Secretos de la noche [Privado]

por **Dmitry Romanov** Lun Ene 14, 2013 4:06 pm

"Hay muchas cosas en este mundo que permanecen sin explicación. No importa lo raras que estas sean, la humanidad siempre las estará observando. Siempre estará ligado a ellas. Todo es una Ilusión, todo está en el pasado. Ser. Humanidad. Gente. Los seres humanos son las criaturas más extrañas del mundo."

Pero para los humanos aquellos que son minoría son los irregulares, las minorías son tratadas con desprecio porque las masas no alcanzan a comprender la existencia de estas, incluso entre los individuos de una misma raza cualquier condición que les vuelva un poco diferentes transforma a un individuo en minoría, entonces comienza el rechazo producido por el miedo a todo aquello que no conocemos, muchos podrán negarlo pero al realidad es así, aquellos que no tienen las características físicas que puedan compaginarse a las del resto son llamados “monstruos” “Deformes” “subnormales”, aquellos que no poseen el mismo color de piel se miran con extrañeza y se repelen por completo, los problemas de convivencia interracial siempre han sido y serán motivo de una fuerte polémica, incluso aunque los ojos de cada individuo fueran de colores diferentes, y los tonos de la piel no se repitieran ni una sola vez seguiría habiendo discriminación, porque el ser humano necesita poner algo debajo para sentirse arriba, necesita hallar una mancha para saber que algo no esta limpio, necesita algo anormal para sentirse normal.

- Este no es un momento irónico, pero en este momento entiendo la ironía del momento-Se dijo a si mismo mirando hacia adelante, las escaleras que daban a su piso se habían caído por completo, apenas el primero y segundo escalón servían, después de eso el resto murió por alguna extraña razón, Dmitry pestañeo un par de veces, tenia sentimientos encontrados, le había pasado algo malo y no se sentía desafortunado, una situación los días pasados le habían gritado por que saliera a las calles, sin embargo ignoro aquel sentimiento por completo encerrándose en las cuatro paredes que Fernando le había regalado mese antes, ladeo el rostro moviendo las llaves en su mano izquierda mientras que la mano derecha descansaba en su bolsillo, movió los labios en una sonrisa divertida- Esta bien, esta bien, el habla y yo escucho-Comento levantando la vista al cielo para después darse la vuelta e internarse en la parís nocturna, esa que solamente visito una vez desde que salió de Rusia, la que encendía señales de alarma en su cabeza.

Aquella era una noche diferente, el tiempo estaba extraño, muy extraño, sinceramente tenia sus dudas acerca de lo que estaba pasando por parís, porque el sabia en el fondo de su corazón que estaba pasando “algo”, tan seguro como que el mirlo cantaba en la oscuridad cada noche, parado en su ventana, como si lo arrullara para que pudiera dormirse profundamente. Suspiro, no se había atrevido a salir en la luz de la luna porque sabia que en algún momento se encontraría con alguna cosa que podría terminar de tajo con su existencia simple y sin complicaciones, seria el perfecto final para un hombre incrédulo como el, sin embargo era tan testarudo que posiblemente terminaría descartando todo lo que sus ojos alcanzaran colocando en su lugar las cosas que su lógica le marcaban, una lógica bastante torcida en ocasiones. Miro hacia adelante, la niebla comenzaba a salir, como “aquella noche” sin embargo el no sentía ningún miedo, solamente sentía llegar a su cabeza la idea de que el frio ayudaba a la meditación.

por **Leonid Dobrev** Mar Ene 15, 2013 11:39 pm

Dicen que los cambiaformas somos unos salvajes, pero cuando nos comparaban con los vampiros o los licántropos, eramos un maldito terrón de azúcar. Dijesen lo que dijesen, de todos los seres que podías encontrarte en París por la noche, un cambiaformas era lo mejor que podría haberte pasado. Sin contar a los brujos, por supuesto.

