AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lindo Pescadito
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Lindo Pescadito
Ahora sí que me empiezo a preguntar que demonios estoy haciendo aquí, mi madre ha mandado varias cartas preguntando que tanto ayudo a la tía Line, pero no hay respuesta y se empieza a preocupar. Llegó una última carta y no la había abierto, no quería leer en las líneas la preocupación de mi madre, no podía decirle que me había arrepentido de venir, que no era verdad que la tía estuviera enferma, pero a estas alturas ambas nos estábamos cubriendo.
Salí de la casa después de desayunar, mi tía seguía dormida, al parecer la noche anterior se la había pasado fuera. Suspiré mientras miraba de reojo como se iba perdiendo la puerta principal, este era el precio de la libertad y creía que no estaba dispuesta a pagarlo.
Mis pasos eran tranquilos, no buscaba apresurarme, no había motivo ni razón para hacerlo, me la podía vivir en la calle y nadie se enteraría ¿Eso pasaba cuando uno tenía dinero? Era mejor vivir como lo hacía en Lyon, al menos un abrazo diario no faltaba, no teníamos lujos, pero no estábamos en la calle, todo era moderado menos las muestras de afecto y la preocupación fraternal.
No me había dado cuenta todo lo que había caminado, la verdad es que tampoco interesaba mucho, sin embargo el cansancio se notaba, quizá ya llevaba una hora de camino, el pie derecho se torció haciendo que me desbalanceara sin caer, logré detenerme de uno de los árboles cercanos y fue cuando caí en cuenta de donde andaba.
Suspiré, me había perdido y no podía negarlo, tal vez podía encontrar la salida si se me ocurría volver, pero no recordaba haber dado alguna vuelta, ni siquiera si había seguido derecho, sólo había caminado sin más. Respiré profundo y encogí los hombros cuando ya se me había pasado la molestia del tobillo y me interné en medio de unos árboles, siempre cuidando no resbalar.
Al llegar a un claro mi asombro fue mayor cuando logré encontrar una laguna, se veía preciosa, el sol reflejaba unos cuantos rayos en el agua, me acerqué a la orilla y me descalcé para sentarme y sentir el pasto. Aquello era calma, tranquilidad, se podía oler la paz absoluta. Saqué la carta de mi madre y comencé a leer, sin embargo la postdata me alarmó "Si seguimos sin respuesta, Gabriel irá a buscarte" leí una y otra vez intentando buscar una respuesta -No, Gabriel no- chillé apretando la hoja entre mis dedos.
Salí de la casa después de desayunar, mi tía seguía dormida, al parecer la noche anterior se la había pasado fuera. Suspiré mientras miraba de reojo como se iba perdiendo la puerta principal, este era el precio de la libertad y creía que no estaba dispuesta a pagarlo.
Mis pasos eran tranquilos, no buscaba apresurarme, no había motivo ni razón para hacerlo, me la podía vivir en la calle y nadie se enteraría ¿Eso pasaba cuando uno tenía dinero? Era mejor vivir como lo hacía en Lyon, al menos un abrazo diario no faltaba, no teníamos lujos, pero no estábamos en la calle, todo era moderado menos las muestras de afecto y la preocupación fraternal.
No me había dado cuenta todo lo que había caminado, la verdad es que tampoco interesaba mucho, sin embargo el cansancio se notaba, quizá ya llevaba una hora de camino, el pie derecho se torció haciendo que me desbalanceara sin caer, logré detenerme de uno de los árboles cercanos y fue cuando caí en cuenta de donde andaba.
Suspiré, me había perdido y no podía negarlo, tal vez podía encontrar la salida si se me ocurría volver, pero no recordaba haber dado alguna vuelta, ni siquiera si había seguido derecho, sólo había caminado sin más. Respiré profundo y encogí los hombros cuando ya se me había pasado la molestia del tobillo y me interné en medio de unos árboles, siempre cuidando no resbalar.
Al llegar a un claro mi asombro fue mayor cuando logré encontrar una laguna, se veía preciosa, el sol reflejaba unos cuantos rayos en el agua, me acerqué a la orilla y me descalcé para sentarme y sentir el pasto. Aquello era calma, tranquilidad, se podía oler la paz absoluta. Saqué la carta de mi madre y comencé a leer, sin embargo la postdata me alarmó "Si seguimos sin respuesta, Gabriel irá a buscarte" leí una y otra vez intentando buscar una respuesta -No, Gabriel no- chillé apretando la hoja entre mis dedos.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/01/2013
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Re: Lindo Pescadito
Odiaba los días con mucho sol y en realidad todos los días que no estuvieran nublados, sentía que los rayos llegaban a quemar mi piel cuando estaba expuesta más de unos segundos a él, incomodaba a mi visión ya que llegaba a segarme algunas veces.
Más de una vez había pensado que nací en el estatus incorrecto o tal vez quien sabe… mis padres eran nobles que tuvieron que abandonarme por mi propio bien… o tal vez soy hijo de una sirvienta que estuvo con un conde, un barón o hasta con el rey… ¿Quién sabe? Muchas de esas cosas son más que comunes estos tiempos, chicos que toman los puestos por ser hijos bastardos, pero yo no tenía esa suerte ya que había nacido en Venecia y estaba en Paris por lo que cualquiera de esos casos se daría si alguien viniera por mí de Venecia lo cual ya se había vuelto un sueño imposible. Ni siquiera los Monjes se habían preocupado de mi desaparición al parecer y aunque desde ese momento pase a ser un ser alejado del cuidado de Dios seguía visitando la capilla con gran frecuencia pero no para encontrarme con aquel ser que se encontraba clavado en la cruz si no que más bien para ver a aquellos ángeles en el cielo, aquellas exquisitas pinturas que decoraban el techo, las murallas y muchas partes de aquel magnifico lugar. Querubines de aspecto supuestamente inocente que esperaban a aquellos que irían al paraíso.
