía decir que no me gustase y sintiese complacida a la vez...
Los guardias nos seguían de cerca y no parecían dispuestos a dejarnos escapar. Sus respiraciones y pisadas se hacían cada vez más audibles. Lo cual no hubiera sido un problema si no nos hubiésemos encontrado en un callejón sin salida. Una pared se alzaba delante nuestro cortándonos el paso. El Ladrón masculló entre dientes y me indicó que me ocultase tras unas cajas al tiempo que me daba su capa para abrigarme. Alcé una ceja con escepticismo mientras miraba las cajas que se situaban a mi derecha, apiladas contra una pared. ¿Esconderme? Fruncí los labios que torné en una leve sonrisa al oír su deseo de llevarse algún "tesoro" de nuestro encuentro pero había asuntos más importantes a los que prestar atención.
El apuesto caballero se llevó una mano al mango de su espada y se colocó en posición de atacar. Los guardias casi nos habían dado alcance. Miré las cajas nuevamente y ladeé la cabeza. No quería esconderme y esperar a ser rescatada de nuevo. Podía defenderme, quizás había llegado la hora de demostrar a mi salvador que no estaba tan indefensa como creía. Valoré mis posibilidades mientras las pisadas de los guardias se acercaban peligrosamente. No había nada que sirviese como arma a mi alcance y no me había traído ninguna en mi rápida huida de mi casa. Quizás era hora de sacar las garras...literalmente.
-Ruego no se alarme por lo que va a suceder-dije al Ladrón mientras me movía hacia las cajas-. No le haré daño alguno, se lo prometo. Volveré a la normalidad cuando esos molestos guardias queden fuera de combate-Me quité la capa y la deje sobre las cajas para que no se manchase.
Cerré los ojos, respiré hondo y sentí el hormigueo familiar subiendo por mis extremidades. El mundo se desdibujo por un momento y luego se aclaró. Estiré los músculos y abrí las fauces mientras mis ojos se acostumbraban al ambiente lluvioso y sombrío. Los guardias ya llegaban. Salí de entre las cajas con movimientos calmados para que el Ladrón no se sintiese amenazado y emití un leve rugido. Todo era más brillante y claro en mi nueva condición. Me llegaban los diferentes olores, sonidos...Mis sentidos se abrieron y recibieron las nuevas sensaciones procesándolas.
Me coloqué unos pasos por delante del Ladrón. Los guardias llegaron a la entrada de la calle y abrí las fauces emitiendo un gruñido gutural. Los guardias pararon sus pasos y me miraron con sorpresa y algunos con temor. No estaban acostumbrados a ver una pantera en las calles de París. Sin embargo, aquella era la ventaja que necesitábamos. Podíamos atacar primero aprovechando su desconcierto. Miré al español que me miraba a través de su antifaz y no pude descifrar su mirada, solo esperaba que no me temiera o huyera debido a mi condición. Volví mi atención a los guardias y tensé mis músculos dispuesta a saltar sobre ellos. No tenía intención de matarles, no a menos que fuese necesario. Tan solo disuadirles de que nos dejasen algo de intimidad...
Sonreí ante las palabras de Ladrón. Desde luego aburrirme no me estaba aburriendo pero entonces mi oído captó las pisadas de los guardias, se acercaban bastante rápido. Oía sus voces dando órdenes y comentarios airados que se perdían entre la lluvia. De pronto y sin previo aviso, el caballero enmascarado me cogió en brazos sin ninguna dificultad y continuó corriendo. Ahogué un gritó por la sorpresa y pasé un brazo por su cuello para sujetarme bien. Aquello si que era descarado, al igual que las palabras que acompañaron aquel acto inesperado, pero no podía decir que no me gustase y sintiese complacida a la vez...
