Atajos tenebrosos - Privado -

por **Inna Kozlov** Miér Ene 23, 2013 1:03 pm

Recuerdo del primer mensaje :

La luz del sol se había desvanecido un poco dejando el cielo iluminado solo por colores rojizos y naranjas que en las lejanías se tornaban ya en oscuridad. Por aquellas calles que siempre mostraban actividad de gente ir y venir una figura pequeña corría, estaba escapando.
El sonido que sus pies creaban al correr era completamente tragado por el sonido de los pasos adultos y las voces de estos, la verdad es que nadie prestaba atención a la pequeña que lucía un vestido que una vez fue completamente blanco y hermoso pero que ahora por el tiempo en las calles se veía andrajoso.
La respiración de la pequeña era agitada, sus mejillas lucían como si en cualquier momento fuesen a reventar pero eso era lo último que a la pequeña le preocupaba, ella solo quería escapar de la oscuridad.

Eso era lo que hacía escapaba hasta encontrar un sitio seguro para permanecer ahí, hablando a la luna o a las estrellas hasta que el cansancio hacía de las suyas y se quedaba dormida hasta que un nuevo día aparecía. Era afortunada aunque no lo sabía, pues no había otra forma de explicar que ya llevara meses viviendo de esa manera; sin embargo su mente infantil veía todo de otra forma, aquello solo era otra parte de un cuento donde todo al final resulta en un final feliz.

La luz se agotaba a pasos agigantados y la pequeña Inna, con el corazón cada vez más acelerado y los ojos como platos corrió sin más al peor sitio por el que cualquier niña querría pasar sola, el cementerio.
Una vez de día paso por el lugar porque alguien le dijo que ese era un atajo para llegar a su sitió favorito, uno en el que las estrellas no paraban de mirarla y la luna lucía orgullosa y protectora sobre ella, pero esta vez sus intentos por pasar antes de que la luz se apagara por completo no se llevaron a cabo y cuando el último rayo de luz abandono el cielo detuvo su escape, porque ya no podía escapar… la oscuridad le había atrapado.
Miro a un lado y otro temerosa, rodeada de frías piedras y sin nadie a la vista. Lágrimas asomaron a sus ojos y recargando su infantil espalda un árbol que crecía cerca se sentó en el suelo, abrazando sus piernas y cerrando los ojos; comenzó a hablar para si misma, se contaba un cuento uno largo y entretenido, tanto que el sol saldría más rápido solo para escuchar el final.
Temblorosa y sola se quedo ahí con sus palabras esperando el nuevo abrazo del sol.

por **Inna Kozlov** Vie Mar 15, 2013 8:29 pm

Sus grandes ojos azules se posaban sobre el rostro de Melanya, atenta a las respuestas que ella le daba sobre su esposo. A pesar de que las respuestas parecían estar bien respondidas, Inna no podía evitar sentir que algo en eso estaba mal; cuando veía a su madre hablando de su padre, su expresión era diferente a la de Melanya y podía durar horas y horas hablando de él, de lo perfecto que era y de lo feliz que era a su lado, pero también recordó a la amiga de su mamá que no le agradaba, ya que siempre que la veía le jalaba las mejillas hasta dejarlas rojas; esa mujer, a la que Inna no había prestado demasiada atención ya que prefería huir a estar cerca de ella, siempre hablaba pocas cosas de su esposo e incluso una ocasión le escucho decir que prefería haberse casado con alguien pobre pero que amara.
- Ya veo - fue lo único capaz de responder, porque si recordaba bien aquella mujer había llorado después de decirle eso a su madre e Inna no quería que su nueva amiga llorara porque ella no sabía como consolar gente adulta.

Una exclamación mezclada con sorpresa y temor salió de sus labiecitos, y llevo sin perder tiempo sus manos hasta su boca para contenerlo dentro de ella.
Estar enferma como Melanya debía ser muy feo, y doloroso además; lo bueno era que tenía donde cubrirse del sol en su casa. Descubrio lentamente sus labios y con voz tenue comenzó a hablar de nuevo.
- Entonces no salgas - estiro su manita para tomar la ajena - si te duele no salgas, y cuida que no te de nada de sol. No creo que yo me enferme, y no quisiera que eso me pasara porque me da miedo la oscuridad - sonrío - espero que te cures pronto, todo se cura después de un tiempo - menciono las mismas palabras que oía de vez en cuando a su padre decir.

Sus pequeños e infantiles ojos miraron de un lado a otro.
- ¿Me llevaras a esa casa que dijiste ahora? - pregunto mientras jugaba con sus manitas, deseosa de pasar más tiempo jugando o haciendo otra cosa con aquella mujer a la que solo le era posible salir de noche.

por **Melanya Boyarskaya** Sáb Mar 16, 2013 10:07 am

Después de escuchar mis palabras, pude observar en la mirada de Inna, que no estaba del todo satisfecha con dicha contestación. A lo mejor esperaba que le contara más cosas, pues lo más seguro es que sus padres se querían como los míos antes de morir mamá, pero realmente conocía poco a mi señor esposo para poder contarle algo más contundente a la pequeña.