Como todo lo que concierne a la vida, había licántropos encantadores y muy calmados, pero en luna llena, todos eran la misma mala bestia. Ninguno se calificaría a sí mismos, como "racionales" cuando se hallaba la luna en esa fase lunar. Y los vampiros.... Eran un mundo aparte. Sofisticados, hermosos y elegantes, confunden a sus presas hasta el punto de hacerles creer que eran lo más inocente que caminaba por la noche. Pero la realidad era distinta, todo ser que requiera la sangre humana para subsistir, podía ser increíblemente hermoso, tanto que doliese mirarlo fijamente, pero ello no cambiaba su carácter predador.

Sus pensamientos lúgubres y enfurecidos, se dirigían a un hombre en particular, un vampiro. Esa tarde había tardado más de lo normal en corregir exámenes, y sin percatarse de la hora que era, procedió a dar su paseo cotidiano. Se paró en algunas tiendas, admirando la habilidad de los tenderos, en la exposición de sus productos. Compró una pluma nueva en una librería y se detuvo a ayudar un poco en un albergue.

Cuando terminó sus quehaceres, el cielo había comenzado a oscurecerse. Para bien o para mal, su aspecto siempre llamaba la atención. Algunos le habían dicho que era por la inocencia y sensualidad que emanaban de ella, intrigándolos por la contraposición de tales caracteres. Y otros, opinaban que tenía más que ver con su carácter reservado y desconfiado.

Y esta vez, llamó la atención de un hombre, algo que habría acabado con una sonrisa femenina, y una despedida seca y educada, comenzó con una exposición de colmillos y una mirada lasciva. En eso último, los hombres no cambiaban, fuesen un lobo, un animal, o un no muerto, todos demostraban unos deseos feroces de satisfacción carnal. Si no fuese el objetivo de tales deseos, se reiría de tal ironía, ¿sería posible que inquisidor y bestia, no se hubiesen dado cuenta de que compartían los mismos deseos?.

Sacudiendo su cabeza, se centró en sacar la ropa de su escondite con sus uñas afiladas. Si los gatos pudiesen sonreír, ella lo estaría haciendo en ese momento, ya que, había incitado al vampiro, haciéndole creer que la obtendría, y lo había dejado atado a una cama, completamente desnudo. Con la rapidez que la caracterizaban, había huido por la ventana convertida en gato.

Todo era absurdamente surrealista, ya que al transformarse había tenido que dejar sus ropas escondidas debajo del alfeizar de la ventana. Y ahora, observaba al vampiro gruñir a su lacayo, mientras con su boca tomaba el vestido y lo tiraba al suelo de la calle, con suavidad, tiró los zapatos y la camisola, así como el corsé. Mirando hacia abajo, maulló con satisfacción, sólo tendría que transformarse y cambiarse de ropa.

Saltando con precisión hacia otro tejado más bajo, se deslizó por una ventana, y calló encima del montón de ropas. Moviendo sus patas, se concentró en llevar las prendas de ropa hasta el lado más oscuro del callejón, centrándose en el aroma del vampiro para captar sus movimientos y en colocarse en la dirección contraria al viento, para que esa criatura siguiese ignorando su presencia.

Con tranquilidad, aflojó sus músculos para comenzar su transformación. Su cuerpo tembló y mordió sus labios para evitar soltar un gemido. Las transformaciones no dolían mucho, sólo cuando llevaba mucho tiempo sin hacerlo, y dada la persecución que se llevaba en esos días en París por parte de los Inquisidores, había evitado transformarse por más de 6 meses.

Sonrió cuando, completamente desnuda, recogió sus prendas para vestirse, y antes de que se diera cuenta, un grito asustado emergió a sus espaldas.
El rostro pálido e incrédulo de un joven la observaba como si fuese el mismísimo demonio. Y tal vez, viniendo de un gato negro, la superstición hiciera que su descubrimiento fuera más temeroso que sorprendente.

