La brisa nocturna (Darwyn Moriarty)

por Sybelle* Vie Ene 11, 2013 10:34 pm

La situación era la siguiente, se había pasado media tarde confeccionando vestidos para la fiesta de cumpleaños de una noble dama de lo que se puede considerar la aristocracia de París, eran gente de renombre que solían pagar con francos en el momento de la confección y no dudaban en poner mas dinero en el botín si se trataba de un buen vestido, que definiera correctamente sus formas y dejara boquiabiertos al resto de los comensales, Pasee toda la tarde por tres mansiones de las familias que asistirían a la ceremonia, tenia una sensación de agotamiento impresionante sobre mis espaldas, realmente hacia mucho calor, por suerte la noche se estaba acercando trayendo una aliviante brisa del norte que traía la humedad del mar. Que bellos recuerdos que me traían esos vientos, vientos de esperanza, vientos que susurraban en mis oídos los mas bellos cánticos nórdicos. Esas gaitas, esa melodiosa música y los clavicordios. Todo se fundía mientras respiraba profundamente captando para retazo de esa tela suela en el aire.

Llevaba conmigo un baúl con muchos retozas de tela, estaba bastante pesado, tenia en su interior también algunas tizas, hilos de diversos colores y tamaños, llevaba muchísimas alfileres y agujas incluso las de tejer porque el viaje solía aburrirla de sobre manera. Tenia muchos papeles que usaba como moldes para presentarse a si misma los diversos modelos de escote, mangas, faldas, bombachudos, guatas, sacos completos y lo que mas apreciaba de todo ello, los libros con los modelos de vestidos mas diversos y completos en tamaños, formas, apliques, largos, con cola, sin cola, con faldas cortas y largas. Un surtido de lujo. Todos de su autoría y confección.

Ya cuando salio de la tercera y última casa con los moldes se percató que la iluminación no era la normal y era porque las farolas ya habían comenzado su largo y nocturno trabajo. El aire estaba limpio, las calles vacías como solían estarlo en esta zona de París, por la noche este lugar se transformaba en una boca de lobo, en un lugar al límite de lo siniestro, lo que le causaba algo de temor como habitualmente pero nada con lo que no se pudiera lidiar.

Caminó dos cuadras en busca de alguna carreta para arrendar y no la encontró por lo que decidió caminar una cuadra mas. La cuadras mas oscura de todas era esa, al parecer se había dispuesto un operativo para destruir las farolas de esa calle casi en su totalidad. Una pareja iba por la cuadra de enfrente, ensimismándose uno al otro, lo cual me recordó que era necesario salir a algún lado y atenuar mis deseos de tener un hombre en mi cama. Ese tipo de deseos o necesidades como las consideraba yo, no eran solo propiedad de los hombres, también eran una necesidad para las mujeres que solían ocultarlo por su estatus social o que lo demostraban abiertamente actuando como cortesanas en la ciudad e invitando periódicamente grupos a sus casas donde terminaba por conocer un hombre para rápidamente conducirlo hasta su cuarto y practicar las artes amatorias toda la noche.

Mi casa no era grande como para organizar fiestas, ademas que no era conocida en la ciudad aun, lo que me privaba de conocimientos para dar una buena fiesta o un banquete, al menos una ceremonia de té. Era una pena, pero ya habría tiempo para ello, de seguro el tiempo la volvería una dama popular consagrándose como la mejor diseñadora de París y teniendo su propia tienda de ropas para toda ocasión. Pero ero sería en el futuro, por ahora debía hacer como el resto del populacho.

En esas veo un joven a la otra cuadra caminando despreocupadamente, sus cabellos rubios volaban con la brisa, al igual que sus ropas en ciertas partes, a medida que se acercaba se podía notar un destello en sus ojos y su piel tersa y blanquecina. Estos rasgos despertaron mis mas bajos instintos. Y me lo imaginé desprovisto de ropa. Que imaginación la mía, vivía de la fabricación de ella solo para la tentación de sentir que podía ser despojada de cualquier cuerpo para sucumbir a la tentación.

por **Darwyn Moriarty** Lun Feb 04, 2013 9:24 pm

La luna ya había salido, la oscuridad ya había abrazado a parís, era la ocasión para que las creaturas de la noche, aquellas que existían solamente en los mitos de viejos esquizofrénicos que se lo relataban a los mas incrédulos o a los estúpidos que llegaban a prestarle atención. ¿Qué tan mentira era todo aquello? Nadie podría verificarlo si no tenía una experiencia con alguno de esos seres, pero aun así, solamente el estaría consiente pues mas nadie le creería su historia. Darwyn había pasado por eso hace mucho tiempo, cuando era cazador, muchas veces le hubiera gustado decirle a las personas ignorantes los peligros que habían alrededor de la noche, pero solamente seria para que lo tomaran por mas loco de lo que estaba.