-Lamento no poderte contar nada más – Le comenté – Me he casado recientemente y no conozco muy bien a mi señor esposo para poderte explicar más cosas sobre él – Dije con una sonrisa.

De pronto, después de explicarle a la pequeña mi supuesta enfermedad, la pequeña Inna exhaló una exclamación que no supe bien si realmente quería mostrar ante mi, pues nada más exclamar, la pequeña se tapó la boca con sus manitas. Era tan adorable que apenas me podía contener en abrazarla. Momentos después destapó su boquita y optó por decir, mientras cogía mi mano, que en ese caso le parecía correcto que no saliera, añadió que esperaba que me pudiera curar muy prontamente. Agradecía el optimismo de la joven, pero realmente el vampirismo no tenía cura. Únicamente la muerte. Solo la muerte.
Unos momentos después la niña me cuestionó si la iba a llevar a la casa de la esperanza en ese momento. ¡¡Dios mío!! Se me había olvidado lo que quería hacer, a veces no sabía donde tenía la cabeza. Pensar tanto de mi vida y mi maldición me desorientaban en demasía, debía de hacerlo menos.

-¡¡Vayamos!! - Dije con una sonrisa mientras estiraba la mano para que la niña pudiera cogérmela. Así estaba más tranquila y sabía que la niña me seguía – No esta lejos de aquí, de seguro que llegaremos en un periquete.

por **Inna Kozlov** Miér Mar 20, 2013 5:05 pm

Sonrió porque ya le era suficiente que alguien la escuchara y respondiera algunas de sus preguntas que muchos otros adultos habrían ignorado completamente.
¿Qué cosa remotamente interesante podría preguntar un niño?, la curiosidad en los adultos era mucha, pero en los infantes era sencillamente infinita y desperdiciarla con creencias como aquella era un asunto triste pero la absoluta y cruel realidad.
- ¿Cuándo le conozcas más podrás contarme verdad? - pregunto esperando que la mujer dijera que si y de esa manera seria como Inna volvería a verla tarde o temprano - porque quiero saber ¿puedo? - le miro con ojos expectantes esperando que le dijera que si, que le diría y por ende que pronto la vería de nuevo.

La emoción que transmitió Melanya le sorprendió, era una mujer con mucha energía, casi tanta como la que ella solía tener pero a la vez era extraña de verse en un adulto que solo piensa en problemas, cansancio y cosas que no tienen mucho sentido.
Inna estiro su mano sujetando fuerte la de la mujer para que esta le guiara a donde se suponía que ella pasaría la noche y noches siguientes en compañía de gente y no solo como usualmente le pasaba.
- ¿Esta cerca?, yo paso mucho por aquí y nunca vi ese lugar o nadie me dijo de el - caminaba sacudiendo su vestido para dar la mejor impresión posible en aquel lugar al que llegarían en palabras de Melanya "en un periquete".

por **Melanya Boyarskaya** Jue Mar 21, 2013 4:02 pm

La pequeña me cuestionó que si cuando conseguiría conocer mejor a mi señor esposo, que le contara más cosas pues la pequeña tenía tanto interés por dicho tema que se podía ver en su mirada como me pedía casi en suplica que aceptara su propuesta.
Lo cierto es que la pequeña Inna era la viva imagen de mi infancia. Siempre tenía curiosidad por todo lo que me rodeana, siempre quería meter mi curiosa naricita a donde menos debía meterla por lo que me llevaba más de una reprimenda, pero nunca cambiaba hasta que llegué a madurar y comprendí que así no ganaría el amor de mi padre, aunque jamás lo había ganado por mi suma desgracia.
Cuando le extendí la mano a la pequeña para que me la sujetara esta al principio me miró curiosa, quizás no es esperaba aquello, pero al cabo de unos segundos aceptó mi mano cuestionandome si la casa de la esperanza estaba cerca pues dudaba que eso fuera así.

-Está bastante cerca, a las afueras de las calles principales. Quizás no te habías cogido el camino del sur y no te habías topado con dicha organización – Le expliqué.

De pronto me di cuenta que quizás para mi eso estaba cerca debido a que me transportaba a la velocidad de un vampiro sin darme cuenta. Aunque dudaba aquello pues intentaba no llamar la atención pues no quería morir en manos de la inquisición... no por ahora... Lo más seguro es que el lugar estaba tan cerca como pensaba y no tendíamos problema alguno para llegar en poco tiempo.

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