Los guardias nos seguían de cerca y no parecían dispuestos a dejarnos escapar. Sus respiraciones y pisadas se hacían cada vez más audibles. Lo cual no hubiera sido un problema si no nos hubiésemos encontrado en un callejón sin salida. Una pared se alzaba delante nuestro cortándonos el paso. El Ladrón masculló entre dientes y me indicó que me ocultase tras unas cajas al tiempo que me daba su capa para abrigarme. Alcé una ceja con escepticismo mientras miraba las cajas que se situaban a mi derecha, apiladas contra una pared. ¿Esconderme? Fruncí los labios que torné en una leve sonrisa al oír su deseo de llevarse algún "tesoro" de nuestro encuentro pero había asuntos más importantes a los que prestar atención.
El apuesto caballero se llevó una mano al mango de su espada y se colocó en posición de atacar. Los guardias casi nos habían dado alcance. Miré las cajas nuevamente y ladeé la cabeza. No quería esconderme y esperar a ser rescatada de nuevo. Podía defenderme, quizás había llegado la hora de demostrar a mi salvador que no estaba tan indefensa como creía. Valoré mis posibilidades mientras las pisadas de los guardias se acercaban peligrosamente. No había nada que sirviese como arma a mi alcance y no me había traído ninguna en mi rápida huida de mi casa. Quizás era hora de sacar las garras...literalmente.
-Ruego no se alarme por lo que va a suceder-dije al Ladrón mientras me movía hacia las cajas-. No le haré daño alguno, se lo prometo. Volveré a la normalidad cuando esos molestos guardias queden fuera de combate-Me quité la capa y la deje sobre las cajas para que no se manchase.
Cerré los ojos, respiré hondo y sentí el hormigueo familiar subiendo por mis extremidades. El mundo se desdibujo por un momento y luego se aclaró. Estiré los músculos y abrí las fauces mientras mis ojos se acostumbraban al ambiente lluvioso y sombrío. Los guardias ya llegaban. Salí de entre las cajas con movimientos calmados para que el Ladrón no se sintiese amenazado y emití un leve rugido. Todo era más brillante y claro en mi nueva condición. Me llegaban los diferentes olores, sonidos...Mis sentidos se abrieron y recibieron las nuevas sensaciones procesándolas.
Me coloqué unos pasos por delante del Ladrón. Los guardias llegaron a la entrada de la calle y abrí las fauces emitiendo un gruñido gutural. Los guardias pararon sus pasos y me miraron con sorpresa y algunos con temor. No estaban acostumbrados a ver una pantera en las calles de París. Sin embargo, aquella era la ventaja que necesitábamos. Podíamos atacar primero aprovechando su desconcierto. Miré al español que me miraba a través de su antifaz y no pude descifrar su mirada, solo esperaba que no me temiera o huyera debido a mi condición. Volví mi atención a los guardias y tensé mis músculos dispuesta a saltar sobre ellos. No tenía intención de matarles, no a menos que fuese necesario. Tan solo disuadirles de que nos dejasen algo de intimidad...
Katherine Blacknight- Cambiante Clase Alta
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Re: Sin rumbo (libre)
El momento pareciese que ha llegado pues los ojos marrones del enmascarado pueden ver la cercanía inminente de los guardias. Sin embargo, la dama le dedica unas palabras o mejor dicho una advertencia, algo que pareciese no entender mucho y por eso mismo se limita a solo suspirar, regresando su postura erguida y con toda soberbia para ya encontrarse con los uniformados.
-Solo somos ustedes… Mi espada y yo- musita cínicamente el de cabellos largos, quien les hace una señal como invitación a que vengan a por él, pero todo cambia cuando de entre las cajas una grande, temible pero muy hermosa pantera toma el foco protagónico.
“Eso si no lo esperaba. Esta preciosura además de meterse en problema también sabe cómo robarse el espectáculo”
Medita tras dibujar una sonrisa de medio labio, escuchando el potente rugido que inclusive se podría jurar que la cortina creada por las gotas de lluvia se abren paso para aquellas ondas sonoras que pueden hacer temblar a cualquier hombre que se proclame valiente.
Prontitud es en la que algunos guardias salen disparados, cobardes y huyendo a lo que puede ser un destino fatal, otros cuantos se quedan y suicidamente se arrojan contra la fiera así como contra el ladrón –Bueno, parece que somos dos contra el mundo… Veamos quien acaba con más soldados- y así, soltando una carcajada regresa su visión hacia sus adversarios.
