AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
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Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Recuerdo del primer mensaje :
Después de haber tomado una, dos o quizás tres tazas de café, Elene había estado observando fijamente el bosque que rodeaba la propiedad de ésta, sentaba en una pequeña mesa de jardín de madera de caoba con acabados barnizados situada en las afueras de la Mansión Rossato. La compañía era la misma, nadie, solo su alma y el recuerdo de Dago, del vampiro que había robado más que su corazón. Se aferraba a la taza y sobre sus labios el borde de ésta, soplando de manera delicada y tranquila, pequeñas ondas se iban formando y el humo por el calor del café podía observarse a su aire suspiraba de vez en cuando y se encerraba en el secreto de su mirada. La paz que interna que reflejaba era solo una distante reconexión de la mente con el alma, de la felicidad con la tristeza.
Habían pasado más de 3 horas y la tarde iba anunciando su despedida, las aves revoloteaban en el aire, hacían danzas las unas con las otras y en medio del cortejo se podía verlas deslizar por los aires siguiendo una sinfonía muda. El rojo atardecer pronto llegó, las chicharras no dejaban de hacer el curioso crujido, el clásico de verano y más cuando se estaba rodeada de una inmensidad boscosa.
La atención de Elene se había roto unos segundos por uno de los mayordomos de apariencia muy elegante, donde le llegaba a entregar un ramo de flores fúnebres que ella misma había enviado a comprar puesto que esa noche quería visitar la tumba de su madre. Entrecerró sus ojos y tomó con suavidad el ramo, dio las gracias al sirviente y se puso en pié dejando la taza de café a medio tomar en la mesa de patio. Caminó por las escaleras dando anuncio al cochero que saldría y que mantuviera todo listo, se cambió de ropa, un vestido negro ajustado a su cuerpo de encajes negros y un sombrerillo pequeño con una malla a traslapar fue lo que decidió colocarse y descendió nuevamente las escaleras, entró al carruaje y con el ramo en manos esperó que el viaje fuese corto así para poder cumplir lo que deseaba, saludar el aposento de su madre.
El cochero se detuvo, el sirviente abrió la puerta y la enlutada Elene bajó de su carruaje, miró a su alrededor y estaba todo tan callado, tan solo, continuó el paso. Una a una iba pasando las tumbas, unas estaban tan deplorablemente en mal estado, parecía que a los familiares no les importara que ahí estuvieran los restos de su ser querido así como también habían otras que estaban muy decoradas y hermosas tal y como todo difunto se merece. Elene llevaba consigo el ramo de flores, posó su vista un rato y de inmediato encontró la tumba de su madre, soltó una lágrima y abrazo aquellas flores, por dentro se sentía destruida, maldecida de no haber podido siquiera tener un recuerdo, una fotografía, una pintura de ella y aunque sea así haberle conocido puesto que la madre de Elene murió cuando ella era una pequeña de dos años. Secó sus lágrimas y deseaba que Dago estuviese ahí con ella, que la abrazase y compartiera ese minuto de dolor, que tan solo le hiciera compañía. Habían pasado ya 3 meses que Elene no tenía noticias del vampiro por voluntad propia pero ella le llevaba consigo siempre. Las últimas palabras del vampiro le retumbaban la cabeza ''Elene, sólo susurra mi nombre y estaré ahí para ti.....'' ¿Podía ser posible? acaso Dago siempre le cumpliría esa promesa, no lo sabía pero sentía dentro de sí que no soportaba más la existencia de no saber nada de él y por más que se hiciera la fuerte no podía soportar el hecho de no estar para él, se negaba a creer que éste también era un vampiro, esos seres que habían asesinado a su madre y familia pero estaba dispuesta a abrirle la puerta a Dago nuevamente. Quiso escuchar su voz.
Junto su manos y las llevó hasta su pecho, cerró sus ojos y abrió su boca para susurrarle --...Dago... ¿dónde estás? Te necesito....- el viento tiró una oleada y meció sus cabellos y el vestido, ella solo esperaba que el mensaje fuese entregado.
Después de haber tomado una, dos o quizás tres tazas de café, Elene había estado observando fijamente el bosque que rodeaba la propiedad de ésta, sentaba en una pequeña mesa de jardín de madera de caoba con acabados barnizados situada en las afueras de la Mansión Rossato. La compañía era la misma, nadie, solo su alma y el recuerdo de Dago, del vampiro que había robado más que su corazón. Se aferraba a la taza y sobre sus labios el borde de ésta, soplando de manera delicada y tranquila, pequeñas ondas se iban formando y el humo por el calor del café podía observarse a su aire suspiraba de vez en cuando y se encerraba en el secreto de su mirada. La paz que interna que reflejaba era solo una distante reconexión de la mente con el alma, de la felicidad con la tristeza.
Habían pasado más de 3 horas y la tarde iba anunciando su despedida, las aves revoloteaban en el aire, hacían danzas las unas con las otras y en medio del cortejo se podía verlas deslizar por los aires siguiendo una sinfonía muda. El rojo atardecer pronto llegó, las chicharras no dejaban de hacer el curioso crujido, el clásico de verano y más cuando se estaba rodeada de una inmensidad boscosa.
La atención de Elene se había roto unos segundos por uno de los mayordomos de apariencia muy elegante, donde le llegaba a entregar un ramo de flores fúnebres que ella misma había enviado a comprar puesto que esa noche quería visitar la tumba de su madre. Entrecerró sus ojos y tomó con suavidad el ramo, dio las gracias al sirviente y se puso en pié dejando la taza de café a medio tomar en la mesa de patio. Caminó por las escaleras dando anuncio al cochero que saldría y que mantuviera todo listo, se cambió de ropa, un vestido negro ajustado a su cuerpo de encajes negros y un sombrerillo pequeño con una malla a traslapar fue lo que decidió colocarse y descendió nuevamente las escaleras, entró al carruaje y con el ramo en manos esperó que el viaje fuese corto así para poder cumplir lo que deseaba, saludar el aposento de su madre.
El cochero se detuvo, el sirviente abrió la puerta y la enlutada Elene bajó de su carruaje, miró a su alrededor y estaba todo tan callado, tan solo, continuó el paso. Una a una iba pasando las tumbas, unas estaban tan deplorablemente en mal estado, parecía que a los familiares no les importara que ahí estuvieran los restos de su ser querido así como también habían otras que estaban muy decoradas y hermosas tal y como todo difunto se merece. Elene llevaba consigo el ramo de flores, posó su vista un rato y de inmediato encontró la tumba de su madre, soltó una lágrima y abrazo aquellas flores, por dentro se sentía destruida, maldecida de no haber podido siquiera tener un recuerdo, una fotografía, una pintura de ella y aunque sea así haberle conocido puesto que la madre de Elene murió cuando ella era una pequeña de dos años. Secó sus lágrimas y deseaba que Dago estuviese ahí con ella, que la abrazase y compartiera ese minuto de dolor, que tan solo le hiciera compañía. Habían pasado ya 3 meses que Elene no tenía noticias del vampiro por voluntad propia pero ella le llevaba consigo siempre. Las últimas palabras del vampiro le retumbaban la cabeza ''Elene, sólo susurra mi nombre y estaré ahí para ti.....'' ¿Podía ser posible? acaso Dago siempre le cumpliría esa promesa, no lo sabía pero sentía dentro de sí que no soportaba más la existencia de no saber nada de él y por más que se hiciera la fuerte no podía soportar el hecho de no estar para él, se negaba a creer que éste también era un vampiro, esos seres que habían asesinado a su madre y familia pero estaba dispuesta a abrirle la puerta a Dago nuevamente. Quiso escuchar su voz.
Junto su manos y las llevó hasta su pecho, cerró sus ojos y abrió su boca para susurrarle --...Dago... ¿dónde estás? Te necesito....- el viento tiró una oleada y meció sus cabellos y el vestido, ella solo esperaba que el mensaje fuese entregado.
...He sido consciente que te he fallado
pero deseo ser otra y amarte por lo que eres, Mi Dago....
pero deseo ser otra y amarte por lo que eres, Mi Dago....
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/12/2012
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Sus aires de superioridad habían derrocado el mundo de Elene, la habían lanzado a un infinito abismo del cual no podía salir aún así pidiendo ayuda, un sentimiento que jamás había permanecido en su corazón tomaba puesto, agarraba raíz y no dejaba de anidarse en él; odio. Miraba con ira y a la vez con decepción la actitud del hombre que tenía al frente, guardaba silencio y tragaba despacio, no le importaba si en ese momento fuese a morir, si de sus mismas entrañas éste se alimentase, si le quebrara en miles de pedazos y le apuñala tan fuerte que le fuese difícil respirar, ya nada de eso le importaba, solo quería hundirse con aquel sentimiento de culpa y odio por haberse perdido en el amor de alguien que jamás conoció. Se consolaba pensando en que ese día, el día de aniversario de la muerte de su madre, ese día Elene podría reencontrarse con su madre y quizás ahí estando junto a ella poder llorarle todo lo que en sus diecinueve años no había podido.
Negaba con la cabeza a sus gestos, le parecía intocable su piel al tacto y es que aunque lo negara esa piel le quemaba hasta el último rincón de su ser, aún estaba programada para erizársele cada vello que le tocase, que respondiera a su voz cada segmento de si misma y por muy molesta que Elene se encontrase ella aún le pertenecía a él, tristemente era presa de sus gestos, de sus palabras y de su sonar; perdidamente enamorada se encontraba del león, pobre gacela le había tocado la peor parte sufrir en las garras de su enemigo sin saberlo. Parada frente a el sus piernas flaqueaban se sentía a morir y aún así era capaz de tomar fuerza de donde no sabía y le sostenía la vista, no le respondía nada, pues sabía que se iba a quebrar delante de sus ojos y era lo que menos quería no quería dejar notar la debilidad latente dentro de ella por él. -Yo no he abierto nada Dago, tu abriste solo esa brecha, me engatuzaste y ahora pretendes que yo me sienta culpable? Por favor sé más serio y no me hagas reir...- apretando los dientes decía Elene haciendo un forcejeo para soltarse de las manos del que le tenía secuestrada. Viéndole con desprecio ocultaba su tormento -Entiéndelo, no se nada de la persona que buscas.... ni siquiera soy capaz de pronunciar esa palabra... Es inútil que quieras saber algo de un muerto, aunque claro, ser lo que eres te lo facilita no? Eres un...n..- sus labios fueron cerrados por aquel beso robado que le fracturó hasta el alma, le quebró los huesos y le disparó del mundo. Limpiándose con una mueca de asco los labios le escuchó y le vio arqueando una ceja desconcertada -¿No tenerte miedo?- se dijo para ella misma, era imposible, el lobo había botado su escaparate de oveja y ahora aquella oveja que se había enamorado había descubierto que había sido de un lobo. Presionó sus puños contra su vestido y ladeo el rostro para evitar verle, quería morir.
