Azul Pavo Real [Louis J. Bouquet]

por **Sasha Nureyev** Dom Ene 27, 2013 4:29 pm

Mi mirada penetraba en las sombras que envolvían la habitación sin piedad, examinando cada figura. En medio de las ya conocidas de muebles y cuadros había un bulto de mayor tamaño hecho un ovillo sobre la silueta de la cama. Sonreí y anduve hacia él cerrando la puerta tras de mí, haciendo que la oscuridad casi ahogara mi cuerpo por completo.

Con un gesto vago retiré las cortinas de seda celeste despejando los cristales por los que entró el ya conocido rayo plateado impactando directamente sobre los párpados de mi invitado. Este se removió intentando tapar la molesta luz con las manos antes de rendirse y abrir lentamente con gesto molesto, yo le sonreí un poco más y me acerqué a la cama -Buenas noches dormilón. Si deseas que te enseñe los jardines deberías levantarte. Por la mañana la sirvienta ha lavado tu ropa y te la ha dejado ahí- señalé hacia la única silla del cuarto -te espero abajo- susurré mirándole con los ojos entrecerrados y una media sonrisa que mostraba uno de mis colmillos, luego me di la vuelta y salí del cuarto.

Bajé las escaleras lentamente, disfrutando del silencio que invadía mi hogar a aquellas horas intempestivas y olfateando el delicado aroma a rosas que los jarrones de cristal de bohemia con filigrana dorada repletos de dichas flores proporcionaban. Acaricié los bordes dorados de una de las piezas de cristal con cuidado, y esta soltó una nota pura y vibrante que pronto agonizó en el aire, eran más modernos que los cuadritos de santos bajo los que estaban colocados, de hecho se llevaban más de diez siglos de diferencia, pero aun así quedaban perfectos, contrarrestando con su delicadeza, la opulencia de los ídolos ortodoxos.

Un ruido por encima de mí me devolvió a la realidad. Acostumbrado a fantasear durante horas cuando me encontraba solo, ahora que por una razón o por otra me encontraba acompañado casi siempre, no podía evitar perderme en los recodos de mi propia mente y tendía a dejar volar libres mis pensamientos. Bajé rápidamente los escalones que me quedaban y me apoyé entonces en uno de los pilares con gesto aburrido, como si llevara mucho tiempo allí esperando.
Al alzar la mirada, mis pupilas fueron atrapadas por las suyas, que brillaban increíblemente azules resaltadas por su camisa que intentaba llegar al mismo tono sin conseguirlo. Él me observó con ese gesto tímido que tan inocente le hacía parecer y no pude menos que sonreír.

-Estás impresionante Lou, aunque no hacía falta que te prepararas tanto, solo vamos a dar un paseo-

por **Louis J. Bouquet** Miér Mar 20, 2013 11:19 am

Era un minino malo. Y eso lo sabia muy bien. No hubiera querido quedarse dormido en una casa ajena, ahora que tenia la suya propia y que tenia a alguien que tal vez se hubiera preocupado al no verlo regresar. Bueno, siempre podría darle una mentirilla piadosa y decir que tan tarde se le hizo, que tuvo que quedarse en un cuarto de hotel. O algo así. El no era celoso y aunque Imre le daba a entender que tampoco lo era, mejor no era picar por ese lado. ¿Qué tal y tomaba a mal que se hubiera quedado en la casa de aquel vampiro, aunque este fuera solo un amigo?

Como fuera, en verdad agradecía haber podido dormir aquellas horas. No había podido dormir muy bien en las semanas pasadas y con aquella ¿siesta? Si que se había recuperado un tanto. Y era tan holgazán una vez que se le permitía un poco de confianza como aquella, era como un niño pequeño, durmiendo a sus anchas. Allí acomodado, sobre la suavidad de aquella cama, tan calientito. Tan seguro. Y… arg! ¿Qué era eso? Una luz que no le importaba de que era, le molestaba, apretó aun mas el gesto y con molestia intento cubrirse con sus manos. Pero no. Una vez que comenzaba a despertarse le era difícil volver a perderse en un mar de sueños. Con un puchero, lentamente abrió los ojos, olvidando solo un instante que no estaba en su casa. Solo un momento, pues al escuchar la voz del vampiro, se le fue quitando un tanto mas rápido lo adormilado, se tallo los ojos con el dorso de la mano, demasiado perezoso como para ponerse de pie de un salto.

¿Y si mejor se quedaba otro rato allí? ¿Era mala idea pedirle que le acariciara la cabeza como a un gatito, sacándole ronroneos hasta que se adormeciera de nuevo? No, Sasha ya tenia otros planes. Louis simplemente asintió y murmuro algún par de palabras - Gracias Sasha… No tardare… Y apenas el otro salió, se desplomo de nuevo sobre la cama con los ojos cerrados. Solo para dejar que el sueño se fuera por completo. Lentamente, se giro sobre su lado derecho y abrió los ojos, mirando la cortina de la ventana mecerse suavemente con el vientecillo fresco. Y su ropa allí sobre la silla. Hey… esa no era su…

Se incorporo, colocándose los pantalones primero y las botas después. Miro la camisa. Ese color le gustaba, y aunque esa ropa no era suya, estaba seguro que si estaba allí era por que el vampiro así lo había dispuesto. O tal vez era idea de la sirvienta de este. Como fuera se la coloco sobre el pecho desnudo. Ese color hacia resaltar el color de su piel. Como pudo verlo en el reflejo de la ventana. Se sonrió a si mismo, mientras llamaban a su puerta. Un tímido “pase” y la sirvienta entro dejándole una toalla sobre la cama, para que se secara el rostro. También le dijo que se veía muy guapo y esto lo hizo sonrojarse demasiado.