¿Cómo podía haber sido tan estúpida?. Se había centrado tanto en el hedor del vampiro, que el aroma del cazador, había anulado los demás aromas de la noche, algo tan simple y preocupante, como el aroma humano. Gimiendo soltó sus ropas, e ignorando su desnudez, avanzó con rapidez y tapó la boca de su sorprendido compañero. No sabía quién era, pero su rostro pálido mostraba que era la primera criatura que conocía en su vida. Al menos la primera no humana, y si su instinto no le fallaba, sería mejor que no conociese a la más peligrosa, el vampiro.

Con una sonrisa sensual, acarició el cabello del joven con cuidado- Tranquilo, no te haré daño. Sólo quédate quieto y déjame cambiarme. Créeme hay algo peor que yo por aquí.- Y para confirmar mis palabras, señale con la cabeza, la ventana desde la que había saltado. Sólo esperaba que no le entrara el pánico y comenzase a correr dando voces sobre mi presencia. Era lo último que necesitaba y deseaba.

por **Dmitry Romanov** Sáb Ene 19, 2013 7:41 pm

Dima sabia que salir por ahí durante la noche no era la mejor decisión que podía haber tomado, sin embargo se sentía seguro de que nada le pasaría, él no era alguien supersticioso ni mucho menos, no creía en fantasmas, en seres de otros mundos, no creía en los milagros, tampoco creía en la suerte, solamente creía en dios porque era algo que le habían enseñado desde pequeño, sin embargo estaba seguro de que si no hubiese nacido en una familia tan rígida en ese aspecto probablemente tampoco creería en el, de hecho en ocasiones podía llegar a cuestionar la existencia de este mismo, sin embargo, si realmente creyera en la suerte entonces podría decirse a si mismo que tenia una suerte de los mil demonios, no sabia si era buena o mala, su padre siempre alegaba que tenia una suerte de oro pero para ser sinceros el no creía lo mismo, era como si el universo se negara a dejarle tener una vida emocionante, era cierto que le gustaba estar tranquilo todo el tiempo, pero muchas veces la monotonía comenzaba a cansarle, no tenia preocupación alguna, nunca en su vida se había resbalado, no tenia ni una sola cicatriz en su cuerpo, ahora que no tenia trabajo no había ni un solo día en el que pasara hambre porque siempre encontraba a alguien que le tendiese la mano, de vez en cuando encontraba algo extraño en su vida pero, solamente era de vez en cuando.

Suspiro caminando cabizbajo, hacia un poco de fresco pero para alguien con la sangre helada como él no era nada, no necesitaba sabanas para dormir ahí en Paris, era como si su vida inconforme se hubiese transformado en un lugar en el que pudiese vivir conformista mente, aun así no estaba seguro de que debiera regresar pronto, los días pasaban bastante lentos, sin embargo en el tiempo que llevaba rodando por aquella ciudad extranjera se había dado cuenta de que las cosas habían mejorado en su pueblo desde que se fue, quizás él estaba robándole oportunidades a las personas de ahí, así que decidió quedarse hasta encontrar algo por lo que vivir, hasta encajar la parte que faltaba de su alma en el sitio correcto, suspiro dejando que sus recuerdos se perdieran en la inmensidad de la niebla, nada bueno saldría de añorar una cosa que nunca quiso, si seguía de ese modo el mecanismo que dejaba que su tiempo avanzara se pararía por completo en una blanca y etérea imagen de su antiguo hogar.

Al levantar la vista del suelo en un giro equivocado se encontró con la imagen mas desconcertante que en un buen tiempo había presenciado, una mujer gato, o un gato mujer, alguien que podía transformar su cuerpo de diferentes maneras, alguien que de repente apareció para romper por completo su imagen de una vida normal, hacia unos segundos se preguntaba porque dios no le mandaba un poco de emoción a su vida, ahora se preguntaba porque demonios lo había escuchado, él era el creador, debería saber que cuando lo hizo dejo caer en su molde un montón de “algo” que le orillaba a hacer pedidos equivocados, quizás ese era su castigo por ser un codicioso bocón. Sus ojos se abrieron grandemente al notar como la mujer le tapaba la boca hablándole de algo peor que ella, casi se queda sin respiración en ese instante, se había tomado sus segundos para reflexionar acerca de lo que ocurría a su alrededor para finalmente dejar escapar el aliento mientras pensaba con ironía “Yo y mi sentido suerte maldita, ojala y me muera”. Obviamente no deseaba morir pronto pero eso no evito que pensara en ello.

