¿Los pájaros? La mejor orquesta [Klaus]

por **Rachel Matheson** Jue Ene 10, 2013 4:27 pm

Era tarde. No lo suficiente como para que empezase a oscurecer, pero si como para que el volumen de gente caminando por las calles de París comenzase a disminuir.
Llevaba un buen rato sentada tranquilamente en uno de los bancos de plaza, aprovechando el clima agradable del verano para pasar algo de tiempo al aire libre. Había pasado una mañana bastante tranquila, por lo que me vi con fuerzas como para salir de mi morada, razón por la que ahora mismo me encontraba aquí.

El cielo empezaba a tomar un tono más anaranjado, indicando que el final del día estaba cada vez más cerca. Los pajaros canturreaban tranquilamente, generando una atmósfera de cuento de hadas que dificilmente podía ser superada por nada más.
En ocasiones, cuando alguien pasaba caminando muy cerca del banco en donde yo estaba sentada podía sentir como mi estado de ánimo amenzaba con cambiar en cualquier momento. Sin embargo, en el último momento volvía a calmarse. Una falsa alarma.

¿Debería de agradecérselo a los pequeños animalitos y a su canto relajante?
No sería capaz de responder a esa cuestión con certeza.
Lo que si que era un hecho es que los pajarillos conseguían transmitir un estado de calma a todos los transeuntes de la plaza, entre los que por fortuna me encontraba yo. Tal vez esta era la solución para mí; olvidarme de tantos médicos y terapias y centrarme en remedios más naturales.

Por un momento cerré los ojos, quedándome inmovil como una estatua mientras que dejaba que esos últimos rayos solares del día bañasen mi piel nivea, generando un calor extremadamente agradable.
Sin poder evitarlo, solté un pequeño suspiro.

por **Klaus von Weissenburg** Jue Ene 10, 2013 4:58 pm

Tal y como hacía casi a diario desde que llegué a París inicié un paseo esta vez por la zona mas céntrica de la ciudad, buscando esos pequeños de paz que tanto apreciaba de la ciudad a la que ahora llamaba hogar, o al menos en la ciudad en la que ahora esperaba encontrarlo.

La gente caminaba en abundancia por esa zona, donde el cantar de los pájaros quitaba las preocupaciones de las cabezas de los ciudadanos parisinos, que eran demasiadas en los tiempos tan turbios y cambiantes que había tocado vivir recientemente debido a la Revolución.

Fui a sacar un cigarrillo del estuche para poder disfrutar aún más del momento, pero tras pensármelo unos segundos volví a dejarlo en la cajetilla y a guardar esta en mi bolsillo, con los pájaros bastaría, no quería molestar a la gente de la zona y arruinar su propio momento con el olor del tabaco.

Escuché a una dama suspirar en un banco a mi lado, no quería ser impertinente ni nada, pero me acerqué hasta ella y me puse en frente -Disculpe....no quisiera molestar......se encuentra usted bien - pregunté amablemente, tan solo quería asegurarme que aquel suspiro no fuese debido a que se sintiese indispuesta.

por **Rachel Matheson** Jue Ene 10, 2013 5:48 pm

Debido al ir y venir de la gente a mi alrededor, mi cerebro había optado por ignorar el sonido de las diferentes pisadas, acostumbrándose a su sonido y no considerándolas una amenaza. Por este mismo motivo, solo me percaté de que un caballero se había acercado hasta mí cuando su voz interrumpió el relativo silencio de la tarde.
Por un momento sentí auténtico pánico ante la posibilidad de que pudiera sufrir un nuevo ataque, pero contra todo pronóstico mis sentimientos y sensaciones más internas continuaron completamente en calma. Una agradable e inesperada sorpresa. Definitivamente hoy era mi día de suerte.

Dibujé una expresión agradable en mi rostro, aunque sin llegar a sonreir. Mis ojos azules se clavaron sobre los del hombre, observándole con cierta intensidad antes de que mis labios se abrieran finalmente para pronunciar unas palabras.

—No es molestia, monsieur—contesté, ya que ciertamente era agradable para mí el tener cierto contacto humano de vez en cuando, y más cuando este se producía sin incidentes. Me hacía sentir como una persona normal—Quería disfrutar tanto del maravilloso paisaje que nos rodea que me temo que he terminado abstrayéndome más de la cuenta—añadí. A continuación me encogí de hombros con simpleza, llevando mi mano hasta mi rostro para colocarme un mechón de pelo algo rebelde detrás de la oreja.

por **Klaus von Weissenburg** Sáb Ene 12, 2013 6:37 am

Su respuesta negativa ante un posible malestar hizo que ahora me sintiese un tanto estúpido, había molestado a la dama sin haber ningún motivo...lo propio ahora sería pedir unas sinceras disculpas por el error cometido. Seguramente mi carácter y mi afán por ayudar a la gente me metería en el futuro en muchas mas situaciones como estas, debía de aprender bien a diferenciar cuando era necesaria mi ayuda y cuando no.

-Siento haberla molestado, caí en el error de que quizás usted no se encontraba bien y buscaba ayudarla, pero me alegra saber que esta usted bien señorita -expliqué con tranquilidad aunque un tanto avergonzado para a continuación darle la razón- Sin duda en mucho lugares de París uno puede disfrutar de una paz y tranquilidad que dificilmente se encuentran en otras ciudades o países...esta ciudad tiene algo único que atrapa los pensamientos de las personas. -comenté para luego darme cuenta de mi error y rectificar.

-Perdone mis modales, me he puesto a divagar y no me he presentado, Klaus von Weissenburg, es un placer señorita -tomé su mano y la besé esperando a que ahora fuese ella quien se presentase.

por **Rachel Matheson** Lun Ene 14, 2013 2:13 pm

Mis ojos se clavaron con mayor detenimiento en el hombre que tenía frente a mí, prestándole más atención tanto a sus gestos como a sus palabras. Sabía que en ocasiones esas miradas penetrantes podían llegar a ser de lo más intimidantes, pero era una característica de mi persona que me costaba demasiado modificar.
No puse inconveniente alguno cuando besó mi mano de forma educada, dejando que pudiera tomar mi extremidad entre las suyas con un movimiento suave y poco forzado. Por muchos problemas que tuviese, la educación que había recibido desde niña para ser toda una dama de sociedad no se me olvidaba y estaba siempre presente.

—Repito que no ha sido molestia alguna, caballero—insistí en mis palabras, ya que me parecía un acto muy noble por su parte el preocuparse por el prójimo de esa manera tan desinteresada. Dibujé una expresión algo más amable en mi rostro al escuchar sus palabras, comprobando que no era la única que sabía apreciar un buen paisaje—Gaëlle Briand, y el placer es mío—me presenté, pronunciando mi nombre con ese marcado acento francés propio de los parisinos con raices puramente galas, como era mi caso.

Me moví ligeramente en el banco, sentándome en uno de los extremos para dejar suficiente espacio en caso de que Klaus quisiese acompañarme. No estaba obligado, en absoluto, pero como era la primera vez desde hacía bastante tiempo que mantenía contacto con otra persona en condiciones normales no perdía nada por intentarlo.

—Y dígame, ¿suele venir a pasear mucho por aquí?—pregunté de manera educada, tratando de abrir conversación.

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