Fugazmente, el ladrón emprende por igual una carrera contra ellos. Dando un salto para dar unos cuantos pasos por la pared con toda su habilidad física, dejando pasar de largo un par de guardias que van hacia la Pantera, sin embargo, Rosa Negra ahora se ocupa de impulsarse contra tres de sus enemigos de manera suicida, girando sobre su propio eje en los aires para desprender una fuerte patada que impacta en la quijada de estos, mandándolos a volar.
-París… Nunca se acaba la acción aquí- recita en murmullos, empezando un combate entre espadas con el que pareciese ser el comandante del escuadrón, un alto persecutor del crimen que con cierto nivel de destreza intercambia movimientos con el de vestimenta negra, quien solo responde controlando la situación, jugando con su antagonista.
-Solo somos ustedes… Mi espada y yo- musita cínicamente el de cabellos largos, quien les hace una señal como invitación a que vengan a por él, pero todo cambia cuando de entre las cajas una grande, temible pero muy hermosa pantera toma el foco protagónico.
“Eso si no lo esperaba. Esta preciosura además de meterse en problema también sabe cómo robarse el espectáculo”
Medita tras dibujar una sonrisa de medio labio, escuchando el potente rugido que inclusive se podría jurar que la cortina creada por las gotas de lluvia se abren paso para aquellas ondas sonoras que pueden hacer temblar a cualquier hombre que se proclame valiente.
Prontitud es en la que algunos guardias salen disparados, cobardes y huyendo a lo que puede ser un destino fatal, otros cuantos se quedan y suicidamente se arrojan contra la fiera así como contra el ladrón –Bueno, parece que somos dos contra el mundo… Veamos quien acaba con más soldados- y así, soltando una carcajada regresa su visión hacia sus adversarios.
Fugazmente, el ladrón emprende por igual una carrera contra ellos. Dando un salto para dar unos cuantos pasos por la pared con toda su habilidad física, dejando pasar de largo un par de guardias que van hacia la Pantera, sin embargo, Rosa Negra ahora se ocupa de impulsarse contra tres de sus enemigos de manera suicida, girando sobre su propio eje en los aires para desprender una fuerte patada que impacta en la quijada de estos, mandándolos a volar.
-París… Nunca se acaba la acción aquí- recita en murmullos, empezando un combate entre espadas con el que pareciese ser el comandante del escuadrón, un alto persecutor del crimen que con cierto nivel de destreza intercambia movimientos con el de vestimenta negra, quien solo responde controlando la situación, jugando con su antagonista.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Sin rumbo (libre)
Algunos de los guardias huyeron tras la sorpresa y me sonreí para adentro, nunca me cansaría de aquello. Al parecer el caballero enmascarado no se alertó por mi transformación, sino que más bien se lo tomo con inusitado humor y buena disposición, lo cual me alivio.
Decidí aceptar su reto de acabar con más guardias y estos no tardaron en venir a nuestro encuentro. El Ladrón se hizo a un lado, usando la pared como soporte pero desvié mi atención hacia los guardias que venían a por mí, espadas en mano y miradas hinchadas de valor. Enseñé los dientes, tensé los músculo y avancé a su encuentro. Esquivé la estocada de uno de ellos, agarré su espada con los diente y tiré de ella, derribándole. El segundo guardia se apartó para no chocar con su compañero, lo que aproveche para abalanzarme sobre él. Le derribé sobre el mojado suelo, rodé sobre mi misma y me giré a tiempo para soltarle un zarpazo, no letal pero si suficiente para dejarle inconsciente. El anterior guardia parecía recuperarse de su caída, así que aproveché para agarrarlo del uniforme y lanzarlo contra la pared.
Enfoqué mi vista en el enmascarado y comprobé que estaba enzarzado en una pelea de esgrima con el que parecía el capitán de la guardia. No parecía necesitar mi ayuda con él pero si con el resto de guardias que se habían percatado también de su enfrentamiento. Uno de los guardias desenvainó su espada acercándose por la espalda al Ladrón. Gruñí y salté contra el, clavando las garras en su costado y lanzándolo lejos.
