De nuevo en el juego (Libre)

Era ya entrada la noche y las calles de París continuaban concurridas y animadas. Sentí un poco de vértigo ante la idea de que me encontraba en el Axis Mundis, de la civilización actual. Finalmente el destino me había traído hasta una gran ciudad; después de dos siglos de evitarlas con empeño.

Había acabado por ceder ante la atracción de las vanguardias, necesitaba acercarme nuevamente a todo aquello que amaba. Al arte, a la música, a la ciencia...Y los baluartes de todas estás disciplinas, se encontraban ahora en París.

Caminaba pos esas calles y me sentía libre por primera vez en mucho tiempo. Porque aunque el encuentro que había estado evitando parecía ahora inminente, ya no me causaba inquietud.
Apenas estuve instalada en una modesta casa de alquiler, en los límites de la ciudad, me dispuse a salir a explorar las calles, para ubicar algunos sitios de interés.

Necesitaba encontrar una relojería, puesto que la mayoría de mis inventos precisaban de engranajes, imanes y muelles motrices. También necesitaba localizar la facultad de ciencias, puesto que debía solicitar los servicios de un asistente para el taller y en estos lugares estaban las jóvenes promesas de la tecnología mundial.

Por ahora mis necesidades se hallaban cubiertas, pero pronto necesitaría también alimentarme. Por lo que mis ojos penetraban la penumbra de los callejones oscuros, en los que probablemente sería fácil conseguir un bocado.

Me detuve en una plaza amplia y sonreí al ver lo imponente de la perspectiva que tenía ante mí de la ciudad. Estoy de nuevo en el juego...Pensé y fue entonces cuando escuche una voz que me interpelaba...

Vivo hace más tiempo del que tal vez recuerde con total claridad. Mis años han sido buenos, no puedo quejarme, pero de vez en cuando necesitamos una distracción diferente. Por eso viajamos, por eso recorremos el mundo a nuestras anchas en busca de algo que tal vez no sabemos con certeza que es.

Salí de la mansión en la que vivía bastante cómodo con mi hermano Akseli, y caminé con lo que puedo llamar descaro, por las calles parisinas, desde las más concurridas hasta las más solitarias. No diré a ciencia cierta qué buscaba porque no buscaba nada. Buscaba encontrar algo que no planeaba y planeaba buscar lo que no pensaba aún, el dilema de siempre. Aunque no voy a mentir, esta noche quería encontrarme a algún inmortal. Quería conversar con uno por más que ello implicara alguna aversión por parte del otro. No todos reaccionaban igual a los encuentros, incluso yo me muestro bastante reacio cuando algún otro me encara. Sea lo que sea, humano, vampiro o algún semi animal, como suelo llamarlos, son omitidos por mí irremediablemente. Pero cuando las cosas dan un giro en mi mente, hago lo que bien me parece y encaro con total naturalidad pero con la firmeza necesaria para producir el encuentro que busco.

Caminé un poco, observándolos a todos, riendo en mi fuero interno por algunos desgraciados y dejando que mi vista se deleitara en la búsqueda de lo que esperaba para aquella noche. Todo fue algo infructuoso hasta que la vi en la plaza central. La figura frente a mí era delgada pero exquisitamente proporcionada, y vestía un atavío formal de corte y hechura perfecto. Una cara larga avezada, aunque sin expresión altiva, daba la impresión de querer acercarse a ella, eso lo corroboraban sus ojos oscuros y penetrantes. Estaba adornada con atavíos elegantes de la época y poseía una nariz aquilina que daba un toque árabe a una fisonomía por otra parte Celta. Un abundante y bien cortado cabello, que anunciaba puntuales visitas al peluquero, estaba airosamente dividido encima de la alta frente; y el retrato completo denotaba un golpe de inteligencia y linaje y crianza superior. Pero lo más importante, también era vampiro. Sonreí y tal vez sin que ella lo notara me acerqué despacio mientras la observaba ensimismada en el posible deleite de la vista nocturna. Por supuesto, la interpelé desde un costado de la parte de atrás.

- ¿Disfruta la vista, Mademoiselle?-

No pretendí decir nada más hasta que ella notara que estábamos en igualdad de condiciones en cuanto a especie se refiere. Por un momento pensé que era mejor buscar el lugar al que ella fijaba su vista, pero finalmente la miré a los ojos de forma tranquila, dándole a entender con ello el propósito de mis palabras hacia ella. Todo iba a seguir ese rumbo, a menos claro, que ella no lo pretendiera. Pero a decir verdad, me daba más la impresión de dama que de mujer agresiva. Ya lo vería, tendría la noche para comprobarlo.

-¿Disfruta la vista, Mademoiselle?
Era una voz profunda y tranquila, volví la cabeza y me encontré de frente con la mirada de unos ojos oceanicos, unos ojos que habían visto el pasar de los siglos ante ellos...Era un Vampiro. En el primer momento sentí algo de alarma. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de tropezarme con uno de nosotros, pero no pensé que sería tan pronto. Luego, esta alarma fue disipándose, sobre todo ante el calmado y de alguna manera acogedor rostro que permanecía impasible frente a mí. Caí entonces en la cuenta de que no había visto a otro vampiro desde hace dos siglos y habían sido dos siglos muy solitarios... Entonces me sentí reconfortada, era como encontrarse con un vecino de la infancia, al otro lado del mundo.
Incliné levemente la cabeza a modo de reverencia, y sonreí, para luego contestar mirando de nuevo la silueta de la ciudad:
-No se imagina cuanto, monseiur. Es una vista que estuvo esperando por mí, mucho tiempo...Y ud sabe que para algunos, el tiempo es verdaderamente largo...
Volví a mirarle indagando en sus facciones armoniosas y regulares, como reaccionaba ante el comentario....Algunos vampiros solían ser excesivamente territoriales y preferían mantener alejados a los intrusos de sus cotos de caza.
Pero lo que reconocí fue por el contrario una expresión muy amable,casi una invitación.
-Soy Bruma Moonblack, dije extendiendo levemente el brazo para permitirle besar mi mano. Y con quien tengo el gusto?