Entro al cuarto de baño y se lavo la cara con rapidez. Intento acomodar un tanto su cabello y después, salió de la habitación. Esperaba no haber hecho esperar demasiado al vampiro anfitrión. Mismo que estaba allí, escaleras abajo, tan tranquilo. Tan solemne… Tan… Ahora lo miraba. El otro tenía tal fuerza en la mirada que no podía sostenérsela por mucho tiempo, pero aun así, le transmitía aquel personaje tal seguridad y confianza, que le provocaba una sensación de admiración y afecto. Mucho mas cuando sonreía, como ya mismo hacia. -Pre-prepararme mu-mucho? Hey! Pero que cosas di-dices! - desvió la mirada mientras baja las escaleras con rapidez, hasta quedar delante del mayor. –Solo me he vestido… mira que eres exagerado, Sasha… - y esta vez apenas alzo la mirada, todavía seguro que seguía sonrojado. Y es que el cambiaformas siempre reaccionaba de esa manera cuando alguien le decía que era guapo, o que se veía bien o… cosas asi. Solia negar esos hechos, como mas que bien debía ya saber el vampiro de los mechones plateados.

por **Sasha Nureyev** Sáb Jun 08, 2013 7:49 pm

Reí ante sus palabras y su vergüenza, realmente era tímido ese gatito -Ven, te enseñaré los alrededores- le indiqué con un gesto, caminando con él tras de mí hasta la puerta, abrí las pesadas hojas sin inmutarme y salí.
La luna nos recibió con sus rayos de plata brillando en plenitud, que hacían relucir cada gota del agua de la fuente antes de que se uniera a sus hermanas o se depositara en los pétalos de las delicadas rosas azules que se abrían solo por la noche, cuando podían ser observadas por aquellos que eran como yo. Mi sonrisa se volvió a hacer presente cuando aprecié la fascinación del francés por las flores de color de cielo.

-¿Te gustan?- le pregunté acercándome, permitiendo que mis dedos se deslizaran con cuidado sobre los delicados pétalos -las hice importar desde Rusia cuando compré el terreno, son muy raras, pero cada vez que las miro, es como si aun pudiera salir a la luz del día- comenté con voz suave, sabiendo que sus ojos brillantes, casi del mismo tono que el de las rosas, me observaban con interés.

-Pero ven, no podemos perdernos en recuerdos, hay mucho que ver- dije con más energía, saliendo de mi ligero apatismo, sonriendo de nuevo, pero sin conseguir que el velo de añoranza se retirara de mis pupilas.

-Esas estatuas las tallé yo mismo, aunque he de reconocer que la talla en mármol no es mi punto fuerte- reí un poco, sabiendo que era la verdad, porque para mis dedos tanto tiempo alejados de la espada y de los trabajos arduos me había privado de gran parte de la delicadeza necesaria a la hora de manejar un cincel, y mi conversión al vampirismo, me había aportado demasiada fuerza como para calcular bien el desbaste.

Anduvimos por entre las estatuas cubiertas de más rosales, esta vez granates y blancos, sin mediar palabra, mientras yo prestaba atención atento a cada una de sus reacciones, y por la expresión de su cara deduje que le estaba gustando lo que veía. Nos fuimos acercando lentamente a los árboles que, por la época, comenzaban ya a perder sus hojas. Los que las conservaban se habían vuelto rojos y dorados en sus copas -Algunos son frutales- señalé varios -y en verano tienen ricas frutas, en especial cerezas y melocotones, que son mis preferidas, por detrás de la casa, en la parte de la propiedad que casi linda con el bosque también tengo algunas viñas que ya están dando uvas, aunque no tengo suficiente cantidad como para hacer vino, y...- dejé de hablar en seco cuando vi un pequeño fruto que llegaba a inclinar ligeramente una de las ramas -mira, es el primer higo de este año, si lo deseas puedes comértelo- le indiqué, y extendí la mano para tomarlo entre mis dedos.

En ese momento miré un calambre, otras yemas se habían chocado con las mías, y a pesar de que no había ninguna duda sobre a quién pertenecían, dejé que mi mirada recorriera los dedos de pianista, la mano suave y pálida, las mangas azules que cubrían su largo brazo y hombro hasta llegar al cuello esbelto y su cara angulosa en la que pesaba un brillante sonrojo.

-Perdóname- susurré retirando mi mano de la suya, pero no apartando mi mirada.
Estaba atrapado por aquel instante.

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