Aun así luego de ir a la capilla aquella mañana me puse a caminar a paso calmado hacia la laguna, allí algunos barcos pesqueros zarpaban para ver si tenían algo de suerte n su búsqueda de peces de distintos tipos, pero lo hacían temprano por lo que en el día casi era imposible imaginar que de allí salían barcos en busca del destino que tendrían aquel día. Las aguas se veían calmadas sin ninguna perturbación ya sea por peces nadando o algo parecido, sin embargo a mí me agradaba romper aquella calma sentándome entre los pastizales y quitando la hierba para lanzarla al agua que era como un espejo a esa hora del día. Mis ropas blancas quedaban manchadas con pasto, aquella mancha que aprecia pintura pero menos tenue y que aparte no se ponía tiesa para lograr sacar raspándola con las uñas, pero mis ropas ya estaban lo suficientemente sucias como para preocuparme por una mancha más, la vida en las calles es un asco a mi parecer, pero vivir encerrado en el Burdel es mucho peor asique si vemos el lado positivo al menos no estaba obligado a ser visto como un pedazo de carne por el que podían pagar ahora.
No sabía cuánto tiempo paso pero lograba ver como los barcos pesqueros con sus velas parchadas se perdían a lo lejos y pasaban a verse como leves ilusiones que creadas por el reflejo del agua, a esa vista tan básica podría llamársele Hermosa… un hermosura casi invisible para los ojos de quienes no saben ver lo hermoso que es el mundo, casi todos asocian lo hermoso a una persona de bellas facciones, mirada agradable y cuerpo perfecto como las que se retratan en muchas de las más exquisitas obras de Arte, pero para mí no había nada más bello que tener aquella vista frente a mis ojos.
Escuche la voz de una persona, una chica para ser más exacto por lo que me senté más derecho buscando con la mirada pero para mi sorpresa ella no estaba tan lejos de mí y no se había percatado de mi presencia pero simplemente la mira con calma para que luego mi vista se posara en el cielo – Gabriel… como el ángel? … - mencione para volver mi mirada a ella la cual seguramente notaria mi presencia por aquellas palabras, note la carta en sus manos y me alegro el hecho de que supiera leer, posiblemente yo sabía hacerlo a la perfección en muy poco tiempo con la ayuda de los sacerdotes de la capilla - Veo que es una carta que la ha alarmado Señorita – dije con la misma mirada serena y casi fría que acostumbraba a tener siempre.
Más de una vez había pensado que nací en el estatus incorrecto o tal vez quien sabe… mis padres eran nobles que tuvieron que abandonarme por mi propio bien… o tal vez soy hijo de una sirvienta que estuvo con un conde, un barón o hasta con el rey… ¿Quién sabe? Muchas de esas cosas son más que comunes estos tiempos, chicos que toman los puestos por ser hijos bastardos, pero yo no tenía esa suerte ya que había nacido en Venecia y estaba en Paris por lo que cualquiera de esos casos se daría si alguien viniera por mí de Venecia lo cual ya se había vuelto un sueño imposible. Ni siquiera los Monjes se habían preocupado de mi desaparición al parecer y aunque desde ese momento pase a ser un ser alejado del cuidado de Dios seguía visitando la capilla con gran frecuencia pero no para encontrarme con aquel ser que se encontraba clavado en la cruz si no que más bien para ver a aquellos ángeles en el cielo, aquellas exquisitas pinturas que decoraban el techo, las murallas y muchas partes de aquel magnifico lugar. Querubines de aspecto supuestamente inocente que esperaban a aquellos que irían al paraíso.
Aun así luego de ir a la capilla aquella mañana me puse a caminar a paso calmado hacia la laguna, allí algunos barcos pesqueros zarpaban para ver si tenían algo de suerte n su búsqueda de peces de distintos tipos, pero lo hacían temprano por lo que en el día casi era imposible imaginar que de allí salían barcos en busca del destino que tendrían aquel día. Las aguas se veían calmadas sin ninguna perturbación ya sea por peces nadando o algo parecido, sin embargo a mí me agradaba romper aquella calma sentándome entre los pastizales y quitando la hierba para lanzarla al agua que era como un espejo a esa hora del día. Mis ropas blancas quedaban manchadas con pasto, aquella mancha que aprecia pintura pero menos tenue y que aparte no se ponía tiesa para lograr sacar raspándola con las uñas, pero mis ropas ya estaban lo suficientemente sucias como para preocuparme por una mancha más, la vida en las calles es un asco a mi parecer, pero vivir encerrado en el Burdel es mucho peor asique si vemos el lado positivo al menos no estaba obligado a ser visto como un pedazo de carne por el que podían pagar ahora.
No sabía cuánto tiempo paso pero lograba ver como los barcos pesqueros con sus velas parchadas se perdían a lo lejos y pasaban a verse como leves ilusiones que creadas por el reflejo del agua, a esa vista tan básica podría llamársele Hermosa… un hermosura casi invisible para los ojos de quienes no saben ver lo hermoso que es el mundo, casi todos asocian lo hermoso a una persona de bellas facciones, mirada agradable y cuerpo perfecto como las que se retratan en muchas de las más exquisitas obras de Arte, pero para mí no había nada más bello que tener aquella vista frente a mis ojos.
