Erase una vez, un lindo gatito llamado.... {Louis}

por **Perçelínne Grace** Miér Nov 16, 2011 9:54 am

Las tierras encantadas de Francia tienen ese toque místico que te inunda los sentidos de una magia especial. La pequeña linda lote, salió de su castillo rosado por la noche, a escondidas de la madrastra de cabellos dorados. Bajaba por la cuerda de satén que llegaba hasta los adoquines de las calles de París que habían sido envueltas en sombras, pero eran iluminadas con farolillos en cada esquina. Algo se podía ver y con la ayuda de la luna, los campos al frente eran iluminados con un baño de plata gris. Perçelinne a escondidas del toque de queda, se escapaba traviesa por las calles de París hasta que llegaba con valentía hasta los portones del bosque prohibido. Aquel, que nunca había estado, de aquel que jamás escucho los sonidos de la naturaleza de donde solía trabajar a menudo, en la prisión, del castillo de color rosa que se llamaba burdel. No le disgustaba, pero su gato con botas había desaparecido y no le había vuelto a ver desde hace dos días. Esos dos días en los que estuvo sola y melancólica sobre un montón de sabanas de seda, preguntándose donde o como podría estar el felino de salud.

Ya tuvo una pelea contra otro gato en las calles, se estaba recuperando de salud, pero en un momento que se metió para lavarse la cara, volvía a la habitación y ya no estaba. ¡Puff!, se había ido. Quizás para siempre, quizás se habría ido a buscar aventuras con las que vivir de ellas y nunca volver a su lado. Ella ya estaba lejos de París y estaba en el principio del bosque. Un bosque se extendía delante de su mirada celeste, observando la belleza del mismo mientras avanzaba cada vez más y más por el extenso verde del bosque. Un escalofrió le entro de repente al ver que solo había silencio, era increíble, en el burdel nadie se podía estar callado por más de cinco segundos, siempre había algún grito, jadeo, gemido, caricia correspondida que nunca algo de silencio sobre el sitio. Solo el canto de la mañana permitía acallar a la gente que escuchaba sobre toscos ronquidos. Era o no algo curioso lo que veía en ese lugar.

Llegó a escondidas de la luna, a un claro donde había un pequeño puente abandonado, pues resultaba una pequeña entrada a unas ruinas que más adelante pudo encontrar un pequeño pedestal en forma de espiral, con adornos gregorianos por los costados y encima un libro de piedra, estaba cerrado, como si fuera el tesoro de los recuerdos del olvido. Eso hizo que se estremeciera de arriba abajo para llegar a soltar un pequeño gemido asustado. En la portada, pudo ver a la larga distancia que la separaba, una celebración de calaveras sonrientes, en grabados caligráficos estaban destacando las cuencas vacías de estas. Por el lomo de esto estaba roto, como si la piedra hubiera querido dejar en anónimo su existencia. Se quedo mirando al frente como en estado de shock, respirando, una y otra vez para poder volver en sí y alejarse de lo que había encontrado en ese lugar ¿Por qué ella? Una de las cosas con la que evitaba encontrarse, era con cosas sobrenaturales, con magos y brujos, ya en su pasado se sorprendió bastante al descubrir, que la familia que la había acogido eran expertos en la materia de la vida y la muerte.

Perçelinne tenía el fuerte pensamiento que la vida y la muerte, eran temas que no tenían porque tocarse, se tenían que dejar fluir como era en si el ciclo de la vida, se echaba de menos a la gente, pero al llegar esa hora, nada se podía hacer para evitar tu final. Todo parecía normal, pero ¿Qué vio la pequeña linda lote a cuatro pies de distancia? –Oh... ¿Quién sois?-Una voz dulce y calmada pregunto a quien se encontraba en frente. Su tonalidad de piel era como el algodón, parecía flotar en ropajes finos de seda roja, negra acorde con la oscuridad, he iba atado con un fajín rojo sangre que acentuaba el pelo dorado de este que a su vez, tenía algún mechón oscuro-Je pense que j'ai manqué d'être ravi par la beauté de ces forêts…….-Dijo en un buen francés, obvio, con el tiempo había adquirido un acento magnifico.