Y ya la noticia había recorrido la mansión, no bastaba con que aquel vampiro hubiera irrumpido la tranquilidad del aposento de Elene, rompiendo todo lo que había alcanzado con las manos y la vista sino que también había infringido miedo a los empleados, colocando en ridículo a Elene frente a todos ellos, cosa que no le permitiría hasta que le escucho decir algo que le dejó un tanto pensativa -Ya nada vale Ravarotto, conmigo puedes hacer lo que te plazca, en cuanto a ellos, no me importa, asesinalos, al fin y al cabo eso es lo que eres no? Un asesino...- caminando dos pasos hacia el pensando erróneamente que su psicología inversa funcionaría quizás si o quizás no, solo los segundos le darían la respuesta a Elene. Provocaba acaso que el la atacase? No lo sabía pero quería ir aún más al fondo de todo aquello aunque le costase hasta el último soplo del divino aire y de vida.
Dando de nuevo dos pasos hacia el frente le dejó por detrás y le vio de reojo -Ya te dije, haz lo que desees, solo vete de mi casa y no vuelvas jamás, puedes revolcarte en tu propio odio, no me interesa, no tengo porque anunciar nada y menos contigo...- alejándose hacia la puerta que él mismo había abierto quizá no para ella pero Elene aprovechaba las circunstancias. Detuvo su paso y con el mismo semblante anterior se dirigió hacia el -¿Qué vas a hacer Dago? Ya no tienes nada...- rodándosele una lágrima la limpiaba con ligereza.
Negaba con la cabeza a sus gestos, le parecía intocable su piel al tacto y es que aunque lo negara esa piel le quemaba hasta el último rincón de su ser, aún estaba programada para erizársele cada vello que le tocase, que respondiera a su voz cada segmento de si misma y por muy molesta que Elene se encontrase ella aún le pertenecía a él, tristemente era presa de sus gestos, de sus palabras y de su sonar; perdidamente enamorada se encontraba del león, pobre gacela le había tocado la peor parte sufrir en las garras de su enemigo sin saberlo. Parada frente a el sus piernas flaqueaban se sentía a morir y aún así era capaz de tomar fuerza de donde no sabía y le sostenía la vista, no le respondía nada, pues sabía que se iba a quebrar delante de sus ojos y era lo que menos quería no quería dejar notar la debilidad latente dentro de ella por él. -Yo no he abierto nada Dago, tu abriste solo esa brecha, me engatuzaste y ahora pretendes que yo me sienta culpable? Por favor sé más serio y no me hagas reir...- apretando los dientes decía Elene haciendo un forcejeo para soltarse de las manos del que le tenía secuestrada. Viéndole con desprecio ocultaba su tormento -Entiéndelo, no se nada de la persona que buscas.... ni siquiera soy capaz de pronunciar esa palabra... Es inútil que quieras saber algo de un muerto, aunque claro, ser lo que eres te lo facilita no? Eres un...n..- sus labios fueron cerrados por aquel beso robado que le fracturó hasta el alma, le quebró los huesos y le disparó del mundo. Limpiándose con una mueca de asco los labios le escuchó y le vio arqueando una ceja desconcertada -¿No tenerte miedo?- se dijo para ella misma, era imposible, el lobo había botado su escaparate de oveja y ahora aquella oveja que se había enamorado había descubierto que había sido de un lobo. Presionó sus puños contra su vestido y ladeo el rostro para evitar verle, quería morir.
Y ya la noticia había recorrido la mansión, no bastaba con que aquel vampiro hubiera irrumpido la tranquilidad del aposento de Elene, rompiendo todo lo que había alcanzado con las manos y la vista sino que también había infringido miedo a los empleados, colocando en ridículo a Elene frente a todos ellos, cosa que no le permitiría hasta que le escucho decir algo que le dejó un tanto pensativa -Ya nada vale Ravarotto, conmigo puedes hacer lo que te plazca, en cuanto a ellos, no me importa, asesinalos, al fin y al cabo eso es lo que eres no? Un asesino...- caminando dos pasos hacia el pensando erróneamente que su psicología inversa funcionaría quizás si o quizás no, solo los segundos le darían la respuesta a Elene. Provocaba acaso que el la atacase? No lo sabía pero quería ir aún más al fondo de todo aquello aunque le costase hasta el último soplo del divino aire y de vida.
Dando de nuevo dos pasos hacia el frente le dejó por detrás y le vio de reojo -Ya te dije, haz lo que desees, solo vete de mi casa y no vuelvas jamás, puedes revolcarte en tu propio odio, no me interesa, no tengo porque anunciar nada y menos contigo...- alejándose hacia la puerta que él mismo había abierto quizá no para ella pero Elene aprovechaba las circunstancias. Detuvo su paso y con el mismo semblante anterior se dirigió hacia el -¿Qué vas a hacer Dago? Ya no tienes nada...- rodándosele una lágrima la limpiaba con ligereza.
''Consumiste hasta la última llama que había en mi, ahora que me queda? Ya no puedo brillar en la penumbra de esta oscurana, ya no puedo ser yo, quizás te maldiga todo este tiempo intentando negar que ya no te amo...''
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Una sonrisa junto a un suspiro de cansancio emitía de sí mismo Dago, podía ver que ya era definitivo que Elene no colaboraría con él, ya decidido a dejar la benevolencia y su plazo de bondad pudo ver como rodaba una lagrima por el rostro de ella, la cual borraba rápidamente para que este no se diera cuenta de la misma, pensó.
-Elene, ya he visto tu decisión, sé que dices que no te importa tu personal, pero sé que si son personas valiosas para ti, por lo tanto haré lo que debo hacer para que dejes tu malcriadez y entiendas que esto no es un juego-
Avanzando hacia ella lentamente podía observar el miedo que desprendía, como que si sintiese que su intención primordial era atacarle, no pudo evitar reírse, por lo que se detuvo volteando su mirada hacia un costado para luego preguntarle
-¿Por qué me temes? Si mi intención fuese el asesinarte, ya lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo, ¿o no lo crees así?-
Acercándose completamente a ella, coloco su rostro a escasos milímetros del suyo, oliendo el aroma que emanaba, pudo sentirle… Dago cerraba sus ojos dejando salir uno que otro suspiro, recordando cómo sus cuerpos se fusionaban, como se unían en un solo cuerpo, en un solo ser.
-Nunca…-
Cambiando su semblante a uno serio prosiguió.
-Nunca dudes de lo que yo sentí y aún siento por ti! Nunca te mentí con ello ni jamás lo haré!-
Beso su frente y luego una mirada de odio le fulmino, sonriéndole camino hacia la puerta, y sabiendo que no le acompañaría solo le dijo.
-Debes venir conmigo y ver lo siguiente, sino haces el anuncio tú, lo deberé hacer yo solo entonces.-
Pudo observar como no se inmutaba con lo que le decía, tal vez eso no le haría reaccionar, pero lo que pasaría a continuación si, colocándose al pie de las escaleras, comenzó a llamar a todo el personal que se encontraba abajo asustados, salían unos resguardados debajo de las mesas, otros detrás de unos cuadros, y así, sin mencionar a aquellos que se metieron dentro de las armaduras que estaban puestas cerca de la armería del castillo.
-Salgan todos, que hay algo que anunciar… Quienes no hagan acto de presencia morirán entre terrible sufrimiento-
Dijo soltando una pequeña carcajada, Dago valoraba a la gente humilde, pero cuando se trataba de conseguir lo que deseaba, no hacia reparo en quien podía asustar y quien no, ni mucho menos a quien debía asesinar y a quien no.
-Señores, la Señorita Rossato como esta indispuesta y no puede ser portavoz de la siguiente noticia, seré yo el que se la manifieste a todos ustedes-
Volteando hacía atrás pudo observar que Elene estaba mirando todo lo que hacía y decía, sin mostrar una pizca de miedo, al parecer todo el miedo que sentía ya se había disipado.
-De acuerdo….-
Hablando para sí mismo, tomo una de las espadas que estaban en la pared como adorno.
-Mmm, hermosa espada-
Dijo en tono burlesco, desenfundándola y señalando a uno de los criados le hace señas con la misma para que suba hacía donde estaba el.
-Sí, tu! Ven! –
Viendo como se le acerca comienza a hablarle a todos los que estaban abajo.
-Bueno, esto acaba de empezar señores, por motivos de amor…Si, amor-
Voltea a mirar a Elene guiñándole un ojo.
-Por motivos de amor, mi persona se quedará a vivir aquí unos cuantos días, la razón por la cual los he reunido a todos aquí, es para informarle sobre la noticia y para indicarle ciertos pasos a seguir en nuestra convivencia diaria…-
Indicándole al criado que había subido que se acercase a él, para tenerle a su lado prosiguió.-
-Todas las ventanas deben estar selladas, no debe entrar la luz del sol a este lugar por nada del mundo, han escuchado bien, no? NO DEBE ENTRAR POR NADA DEL MUNDO!!! La persona al mando aquí soy yo, ya no es únicamente la señorita Rossato, así que toda acción se me debe consultar a mi primero, cualquier desacato o desafío que me hagan será penalizado con… La muerte-
Tomando la espada actua rápidamente y degolla al criado que estaba a su lado, haciendo rodar la cabeza hacia los pies de Elene. El cuerpo de este se tambalea y el estruendo de golpe que hace al caer se escucha en todo el lugar, una expresión de sorpresa en todos fue lo menos que pudo observar con lo que hizo, algunas llorando, y otros temerosos, pero habían entendido el mensaje que había querido enviar.
-¿Hay alguien que quiera decir algo?-
Pregunto mirando desafiante a cada uno de los criados esperando a que alguien intentara decirle algo.
-Elene, ya he visto tu decisión, sé que dices que no te importa tu personal, pero sé que si son personas valiosas para ti, por lo tanto haré lo que debo hacer para que dejes tu malcriadez y entiendas que esto no es un juego-
Avanzando hacia ella lentamente podía observar el miedo que desprendía, como que si sintiese que su intención primordial era atacarle, no pudo evitar reírse, por lo que se detuvo volteando su mirada hacia un costado para luego preguntarle
-¿Por qué me temes? Si mi intención fuese el asesinarte, ya lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo, ¿o no lo crees así?-
Acercándose completamente a ella, coloco su rostro a escasos milímetros del suyo, oliendo el aroma que emanaba, pudo sentirle… Dago cerraba sus ojos dejando salir uno que otro suspiro, recordando cómo sus cuerpos se fusionaban, como se unían en un solo cuerpo, en un solo ser.
-Nunca…-
Cambiando su semblante a uno serio prosiguió.
-Nunca dudes de lo que yo sentí y aún siento por ti! Nunca te mentí con ello ni jamás lo haré!-
Beso su frente y luego una mirada de odio le fulmino, sonriéndole camino hacia la puerta, y sabiendo que no le acompañaría solo le dijo.