Escuche la voz de una persona, una chica para ser más exacto por lo que me senté más derecho buscando con la mirada pero para mi sorpresa ella no estaba tan lejos de mí y no se había percatado de mi presencia pero simplemente la mira con calma para que luego mi vista se posara en el cielo – Gabriel… como el ángel? … - mencione para volver mi mirada a ella la cual seguramente notaria mi presencia por aquellas palabras, note la carta en sus manos y me alegro el hecho de que supiera leer, posiblemente yo sabía hacerlo a la perfección en muy poco tiempo con la ayuda de los sacerdotes de la capilla - Veo que es una carta que la ha alarmado Señorita – dije con la misma mirada serena y casi fría que acostumbraba a tener siempre.
Amadeo VanderHoeven- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/01/2013
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Re: Lindo Pescadito
Estaba metida en problemas, sí, lo estaba pero no era del todo mi culpa ¿O sí? bueno... sí, yo era culpable de no querer responder y que mi hermano estuviera a días de venir por mí y preguntar que había pasado. Suspiré mientras seguía con aquél pedazo de papel en mi mano, era imposible que sacara la idea de la cabeza.
Había imaginado que Gabriel llegaba y se daba cuenta de que sencillamente la tía Line no estaba enferma pero eso sí que no era mi culpa, yo presentía que nunca lo había estado, pero el no haber avisado por no volverme encerrar en Lyon como la pequeña de los Dominique me hacía permanecer en silencio, necesitaría hablar con mi tía y comentarle la situación.
Mi cabeza era muy imaginativa y empezó a cavilar ¿Y si mi tía si está enferma y por eso me echa de casa? ¿Y si cuando no estoy llegan médicos? ¿Y si el alcohol que se impregna en el ambiente es de hospital? Esa última pregunta me hizo tirar todas las anteriores, sabía diferenciar a la perfección un alcohol clínico del que no lo era, no era posible que esto se hubiera hecho tan grande, pero era verdad lo que decían, una mentira era como una bola de nieve, entre más avanzaba más grande se hacía.
Estaba tan atontada intentando encontrar una solución a todo que no me había percatado de nada hasta que escuché una voz. Giré la cabeza mientras bajaba la carta y miraba al chico, parecía tranquilo, aunque muy serio ¿Por qué me había hablado? Parecía que estaba enojado ¿Le había molestado mi voz? Uno de mis mayores defectos era que siempre me echaba la culpa yo sola, aunque no la tuviera.
-Ojalá y este Gabriel fuera como el ángel, pero dudo mucho que se parezca a uno... al menos que sea caído- terminando de decir el comentario me mordí la lengua, no tenía que haber dicho eso, pero ya había pasado y no podía hacer nada -Así es, la peor carta que pudieron haberme escrito en toda mi vida...- suspiré mientras que doblaba aquél papel de nueva cuenta, no es que me interesara que no viera lo escrito, sólo que verla me causaba mucho miedo -¿A usted le atormenta algo, caballero?- pregunté en un tono suave mirando los gestos que presentaba, no había más, algo le tuvo que haber pasado para que estuviera tan serio, aunque luego había gente así por placer.
-Me llamo Ginebra Dominique- hice una pequeña reverencia con la cabeza, mi tía decía que no debía hacerla y mi padre insistía en que sí, mi madre era neutral y mi hermano molestaba diciendo que por más educada que fuera nunca me dejaría irme de casa, era todo un caos mi cabeza que al final hacía las cosas por costumbre.
Había imaginado que Gabriel llegaba y se daba cuenta de que sencillamente la tía Line no estaba enferma pero eso sí que no era mi culpa, yo presentía que nunca lo había estado, pero el no haber avisado por no volverme encerrar en Lyon como la pequeña de los Dominique me hacía permanecer en silencio, necesitaría hablar con mi tía y comentarle la situación.
Mi cabeza era muy imaginativa y empezó a cavilar ¿Y si mi tía si está enferma y por eso me echa de casa? ¿Y si cuando no estoy llegan médicos? ¿Y si el alcohol que se impregna en el ambiente es de hospital? Esa última pregunta me hizo tirar todas las anteriores, sabía diferenciar a la perfección un alcohol clínico del que no lo era, no era posible que esto se hubiera hecho tan grande, pero era verdad lo que decían, una mentira era como una bola de nieve, entre más avanzaba más grande se hacía.
Estaba tan atontada intentando encontrar una solución a todo que no me había percatado de nada hasta que escuché una voz. Giré la cabeza mientras bajaba la carta y miraba al chico, parecía tranquilo, aunque muy serio ¿Por qué me había hablado? Parecía que estaba enojado ¿Le había molestado mi voz? Uno de mis mayores defectos era que siempre me echaba la culpa yo sola, aunque no la tuviera.
-Ojalá y este Gabriel fuera como el ángel, pero dudo mucho que se parezca a uno... al menos que sea caído- terminando de decir el comentario me mordí la lengua, no tenía que haber dicho eso, pero ya había pasado y no podía hacer nada -Así es, la peor carta que pudieron haberme escrito en toda mi vida...- suspiré mientras que doblaba aquél papel de nueva cuenta, no es que me interesara que no viera lo escrito, sólo que verla me causaba mucho miedo -¿A usted le atormenta algo, caballero?- pregunté en un tono suave mirando los gestos que presentaba, no había más, algo le tuvo que haber pasado para que estuviera tan serio, aunque luego había gente así por placer.