Creo que me perdi estando embelesada por la belleza de estos bosques.

por **Louis J. Bouquet** Miér Nov 16, 2011 8:22 pm

Volvía a tener días, sin pisar el bosque. Cuanto seria, diez dias, quince o mas? No lo sabia, y se sentia de lo peor. Por que el vivía en aquel lugar, con su pequeño, aquel muchachito de cabellos en plata. Y lo habia dejado solo una vez mas. Pero esta vez, tenia una razón de mas fuerza. Al menos dos dias habia pasado en las calles, oculto en uno de los callejones más alejados y abandonados de todo Paris. Esos por donde ni las ratas pululan ya.
¿Qué habia pasado en esas primeras veinticuatro horas? No tenia ni las mas remota idea. Todo estaba neblinoso. Tal vez en algun momento rozo las espigas cercanas al rio que llevaba al mundo de los muertos. Si, estuvo apunto de morir. Mas la suerte le habia sonreido, y era asi, como seguia de pie. Gracias a la sangre felina que tenia dentro, se curo un poco mas deprisa. Pero habia perdido el conocimiento varias veces, antes de llegar a una zona segura. Demasiada sangre. Y el resto de los dias, lo habia pasado en una habitación abandonada, cubierto de sudor, por las fiebres que lo atacaron. No habia querido pedir auxilio, sabia que podria haberlo hecho, pero no queria ser una carga para nadie. Y mucho menos, preocupar a su pareja.

Como fuera, ese dia, mas temprano, habia despertado algo mas recuperado, hambriento, sucio y harapiento. Estaba seguro que incluso en el teatro, estarian preguntandose que le habria pasado. Louis no era de los que se embriagaban, no se le conocian puntos malos. Le habia costado llegar hasta la linde del bosque, llego prácticamente cojeando. Y anduvo a ritmo pasmosamente lento, el camino que le era familiar. Cuando llego a casa, estaba seguro que seria media tarde. Imre no podia salir hasta que se ocultara el sol, y eso le daba tiempo, para quitarse todo aquello. Y asi lo hizo. ¿Cuánto demoro en maquillar todo el desastre que era? No estaba seguro, pero el cielo comenzaba a pintarse de naranja.

Ataviado con un saco nuevo de color grana y detalles en dorado, como prenda diferente a las empleadas con habitualidad, salio de la casa, no queria que lo viera. No aun. Corrio, pero sentia dolor todavía. Habia peinado su cabello, y puesto una capa de algo que tapara aquellos raspones y moretones, que tenia por el rostro. El labio partido, al igual que la ceja izquierda. ¿alguien alguna vez creyo que el dulce y tierno Louis, seria golpeado de aquella forma? ¿Qué el habia respondido con una fuerza que seguro le venia del tigre albino que dormia en su alma? Anduvo por un camino que no conocía, mucho mas escabroso, lleno de raices. Resbalo un par de veces. El aroma de los arboles lo envolvia y reconfortaba como el mejor de los balsamos. No temia estar alli, en ese bosque del territorio frances, que seria su condena y su cura. Su rincón de los lamentos y su hogar. El refugio del gatito asustado que era por naturaleza- El gatito que es actor, y como tal, intenta interpretar el papel de alguien fuerte y seguro de si mismo.

El viento agitaba sus cabellos y su ropa, el viento rozaba sus mejillas, fresco, con ese aroma a otoño, ese aroma que comienza a hacerse calido. Las hojas maple bajo sus botas, crujian a cada paso, y el se obligaba a contener la respiración para no mancillar esa melodía tan peculiar. Una que le gustaba, y lo distraia mientras se alejaba. Dejaría que su amado lo oliera, que supiera que habia estado en casa. ¿Hallaría las ropas aquellas que habia portado los ultimos dias, antes de estar tan impecable, esa noche? Siguió avanzando. ¿Qué buscaba? La noche le diria. Si, y eso, tal vez llegaría pronto. Y no se equivoco. De manera grácil
se giro. Un sonido habia roto esa melodía natural del bosque que el se habia mantenido atento escuchando. Una voz que demandaba saber quien era. Louis paso saliva y parpadeo. Un tono de voz precioso. El jamàs lograria ese acento, ni por mas que la sangre francesa de su padre corriera por sus venas. El no se sentia francés. Solo un gatito vagando. Su hogar estaba donde sus suspiros tuvieran cobijo. Parpadeo, y se acerco, cortando esa distanciaron pasos firmes, aguantando por poner esa mueca de dolor que se le salia de cuando en cuando.