-Debes venir conmigo y ver lo siguiente, sino haces el anuncio tú, lo deberé hacer yo solo entonces.-
Pudo observar como no se inmutaba con lo que le decía, tal vez eso no le haría reaccionar, pero lo que pasaría a continuación si, colocándose al pie de las escaleras, comenzó a llamar a todo el personal que se encontraba abajo asustados, salían unos resguardados debajo de las mesas, otros detrás de unos cuadros, y así, sin mencionar a aquellos que se metieron dentro de las armaduras que estaban puestas cerca de la armería del castillo.
-Salgan todos, que hay algo que anunciar… Quienes no hagan acto de presencia morirán entre terrible sufrimiento-
Dijo soltando una pequeña carcajada, Dago valoraba a la gente humilde, pero cuando se trataba de conseguir lo que deseaba, no hacia reparo en quien podía asustar y quien no, ni mucho menos a quien debía asesinar y a quien no.
-Señores, la Señorita Rossato como esta indispuesta y no puede ser portavoz de la siguiente noticia, seré yo el que se la manifieste a todos ustedes-
Volteando hacía atrás pudo observar que Elene estaba mirando todo lo que hacía y decía, sin mostrar una pizca de miedo, al parecer todo el miedo que sentía ya se había disipado.
-De acuerdo….-
Hablando para sí mismo, tomo una de las espadas que estaban en la pared como adorno.
-Mmm, hermosa espada-
Dijo en tono burlesco, desenfundándola y señalando a uno de los criados le hace señas con la misma para que suba hacía donde estaba el.
-Sí, tu! Ven! –
Viendo como se le acerca comienza a hablarle a todos los que estaban abajo.
-Bueno, esto acaba de empezar señores, por motivos de amor…Si, amor-
Voltea a mirar a Elene guiñándole un ojo.
-Por motivos de amor, mi persona se quedará a vivir aquí unos cuantos días, la razón por la cual los he reunido a todos aquí, es para informarle sobre la noticia y para indicarle ciertos pasos a seguir en nuestra convivencia diaria…-
Indicándole al criado que había subido que se acercase a él, para tenerle a su lado prosiguió.-
-Todas las ventanas deben estar selladas, no debe entrar la luz del sol a este lugar por nada del mundo, han escuchado bien, no? NO DEBE ENTRAR POR NADA DEL MUNDO!!! La persona al mando aquí soy yo, ya no es únicamente la señorita Rossato, así que toda acción se me debe consultar a mi primero, cualquier desacato o desafío que me hagan será penalizado con… La muerte-
Tomando la espada actua rápidamente y degolla al criado que estaba a su lado, haciendo rodar la cabeza hacia los pies de Elene. El cuerpo de este se tambalea y el estruendo de golpe que hace al caer se escucha en todo el lugar, una expresión de sorpresa en todos fue lo menos que pudo observar con lo que hizo, algunas llorando, y otros temerosos, pero habían entendido el mensaje que había querido enviar.
-¿Hay alguien que quiera decir algo?-
Pregunto mirando desafiante a cada uno de los criados esperando a que alguien intentara decirle algo.
Dago Ravarotto- Vampiro Clase Media
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Respiraba despacio que apenas y podía sentir que lo hacía o quizás era el vestido que le apretase, no, no era eso, era el dolor que en el alma sentía y es que por dentro se estaba desgarrando. Le miraba con desconcierto a aquel hombre que tenía enfrente apenas y podía sostenerle la mirada aunque se desmayase y muriera por pegarle tremendo golpe, muy primitivo para una señorita aun así lo añoraba con todo el espíritu pero sus manos no respondían. Al ver como el hombre se mofaba en su cara cerraba los ojos apretando los dientes para evitar decir algo de lo que después se fuese a arrepentir aunque a estas alturas ya nada le importaba. Negaba con su cabeza las palabras del vampiro y tragó grueso que tuvo que respirar con la boca al sentir como se acercaba a ella tanto así que no podía ni parpadear, cerró los ojos y le vio con desprecio al sentir como los labios ajenos le besaban la frente y se separó de inmediato de donde estaba dando tres pasos hacia atrás torpemente sintiendo que perdía el equilibrio y un error más caería estúpidamente al suelo. - Pues tus sentimientos son honestos es muy problema tuyo, sabes una cosa? Cuando tu arrugas una hoja de papel no vuelve a ser igual quizás eso es lo que me ha pasado contigo, te me has salido… ¡Por favor vete!- Elene quería pensar que con esas palabras Dago se iría pero no era así.
Se quedó ahí sin decir nada, solo podía ver como la silueta del hombre tenebroso se reflejaba a la luz de las velas y candelabros de la mansión -¿Qué demonios haces?- se decía así misma reflejando su cara de preocupación y desdén así que se acercó un poco más a la puerta para verle irse, por un momento pensó que se iría hasta que sus oídos escucharon sobre dar él un anuncio ya que ella no quería, se negaba una y mil veces pues era un atrevimiento que no podía permitir. Sin decir nada se quedó parada viéndole, callada en su silencio le escuchaba. El hombre tenía arte para la ironía, creía un dios. Reunió a los empleados de la mansión que con miedo y algarabía apenas y podían ir desconfiados del hombre desconocido que les hacia un llamado.
Rápidamente los empleados llegaron a una especie de sala de espera de la mansión, desde abajo miraban con intriga a Dago para ver la noticia que les daría, estaban atentos. Las cosas se tensaron mientras los minutos pasaban, el vampiro estaba comenzando a mandar a los empleados y Elene con ira le maldecía sin decirle nada, escuchó al vampiro llamar a uno de sus empleados, era uno de los jardineros de la mansión. -¿Qué haces? ¡Eres un atrevido! Te odio con toda mi alma Dago… se decía así misma Elene siendo una espectadora de todo aquello. La tensión iba en acreciente ya aquello era miedo y todo se desbordaba hacia una única salida.
Las palabras del Dago le retumbaron en la cabeza ‘’Voy a vivir aquí un par de días, ahora seré el que tomará decisiones en esta casa’’—¿QUÉ? Pero…..- le vio como tomaba la espada y hacia amagues con ella, le entró un odio e infinito desprecio, estaba amenazando a los empleados y en sus narices. El hombre Dago había llamaba iba temblorosamente débil hacia donde él lo había llamado y sin mediar palabras le arrancó la cabeza rodándole a pegar a los pies de Elene.
Elene vio horrorizada la cabeza con la marca de sangre que dibujaba todo el trayecto desde su occiso cuerpo hasta los pies de ella y con una mueca de repudio, tapó su boca, apretándose el estómago y luego miró a Dago, no podía creer lo que había hecho, después de ver el cadáver posó su vista en el vampiro asesino y salió inmediatamente de ahí corriendo del lugar hacia su habitación, gritándole a Dago -Te odio…… Lárgate! Lárgate - insistiendo en aquellas palabras no podía procesar lo que había sucedido, abrió las puertas de su habitación y no dudó en cerrarla con llave, sabía que eso inútilmente detendría pero no importaba se tiró a la cama con una almohada debajo de su cabeza a llorar preguntándose porqué ella.
Se quedó ahí sin decir nada, solo podía ver como la silueta del hombre tenebroso se reflejaba a la luz de las velas y candelabros de la mansión -¿Qué demonios haces?- se decía así misma reflejando su cara de preocupación y desdén así que se acercó un poco más a la puerta para verle irse, por un momento pensó que se iría hasta que sus oídos escucharon sobre dar él un anuncio ya que ella no quería, se negaba una y mil veces pues era un atrevimiento que no podía permitir. Sin decir nada se quedó parada viéndole, callada en su silencio le escuchaba. El hombre tenía arte para la ironía, creía un dios. Reunió a los empleados de la mansión que con miedo y algarabía apenas y podían ir desconfiados del hombre desconocido que les hacia un llamado.
Rápidamente los empleados llegaron a una especie de sala de espera de la mansión, desde abajo miraban con intriga a Dago para ver la noticia que les daría, estaban atentos. Las cosas se tensaron mientras los minutos pasaban, el vampiro estaba comenzando a mandar a los empleados y Elene con ira le maldecía sin decirle nada, escuchó al vampiro llamar a uno de sus empleados, era uno de los jardineros de la mansión. -¿Qué haces? ¡Eres un atrevido! Te odio con toda mi alma Dago… se decía así misma Elene siendo una espectadora de todo aquello. La tensión iba en acreciente ya aquello era miedo y todo se desbordaba hacia una única salida.
Las palabras del Dago le retumbaron en la cabeza ‘’Voy a vivir aquí un par de días, ahora seré el que tomará decisiones en esta casa’’—¿QUÉ? Pero…..- le vio como tomaba la espada y hacia amagues con ella, le entró un odio e infinito desprecio, estaba amenazando a los empleados y en sus narices. El hombre Dago había llamaba iba temblorosamente débil hacia donde él lo había llamado y sin mediar palabras le arrancó la cabeza rodándole a pegar a los pies de Elene.
Elene vio horrorizada la cabeza con la marca de sangre que dibujaba todo el trayecto desde su occiso cuerpo hasta los pies de ella y con una mueca de repudio, tapó su boca, apretándose el estómago y luego miró a Dago, no podía creer lo que había hecho, después de ver el cadáver posó su vista en el vampiro asesino y salió inmediatamente de ahí corriendo del lugar hacia su habitación, gritándole a Dago -Te odio…… Lárgate! Lárgate - insistiendo en aquellas palabras no podía procesar lo que había sucedido, abrió las puertas de su habitación y no dudó en cerrarla con llave, sabía que eso inútilmente detendría pero no importaba se tiró a la cama con una almohada debajo de su cabeza a llorar preguntándose porqué ella.
’’Sabía que el monstruo que había en ti pronto saldría, acercándose a destruir, a quemar pero jamás pensé que fuese tan pronto y menos que comenzaría conmigo…
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Sin sorprenderse por la reacción de Elene decidió restarle importancia a ella por los momentos, ya había conseguido que el miedo volviese a su persona, así que decidió caminar tranquilamente hacia donde se encontraban los empleados, no sin antes tirar lo que era el cuerpo del jardinero a las puertas de la habitación donde se encontraba Elene, por si decidía salir de allí supiese lo que le esperaba.
-De acuerdo damas y caballeros-
Decía observándole a todos mientras bajaba por las escaleras, podía sentir como el miedo lo emanaban tan pura y burdamente, por más que no quisiera Dago disfrutaba con el miedo que todos sentían por él, así que mientras caminaba lentamente hacia ellos empezaba a tararear una pequeña melodía queriendo mostrar cierto toque de demencia en él.
-Mmm… Dulce aroma de miedo que nos cubres el día de hoy-
Dijo riendo, mientras se colocaba al frente de ellos, veía a cada uno de arriba hacia abajo buscando y analizando quienes le servirían para lo que él deseaba en esos momentos.