Todo había cambiado cuando se había convertido en lo que habían estado cazando desde hace tantos años con sus hermanos, era algo irónico, lo había pensado desde hace tiempo, pero ya era algo del pasado, su vida era distinta y debía lidiar con eso, no con un estúpido pasado lleno de tragedias. Que mal se sentía al pensar en sus padres, nunca más los había podido ver, el no era un hombre solitario o no lo había sido, siempre rodeado de personas, de familia de seres queridos y ahora no tenía a nadie. ¿Acaso era cierto q los vampiros eran personas que necesitaban la compañía de seres iguales a ellos? El creía que tal vez sí, pero rápidamente se aburrían y preferían ser lobos solitarios antes de que estar en una manada, eso se lo podía dejar a los lobos o cambiantes, los vampiros si estaban muy juntos podían matarse mutuamente. Luego de estar cierto tiempo juntos. Tal vez por eso prefería salir corriendo y olvidarse de la existencia de sus dos hermanas arpías, aunque no le molestaba la compañía de su hermano Freyback, también en ocasiones era molesto, pues lo sobreprotegía mucho.

Caminaba por aquellas calles oscurecidas, ya se había alimentado de una pareja de ancianos cuadras atrás, su rostro se veía mas vivo gracias a la sangre, caminaba tranquilamente pensando que sería lo próximo que haría, pues aun quedaba mucho tiempo para que volviera a amanecer, tal vez debía acostumbrarse a buscar presas un poco más tarde para no aburrirse tan temprano, eso era lo malo de estar solo, no había conversación, estabas solo paseando entre las tinieblas que proporcionaba aquellas calles, o eso pensaba él, cuando al alzar su mirada encontró al frente una figura femenina que miraba atentamente hacia él mientras este se acercaba con pasos tranquilos y relajados. Tenía sus manos entre los bolsillos de aquella chaqueta que lo protegía del frio, estaba un poco rasgada por la parte de atrás pues las ramas no habían sido amables con aquella vieja prenda que había comprado hace unos meses atrás.

Ladeo su rostro un poco intrigado y a la misma vez divertido al ver como la sangre subía a su rostro. ¿Acaso estaba pensando cosas pecaminosas, siendo Darwyn su protagonista? No le gustaba las mujeres, siempre había tenido cierto odio hacia ellas, pues el siempre había sido una persona muy tímida y las mujeres muy atrevidas le daba miedo. El miedo para el se convertía en odio fácilmente, por eso prefería rápidamente evitarlas. Preferías a las mujeres tranquilas, dulces y amables. Cuando estuvo al frente de ella pareció que su cuerpo tembló y rápidamente bajo la mirada para ponerse a un lado y darle paso a la mujer, no, el no era un caballero, no era bueno hablando con mujeres, no se lamentaba de eso, porque simplemente debía hablarles y ser una persona seductora para poder quitarle la vida de forma artística, pero de resto, no podía dirigirle la palabra a una dama y menos a una tan linda como la que estaba pasando en esos momentos.

¿Acaso no podía jugar con ella al señor seductor sin lastimarla? No lo sabía pero tampoco lo quería saber, pues su nerviosismo era mayor que su valentía -algo escaso, para no decir nulo en el- pero algo hizo que levantara la mirada y rápidamente cambiara su rostro. Había escuchado un ruido, dejo salir un gruñido por lo bajo mientras notaba como algo se aproximaba rápidamente hacia el lugar donde estaban ellos dos, pudo percatarse, gracias a los grandes pasos que parecía tratarse de algún hombre lobo sediento de sangre y totalmente cegado que veía por la joven que aun parecía no haberse percatado del peligro. Sin pensarlo Darwyn sujeto a la chica de su brazo para hacerla retroceder, la arrastro para luego el girarse y abrazarla mientras un gran estruendo se veía detrás de la espalda de él, aquella creatura se había golpeado contra la pared al no encontrar su presa, rápidamente busco su objetivo encontrándose con aquel ser que parecía estar en medio de su comida -Señorita... ¿Cree en los hombres lobos y vampiros?- pregunto Darwyn mirándole a los ojos -Espero que sí, pues si no se desmayara- dijo mostrando sus colmillos para luego girar y gruñirle a la gran bestia que tenia al frente... Lo que haría la chica, no lo sabía, pero tampoco estaba muy seguro de porque la había salvado, tal vez había sido porque le parecía muy bonita y había sido un desperdicio si la hubiera dejado morir en manos de un ser tan insignificante como un hombre lobo

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