- Si, suele pasar. Pareciera que fuera el lugar prometido del otro lado del espejo. Un laberinto de pasos, le trajo hasta aquí, de cierta forma, como a mi persona, madame. Su aroma te adormece, y te hace volar lejos, a rozar los colores de la noche con la punta de los dedos. ¿Existe la cascada de luz de Luna? ¿Cómo sera su textura, su olor? No es bueno que vague sola… podria perderse, o algo peor.- –le sonrio con cortesía, y ese tono tranquilo, tan propio de el. Le gustaba el cabello ajeno. Era llamativo, invitaba a meter los dedos en esas finas hebras. ¿serian suaves como prometian a simple vista? - Soy solo un paseante, cielo. –Le dijo, entrecerrando sus ojos de manera historiada, cruzando los brazos sobre el pecho, sin borrar la sonrisa del rostro. El no era peligroso, y menos, saliendo de una buena.

por **Perçelínne Grace** Miér Nov 23, 2011 6:04 pm

Encogiendo se quedo sus pequeños hombros en su cuerpo de leche. Aquellos cabellos que iban de lado a lado cual cascada rebelde de rayos de sol que se movía al ritmo de la suave brisa enfundada de gélidos cantos de silencio-Yo...Monsieur....-Alza aquella pequeña barbilla que con fragilidad se rompería, delicada como un capullo-...¿Un paseante que paseo solo en la oscuridad del bosque? Usted también podría perderse, quien sabe que riesgos tenebrosos esconde este paisaje enflorado de verde y silencio....-No sabía qué hacer estando frente aquel desconocido. Podría haber salido de las sombras, de la corteza de algún árbol o lo que veía, marcas de guerra por su rostro.

Una ceja maltratada y el labio entrecortado por una mancha negra. Sangre seca, pensó-Mon Dieu... ¿Qué le pasó?-Acerco unos pies avante para poder comprender aun más el motivo de aquellas marcas que entristecían el rostro de aquel hombre de cabellos dorados, que mas debajo de un flequillo escalonado, vio unos ojos claros, límpidos, libres de oscuridad, pero no era bruja. No sabía predecir el pasado ni sabía olvidar el futuro ¿un futuro que estaría próximo a cada paso que diese? Alzo en alto una mano, después seguido del brazo, le intento acariciar el rostro, pero sus modales de conciencia, la hicieron detenerse para retirarse hacia el puente, arrepentida y bastante avergonzada.

Había sido atrevida con un extraño ¿ahora la tacharía de loca? Ahora había piedra a su alrededor, el puente de cuento derruido, estaba bajo sus pies y mas por debajo una fuerte riada que causaba temor al pensar que podrías caer sobre aquellas corrientes gélidas, que a saber en donde podrían desembocar...Quizás en el templo de Embrujes, donde las almas en pena desembocaban tristes en soledad, pero que fue lo que le alarmo a Perçelinne bajo sus pies. Miró hacia el hombre-Disculpe mi comportamiento...a mi pensar, he de decir que ose en demasía en haber invadido su espacio personal....-Nunca bajaba la mirada, pero ahora lo hacía pues no se sentía orgullosa de ello, no fue su intención. De nuevo otro momento de alarma hizo ver a Perçelinne hacia el suelo bajo sus pies-¿qué....?-Un crujido hizo que Perçelinne se moviera inquieta sobre la pequeña construcción mediocre que podría romperse de un momento a otro. No sabía qué hacer, su miedo le acechaba a sus piernas que se iban paralizando poco a poco, juntándose cada vez más. Bueno, solo podría salir corriendo hacia el pedestal con aquel extraño libro o podría ir junto al misterio del hombre herido.

Estaba en una encrucijada, pero no tenia porque pensárselo tanto, pero ¿Y Artemis? ¿Dónde andaba aquel minino que se escapo de su lado? Ciertamente quería preocuparse de vivir en ese momento y movió sus pies hacia donde estaba observando el misterioso del bosque, para después escuchar como el puente de madera se derrumbaba en parte. ¿Por qué? Por poco se cae dentro de aquella riada marina que a saber donde la llevaría con la fuerza que estaban teniendo en aquel instante y no aguanto más. El susto aun lo llevaba en el cuerpo, se abrazo a si misma intentando calmar el frio que recorría su cuerpo. ¿Dónde estaba su gato con botas? ¿Estaría bien?

Tiemblan las campanillas del lugar...
Dime donde estas...aquí o allí...
Hoy llueve en el jardín....
De anís...