-A partir de hoy nadie puede salir sin mi permiso de este lugar, ni siquiera la señorita Elene
Señalando a la puerta de su habitación prosiguió.
-Necesito a dos personas que resguarden y cuiden allí a que ella no salga ni pretenda escaparse-
Señaló a dos de los hombres más fornidos del lugar para que subiesen.
-Ustedes dos subirán y cuidarán allí, pero aún no, cuando yo se los ordene deseo que estén listos para subir sin rechistar, ¿de acuerdo?-
Pregunto viendo como afirmaban con la cabeza sin dudarlo.
-Excelente! Ahora… Esperen un momento-
Hizo una pausa observando a su alrededor como si buscase algo, le pregunto a una de las sirvientas donde se encontraba el sótano de la mansión, esta le guío y bajaron a verlo, ya pasado unos minutos volvieron nuevamente a la sala de estar donde se encontraban todos.
-Necesito que presten atención con el siguiente requerimiento-
Se quedó pensativo por un momento queriendo analizar si el sótano era el mejor lugar para el plan que tenía en esos momentos.
-Sí, si lo es-
Se dijo para sí mismo.
-Bueno señores, quiero que me acomoden el sótano, está hecho un caos y necesito que este lo más impecable posible, deseo que lo conviertan en la mejor habitación de la mansión, incluso hasta mejor que la de la señorita Rossato, quiero que me sellen todas las ventanas y todas las puertas del lugar! Que no haya salida más que la principal, pero está claro que debe permanecer cerrada y el único que debe tener la llave soy yo!-
Dago no pudo evitar ver que uno de los empleados quería decir algo, dándole la palabra esperaba que no fuese a decir algo incoherente, o si no conseguiría algo más que solo el permiso para poder hablar.
-“Pero… Pero señor, el sótano es algo oscuro, y además todos conocen a la señorita Rossato, y se extrañaran al no verla fuera de aquí”-
Sonriendo se acercó al joven y colocando su mano en su hombro pudo ver su rostro palidecer.
-Tranquilo, que no te haré nada querido amigo… El sótano es oscuro por los momentos, lo se, pero por eso les pedí que me lo convirtiesen en la mejor habitación de la mansión, y eso incluye iluminar el lugar, ¿de acuerdo?-
Palmeando el rostro del criado suave y ligeramente se da media vuelta y vuelve a su posición original.
-Con respecto a lo de que todos los que conocen a la señorita Rossato se extrañaran al no verla, descuiden, yo me encargaré de que todos piensen que ella se encuentra de viaje, así que si les preguntan, ustedes lo único que saben es que ella tomo sus maletas y se fue del país, así como siempre ha hecho malcriadamente, para irse de… Viaje-
Sonrió y se dio vuelta hacia las escaleras para subirlas, deteniéndose en el primer peldaño de la misma dijo en voz alta.
-Espero que cumplan las ordenes cabalmente y que la habitación este lista lo más rápido posible, con relación a los hombres que escogí para cuidar arriba, estén pendientes a mi llamado, que pronto les haré saber que deben actuar-
Terminando de decir esas palabras subió hacia la habitación de Elene, haciendo a un lado el cuerpo del hombre decapitado lo aparto del lugar, ya que no le servía más.
Intentando abrir la puerta pudo constatar que se encontraba con llave, pero esto no le detuvo en lo absoluto, forzó la cerradura de la puerta para abrirla sin dañarla, un click, se pudo escuchar al lograr quitarle el seguro que esta tenía, sonrió y paso sin dudar ni un segundo.
-Elene…-
Dijo para sí mismo al ver como yacía durmiendo, al parecer la joven se había quedado dormida llorando, camino hacia la cama y se sentó a su lado viéndole dormir.
-Espero no haberte asustado tanto-
Susurro suavemente acariciando su cabello sin despertarle.
-De acuerdo damas y caballeros-
Decía observándole a todos mientras bajaba por las escaleras, podía sentir como el miedo lo emanaban tan pura y burdamente, por más que no quisiera Dago disfrutaba con el miedo que todos sentían por él, así que mientras caminaba lentamente hacia ellos empezaba a tararear una pequeña melodía queriendo mostrar cierto toque de demencia en él.
-Mmm… Dulce aroma de miedo que nos cubres el día de hoy-
Dijo riendo, mientras se colocaba al frente de ellos, veía a cada uno de arriba hacia abajo buscando y analizando quienes le servirían para lo que él deseaba en esos momentos.
-A partir de hoy nadie puede salir sin mi permiso de este lugar, ni siquiera la señorita Elene
Señalando a la puerta de su habitación prosiguió.
-Necesito a dos personas que resguarden y cuiden allí a que ella no salga ni pretenda escaparse-
Señaló a dos de los hombres más fornidos del lugar para que subiesen.
-Ustedes dos subirán y cuidarán allí, pero aún no, cuando yo se los ordene deseo que estén listos para subir sin rechistar, ¿de acuerdo?-
Pregunto viendo como afirmaban con la cabeza sin dudarlo.
-Excelente! Ahora… Esperen un momento-
Hizo una pausa observando a su alrededor como si buscase algo, le pregunto a una de las sirvientas donde se encontraba el sótano de la mansión, esta le guío y bajaron a verlo, ya pasado unos minutos volvieron nuevamente a la sala de estar donde se encontraban todos.
-Necesito que presten atención con el siguiente requerimiento-
Se quedó pensativo por un momento queriendo analizar si el sótano era el mejor lugar para el plan que tenía en esos momentos.
-Sí, si lo es-
Se dijo para sí mismo.
-Bueno señores, quiero que me acomoden el sótano, está hecho un caos y necesito que este lo más impecable posible, deseo que lo conviertan en la mejor habitación de la mansión, incluso hasta mejor que la de la señorita Rossato, quiero que me sellen todas las ventanas y todas las puertas del lugar! Que no haya salida más que la principal, pero está claro que debe permanecer cerrada y el único que debe tener la llave soy yo!-
Dago no pudo evitar ver que uno de los empleados quería decir algo, dándole la palabra esperaba que no fuese a decir algo incoherente, o si no conseguiría algo más que solo el permiso para poder hablar.
-“Pero… Pero señor, el sótano es algo oscuro, y además todos conocen a la señorita Rossato, y se extrañaran al no verla fuera de aquí”-
Sonriendo se acercó al joven y colocando su mano en su hombro pudo ver su rostro palidecer.
-Tranquilo, que no te haré nada querido amigo… El sótano es oscuro por los momentos, lo se, pero por eso les pedí que me lo convirtiesen en la mejor habitación de la mansión, y eso incluye iluminar el lugar, ¿de acuerdo?-
Palmeando el rostro del criado suave y ligeramente se da media vuelta y vuelve a su posición original.
-Con respecto a lo de que todos los que conocen a la señorita Rossato se extrañaran al no verla, descuiden, yo me encargaré de que todos piensen que ella se encuentra de viaje, así que si les preguntan, ustedes lo único que saben es que ella tomo sus maletas y se fue del país, así como siempre ha hecho malcriadamente, para irse de… Viaje-
Sonrió y se dio vuelta hacia las escaleras para subirlas, deteniéndose en el primer peldaño de la misma dijo en voz alta.
-Espero que cumplan las ordenes cabalmente y que la habitación este lista lo más rápido posible, con relación a los hombres que escogí para cuidar arriba, estén pendientes a mi llamado, que pronto les haré saber que deben actuar-
Terminando de decir esas palabras subió hacia la habitación de Elene, haciendo a un lado el cuerpo del hombre decapitado lo aparto del lugar, ya que no le servía más.
Intentando abrir la puerta pudo constatar que se encontraba con llave, pero esto no le detuvo en lo absoluto, forzó la cerradura de la puerta para abrirla sin dañarla, un click, se pudo escuchar al lograr quitarle el seguro que esta tenía, sonrió y paso sin dudar ni un segundo.
-Elene…-
Dijo para sí mismo al ver como yacía durmiendo, al parecer la joven se había quedado dormida llorando, camino hacia la cama y se sentó a su lado viéndole dormir.
-Espero no haberte asustado tanto-
Susurro suavemente acariciando su cabello sin despertarle.
Dago Ravarotto- Vampiro Clase Media
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Parecía que todo se había quedado en calma, no se escuchaba murmuro de nadie afuera de la habitación de Elene, ella se preguntaba qué estaba pasando, mientras sus lágrimas humedecían la almohada con la que se encontraba tapada, no podía dejar de llorar, las escenas que recordaba eran las que había vivido con el que creía el amor de su vida y es que aunque se lo negara así misma lo era, aún lo era. Repasaba el momento que hace poco había sucedido y con rabia se mordía los dientes, sintiendo dolor que se le acrecentaba con cada fuerza por olvidar, por borrar todo lo que en su mente acontecía. Se golpeaba así misma con delicadez, levantándose de la cama seguía pensando en que si realmente todo lo que había pasado estaba sucediendo realmente, se vio las zapatillas, observando las manchas de sangre que habían en éstas así que no pudo hacer más que volver en llanto, quitándoselas con ira y aventándolas por un lado, se levantó de la cama y miró por la ventana –Luna hermosa que dibujas la sonrisa de tu amante, esperas con desdén el llamado que los une y a la vez los separa, ¿acaso un amor se puede vivir así? Siendo tu noche y el día…- Continuaba sumida en ese sentimiento, queriéndose arrancar la cabeza y el corazón. Se vio en el espejo, observando sus facciones, su cuerpo, las delgadas líneas que se dibujaban en su rostro por lágrimas, sintiendo un enorme odio para consigo misma puesto que había `pasado tanto tiempo encerrada en un monasterio, tratando de aprender lo que se supone una persona debe de saber, tomando costumbres, aprendiendo modales, aprendiendo a usar el raciocinio y creyendo que lo había desarrollado tan bien, había cometido un desliz con el hombre que estaba afuera dándole órdenes a su personal, irrumpiendo la paz de su casa, haciéndose dueño de lo que no le pertenecía y ella lo único que podía hacer era llorar. Corrió descalza hasta la cama y se aventó en ella cubriéndose toda, deseando morir , unirse a la repentina lluvia que se derramaba en su quebrantado espíritu.
Sus ojos yacían cerrados, la espesa vela que estaba en los altos de su cabeza poco a poco se iba consumiendo. Con un sueño que era pesadilla ahí estaba Elene, tendida en la cama, entre sollozo y murmullo se aferraba a sus almohadas, a su pecho, su cara no tenía un buen aspecto, era obvio que no la estaba pasando bien, se perdía en el estremezco de su sueño que desbordaba un toque de dolor de recelo.