-Me llamo Ginebra Dominique- hice una pequeña reverencia con la cabeza, mi tía decía que no debía hacerla y mi padre insistía en que sí, mi madre era neutral y mi hermano molestaba diciendo que por más educada que fuera nunca me dejaría irme de casa, era todo un caos mi cabeza que al final hacía las cosas por costumbre.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Re: Lindo Pescadito
Antes de escucharle observe el cielo el cual se notaba celeste como de costumbre en verano pero lo que llamo mi atención fueron aquellas formas esponjosas y lejanas que lo cubrían y a esta hora tomaban un extraño color que se asimilaba al de los limones que se vendían en el mercado, solo que el color de las nubes era mucho más tenue y sin duda más hermoso que el de un limón ordinario. Adoraba aquel paisaje, se asimilaba al del cielo que estaba en el techo de la capilla.
La brisa a esa hora era muy fresca y lograba que mi mente se despejara al igual que mis problemas e incertidumbres, no se debía pagar por esos hermosos paisajes y magnificas emociones que eran las cosas más grandes de la vida y lo mejor es que eran gratis, sin embargo, eso no quería decir que no me agradaría el recibir unos 50 francos por día pero eso era mucho más, realmente mucho más de lo que yo tendría a lo largo de toda mi vida.
La voz de la chica era amable sin duda, además tenía buena dicción y sabía leer, si saco conclusiones podría llegar a decir que era una chica de clase media/alta o algo así, tal vez aburrida de la vida en casa salió a dar una vuelta para calmarse aunque al parecer esa carta la había alterado un poco. Pero bueno, en realidad muchas de las chicas a esa edad y de esa clase estaban obligadas a casarse, tomar clases, ser presentadas a la sociedad… a mí no me parecía una vida tan estresante pero no era algo en lo que pudiera opinar.
¿Cuál es la diferencia? Ha de ser un ángel de todos modos, Señorita – Dije tranquilamente observando como aquella chica guardaba la carta que tanto la había incomodado, pero no era de mi interés verla, al fin y al cabo, seguramente no recordaría como se leían ni la mitad de aquellas palabras. Me pregunto si a mí me atormentaba algo, podría contarle pero realmente no tenía razón para atormentar la vida de aquella chica con mis penas así que simplemente negué con la cabeza - Podrían atormentarme muchas cosas, sin embargo, ¿de que sirve pensar en ello, cuando sabes que son cosas que no puedes reparar? – dije tranquilamente observando a la chica con calma y tal vez hasta con un leve dejo de alegría en la mirada, de vez en cuando me preguntaba el día en el que me volví como era, frió y decadente…
La chica se presentó por lo que hice una leve reverencia con la cabeza ya que también tenía la misma manía de hacer aquello al presentarme si es que no estaba de pie – Es un placer el conocerle Señorita Ginebra, mi nombre es Amadeo …. Vanderhoeven – mencione con calma ya que prácticamente nunca hacia eso de decir mi apellido ya que no era conocido ni importante - ¿Qué la trae a esta hora por aquí Señorita?, es algo temprano… y pues pensaba que las señoritas como usted tenían que estar acompañadas siempre… - o al menos así lo recordaba, así me lo habían enseñado en el monasterio.
La brisa a esa hora era muy fresca y lograba que mi mente se despejara al igual que mis problemas e incertidumbres, no se debía pagar por esos hermosos paisajes y magnificas emociones que eran las cosas más grandes de la vida y lo mejor es que eran gratis, sin embargo, eso no quería decir que no me agradaría el recibir unos 50 francos por día pero eso era mucho más, realmente mucho más de lo que yo tendría a lo largo de toda mi vida.
La voz de la chica era amable sin duda, además tenía buena dicción y sabía leer, si saco conclusiones podría llegar a decir que era una chica de clase media/alta o algo así, tal vez aburrida de la vida en casa salió a dar una vuelta para calmarse aunque al parecer esa carta la había alterado un poco. Pero bueno, en realidad muchas de las chicas a esa edad y de esa clase estaban obligadas a casarse, tomar clases, ser presentadas a la sociedad… a mí no me parecía una vida tan estresante pero no era algo en lo que pudiera opinar.
¿Cuál es la diferencia? Ha de ser un ángel de todos modos, Señorita – Dije tranquilamente observando como aquella chica guardaba la carta que tanto la había incomodado, pero no era de mi interés verla, al fin y al cabo, seguramente no recordaría como se leían ni la mitad de aquellas palabras. Me pregunto si a mí me atormentaba algo, podría contarle pero realmente no tenía razón para atormentar la vida de aquella chica con mis penas así que simplemente negué con la cabeza - Podrían atormentarme muchas cosas, sin embargo, ¿de que sirve pensar en ello, cuando sabes que son cosas que no puedes reparar? – dije tranquilamente observando a la chica con calma y tal vez hasta con un leve dejo de alegría en la mirada, de vez en cuando me preguntaba el día en el que me volví como era, frió y decadente…
La chica se presentó por lo que hice una leve reverencia con la cabeza ya que también tenía la misma manía de hacer aquello al presentarme si es que no estaba de pie – Es un placer el conocerle Señorita Ginebra, mi nombre es Amadeo …. Vanderhoeven – mencione con calma ya que prácticamente nunca hacia eso de decir mi apellido ya que no era conocido ni importante - ¿Qué la trae a esta hora por aquí Señorita?, es algo temprano… y pues pensaba que las señoritas como usted tenían que estar acompañadas siempre… - o al menos así lo recordaba, así me lo habían enseñado en el monasterio.
