Ah... He esperado este momento durante mucho tiempo...

por **Bob Drake** Sáb Feb 02, 2013 12:26 pm

El capitán Drake retomaba su camino por la empedrada calle parisina. Sus ropas y aspecto, le confundian como un vagabundo más y era facilmente ignorado por las multitudes. Pudo recordar alguno de los monumentos que se extendian más alla de su vista, pero aquello no era lo que le habia llamado a París. La perfumada sangre de las damiselas que apresuradamente correteaban por el lugar era tan tentadora...
Pero debia controlarse, causar jaleo delante de tantos viandantes no le traeria muy buena fortuna. Meses saboreando la correosa sangre de su masculina tripulacion habia hecho que cogiera cierto asco a esta y se moria por probar de nuevo el dulce licor carmesi de las feminas. Sus ojos, oidos y nariz, estuvieron atentos de encontrar una. Una presa válida para saciar su necesidad. Las pocas que iban quedando en la calle marchaban a paso decidido, pues era corriente que todo el mundo estuviera de vuelta antes de que se hicieran mas oscuras e inseguras las calles.
Una mujer de clase media andaba todo lo aprisa que podia ir en esa vestimenta. Pendiendo de sus caderas, una funda de viola rebotaba contra sus caderas. Debia de ser una profesora de música o algo parecido, conociendo la cultura y ostentación que se gastaban en París, no era de extrañar ver a una mujer enseñando música a los hijos de algun noble o burgués adinerado.
Drake se relamio. Podia ver su cuello expuesto y su mirada inocente. Decidio pasar a su lado y, en ese instante, estando todos los viandantes al lados, Drake dibujó un gesto con la mano, un gesto que no llamaba mucho la atención, pero aquello habia servido. La chica ya estaba bajo su hechizo. La guió a uno de los callejones y no dudó en abalanzarse hacia su carne. Olia tan bien, tan... limpio y cuidado. Sin duda lo habia echado de menos.

;--;

Salio del callejón revitalizado. No habia quedado gota alguna en su ropa ni en su cara pero, si se relamia, aun podia saborear el dulce aroma de la sangre en sus labios. El único recuerdo que se llevó consigo: la viola, todavia enfundada. El marchito (y seco) cadaver de la chica yacia en el suelo de aquel callejón siniestro de donde nadie podria recuperarla, ni seria recordada. Era triste la morbosidad que aquello le daba. Normalmente elegia mejor a sus victimas pero esta vez habia estado lo suficientemente desesperado como para ser picajoso.
Recorriendo los callejones con un paseo tranquilo, encontró una pequeña obertura en estos que dejaba escapar el cielo nocturno. Se apoyó contra una de las paredes y le dedicó una sonrisa a la luna mientras sacaba a la viola y comenzaba a tocar una pieza lánguida y triste.

por **Jesko Blutjäger** Sáb Feb 02, 2013 7:57 pm

Hacía un tiempo perfecto para salir a dar un paseo, humeante la pipa y la mirada, pícara, fija en los y las parisinas. La hora se volvía apremiante, la noche se cernía y los pocos vecinos que restaban se apresuraban a sus hogares. Perfecto para caminar tranquilamente tras un duro día de trabajo, entendiendo duro por despachar mercancías en el puerto y cobrar los frutos de negocios cerrados.

De vez en cuando sonreía a alguien cuando nuestras miradas se cruzaban, dejándoles un tanto traspuesto o traspuesta, disfrutando y riendo para mis adentros, o saludaba levantando el sombrero a algún apresurado conocido. Pero tanto juego de miradas tenía otro significado: buscaba a alguien.

Sin embargo, al girar y bajar por una calle solitaria, un resto de perfume olvidado en la boca de un callejón llamó mi atención, haciéndome detenerme en seco y, para disimular, sacar un librito. Me acerqué a la oscuridad de la callejuela, con la otra mano aferrada firmemente al bastón. De pronto, y como era de esperar, la punta de metal del bastón rozó algo blando y me detuve unos segundos, rígido, como esperando algo que no llegó. Acto seguido, me incliné para, a ciegas y con guantes, poder identificar el cuerpo de lo que luego fue una mujer, muerta pero fresca. Para finalizar, me aseguré de que tenía los párpados cerrados y le coloqué los brazos en cruz. Sonriente volví a incorporarme y a salir del callejón tras asegurarme de que nadie me viera. Un vampirito o vampirita anda cerca...¡La noche mejora! Ahora, encontrase o no a quien buscaba, podía acabar persiguiendo o seducido por el vampiro que acababa de saciarse.