-Dago, tuve un sueño… uno muy feo, soñé que tú eras un tirano, asesinabas a mis empleados y buscabas algo relacionado con… - colocándose de medio lado iba hacia la cama acercándosele - ¿mi padre?- le miró extrañada y llegó justo a sus brazos -Vas a tomarme por loca pero…. - viendo de nuevo toda su habitación -¿Qué es lo que ha pasado aquí, por qué toda mi habitación esta sellada? No puedo ver hacia afuera… - decía medio recordando vagamente en su cabeza que era una sola mezcla de ideas y sentimientos -¿Qué paso? Lo último que recuerdo fueron tú y yo volviendo a mi casa y yo en tus brazos, llegar aquí y no se más… éxplicame! - le decía algo sacada de quicio y confundida, era claro que Elene había bloqueado en su cabeza como mecanismo de `protección todas las escenas que anteriormente habían pasado, abrazando el cuerpo de Dago se acomodaba en sus brazos y miraba todo con desconcierto, no entendía -Quiero un té, o agua, dile a Daisy que me suba algo…. Es más se lo diré yo… - haciendo el esfuerzo para levantarse e ir a llamar a su ama de llaves empleada de confianza.
Sus ojos yacían cerrados, la espesa vela que estaba en los altos de su cabeza poco a poco se iba consumiendo. Con un sueño que era pesadilla ahí estaba Elene, tendida en la cama, entre sollozo y murmullo se aferraba a sus almohadas, a su pecho, su cara no tenía un buen aspecto, era obvio que no la estaba pasando bien, se perdía en el estremezco de su sueño que desbordaba un toque de dolor de recelo.
***
-¿Por qué corres?- No lo sé, solo quiero sentirme protegida, solo quiero sentirme viva así como lo estaba sintiendo contigo, mi alma y mi corazón te perteneces, lo sabes, sabes que estoy unida a ti, que no puedo quebrar este lazo que has forjado con cadena de oro. Mis manos que antes estaban vacías, ahora están llenas de paz y ternura, solo quiero amarte, unirme más contigo, sentir que te cuido, que me cuidas, que me amas y que te amo, eso no es complicado de entender ¿cierto? ¿Tú sientes también lo mismo que yo? Porque por ti siento que podría dar la vida, morir una y otra vez, encarcelarme si es que lo deseas. Solo soy una niña que corre desorientada a tus brazos, los brazos de mi protector, tú mi ángel, llévame lejos de esta pesadilla y no me dejes morir. Crea un mundo donde solo tú y yo vivamos, donde nadie nos persiga, nos juzgue o señale. Borrame cualquier perjuicio que en mi exista y libérame de mi condena, porque quiero nacer de nuevo en tus entrañas y morir en tus labios, este es el camino que he tomado, este es el camino que quiero seguir y vivir, contigo hasta la muerte...
***
Encogiendo un poco el cuerpo, sentía las tersas sábanas que le acobijaban, apretujaba su suave almohada y hacía gesticulaciones con su boca cuando sintió la fría mano que le acariciaba los cabellos y se encontraba a su par, dejó de respirar unos segundos y después exhaló aliviada, estaba curiosa por ver si era su amado que se encontraba con ella. Abrió sus ojos y lo primero que divisaron fue el traje de alguien, ascendió la vista y logró divisar esa piel blanquecina, pálida como la letargia, era Dago quien se encontraba con ella. Cayó en shock, miles de ideas y pensamientos se le venían a la cabeza, se levantó de un solo y sin dirigirle la vista comenzó a respirar ya más agitada, miraba a sus alrededores y su habitación estaba sellada completamente, la hermosa vista a los jardines estaba oculta, así como la vista a la laguna y a la entrada a la mansión. -No, no es posible…. Todo tuvo que haber sido un sueño… - dirigiendo la vista a Dago y viéndole tranquilamente como incentivándola a ir a sus brazos, estaba confundida ¿acaso todo lo que había pasado se lo había soñado? Recordaba muy bien el cementerio, la caminata hasta el carruaje y después cuando voló por el cielo en los brazos de Dago, de ahí para acá todo le era confuso, no sabía exactamente qué era lo que había sucedido.***
-Dago, tuve un sueño… uno muy feo, soñé que tú eras un tirano, asesinabas a mis empleados y buscabas algo relacionado con… - colocándose de medio lado iba hacia la cama acercándosele - ¿mi padre?- le miró extrañada y llegó justo a sus brazos -Vas a tomarme por loca pero…. - viendo de nuevo toda su habitación -¿Qué es lo que ha pasado aquí, por qué toda mi habitación esta sellada? No puedo ver hacia afuera… - decía medio recordando vagamente en su cabeza que era una sola mezcla de ideas y sentimientos -¿Qué paso? Lo último que recuerdo fueron tú y yo volviendo a mi casa y yo en tus brazos, llegar aquí y no se más… éxplicame! - le decía algo sacada de quicio y confundida, era claro que Elene había bloqueado en su cabeza como mecanismo de `protección todas las escenas que anteriormente habían pasado, abrazando el cuerpo de Dago se acomodaba en sus brazos y miraba todo con desconcierto, no entendía -Quiero un té, o agua, dile a Daisy que me suba algo…. Es más se lo diré yo… - haciendo el esfuerzo para levantarse e ir a llamar a su ama de llaves empleada de confianza.
``Como dulce niña vuelvo a tus brazos... ¿Qué harás conmigo?´´
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
El silencio se hizo presente con su pregunta, Dago había visto una oportunidad enorme para volver a conseguir la información que ella escondía, esta vez sería más delicado, pero debiendo encontrar el momento justo e indicado para ello, no podía decirle lo que había sucedido, ahora necesitaba inventar algo más, algo que al decirle le pudiera creer.
-Elene…-
Suspirando cabizbajo volteo su mirada hacia un costado.
-En el camino hacia acá te dormiste en mis brazos y te coloque aquí en la cama, espero no te haya molestado eso.-
Observando las ventanas que se encontraban bloqueadas supo que tenía que decirle algo sobre ello también.
-Ordene que cerraran toda la casa porque viniendo hacía acá me siguieron y querían atacarme, y atacarte a ti también por ser lo más valioso para mí, tus empleados me pedían que me fuese, pero si me iba y no me encontraban podían venir por ti y asesinarte, así que por ello les explique que no podía irme, y entre todos cerramos aquí para poder cuidarte-
Dijo volteando la mirada ahora hacía ella, podía notar lo desconcertada que se encontraba, ahora pedía que le subieran algo de tomar, Dago no podía permitirlo, si ella bajaba y se encontraba con alguno de sus criados le dirían lo sucedido.
-No Elene, mejor sigue descansando, yo bajaré a buscarte algo de tomar, ¿de acuerdo?-
Tomando su mejilla con su mano delicadamente le da un beso en la frente y sale de la habitación camino hacia abajo, buscando a todos los empleados nuevamente, los consigue reunir rápidamente y les explica lo que deberán decirle a Elene si le llega a preguntar sobre lo sucedido en la mansión, para que permanezca en tranquilidad y equilibrio emocional, termino concluyendo reiterando nuevamente las consecuencias que podría generar la desobediencia de sus palabras, dicho esto se retiró yendo a la cocina a buscar un té, un vaso de agua y una taza de café, tuvo que prepararlos ya que en esos momentos todos estaban acondicionando lo que sería la nueva habitación.
-Ya está!-
Termino de preparar las bebidas para luego de esto ir a por Daisy y darle la bandeja a ella y subir ambos al cuarto de Elene, acercándose a la cama le indica a la sirvienta que coloque la bandeja con las mismas en la mesa de noche que se encontraba al lado de Ella.
-Muchas gracias por su valiosa colaboración Daisy, puede retirarse-
Observando detenidamente sus acciones después de colocar la bandeja a su lado, vigilando a que no se le ocurriese decirle nada a Elene que pudiera perjudicarle, sonriendo al observar como cruzaba la puerta y se marchaba volteo su mirada hacia Elene.
-Puedes tomar el que desees adorada mía, te traje el agua, el té y el café porque no sabía lo que querías tomar…-
Sentándose a su par toma sus manos y le mira fijamente a los ojos
-Elene…-
Dice susurrante, observando su rostro con sus rastros de tristeza y de dolor.
-Podemos irnos de aquí si lo deseas, no te puedo dejar sola ya que tu vida podría estar en peligro, podemos marcharnos juntos o…-
Haciendo una pausa suspira cabizbajo y continua.
-Puedo irme yo si así lo prefieres, temeré por tu vida, y esto no me dejará permanecer tranquilo ni siquiera un día al pendiente de si estás bien, o de si no han venido a por ti a hacerte daño.-
Levantándose toma el saco que se había quitado al llegar y se lo coloca para luego sentarse a su lado y esperar a que le diera su respuesta.
-Lo único que deseo es que estés a salvo amada mía-
Dándole un suave beso coloca su rostro a escasos centímetros del suyo sintiendo su respiración.
-Elene…-
Suspirando cabizbajo volteo su mirada hacia un costado.
-En el camino hacia acá te dormiste en mis brazos y te coloque aquí en la cama, espero no te haya molestado eso.-
Observando las ventanas que se encontraban bloqueadas supo que tenía que decirle algo sobre ello también.
-Ordene que cerraran toda la casa porque viniendo hacía acá me siguieron y querían atacarme, y atacarte a ti también por ser lo más valioso para mí, tus empleados me pedían que me fuese, pero si me iba y no me encontraban podían venir por ti y asesinarte, así que por ello les explique que no podía irme, y entre todos cerramos aquí para poder cuidarte-
Dijo volteando la mirada ahora hacía ella, podía notar lo desconcertada que se encontraba, ahora pedía que le subieran algo de tomar, Dago no podía permitirlo, si ella bajaba y se encontraba con alguno de sus criados le dirían lo sucedido.
-No Elene, mejor sigue descansando, yo bajaré a buscarte algo de tomar, ¿de acuerdo?-
Tomando su mejilla con su mano delicadamente le da un beso en la frente y sale de la habitación camino hacia abajo, buscando a todos los empleados nuevamente, los consigue reunir rápidamente y les explica lo que deberán decirle a Elene si le llega a preguntar sobre lo sucedido en la mansión, para que permanezca en tranquilidad y equilibrio emocional, termino concluyendo reiterando nuevamente las consecuencias que podría generar la desobediencia de sus palabras, dicho esto se retiró yendo a la cocina a buscar un té, un vaso de agua y una taza de café, tuvo que prepararlos ya que en esos momentos todos estaban acondicionando lo que sería la nueva habitación.
-Ya está!-
Termino de preparar las bebidas para luego de esto ir a por Daisy y darle la bandeja a ella y subir ambos al cuarto de Elene, acercándose a la cama le indica a la sirvienta que coloque la bandeja con las mismas en la mesa de noche que se encontraba al lado de Ella.
-Muchas gracias por su valiosa colaboración Daisy, puede retirarse-
Observando detenidamente sus acciones después de colocar la bandeja a su lado, vigilando a que no se le ocurriese decirle nada a Elene que pudiera perjudicarle, sonriendo al observar como cruzaba la puerta y se marchaba volteo su mirada hacia Elene.