-Artemis....¿Dónde anda mi gato con botas...?

por **Louis J. Bouquet** Miér Dic 07, 2011 10:10 am

¿Perderse? Era difícil que pudiera ocurrir un hecho como aquel, mas no imposible cierto. Pero cuando no te importa ser guiado por el viento, y tienes esa ventaja de olfato, aun menos. Un animal, tiene muchas veces mas, capacidad de direccion, algunos creen que no son seres tan inteligentes como los seres humanos, y Louis no podria estar mas en desacuerdo. Un animal siente. Un animal, experimenta. Un animal, ama. Un animal, sobrevive.

Por ello no temia estar vagando como ser insensato que era, por el bosque nocturno. Las casualidades, solo llegan si las buscas, encuentros magicos, que e terminar en una taza de chocolate caliente y galletas, o bien, en la cúspide de un ambiente lleno de sensualidad, calor. Danza, y otro tipo de magia, que termina por completo, en el otro extremo de la vereda. El otro lado de la moneda. Si, acabar mal, con lagrimas y sangre. Heridas profundas. Recuerdos borrados.

Nego suavemente. -No temo perderme, por que perdido, ya estoy…-comento, con una sonrisa. Las personas vagan perdidas, hasta encontrar cosas que afiancen su existencia. Ademas, siempre andan, como ya lo decia, en busca de aquellas acciones del destino.

Y entonces, la doncella se acerca. Sabe, no es idiota, que las marcas son notorias. La sangre siempre se hace notar, como si brillara. Si bien, la sangre maldita que lo convierte en un ser nocturno, -que para el es lo mejor que pudo pasarle- ayuda a sanar mucho mas rapido, sigue siendo una persona como el resto. Sus pupilas se mueven, siguiendo mudamente el recorrido de aquella mano, esa misma que parece querer dar una caricia. A el. ¿Por qué? Le causa pena, curiosidad… ¿ternura?

Jérémie esta acostumbrado, aunque le cuesta creerlo, por su mismo complejo de inferioridad, a que le digan que es un hombre joven que inspira eso, ternura. Ganas de abrazarlo fuerte. Consentirlo. Hay quien incluso, lo ve como un niño. Y el no lo comprende, pero no le molesta, por que siempre ha deseado sentirse… calido. Le gusta esa sensación en el pecho. En la piel. Sonreir todos los dias y noches. Y sacar risas magicas en sus acompañantes. No hay sonido mas sublime que ese.
Si, quizas Louis en alguna vida pasada fuera un santo. El tipico hombre que tiene complejo de martir. Eso era el. No podia dejar de pensarlo, tal vez, estuviese equivocado.

Las ideas, no le llegaban con claridad casi nunca.

Como el por que, la chica se alejaba. ¿Miedo? Claro, el era aun hombre. Algunos aprovechan la oscuridad de la noche y la lejania de aquellos lugares, para robar inocencia. Siempre actuando el pecado en silencio. El mismo, dioses, ese trauma de ser casi abusado sexualmente. Ya en dos ocasiones. Una le dolia mas que la otra. Maldecia entonces, aquella supuesta hermosura, que era la viva esencia de la sangre oriental de sus venas. El misticismo y elegancia diferente, que heredara de Ayaka, su madre. Europeo, solo tenia el nombre pensado en Jacques.

Le miro, corria peligro, como avanzara mas, sin pensarlo, le tomo del brazo y le acerco a el, suave, pero firme.-Tenga cuidado. Puede hacerse daño. -La sonrisa se instalo en sus labios. Como un saludo que te dice “Esta bien, lo comprendo” –- ¿Invadir mi espacio personal? Yo no se que es eso… ¿te causo curiosidad? ¿Querias tocarme? Hazlo. - Asi era el, tambien directo. Sincero. Y las verdades, a veces duelen. Si lo sabria bien el…

por **Perçelínne Grace** Miér Dic 07, 2011 4:42 pm

En verdad quería rozar la palma de su mano contra aquella mejilla que tentaba a ser suave como el terciopelo-S...si...-Acerco su mano hasta dejarla quieta en su mejilla, acariciándole con sus finos dedos femeninos de piel pálida con suavidad mientras esbozaba una sonrisa tímida-La curiosidad mato al gato, recuerde....-Dijo con una entonación que silbaba dulcificada para los oídos toscos de algún hombre, pero el que la agarro con suavidad para alejarla de mas peligro, la sorprendió al principio por la franqueza que echaba al asunto. Así de primeras, nunca supo cómo reaccionar, pero su mano ya estaba sobre la mejilla de aquel extraño, que si, le producía cierta curiosidad. Era irónico, que al convivir entre felinos, entre la compañía de su felino y gato Artemis, ¡que por cierto!...faltaba esa noche.

