Ven aquí gatito~

Otoño, el colorido y hermoso otoño. La estación favorita de los primos Mckennitt para ir al bosque a hacer de las suyas. Se la pasaban jugueteando de un lado a otro como si fueran niños y ahora con Chantry en París y junto con Lord Byron el caballo, las travesuras no parecían tener fin. Era un grupo de inmaduros definitivamente, pero pasaban sus días tranquilos sólo preocupándose por los coscorrones o sermones de algún maestre de la hermandad a la que pertenecían. Esa vez, Vladmiri saldría a dar un paseo por el bosque, sin compañía de los otros tres, en realidad quería estar solo y disfrutar de su naturaleza de cambiante como tenía que ser. A veces estar tanto en su forma de gato persa era agotador, sobre todo con Loreena cerca buscando la manera de fastidiarlo. A veces tenía que esconderse debajo de las camas para que la bruja no fuera a hacerle alguna de sus bromas, a las cuales ya estaba acostumbrado y sabía exactamente como darle revancha.

Hacía mucho que no vestía con las pieles de un tigre blanco, de nuevo tenía esa libertad que tanto disfrutaba. Estiró los músculos de su cuerpo y se fue a andar entre las entrañas del bosque, disfrutando del característico olor de la tierra húmeda y el musgo que crecía en el tronco de los árboles. En esos meses la hojarasca se hacía mucho más abundante, cubriendo el suelo con amplias capas de hojas secas con una gran variedad de matices ocres, la vestimenta predilecta del otoño.

Divagaba de un lugar a otro, de vez en cuando jugaba con algunos pequeños animales que se encontraba en el camino sin dejar de mantenerse alerta ante la presencia de algún desconocido. Bien sabía que a algunos cazadores e inquisidores les encantaba estar metiendo las narices en aquellos lugares y eso de cierta manera irritaba a Vladmiri. No estaba con Loreena en ese momento por si se presentaba en una situación de esas, ya que las muy contadas situaciones en las que se veían envueltos en algo así, la muchacha se encargaba de despistar a quienes se atrevían a herir al bosque, eso se lo debía a su excelente conexión con el mundo natural.

Pero como todo lo que inicia tiene que acabar, el cambiante supo que ya era hora de regresar a casa, dio una última vuelta a su lugar predilecto y decidió marcharse con paso firme, sin embargo cuando creyó que todo estaba bien sintió una presencia ajena a la suya. Al prestar más atención supo que no correría peligro y fue cuando la curiosidad se hizo presente. Vladmiri se escabulló entre los arbustos ¡Y cuál fue su sorpresa! Una muchacha se paseaba por el paraje. Pudo notar en su aura aquellos colores característicos de una hechicera. Quiso acercarse un poco más, con cautela para no ser oído, pero siendo tan torpe en la vida, una de sus patas terminó rompiendo una frágil rama y desde luego haciendo evidente su presencia entre los arbustos. ¡Por los bigotes de Bastet! ¿Hasta cuándo la torpeza Vladmiri Mckennitt…?

En cuanto la pata asomó por el lugar seguida del ruido, Lya se levantó de su posición en el arbusto, tomando algo de guardia pues se notaba que era una animal grande, ante lo cual se obligó a usar una pequeña ilusión en caso de necesitarla, ahora a vista de cualquiera ella acababa de avanzar unos pasos hacia el arbusto mientras la real castaña permanecía junto al tronco del árbol en el que antes reposaba, manteniendo una mano apoyada en éste para usarla de impulso si llegaba a necesitar escapar.

Si esto hubiera ocurrido antes no se habría tomado la molestia de hacer algo como aquello, pero desde que había sido atacada por un cambiaformas se había vuelto más precavida y, quizás, un poco miedosa con los animales grandes, sin embargo nunca había sido prejuiciosa, por lo que esperaría a ver qué pasaba. Para estas alturas ya sabía que lo escondido en el arbusto no era normal pues el aura que presentaba la pata que vagamente vió era la de un cambiaformas.

¿Querría algo en especial? Quizás solo se habían topado por casualidad. – ¿Quién está ahí? ¿Quién eres? – Preguntó en tono suave pero audible, debido a la ilusión parecía que hablaba desde solo unos pasos antes del arbusto pero por su posición real no podía saber qué había hasta que saliera de donde se escondía y esperaba que no fuera nada malo, después de todo hasta ahora el día había prometido ser tranquilo y Lya quería que siguiera igual.

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