-Puedes tomar el que desees adorada mía, te traje el agua, el té y el café porque no sabía lo que querías tomar…-
Sentándose a su par toma sus manos y le mira fijamente a los ojos
-Elene…-
Dice susurrante, observando su rostro con sus rastros de tristeza y de dolor.
-Podemos irnos de aquí si lo deseas, no te puedo dejar sola ya que tu vida podría estar en peligro, podemos marcharnos juntos o…-
Haciendo una pausa suspira cabizbajo y continua.
-Puedo irme yo si así lo prefieres, temeré por tu vida, y esto no me dejará permanecer tranquilo ni siquiera un día al pendiente de si estás bien, o de si no han venido a por ti a hacerte daño.-
Levantándose toma el saco que se había quitado al llegar y se lo coloca para luego sentarse a su lado y esperar a que le diera su respuesta.
-Lo único que deseo es que estés a salvo amada mía-
Dándole un suave beso coloca su rostro a escasos centímetros del suyo sintiendo su respiración.
Dago Ravarotto- Vampiro Clase Media
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Quizás el olvido era solo su manera de protegerse, de cuidarse las espaldas y evitar que le hiriesen el corazón. No sabía exactamente de dónde había tomado aquella respuesta, quizás desde que fue engendrada tras la ausencia de toda una vida sin su padre, siguiendo la línea de la muerte extraña y desconocida de su madre y ahora esto, haber conocido a alguien que realmente le cambiase el mundo, que le enseñase a soñar y ser mejor de lo que era, aunque realmente desconocía toda la vida de este hombre, no le importaba porque el había despertado en ella una especie de amor un tanto extraño y sacrificado para su persona. Quizás aquello la estuviese volviendo loca. Sin saber que decir observaba sus alrededores y se aferraba a la pseudocalidez que el cuerpo ajeno de ofrecía y se sentía arrullar con en los brazos de Dago. Respiraba despacio y cerraba los ojos, Elene quería realmente recordar lo que pasaba, escuchaba a Dago hablarle y comentarle lo que había sucedido, para ella era algo que era un poco inentendible, ¿En qué momento había sucedido? ¿Cómo? -¿Por qué no recuerdo?- se decía Elene para sí misma tomándose de la cabeza y sintiéndose mareada por el esfuerzo al querer recordar pero ahí estaba él, su amado, le daba seguridad su sonrisa y el creer en sus palabras. A estas alturas comenzaría a creer que se estab volviendo loca, asentía con una sonrisa de medio lado y no estaba segura de nada, Dago le explicaba pero dentro de ella había una espina de desconfianza. Sintió como las manos ajenas le detuvieron para que ella no se moviese a buscar el té, asintió con una sonrisa puesto que se sentía aún un poco adormitada y confundida.
Miró a Dago salir de la habitación y cerrar la puerta, Elene observaba alrededor y se quedó fija en las ventanas que estaban cerradas, sollozó un poco y abrazó de nuevo su almohada esperando a que Dago llegase, comenzó a mover los pies y se observó un rato, estaba descalza, no recordaba en qué momento se había quitado los zapatos, se levantó de la cama y quiso salir hacia el corredor para cerciorarse de que todos en la mansión estuviesen bien, cuanto trató de abrir la puerta notó que estaba con llave, frunció en cejo pensando en decirle de inmediato a Dago que no podía estar secuestrada en su propia casa, que debía de por lo menos salir a los corredores de la mansión. Se quedó un rato pensando y una imagen se le vino a la cabeza de haber visto las rosas amarillas que en su jardín crecían, cuando su atención fue interrumpida porque escuchaba unos murmullos y sonidos afuera así que decidió buscar su cama de nuevo y recostarse un rato. No estaba segura de lo que había pasado y lo que en su cabeza pasase, así que solo esperaba que Dago para que le explicara con más detenimiento y calma qué era lo que realmente había pasado.
Escuchó el cerrojo abrirse, en efecto Dago andaba la llave y era él quien le había encerrado -¿Por qué?- se dijo ella y vio a Daisy entrar por la puerta, a lo que Elene le recibió con una gran sonrisa puesto que era quien le había recibido desde que llegó del monasterio y le había tratado tan bien como una madre cuida a su hija, sin ninguna razón aparente. Elene le observó cuidadosamente, miró en su rostro las facciones de la mujer, se extrañó un poco y le vio de lado mientras colocaba la bandeja con varias cosas, su rostro, en el reflejaba algo de desacuerdo y molestia, a la vez preocupación y miedo, ¿por qué? Se dijo Elene, su concentración fue interrumpida al sentir como Dago le agradecía a la ama de llaves, ella sin decirle nada se había retirado y con esto dejando inquieta a Elene. -¿En qué momento dices que pasó todo? ¿Cómo es que me he quedado dormida y no me he dado cuenta de que nos querían asesinar? ¿Están todos en la casa bien? - tomando el té que estaba a uno de sus costados -Tengo que hablar con todos los empleados para notificarles… Aunque, a estas alturas ya todos deben de saber qué es lo que ha pasado cierto? Noté un tanto extraña a Daisy, no musitó ni una tan sola palabra mientras pasó a dejarme las cosas, ella es muy hablantina y estaba tan callada… Como si algo le ocurriera… - soltando una pequeña sonrisa negando moviendo la cucharilla dentro de la taza de porcelana -Dago ¿Por qué cuando te fuiste me dejaste encerrada? Creo que estas exagerando un poco con los cuidados - escuchándole viéndole que se quiere ir logrando cazarlo de una mano -No quiero que te vayas, todo está tan extraño que realmente estoy confundida, no me dejes sola, no esta noche si? Todo está tan callado, no puedo ver mis rosas, moriré de la depresión…- tomando un sorbo de té y abrazando a su amado cuando es besada y quedándose con el ahí tan cerca que podían ambos respirar el mismo aire, suspira y traga un poco del té que tenía en la boca dándole otro beso - Yo sé que quieres lo mejor para mí, podemos bajar a cenar si deseas o prefieres quedarte aquí?…- colocando la taza de nuevo en la mesa que tenía a la par de la cama y jalándole con un brazo para acostarse con él en la cama -Te amo tanto… Estoy feliz que estés aquí conmigo, no me abandones o me volveré loca… Quiero que vayamos ahora al jardín!- viéndole fijo y besándole, sintiendo como sus suaves labios se unían con los ajenos, danzaban juntos la misma música y jugaban a no dejarse.
Miró a Dago salir de la habitación y cerrar la puerta, Elene observaba alrededor y se quedó fija en las ventanas que estaban cerradas, sollozó un poco y abrazó de nuevo su almohada esperando a que Dago llegase, comenzó a mover los pies y se observó un rato, estaba descalza, no recordaba en qué momento se había quitado los zapatos, se levantó de la cama y quiso salir hacia el corredor para cerciorarse de que todos en la mansión estuviesen bien, cuanto trató de abrir la puerta notó que estaba con llave, frunció en cejo pensando en decirle de inmediato a Dago que no podía estar secuestrada en su propia casa, que debía de por lo menos salir a los corredores de la mansión. Se quedó un rato pensando y una imagen se le vino a la cabeza de haber visto las rosas amarillas que en su jardín crecían, cuando su atención fue interrumpida porque escuchaba unos murmullos y sonidos afuera así que decidió buscar su cama de nuevo y recostarse un rato. No estaba segura de lo que había pasado y lo que en su cabeza pasase, así que solo esperaba que Dago para que le explicara con más detenimiento y calma qué era lo que realmente había pasado.
Escuchó el cerrojo abrirse, en efecto Dago andaba la llave y era él quien le había encerrado -¿Por qué?- se dijo ella y vio a Daisy entrar por la puerta, a lo que Elene le recibió con una gran sonrisa puesto que era quien le había recibido desde que llegó del monasterio y le había tratado tan bien como una madre cuida a su hija, sin ninguna razón aparente. Elene le observó cuidadosamente, miró en su rostro las facciones de la mujer, se extrañó un poco y le vio de lado mientras colocaba la bandeja con varias cosas, su rostro, en el reflejaba algo de desacuerdo y molestia, a la vez preocupación y miedo, ¿por qué? Se dijo Elene, su concentración fue interrumpida al sentir como Dago le agradecía a la ama de llaves, ella sin decirle nada se había retirado y con esto dejando inquieta a Elene. -¿En qué momento dices que pasó todo? ¿Cómo es que me he quedado dormida y no me he dado cuenta de que nos querían asesinar? ¿Están todos en la casa bien? - tomando el té que estaba a uno de sus costados -Tengo que hablar con todos los empleados para notificarles… Aunque, a estas alturas ya todos deben de saber qué es lo que ha pasado cierto? Noté un tanto extraña a Daisy, no musitó ni una tan sola palabra mientras pasó a dejarme las cosas, ella es muy hablantina y estaba tan callada… Como si algo le ocurriera… - soltando una pequeña sonrisa negando moviendo la cucharilla dentro de la taza de porcelana -Dago ¿Por qué cuando te fuiste me dejaste encerrada? Creo que estas exagerando un poco con los cuidados - escuchándole viéndole que se quiere ir logrando cazarlo de una mano -No quiero que te vayas, todo está tan extraño que realmente estoy confundida, no me dejes sola, no esta noche si? Todo está tan callado, no puedo ver mis rosas, moriré de la depresión…- tomando un sorbo de té y abrazando a su amado cuando es besada y quedándose con el ahí tan cerca que podían ambos respirar el mismo aire, suspira y traga un poco del té que tenía en la boca dándole otro beso - Yo sé que quieres lo mejor para mí, podemos bajar a cenar si deseas o prefieres quedarte aquí?…- colocando la taza de nuevo en la mesa que tenía a la par de la cama y jalándole con un brazo para acostarse con él en la cama -Te amo tanto… Estoy feliz que estés aquí conmigo, no me abandones o me volveré loca… Quiero que vayamos ahora al jardín!- viéndole fijo y besándole, sintiendo como sus suaves labios se unían con los ajenos, danzaban juntos la misma música y jugaban a no dejarse.
''Mis labios y mi todo te pertenece, aún así me queme contigo en el infierno, acepto correr ese riesgo...''
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Dago había escuchado atento a todas sus preguntas, sabía que en algún momento preguntaría acerca de ello así que suspirando ligeramente y con calma respondió.
-Te dormiste cuando veníamos para acá, en el momento en el que te pedí que cerraras los ojos y sintieras como el aire rozaba tu piel, que te imaginases que en el mundo no había nadie más que nosotros dos, cerraste los ojos, e imaginando lo que te decía te quedaste dormida mi adorada Elene-
Acariciando su mejilla viéndole fijamente a los ojos prosiguió.
-Cuando llegamos te deje aquí en tu cuarto, en tu cama y te quite los zapatos y cuando me iba a meter a la cama a dormir contigo fue cuando escuche el escándalo que había abajo, eran asesinos mandados a por mí y mi cabeza, por un problema que en otra ocasión te contaré-
Dijo volteando hacia un costado, era cierto que había gente tras su cabeza, pero ahora le debía decir la razón de ello, aunque no sería en ese momento, ya habría de ser en otra ocasión.