Me giré a tiempo para ver como otro guardia se abalanzaba sobre mí. Traté de esquivarlo pero sentí como el acero laceraba mi piel y el dolor invadía mi pata derecha. Mis ojos se encendieron de furia, mostré los dientes emitiendo un gruñido gutural y vi como los ojos del hombre centelleaban de miedo. Abrí las fauces, el hombre empuñó su espada. Esperé a que atacase primero y ese fue su gran error porque yo ya estaba preparada. Esquivé sin dificultad la espada, mordí su muñeca, haciéndole soltar la espada y un grito de dolor que se vio ahogado por un trueno en el cielo de París. Tiré de él hacia delante, trastabillo para mantener el equilibrio, me puse detrás de él y le solté un zarpazo en la espalda enviándole al suelo.
Me giré para ver el discurso de la pelea de mi acompañante, al parecer se había librado de algunos guardias más pero seguía batiéndose con su espada contra el capitán. Oí algunos pasos acercándose y giré la cabeza, oliendo a los guardias que venían y fijando mi mirada cuando entraron en la calle.
"Vamos a recibirlos apropiadamente" pensé corriendo hacia ellos.
Decidí aceptar su reto de acabar con más guardias y estos no tardaron en venir a nuestro encuentro. El Ladrón se hizo a un lado, usando la pared como soporte pero desvié mi atención hacia los guardias que venían a por mí, espadas en mano y miradas hinchadas de valor. Enseñé los dientes, tensé los músculo y avancé a su encuentro. Esquivé la estocada de uno de ellos, agarré su espada con los diente y tiré de ella, derribándole. El segundo guardia se apartó para no chocar con su compañero, lo que aproveche para abalanzarme sobre él. Le derribé sobre el mojado suelo, rodé sobre mi misma y me giré a tiempo para soltarle un zarpazo, no letal pero si suficiente para dejarle inconsciente. El anterior guardia parecía recuperarse de su caída, así que aproveché para agarrarlo del uniforme y lanzarlo contra la pared.
Enfoqué mi vista en el enmascarado y comprobé que estaba enzarzado en una pelea de esgrima con el que parecía el capitán de la guardia. No parecía necesitar mi ayuda con él pero si con el resto de guardias que se habían percatado también de su enfrentamiento. Uno de los guardias desenvainó su espada acercándose por la espalda al Ladrón. Gruñí y salté contra el, clavando las garras en su costado y lanzándolo lejos.
Me giré a tiempo para ver como otro guardia se abalanzaba sobre mí. Traté de esquivarlo pero sentí como el acero laceraba mi piel y el dolor invadía mi pata derecha. Mis ojos se encendieron de furia, mostré los dientes emitiendo un gruñido gutural y vi como los ojos del hombre centelleaban de miedo. Abrí las fauces, el hombre empuñó su espada. Esperé a que atacase primero y ese fue su gran error porque yo ya estaba preparada. Esquivé sin dificultad la espada, mordí su muñeca, haciéndole soltar la espada y un grito de dolor que se vio ahogado por un trueno en el cielo de París. Tiré de él hacia delante, trastabillo para mantener el equilibrio, me puse detrás de él y le solté un zarpazo en la espalda enviándole al suelo.
Me giré para ver el discurso de la pelea de mi acompañante, al parecer se había librado de algunos guardias más pero seguía batiéndose con su espada contra el capitán. Oí algunos pasos acercándose y giré la cabeza, oliendo a los guardias que venían y fijando mi mirada cuando entraron en la calle.
"Vamos a recibirlos apropiadamente" pensé corriendo hacia ellos.
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Re: Sin rumbo (libre)
Y la acción comienza con el enmascarado y el uniformado como foco protagónico pues ambos sumergidos en su batalla de filos van trazando una danza sublime donde el premio es la vida y el castigo probablemente la muerte. La lluvia como elemento y la adrenalina haciendo las suyas se puede observar como el de cabellos largos mantiene una sonrisa cínica en cada paso que da, manejando bien su contorno ambiental y jugueteando solamente con su antagonista.
