AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Incesto II - Derroche de Pasión [Privado +18]
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Incesto II - Derroche de Pasión [Privado +18]
Me encontraba en el alféizar, fue un día aburrido, el clase de día de una esposa de hogar. Y no era porque Derek me prohibiera salir, él me da mucha libertad es como si me viera como su hermana. Lo somos pero cada vez está más distante, pareciera que la primera vez que tuvimos sexo fuera tan solo un bochornoso sueño que sólo yo viví.
¿Cómo exigirle a Derek que se convierta en mi verdadero amante cuando le dije que nos seguiríamos viendo como hermanos?, mis lágrimas comenzaron a salir, «¡Es un idiota!» exclamé a la habitación, Derek ya debía de saber que aquellas palabras caducaron con nuestra noche de bodas, con los paseos románticos que realizábamos aquellas tardes de verano, bajo la luz crepuscular. Suspiré desconsolada mientras un gélido viento se colaba por el ventanal abierto. Enchinando mi piel.
Me levanté y me recosté en el lecho, el edredón estaba frío y es que la noche anterior sólo recibió mi calor. ¿Donde estuvo Derek?, no me atrevía a cuestionarlo. Lo respetaba, y aunque no quisiera admitirlo, muy en el fondo de mi obstinado corazón lo seguía queriendo como mi hermano. Si, la razón por la que no dejaba a Derek pese a todo lo que fuera capaz de hacerme se debía a ese simple hecho de parentesco y eso era lo que me entristecía.
Tomé una almohada arrebatándola del calor de las sábanas y la aferré a mis brazos que no habían abrazado a nadie en varios días, sentí ganas de llorar pero no lo hice. Extrañé a Dalma pero sobre todo a Derek, mi amada esposo.
Me perdí por un tiempo que no medí, entonces me levanté y me saqué las zapatillas de cristal; planché mi vestido color esmeralda y caminé hasta el tocador, me vi en el reflejo. Era una Crystall triste, una Crystall necesitada de un amante, una Crystall que buscaría el calor de hombre en otro lugar si su esposo ya no estaba dispuesto a complacerla como mujer y no como hermana. Así de decidida mi tristeza se manifestaba, mis ojos aún enrojecidos por el llanto breve me arrancaron un suspiro. Me aparté, estaba sola curiosamente ni siquiera una energía estaba en la habitación lo que me puso en alerta, sin tener fundamentos para estarlo.
De pronto sentí como el frío de la loseta traspasó mis medias blancas. Una nueva corriente gélida se abrió paso entre las cortinas medio abiertas y me obligué a abrazarme frotando mis hombros desnudos con mis manos enguantadas. La noche ya había caído, la luz de luna intentaba iluminar la habitación. Pero no se lo permití, encendí las arañas del techo y puse fin al viento cerrando la ventana y asegurándola, corrí la cortina para que la luz de luna se quedara afuera y no intentara aconsejarme con su inmensa elegancia.
Me volví a recostar cogiendo de nuevo la almohada, abrazándola e imaginando que fuera Derek la besé con ternura, luego cerré mis ojos y evoqué los recuerdos de nuestras pieles rozándose en el juego de la pasión sexual de la noche de bodas. Y aunque llegué a sentir que no había sido una idea del todo buena, ahora estaba segura que realmente fue una idea estúpida. Quise llorar de nuevo, pero esta vez sin contenerme.
Recelaba de los Rosso y las palabras de ánimos de Chiara augurando un bebé de los Van Wijs volvió a entristecerme, no podía, no, no debía procrear un hijo con Derek. Y los dos éramos conscientes de eso y sin quererlo, inconscientemente comprendía que esa realidad terminaría separándonos. Suspiré lánguidamente, exhausta de mis propios pensamientos, de mi razonamiento y de mi terquedad.
Fue entonces que la manija de la puerta giró y ésta se abrió, abandoné mi postura dramática y me senté... Era Derek.
