Había una vez, en las profundidades del bosque (Priv.)

Me senté sobre unas pronunciadas raíces, recargando mi cuerpo contra la corteza del árbol. La noche estaba a punto de caer por lo que mi trabajo estaba a escasos minutos de comenzar. Un cambiaformas, uno que tomaba la imagen de un gran lobo siberiano y atacaba las aldeas próximas al bosque era mi nuevo objetivo. Según la descripción era bestia enorme y peligrosa, pero ya por experiencia sabía que las personas tendían a exagerar cuando estaban asustados y quienes me contrataron para esta tarea de verdad lo estaban.

-Bien... Acabo de meterme en la boca del lobo- Suspiré profundo poniéndome en píe luego de ver como el sol se ponía frente a mis ojos. Cazar en un bosque… Eso tiene mucho sentido para las personas que van en busca de animales y de día. En mi caso la relación de cazador, bosque y noche creaban un panorama no para nada tentador, ya que las criaturas que cazaba no intentarían huir de mí, todo lo contrario, las probabilidades de que fuese yo el cazado aumentaban por cada segundo que el reloj corría. Era triste aceptarlo, pero a esas horas y en ese lugar estaba en desventaja, pero lo bueno (Si había algo bueno) Era que estaba preparado para ello, desde el mismo día que nací estuve destinado a jugar mi vida a mitad de la noche y frente a seres que lo único que querían de mí era verme muerto, asimismo como yo deseaba asesinarlos a ellos.

Estiré mi cuerpo y alisté mis armas, ya era hora de dar inicio a la fiesta y lo más importante en ese momento era que yo marcase los pasos del baile. Tenía que cazarle antes de que él lo hiciera y debía hacerlo pronto ya que el espeso ambiente estaba en mi contra. Un indescriptible sonido llegó a mis oídos por lo que inmediatamente me puse alerta, teniendo preparadas un par de mis armas cargada de balas de plata, mientras que a mis espaldas llevaba una ligera ballesta lista para usarse. Un nuevo sonido viajó a mis oídos y como me era imposible ver algo de lejos, opté por guardar mi posición, esperando que aquello llegara a mí con las misma parsimonia con que aquellos repetidos sonidos se colaban en mis tímpanos –Así es cachorrito… ven a mí- Hablé para mí mismo, cada vez más ansioso por culminar pronto con esa tarea. Mis dedos ya se habían acostumbrado al frío metal de los revólveres y solo bastaba un leve apretón para que estas se dispararan… la cuenta regresiva ya había comenzado.


Di un último suspiro al sentir aquella presencia a unos metros de distancia y salí de mi escondite con tanta fuerza y rapidez que creé un estrepitoso ruido en medio de la nada. Pero inmediatamente quedé frío, estuve a punto de dispararle a una pequeña e inocente niña lo qué creó un instantáneo shock en mi cabeza, aunque rápidamente me recuperé -¿Qué crees que haces aquí?- Pregunté de manera fuerte y autoritaria, viniendo enseguida a mi mente aquellos años en que yo mismo o mi hermano reprendíamos a mi hermana por curiosear en lugares que no debía –Lo siento….- Guardé mis armas bajo la chaqueta y no dudé en acercarme a ella, ni muy cerca ni muy lejos, no quería que se asustase y me viese como una amenaza -¿Por qué estás aquí a estas horas?... Es peligroso ¿Dónde están tus padres? ¿Acaso te has perdido?-