Dime lo malo que soy ... me hace sentir tan bien

Nació en Suecia, en el año 800 d. C. Bajo las órdenes de un rey Vikingo, su pueblo se erguía bajo dos pilares fundamentales: las incursiones o pillajes a los territorios cercanos, y de los cultivos y ganados que consiguiesen criar. De carácter fuerte y orgulloso, como la mayoría de los bárbaros vikingos, creció como el segundo hijo de la mano derecha del Rey. Calmado e inteligente, utilizaba su tranquilidad como arma arrojadiza. Desde los cinco años, fingía estar calmado cuando por dentro deseaba tomar con sus manos los cabellos del que osase llevarle la contraria, y tirar de ellos hasta arrancarlos. Pronto, demostró a los que osaban reírse de él o enfrentarlo, que su tranquilidad era un escudo, pues demostraba ser débil, cuando en realidad no lo era.

Temido por su carácter irascible, fue un joven apartado de los demás niños. Cuando se enfurecía, sus ojos brillaban como gemas frías azules, como la calma del mar antes de una peligrosa tormenta. Por ello, su padre se vió obligado a buscarle un padrino que mellara su carácter. Alguien como Löwe, era demasiado peligroso. De esta forma, con siete años, fue entregado a un guerrero extranjero. Su padre lo eligió como su padrino, lo que significaba que dependía completamente del extranjero. Si tenía alguna pregunta, debía acudir a él. Si se metía en problemas, sería su padrino quien acudiese a rescatarlo, y su formación como soldado dependía de la inteligencia y bravura de su entrenador.

A pesar de lo que había pensado muchos miembros de su pueblo, el extranjero no mostró debilidad con el niño, sino que le infringía dolorosos castigos cuando incumplía sus órdenes. Su cuerpo fue magullado bajo la increíble fuerza del hombre, en sus entrenamientos. Enorme, casi de dos metros veinte, de piel pálida y ojos marrones y severos, Leónidas era un hombre tan temido como admirado. Sus palabras eran respetadas con sabiduría. Y para alguien joven como Löwe, era un Dios digno de ser idolatrado. Su padre y su Rey lo temían, y con suficientes motivos. Leónidas era llamado el mata reyes, sus manos estaban manchadas por la sangre de numerosos emperadores, todos los reyes requerían su presencia y le otorgaban numerosos regalos para congraciarse con él, pero como siempre, los rechazaba. No reconocía ley ni religión que no fuesen sus armas o palabra. El honor y la verdad lo único que lo alimentaban. Por todo eso, era el padrino perfecto para Löwe.

Leónidas le enseñó todo lo que debía aprender, a luchar, y manejar la espada y lanza como si fuese una parte integrante de su cuerpo. A apreciar la belleza de la verdad y la naturaleza. El honor de ser un guerreo, de entregar tu sangre, cuerpo y alma al fragor de la batalla. Y a respetar a los amigos que vencía en sus luchas, siempre que luchasen con honor. Moldeó su carácter, dejando que sacara su lado salvaje sólo en la lucha, y dedicase a las mujeres y niños de su familia el honor de su cariño.

Pero sobretodo, le enseñó a respetar a las mujeres de su familia. Éstas eran el foco principal de la supervivencia de su estirpe, por ellas debía ser fuerte y vencer en las batallas, pues su muerte, implicaría la violación y posterior muerte de lo más venerado, su hogar. Una vez, Leónidas le dijo: " Ama sólo a la mujer que te haga luchar por ella, Löwe. La única que te haga ser invencible cuando sus palabras ensalcen tus victorias, pero también aquella que te haga sufrir cuando sus palabras te degraden por tus derrotas. Sé todo lo perfecto que puedas, y busca la misma perfección. Elige sólo a una valquiria". Y el joven Löwe, asintió y juró que lo haría.

A sus doce años, Löwe, tenía la misma fuerza y rapidez que un soldado experimentado de la guardia real. Eso hizo que su padre se enorgulleciera de él, pero también que se preocupase. Su rey no dejaría que alguien tan poderoso rondase sus tierras, y menos cuando su instructor era el mismísimo Leónidas el mata reyes. De esta forma, su padre acordó con Leónidas el llevárselo a Alemania. Antes de marcharse, su padre le dejó una espada pesada con su apellido grabado en ella. " No te entregaré tierras ni dinero, todo lo que consigas deberá ser ganado con esa espada". Aún después de un milenio, las palabras de su padre seguían gravadas a fuego en su mente.

