Los secretos de la noche {Atenea}

Las panderetas comenzaron a sonar y con ellas los fuegos de colores se multiplicaron en la carpa, ahí estaba yo bailando moviendo las caderas al son de las ultimas notas de aquel baile que demostraba la alegría, la pasión y el salvajismo del pueblo gitano, esa noche me había tocado cubrir a la primera bailarina y tenía que admitir que era la mejor noche, mi baile fue proclamado por todos los espectadores, flores recibí, aplausos y abrazos, lo había conseguido. Aquello demostraba que no importaba cuanto más tenía que estar oculta algún día reconocerían mi don, el baile. También esa noche hice mis contorciones, en la cuerda floja aquella era mi especialidad y por eso muchos me conocían mas muy pocos me habían visto bailar. Las luces poco a poco comenzaron a a extinguirse en la carpa la gente comenzó a retirarse satisfecha por la función. La emoción del momento me invadió y sin siquiera cambiarme de atuendo ni quitarme el maquillaje del espectáculo salí del lugar sin nada más que me detuviera, era mi noche.

Me aleje del circo, del área de los gitanos, de las luces mi atuendo llamaba la atención y no me importo estaba simplemente feliz. Corrí adentrándome en el bosque me detuve para recobrar el aliento me vi envuelta entre los árboles y tocando el tronco de uno sentí como todas las ninfas, el alma del bosque me daba la bienvenida, el cascabel que yacía colgado en mi tobillo se movía lentamente haciendo que todo a mi alrededor se moviera al mismo ritmo, la naturaleza mi amiga, hermana y amante me estaba esperando, hacia días que no acudía a este lugar así que me dedique a disfrutarlo a sonreír para los árboles, a conversar con las flores y acariciar lo que a mi camino se iba posando. Equilibrio, ahí era el único lugar donde lo encontraba, aquel contacto abría mis sentidos y me hacía sentirme más pura que el roció de la mañana y más fuerte que el crepúsculo del anochecer. Mi cascabel sonaba, mis cabellos amarrados pedían ser soltados y mi cuerpo pedía la libertad de estar solamente cubierta por mi propia piel, pero aquel traje no era cualquiera pertenecía al circo así que n podía despojarme de el a buenas y primeras no quería que lo robasen o peor que lo hicieran trizas seria lamentable, así que sacándome las zapatillas del circo y llevándolas afirmadas seguí caminando con más calma, llevando mis pensamientos a conectarse con la noche que me brindaba la energía necesaria para continuar mañana.

El pequeño oleaje que se formaba en la laguna llegaba a mis oídos, como un cantico de las sirenas del mar, embrujándome con su magia me hacían caminar sin mirar atrás. La noche guiaba mi corazón y mis pasos suaves como la briza pisaban la tierra húmeda, el maquillaje de fantasía hacia que mi rostro se iluminara mucho más, podían ver los pequeños destellos ¿o seria mi imaginación? La humedad penetro mi cuerpo y extendiendo mis brazos como una alabanza sonreí a las aguas que oscuras estaban, el manto estrellado iluminaba aquel lugar y la lejana luna hacia que todo fuera más especial. Camine acercándome en silencio a las aguas mi vestido que tenía brillantes se ondeaba y mi corazón sentía esa necesidad de pertenecer a ese mundo donde solo yo y la naturaleza éramos uno. Di un, dos tres pasos y la frialdad de las aguas tocaron mis pies estaba prácticamente hipnotizada por el paisaje tan solo me deje llevar paso que daba el agua subía, mi vestido se dañaría, lo pensé dos veces y me lance abrazando las aguas que rodearon mi cuerpo el frio de ellas llego a mi cabeza y me acogió como un amanta abraza a su amado. Un chapuzón era lo suficiente, noches frías no eran lo mejor para una gitana agradecí y me devolví con una amplia sonrisa en mi rostro me tendí en el pasto silvestre que yacía esperándome…