-Tus empleados todos están bien, sino hubiese bajado a tiempo se hubiera presentado una masacre allí abajo, y todos hubiesen muerto-
Suspirando escucho su última pregunta sobre el tema, debía pensar algo rápido ante ello, Dago no sabía que Elene se levantaría a abrir la puerta cuando el bajo, el la había cerrado con llave para que nadie se atreviera a entrar y a comentarle sobre lo que realmente sucedía si ella le llegaba a preguntar a quien se le acercase a ella.
-Cómo te dije Elene, hasta en tu propio hogar corres peligro si estás sola, por eso le pase llave al picaporte… Perdona por ser sobreprotector contigo, pero no quiero que te suceda nada malo, ya he perdido a las dos personas más valiosas e importantes de mi vida, y no quiero perder nuevamente a otra mucho más importante para mí-
Tomando de su mano le abraza y le besa suave y delicadamente, mirándole a los ojos le dice susurrante.
-Jamás te dejaré sola… A ti no!-
Cerrando sus ojos coloca su rostro a su lado colindando su mejilla con la suya, sus palabras eran reales, al parecer Dago se había enamorado completamente de la joven, o tal vez sus recuerdos de muerte los buscaba refugiar en ella, sea lo que sea Elene se había convertido en alguien de completo valor y de entera importancia para él.
-Yo también te amo, y nunca dejaré de amarte-
Dijo besando su mejilla y levantándose hacia la mesa de noche donde se encontraba la bandeja con las bebidas, levanto el vaso de agua y bebió un sorbo.
-Perdona si te molesta que tome un poco-
Colocando nuevamente el vaso en su lugar volvió a sentarse junto a ella, colocando sus manos con las suyas y viéndole fijamente a los ojos, podía perderse en su mirada encantadora, ya era más que claro, Dago había caído rendido ante la cautivante esencia de la joven, sin dejar de verle le susurra al oído.
-Te amo, Te amo mi hermosa doncella-
Acariciando su rostro antepone su mirada a la suya, quedando a pocos milímetros de su ser.
-Podemos comer aquí, puedo ir a por la comida, cenamos juntos y luego bajamos al jardín-
Pensando en lo que realmente quería Elene cambio su propuesta y volvió a preguntarle sin alejarse de ella.
-Aunque también podemos bajar al jardín y luego venimos a cenar a la habitación si así lo prefiere mi amada-
Tomo sus manos a espera de una respuesta, tras haber hablado esta ultima vez con los sirvientes de Elene, ya no temía Dago a que ella bajase porque estaba completamente seguro de que ellos se apegarían a su versión y no dirían nada más de lo aceptado y dicho por él.
-Te dormiste cuando veníamos para acá, en el momento en el que te pedí que cerraras los ojos y sintieras como el aire rozaba tu piel, que te imaginases que en el mundo no había nadie más que nosotros dos, cerraste los ojos, e imaginando lo que te decía te quedaste dormida mi adorada Elene-
Acariciando su mejilla viéndole fijamente a los ojos prosiguió.
-Cuando llegamos te deje aquí en tu cuarto, en tu cama y te quite los zapatos y cuando me iba a meter a la cama a dormir contigo fue cuando escuche el escándalo que había abajo, eran asesinos mandados a por mí y mi cabeza, por un problema que en otra ocasión te contaré-
Dijo volteando hacia un costado, era cierto que había gente tras su cabeza, pero ahora le debía decir la razón de ello, aunque no sería en ese momento, ya habría de ser en otra ocasión.
-Tus empleados todos están bien, sino hubiese bajado a tiempo se hubiera presentado una masacre allí abajo, y todos hubiesen muerto-
Suspirando escucho su última pregunta sobre el tema, debía pensar algo rápido ante ello, Dago no sabía que Elene se levantaría a abrir la puerta cuando el bajo, el la había cerrado con llave para que nadie se atreviera a entrar y a comentarle sobre lo que realmente sucedía si ella le llegaba a preguntar a quien se le acercase a ella.
-Cómo te dije Elene, hasta en tu propio hogar corres peligro si estás sola, por eso le pase llave al picaporte… Perdona por ser sobreprotector contigo, pero no quiero que te suceda nada malo, ya he perdido a las dos personas más valiosas e importantes de mi vida, y no quiero perder nuevamente a otra mucho más importante para mí-
Tomando de su mano le abraza y le besa suave y delicadamente, mirándole a los ojos le dice susurrante.
-Jamás te dejaré sola… A ti no!-
Cerrando sus ojos coloca su rostro a su lado colindando su mejilla con la suya, sus palabras eran reales, al parecer Dago se había enamorado completamente de la joven, o tal vez sus recuerdos de muerte los buscaba refugiar en ella, sea lo que sea Elene se había convertido en alguien de completo valor y de entera importancia para él.
-Yo también te amo, y nunca dejaré de amarte-
Dijo besando su mejilla y levantándose hacia la mesa de noche donde se encontraba la bandeja con las bebidas, levanto el vaso de agua y bebió un sorbo.
-Perdona si te molesta que tome un poco-
Colocando nuevamente el vaso en su lugar volvió a sentarse junto a ella, colocando sus manos con las suyas y viéndole fijamente a los ojos, podía perderse en su mirada encantadora, ya era más que claro, Dago había caído rendido ante la cautivante esencia de la joven, sin dejar de verle le susurra al oído.
-Te amo, Te amo mi hermosa doncella-
Acariciando su rostro antepone su mirada a la suya, quedando a pocos milímetros de su ser.
-Podemos comer aquí, puedo ir a por la comida, cenamos juntos y luego bajamos al jardín-
Pensando en lo que realmente quería Elene cambio su propuesta y volvió a preguntarle sin alejarse de ella.
-Aunque también podemos bajar al jardín y luego venimos a cenar a la habitación si así lo prefiere mi amada-
Tomo sus manos a espera de una respuesta, tras haber hablado esta ultima vez con los sirvientes de Elene, ya no temía Dago a que ella bajase porque estaba completamente seguro de que ellos se apegarían a su versión y no dirían nada más de lo aceptado y dicho por él.
Dago Ravarotto- Vampiro Clase Media
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Entre quejar y malestar ahí estaba Elene, confundida y dilucidada, viviendo en su mundo de fantasía que ella misma había creado para protegerse, no sabía cuándo había adquirido esa habilidad tan extraña ni de cómo la había usado pero estaba completamente en la boca del lobo al entregarse de esa manera tan aferrada y sin explicación alguna a Dago. Le miraba con intriga y le escuchaba con detenimiento, parecía que sus sentidos y memoria le jugasen un juego del que no pudiera salir por más que lo quería, Dago le relataba lo que había sucedido y ella hasta podía recrear las escenas en su cabeza, como si no le fuese suficiente la odisea que estaba viviendo.
Suspiraba con quietud puesto que ya Dago la había convencido aunque Elene hacia siempre un esfuerzo por recordar de manera secuencial y cuidadosa lo que había sucedido, sin tener un éxito, eso la dejaba un tanto confundida y malhumorada, luego se dilucidaba y así, era el juego de nunca acabar.
La noche daba paso a la entrega de las horas y minutos, en la Mansión todo era calma, ni siquiera el soplo del viento al golpear las ventanas de la habitación de Elene podían hacer sonoridad alguna, no se escuchan las aves nocturnas ni los grillos que con sus patas musicalizaban la noche. Todo era tétrico y espeluznante. Pensaba Elene en que estaba todo tan extraño a diferencia que estaba Dago ahí con ella, cuidándola y vigilando su sueño. Respiró más a gusto al escucharle decir que todos estaban bien, que de no ser por él había hubiese corrido la sangre, le miró de reojo y pensaba en que qué haría sin su amado, no tenía idea alguna y solo le observaba con cuidado para no ser delatada por su vista esperaba que nuevamente gozara con el privilegio de que sus pensamientos no fuesen leídos, sería una pena para Elene tal cosa.
Se quebró ante las palabras de Dago y su Te Amo. La tenía comiendo de su mano. Sostuvo su rostro junto al de él unos instantes y se arrulló en su respiración, en su frío tacto. Se quedó unos minutos respirando su mismo aire y le besó. Sin soltar tan siquiera una palabra estaba compenetrada a él, unía su mente, su cuerpo y alma a Dago, solo deseaba escapar a lo lejos sin dejar rastro algo de que ella o el estuvieron ahí.
Negando las palabras de Dago se sorprendía que pudiese tomar agua puesto que los vampiros por su condición de demonios huyen de esas cosas que están benditas, negó con la cabeza puesto que no era ninguna molestia que él tomara de vaso con agua apenas y notó que sus labios la rozaban y suspiró sintiéndose de nuevo en calma. Su mundo mágico y bien estructurado la tenía presa al parecer sin alguna escapatoria.
Escuchó las opciones que Dago le sugerí, sonrió complacida porque aquello le brindaba de nuevo seguridad más de la que ya tenía y estrujándole las manos suavemente asintió con su rostro -Dago, me parece excelente si tú y yo cenamos en el jardín - le sonrió de una manera hermosa y florida, de solo pensar que estaría entre sus rosas amarillas plateadas por aquella hermosa luna le erizaba los bellos -¿Te parece? - le robo un beso de los labios y se colocó de pie inmediatamente acomodó su cabello, arqueó una ceja y estiró su mano para invitarle a continuar.
Elene estaba justo frente a la inmensa puerta de su habitación esperaba a que Dago llegase y abriera con la llave, se inquietó un poco y logró verle la sobra a Dago que en un abrir y cerrar de ojos la tenía de par en par, ella no esperó palabra alguna y corrió la puerta puesto que quería ser la primera en decirle a la servidumbre que sirvieran la comida en la mesa de jardín. Al salir de su habitación fue el asombro, el aire espeso como una roca, el silencio denso como la niebla en alta mar, era una cosa terrible, Elene camino a paso apresurado un poco tensa por el ambiente y todos le miraban un tanto extraño, ella se imaginó que eran cosas de ella así que no le prestó atención, bajó las escaleras observando como las miradas de sus sirvientes eran robadas por la presencia de Dago, un tanto juiciosa ella soltó una orden de que sus alimentos fuesen servidos en las afueras de la mansión que iba a cenar con Dago y nadie soltó una palabra. Elene tomó el brazo de su amor y se dirigió al jardín, esperando ver esa hermosa luna.
Se abrieron las puertas selladas, Elene soltó una sonrisa y vio todo como siempre había estado, miró a Dago y le señaló que por allá estaba la mesa ya servida con un banquete de comida. -Dago, por favor vamos a la mesa que muero de hambre…. - caminando hacia la mesa se quedó de pie y esperó a que Dago la encontrase -Este es el lugar preferido de la mansión, estas flores, esta luna… Tú… ¿Qué más puedo pedir? - acercándose a él para besarle siendo interrumpidos por el sonar de una bandeja caer al suelo, era su nana, Elene la vio de reojo y le sonrío para que perdiera la preocupación, ella solo se disculpó, quizás ver a su niña en la boca del lobo la había desconcertado pero la comida ya estaba lista y servida.