En efecto, ella reaccionó como yo creía que iba a hacerlo, pero se mostró rápida a la hora de proporcionarse calma y respondió sin problema luego de ello. Mencionó el tiempo, algo tan típico en nosotros pero tan diferente en cada uno, y tras sus palabras, la noté observadora en cuanto a mí se refiere, como si mi respuesta fuera a disipar sus dudas.

- El tiempo... aún no sé si tiene más de amigo que de enemigo. Siempre me hace cambiar de opinión cuando ya creo tener una firme acerca de él.-

Respondí con el mismo tono calmo que venía utilizando y pasé la mirada del panorama que ella antes observaba, a sus ojos curiosos con mi presencia. Al parecer, ella tampoco era originaria de Francia, era extranjera como yo y eso en muchas ocasiones nos hacía movernos con cautela frente a los que sí pertenecían a este lugar. Era probable que a pesar de mi trabajado francés, ella notara cierta diferencia en la entonación de algunas palabras. Por mi origen, le daba a veces más fuerza de la que debía a algunas sílabas, sin mencionar que mi aspecto difería al de los lugareños.

Tras una leve pausa en la que nos observamos con cierta precaución y curiosidad, ella tomó la iniciativa de presentarse primero, aunque claro, yo ya venía pensando hacerlo, como es digno de un caballero. Luego de mencionar su nombre, extendió su mano hacía mí y la tomé con delicadeza levantándola un poco a la altura de mi pecho e inclinándome luego un poco para besar el dorso de la misma.

- Es un gusto conocerla, Mademoiselle Moonblack. Mi nombre es Jarko Nygard.... Dígame, hace mucho tiempo frecuenta este lugar?-

Y solté su mano con la misma delicadeza que había hecho antes y emití una disimulada sonrisa por el público presente alrededor. Aunque había poco, siempre preferí ser algo prevenido para evitar darles más ideas de las que ya tenían en mente.

- El tiempo... aún no sé si tiene más de amigo que de enemigo. Siempre me hace cambiar de opinión cuando ya creo tener una firme acerca de él.
Me miró a los ojos, su fisonomía lo delataba nórdico, y también se podía percibir muy levemente en su acento una nota del norte.
_Es un gusto conocerla, Mademoiselle Moonblack. Mi nombre es Jarko Nygard.... Dígame, hace mucho tiempo frecuenta este lugar?
Al hacer su pregunta dio una rápida mirada a su alrededor, con cautela, tratando de medir sus movimientos para no llamar mucho la atención. Era algo natural para nosotros, siempre tratando de mantenernos bajo perfil y siempre más llamativos de lo que quisiéramos.
_Hace mucho tiempo no frecuentaba este lugar para serle franca. Acabo de llegar a la ciudad hace unos días y no había tenido el placer de dar un paseo. Ya no es ni parecido al lugar que conocí...
Miré a mi alrededor conservando en mi mente el recuerdo de una París mucho menos poblada y ornamentada. La ciudad había crecido tanto como su renombre.
_Este es uno de esos momentos en los que el tiempo es un buen amigo monseiur Nygard, le ha dado ha esta ciudad la forma que tenían mis sueños.

Yo tenía la habilidad de leer la mente y ese era uno de los dones que más disfrutaba. Siempre lo usé con individuos nuevos para ver de quienes se trataba realmente, pero cuando ya hacían parte de mi vida respetaba sus pensamientos sin ningún inconveniente. En esta ocasión, ella parecía meditar cada una de mis palabras, no sé si por desconfianza o por que le era natural. De todas formas mantuve mi postura y mi voz serena a su presencia.

-Francia, como nosotros, cambia al adaptarse a todos los inventos de la raza humana. Le es necesario, nos es necesario a todos aunque no siempre útil.- Afirmé manteniendo la mirada como al horizonte para luego retomar la mirada a la mujer frente a mí y hacer alguna pregunta -¿Hace mucho que no visita Francia? Me pregunto que tanto fue el cambio en los años que estuvo ausente.-

Una segunda idea me cambio de inmediato la impresión. Era probable que aunque el cambio fuera mucho, ella lo esperara, tal vez incluso pudo haberlo imaginado. Algo así como cuando al ver pasar tantos años nos preguntamos que más vendrá después. No di espera y la interpelé de nuevo.

-Veo entonces que le gusta. Tal vez sea un gusto por la tecnología de este siglo, las nuevas formas de arte o tal vez las costumbres, o ¿Me equivoco?

Especulaba, por supuesto. Lanzaba ideas para sacar conclusiones mayores y saber de quién se trataba la estadía de un vampiro más en este lugar. Ella me daba pie y yo simplemente le seguía el ritmo, finalmente ¿No era eso lo que planeaba para aquella noche? sólo era un cambio de ambiente, un fingir ser más social y evitar que el tedio de la eternidad me terminara matando poco a poco.


Off: Mil disculpas por mi larga demora, señorita. Espero que no se repita.