Volví a encaminarme calle abajo para, a los pocos metros, volver a detenerme al ser invadido por una triste melodía de viola. ¿Quién osa arruinar la noche de forma tan deprimente? Así pues aceleré el paso hasta dar con el individuo que, iluminado ligeramente por la luna, blandía la viola. Y le habría soltado una reprimenda, de forma educada, de no haberle reconocido como la persona a quien buscaba. Caminé de pasada unos pasos y luego di la vuelta, volviendo a situarme frente a él pero esta vez con una monedita en la mano. Sin embargo, tras inclinarme ligeramente -y mirarle descaradamente- no se la echo en el suelo sino que me incorporo y sonrío, saludando con el sombrero. Fingiendo sorpresa.
—Pero si es el Capitán Drake, buenas noches tenga usted. ¿Me recuerda, verdad?—vuelvo a encender la pipa y me muevo un poco a la izquierda, vigilando la calle y los tejados. Suspiro sincero—Buenos tiempos, buena cacería aquella. Y una noche estupenda la de hoy, mejorada notablemente con su música—Sonrío paladeando la mentira. Desearía algo más animado. Y sigo.— ¿Cómo va el negocio?

por **Bob Drake** Dom Feb 03, 2013 11:07 am

El vampiro se detuvo en seco cuando escuchó aquella voz familiar. Dejó la viola recostada contra su costado antes de girarse y encarar al alemán. Una cordial sonrisa cruzó su rostro mientras saludaba al cazador.
-Me halaga Herr Blutjäger. Nunca pensé que mi pequeña función fuera a ser escuchada por terceros oidos.-comentó educadamente.
Sin duda recordaba aquella noche. Llovia, estaba calado hasta los pies y se habia arrastrado a un rincón inhospito del planeta. Su motivo, la venganza, de nuevo. Uno de los miembros de su tripulación habia contraido la enfermedad del licantropo y, descontrolado, habia atacado a su capitán y se habia dado a la fuga con gran parte del botín. Se habia instalado en un lugar dejado de la mano de dios para poder sumir en el terror a las poblaciones locales, usando sus nuevos poderes. Acudiendo a la llamada de auxilio, varios cazadores se reunieron en el lugar, buscando dar muerte a la bestia. Fuera aquello la suerte o no, sin la ayuda de los cazadores, no podria haber llevado a cabo su venganza. Cuando el corazón del hombre lobo se detuvo, Drake pudo recoger lo que era suyo por derecho y recuperó gran parte del botín. Sin duda, le habia sido interesante haber trabajado con aquellos humanos. No solo por la eficacia del trabajo, sino por la idea de que, por un momento, al tener que esconder su monstruosidad, se habia sentido de nuevo como un humano más. Un pequeño respiro en aquella vida. Suspiró mientras contestaba.
-Sin duda. Las aventuras siempre son apasionantes. Pero un servidor ha decido tomarse unas vacaciones...-
Examinó entonces el cielo nocturno. Miles de luces le devolvian la mirada y la luna, soberbia de belleza, se posaba en el cielo como reina y señora del lugar. Se giró ante el cazador una vez más.
-¿Y usted? ¿Qué le atrajo a la ciudad parisina?-

por **Jesko Blutjäger** Vie Feb 08, 2013 6:13 pm

Ante su pregunta no puedo evitar extender los brazos, con el bastón apuntando al cielo y el libro en la otra mano, la pipa haciendo equilibrio en mi boca, y exclamar:
-Ah, ¡buenas preguntas siempre tienen buenas respuestas! Su vida. Sus calles, su gente, su historia, sus gozos y oscuros misterios...-remato en un susurro, volviendo a adoptar una postura normal y exhalando el humo hacia arriba.-Uno nunca sabe qué encontrará en un paseo nocturno. Es tan jugoso ir y venir, conociendo a las criaturas que pueblan la noche... La Muerte y el Placer acechan en cada esquina.-sigo, sonriente y visiblemente disfrutando de lo dicho.-Carpe noctem, como digo siempre.

Dicho eso, abro y hojeo el libro con fingido interés, mientras cuento con los dedos. Ante mis ojos, cuentas e inventarios, todo cifras positivas pero de nuevo, finjo desagrado
-¿Ve? El hechizo de la ciudad se rompe durante el día, cuando el negocio se ve obstaculizado por algún necio con demasiada ambición y poco seso.-guardo el librito e inspiro profundamente, mezclando el cálido humo con la brisa fría.-Bueno, como puede ver, si me deja hablar acabaré mareándole, así que hable usted si lo desea o siga tocando o...-me cubro la boca con la mano, dejando sitio para la pipa y que se me vea sonreír, como intentando hablar sin poder hasta que me silencio, expectante.

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