-Venga que en la academia te lo han enseñado bien… Pero se te olvida una cosa, tío- musita con toda calma, respondiendo con dos zarpazos frontales, haciéndole caminar hacia al guardia –Estas son las calles, esto es París…- continua explicando mientras gira sobre su propio eje, cubriéndose con maestría el ataque de su contrincante para volver a girar y así dar otro ataque de manera horizontal, rasgando la ropa del defensor de la ley -¡Y me pertenecen!- claudica con orgullo para dar una fuerte patada justo en el pecho ajeno, arrojándolo al suelo donde el de herencia española aprovecha para apunar con la punta de su filo a la yugular del ente derrotado.
La sorpresa no acaba ahí pues de pronto siente como le han salvado el cuello, literalmente. Sus ojos marrones se fijan en la felina que le hace el favor de librarlo de un entrometido, sin embargo, el descuido le cuesta pues el comandante golpea los talones del ladrón, derribándolo y de esta manera cambiar papeles al ser ahora el de piel morena quien es apuntado por la punta de una espada.
Así pues, arrinconado y con aparentemente todo en contra, Rosa Negra de forma disimulada toma un puño de lo que ahora es lodo, arrojándolo directo a los ojos del uniformado, haciéndolo distraer y así con su nata habilidad física decide dar un salto para colocarse de pie, girando sobre su propio eje con maestría para agarrar fuerza y depositar una fulminante patada justo debajo de la rodilla derecha de su contrincante, partiéndola en dos bajo un sonoro grito de dolor.
-Lo lamento, los criminales no jugamos limpio- suela una carcajada, tomando su espada del suelo mientras observa como su acompañante se ha deshecho de sus rivales por igual –A esto yo lo llamo un empate- vuelve a reír, mientras que escucha como la horda de guardias llega al lugar, lo que hace que da una fuerte patada en la espalda del comandante que yace arrodillado y así lo manda al suelo, tomando rápidamente de su cinturón una pequeña bombilla –Sé que te encanta morder, pero lo más sensato es irnos, sígueme- recita, arrojando su herramienta al suelo donde con rapidez se expande una cortina densa de humo, suficientemente fuerte para interferir con la respiración de quien lo respire, ideal para una salida triunfal.
-¡VAMOS!- claudica sonriente, enfundando su espada y dando un salto hacia atrás, donde con toda habilidad va escalando una de las edificaciones, llegando con prontitud al techo donde decide emprender una carrera sabiendo que la Pantera le seguiría el paso fácilmente, o eso es lo que espera.
-Venga que en la academia te lo han enseñado bien… Pero se te olvida una cosa, tío- musita con toda calma, respondiendo con dos zarpazos frontales, haciéndole caminar hacia al guardia –Estas son las calles, esto es París…- continua explicando mientras gira sobre su propio eje, cubriéndose con maestría el ataque de su contrincante para volver a girar y así dar otro ataque de manera horizontal, rasgando la ropa del defensor de la ley -¡Y me pertenecen!- claudica con orgullo para dar una fuerte patada justo en el pecho ajeno, arrojándolo al suelo donde el de herencia española aprovecha para apunar con la punta de su filo a la yugular del ente derrotado.
La sorpresa no acaba ahí pues de pronto siente como le han salvado el cuello, literalmente. Sus ojos marrones se fijan en la felina que le hace el favor de librarlo de un entrometido, sin embargo, el descuido le cuesta pues el comandante golpea los talones del ladrón, derribándolo y de esta manera cambiar papeles al ser ahora el de piel morena quien es apuntado por la punta de una espada.
Así pues, arrinconado y con aparentemente todo en contra, Rosa Negra de forma disimulada toma un puño de lo que ahora es lodo, arrojándolo directo a los ojos del uniformado, haciéndolo distraer y así con su nata habilidad física decide dar un salto para colocarse de pie, girando sobre su propio eje con maestría para agarrar fuerza y depositar una fulminante patada justo debajo de la rodilla derecha de su contrincante, partiéndola en dos bajo un sonoro grito de dolor.