¿Cómo exigirle a Derek que se convierta en mi verdadero amante cuando le dije que nos seguiríamos viendo como hermanos?, mis lágrimas comenzaron a salir, «¡Es un idiota!» exclamé a la habitación, Derek ya debía de saber que aquellas palabras caducaron con nuestra noche de bodas, con los paseos románticos que realizábamos aquellas tardes de verano, bajo la luz crepuscular. Suspiré desconsolada mientras un gélido viento se colaba por el ventanal abierto. Enchinando mi piel.
Me levanté y me recosté en el lecho, el edredón estaba frío y es que la noche anterior sólo recibió mi calor. ¿Donde estuvo Derek?, no me atrevía a cuestionarlo. Lo respetaba, y aunque no quisiera admitirlo, muy en el fondo de mi obstinado corazón lo seguía queriendo como mi hermano. Si, la razón por la que no dejaba a Derek pese a todo lo que fuera capaz de hacerme se debía a ese simple hecho de parentesco y eso era lo que me entristecía.
Tomé una almohada arrebatándola del calor de las sábanas y la aferré a mis brazos que no habían abrazado a nadie en varios días, sentí ganas de llorar pero no lo hice. Extrañé a Dalma pero sobre todo a Derek, mi amada esposo.
Me perdí por un tiempo que no medí, entonces me levanté y me saqué las zapatillas de cristal; planché mi vestido color esmeralda y caminé hasta el tocador, me vi en el reflejo. Era una Crystall triste, una Crystall necesitada de un amante, una Crystall que buscaría el calor de hombre en otro lugar si su esposo ya no estaba dispuesto a complacerla como mujer y no como hermana. Así de decidida mi tristeza se manifestaba, mis ojos aún enrojecidos por el llanto breve me arrancaron un suspiro. Me aparté, estaba sola curiosamente ni siquiera una energía estaba en la habitación lo que me puso en alerta, sin tener fundamentos para estarlo.
De pronto sentí como el frío de la loseta traspasó mis medias blancas. Una nueva corriente gélida se abrió paso entre las cortinas medio abiertas y me obligué a abrazarme frotando mis hombros desnudos con mis manos enguantadas. La noche ya había caído, la luz de luna intentaba iluminar la habitación. Pero no se lo permití, encendí las arañas del techo y puse fin al viento cerrando la ventana y asegurándola, corrí la cortina para que la luz de luna se quedara afuera y no intentara aconsejarme con su inmensa elegancia.
Me volví a recostar cogiendo de nuevo la almohada, abrazándola e imaginando que fuera Derek la besé con ternura, luego cerré mis ojos y evoqué los recuerdos de nuestras pieles rozándose en el juego de la pasión sexual de la noche de bodas. Y aunque llegué a sentir que no había sido una idea del todo buena, ahora estaba segura que realmente fue una idea estúpida. Quise llorar de nuevo, pero esta vez sin contenerme.
Recelaba de los Rosso y las palabras de ánimos de Chiara augurando un bebé de los Van Wijs volvió a entristecerme, no podía, no, no debía procrear un hijo con Derek. Y los dos éramos conscientes de eso y sin quererlo, inconscientemente comprendía que esa realidad terminaría separándonos. Suspiré lánguidamente, exhausta de mis propios pensamientos, de mi razonamiento y de mi terquedad.
Fue entonces que la manija de la puerta giró y ésta se abrió, abandoné mi postura dramática y me senté... Era Derek.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Incesto II - Derroche de Pasión [Privado +18]
"Uno de los males de esta vida, es la falta de reconocimiento a las personas que día a día dan algo de sus vidas para que los otros tengan lo que tienen"
Luis Gabriel Carrillo Navas
Luis Gabriel Carrillo Navas
Derek había reconocido dos cosas después de su encuentro con Clémence. Deseaba volver al espectáculo y amaba a Crystall como la esposa que era, pese a que no lo había demostrado aún, pese a que insistía verla como hermana y no lo que era, su amante.
Conforme se acercaba a la residencia Van Wijs en su coche. Derek afianzaba su decisión de poseer a su hermana como la amante que debía ser; sin cohibirse, sin sentirse atado a lazos de sangre. Amaría su cuerpo como lo hizo con Clémence y muchas otras cortesanas antes que ella, así o inclusive con un sexo superior. Un sexo salvaje y suave, un sexo romántico y perverso; Derek tomaría el control sobre ese cuerpo exquisito que su hermana tenía, haría que Crystall volviera a mirarlo con ese brillo que perdió con la frialdad de Derek.