¿Dónde andaba aquel minino travieso?-Discúlpeme....-alejo dos pasos para poder ver sus ojos-... ¿No habrá visto a un lindo gatito merodear por estos campos?..-La respuesta podría ser la que se esperase, pero ¿Qué podría perder? Muchas sombras los rodeaban esa noche en los bosques de París. Perçelinne, como princesa novata en aquellos campos, miraba a todos lados en busca de algo que era invisible para ella, podría ser la caricia del suave pelaje de Artemis, pero no, era el pelaje áspero de las hojas.

Media vuelta dio con el rostro, mirando hacia atrás, pero después volvió a posarla sobre la mirada azul de aquel hombre de cabellos dorados que parecía guardar en su interior cierto misterio que hacia elevar su curiosidad hasta el límite de saber un poco más sobre esa persona que aun cernía un suave agarre sobre su brazo-Lo siento...-una mano fue tímida a los cabellos dorados de Perçelinne para remeter un mechón tras su oreja, con la mirada tímida en el suelo, comenzó a recordar cuando por primera vez......aquel gato se cruzo con ella....en un día grisáceo, cerca cuando el final comenzaba a mostrarse en tonos violeta y ensombrecidos con tintes de oscuridad....

2 años antes.......

“-¿Por qué lloráis pequeña?-Dijo una señora con las hebras de plata cubierto por un bello tocado malva- La lluvia que cae a estas piedras llenas de verde musgo son aquellas lagrimas que desde el cielo de vuestro corazón nos entregas en este día tan gris...-no tenía ni llegaba a los 45 aquella mujer de rostro grácil y afable-...anda, animaros para que vuestra sonrisa brille en demasía por cada rincón de Paris...-Y poco a poco, como una lejana visión, aquella mujer de tercera edad se fue desvaneciendo poco a poco, como polvo en el aire y de repente mucha gente se arremolinaba con más gente. Estaba perdida entre una calle de gente de ligeras ropas, que se rozaban los unos con los otros, de aquí para allá. A ella el miedo comenzaba a surgirle efecto por cada poro de su piel, a sus dieciséis años, ella no sabía adónde ir.

Se había escapado de su casa adoptiva, no quería vivir con unos nigromantes, ambos lo eran. Solamente aquel incordio, le impedía volver, pero tampoco sabía si su madre seguía viva, tan solo.... ¿podía optar por seguir adelante con lo poco que le quedaba? Tan solo de pensar en aquello, su cuerpo se estremeció del miedo, escapando de las miradas que la acechaban espantándola aun mas y, fue en cuanto se fue corriendo entre los callejones, de arriba a derecha, volvía atrás, pero volvía a salir hacia la derecha, a la izquierda, cuando de repente, el maullido de un gato resonó en el eco de los callejones.

Con los ojos rojos por las lágrimas, Perçelinne miro hacia donde escucho aquel minino, había andado mucho hasta encontrarse a un gato, con su patita herida y con tres cachorros. Santa madre, al parecer había gente como ella, abandonadas por las calles de Paris sin el amparo de nadie. Ella fue con toda su buena voluntad hacia donde se encontraban los pobres animales, cogió en brazos a uno de los pequeños, pero no estaba con vida, era un cuerpo pequeño, del tamaño de la palma de su mano y sin vida. La gata mayor, la madre de las criaturas restantes, había comenzado a ser abrigada por el pelaje de otro gato. Aquel gato, que vio como Perçelinne dejaba a uno de sus hijos de nuevo con el resto, el se acerco a Perçelinne, se arremolino en su regazo para evitar más la cojera del mismo. Estaba la madre con los mininos sin vida y el gato en su regazo.....

******

Perçelinne cuando quiso darse cuenta, estaba tendida en el suelo, con algo blando debajo de su cabeza. Su mirada estaba frente a frente con el oscuro cielo negro de la noche, las copas de los arboles adornaban parte de las vistas-¿Cómo?-Ahora lo entendía. No había sido un sueño. Se había desmayado.

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