Amadeo VanderHoeven- Vampiro Clase Alta
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Re: Lindo Pescadito
Sí, a veces yo pensaba que mi hermano era un verdadero ángel, uno que me cuidaba de todo y de todos, pero en este momento yo tenía miedo, no quería que mi madre pensara que estaba haciendo cosas malas, no las hacía, es que tampoco sabía como decirle a mi madre que mi tía era extraña, que no se comportaba de forma norma y que a mí la tenía en una situación incómoda, aunque en verdad que yo me la había conseguido todo por querer un poco de libertad.
No sabía como se tomaría mi mamá y mucho menos mi padre, la idea de que mi tía ya me había presentado a algunos jóvenes de alta sociedad, y otros que por lo menos me llevaban quince años de experiencia, seguro que muy mal, pero las cosas se complicarían si el que se enteraba antes que todo era mi hermano, todavía no entendía porque le tenía más miedo a Gabriel que mis padres, pero es que él me protegía siempre demasiado y cuando yo decía demasiado, es que así era.
-No es un ángel o quizá sí, me cuida mucho y por lo tanto se vuelve el diablo cuando algo malo me pasa y creo que terminaré por ... Salir regañada si sigo solapando cosas, digamos que pagaré yo justa por una pecadora- suspiré mientras analizaba la situación, era verdad que la mentirosa era mi tía y para no meterla en problemas había consecuentado aquello, así que era igual que ella, además me gustaba un poco la libertad que ella me daba, sólo eso, los lujos me parecían excesivos y tampoco los necesitaba, a pesar de que me había comprado demasiados vestidos muy finos, yo seguía usando los que mi padre con esfuerzo había adquirido para mí y eso a ella le molestaba, pero era la forma en la que le decía que yo no era de su propiedad.
-Todo tiene solución, el asunto es que nos enfocamos tanto en el problema que nos olvidamos de ver lo que hay alrededor para auxiliarnos a salir...- al momento que dije eso mi mente empezó a maquinar algunas ideas para mis propios problemas, había ocasiones, y a decir verdad muy pocas, en las que el cerebro por fin se iluminaba y podía decir que pensaba.
-Mucho gusto Amadeo- sonreí de manera sincera y busqué una de las piruletas que siempre cargaba ofreciéndosela al chico, los dulces me gustaban y no podía negarlo -Pues... Digamos que mi tía me saca a pasear a estas horas y no puedo volver hasta muy tarde entonces vine a ver que me ofrecía la naturaleza y pensar que puedo hacer con este papel...- levanté la carta y un suspiro salió de mis labios -Las señoritas como yo... No soy de las señoritas que usted cree, no tengo dinero para estar pagando que alguien me cuide, sólo que estoy a cuidado de mi tía en estos momentos- encogí los hombros, la verdad que tener a alguien detrás de mí no iba a funcionar, estaba completamente segura.
-¿Y usted qué hace aquí? ¿Viene acompañando a alguna señorita?- pregunté mientras con mis dedos tomaba una piedra pequeña y la aventaba hacia la laguna haciendo pequeñas ondas sobre el agua de tal forma que se quebró el reflejo del paisaje volviendo lentamente, aquello era relajante, esperaba que así como se había calmado la marea en aquél pequeño estanque también se calmara mi vida.
No sabía como se tomaría mi mamá y mucho menos mi padre, la idea de que mi tía ya me había presentado a algunos jóvenes de alta sociedad, y otros que por lo menos me llevaban quince años de experiencia, seguro que muy mal, pero las cosas se complicarían si el que se enteraba antes que todo era mi hermano, todavía no entendía porque le tenía más miedo a Gabriel que mis padres, pero es que él me protegía siempre demasiado y cuando yo decía demasiado, es que así era.
-No es un ángel o quizá sí, me cuida mucho y por lo tanto se vuelve el diablo cuando algo malo me pasa y creo que terminaré por ... Salir regañada si sigo solapando cosas, digamos que pagaré yo justa por una pecadora- suspiré mientras analizaba la situación, era verdad que la mentirosa era mi tía y para no meterla en problemas había consecuentado aquello, así que era igual que ella, además me gustaba un poco la libertad que ella me daba, sólo eso, los lujos me parecían excesivos y tampoco los necesitaba, a pesar de que me había comprado demasiados vestidos muy finos, yo seguía usando los que mi padre con esfuerzo había adquirido para mí y eso a ella le molestaba, pero era la forma en la que le decía que yo no era de su propiedad.
-Todo tiene solución, el asunto es que nos enfocamos tanto en el problema que nos olvidamos de ver lo que hay alrededor para auxiliarnos a salir...- al momento que dije eso mi mente empezó a maquinar algunas ideas para mis propios problemas, había ocasiones, y a decir verdad muy pocas, en las que el cerebro por fin se iluminaba y podía decir que pensaba.