Cerró los ojos perdiendo el sentido, ignorando el sonido de las ruedas empujadas por los caballos, o la gente transeúnte. Se concentró con el simple propósito de entrar en una reminiscencia y descubrir los fallos en aquel primer sexo con Crystall. Estudiaría cada gesto de su hermana-esposa para hacer de esa noche un torbellino de pasiones consumadas en una perfección; no volvería a fallar, aunque claro, eso no significaría que Derek olvidara a Clémence , que Derek le fuera fiel a Crystall.
Cuando abrió los ojos la realidad se deformó, como cuando se echa agua en un mural recién pintado. La imagen pierde forma al correrse la pintura, formando surcos como ríos por todas partes; así la realidad a ojos de Derek cambió y luego, una explosión que despedazó la imagen manchada, como una masa que golpea un cristal. Todo se puso en negro unos segundos, después, un fuerte viento surgió de la nada obligando a Derek cerrar los ojos, al abrirlos lo vio, la habitación perfectamente iluminada, los cuerpos desnudos de ambos, los besos secos de él, los labios dispuestos de ella. Reprimiéndose él y el aumento de excitación de Crystall, ansiosa de sexo, mirando el bulto de Derek con lujuria.
―Que idiota fui― afirmó cuando todo culminó, explotando sobre ella. Se sintió egoísta cuando vio la cara insatisfecha de Crystall, ―no volverá a suceder amor― dijo a la imagen como si ésta realmente pudiera escucharlo o por lo menos verle.
―Hemos llegado monsieur― escuchó como un eco y la reminiscencia desapareció del mismo modo en el que apareció. La puerta del coche se abrió, ya era de noche, una fría pero hermosa noche. La luz de luna le llenó de energías y lo puso de buenas, endulzó sus pensamientos y convirtió su corazón en romance. Cuando bajó volteó hacía el alfeizar de la alcoba de los Van Wijs, la cortina como la ventana estaban cerradas, aunque se vislumbraba una luz que traspasaban las claras cortinas de lino.
Derek se excitó y sin demorar a pasos rápidos se dirigió a la alcoba de los Van Wijs, el lugar que sería testigo de un derroché de pasión que su hermana no esperaría. Subió las escaleras casi corriendo y mantuvo ese ritmo hasta llegar a la puerta de la alcoba, respiró profundamente, disipando cualquier duda en su decisión que él aseguraba que no existían. Giró la manija y la vio recostada, con su semblante triste y que conmovió a Derek.
―Hola amor― habló con un tono seductor y se acercó con lentitud para sentarse junto a ella, llevó sus manos frías -debido al viento gélido del exterior- y le dedicó una caricia. Los dedos de su mano derecha hicieron suya su barbilla y acercó sus labios a los de él y la besó como no lo había hecho y la desnudo con la mirada. ―Sabes, te vez hermosa con ese vestido, pero me estorba. Quiero hacer el sexo contigo, quiero poseerte como debí de haberlo hecho antes, quiero demostrarte mi amor― y la besó antes de que ella respondiera.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Incesto II - Derroche de Pasión [Privado +18]
Su tono de voz me sorprendió, no se había expresado de esa forma conmigo y eso me desconcertó. Se sentó junto a mí y me acarició con su fría mano. «¿dónde estuviste?» pude haber preguntado, pero caí en la seducción de Derek y correspondí el beso que en nadie más había sentido. Derek continuó con su seducción y me sentí amada, deseada. Me mordí el labio inferior y volvió a besarme.