Como era de suponer, navegó junto a Leónidas, participó en incontables incursiones y saqueó como un pirata todo lo que pudo. Pronto, su nombre fue conocido y temido. Su tripulación temblaba cuando los ojos azules de Löwe se fijaban en ellos y brillaban con la promesa del castigo. Su apellido significaba "navegante", y su nombre "León", por lo que todos los reinos temblaban cuando un joven de veinticinco años, acompañado de un gigante pálido, alzaba su espada y daba un grito de guerra.

Por supuesto, su fama hizo que muchos odiaran su nombre, pero Leónidas, su ángel salvador, siempre destruía a sus enemigos. Fuesen quienes fuesen, ellos eran como hermanos. Su sangre y sudor se habían mezclado en incontables batallas, y uno, siempre protegía las espaldas del otro.

A sus veintiséis años, contrajo matrimonio con una bella mujer. Su padre era el rey de unas tierras que deseaba Leónidas, así que realizó un contrato entre su padre y Leónidas. Las tierras del Rey contarían con su protección, pero a cambio, las riquezas de sus tierras y sus títulos pasarían a ellos. Inteligente y orgullosa, su esposa le dio un hijo varón en apenas unos meses, pero después de su nacimiento, le prohibió volver a tocarla. Ellos no se amaban, así que cada uno mantuvo sus amantes, y su matrimonio.

Su vida prometía ser perfecta, pero la avaricia de su suegro, creó un conflicto con dos poblaciones cercanas. Y la violación de una muchacha extranjera, por parte de uno de sus soldados, fue el hecho que desencadenó la guerra. Para proteger a su único hijo, le pidió a su esposa que abandonase las tierras, pero ella, con tranquilidad le dijo que no morirían y que sus enemigos se ahogarían antes de pisar su territorio. Pensando que se había vuelto loca, partió a la batalla preocupado, pero ocurrió lo que ella había predicho. Una enrome ola, entró desde el mar hasta el campo de batalla, barriendo todos sus enemigos, de un sólo golpe.

Asombrado, regresó al castillo y buscó a su esposa, quien sonriente le reveló su secreto. Era una poderosa bruja, y había visto lo que ocurriría en su futuro. Tomando su mano, realizó un conjuro peligroso, dándole el poder de controlar el elemento del agua. Según sus antepasadas, un guerrero vendría a buscarla, y su deber sería darle su poder. Extrañado, observó cómo su mujer se desnudaba y le pedía que yaciese con ella. Durante dos años, no había vuelto a tocarla, y ahora, al saber lo que le había entregado, hizo lo que deseaba. La hizo suya por tres días y tres noches, apenas saliendo para buscar alimentos. Al cuarto día lloró en sus brazos y le dijo que tendrían una hija de cabellos dorados, pero que él no llegaría a verla. Abandonó sus habitaciones con dolor, dejando atrás sin saberlo, a la hija que llevaría su carácter poderoso, la belleza de sus padres, y el terrible poder de ambos.

Esa misma noche, un ataque sorpresa, despertó a Löwe de su cama, como siempre, tomó la espada que guardaba cerca, y corrió al exterior a enfrentarse a quien fuese. Rápido veloz e implacable, su cuerpo ignoró las heridas que causaban el enemigo, y destruía todo el que quisiese entrar a tomar a sus vecinos. Entre el fragor de la batalla, Leónidas apareció y como un monstruo destruyó los cráneos de sus enemigos con sus manos desnudas. En unos minutos, destruyó más de la mitad del ejército acosador, y él, embobado, no podía dejar de admirar la belleza peligrosa que manaba de él. El dolor lacerante en su espalda, y el posterior corte profundo de una espada atravesando su pecho, hizo que expulsara sangre por la boca, sabiendo que ése sería su final. Moriría como un guerrero, y su última imagen, sería la de un León desgarrando a su presa.

Días después, despertaría en otro país. con otras características, y su humanidad desaparecida para siempre. Leónidas era un vampiro, siempre lo había sabido, y aún así, su amor por él, lo había cegado. Con parsimonia ignoró el dolor de saberse un monstruo, y abrazó al preocupado mentor que lo observaba en el camarote de un barco vikingo. Le había salvado la vida, y había salvado a su pueblo. Al parecer, su esposa Minerve, había huido a tiempo de salvar a su hijo.