-Mucho gusto Amadeo- sonreí de manera sincera y busqué una de las piruletas que siempre cargaba ofreciéndosela al chico, los dulces me gustaban y no podía negarlo -Pues... Digamos que mi tía me saca a pasear a estas horas y no puedo volver hasta muy tarde entonces vine a ver que me ofrecía la naturaleza y pensar que puedo hacer con este papel...- levanté la carta y un suspiro salió de mis labios -Las señoritas como yo... No soy de las señoritas que usted cree, no tengo dinero para estar pagando que alguien me cuide, sólo que estoy a cuidado de mi tía en estos momentos- encogí los hombros, la verdad que tener a alguien detrás de mí no iba a funcionar, estaba completamente segura.
-¿Y usted qué hace aquí? ¿Viene acompañando a alguna señorita?- pregunté mientras con mis dedos tomaba una piedra pequeña y la aventaba hacia la laguna haciendo pequeñas ondas sobre el agua de tal forma que se quebró el reflejo del paisaje volviendo lentamente, aquello era relajante, esperaba que así como se había calmado la marea en aquél pequeño estanque también se calmara mi vida.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Re: Lindo Pescadito
Los ángeles no tienen derecho a juzgarnos solo pueden cuidarnos y darnos mensajes de esperanza además de paz espiritual, solo un ser es el que nos recibirá al momento de fallecer y juzgara nuestros pecados, es aquel ser que está hecho de amor y compasión – dije tranquilo para luego pestañear un poco molesto por mis palabras, no quería que ella lo notara, pero realmente lo había mencionado nuevamente con aquel tono de esperanza en mis palabras, siendo que yo ya no creía en aquel padre que me había dado la espalda y deje se sentir cerca hace demasiado tiempo. Según algunas cosas que aprendí en Venecia, en las antiguas culturas creían que sus Dioses, los cuales eran bastantes, eran los que los hacían reaccionar de cierta manera ante determinada situación, eran los que dirigían el camino de los aldeanos como si ellos fueran meras marionetas llevabas por hilos invisibles, ¿acaso el Dios que tanto adore en mi infancia era así?, si es de esa manera más razón tengo para alejarme de él nuevamente, darle la espalda para no ver las pinturas que lo representaban y cubrir mis oídos ante las palabras vacías de los sacerdotes .
“Lanzaste a tu devoto hijo a la boca de los lobos con solo 10 años de edad, no le perdonaste su curiosidad y permitiste que deseara fallecer cada día de su existencia, permitiste que poco a poco no escuchara consuelo en sus oraciones y suplicas, con el tiempo dejaste que terminara observándote como el ser al cual solo quienes tienen todo pueden alabar y agradecer por sus vidas perfectas pero quienes tienen menos solo pueden agradecer por un día más en la tierra.”
Por mucho tiempo pensé que una oración lo solucionaría todo, con hablarle a él mi camino se despejaría y me permitiría ver la solución, con el tiempo la niebla se volvió más espesa y sentí que nadie me auxiliaba, tal como perder el amor que uno tiene de joven, igual de doloroso y desolante fue perder a mi Dios, según los sacerdotes cuando fallecíamos los buenos íbamos al cielo, los que eran malos quedaban en el limbo hasta ser juzgados, creo que allí estaba, en el limbo de mi vida sin saber si mis acciones fueron buenas o malas.
“Fui obligado a perder mi castidad en el Burdel, la necesidad me llevo a robar, la desesperación por no lograr escapar de aquel lugar llevo a mi mente a pensar que podría matar a quienes me mantenían cautivo, ¿Acaso me quemare en las llamas del Infierno? “
Las palabras de aquella chica me hicieron reflexionar un momento, tal vez mi camino de escape… mi salvación y ayuda se encontraba frente a mis ojos pero yo solo me había enfocado en mi odio, pero no era un consejo que lograra seguir de un momento a otro debía analizarlo, pensar bien lo que haría y que ayuda me permitiría antes de continuar avanzando en la línea de lo que era mi propia historia de vida…
Observe como sacaba una especie de dulce y me lo ofrecía agradecí con una tenue sonrisa amable, para escuchar sus palabras, al parecer me había equivocado en mis palabras pero me mantuve atento a lo que hablaba – Eso quiere decir que no es de por aquí… ¿vive lejos de País? –me atreví a preguntar con calma mientras degustaba aquel dulce, me encantaban, creo que seria el placer infantil que nunca me aburriría de tener, aunque la mayoría pensaba que aún era un chico muy joven, a mis 17 años de edad según muchos uno debía ya ser todo un hombre, buscar esposa tal vez tener hijos, no era mi caso, por suerte nunca me había interesado en tener una especie de pareja ya que con suerte lograba preocuparme por mí mismo.
Reí por sus palabras – ¿Con alguna Señorita?... no nada de eso, no soy una persona de buen estatus social, iba haciendo mi recorrido común por las calles de París, pase a la Catedral como todas las mañanas a ver las deliciosas pinturas que componen muchos de sus espacios para luego venir aquí a ver los pequeños barcos pesqueros salir a su suerte…. Son personas que deben alimentar a sus familias y un poco de suerte no les vendría nada mal – comente dando un suspiro para luego seguir degustando aquel dulce que me había sido entregado por ella.
-mm… parece una chica bastante joven para estar encargándose de cuidar a su tía, quiero decir… a la mayoría de las chicas de su edad tienen un futuro ya planeado por sus padres, lo cual me parece algo…. Insano… me parece una injusticia que a alguien marque el destino de otra persona… por mala suerte de ustedes es una sociedad un tanto machista la que vivimos por lo que no hay mucho que hacer… - comente sin querer ser grosero pero por lo que había notado hace mucho así era. Según el monasterio así era correcto según mi mirada seguía siendo algo insano.