Sentí su lengua dentro de mi boca, lo que me hizo abrir los ojos con un asombro que divirtió a Derek, él me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, encendida por el fuego de sus besos, mis manos sujetaron su cabello evitando que se apartara de mí. Nos quedamos casi sin aliento cuando nuestras bocas se separaron. —Derek, mi vestido estorba tanto como tu ropa, amor... Eres libre de quitarlo, como los dos deseamos que lo haga— le susurré en su labio, respirando en ellos y le sonreí con sensualidad momentos antes de besar su cuello y apoderarme de su saco, casi arrancándoselo. Las manos de él invadieron mi espalda mientras mis manos desabotonaban los botones de su camisa, con una experiencia que no contaba y sin embargo, no me sorprendió. Dejé caer la camisa al suelo para gozar la visión de su pecho desnudo. Como una señal de que era su turno de desabotonar mi vestido, pues como él había dicho, sobraba en aquel momento.
Mis labios volvieron a buscar los de él, atrapándolos en un beso lujurioso. Los dedos de Derek desabotonaban el vestido dejando al descubierto la prenda negra que cubría mis pechos. Tras separarme, aproveché para morderle su labio inferior con picardía y con mi dedo índice descendí por todo su pecho hasta llegar hasta la excitación oculta en su pantalón; las manos se deslizaron hasta el cierre de su pantalón, desabotonándolo con rapidez dejándome ver su ropa interior.
Lo empujé para ponerme de pie, me buscó sujetándome de las caderas y terminó por desprenderse de mi vestido que cayó motivado por la gravedad. Me entregué a él, a su cuello y bajé para besarlo y recorrer su pecho con mis labios, lo besaba conforme bajaba hasta estar arrodillada frente a él, me deshice del pantalón y removí su prenda mostrándome su excitación. Tragué saliva, por un instante no supe que hacer, lo miré y le tomé su sexo, acariciándolo arrancándole jadeos y también sintiéndolo como se estremecía. No abandoné mi mano de su sexo, quería que disfrutara como nunca, por eso me había decidido desechar mi pudor. Delineé con mi lengua su excitación lentamente, arrancándole más jadeos y que empezaron a ser más cuando aumenté la velocidad.
Sentí su lengua dentro de mi boca, lo que me hizo abrir los ojos con un asombro que divirtió a Derek, él me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, encendida por el fuego de sus besos, mis manos sujetaron su cabello evitando que se apartara de mí. Nos quedamos casi sin aliento cuando nuestras bocas se separaron. —Derek, mi vestido estorba tanto como tu ropa, amor... Eres libre de quitarlo, como los dos deseamos que lo haga— le susurré en su labio, respirando en ellos y le sonreí con sensualidad momentos antes de besar su cuello y apoderarme de su saco, casi arrancándoselo. Las manos de él invadieron mi espalda mientras mis manos desabotonaban los botones de su camisa, con una experiencia que no contaba y sin embargo, no me sorprendió. Dejé caer la camisa al suelo para gozar la visión de su pecho desnudo. Como una señal de que era su turno de desabotonar mi vestido, pues como él había dicho, sobraba en aquel momento.
Mis labios volvieron a buscar los de él, atrapándolos en un beso lujurioso. Los dedos de Derek desabotonaban el vestido dejando al descubierto la prenda negra que cubría mis pechos. Tras separarme, aproveché para morderle su labio inferior con picardía y con mi dedo índice descendí por todo su pecho hasta llegar hasta la excitación oculta en su pantalón; las manos se deslizaron hasta el cierre de su pantalón, desabotonándolo con rapidez dejándome ver su ropa interior.
Lo empujé para ponerme de pie, me buscó sujetándome de las caderas y terminó por desprenderse de mi vestido que cayó motivado por la gravedad. Me entregué a él, a su cuello y bajé para besarlo y recorrer su pecho con mis labios, lo besaba conforme bajaba hasta estar arrodillada frente a él, me deshice del pantalón y removí su prenda mostrándome su excitación. Tragué saliva, por un instante no supe que hacer, lo miré y le tomé su sexo, acariciándolo arrancándole jadeos y también sintiéndolo como se estremecía. No abandoné mi mano de su sexo, quería que disfrutara como nunca, por eso me había decidido desechar mi pudor. Delineé con mi lengua su excitación lentamente, arrancándole más jadeos y que empezaron a ser más cuando aumenté la velocidad.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Incesto II - Derroche de Pasión [Privado +18]
"Sólo los miserables como yo, luchan y sucumben ante la belleza de lo prohibido"
Jorge Melendez
Jorge Melendez
Crystall no dejaba de sorprenderse con las acciones del que fuera su frío amante. Derek la tomó con firmeza y con brusquedad la acercó a él, quería demostrarle que la noche no cedería a ningún juego de palabras, sino, de caricias, besos y la añorada posesión carnal.