- ¿Que puede ser peor que una mujer desnuda con este clima?-Contesto moviendo la cabeza logrando que el sonido saliera de sus labios. Para ser sinceros creía que había algo en el que lograba que conociera a las féminas sin ropa, lo mismo había ocurrido en el puerto con Cynia aunque la situación de las dos parecía completamente diferente, quizá había algo mal en el pues ninguna de las dos veces se sintió atraído hacia ninguna de ellas, la primera porque quizá estaba demasiado concentrado en el mal estado de la muchacha y ahora porque le interesaba mas que la mujer se hubiera transformado de GATO a humano! -¿Qué se supone…?-Pero no termino de hablar, simplemente no tenia palabras para describir aquella escena tan inverosímil, mucho menos para preguntar sobre ella, frunció el ceño mientras apretaba los ojos, quizá había sido una ilusión…¡Si!¡Eso debía ser! Cuando vivía en Rusia conoció a una mujer que era buena en eso, probablemente se tratara de algo como así, quizá, eso quería creer, suspiro finalmente, de alguna manera no se sentía tan sorprendido como debería estarlo y eso era lo que mas lo incomodaba.

por **Leonid Dobrev** Lun Ene 28, 2013 12:48 pm

A pesar del apuro en el que se encontraba, tuvo la decencia de sonrojarse. Las palabras de aquel joven le recordaron que el decoro impedía siquiera que una mujer llevase parte de su cuerpo destapadas, ni siquiera cuando era verano. Las únicas oportunidades que tenían los hombres de entrever mejor las curvas femeninas, eran en los bailes o en las funciones de ópera y teatro.

Con un suspiro sacudió su cabeza y lo miró unos segundos sorprendida. Se esperaba muchas preguntas, o que entrase en shock y comenzase a gritar y patalear por su libertad. Incluso había sido plausible que hubiese luchado por huir, y se hubiese marchado dando gritos por las calles de París. ¿Y lo único que recibía a cambio era un recordatorio de su desnudez?. Decepcionante. ¿Debería transformarse en león o pantera para que despertara en él la parte más racional del ser humano, la supervivencia?.

- Silencio chico. Mi desnudez no es motivo de discusión en este momento.- Apartándose un poco de él, llevó un dedo a sus labios para recordarle que se mantuviera callado, y con rapidez tomó sus ropas y comenzó a vestirse lo más rápido que le permitía su cuerpo. Cuando hubo terminado, observó cómo el joven la miraba con los ojos entrecerrados. - Ahora sígueme, y haz lo que te ordeno.- Ignorando la mueca de disgusto que puso, se dio la vuelta y tiró de su brazo para que se moviera. Si salían en silencio podrían escapar sin llamar la atención del vampiro. Caminando con el sigilo propio de su raza, se encaminó a la salida del callejón. Casi llegando al final, se dio cuenta de que había demasiado silencio en la noche, casi como si todo París estuviese durmiendo, y todo el que tuviera algo de inteligencia sabría, que ése silencio no era normal. Su cuerpo se paralizó alerta, y un escalofrío le recorrió la columna cuando el joven, en un movimiento inconsciente, golpeó una piedra que rodó, como rueda del destino, haciendo un sonido estridente por el callejón.

El gruñido salvaje que sonó por encima de su cabeza, hizo que se moviera con rapidez, y empujara al chico fuera de la trayectoria del vampiro. Viendo cómo caía al suelo, se colocó delante suya, mientras gruñía con fiereza al no muerto que tenía delante de ella. Sus ojos rojos y los brillantes y letales colmillos, brillaban en la oscuridad como la hoja de un cuchillo. ¡Maldito mocoso!, pensó con enfado, ¡le dije que no hiciera ruido!.

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