-Lo lamento, los criminales no jugamos limpio- suela una carcajada, tomando su espada del suelo mientras observa como su acompañante se ha deshecho de sus rivales por igual –A esto yo lo llamo un empate- vuelve a reír, mientras que escucha como la horda de guardias llega al lugar, lo que hace que da una fuerte patada en la espalda del comandante que yace arrodillado y así lo manda al suelo, tomando rápidamente de su cinturón una pequeña bombilla –Sé que te encanta morder, pero lo más sensato es irnos, sígueme- recita, arrojando su herramienta al suelo donde con rapidez se expande una cortina densa de humo, suficientemente fuerte para interferir con la respiración de quien lo respire, ideal para una salida triunfal.
-¡VAMOS!- claudica sonriente, enfundando su espada y dando un salto hacia atrás, donde con toda habilidad va escalando una de las edificaciones, llegando con prontitud al techo donde decide emprender una carrera sabiendo que la Pantera le seguiría el paso fácilmente, o eso es lo que espera.
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Re: Sin rumbo (libre)
Tras haber acabado con una par de guardias más ya oía llegar a la siguiente tanda. Sentía la adrenalina por mis venas, y la sanación acelerada estaba curándome la herida de la pata derecha. Tensé mis músculos y me preparé para seguir con la lucha bajo la lluvia que parecía haber remitido un poco.
Sin embargo, la voz del Ladrón llegó a mis oídos detrás de mí. Me giré y vi al capitán de la guardia derribado en el suelo, derrotado. Sonreí y el caballero enmascarado me apremió y soltó algo que hizo que una cortina de humo se extendiese ocultándonos de los hombres que venían. Escaló con facilidad el edificio de nuestra izquierda desapareciendo por el tejado de éste bajo mi atenta mirada. Fruncí el ceño y miré la pared. Tenía salientes y quizás podría escalarla pero con mi forma de pantera. Pesaba demasiado y me costaría demasiado esfuerzo y con la herida aún sanándose no era recomendable. Así que decidí cambiar a mi forma de gato y salté sobre la pared con las garras fuera. Apreté los dientes cuando sentí el dolor de la herida extenderse por mi cuerpo pero seguí subiendo. Una vez arriba acabaría de sanar.
Al final llegué arriba y comprobé que el Ladrón iba ya por el segundo edificio en una huida apresurada. Respiré hondo y retomé mi forma de pantera para ir más rápido. El cambio de formas no ayudaba a la sanación y me acarreaba un esfuerzo de más pero podía con aquello, había estado en situaciones peores.
Eché a correr tras el Ladrón que volvió la vista para comprobar que le seguía. Salté al edificio de enfrente y me coloqué a un metro de distancia del Ladrón. Agudicé el oído y comprobé que las voces de los guardias se oían lejanas y confundidas. Eso me tranquilizó. Miré al enmascarado, poniéndome a su altura, ajustándome a su ritmo y me pregunté si sabía a donde nos dirigíamos.
Sin embargo, la voz del Ladrón llegó a mis oídos detrás de mí. Me giré y vi al capitán de la guardia derribado en el suelo, derrotado. Sonreí y el caballero enmascarado me apremió y soltó algo que hizo que una cortina de humo se extendiese ocultándonos de los hombres que venían. Escaló con facilidad el edificio de nuestra izquierda desapareciendo por el tejado de éste bajo mi atenta mirada. Fruncí el ceño y miré la pared. Tenía salientes y quizás podría escalarla pero con mi forma de pantera. Pesaba demasiado y me costaría demasiado esfuerzo y con la herida aún sanándose no era recomendable. Así que decidí cambiar a mi forma de gato y salté sobre la pared con las garras fuera. Apreté los dientes cuando sentí el dolor de la herida extenderse por mi cuerpo pero seguí subiendo. Una vez arriba acabaría de sanar.
Al final llegué arriba y comprobé que el Ladrón iba ya por el segundo edificio en una huida apresurada. Respiré hondo y retomé mi forma de pantera para ir más rápido. El cambio de formas no ayudaba a la sanación y me acarreaba un esfuerzo de más pero podía con aquello, había estado en situaciones peores.