La reacción de Crystall, las palabras surgidas de su fogoso corazón hicieron comprender a esa luz de conciencia de él de que ya no estaba frente a su hermana. Con habilidad desabotonó la camisa de Derek existió un beso más, donde las lenguas de los dos combatieron dentro de la boca de Crystall, en una guerra sangrienta e inundada de pasión, así como Homero escribía sobre Troya y sus batallas de pasión, donde los grandes héroes e hijos de Dios luchaban aguerridos e inyectados de algo semejante a la lujuria, así las lenguas bajo su armadura de saliva guerreaban.
Tocó el turno de Derek para desabotonar el vestido de ella. La prenda se abrió como flor y cayó a la cintura mostrando a Derek el lujurioso color negro de las prendas de su amante/esposa/hermana, mas ella demostró su ardor contenido, se lanzó al pecho de Derek y comenzó a besarle mientras descendía. Terminó arrodillada y como si leyera el pensamiento de su amante, Crystall desabotonó el pantalón de Derek y le sacó la excitación tomándola con firmeza y dispuesta a complacerle.
Derek jadeo cuando su esposa lamió su excitación y lo hizo más cuando intensificó su labor. De pie, echo su cabeza hacía atrás con sus ojos cerrados. Los puños los cerró, apretándolos con fuerza sin suprimir los jadeos que Crystall le provocaba, el calor en él aumento y deseo tomarla por los hombros y alzarla, desgarrarle su vestido y comenzar a penetrarla, pero no lo hizo, se contuvo, quería disfrutar ese momento ya actuaría con una pauta que ella le hiciera, pues hasta ahora todo se había dicho entre gestos.
Cuando menos se lo esperó, la excitación de Derek ya estaba dentro de la boca de Crystall, la inexperiencia de ella hizo que sus dientes arañaran su hombría, pero más que causarle dolor, le excitó más y se sintió al borde del estallido. Los jadeos se convirtieron en gemidos ahogados. Él la tomó del cabello ayudándola pues Crystall usaba una de sus manos para sujetarlo y de esa forma no interviniera en el trabajo de Crystall. Su hermana rió con la excitación dentro de ella, aquel calor emanado de su boca estremeció a Derek de una forma que nadie había logrado, sin saberlo Crystall estaba convirtiéndose en la mejor amante de Derek.
El placer se hacía más intenso con el aumentó de velocidad y antes de que él explotara alejó a Crystall, se inclinó, la tomó de las caderas y la arrojó a la cama. Derek tomó un minuto para estabilizar su corazón y luego de un jalón se deshizo del vestido y la prenda interior de Crystall, para después el hacer lo propio con su pantalón.
Se acercó a ella sin hablar, la pícara mirada de Derek evitó que el incendio se apagara y como un felino la buscó, ella abrió las piernas como prediciendo lo que su hermano se disponía más lo que se acercó a su zona erógena no fue su sexo, sino sus labios, sacó su lengua y recorrió todo lo que sería para él, la vagina, la vulva y torturó el clítoris con sus dientes y en tiempos succionándolo. Ahora era el turno de escuchar los gemidos de su esposa, ahora era el turno de provocar un incendio dentro de su amante, ahora era turno de amar a su hermana.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Incesto II - Derroche de Pasión [Privado +18]
Derek me arrojó algo brusco sobre la cama y eso me hizo acordarme de Jin, lo pude ver satisfecho por lo que había hecho y eso me complacía, Derek vino a mí como amante y eso me encendió, su sonrisa seductora me hizo morder el labio inferior y llevé uno de mis dedos a mi boca succionándolo, provocando a que me tomara. Pero Derek no lo hizo, me negó su sexo y tal como yo lo hice, Derek delineó con su lengua mi zona erógena.