Su posterior historia no es más que una lucha constante por no desmembrar a humanos y bañarse en su sangre. De arrancar los corazones de los cazadores que los perseguían. Reunió una suma considerable de dinero, vigiló la continuación de su linaje desde las sombras, y luchó junto a Leónidas en muchas batallas. Sus manos, antes limpias, se llenaron de sangre y destrucción. Ignoró las leyes que imponían los tiranos monarcas, sólo se reía y decía una palabra: " Mata reyes". El temor reverencial de esa palabra, anulaba cualquier oposición.

Hace veintiún años, recibió una carta de una Sr. Elena Del Mar. Su apellido bastó para que supiese que era su heredera, al parecer su sobrina era la única descendiente que quedaba, y estaba sola en España sin nadie que la cuidara. Las palabras que lo enfurecieron fueron :


Con un rugido, partió junto a Leónidas de Rusia, y llegó a España dos meses después. Para su tranquilidad, el bebé estaba sano y bien cuidado por su niñera. Tomando a la pequeña y frágil criatura en sus manos, admiró su tez pálida y sonrosada, y su fragancia única y decadente lo llamaba como una sirena.

Arregló todos los papeles necesarios y partió a Francia con la niña. Buscó a su heredera, y cuando la encontró, desenfundó sus dientes de sus vainas y gruñó salvajemente. -" Cuidarás de la niña, te daré una fortuna para que la mantengas. Cuando cumpla veinte años, vendré a buscarla. Pobre de ti si algo le ocurre."-. La risa estridente de Leónidas llenó la habitación y le ordenó a Elena que le diese a la pequeña el nombre de Ruslana.

Ahora, veintiún años después, observó la obra de teatro que se llevaba a cabo. La actriz movía sus caderas con sensualidad innata, y desafiaba con sus ojos a todos los que la observaban. Cuando sus ojos se juntaron, sintió como su cuerpo reaccionaba ante ella. La sonrisa incitadora que realizó la joven, antes de apartar sus ojos de él, hizo que gruñera de satisfacción.

Levantándose con rapidez, abandonó el teatro antes de que terminara la función. A pesar de su edad, todos sabían en el mundo vampírico quienes eran. Miró a Leónidas con una sonrisa leonina, todos respetaban a los hermanos Von Meer, y el que no lo hiciera, firmaría su sentencia de muerte.

Poderes:
→ SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA SANAR RÁPIDAMENTE HERIDAS Y CONTUSIONES NO TAN GRAVES (ESTO NO APLICA AL DESMEMBRAMIENTO, SI LES ARRANCAN UN BRAZO, EL BRAZO NO VOLVERÁ A CRECER). EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE Y LA GRAVEDAD DE LA HERIDA O LESIÓN. CUANDO SE TRATA DE BALAS DE PLATA O FUEGO PUEDEN MORIR SI LAS HERIDAS SON MUY GRAVES.

→ PERCEPCIÓN DEL AURA: HABILIDAD PARA VER LAS AURAS DE OTROS SERES, CUYOS COLORES INDICAN SU HUMOR, IDENTIDAD Y NIVEL DE HOSTILIDAD, DE ESTE MODO SABEN SI ESTÁN BAJO AMENAZA. ESTE PODER TAMBIÉN LES PERMITE RECONOCER A OTROS VAMPIROS E IDENTIFICAR A LOS LICÁNTROPOS GRACIAS A SU AURA COLORADA Y SU CARACTERÍSTICO OLOR.

→ PERSUASIÓN: CAPACIDAD DE HACER QUE OTRAS PERSONAS REALICEN ACCIONES, SIN QUE ÉSTAS PUEDAN NEGARSE, MEDIANTE PALABRAS CON ENTONACIÓN IMPERATIVA, ES DECIR, ORDENÁNDOLAS.

→ INFRINGIR DOLOR POR MEDIO DE LA MENTE: CAPACIDAD QUE CONSISTE EN INFRINGIR DOLOR A UNA PERSONA, ESTO SOLO FUNCIONA POR MEDIO DE LA CONCENTRACIÓN MENTAL Y EL CONTACTO VISUAL.

→ TELEPATÍA: HABILIDAD PARA SONDEAR LOS PENSAMIENTOS SUPERFICIALES DE CUALQUIER SUJETO CERCANO Y ESCUCHARLOS COMO ESCUCHARÍA HABLAR A ESA PERSONA. CON EL TIEMPO SUFICIENTE, PUEDE ENTERARSE CASI DE CUALQUIER COSA SOBRE EL SUJETO.


Gustos:

→Tomar la sangre de los inquisidores o cazadores. Para él el sabor del odio y la lucha, sólo mejora su alimento.