Eché a correr tras el Ladrón que volvió la vista para comprobar que le seguía. Salté al edificio de enfrente y me coloqué a un metro de distancia del Ladrón. Agudicé el oído y comprobé que las voces de los guardias se oían lejanas y confundidas. Eso me tranquilizó. Miré al enmascarado, poniéndome a su altura, ajustándome a su ritmo y me pregunté si sabía a donde nos dirigíamos.
Katherine Blacknight- Cambiante Clase Alta
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Re: Sin rumbo (libre)
Poco a poco las voces con reclamos que se acompañan de una inminente confusión van desapareciendo de los oídos del Ladrón, quien hábilmente va transportándose de techo en techo como si fuese un simple paseo por la playa, como si eso lo hiciese todos los días… O bueno, todas las noches. Literal.
-No me gusta como se ve eso- claudica mientras observa a la minina, apresurándose a tomarla con su mano izquierda sin siquiera dar aviso alguno; al cabo de esto, envuelve a ambos con su capa para dejarse caer hasta otro callejón, abrigándose por las sombras que empiezan a aparecer pese a que el cielo continua con la cortina de lluvia.
La caída del enmascarado es perfecta, el soporte de sus talones y el buen trabajo físico que lleva hacen que todo quede ya en calma. Con cuidado checa la herida de su compañera y con negación menciona –Esto no se curará tan sencillo, así que necesito que haga algo…- suspira, como si dudara un segundo.
Sabe que no pueden ir con algún médico o enfermera, casi nadie sabe de la naturaleza poco común que habita en el mundo y exponer así a la dama sería casi como un suicidio, por eso es que piensa en una segunda opción –La llevaré cargando a un sitio que no puedo decirle que es o donde está, pero deberá quedarse quieta y sobre todo no ver-
Esboza una sonrisa ladina, siente como si estuviese dando instrucciones a una pequeña cría, casi olvida que es la misma mujer que pese el haber estado en aprietos, le deslumbró con su belleza –Esto es por su seguridad, así que necesito que mantenga un poco más su transformación y una vez llegando a ese lugar yo mismo la atenderé- observa a los lados, fijando desde ese segundo el camino.
-Y nada de espiar- adjudica para después meterla entre sus ropas negras, evitando que se moje –aún más- y también nublando su visión, emprendiendo su marcha justo hacia las colinas. A la Zona Residencial trasera.
-No me gusta como se ve eso- claudica mientras observa a la minina, apresurándose a tomarla con su mano izquierda sin siquiera dar aviso alguno; al cabo de esto, envuelve a ambos con su capa para dejarse caer hasta otro callejón, abrigándose por las sombras que empiezan a aparecer pese a que el cielo continua con la cortina de lluvia.
La caída del enmascarado es perfecta, el soporte de sus talones y el buen trabajo físico que lleva hacen que todo quede ya en calma. Con cuidado checa la herida de su compañera y con negación menciona –Esto no se curará tan sencillo, así que necesito que haga algo…- suspira, como si dudara un segundo.
Sabe que no pueden ir con algún médico o enfermera, casi nadie sabe de la naturaleza poco común que habita en el mundo y exponer así a la dama sería casi como un suicidio, por eso es que piensa en una segunda opción –La llevaré cargando a un sitio que no puedo decirle que es o donde está, pero deberá quedarse quieta y sobre todo no ver-
Esboza una sonrisa ladina, siente como si estuviese dando instrucciones a una pequeña cría, casi olvida que es la misma mujer que pese el haber estado en aprietos, le deslumbró con su belleza –Esto es por su seguridad, así que necesito que mantenga un poco más su transformación y una vez llegando a ese lugar yo mismo la atenderé- observa a los lados, fijando desde ese segundo el camino.
-Y nada de espiar- adjudica para después meterla entre sus ropas negras, evitando que se moje –aún más- y también nublando su visión, emprendiendo su marcha justo hacia las colinas. A la Zona Residencial trasera.
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