-Perdona, no quise sonar grosero – dije pensando que tal vez así había sonado, al cuestionar la forma en la que muchas personas estaban acostumbradas a vivir – ¿y pues algo ha ocurrido con su tía que la han enviado a cuidarla?, claro solo si se puede saber – dije para avivar la conversación y desviar el tema de mis palabras algo groseras.
“Lanzaste a tu devoto hijo a la boca de los lobos con solo 10 años de edad, no le perdonaste su curiosidad y permitiste que deseara fallecer cada día de su existencia, permitiste que poco a poco no escuchara consuelo en sus oraciones y suplicas, con el tiempo dejaste que terminara observándote como el ser al cual solo quienes tienen todo pueden alabar y agradecer por sus vidas perfectas pero quienes tienen menos solo pueden agradecer por un día más en la tierra.”
Por mucho tiempo pensé que una oración lo solucionaría todo, con hablarle a él mi camino se despejaría y me permitiría ver la solución, con el tiempo la niebla se volvió más espesa y sentí que nadie me auxiliaba, tal como perder el amor que uno tiene de joven, igual de doloroso y desolante fue perder a mi Dios, según los sacerdotes cuando fallecíamos los buenos íbamos al cielo, los que eran malos quedaban en el limbo hasta ser juzgados, creo que allí estaba, en el limbo de mi vida sin saber si mis acciones fueron buenas o malas.
“Fui obligado a perder mi castidad en el Burdel, la necesidad me llevo a robar, la desesperación por no lograr escapar de aquel lugar llevo a mi mente a pensar que podría matar a quienes me mantenían cautivo, ¿Acaso me quemare en las llamas del Infierno? “
Las palabras de aquella chica me hicieron reflexionar un momento, tal vez mi camino de escape… mi salvación y ayuda se encontraba frente a mis ojos pero yo solo me había enfocado en mi odio, pero no era un consejo que lograra seguir de un momento a otro debía analizarlo, pensar bien lo que haría y que ayuda me permitiría antes de continuar avanzando en la línea de lo que era mi propia historia de vida…
Observe como sacaba una especie de dulce y me lo ofrecía agradecí con una tenue sonrisa amable, para escuchar sus palabras, al parecer me había equivocado en mis palabras pero me mantuve atento a lo que hablaba – Eso quiere decir que no es de por aquí… ¿vive lejos de País? –me atreví a preguntar con calma mientras degustaba aquel dulce, me encantaban, creo que seria el placer infantil que nunca me aburriría de tener, aunque la mayoría pensaba que aún era un chico muy joven, a mis 17 años de edad según muchos uno debía ya ser todo un hombre, buscar esposa tal vez tener hijos, no era mi caso, por suerte nunca me había interesado en tener una especie de pareja ya que con suerte lograba preocuparme por mí mismo.
Reí por sus palabras – ¿Con alguna Señorita?... no nada de eso, no soy una persona de buen estatus social, iba haciendo mi recorrido común por las calles de París, pase a la Catedral como todas las mañanas a ver las deliciosas pinturas que componen muchos de sus espacios para luego venir aquí a ver los pequeños barcos pesqueros salir a su suerte…. Son personas que deben alimentar a sus familias y un poco de suerte no les vendría nada mal – comente dando un suspiro para luego seguir degustando aquel dulce que me había sido entregado por ella.
-mm… parece una chica bastante joven para estar encargándose de cuidar a su tía, quiero decir… a la mayoría de las chicas de su edad tienen un futuro ya planeado por sus padres, lo cual me parece algo…. Insano… me parece una injusticia que a alguien marque el destino de otra persona… por mala suerte de ustedes es una sociedad un tanto machista la que vivimos por lo que no hay mucho que hacer… - comente sin querer ser grosero pero por lo que había notado hace mucho así era. Según el monasterio así era correcto según mi mirada seguía siendo algo insano.
-Perdona, no quise sonar grosero – dije pensando que tal vez así había sonado, al cuestionar la forma en la que muchas personas estaban acostumbradas a vivir – ¿y pues algo ha ocurrido con su tía que la han enviado a cuidarla?, claro solo si se puede saber – dije para avivar la conversación y desviar el tema de mis palabras algo groseras.
- Spoiler:
- Perdona el cambio de color, es que el azul ya no me gusto >-< Pero no lo cambio más a partir de ahora
Amadeo VanderHoeven- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/01/2013
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Re: Lindo Pescadito
Me quedé callada, pero hacía demasiado tiempo en el que había dejado de creer en la religión, era algo que a mí no me llamaba y a pesar de que eso era algo que mi padre apoyaba y mi madre simplemente aceptaba, no me quedaba satisfecha, había aprendido a que todo mundo tiene algo en que creer, yo no sabía en que creía, pero no quería en hacerlo en algo superior, algo que de pronto era bueno y al otro día era malo según los "cuentos" que decían los demás, así que prefería mantener mi distancia, pero claro estaba que también respetaba lo que los demás llegaran a pensar acerca de ese tema tan controversial, no era alguien para meterme en todas esas discusiones, no me gustaban, así que simplemente dejé correr el tema, además de que él parecía muy ensimismado en algo, pero no lograba captar el qué.