De mi boca se escaparon gemidos, esto era algo que Jin no había hecho y que me estaba llevando al borde del orgasmo. Mi amado se apoderó como siempre quise de mí, la tortura que hiciera a mi clítoris me hizo conocer placeres que nunca imaginé, estaba cegada a este nuevo placer. Por instinto tomé a mi esposo del cabello y lo empujé más a mi vagina, su lengua se introdujo en ella y volví a jadear. Tenía las piernas bien abiertas, Derek aumentó su velocidad en la penetración que su lengua estaba haciendo a mi vagina hasta que llegué al orgasmo. Tiré mi cabeza hacía atrás con los ojos cerrados y perdida en el largo gemido que me ocasionó el primer orgasmo que Derek me provocara.
—Así debió de haber sido— dije jadeando esperando que Derek comprendiera a que me refería. —Ven amor— le dije y lo recosté en la cama, el sexo de Derek estaba erecto y mis manos volvieron a tomaron, lo acaricié con ambos manos, mis labios volvieron al sexo y volví a introducirlo a mi boca, Derek se ahogo en jadeos y con sus manos atrapó mi cabello empujándome para que su sexo entrara en mi boca por completo, pero era demasiado grande para mí, lo rechacé y mi boca salió del sexo, usé mi lengua para delinear el glande y lamí el pre semen que naciera del sexo de Derek; acaricié un par de veces más el sexo y finalmente me agazapé a él.
Me incliné a besarlo y dirigí su sexo al mío, él me abrazó y yo me dejé caer sobre él en una primera penetración profunda. Jadee dentro de su boca mientras subía y bajaba sobre su sexo, me moví con rudeza, él se hizo de mis caderas e intensificó la penetración moviéndose conmigo. Nos dejamos de besar acelerando el ritmo, él aprisionó mis pezones torturándolos como lo había hecho con mi clítoris, mis manos se aferraron a su cabello y continué jadeando, cerré mis ojos dejándome llevar por el placer que mi amado Derek estaba ejerciendo, un placer que no me imaginé en un mortal, pues no podía asemejarse al de Jin.
De mi boca se escaparon gemidos, esto era algo que Jin no había hecho y que me estaba llevando al borde del orgasmo. Mi amado se apoderó como siempre quise de mí, la tortura que hiciera a mi clítoris me hizo conocer placeres que nunca imaginé, estaba cegada a este nuevo placer. Por instinto tomé a mi esposo del cabello y lo empujé más a mi vagina, su lengua se introdujo en ella y volví a jadear. Tenía las piernas bien abiertas, Derek aumentó su velocidad en la penetración que su lengua estaba haciendo a mi vagina hasta que llegué al orgasmo. Tiré mi cabeza hacía atrás con los ojos cerrados y perdida en el largo gemido que me ocasionó el primer orgasmo que Derek me provocara.
—Así debió de haber sido— dije jadeando esperando que Derek comprendiera a que me refería. —Ven amor— le dije y lo recosté en la cama, el sexo de Derek estaba erecto y mis manos volvieron a tomaron, lo acaricié con ambos manos, mis labios volvieron al sexo y volví a introducirlo a mi boca, Derek se ahogo en jadeos y con sus manos atrapó mi cabello empujándome para que su sexo entrara en mi boca por completo, pero era demasiado grande para mí, lo rechacé y mi boca salió del sexo, usé mi lengua para delinear el glande y lamí el pre semen que naciera del sexo de Derek; acaricié un par de veces más el sexo y finalmente me agazapé a él.
Me incliné a besarlo y dirigí su sexo al mío, él me abrazó y yo me dejé caer sobre él en una primera penetración profunda. Jadee dentro de su boca mientras subía y bajaba sobre su sexo, me moví con rudeza, él se hizo de mis caderas e intensificó la penetración moviéndose conmigo. Nos dejamos de besar acelerando el ritmo, él aprisionó mis pezones torturándolos como lo había hecho con mi clítoris, mis manos se aferraron a su cabello y continué jadeando, cerré mis ojos dejándome llevar por el placer que mi amado Derek estaba ejerciendo, un placer que no me imaginé en un mortal, pues no podía asemejarse al de Jin.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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