Suspiraba con quietud puesto que ya Dago la había convencido aunque Elene hacia siempre un esfuerzo por recordar de manera secuencial y cuidadosa lo que había sucedido, sin tener un éxito, eso la dejaba un tanto confundida y malhumorada, luego se dilucidaba y así, era el juego de nunca acabar.
La noche daba paso a la entrega de las horas y minutos, en la Mansión todo era calma, ni siquiera el soplo del viento al golpear las ventanas de la habitación de Elene podían hacer sonoridad alguna, no se escuchan las aves nocturnas ni los grillos que con sus patas musicalizaban la noche. Todo era tétrico y espeluznante. Pensaba Elene en que estaba todo tan extraño a diferencia que estaba Dago ahí con ella, cuidándola y vigilando su sueño. Respiró más a gusto al escucharle decir que todos estaban bien, que de no ser por él había hubiese corrido la sangre, le miró de reojo y pensaba en que qué haría sin su amado, no tenía idea alguna y solo le observaba con cuidado para no ser delatada por su vista esperaba que nuevamente gozara con el privilegio de que sus pensamientos no fuesen leídos, sería una pena para Elene tal cosa.
Se quebró ante las palabras de Dago y su Te Amo. La tenía comiendo de su mano. Sostuvo su rostro junto al de él unos instantes y se arrulló en su respiración, en su frío tacto. Se quedó unos minutos respirando su mismo aire y le besó. Sin soltar tan siquiera una palabra estaba compenetrada a él, unía su mente, su cuerpo y alma a Dago, solo deseaba escapar a lo lejos sin dejar rastro algo de que ella o el estuvieron ahí.
Negando las palabras de Dago se sorprendía que pudiese tomar agua puesto que los vampiros por su condición de demonios huyen de esas cosas que están benditas, negó con la cabeza puesto que no era ninguna molestia que él tomara de vaso con agua apenas y notó que sus labios la rozaban y suspiró sintiéndose de nuevo en calma. Su mundo mágico y bien estructurado la tenía presa al parecer sin alguna escapatoria.
Escuchó las opciones que Dago le sugerí, sonrió complacida porque aquello le brindaba de nuevo seguridad más de la que ya tenía y estrujándole las manos suavemente asintió con su rostro -Dago, me parece excelente si tú y yo cenamos en el jardín - le sonrió de una manera hermosa y florida, de solo pensar que estaría entre sus rosas amarillas plateadas por aquella hermosa luna le erizaba los bellos -¿Te parece? - le robo un beso de los labios y se colocó de pie inmediatamente acomodó su cabello, arqueó una ceja y estiró su mano para invitarle a continuar.
Elene estaba justo frente a la inmensa puerta de su habitación esperaba a que Dago llegase y abriera con la llave, se inquietó un poco y logró verle la sobra a Dago que en un abrir y cerrar de ojos la tenía de par en par, ella no esperó palabra alguna y corrió la puerta puesto que quería ser la primera en decirle a la servidumbre que sirvieran la comida en la mesa de jardín. Al salir de su habitación fue el asombro, el aire espeso como una roca, el silencio denso como la niebla en alta mar, era una cosa terrible, Elene camino a paso apresurado un poco tensa por el ambiente y todos le miraban un tanto extraño, ella se imaginó que eran cosas de ella así que no le prestó atención, bajó las escaleras observando como las miradas de sus sirvientes eran robadas por la presencia de Dago, un tanto juiciosa ella soltó una orden de que sus alimentos fuesen servidos en las afueras de la mansión que iba a cenar con Dago y nadie soltó una palabra. Elene tomó el brazo de su amor y se dirigió al jardín, esperando ver esa hermosa luna.
Se abrieron las puertas selladas, Elene soltó una sonrisa y vio todo como siempre había estado, miró a Dago y le señaló que por allá estaba la mesa ya servida con un banquete de comida. -Dago, por favor vamos a la mesa que muero de hambre…. - caminando hacia la mesa se quedó de pie y esperó a que Dago la encontrase -Este es el lugar preferido de la mansión, estas flores, esta luna… Tú… ¿Qué más puedo pedir? - acercándose a él para besarle siendo interrumpidos por el sonar de una bandeja caer al suelo, era su nana, Elene la vio de reojo y le sonrío para que perdiera la preocupación, ella solo se disculpó, quizás ver a su niña en la boca del lobo la había desconcertado pero la comida ya estaba lista y servida.
’’Dentro de poco seré más que tuyas… Me atraparás con tus afilados colmillos y me deglutirás….
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Let me hear your Voice~ |Dago Ravarotto|
Las flores, las rosas y las estrellas hacían contorno a la luna que alumbraba dilucidando lo que esa noche traería para todos en ese lugar, quien supiera su idioma le lograría entender sin dificultad alguna, Dago y Elene se encontraban de pie en el jardín próximos a sentarse para comenzar a cenar.
-No pidas nada más-
Le responde a la joven, el ambiente tranquilo y relajado les había llevado a querer besarse, pero este acto fue interrumpido por el descuido de una de las sirvientas la cual dejo caer la bandeja que llevaba hacía ellos, ambos le miraron, Dago fue rápidamente a ayudarle a recoger las cosas que yacían en el suelo junto a la bandeja.
-Cálmense o los terminaré calmando yo, y sabes que para mí eso no es difícil-
Le dijo susurrante al levantar y entregarle lo último que estaba en el suelo, sonriendo acaricio su hombro y esta vez con su voz elevada para que Elene le escuchase concluyó.
-No se preocupe, yo me encargaré del resto, sabemos que lo de la bandeja fue un error cualquiera y no hay que preocuparse por ello-
Dando media vuelta se dirige hacia la mesa nuevamente y rodando la silla de la joven hacia atrás la acomoda para que se siente, luego de haberla sentado se sienta él y proceden a empezar a comer.
Dago podía observar cómo se encontraba Elene, comiendo alegre disfrutando de su compañía, pero de reojo observaba a cada uno de los empleados del lugar, no podía fiarse de ellos, ya la primera señal para que empezase a desconfiar fue arrojada por la nana de su amada al lanzar al suelo esa bandeja de la nada, la parte más complicada del plan había comenzado, estaba claro que debía hacerles entender que no aceptaría otro error o descuido que le colocase al descubierto, pero de eso se encargaría después, ahora lo que quería hacer era estar con Elene y relajarse tras esa noche agitada.
-Buen provecho amada mía!-
Tomando de su mano se le queda viendo fijamente a los ojos, observándole un poco confundida por la interrupción al momento de comer, solo pudo sonreír y acariciar su mejilla besando su mano con delicadeza.
-Permíteme decirte que tienes la mirada más hermosa que he visto en toda mi vida, y sabes muy bien que he vivido casi una eternidad-
Riendo y dejando salir un pequeño suspiro señala con su mirada las estrellas que cubrían la noche
-De joven siempre me gustaba cenar en el patio de mi hogar, podía pasar horas y horas sentado viéndolas-
No pudo evitar dejar salir otro suspiro, a pesar de ser una persona fría por fuera, los recuerdos le dejaban quebrantado.
-En fin, creo que debemos terminar de comer mi amada Elene, la comida se está enfriando, y estoy viendo que las cocineras que prepararon esto nos están viendo de mal humor porque dejamos que se enfríe-
Tomando de su comida le da a probar un poco.
-Prueba! Sabe bien! Aunque yo podría prepararlo mejor!-
Dijo en tono de burla, guiñándole un ojo.
-Mañana te prepararé el desayuno, y verás que tengo razón!-
Diciendo esto último continuaron comiendo, la noche contrastó la cena de estos dos seres sellando uno de sus tantos capítulos juntos, a la espera del siguiente.
-No pidas nada más-
Le responde a la joven, el ambiente tranquilo y relajado les había llevado a querer besarse, pero este acto fue interrumpido por el descuido de una de las sirvientas la cual dejo caer la bandeja que llevaba hacía ellos, ambos le miraron, Dago fue rápidamente a ayudarle a recoger las cosas que yacían en el suelo junto a la bandeja.
-Cálmense o los terminaré calmando yo, y sabes que para mí eso no es difícil-
Le dijo susurrante al levantar y entregarle lo último que estaba en el suelo, sonriendo acaricio su hombro y esta vez con su voz elevada para que Elene le escuchase concluyó.
-No se preocupe, yo me encargaré del resto, sabemos que lo de la bandeja fue un error cualquiera y no hay que preocuparse por ello-
Dando media vuelta se dirige hacia la mesa nuevamente y rodando la silla de la joven hacia atrás la acomoda para que se siente, luego de haberla sentado se sienta él y proceden a empezar a comer.
Dago podía observar cómo se encontraba Elene, comiendo alegre disfrutando de su compañía, pero de reojo observaba a cada uno de los empleados del lugar, no podía fiarse de ellos, ya la primera señal para que empezase a desconfiar fue arrojada por la nana de su amada al lanzar al suelo esa bandeja de la nada, la parte más complicada del plan había comenzado, estaba claro que debía hacerles entender que no aceptaría otro error o descuido que le colocase al descubierto, pero de eso se encargaría después, ahora lo que quería hacer era estar con Elene y relajarse tras esa noche agitada.
-Buen provecho amada mía!-
Tomando de su mano se le queda viendo fijamente a los ojos, observándole un poco confundida por la interrupción al momento de comer, solo pudo sonreír y acariciar su mejilla besando su mano con delicadeza.
-Permíteme decirte que tienes la mirada más hermosa que he visto en toda mi vida, y sabes muy bien que he vivido casi una eternidad-
Riendo y dejando salir un pequeño suspiro señala con su mirada las estrellas que cubrían la noche
-De joven siempre me gustaba cenar en el patio de mi hogar, podía pasar horas y horas sentado viéndolas-
No pudo evitar dejar salir otro suspiro, a pesar de ser una persona fría por fuera, los recuerdos le dejaban quebrantado.
-En fin, creo que debemos terminar de comer mi amada Elene, la comida se está enfriando, y estoy viendo que las cocineras que prepararon esto nos están viendo de mal humor porque dejamos que se enfríe-
Tomando de su comida le da a probar un poco.
-Prueba! Sabe bien! Aunque yo podría prepararlo mejor!-
Dijo en tono de burla, guiñándole un ojo.
-Mañana te prepararé el desayuno, y verás que tengo razón!-
Diciendo esto último continuaron comiendo, la noche contrastó la cena de estos dos seres sellando uno de sus tantos capítulos juntos, a la espera del siguiente.
Dago Ravarotto- Vampiro Clase Media
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