-No, no soy de aquí, pero soy francesa, vivo en Lyon, no está tan lejos de aquí, pero de todas maneras mis padres parecen preocuparse de que esté bien... Y creo que los entiendo- a veces pensaba que mi madre sabía algo sobre mi tía, pero que no decía nada para no preocupar a papá pero que aquella amenaza de enviar a Gabriel no hacía nada más que dejar en claro que ella estaba realmente consternada por lo que ocurría, pero que no diría nada bien hasta no estar segura de que yo estaba en problemas, mi madre siempre intentaba que todos estuvieran lo más tranquilos posibles, en eso me parecía a ella -¿Usted de dónde es?- a veces sentía que mi curiosidad me dejaba demasiado tonta ante los demás, pero en muchas ocasiones había intentado cambiar, sin lograrlo.
-Eso de los status la verdad que no me gusta, el dinero no lo es todo en la vida, pero parece que nadie lo entiende... Quisiera que todos tuvieran lo mismo, pero sé que es imposible, aunque siempre he dicho que uno vale por lo que lleva en el corazón- le dije mientras sonreía y tomaba mi paleta para poder comerla mientras conversábamos, me había parecido un chico agradable y esperaba no aburrirlo con aquella plática pero es que a veces no podía hablar con muchas personas y abusaba de aquellas que se dejaban, era un mal y tendría que remediarlo, nadie tenía la culpa de mi forma de ser.
-¿Joven?- suspiré y negué con la cabeza, yo me creía joven, pero mi tía decía que ella tenía mi edad cuando los hombres dejaron de interesarse en ella -No lo creo, yo ahora debería estar cuidando un hogar, teniendo un hijo o por lo menos estar embarazada, pero... Tampoco tengo dinero como para que alguien se interese en juntar mi "fortuna" con la de él, así que lo que queda es que en verdad alguien se enamore de mí y debo ser sincera... No creo que eso pase...- confesé mientras respiraba profundo, me dolía un poco la situación pero hasta cierto punto ya lo tenía asimilado.
-No sonaste grosero, de hecho es la verdad, creo que esto no es un mundo para mujeres y es una lástima que nos vendan a cualquier hombre... Por eso creo que prefiero estar cuidando a mi tía... Aunque me anda buscando marido, pero si mis padres no están de acuerdo nada se puede hacer y ellos nunca logran ponerse en la misma sintonía- confesé mientras pensaba que aquello había sido demasiada información para él -¿Y tú? ¿Andas con alguien?- pregunté mientras le miraba y ladeaba la cabeza, parecía que no le aburría, pero ¿Quién sabe?
-No lo sé, se supone que está muy débil, la verdad es que no le creo demasiado, si no... No haría tantas fiestas como hace...- comenté a manera de "broma" aunque era verdad que pensaba todo aquello.
-No, no soy de aquí, pero soy francesa, vivo en Lyon, no está tan lejos de aquí, pero de todas maneras mis padres parecen preocuparse de que esté bien... Y creo que los entiendo- a veces pensaba que mi madre sabía algo sobre mi tía, pero que no decía nada para no preocupar a papá pero que aquella amenaza de enviar a Gabriel no hacía nada más que dejar en claro que ella estaba realmente consternada por lo que ocurría, pero que no diría nada bien hasta no estar segura de que yo estaba en problemas, mi madre siempre intentaba que todos estuvieran lo más tranquilos posibles, en eso me parecía a ella -¿Usted de dónde es?- a veces sentía que mi curiosidad me dejaba demasiado tonta ante los demás, pero en muchas ocasiones había intentado cambiar, sin lograrlo.
-Eso de los status la verdad que no me gusta, el dinero no lo es todo en la vida, pero parece que nadie lo entiende... Quisiera que todos tuvieran lo mismo, pero sé que es imposible, aunque siempre he dicho que uno vale por lo que lleva en el corazón- le dije mientras sonreía y tomaba mi paleta para poder comerla mientras conversábamos, me había parecido un chico agradable y esperaba no aburrirlo con aquella plática pero es que a veces no podía hablar con muchas personas y abusaba de aquellas que se dejaban, era un mal y tendría que remediarlo, nadie tenía la culpa de mi forma de ser.
-¿Joven?- suspiré y negué con la cabeza, yo me creía joven, pero mi tía decía que ella tenía mi edad cuando los hombres dejaron de interesarse en ella -No lo creo, yo ahora debería estar cuidando un hogar, teniendo un hijo o por lo menos estar embarazada, pero... Tampoco tengo dinero como para que alguien se interese en juntar mi "fortuna" con la de él, así que lo que queda es que en verdad alguien se enamore de mí y debo ser sincera... No creo que eso pase...- confesé mientras respiraba profundo, me dolía un poco la situación pero hasta cierto punto ya lo tenía asimilado.
-No sonaste grosero, de hecho es la verdad, creo que esto no es un mundo para mujeres y es una lástima que nos vendan a cualquier hombre... Por eso creo que prefiero estar cuidando a mi tía... Aunque me anda buscando marido, pero si mis padres no están de acuerdo nada se puede hacer y ellos nunca logran ponerse en la misma sintonía- confesé mientras pensaba que aquello había sido demasiada información para él -¿Y tú? ¿Andas con alguien?- pregunté mientras le miraba y ladeaba la cabeza, parecía que no le aburría, pero ¿Quién sabe?
-No lo sé, se supone que está muy débil, la verdad es que no le creo demasiado, si no... No haría tantas fiestas como hace...- comenté a manera de "broma" aunque era verdad que pensaba todo aquello.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/01/2013
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